INTRODUCCIÓN
La lesión cardíaca clínicamente significativa es una complicación temida en los niños que padecen la enfermedad por coronavirus de 2019 (COVID-19), lo que provoca cancelaciones de actividades deportivas y el desarrollo de múltiples pautas de "regreso a las actividades". Si bien la prevalencia de lesión cardíaca clínicamente significativa tras padecer COVID-19 (definida como miocarditis, inflamación o disfunción del miocardio) parece ser baja en los atletas universitarios competitivos que no requieren hospitalización, no se ha estudiado adecuadamente el daño cardíaco clínicamente significativo en niños en edad escolar no hospitalizados.2,3El objetivo de este estudio fue establecer las características adicionales de la lesión cardíaca clínicamente significativa observada en los niños en edad escolar no hospitalizados que padecieron COVID-19.
MÉTODOS
Se hizo una revisión retrospectiva de las historias clínicas de todos los pacientes en edad escolar (5 a 18 años) no hospitalizados que tuvieron una prueba positiva en COVID-19 hecha en un importante hospital pediátrico académico en la región del medio oeste de Estados Unidos o evaluados por el área de cardiología pediátrica debido a un estudio positivo en COVID-19 en un establecimiento externo, entre el 1 de marzo de 2020 y el 28 de febrero de 2021. Para limitar la participación en el estudio a pacientes con manifestaciones de COVID-19 aguda y evitar a los pacientes con síntomas de COVID-19 persistente, se excluyó a los pacientes evaluados > 2 meses después de la prueba positiva. Se excluyó a los niños con comorbilidades crónicas y síndrome inflamatorio multisistémico pediátrico (MIS-C, por su sigla en inglés). Se registraron los resultados de las pruebas cardíacas.
El consejo de revisión institucional del hospital aprobó el estudio.
RESULTADOS
En total, se incluyeron en el estudio 1481 pacientes con COVID-19 en edad escolar por lo demás sanos (1413 con prueba positiva en el hospital y 69, fuera del hospital) (Figura 1). No hubo muertes en esta cohorte. De los 117 pacientes que consultaron con cardiología, el 44 % (52/117) fueron derivados por síntomas. El 13 % (195/1481) de la cohorte de pacientes con COVID-19 en edad escolar no hospitalizados se sometieron a pruebas cardíacas, entre otras, electrocardiograma, ecocardiograma, concentración sérica de troponina y resonancia magnética cardíaca (RMC). Los resultados de las pruebas cardíacas se muestran en la Tabla 1. No hubo casos de patología decisiva relacionada con la COVID-19 (miocarditis, inflamación o disfunción del miocardio).
Los hallazgos notables se muestran en la Figura 1. Cabe destacar que un paciente presentó un hallazgo preocupante en el ecocardiograma inicial de dilatación de la arteria coronaria izquierda, pero los tamaños cardíacos observados en la tomografía computada (TC) posterior fueron normales. Se consideró que el ecocardiograma inicial había sido un resultado positivo falso ya que la TC del corazón es más específica para medir las arterias coronarias. Este paciente no recibió ningún tratamiento (p. ej., inmunoglobulina intravenosa, aspirina) y recibió el alta de cardiología cuando se demostró que las arterias coronarias eran normales.
DISCUSIÓN
Entre todos los niños con COVID-19 no hospitalizados, no se encontró ningún caso de patología cardíaca decisiva relacionada con la COVID-19. En cambio, la mayoría de las patologías observadas correspondieron a hallazgos fortuitos (válvula aórtica bicúspide, contracciones ventriculares prematuras) o a resultados positivos falsos ("anomalías" de la arteria coronaria según el ecocardiograma con una TC cardíaca posterior normal). Además, pocos niños en edad escolar con COVID-19 (~3 %)
Tienen síntomas agudos que finalmente requieran una evaluación con cardiología. Los patrones de derivación al área de cardiología resultan mayormente del cumplimiento de las pautas de regreso a las actividades, incluida la preocupación por anomalías detectadas en el ECG.
Moulson y col., llevaron a cabo un estudio de cohortes observacional, prospectivo y de gran tamaño con 42 universidades y más dura 1: Diagrama de flujo de pacientes con COVID-19 de entre 5 y 18 años de edad y distribución de pruebas y evaluaciones cardíacas en esta cohorte. Los hallazgos notables de la evaluación cardíaca se muestran debajo.
La baja prevalencia de lesión cardíaca en este y otros estudios implica que las preocupaciones sobre el daño cardíaco no deben orientar las decisiones sobre si un niño debe retomar o no la educación presencial o las actividades deportivas. Estas decisiones deben estar impulsadas por consideraciones de salud pública y la reducción de la transmisión de la enfermedad. La baja probabilidad de afectación cardíaca relacionada con la COVID-19 sugiere que un enfoque en la prevención secundaria sería más eficaz, como garantizar que los entrenadores y el personal de la escuela estén capacitados en RCP y el uso de un desfibrilador externo automático.6
Este estudio tuvo algunas limitaciones importantes. En primer lugar, este fue un estudio unicéntrico retrospectivo y tal vez no refleje adecuadamente la carga de morbimortalidad de la COVID-19 en otras áreas del mundo. En segundo lugar, ya que este estudio se centró exclusivamente en la enfermedad clínica, no se evaluó la presencia de disfunción cardíaca subclínica, aunque la significancia de la cardiopatía subclínica es motivo de intensos debates.2,7 Por último, si bien afortunadamente nuestra cohorte no demostró anomalías coronarias agudas, este estudio no buscaba determinar el riesgo de la afectación de la arteria coronaria a largo plazo en los niños con COVID-19 leve. Si bien la evidencia sobre la afectación de la arteria coronaria se centró mayormente en los niños con COVID-19 grave o MIS-C, se requieren estudios adicionales en pacientes pediátricos con infección menos grave para determinar si necesitan vigilancia cardíaca continua.8
A modo de conclusión, los niños que no fueron hospitalizados por COVID-19 tienen un riesgo muy bajo de desarrollar daño cardíaco clínicamente significativo y son más propensos a presentar hallazgos fortuitos. Esperamos que nuestra experiencia aporte un contexto sobre la necesidad de hacer pruebas cardíacas en los niños en edad escolar asintomáticos que no requieren hospitalización.