El libro de Ana Sánchez Trolliet ofrece una perspectiva novedosa sobre dos tópicos largamente estudiados, como son la historia urbana de Buenos Aires y el rock argentino. Su principal originalidad está, justamente, en ponerlos en diálogo, lo que permite que se iluminen mutuamente. Efectivamente, Te devora la ciudad reconstruye la historia del rock, o más precisamente habría que decir la cultura rock, a partir del análisis de las relaciones que estableció con la ciudad de Buenos Aires.
Para ello, pone en relación tres dimensiones no siempre tenidas en cuenta por la historiografía, como son el espacio, la cultura y la política. Así, el trabajo analiza de qué manera la ciudad condiciona y predispone a la cultura rock a partir de los grupos que la conformaron (de qué barrios o zonas de la ciudad venían los miembros de los grupos de rock), los circuitos que generaron y los sitios que ocuparon (como plazas, bares o boliches). Pero también indaga cómo la propia Buenos Aires aparecía en las letras y la música rock, al generar o resignificar figuras, imágenes, sentidos y sensibilidades.
De tal forma, durante parte de los sesenta y setenta, el rock (su música y sus letras), a pesar de ser un producto de la cultura urbana, asumió una posición antiurbana. Para finales de los setenta, a medida que el rock ganaba en masividad, las “ciudades imaginadas” del rock mostraban una Buenos Aires caracterizada por el miedo y el peligro y, con ello, se hacía una inflexión hacia el espacio privado y el mundo doméstico. Un repertorio que se transformó con las expectativas que se abrían con el retorno democrático. Hacia la década del noventa, los repertorios del rock se movían hacia las periferias y la cultura barrial, dando cuenta de las condiciones sociales y económicas de una ciudad atravesada por las diversas crisis de las políticas neoliberales.
Dos aspectos parecen particularmente destacables del trabajo que ofrece Sánchez Trolliet. Por un lado, en vez de tomar la trayectoria de los músicos, las bandas y las letras para analizar las emergencias y transformaciones de la cultura rock de Buenos Aires, la autora construye un objeto mucho más denso y heterogéneo. Para ello, incorpora los diversos circuitos urbanos que generó la cultura rock; los espacios en los que tocaban y sus materialidades; las prácticas que desarrollaban en esos espacios tanto los músicos como el público; las condiciones materiales y técnicas de los recitales; las revistas, editoriales y discográficas involucradas; y la materialidad de los discos, entre otras.
Por otro lado, el libro desmonta la idea de un rock “nacional”, para señalar que se trata de un fenómeno social específico de Buenos Aires. Pero lejos de traducirse a una historia localista, la investigación se pregunta por la circulación internacional de ideas, personas y objetos y, por tanto, sitúa la cultura del rock porteña en los marcos más amplios de lo que sucedía en Estados Unidos e Inglaterra -los dos principales centros de la cultura rock internacional- pero también con otros países latinoamericanos.
En cuanto al periodo que el libro abarca, va desde la emergencia de los primeros grupos de rock, a mediados de la década del sesenta, hasta los trágicos acontecimientos del local de República de Cromañón, en diciembre de 2004. Pero no se propone hacer una historia integral o exhaustiva, sino que opta por una serie de recortes que le permiten a la autora identificar diversos momentos que habilitan a interrogar a la historia en conjunto. Así, un primer momento iría desde mediados de los sesenta hasta finales de los setenta. El segundo momento se sitúa en el contexto del tránsito de la dictadura a la democracia y se prolonga durante todos los años ochenta. Finalmente, el último periodo va desde comienzo de los años noventa hasta mediados de la primera década del siglo XXI.
De tal forma, el libro se estructura en dos grandes partes (Las ciudades del rock en la década del setenta y Espacio público y cultura rock en la década del ochenta) con dos capítulos cada una, un excurso sobre las relaciones siempre problemáticas entre rock y política y un epílogo que aborda los hechos de Cromañón.