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Revista de historia americana y argentina

versión impresa ISSN 2314-1549versión On-line ISSN 2314-1549

Rev. hist. am. argent. vol.53 no.2 Mendoza dic. 2018

 

DOSSIERS TEMáTICOS

SE HACE LA EVITA. PRIMERAS DAMAS Y POLíTICA PROVINCIAL

 

Carolina Barry

CONICET/ UNTREF. Buenos Aires, Argentina. cbarry@untref.edu.ar

Recibido: 14-03-2018
Aceptado: 11-05-2018

 

RESUMEN

El primer gobierno de Perón posibilitó el ingreso de gran cantidad de mujeres en la política a partir de instrumentos legales específicos y de políticas de inclusión partidarias. A su vez, instaló en la cultura política argentina una práctica novedosa: el matrimonio gobernante y la politización de las primeras damas. Este trabajo analiza el papel político de las esposas de los gobernadores de Buenos Aires y San Juan. Ambos casos son diferentes, sin embargo, comparten semejanzas que invitan a pensar si existió un estímulo para colaborar, también, como delegadas de Eva Perón.
Palabras claves: Primeras damas; Gobierno de Perón; Eva Perón; Provincia de San Juan; Provincia de Buenos Aires.

ABSTRACT

Perón's first government made possible the entrance of a large number of women in politics based on specific legal instruments and party inclusion policies. At the same time, it installed in the Argentine political culture a novel practice: the marriage in government and the politicization of the first ladies. This paper analyzes the political role of the wives of the governors of Buenos Aires and San Juan. Both cases are different, but they share similarities that invite to think if there was a stimulus to collaborate, also, as delegates of Eva Perón.
Key words: First ladies; Peron´s government; Eva Perón; San Juan province; Buenos Aires province.

 

El primer gobierno de Perón posibilitó el ingreso de gran cantidad de mujeres en la política a partir de instrumentos legales y políticos específicos. Los primeros comenzaron con la ley de Sufragio Femenino hasta la creación del Registro nacional de las personas que posibilitó la primera documentación y empadronamiento femenino nacional. A su vez, se gestaron políticas de inclusión partidarias destinadas a las mujeres. Dentro de este abanico se instaló en la cultura política argentina una práctica atrayente: el matrimonio gobernante y la politización de las primeras damas, dos instancias distintas en que algunas mujeres construyeron espacios de poder a partir de su función de esposas de. El paradigma por excelencia pertenece a Perón y Eva Perón con la singularidad de un doble liderazgo carismático, compartido y simultáneo. Un líder y una líder complementarios uno del otro. Un sello propio del peronismo que se replicó en distintos períodos y niveles de gobierno al punto que en 1973 un matrimonio, el de Perón y María Estela Martínez Cartas de Perón (Isabel), fue el primero en ocupar formalmente el gobierno de la Argentina cuando asumieron como presidente y vicepresidenta de la nación. Años más tarde, otro matrimonio ocupó el gobierno, se trató de la primera vez que un marido cedió los atributos del mando a su esposa y el estreno de la figura de primer caballero.
La figura de la primera dama se ha transformado en un potencial actor político tenido en cuenta por todas las fuerzas políticas, al punto que hoy en día se las mide en las elecciones y en Estados Unidos se propiciado que realicen debates televisivos, al igual que el candidato. Con el pasar de los años, ellas han obtenido funciones más allá de las tradicionales actividades relacionadas con el protocolo adquiriendo, en algunos casos, una influencia política no menor. La vaguedad de los parámetros legales ha sido un factor importante en la evolución de este rol que es informal por naturaleza y que en ningún país, salvo República Dominicana, sus funciones están alcanzadas por una codificación legal concreta. Con lo cual, estas mujeres asumen funciones políticas que no están reguladas por la ley y por ende no dan cuentas a nadie de sus acciones. Los casos de primeros caballeros son todavía muy pocos en el mundo como para problematizar sus espacios y funciones.
El tema se inscribe en un debate mayor, que obliga a plantearse cuáles son las implicancias que tiene para la democracia y para el sistema político la intervención, en este caso, de estas mujeres que no formaban parte de la estructura formal del gobierno, que manejaban cuotas de poder y  que llevaron adelante actividades con importantes recursos de la política. Ellas no son electas pero poseen fuertes influencias en las políticas públicas que derivan en sugerentes implicancias para la democracia1. Esto puede observarse en la discrecionalidad que tuvieron en el manejo de fondos públicos destinados en la ayuda social, no así en la partidaria que corría por otros carriles, salvo en la utilización de fondos públicos para dicha actividad.
Si bien la Argentina tiene una larga trayectoria en la politización de las primeras damas, no se trata de situaciones aisladas. En el mundo existen y existieron casos célebres que insinúan algunos puntos de contacto como el de Teodora, esposa del emperador Justiniano, que ejerció una influencia política llamativa sobre el Imperio Bizantino al punto de considerarse que gobernaban en conjunto. Pericles y Aspasia de Mileto. Nefertiti y Ajenatón, entre otros. Más cercanos en el tiempo fueron Roosevelt y Eleonor Roosevelt y Mao que sumó a Chiang Ching. También podría considerarse el caso de Bill y Hillary Clinton. En la Argentina, los antecedentes más renombrados son los de Encarnación Ezcurra y luego, Aurelia Vélez Sarsfield, amante de Sarmiento, que ejerció como una primera dama en secreto e incluso habría gerenciado su campaña presidencial2. Estas vecindades históricas no pretenden mostrar analogías, sino que constituyen ejemplos variados que dan cuenta de mujeres que estando en la cima del poder redefinieron sus espacios más allá de las actividades que en general se esperaba que cumplieran.
Estas incursiones novedosas fueron posibles gracias a la autoridad e influencia que les confería su lugar de señoras de. Unas más osadas y otras más humildes han servido para cimentar estas prácticas en la cultura política argentina: la politización de las primeras damas y el matrimonio gobernante, dos instancias diferentes que se entrecruzan. La presencia de Eva Perón como primera dama, y su rápido involucramiento político, provocó que otras esposas de mandatarios (gobernadores, legisladores, funcionarios de distintos rangos) comenzaran actividades similares. Con diferentes grados de intervención, armaron y dirigieron sus propios espacios de acción social como tímido reflejo de la Fundación Eva Perón (FEP). El paso obligado, casi simultáneo, fue la apertura de centros políticos femeninos que sirvieron para sus propios fines partidarios y también como soporte de sus maridos dentro del Partido Peronista. En esta primera etapa del peronismo, podemos mencionar a Hélida Basualdo de Godoy en San Juan, Elena Caporale de Mercante en Buenos Aires, Esmeralda Carbajal de Brísoli en Mendoza, Leonor Leiva Castro de San Martín, en Córdoba; Guillermina Pascarela de Velazco en Corrientes, María Olga Martilotti de Mittelbach González y Luz María Márquez Medrano de Juárez en Santiago del Estero; Gladys Bergaglio de Chaile, en Entre Ríos; en otra grado, Etelvina Bonfiglio de Forteza en Bahía Blanca, María Luisa Fragone de Pistarini, la esposa del ministro de Obras Públicas, Elisa Duarte de Arrieta, hermana de Eva Perón, casada con el senador Alfredo Arrieta. De estas mujeres decían: se hace la Evita, espetándoles en la cara su ambición política y la copia descarada de su estilo. En los tiempos iniciales, la misma Eva Perón estimuló sus actividades, entre otras razones porque se convirtieron en sus operadoras políticas.
Este trabajo transcurre durante la etapa denominada la rama femenina del Partido Peronista, es decir, entre 1946 y 1949, en que se funda el Partido Peronista Femenino (PPF). En esos años las organizaciones de base no eran diferentes a las de otras ramas partidarias3. Uno de los puntos que se busca analizar es la entrada y la salida de la política de dos primeras damas, esposas de importantes gobernadores: Elena Caporale de Mercante e Hilda Basualdo de Godoy de Buenos Aires y San Juan, respectivamente. La elección de estos dos casos está relacionada con las singularidades propias de cada provincia, su relación con el gobierno central, la participación política femenina en esos espacios, y por supuesto, las características propias de cada esposa de mandatario. Se tratará de responder algunas preguntas que guiarán a otras, por ejemplo, si lograron armar carreras políticas propias; cuál fue el alcance del poder e influencia que lograron obtener, y cuáles sus límites. Si se trató de mujeres que construyeron su poder a partir del rol político de sus maridos, qué sucedió una vez que ellos terminaron su carrera. Una pregunta que atraviesa el artículo es si se podría pensar en un armado deliberado tanto en estas provincias como en otras, o fue producto del momento político que se vivía entonces. Para intentar responder estas preguntas, se observará el papel asumido por ambas primeras damas en su paso por la política en sus provincias. Ninguna de las dos contaba con antecedes previos, y se vieron sorprendidas en su nuevo papel a una edad similar, ambas a los cuarenta y tantos años y con hijos ya adultos.

ELENA, LO SOCIAL Y LO POLíTICO

Elena Caporale conoció temprano a Eva Duarte, desde la época en que Perón se desempeñaba como secretario de Trabajo y Previsión y Mercante era su mano derecha. Si bien eran muy distintas, tanto por edad como por intereses, compartieron vivencias que fraguaron en una amistad. Poco a poco, Elena comenzó a acompañarla en viajes y actos, e incluso se sumó al séquito que la escoltaba en las largas jornadas en la Secretaría de Trabajo observando de cerca el movimiento que allí se generaba. Además, si Mercante era el corazón de Perón, la lealtad personificada, su esposa, por carácter transitivo, contaba con los mismos atributos. Al poco tiempo, Elena también cayó en la tentación y se atrevió a usar rodete y traje sastre4. Los incentivos no tiene que ser necesariamente políticos, es probable que Elena también hubiera buscado acercarse o atraer la atención de su marido a través de la política, como lo hacía la otra, Isabel Ernst. Esta, joven, culta y bellisima, trabajaba en la Secretaria de Trabajo y Previsión y mantenía con Mercante una relación sentimental con quien, además, tuvo un hijo. Isabelita, como le decían los gremialistas, era la secretaria gremial de la Presidencia de la Nación que dependía directamente de Perón. Un nombramiento ad hoc como nexo entre los gremios y Perón cuando Mercante asumió la gobernación bonaerense5. Como secretaria privada de Domingo Mercante en la STyP adquirió experiencia en el manejo administrativo y político con los sindicatos. De alli que se convirtió en una suerte de institutriz alemana que asesoró a Eva en el trato con los sectores obreros6. Ambas mujeres, Isabel y Elena, acompañaban a Eva Perón en diferentes ambitos políticos que no se superponían. Mercante probablemente incentivó ambas incursiones, que le permitían estar al tanto de cuanto sucedía alrededor de quien se estaba transformando en su principal rival política, Eva Perón.
Elena comenzó su tarea social cuando Mercante asumió la gobernación de Buenos Aires en 1946, es decir, en forma simultánea con la emprendida por Eva Perón al inicio del gobierno de su marido. Como esposa de militar, estaba acostumbrada a entrar en contacto con las fuerzas vivas en los destinos que había tenido su marido y tal vez para ella, en un principio, la gobernación fue sólo uno más. De alguna manera, aplicó esa forma de relacionarse con práctica similares pero con otros fines que afirmaron, en un inicio, su caridad cristiana. Recibía pedidos de todo tipo, que fueron acrecentándose ante la respuesta positiva y la posibilidad de gestión privilegiada que le daba su estatus de señora del gobernador. Los ministros y funcionarios respondían a sus solicitudes pero no se generaron conflictos de intereses entre su obra social y las obras emprendidas por el gobierno bonaerense, como sí sucedió con la Fundación Eva Perón, que superpuso intereses con distintas áreas. Al poco tiempo, su obra se transformó en el alma mater de la asistencia social en la provincia: la Obra de Ayuda Social de la Gobernación de Buenos Aires, el territorio más grande y poblado del país7.
La Obra Social de la Gobernación obraba sobre los mismos sectores que la Fundación Eva Perón, de la cual no dependía estructuralmente y con la que no tenía vinculación aparente. A medida que las demandas se incrementaron, comenzó a recibir subsidios, donaciones de sindicatos y de empresarios. No contaba con un presupuesto propio; de hecho, no formaba parte de la estructura formal del estado provincial, pero se valía de ella para conseguir sus propósitos. Empresarios y sindicalistas agradecían los favores del gobernador con una importante donación a la obra de ayuda social de su esposa. Un periódico opositor de la provincia señalaba en una editorial que Elena Caporale se había transformado en una competidora seria de la ayuda social de la esposa del presidente. Con tantas ayudas hay que ver si alcanzarán los necesitados, ironizaba8. Sus actividades habrían incomodado a Evita, al punto que Mercante le sugirió que bajara la medida de las acciones emprendidas pues se habían suscitado ciertas murmuraciones sobre alguien que se hace la Evita.
Su función consitió en llenar los vacíos que no podía asumir el recientemente creado Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social. Las acciones desplegadas por Elena Caporale que manejaba con discrecionalidad no respondían a un plan específico en materia de políticas sociales. Ella no implementó un plan sistemático de ayuda social ni de obras estructurales, sino que se transformó en una facilitadora ágil. Su tarea se inscribió en la ayuda social directa que en cierta forma aplicaba también la Fundación Eva Perón. Un acceso novedoso en el cual no existían los mediadores. Más allá del alcance material, lo que veladamente implicaba la ayuda social directa era la ausencia de trabas burocráticas que dilataran o frenasen el otorgamiento de beneficios. En estos espacios, las esposas de los mandatarios tienen un poder decisivo y se transforman en piezas claves por fuerza de las estructuras institucionales.
Elena Caporale fue asumiendo, poco a poco, el cargo de presidenta honoraria de numerosas instituciones. Su exposición en los diarios de la época fue notoria: inaugurando hospitales, escuelas, recibiendo donativos y en actividades políticas del peronismo, o dando un discurso, pero también recibiendo a mujeres miembros de la oposición, que denunciaban haber sido torturadas aparentemente por la policía de Perón.
En esta etapa inicial la actividad de estas Evas fue tolerada y hasta podria decirse estimulada. Elena se transformó en la representante de Eva y del gobernador. Según dijo por cuestiones del azar; es muy probable que así haya sucedido. Las áreas que cubría eran muy variadas desde temas protocolares, sociales, políticos y partidarios. Asistía en lugar de su marido y tambièn en el de Eva. La Vanguardia, a modo de provocación y por la influencia que estaba ejerciendo, comenzó a llamarla la Gobernadora, así como a Eva Perón la llamaba la Presidenta. Democracia, El Argentino y El Día cubrían sus pasos, al tiempo que la fotografiaban junto a Perón y Evita. Asistía a numerosos actos y estuvo en un lugar privilegiado al que pocos accedían: el balcón de la Casa Rosada, el 17 de octubre de 1949, aunque en un prudente segundo plano. Elena se hizo cada vez más visible, y más aún en la campaña electoral por la reelección de Mercante en 1950, aunque no participó con el ahínco de Perón, Eva y Mercante. Ella no formaba parte de la trilogía de la Revolución.

En forma simultánea se estaba formando en la provincia, la rama femenina bonaerense. Luego del triunfo electoral de 1946, las organizaciones femeninas de la provincia denominaban a Eva Perón y a Elena Caporale: las primeras damas argentinas9 al tiempo que las nombraban presidenta y vicepresidenta honorarias de los centros que formaron la línea interna de Eva Perón, los Centros Cívicos Femeninos María Eva Duarte de Perón (MEDP) y del mercantismo. Pero no solo adoptaban su nombre, sino que también, apoyaban calurosamente la obra social de ambas10. Estos centros femeninos se habrían constituido para cooperar con la esposa de Perón en su campaña de obra y justicia social, asegurar los derechos políticos de la mujer y afiliar a las simpatizantes, de manera similar a lo que sucedía en otras provincias, como San Juan11.

HéLIDA, LO POLíTICO Y LO SOCIAL

Hélida Basualdo de Godoy, la Pequeña, pertenecía a una tradicional familia que gobernaba San Juan desde tiempos inmemoriales, un clan político provincial que se remontaba al siglo XIX. Desde su niñez embebió de su familia la acción política y social. Su madre, Amelia Correa Arce fue presidenta de la Sociedad de Beneficencia San Vicente de Paul y una destacada activista de la Concentración Cívica de la mujer por el Partido Demócrata. Su padre había sido un importante dirigente conservador en la decada del treinta y su tío, Oscar Correa Arce, vicegobernador durante el mandato de Juan Maurín12. Años más tarde, su marido, Ruperto Godoy, fue electo vicegobernador, y luego, gobernador de la provincia13. Mientras su hermano fue candidato a gobernador en las mismas elecciones y por otra fuerza política.
La política formaba parte del ambiente familiar, sin embargo, ella no había participado hasta que su marido asumió el cargo de gobernador en 1947. Hasta ese momento, se desempeñaba como profesora en la escuela profesional y, aparte de sus ocupaciones hogareñas, instruía a las niñas casaderas de la sociedad sanjuanina para ser buenas esposas y madres. A los pocos meses, Hélida Basualdo tuvo su primera aparición pública cuando organizó la conmemoraciòn del primer año de gobierno peronista. Esta información no apareció en la sección polìtica del periódico provincial, sino como una noticia social, lugar donde era habitual ver a las Basualdo y a las esposas de gobernadores. Esta fue la última vez, su nombre de allí en más se trasladó a la sección política. Primero, como colaboradora del gobernador en acciones sociales similares a las emprendidas por Elena Caporale, y luego ya de lleno en la actividad política.
Hélida Basualdo se instaló en una dependencia del estado provincial, en la Subsecretaria de Informaciones de la provincia. La prensa local se hacia eco de sus actividades, incluso, transcribió con detalles los comentarios del ministro Ramón Cereijo, quien marcó un paralelo entre la sacrificada labor que con todo entusiasmo y con un sentido altamente humanitario realiza la señora del jefe del poder ejecutivo provincial, en consonancia con la obra de Ayuda Social que lleva a cabo desde la Secretaria de Trabajo y Previsión la señora del presidente de la Nación. La prensa aprovechó y dio cuenta de un par de infortunios que estaban siendo solucionados diligentemente por la esposa del gobernador. San Juan estaba atravesando el largo proceso de reconstrucción posterior al terremoto que la había devastado en 1944. Es decir, las intervenciones de tipo social estaban a la orden del día lo mismo que el presupuesto destinado a ellas14. Y como tal, una caja política deseable de la que tambíen sacaba una porción la esposa del gobernador para sus nobles fines sociales.
La temprana inclusión política de las mujeres en San Juan merece una mención especial. Se trató de un caso singular en el país: una provincia pionera que por varias décadas se anticipó en contemplar sus derechos políticos aunque con limitaciones. La Constitución provincial de 1856 establecía al Cabildo como un gobierno municipal autónomo administrado por los contribuyentes sin distinción de nacionalidad o sexo. Años más tarde, la Constitución de 1927 estableció el derecho y el deber de votar a los argentinos nativos o naturalizados, de ambos sexos, residentes en la provincia y mayores de dieciocho años de edad15. Las sanjuaninas votaron por primera vez el 8 de abril de 1928 para concejales y diputados provinciales; a su vez, se eligió a la primera concejal por la ciudad de San Juan; en 1934, una diputada provincial y la primera intendente de Calingasta16. Estos antecedentes obligaron a intentar seducir al electorado femenino desde la campaña de 1946, ya que las sanjuaninas estaban en condiciones de votar pero la falta de actualización en el padrón electoral lo impedía. Así lo determinó el decreto 2.380 del 14 de diciembre de 1945 al establecer que por esta vez en la elección provincial solo deberán ser convocados los electores varones, con prescindencia del voto femenino debido a la falta de actualizaciòn del padrón electoral17. En algún momento se especuló con que pudieran repetirse las artimañas utilizadas por Federico Cantoni en las elecciones de 193118. Aún así, los partidos que se presentaron en la elección tuvieron especial interés en organizar sus propias secciones femeninas. Las elecciones de 1948, ya con la ley nacional 13.010 de Sufragio Femenino, obligaron a prestar más atención a las potenciales electoras. Se iniciaron dos acciones en conjunto que involucraban a las mujeres: a) la creación y activación de centros partidarios y b) la actualización del padrón electoral.
Los centros cívicos femeninos respondían a distintas líneas internas dentro del peronismo provincial. No eran muchos pero sí, activos. A estos se sumaron los que presidía Eva Perón quien en enero de 1947, envió a una delegada suya: Dora Tiscornia de Diaz. Ella estuvo a cargo de la fundación de los centros cívicos Maria Eva Duarte de Perón, al igual que se estaban gestando en el resto del país. Las intrigas políticas en la provincia y las artimañas utilizadas por las ex bloquistas obligaron a aclarar más de una vez que ella era la única autorizada por la primera dama para organizar los centros cívicos que llevaban su nombre.
Los centros vinculados con el godoyismo llevaban el nombre de su presidenta, que en general se trataba de la esposa de algun funcionario. Por ejemplo, Antalide Pardo casada con el ministro de Gobierno e Instrucción Pública, Reinaldo Viviani; Nella P. de Melis, esposa del ministro de Reconstrucción; Rosalba Alday, esposa del Eusebio Baltasar Zapata, presidente de la Legislatura provincial. Luego de la Constitución de 1927, era habitual en San Juan que las esposas de los dirigentes armaran sus centros femeninos, como ocurrió en la campaña electoral de 1946 con el bloquismo. La tradición así lo mandaba y no llamaba la atención que así fuese. Hacia 1947, no eran muchos los centros femeninos del peronismo mismo, la mayoria provenían del bloquismo devenidos al peronismo. El primero fue el Centro Femenino Peronista Ruperto Godoy, incluso, Hélida Basualdo inauguró uno con su propio nombre. Fue una de las pocas primeras damas que se animó a hacerlo, al punto que pronto generó alguna inquietud en Buenos Aires.
San Juan fue generosa en conflictos entre los centros femeninos que respondían a la esposa del gobernador, los que estaban en línea con Eva Perón y las que habìan pertenecido al bloquismo que se sumaron al peronismo. Los periódicos daban cuenta de las denuncias contra los integrantes de los centros cívicos oficialistas a quienes se acusaba de intentar cooptar a las afiliadas de los centros MEDP. Le imputaban la utilización de todo tipo de artilugios para sus politiqueros propósitos, desde el engaño y las promesas hasta las amenazas. Este sabotaje al movimiento femenino peronista, como titularon los diarios, derivó en algunas renuncias y en un planteo formal al interventor del partido para que tomara las medidas del caso19. Los centros MEDP se vieron obligados a aclarar que sólo reconocían en Eva Perón a la única abanderada del movimiento femenino y sólo de ella aceptaban directivas20. Esto no sucedió en la provincia de Buenos Aires, no fue preciso.
En mayo de 1947, el poder ejecutivo provincial dispuso la confección del padrón electoral femenino. La tarea no era sencilla y estuvo plagada de denuncias que acusaban al gobierno de demorar la entrega de partidas de nacimiento de los opositoras. Fuertes imputaciones afectaban a las godoyistas, y entre ellas a las muchachas de Hélida Basualdo. El tema rondaba alrededor de las demoras en la entrega de libretas cívicas provocó que

(.) La Reforma señalara que tan solo han obtenido su documento cívico las integrantes de los centros femeninos formados por simpatizantes del oficialismo que llevaban nombre de personas que pretendían absurdamente hacer sombra sobre la ya histórica figura del General Perón y su dignísima esposa Sra. María Eva Duarte de Perón21.

Estas referencias estaban claramente dirigidas al gobernador y a su esposa, que como se señaló, también atendía a desamparados emulando la labor de Eva Perón. Los centros femeninos fueron muy activos en la promoción e instrucción para las mujeres que debían enorlarse; sin embargo, la ley nacional y el consecuente empadronamiento y enrolamiento femenino derivaron en suspensión definitiva.
Luego de la promulgación de la ley 13.010 de sufragio, el Consejo Superior del Partido Peronista dio la instrucciòn a sus Juntas Provinciales de crear la rama femenina bajo el nombre de Partido Peronista Femenino. Se organizaría independientemente del Partido Peronista, con autoridades y personería propias22. Lo más llamativo es que esta división en varones y mujeres se llevaría a cabo dos años más tarde a nivel nacional. Unas semanas después de la resolución partidaria, Hélida Basualdo, rauda, tomó el guante y creó el Partido Peronista Femenino sanjuanino con el objetivo de organizarlo en toda la provincia. Se realizó un gran acto de lanzamiento al que asistieron todas las autoridades provinciales: el gobernador, los ministros, diputados, senadores, funcionarios todos ellos junto a sus esposas. Una caravana de mujeres presidida por la novel presidenta del PPF se dirigió a la Casa de Gobierno vitoreando el nombre de Eva y Juan D. Perón, y un cartel con el retrato de Evita que presidía la columna23. El discurso de la Pequeña fue elocuente y sin nombrarla a Eva Perón dijo que todas eran peronistas y lo digo con voz bien alta, para que lo entiendan los que quieran ver solamente un designio de la política de mi hogar. Todas, conmigo a la cabeza, somos peronistas. La disputa con las chicas de Evita se daba en las calles y las acusaciones eran mutuas. Por eso, tuvo que aclarar que no respondía solamente al godoyismo, sino que estaba alineada con Perón y su doctrina. Hélida Basualdo asumió como presidenta de la Junta Provisoria de Organización Peronista Femenina, y todas las mujeres que presidían los centros femeninos formaron parte de la misma24. Para calmar los ánimos, la presidenta de un CFMEDP realizó un acto de homenaje al Hélida Basualdo de Godoy, quien se refirió al papel asignado a la mujer sanjuanina, en la defensa de las conquistas sociales otorgadas al pueblo por el gobierno del general Perón y a la necesidad de multiplicar los esfuerzos para lograr un definitivo afianzamiento en San Juan.
 Alberto Teisaire, presidente del Consejo Superior del Partido Peronista, destacó esta iniciativa25 que comenzó con la inauguración de filiales en todos los departamentos de la provincia. El novel partido se encontraba a mitad de camino de la resolución partidaria pues estaba integrado dentro del Partido Peronista. Meses más tarde, en Córdoba, otra futura primera dama, inauguraría del PPF en dicha provincia como parte de la campaña electoral de su marido, Juan Ignacio San Martín26.

Los conflictos continuaron y a un año de creado el PPF sanjuanino las presidentas de los centros cívicos MEDP eligieron su propia Junta Ejecutiva Central que no incluía bloquistas ni godoyistas27. Desconociendo al ya alicaído PPF sanjuanino, decidieron participar activamente en la campaña electoral para apoyar a los candidatos a la Convención Constituyente. Un año más tarde de iniciada su tarea, la delegada de Eva Perón convocó a todas las suanjuaninas que se sintieran peronistas a unificarse sólo bajo el nombre de la primera dama en los centros MEDP, más allá de la pertenencia política anterior, en un claro mensaje a las chicas de Hélida Basualdo. El objetivo consistió en disciplinar las filas partidarias, evitar la anarquía y el desconcierto que la identificación con las antiguas filiaciones políticas provocaba en las mujeres. Incluso anticipaba que la política femenina tenía que ser llevada a cabo solo por mujeres, sin la intromisión de los caudillos políticos. Estas indicaciones, aclaraba, serían el preludio de la organización del Partido Peronista Femenino a nivel nacional28.

LA ASAMBLEA O EL PRINCIPIO DEL FIN

El 26 de julio de 1949 se realizó la primera asamblea organizativa del PP en el Luna Park. Aquella resolución que había dado el CSPP en septiembre de 1947, finalmente, se plasmó dos años más tarde en un escenario político distinto, en especial por el afianzamiento del liderazgo de Eva Perón. Eva, Hélida y Elena estuvieron junto a otras primeras damas. Las delegadas a la asamblea fueron cuidadosamente elegidas, Elena seleccionó a las bonaerenses. Por San Juan, asistieron unas ochenta presidentas pero solo de los centros vinculados con Eva Perón quienes una vez en Buenos Aires fueron guiadas por otra primera dama muy activa, Maria Luisa Fragone, la esposa del ministro Pistarini quien desempeñaba una activa acción social en Ezeiza.
Eva Perón presidió la Asamblea femenina mientras Elena Caporale, la cara femenina del mercantismo, fue designada secretaria de la misma. A partir de ese momento, y durante los tres días que duró la reunión, se sentó junto a ella en el estrado. Antes de comenzar, y para brindar una señal clara, todas las delegadas juraron fidelidad a Perón y Eva Perón. La primera dama bonaerense le tomó el juramento a Eva, y ella, a todas las asistentes. En la sesión final, Elena Caporale requirió que Eva Perón fuese la presidenta del movimiento femenino y firmó el acta final de la reunión junto a otras delegadas.
La asamblea determinó encuadrar a las mujeres bajo el liderazgo y doctrina de Perón, nombrar a Eva Perón presidenta de la organización femenina, efectuar un censo de mujeres peronistas en todo el país y unificar todos los centros femeninos. El lema del momento era la unidad femenina junto a su jefa única y abanderada indiscutible, Eva Perón29. También proclamaron la reelección de Perón aunque no mencionaron su adhesión a la candidatura de Mercante a la vicepresidencia, como sí lo hicieron los hombres del partido. A esa altura, la carrera por la candidatura a la vicepresidencia ya había comenzado. El PPF sería una de las herramientas de Eva Perón para lograr ese fin.
Las primeras damas provinciales y las presidentas de los centros cívicos acataron, pero no en todos los casos cumplieron. Es así que la prensa continuaba señalándolas como presidentas del movimiento peronista femenino en la provincia y fue preciso revalidar la resolución de la asamblea: Eva Perón era la única y exclusiva autoridad facultada para todo lo que estuviera relacionado con la dirección y organización del movimiento. También fue preciso aclarar que no tenía ni delegadas ni secretarias ni representantes en ningún punto del país. La creación del partido determinó claramente las nuevas tareas de las primeras damas y el lugar que ocuparían.
El paso siguiente fue inaugurar las sedes centrales partidarias en cada capital provincial. Elena lo hizo en la ciudad de La Plata, a la que no concurrió el gobernador, tal como estaba anunciado,  pero sí lo hicieron los ministros y los legisladores provinciales junto a sus esposas. Una manifestación acompañó a Elena Mercante hasta la residencia oficial al finalizar el acto. Cuando llegó a la casa de los Gobernadores apareció en el balcón de la residencia, desde donde saludó con los brazos en alto para despedir a las manifestantes. La delegada censista asignada por Eva Perón fue Catalina Inés Allen, encargada de organizar y presidir el partido en la provincia. Sin embargo, la prensa continuaba mencionado a Elena Caporale como la presidenta del Movimiento Femenino bonaerense, cargo que ella no se adjudicó pues decía actuar solo en nombre de Eva Perón o como su representante. Su labor fue ayudar a desarticular los centros cívicos femeninos preexistentes, incluso los que respondían al mercantismo, que fueron vaciados de poder. Las afiliaciones al Movimiento Femenino Peronista comenzaron a los pocos días y con gran despliegue; Elena concurrió a afiliarse junto a las esposas de otros funcionarios del gobierno provincial, situación que llevó a muchas mujeres a imitarla.
Luego de la Asamblea, Hélida Basualdo de Godoy comenzó a colaborar con Eva Perón pero desde un segundo plano. Tan es así que Trinidad Coronel, la primera delegada del partido en San Juan, fue recibida por el gobernador pero sin su presencia. Es de suponer que si ella era la presidenta del PPF sanjuanino fuera quien la recibiera y pusiera al tanto de sus tareas. En la inauguración de la sede central del partido ella habló a las concurrentes y luego lo hizo la delegada censista quien de alli en más estuvo a cargo de la organización de las fuerzas partidarias. La Pequeña se limitó a ser una leal e incondicional adherente. Pasó de ser presidenta de la organización a adherente y sólo sugirió nombres de mujeres susceptibles de ser nombradas subdelegadas: he cumplido estrictamente con sus instrucciones en cuanto a la organización de las unidades básicas femeninas en colaboración con la delegada..30, pero sin ocupar puestos de poder ni dirigenciales de ningún tipo dentro de la estructura.
Evita fue más enfática en su negativa a nombrar a primeras damas, esposas de gobernadores, funcionarios, intendentes, legisladores o dirigentes políticos, muy proclives a entusiasmarse y hacer su propio juego político, e incluso operar a favor de las líneas políticas de sus propios maridos. Ellos gustosos accedían a replicar el modelo nacional. El nombramiento de las delegadas censistas en 1949 fue una suerte de intervencion sutil de las fuerzas femeninas peronistas que estaban adquiriendo presencia, no masiva pero sí visible en todo el territorio. Muchas de estas lineas internas estaban comandadas por las esposas de funcionarios del gobierno.

REFLEXIONES PRELIMINARES
En sus más de setenta años, el peronismo ha sido generoso en ejemplos de primeras damas politizadas, cuando no, de matrimonios gobernantes. Numerosos pero diversos casos dan cuenta que en dicha fuerza la política tiene gusto a bien ganancial. Esta peculiaridad se observa desde sus años iniciales en que sus figuras fundantes abrieron las puertas a replicar esta marca que lo haría distintivo a lo largo del tiempo. Este trabajo analizó el caso de dos mujeres, esposas de gobernadores de provincias con características y tradiciones políticas diferentes. San Juan y Buenos Aires, la primera reconocida por el otorgamiento temprano de los derechos políticos a las mujeres, la segunda por ser la más grande y poblada del país. Esta última gobernada por uno de los integrantes de la trilogía de la revolución: Domingo Mercante. Ambos casos comparten semejanzas que invitan a pensar, acaso, en un impulso de estas mujeres a colaborar como delegadas o personas de confianza de Eva Perón en el inicio del armado de su propio proyecto político. Aunque también contaban con el estímulo de sus propios maridos que veían con entusiasmo reproducir el exitoso modelo nacional. Sin embargo no todas participaron. El devenir de cada una fue distinto acorde a la situación provincial, política, personal y a la relación con Eva Perón.
Estas incursiones surgieron como una oportunidad que les brindó el lugar de cierto poder que ocupaban como esposas de funcionarios o gobernadores. Ellas redefinieron su papel de primeras damas, aprovecharon el momento y crearon un área que les permitió construir cierto poder sopesando, también, las fuertes resistencias genéricas que sus acciones provocaban. Estas críticas llegaban desde la Vanguardia, hasta reportes de las embajadas e informes de los partidos opositores que golpeaban con fuerza a Eva Perón pero que también las salpicaba a ellas. Las calificaciones viraban en despectivas denominaciones como La presidenta, La gobernadora, la Teodora de Junín la Virgen vestal, Draga de Servia, entre otros por el estilo que afectaban incluso su reputación moral. Hacerse la Evita, tuvo su precio.
Elena Caporale y Hélida Basualdo ingresaron a la política a partir de la asunción de sus maridos como gobernadores. Ellas estrenaron sus funciones casi en simultáneo con Eva Perón y como ella, aunque más modestamente, se circunscribieron a dos áreas complementarias: la acción social y la acción política. Ellas jugaron en forma simultánea al crecimiento político de Eva Perón; de alguna manera, fueron copartícipes de estos procesos mutuos. Su vida política transcurrió durante los años de la rama femenina, es decir, entre 1946 y 1949 en que se creó el Partido Peronista Femenino a nivel nacional, es decir, organización política en la que no tuvieron cabida. Cuando se inició el armado del partido en ambas provincias no tuvieron más remedio que alinearse a las directivas nacionales y dieron un paso al costado. Las prevenciones tenían fundamentos. Ellas jugaban a favor de las líneas partidas de sus propios maridos y el PPF buscaba ser una organización nueva fuera de los vicios de la vieja política ligada al caudillismo. Aunque bajó el nivel de su exposición política, eso no impidió que Elena Caporale, por ejemplo, recibiera a integrantes de la comunista Unión de Mujeres Argentinas que denunciaron haber sido torturadas por la Policía Federal31.  Su suerte estuvo ligada al mercantismo.
Con diferentes grados de intervención, armaron y dirigieron sus propias áreas de acción social, como ligero reflejo de la Fundación Eva Perón donde manejaban fondos públicos y privados sin controles institucionales32. El paso obligado, casi simultáneo, fue el armado de la secciones femeninas que respondían a las líneas internas de sus maridos dentro del peronismo. Eva Perón, en un primer momento, se valió de ellas para la organización de su propia línea interna en las provincias, que a instancias suyas fueron participando en la apertura y armado de los centros cívicos María Eva Duarte de Perón. Aunque como se pudo observar, ambos casos tuvieron características propias. Jugaron fuerte en política, más la sanjuanina que Elena Caporale con legítimas ambiciones que se vieron truncadas.
La salida de la política, en ambos casos, estuvo también ligada a lo que fue su entrada en la misma. Elena Caporale sufrió los mismos avatares que el mercantismo que luego de la elección de 1950 fue cayendo en desgracia paulatinamente hasta quedar completamente fuera del juego en 1952. Casi con vergüenza no volvió a hablar de sus años guiados por el azar es decir, del balcon, los trajes sastre, los discursos y la aclamación de su nombre en la calle y en los diarios.

Casi para la misma época, Hélida Basualdo sufrió dos estocadas: la primera, su abandono, a regañadientes, de las organizaciones femeninas peronistas de San Juan. La segunda, la muerte del gobernador a horas de haber asumido su segundo mandato, también en 1950. No podemos saber si ella desde su espacio de primera dama hubiera continuado la activación política. Desapareció de la escena y se dedicó a sus clases de cocina.

 

NOTAS

1 O'Connor, 1996: 840.

2 Sierra, 2002: 65.

3 Barry, 2014: 17-20.

4 Sobre este tema ver Ibídem: 2016.

5 Echenique, 2004.

6 Borroni y Vacca, 1971:135.

7 El Atlántico, 18-12-1947: 3.

8 El 9 de Julio, 14-06-1950:4.

9 El Día, 6-4-1947: 5.

10 En la Cruzada de Ayuda Social MEDP aparecen Eva Perón y Elena Caporale como presidentas honorarias. El mismo título les correspondió en los centros MEDP de toda la provincia.

11 La Acción, 12-03-1947.

12 Healey, 2012: 368.

13 Los fuertes conflictos políticos imperantes en la provincia, que provocaron la renuncia del gobernador Juan Luis Alvarado el 13 de febrero de 1947 y su reemplazo por el vicegobernador Ruperto Godoy.

14 Healey, 2012: 365

15 Ramella, 1981: 224.

16 Guzmán Páez, 1996.

17 Barry, 2013.

18 Healey, 2012. Cantoni había ganado sin la participación de las mujeres, pero llamó a una nueva votación incluyéndolas y ganó por un margen mucho más amplio. Ese precedente fue mencionado recurrentemente por la prensa durante la campaña electoral.

19 La Reforma, 24-04-1948.

20 Ibídem, 29-04-1948.

21 Ibídem, 29-11-1947.

22 El Litoral, 18-09-1947.

23 La Reforma, 20-10-1947.

24 Junta Provisoria de Organización Peronista Femenina: Hélida B. de Godoy; Fredesvinda Quiroga de Guzmán; Amalia Rodríguez de Sánchez; Carmen Rodano de Garrido; Vocales: Angélica Quinteros de Vera, Rosario Villegas de Jofré; Margarita Aciar de Irustia; Josefina del Carmen Valdez; Vicenta Celan de Valdez; Esperanza Poblete de Peruzzi; Adela Ruiz de Lomoro y Camila F. de Quinteros. La Reforma, 20-10-1947.

25 Ibídem, 3-11-1947.

26 Spinetta, 2015.

27 Tribuna, 8-11-1948.

28 Ibídem, 30-11-1948.

29 La Nación, 30-06-1949.

30 Carta de Hélida Basualdo de Godoy a la presidenta del Movimiento Peronista Femenino Eva Perón. San Juan, ca. marzo de 1950. Archivo familia Godoy.

31 Valobra, 2013.

FUENTES

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5. El Día, La Plata.         [ Links ]

6. El Litoral, Santa Fe.         [ Links ]

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8. Entrevista a Marta Echegaray de Godoy.         [ Links ]

9. La Acción, Rosario.         [ Links ]

10. La Nación, Buenos Aires.         [ Links ]

11. La Reforma, San Juan.         [ Links ]

12. Tribuna, San Juan.         [ Links ]

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