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Acta bioquímica clínica latinoamericana

versão impressa ISSN 0325-2957

Acta bioquím. clín. latinoam. vol.48 no.4 La Plata dez. 2014

 

NECROLÓGICA

Profesor Dr. Miguel Falasco
(1928 - 2014)

Al maestro, al amigo y al médico de cabecera

Con el Dr. Miguel Falasco nos conocimos hace cincuenta años, en los cursos de formación que se dictaban en la Asociación Médica de Avellaneda. En esa época se vivía en armonía con la idea de que la clínica médica era soberana y la bioquímica su auxiliar directo con el aval radiológico; sin embargo, ya entonces el Prof. Dr. Falasco pregonaba que la clínica médica no era el ámbito exclusivo para un correcto diagnóstico, sino que necesitaba del aporte de otras disciplinas, la Bioquímica Clínica, la Física de los Rayos X, la Resonancia Magnética, la Farmacología, etc., en el marco de un concepto integrador y de profundo contenido humano hacia el paciente.
Desde entonces nos unió una profunda y cálida amistad siempre matizada por un fino humor y el respeto recíproco que permitieron formalizar con el correr de los años el convenio de cooperación entre la Federación Bioquímica de la Provincia de Buenos Aires y la Asociación Médica Argentina, dando lugar a los cursos que se dictan bianualmente en la última entidad.

Dr. Juan Miguel Castagnino

Para recordarlo, nada mejor que transcribir las palabras de sus hijos publicadas en la Revista de la Asociación Médica Argentina de setiembre de 2014.
"Ningún hombre ha caído en los brazos de la muerte si aún vive en el corazón y la memoria de un solo amigo".
Sófocles

"El Prof. Dr. Miguel Falasco nació el 27 de noviembre de 1928. Fue hijo de Miguel Ángel Falasco, inmigrante italiano que llegó solo a la Argentina con 14 años de edad, y de Elizabet Debenedet, de nacionalidad argentina, ambos autodidactas, sus primeros "Maestros" intelectuales. Nació en el suburbio de "Villa Castellino", también conocido como "Villa Porvenir", en Piñeyro, partido de Avellaneda, en un hogar humilde en la calle Di Tella. Aquí instalaría también su consultorio particular. De una inteligencia extraordinaria, a los 5 años leía el diario, escribía y resolvía cálculos matemáticos con la única preparación que le brindara su padre, lo que le permitió rendir primer grado libre.
Su adolescencia no fue fácil. A la edad de 11 años, frente a la muerte de su padre, debió compartir el estudio con el trabajo. Conoció tempranamente la experiencia del sacrificio y la responsabilidad. La búsqueda del propio enriquecimiento intelectual lo lleva en 1941 a concurrir asiduamente a la Biblioteca "Veladas de Estudio después del Trabajo", a tres cuadras de su domicilio, lo que le permitió acceder fluidamente a los libros. En esa Biblioteca desarrolló también otras actividades, ocupó diferentes funciones, entre ellas, Secretario de Cultura, Director de la Revista "Veladas" y la Presidencia con solo 20 años. Aquí fortaleció las líneas rectoras de su conducta, con fuertes raíces humanísticas y morales, estableció sólidos lazos de amistad y conoció a un ser extraordinario, a nuestra madre, Iris Pavese, quien fuera Bibliotecaria en esa casa.
Su formación educativa fue toda en establecimientos públicos. Se recibió de médico en la Facultad de Medicina de la Universidad de La Plata el 26 de noviembre de 1953 y se Doctoró en Medicina tempranamente, en 1954. Su trabajo de Tesis fue "Cáncer del Techo Gástrico" y su padrino el Prof. Dr. Egidio Mazzei. Sus primeros pasos los realizó en el Hospital José María Bosch y realizó prácticas en el Hospital Rawson. Amó apasionadamente su profesión.
Fue a comienzos del año 1954 que le solicitó una entrevista al Prof. Dr. Juan Lorenzo Silvestre, Profesor de Semiología de la UBA y Jefe del Servicio de Clínica Médica de Mujeres del Hospital Pedro Fiorito de Avellaneda, para que le permitiera concurrir a su Servicio. Había escuchado sobre su excelencia y enseñanzas, y su interés se centraba exclusivamente en el aprendizaje de la Clínica Médica.
Se incorporó al Servicio como "noviciado", denominación sinonímica del "Médico visitante" actual, el 4 de junio de 1954. Aquí conoció a sus Maestros, baluartes de la Medicina Argentina, que lo ayudaron, lo alentaron y lo guiaron en sus inicios en el ejercicio de la profesión; ellos fueron los Prof. Dres. Juan Lorenzo Silvestre, Moisés Polak (Jefe del Servicio de Anatomía Patológica) y León Zimman (Jefe del Servicio de Neurología). Hacia ellos tuvo siempre palabras de gratitud y de reconocimiento. Esta postura era habitual en su persona, rasgo que lo enaltecía.
El Dr. Moisés Polak prologó su libro Plasmocitoma (1969) y se refirió a él de este modo: "El Dr. Miguel Falasco, autor de este condensado libro, clínico dinámico, inquieto y erudito del Hospital Pedro Fiorito, que a pesar de su juventud tiene una rica experiencia médica [. ..] colega que ha sido permanente engranaje del motor que lucha por el desarrollo científico, docente y asistencial de nuestro hospital".
El Dr. León Zimman lo hizo en su autobiografía publicada en la Necrológica de la Revista Neurológica Argentina (Vol. 14, N° 2 sept, 1988) como "auténtico Maestro de la Medicina". Otro de sus referentes fue el Prof. Dr. Manuel Malenchini, Jefe del Servicio Central de Radiología del Hospital Rawson.
En el Fiorito llegó a Jefe de Sala (1977) y a Jefe de Servicio (1981), ambos cargos ganados por Concurso de Oposición. Su primera clase se remonta a 1958. Era un auténtico comunicador social, docente por vocación, enseñó sin claudicación alguna el arte de curar y el respeto hacia la persona humana. Decía Séneca: "Si me dieran todos los conocimientos del mundo para mí solo y que no los compartiera con los demás, les respondería de inmediato que no los quiero". Generoso de su sabiduría, compartió todos sus conocimientos estimulando el razonamiento continuo, la búsqueda del perfeccionamiento y el de la ética. Su actividad docente la desempeñó en el pre y postgrado. Especialista Jerarquizado y Consultor en Medicina Interna, alcanzó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires el cargo de Profesor Consulto. Jubilado de su actividad asistencial en el Hospital Fiorito en 1990, continuó con la docencia hasta su fallecimiento como Director Coordinador de la "UDH Fiorito" de la Universidad de Buenos Aires y como Prof. Titular del Departamento de Clínica Médica de la Universidad Favaloro.
En los pasillos, en las salas de internación y aulas podía vérselo siempre rodeado de sus discípulos y alumnos que atentamente lo escuchaban intentando atesorar todas sus enseñanzas. Ha sido un insigne maestro con la humildad de las grandes personas, dotado de altísimos valores humanos y profesionales, sabio, bueno, cálido, sencillo, respetuoso, admirado y querido, que ha dejado una profunda huella en quienes tuvieron el privilegio de haberlo conocido. Su andar tranquilo, su aspecto físico con el traje y corbata aún en los ardientes veranos, su sonrisa, sus célebres frases perdurarán en nuestro recuerdo. Fue maestro de maestros, maestro de la vida, padre no sólo para sus hijos de sangre.
Lector desde la infancia, culto, transmitió sus conocimientos incondicionalmente, profundizando el ejercicio de una medicina con ética, equidad, excelencia científica y humanidad. "Ciencia con Conciencia" decía William Osler. Su sapiencia se extendió más allá de la Medicina, Historia, Literatura, Filosofía son algunas de las asignaturas que él trataba de transmitir para acrecentar la cultura de los que lo acompañábamos.
En el Hospital Fiorito transcurrió toda su vida Académica, Asistencial, Docente y de Investigación. Con respecto a esta última, su espíritu cientificista inspiró y motivó a un grupo de colegas amigos en el campo de la investigación básica y experimental, para lo cual en 1967 acondicionaron un Laboratorio en la terraza del Servicio de Anatomía Patológica donde por las noches realizarían sus primeros trabajos, muchos de ellos premiados, con el acompañamiento de nuestra madre.
"Su vida ha sido la búsqueda de la excelencia a través de la permanente capacitación", dijo de él el Prof. Dr. Elías Hurtado Hoyo, Presidente de la Asociación Médica Argentina.
No conocía el descanso. Compartió su actividad hospitalaria con su consultorio particular, su participación en Sociedades Científicas, su actualización continua y su familia. Ocho nietos y un bisnieto enriquecieron su vida afectiva construida con fuertes lazos de amor y respeto. Sentía orgullo de su núcleo familiar.
Profesor Nacional de Enseñanza Universitaria, Profesor Consulto de la Facultad de Medicina de la UBA, Profesor Titular de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Favaloro, Profesor de la Escuela de Graduados de la Asociación Médica Argentina, Director del Comité de Docencia de la Escuela de Graduados de la Sociedad de Medicina Interna de Buenos Aires, Profesor Visitante de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valparaíso (Chile), Encargado de la Enseñanza de Medicina A y B (UBA), Consultor de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU) dan prueba de su dedicación.
Jerarquizó la grandeza del Hospital público. Por iniciativa propia y como un visionario solicitó a sus "amigos de la Cooperativa Lanera de Avellaneda" la donación de un Ecógrafo estático para la Sala de Clínica Médica (1980), de un gastroscopio, colonoscopio y broncoscopio que puso desinte
resadamente a disposición de los profesionales especializados en el manejo de esos estudios. En el año 1981 editó la Revista Acta Médica, Revista del Hospital Base Pedro Fiorito, siendo él además su Director y el responsable de cada uno de los Editoriales que principia cada ejemplar subvencionado por amigos personales.
La salud social fue una de sus principales preocupaciones. Recordemos uno de sus mensajes: "Tengo el compromiso íntimo de hacer el bien social. A los conocimientos adquiridos hay que acompañarlos con criterios profundamente humanísticos. El médico debe saber que cumple una función humanitaria. Está obligado a hacer promoción de lo saludable, de la medicina preventiva y también de atender enfermos". Escribió el 1 de mayo de 2014 para una gacetilla que no llegó a ser publicada, sobre la que es ser un buen médico y la describió como "un científico, amigo del saber y un humanista respetuoso de la persona humana".
El Dr. Falasco, eximio Médico Internista, brillante Semiólogo, excelente orador e ilustrado escritor, empezó de muy joven a concurrir en forma constante a las sesiones de la Sociedad de Medicina Interna de Buenos Aires, ingresando de la mano del Dr. Carlos Reussi a la Comisión Directiva de SMIBA, llegando a ser su Presidente en 1992. Sus lazos con la Asociación Médica Argentina fueron incondicionales. Fue su Secretario, Asesor Científico de la Escuela de Graduados (EGAMA) y del Comité de Peritos Médicos (COPEMEAMA). Actualmente ejercía la Vicepresidencia de la Asociación Médica Argentina desde 2005. Sentía un profundo orgullo de ser parte de esa prestigiosa Institución cuyas "paredes transpiran ciencia" y fueron cuna de grandes Médicos que hicieron la Historia de la Medicina Argentina.
Su Curriculum es extenso, podemos decir solo por citar algunos de sus antecedentes, que dio más de doscientas conferencias en el país y en el extranjero, publicó más de cien trabajos científicos, participó activamente en más de ciento cincuenta Congresos de su especialidad, publicó tres libros y colaboró en otros diez, fue Representante Oficial del Centro de Oncología y Cancerología Experimental del Hospital Fiorito ante el XI Congreso Internacional de Cancerología en Florencia, Italia (1974), realizó una actividad intensiva en el Klinikum Steglitz- Freien Universität de Berlín, Alemania Federal, vinculada a la enseñanza e investigación en Clínica Médica (1974), Miembro del Comité Editorial y de Expertos de destacadas Revistas Científicas, fue Director de varias Tesis, Miembro fundador y Honorario de numerosas Sociedades Científicas Nacionales e Internacionales, Experto en Salud Humana del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación, Presidente del 24° Congreso Argentino de Medicina Interna, Presidente de Honor del 29° World Congress of Internal Medicine y fue galardonado con diecisiete premios. Entre éstos podemos destacar, además de los Premios Descoles de la Asociación Cooperadora del Hospital Fiorito, los premios "Médico Trasandino Prof. Carlos Reussi Maestro de los Andes" entregado por la Universidad de Valparaíso y la Asociación Médica Argentina en 1998, "Médico Consultor de Salud" en 2007, el "Premio Consagración Andrés Stoppani" a la trayectoria científica que le entregara el Sr. Embajador de Marruecos, Sr. Larbi Reffouh en la Sociedad Científica Argentina y "Ciudadano Ilustre de Avellaneda" por el Concejo Deliberante de Avellaneda, ambos premios obtenidos en el 2010, "Maestro de la Medicina Interna" galardonado por la Sociedad de Medicina Interna de Buenos Aires (2012), Líder de la Educación Médica 2012 (Consejo Ejecutivo y Consultivo Revista Gracias Doctor). El Aula Magna del Hospital Fiorito lleva su nombre desde diciembre de 2012.
Se mantuvo activo hasta el fin de su vida terrenal. Sostenía que la Educación Médica nacía con el primer día universitario y concluía con la misma vida. En el Editorial Carta abierta a un Médico Recién Egresado expresaba: "El ejercicio de la profesión le reclamará con firme insistencia mantener, desarrollar e incrementar los conocimientos que acreditaron el título habilitante que llegó a vuestras manos". Su última publicación corresponde al Editorial Dilemas Médicos, Primera impresión de la Revista de Medicina Interna 2014; 10 (2): 55-56.
Él ha sido un padre ejemplar, bueno, humano, afectuoso, de esencia pura, trabajador, humilde, un virtuoso a quien extrañamos inmensamente.
El Dr. Elías Hurtado Hoyo dijo en la entrega del Premio Stoppani: "el Dr. Miguel Falasco: es Culto pero además es Sabio; es Bueno pero sobre todo es Justo y Generoso. Todo lo que sabe lo enseña. Para dar una verdadera dimensión de su trayectoria que señala su personalidad me circunscribiré a una sola palabra, Miguel. Ella se identifica con la palabra amor, simplemente amor".
El Dr. Miguel Falasco falleció a los 85 años el 4 de agosto de 2014. Una multitud de amigos, colegas, discípulos, alumnos, diferentes integrantes del equipo de salud y pacientes lo despidieron en la puerta de su querido hospital. En las redes sociales expresaron el profundo dolor por su desaparición y la eterna gratitud. El legado del Maestro quedará grabado en nuestros corazones; un hombre de ciencia, innovador y luchador, con la pincelada humanista que siempre lo caracterizó; la humildad y sencillez que caracteriza a los grandes hombres, serán puntos de inspiración para el buen ejercicio de la Medicina Interna actual. Su llama seguirá encendida en nuestros corazones y en nuestro actuar.

Dres. Miriam, Viviana, Silvia y Miguel Ángel Falasco

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