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Folia Histórica del Nordeste

versão impressa ISSN 0325-8238versão On-line ISSN 2525-1627

Folia  no.48 Resistencia dez. 2023

http://dx.doi.org/10.30972/fhn.48487089 

ARTÍCULO

EVIDENCIAS DE LA EXISTENCIA EXPANSIVA DE SOBREPOBLACIÓN RELATIVA EN EL ESPACIO RURAL PARAGUAYO (2000-2020)

Evidence of the expansive existence of relative overpopulation in the paraguayan rural space (2000-2020)

1Licenciada en Sociología de la Universidad de Buenos Aires y Doctora en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Becaria del Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (FONCYT), Universidad Nacional de Quilmes y Universidad de Buenos Aires. villar.anab@gmail.com

Resumen:

El propósito del presente trabajo es realizar un aporte a la caracterización y comprensión de la estructura social de la producción agraria en Paraguay y su evolución histórica, haciendo foco en los sectores que han sido replegados o han visto deterioradas sus condiciones de sustento como consecuencia de las transformaciones productivas recientes. Para ello, se toma como base la crítica de la economía política desarrollada originalmente por Karl Marx y se apunta a ofrecer una explicación centrada en la determinación de los sujetos sociales por el lugar que ocupan en el proceso de acumulación de capital. En las últimas décadas, distintos trabajos han puesto de relieve, en el análisis de las transformaciones recientes de la esfera social agraria de otros países de América Latina, la expansión de población obrera excedentaria para las necesidades de acumulación del capital. En el caso paraguayo, pese a la contundencia que parece asumir este fenómeno, hasta el momento, no han surgido análisis que examinen las consecuencias sociales del despliegue de las transformaciones agrarias recientes en esta clave. En ese camino, el objetivo de este artículo es presentar evidencias de la existencia expansiva de una sobrepoblación relativa estancada y consolidada en el espacio rural paraguayo entre 2000 y 2020. Para ello, a partir de estadísticas oficiales y estudios especializados sobre el tema, examinaremos tanto la reducción o aumento de los distintos tipos de unidades productivas agrarias, como datos relacionados al empleo, desempleo, subempleo y/u otras formas de ocupación precaria que pueden encubrir la condición supernumeraria de un sector de la población rural. Asimismo, analizaremos la creciente dependencia de factores alternativos al empleo para garantizar la reproducción de este sector de la población.

Palabras Clave: Paraguay; Espacio Rural; Sobrepoblación relativa; Transformaciones productivas

Abstract:

The aim of this work is to make a contribution on the characterization and understanding of the social structure of agricultural production in Paraguay and its historical evolution, focusing on the sectors that have been withdrawn or have seen their livelihood conditions deteriorate as a consequence of the recent productive transformations. In order to do this, the critique of political economy originally developed by Karl Marx is taken as a theoretical framework and aims to offer an explanation centered on the determination of social subjects by the place they occupy in the process of capital accumulation. In the last few decades, different works have shown the expansion of the working population’s surplus for the needs of capital accumulation in relation to the analysis of the recent transformations of the agrarian social sphere of other Latin American countries. In the case of Paraguay Paraguayan case, despite the impact that this phenomenon seems to assume, up to now, no studies that examine the social consequences of the deployment of recent agrarian transformations in this key have been published. Hence, the objective of this article is to present evidence of the expansive existence of a stagnant and consolidated relative overpopulation in the Paraguayan rural area between 2000 and 2020. To affirm this,according to official statistics and specialized studies on the subject, we will examine both the reduction or increase of the different types of agrarian productive units, such as data related to employment, unemployment, underemployment and/or other forms of precarious occupation that can conceal the supernumerary condition of a sector of the rural population. Similarly, we will analyze the growing dependence on alternative factors of employment to guarantee the reproduction of this sector of the population.

Keywords: Paraguay; Rural space; Relative overpopulation; Productive transformations

Introducción

A partir del cambio de siglo, en el marco del auge de los precios de los commodities, Paraguay logró ubicarse entre los principales exportadores de determinados productos agrarios a nivel mundial. Luego del estancamiento de las décadas anteriores, esto se tradujo en una marcada expansión de las exportaciones de productos primarios y en un incremento de la tasa de ganancia agraria sobre la base de procesos de concentración y centralización de los capitales que operan en la esfera agraria (Mussi y Villar, 2023).

Si tenemos en cuenta que Paraguay es el país con el espacio rural más poblado de América del Sur (Banco Mundial, 2021), este proceso, en términos sociales, fue particularmente grave. Allí, como han demostrado distintos estudios, el despliegue de las transformaciones recientes supuso el “desarraigo” (Fogel Pedroso, 2019), “desterritorialización” (T. Palau et al., 2009) y/o “marginalización” (Riquelme y Vera, 2013) de un sector importante de los habitantes del agro, afectando sobre todo a las unidades productivas de menor tamaño, usualmente denominadas “campesinas”. Junto con ello, se intensificaron notablemente las disputas por tierra en el espacio rural (Galeano, 2016; Guereña y Rojas Villagra, 2016; Villar, 2019) y los conflictos por vivienda en el área urbana (Villar, 2019) debido al aumento de la población rural arribada a los barrios periféricos de las ciudades como resultado de estos procesos (Vázquez, 2016).

El propósito del presente trabajo es realizar un aporte a la caracterización y comprensión de la estructura social de la producción agraria en Paraguay y su evolución histórica, haciendo foco en los sectores que han sido replegados o han visto deterioradas sus condiciones de reproducción como consecuencia de las transformaciones productivas recientes. Para ello, se toma como base la crítica de la economía política desarrollada originalmente por Karl Marx y se apunta a ofrecer una explicación centrada en la determinación de los sujetos sociales por el lugar que ocupan en el proceso de acumulación de capital (Marx, 2004; J. Iñigo Carrera, 2013; Starosta, 2015; Starosta y Caligaris, 2017). En tal sentido, nos interrogamos por la relación entre la forma actual asumida por la acumulación de capital en el espacio rural paraguayo y la producción de sobrepoblación relativa.

Argumentamos que, en el marco de la reciente expansión económica del sector agrario, se registra la existencia expansiva de una sobrepoblación relativa en el espacio rural. Asimismo, veremos que dada la especificidad de la acumulación de capital en Paraguay (Mussi y Villar, 2021) que, al igual que el resto de los países de América del Sur (J. Iñigo Carrera, 2017), conlleva un límite inmanente al desarrollo del capital industrial, la población obrera excedentaria producida en estos territorios no adquiere la forma “latente”, atribuida por Marx a la sobrepoblación resultante de los procesos de modernización agrícola, sino la forma estancada y consolidada.

En las últimas décadas, distintos trabajos han puesto de relieve, en el análisis de las transformaciones recientes de la esfera social agraria de otros países de América Latina, la expansión de población obrera excedentaria para las necesidades de acumulación del capital. En el caso paraguayo, pese a la contundencia que parece asumir este fenómeno, hasta el momento, no han surgido análisis que examinen las consecuencias sociales del despliegue de las transformaciones agrarias recientes en esta clave. En ese camino, el objetivo de este artículo es presentar evidencias de la existencia expansiva de una sobrepoblación relativa en el espacio rural paraguayo entre 2000 y 2020.2

Para ello, en los dos primeros apartados, argumentamos la validez y actualidad de la noción de sobrepoblación relativa tal como fue desarrollada por Marx y realizamos una sistematización crítica de la forma en que se ha propuesto estudiar este fenómeno en las ciencias sociales contemporáneas. Sobre esta base, en una segunda parte, a partir de estadísticas oficiales y estudios especializados sobre el tema, presentamos evidencia empírica de la existencia expansiva de sobrepoblación relativa en el espacio rural paraguayo y sus transformaciones recientes en las dos primeras décadas del siglo XXI. Para ello, examinamos tanto la reducción o aumento de los distintos tipos de unidades productivas agrarias, como datos relacionados al empleo, desempleo, subempleo y/u otras formas de ocupación precaria que pueden encubrir la condición supernumeraria de un sector de la población. Asimismo, analizamos la creciente dependencia de factores alternativos al empleo para garantizar la reproducción de este sector de la población y sus consecuencias.

Por último, presentamos algunas consideraciones en torno al vínculo entre las modalidades actuales asumidas por la sobrepoblación rural en Paraguay y la forma específica que asume la acumulación de capital en este país.

Producción de sobrepoblación relativa como condición de existencia de la acumulación de capital

Desde el punto de vista de la crítica marxiana de la economía política, en la sociedad capitalista, el motor de la producción material no es la producción de valores de uso para la satisfacción de necesidades humanas sino la valorización del capital, es decir, la obtención de plusvalía (Marx, 2004). En este marco, el valor se convierte en “un sujeto automático” cuyo impulso vital es la autovalorización. Dicho sujeto lleva en sí la necesidad de revolucionar las condiciones técnicas en pos de la producción de plusvalía relativa. De este modo, el desarrollo del modo de producción capitalista, bajo la forma de la producción de plusvalía relativa, va transformando el proceso de trabajo y con ello a la fuerza de trabajo.

Sobre esta base, Marx (2012) evidencia cómo, al tiempo que aumenta “el volumen, concentración y eficacia técnica de los medios de producción, se reduce progresivamente el grado en que éstos son medios de ocupación para los obreros” (Marx, 2012, p. 781). Este proceso pone de manifiesto la ley de población específica del modo de producción capitalista,

(c)on la magnitud del capital social ya en funciones y el grado de incremento, con la expansión de la escala de producción y de la masa de los obreros puestos en movimiento, con el desarrollo de la fuerza productiva de su trabajo, con la fluencia más caudalosa y plena de todos los manantiales de la riqueza, se amplía también la escala en que una mayor atracción de los obreros por el capital está ligada a una mayor repulsión de los mismos, aumenta la velocidad de los cambios en la composición orgánica del capital y en su forma técnica y se dilata el ámbito de las esferas de producción en las que el capital, ora simultánea, ora alternativamente, hace presa. La población obrera, pues, con la acumulación del capital producido por ella misma, produce en volumen creciente los medios que permiten convertirla en relativamente supernumeraria. Es esta una ley de población que es peculiar al modo de producción, ya que de hecho todo modo de producción histórico particular tiene sus leyes de población particulares, históricamente válidas. (Marx, 2012, pp. 784-786)

Así la “sobrepoblación obrera” que es producto necesario de la producción capitalista, opera, a su vez, como “palanca” de la acumulación (Marx, 2012, p. 786), ya que se constituye en un ejército industrial de reserva disponible para los momentos de expansión del capital, al tiempo que regula, con su aumento y su descenso, los movimientos generales del salario.

Esta porción de la población puede asumir distintas modalidades. En primer lugar, la sobrepoblación fluctuante, absorbida y repelida por las distintas ramas de la industria, principalmente urbanas, en función de las necesidades cíclicas de la acumulación de capital y los movimientos del capital de una rama a la otra, determinados por la formación de la tasa media de ganancia. En segundo lugar, la sobrepoblación latente, referida a la fuerza de trabajo desplazada como resultado del desarrollo de la producción capitalista en la agricultura, pero que permanece “latente” en el espacio rural hasta ser requerida en otras ramas con la suficiente fuerza como para propiciar su migración. Y, en tercer lugar, la sobrepoblación estancada que, aunque forma parte “del ejército obrero activo”, su ocupación no le permite reproducirse como fuerza de trabajo en las condiciones normales.

Sobre esta base, algunos autores consideran que de la exposición de Marx se desprende una cuarta modalidad: el pauperismo o sobrepoblación consolidada (Cazón et al. 2015; J. Iñigo Carrera, 2013). Este sector está constituido tanto por población obrera apta para el trabajo, como por indigentes o personas incapacitadas de trabajar, disponibles en tal magnitud que el capital no compra su fuerza de trabajo ni siquiera por debajo de su valor, provocando la degradación progresiva de sus atributos como sujetos productivos sociales.

Tal como hemos visto hasta aquí, la tendencia a generar una masa creciente de sobrepoblación relativa no constituye una novedad en el modo de producción capitalista. Ahora bien, pese a que dicho fenómeno ha sido advertido desde temprano por la crítica, en los momentos en que la presencia de importantes sectores de la población en esta condición se hace más evidente, se reavivan los debates en torno a su existencia y conceptualización en la sociedad actual, haciendo caso omiso o directamente desechando la vigencia de los aportes marxianos a la explicación de este fenómeno. En esta línea, a continuación, revisaremos críticamente algunos trabajos difundidos en el ámbito de las ciencias sociales latinoamericanas que, postulando la necesidad de actualizar o directamente superar la explicación marxiana de este proceso, han conceptualizando a estos sectores como “excluidos” (Castel, 1995), “masa marginal” (Nun, Marín & Murmis, 1968) o “polo marginal” (Quijano, 2014), demostrando una comprensión acotada, cuando no, desconociendo, las modalidades desarrolladas por Marx en su examen de estas porciones de la población obrera. Luego, en la línea trazada por otros estudios acerca de la realidad reciente de este fenómeno en América Latina, presentamos los argumentos respecto a la validez y actualidad de la noción de sobrepoblación relativa tal como fue presentada por Marx (Desalvo, 2014; Donaire et al., 2016; J. Iñigo Carrera y V. Iñigo Carrera, 2017; N. Iñigo Carrera, 1999; Marticorena, 2011; Seiffer y Rivas Castro, 2017, entre otros).

La sobrepoblación relativa en los espacios de acumulación de capital de América Latina: ¿masa marginal, polo marginal, excluidos?

A partir de la década de 1960, en el contexto del importante aumento del desempleo y el deterioro de las condiciones de vida de un sector creciente de la población, cobró una gran difusión en América Latina la noción de “marginalidad”. En sus primeras acepciones, este ambiguo término, apuntaba a conceptualizar distintos aspectos de las condiciones de vida de los sectores pobres de la población urbana (Rosati, 2021).

En contraposición a la connotación descriptiva de ésta y otras acepciones, un grupo de científicos argentinos, impulsó el denominado “Proyecto de la marginalidad” sobre la base de una recuperación crítica de la teoría marxista. Para estos autores, como en América Latina opera un sistema hegemónico de producción capitalista, la marginalidad es un fenómeno inherente a este modo de organizar la producción social (Nun et al., 1968). En este sentido, en el marco de lo que consideran la fase monopolista del capital, distinguen dos realidades diferenciadas. Por un lado, la de los “mercados autónomos”, propios de los países denominados centrales y, por el otro, los “mercados dependientes”, característicos de las sociedades latinoamericanas (Nun et al., 1968, p.24). En el marco de los últimos, a diferencia de los “mercados autónomos”, se “generaría una población obrera tan excesiva ‘para las necesidades medias de explotación del capital’ que rebasaría la lógica del concepto mismo de ejército de reserva, pensando en las lógicas de un mercado de trabajo autónomo” (Nun et al., 1968, pp. 27-28).

Sobre este carácter “excesivo” de una porción de la sobrepoblación relativa, fundan el concepto de masa marginal para referir, como sintetiza Chitarroni (2005), a la porción de la población supernumeraria que deja de ser un ejército industrial de reserva, “útil al sistema y pasible de ser explotado” (p. 1) por no cumplir las funciones de reserva de fuerza de trabajo o regulación salarial con respecto al ejército activo de obreros. En trabajos posteriores, Nun (1999, 2010) profundizó más acerca de esta “no función”, distinguiendo al interior de la denominada “masa marginal” el sector a-funcional del dis-funcional (Nun, 2010).3

En una línea similar, en un artículo publicado originalmente en 1970, Quijano (2014) atribuye un rol determinante, en la distinción entre “ejército de reserva” y “población marginalizada”, a la posibilidad o no de cumplir con una función de reserva y presión sobre los salarios. Sin embargo, a diferencia de Nun, considera que el “polo marginal” no está totalmente fuera del sistema social, sino que opera en un nivel de la economía que emplea “recursos residuales de producción” (Quijano, 2014, p. 139) y que es el resultado del nuevo nivel hegemónico “injertado” en la estructura económica latinoamericana desde los centros metropolitanos del sistema. En tal sentido, el proceso de “marginalización” (Quijano, 2014, p. 162) se ha convertido en América Latina en un elemento definitorio del carácter específico que asume este régimen de producción en estas geografías, determinando un mercado de trabajo con una estructura extremadamente diferenciada. Dicha estructura se caracteriza por la limitación de las necesidades cuantitativas de fuerza de trabajo en los niveles hegemónicos y el crecimiento de la población trabajadora en su conjunto, sobre todo en los sectores de más bajo nivel de calificación (Quijano, 2014). De la combinación de estos factores, surge la mano de obra marginal que, según este autor, no constituye más una “reserva”. Se trata de una mano de obra excluida, que a medida que avanzan los cambios en la composición técnica del capital, va perdiendo la posibilidad de ser absorbida en los niveles hegemónicos de producción de la economía global. Sin embargo, aclara que, en contraste con aquellos que consideran a este remanente como un elemento superfluo, la mano de obra marginada participa de la acumulación de capital del nivel intermediario, tanto como “ejército industrial de reserva”, como “consumidores explotados”. En esta línea, sostiene que se produce una “pequeña acumulación de capital” en el propio “polo marginal” que no es desdeñable (Quijano, 2014, p. 166).

La importancia de este fenómeno en América Latina da origen a nuevas formulaciones. En este marco, en la década de 1990, la noción de “exclusión social” (Castel, 1995), originalmente acuñada en Europa, se abre paso en los debates latinoamericanos.4 Pese a las claras diferencias de enfoque, los puntos de encuentro con la noción de “marginalidad” llevaron a que algunos autores se pregunten si efectivamente existen diferencias sustanciales entre una y otra, y si, de hecho, la noción de exclusión social constituía verdaderamente un avance con respecto a los estudios sobre marginalidad (Nun, 2010; Saraví, 2007, entre otros). A este respecto, Salvia (2007) considera que, más allá de sus parecidos “morfológicos o simbólicos” y de que puedan referir a los mismos observables, “tales referencias están investidas de distinto significado teórico, o, dicho sentido presenta diferente alcance” (p. 8). De hecho, para este autor, la noción de exclusión social presenta limitaciones explicativas vinculadas, entre otras cosas, a la imprecisión del objeto al que refiere que pueden ser desde individuos hasta relaciones laborales, familiares o vecinales o trayectorias profesionales, por solo mencionar algunas opciones (Salvia, 2007).

En las últimas décadas, la persistencia y expansión de franjas de población impedidas de reproducir su vida en condiciones normales ha mantenido la actualidad de estos debates en América Latina. Mientras algunos han continuado buscando y presentando evidencia sobre la potencialidad de las nociones de “marginalidad” (Chitarroni, 2005; Malimacci y Salvia, 2005, entre otros) o “exclusión social” (Faria, 1995, entre otros), otros han defendido la vigencia de las categorías acuñadas por Marx para la explicación de este fenómeno (Cazón et al., 2015; Desalvo, 2014; Donaire et al., 2016; J. Iñigo Carrera y V. Iñigo Carrera, 2017; N. Iñigo Carrera, 1999; Marticorena, 2011, Seiffer y Rivas Castro, 2017, entre otros). En la línea de estos últimos, consideramos que tanto la noción de marginalidad como de exclusión social, más allá de sus diferencias, se fundamentan, explícita o implícitamente, en la supuesta incapacidad de cumplir la función que originalmente le habría atribuido Marx a la masa de individuos que exceden el ejército activo de obreros. Desde nuestra visión, en cambio, esta conclusión se basa en una incomprensión de las modalidades de sobrepoblación relativa y de la noción misma de ejército de reserva desarrolladas por Marx. Como han señalado distintos autores (Cazón et al., 2015; Donaire, 2018; Marticorena, 2011, entre otros), en el caso del enfoque de la marginalidad esta falta de entendimiento se basa en la asimilación de la noción de “ejército de reserva” a lo que es solo una de las formas desarrolladas por Marx: la sobrepoblación fluctuante. De esta manera, se pasa por alto o se atribuye el carácter “marginal” o “no funcional” a toda la sobrepoblación que no cumple las características de la fluctuante, es decir, salir y entrar de la producción en función de los ciclos de la acumulación o de los movimientos del capital de una rama a la otra en función de las tasas de ganancia, pasando por alto las distintas modalidades de sobrepoblación desarrolladas por Marx y externalizando la producción de algunos sectores de la sobrepoblación de las dinámicas propias de la acumulación de capital. 5 Desde nuestra perspectiva, en cambio, la sobrepoblación en cualquiera de sus modalidades no constituye un sector aislado que debe cumplir una función con respecto a los trabajadores en actividad. Como se sintetiza en Cazón et al. (2015), “es imposible decir que una población cumple una ‘función’ sobre la otra. Lejos de eso, el establecimiento de una población obrera sobrante es parte de la forma en que se realiza la determinación del salario en un mismo movimiento con respecto a la determinación de la magnitud de la población sobrante” (p. 32).

En esta línea, si bien existen diversas formas de existencia de la sobrepoblación, todas sus modalidades “forman parte de la realización de la compra-venta de la fuerza de trabajo” (Cazón et al., 2015, p. 32), sea saliendo y entrando del ejército de obreros activos o empeorando, por su simple existencia potencialmente empleable, las condiciones de venta de los trabajadores empleados en el espacio nacional donde se encuentra. Es por ello que no es posible pensar ninguna de las modalidades de esta porción de población obrera por fuera de la relación social capitalista. Avancemos ahora en el examen de la existencia concreta de este fenómeno en el espacio nacional en el que se enfoca nuestro análisis.

Detección y relevamiento de la sobrepoblación relativa rural en el espacio nacional paraguayo

Antes de adentrarnos en el estudio de las formas que asume este fenómeno en el espacio nacional paraguayo es preciso realizar algunas aclaraciones respecto a su detección y relevamiento. En base a lo desarrollado hasta aquí podemos decir que consideramos sobrepoblación relativa a la población obrera que se halla impedida de reproducirse en condiciones normales. Dicho de otro modo, referimos a porciones de la población trabajadora privadas total o parcialmente de ejercer su capacidad para participar activa y/o normalmente en el proceso de producción y consumo social.

En este apartado nos adentraremos en la detección, relevamiento y formas asumidas por la sobrepoblación relativa producida en el espacio rural paraguayo. Para ello, analizaremos el impacto que algunas de las transformaciones productivas recientes de la esfera agraria tuvieron sobre la masiva población que habita en el espacio rural. Sin embargo, al momento de trabajar sobre estas porciones de población hay que tener en cuenta, como han señalado distintos autores (Donaire et al., 2016; Rosati, 2021), que no hay instrumentos diseñados especialmente para medir las dimensiones o distintas formas que puede asumir este fenómeno. Por ello, nuestra indagación respecto a la existencia expansiva de sobrepoblación relativa contempla tanto el examen de la reducción o aumento de los distintos tipos de explotaciones agrarias, como diversos indicadores vinculados al empleo y a otros factores claves de la supervivencia de este sector. Asimismo, si bien nuestro trabajo se focaliza en la sobrepoblación producida como resultado de la forma reciente que asume la valorización de capital en la esfera agraria, como han demostrado distintos estudios, los nexos de dicho sector con las zonas urbanas son cada vez más intensos y frecuentes (Vázquez, 2016). En esta línea, si bien excede las posibilidades de nuestro análisis emprender una estimación y caracterización exhaustiva de la población obrera excedentaria urbana, contemplaremos algunos aspectos de las condiciones de venta de la fuerza de trabajo de la sobrepoblación rural en transición o recientemente instalada en zonas urbanas.

Crisis de las pequeñas unidades productivas agrarias y expansión de rubros productivos de gran escala

Con el cambio de siglo, el auge de los precios de las materias primas a nivel mundial potenció el despliegue de transformaciones productivas en Paraguay, orientadas a la producción a gran escala de mercancías agrarias altamente demandadas internacionalmente. Este proceso produjo importantes consecuencias en la estructura social agraria de este país. En primer lugar, porque los rubros actualmente más dinámicos del sector agrario son intensivos en capital pero no en mano de obra.6 En segundo lugar, porque los cultivos de pequeña escala, con alto requerimiento de fuerza de trabajo, son justamente los que se vieron replegados en las últimas décadas.7

En este sentido, la abrupta disminución de la superficie destinada a la producción de algodón, uno de los rubros históricamente más importantes de los pequeños productores, sumado a la expansión de cultivos de gran escala tuvo un impacto en la mayor parte de la población rural.8 Es así que para el 2008 solo se dedicaban al cultivo de este rubro una tercera parte de las fincas que lo hacían en 1991.9

En este marco, como se observa en el siguiente gráfico sobre la base de datos brindados por el Censo Agropecuario Nacional (CAN) de 2008, al ser progresivamente reemplazada por la producción a gran escala de soja, las pequeñas fincas (hasta 20 hectáreas) sufrieron una reducción tanto en superficie como en cantidad en el período delimitado entre 1991 y 2008. Otro sector que sufrió una importante disminución es el de las explotaciones medianas (de 20 a 100 hectáreas) (ver gráfico 1).10

Fuente: Elaboración propia según CAN 2008 (Vol. 1)

Gráfico 1.  Variación de superficie productiva según estrato. Paraguay 1991-2008 

En este sentido, en términos generales, las unidades que superan las 100 hectáreas, registraron un incremento del 36,59 %, incorporando 7678842 hectáreas a la producción durante el período intercensal.11 Las explotaciones que no alcanzan las 100 hectáreas, en cambio, se vieron replegadas, principalmente, en aquellas regiones más densamente pobladas en las que la expansión de los capitales de mayor escala se abrió paso a costa de la absorción o disolución de unidades productivas de menor tamaño.12

Respecto a la posibilidad de absorción de estas familias por parte de los nuevos conglomerados productivos, se ha comprobado que existe una relación inversa entre el crecimiento del monocultivo tecnificado y la generación de empleos (Levy Sforza, Costa Garay y González Cáceres, 2018). De hecho, si tenemos en cuenta la alta demanda de mano de obra estacional que era requerida por el algodón u otros cultivos de la pequeña escala y la inexistencia de un rubro comercial con características similares como reemplazo, la contracción de estas explotaciones tuvo repercusiones extremadamente graves para la fuerza de trabajo que se empleaba en su producción.13 Como afirma Fogel Pedroso (2019), el trabajo asalariado temporal, demandado principalmente por las unidades productivas de pequeña escala, disminuyó entre 1991 y 2008 en un 75 %. En este sentido, al comparar el CAN correspondiente a 1991 y el correspondiente a 2008, se observa un marcado descenso de los trabajadores temporales que supera los 700 mil trabajadores (ver gráfico 2).14

Fuente. Elaboración propia según CAN 2008 (Vol. 1)

Gráfico 2. Asalariados temporales sector primario. Paraguay 1991-2008 

Si tenemos en cuenta que el 97,77 % de la población relevada por el CAN 2008 se radica en las fincas que no superan las 100 hectáreas todo parece indicar que las consecuencias en términos sociales fueron especialmente graves.

Uno de los fenómenos más importantes en este marco es que el único estrato entre las explotaciones menores a 100 hectáreas que registró una expansión es el de las fincas de 1 a 5 hectáreas, mostrando un incremento de 13956 hectáreas (3,7 %) y 8832 fincas (9,5 %) y convirtiéndose, de esta manera, en el estrato más numeroso del conjunto de las unidades productivas agrarias. Los individuos radicados en dicho estrato son denominados por Galeano (2016) como “minifundistas asalariados” ya que, en su mayoría, deben complementar lo que producen con la venta extrapredial de su fuerza de trabajo. Asimismo, siguiendo al mismo autor, se registra una importante expansión del sector de los denominados “campesinos sin tierra”, es decir, individuos que no poseen tierra, o, si cuentan con ella, es de tan reducidas dimensiones, que apenas alberga a las viviendas y, en algunos casos, una muy limitada producción de autoconsumo (Galeano, 2016).

En este sentido, podemos ver que el despliegue de las transformaciones productivas, ligadas a la producción de gran escala para la exportación, implicó al interior de la población rural el incremento de un sector con un fuerte requerimiento de complementar cultivos de subsistencia con la venta extrapredial de su fuerza de trabajo en otras fincas o en núcleos urbanos cercanos. Como veremos, dadas las características actuales del mercado laboral paraguayo, todo indicaría que para esta población trabajadora rural es cada vez más dificultoso vender su fuerza de trabajo y, cuando lo logra, lo hace en las peores condiciones.

Esta creciente necesidad de poner en acción la fuerza de trabajo acompañada de la imposibilidad de hacerlo en condiciones normales, evidencia el carácter de sobrepoblación relativa de un sector cada vez más amplio de los trabajadores rurales. Para profundizar en esto, a continuación, exploramos en términos generales las dimensiones de este fenómeno a partir de distintas fuentes estadísticas y estudios sobre las condiciones de empleo y otros factores esenciales para la subsistencia de este sector.

Condiciones de inserción laboral de la fuerza de trabajo rural

Según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), mientras la tasa de ocupación en 2000 era de 92,5%, al cerrar la primera década habría crecido a 94,3%, descendiendo en 2020 a 93,1%.15 En el caso del desempleo, mientras en 2000 la tasa de desempleo abierto era de 7,5%, promediando la primera década descendía a 5,7%, sin presentar grandes oscilaciones en la siguiente década y alcanzando un total de 6,9% en 2020 (ver gráfico 3).

Fuente: Elaboración propia en base a EPH 1997/98 - 2016, Encuesta Permanente de Hogares Continua (EPHC) 2017-2021. Cuarto trimestre. Serie comparable. Instituto Nacional de Estadística (INE) (2022).

Gráfico 3. Tasa de ocupación y tasa de desempleo abierto. Paraguay (2000-2020) 

Sin embargo, como se advierte en Donaire et al. (2016), al momento de establecer e identificar la existencia y magnitud de la sobrepoblación relativa en un espacio nacional, pese a que se suele recurrir a variables vinculadas al comportamiento del empleo, hay que tener en cuenta que no hay instrumentos diseñados especialmente para medir las dimensiones o las distintas formas que puede asumir este fenómeno. Sobre esta base, distintos autores (Desalvo, 2014; Donaire et al., 2016, entre otros) señalan que, si bien la manifestación más evidente de la sobrepoblación relativa es la desocupación abierta, esta variable constituye una expresión parcial de esta porción de la población. Es por ello que, en las aproximaciones estadísticas al fenómeno de la sobrepoblación, es preciso complementar el examen del comportamiento de la ocupación y la desocupación con otros indicadores relacionados a la subocupación y los empleos precarios. El examen de estos otros indicadores permite visibilizar aquellos sectores de la población obrera que aunque venden su fuerza de trabajo no lo hacen en condiciones normales.

En esta línea, a partir de la Encuesta Permanente de Hogares y de distintos estudios, podemos obtener información sobre parámetros vinculados directamente a la detección del subempleo (visible e invisible) y la informalidad.16 Es así que, según el Informe Nacional sobre Desarrollo Humano (2013) impulsado por la Organización Internacional del Trabajo y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el mercado laboral paraguayo enfrenta dificultades, no tanto por la tasa de desempleo abierto sino por las cifras de empleo precario e informal. Para González et al. (2011) el problema del empleo en Paraguay es estructural, y no radica principalmente en el desempleo abierto, sino en el desempleo oculto, en el subempleo, reflejado en el continuo crecimiento del subempleo invisible y en los altos niveles de informalidad y bajas remuneraciones (pp. 14-15). Tal es así que, según Casalí et al. (2018), “Paraguay se encuentra entre los países de la región con más alta incidencia del empleo informal” (p. 5).

En este sentido, si analizamos la distribución de la fuerza de trabajo por sectores, podemos observar que mientras el sector primario sufrió una disminución entre 2002 y 2012, pasando de 26,8% a 21,4% y el secundario se mantuvo estable, el sector terciario, marcado crecientemente por la informalidad, tuvo un incremento de 52,3% en 2002 a 57,4% en 2012:

La alta informalidad y precariedad laboral son las características dominantes en estas actividades comerciales, con una alta proporción de trabajo cuentapropista y de microempresas. La inestabilidad laboral, los contratos basura, la alta rotación del personal, las bajas remuneraciones, son componentes importantes del sector comercial, que expresan las debilidades estructurales del modelo económico. (Rojas Villagra, 2014, p. 108)

Por su parte, en el espacio rural, tanto el subempleo, como el empleo informal, se presentan de manera acentuada.17 Según Ayala (2016), el empleo informal en 2014 era mucho mayor (88,6 %) que en el área urbana (71,2 %). En este marco, en las áreas rurales, 9 de cada 10 personas (89,4 %) de la población ocupada se hallan en situación de informalidad.

En lo que refiere específicamente al sector primario, pese al marcado crecimiento de la producción agraria durante nuestro período de análisis, se observa una disminución del empleo agropecuario y un aumento del empleo rural no agropecuario. Como afirma Fogel Pedroso (2019), “con el vuelco de la agricultura hacia los servicios, el 45 % de los nuevos empleos se da en el pequeño comercio. Se trata de empleos informales, de baja productividad y pobremente pagados (…)” (p. 50). En esta línea, la población ocupada no agropecuaria que vive en áreas rurales es la más afectada por la informalidad, así en el año 2021, aproximadamente 8 de cada 10 personas ocupadas no agropecuarias son informales (INE, 2021a).

Sin embargo, el empleo propiamente agropecuario también se da en las condiciones más precarias, sobre todo para jóvenes y mujeres (Fogel Pedroso, 2019). En González et al. (2011), en base al análisis de las EPH de 1997 a 2008, se sostiene que hubo un aumento de la tasa de ocupación, basado sobre todo en la participación femenina en el mercado laboral, principalmente de mujeres adultas rurales de bajo nivel educativo. Esto quiere decir que en el marco de la expansión económica de esta esfera se observa un marcado predominio de “puestos de trabajo de baja calidad” (González et al., 2011, p. 20) acompañados de una tendencia a la sustitución del trabajo agropecuario masculino por el femenino (el empleo agropecuario de los hombres se redujo un 7 % y el de las mujeres aumentó 16 % entre 2003 y 2008) (Borda, 2011).

Asimismo, estos cambios en las tasas de participación en el mercado laboral fueron acompañados por variaciones significativas en el total de horas trabajadas. En este marco, el segmento de las mujeres que se desempeñan como peonas o trabajadoras agropecuarias no calificadas registraron un importante incremento en las horas trabajadas por semana, pasando de un promedio de 38 horas semanales en el 2003 a 56 horas semanales en 2008 y el promedio de horas trabajado por las mujeres que desarrollan actividades no agropecuarias aumentó de 44 a 50 horas semanales.

Otro aspecto importante a tener en cuenta son las bajas remuneraciones. En este sentido, en González et al. (2011), se señala que más del 80 % de los ocupados en áreas rurales están insertos en microempresas de 1 a 5 trabajadores: “dado el reducido tamaño de la gran mayoría de las unidades, es de esperarse que tengan una limitada productividad laboral, y por lo tanto salarios bajos” (p. 175). Es así que en el espacio rural existe un alto predominio de trabajadores cuentapropistas y trabajadores familiares no remunerados y, en este marco, se registran de forma muy extendida situaciones de trabajo forzado y trabajo infantil.18

Con respecto al trabajo infantil, según el Informe de 2011 Magnitud y Características del trabajo infantil y adolescente en el Paraguay (OIT y DGEEC, 2011), el 22,4 % del total de niños y adolescentes se encuentra en situación de trabajo infantil (416425 niños y adolescentes). Como entre ellos el mayor peso lo registran las áreas rurales, en 2015 la Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (EANA) se focalizó en el área rural arrojando que aproximadamente la mitad de los niños, niñas y adolescentes (48,9 %) de 5 a 17 años que residen en el área rural realizó actividades económicas.19 Entre ellos, el 80,7 % se desempeñaron específicamente en actividades del sector primario.20

En suma, la primera conclusión que podemos sacar es que pese a que Paraguay presenta bajas cifras de desempleo y altas tasas de ocupación en nuestro período de análisis, si atendemos a otros indicadores vinculados a la precariedad laboral, encontramos evidencias de la existencia creciente de sectores de la población que no logra vender su fuerza de trabajo en condiciones normales. Esto queda de manifiesto en las dimensiones que alcanzan el subempleo y el empleo informal en plena fase de recuperación económica.

En este sentido, tanto en su estimación general como en la focalizada en el espacio rural, estos fenómenos repercuten directamente en el sector de la población que nos hallamos analizando. Como hemos visto, entre los resultados más importantes en términos sociales del despliegue de las transformaciones productivas recientes encontramos un fuerte repliegue de explotaciones medianas y pequeñas y un incremento del sector minifundista altamente dependiente de la venta extrapredial de su fuerza de trabajo. Asimismo, para aquellos sectores reducidos o desplazados que permanecen en el espacio rural, los empleos obtenidos, sea en el sector agrario o fuera de él, suelen ser en las peores condiciones de precariedad. Sin embargo, la situación no es diferente para aquellos que se trasladan periódicamente o, directamente, migran a centros urbanos en búsqueda de la posibilidad de vender su fuerza de trabajo o de hacerlo en mejores condiciones. Dadas las características del mercado laboral paraguayo a las que hicimos referencia, el resultado de estos movimientos poblacionales, en general, no implican la superación de la condición de sobrepoblación para esos trabajadores. Tal como indica Fogel Pedroso (2019):

Los expulsados por la soja migran a cinturones urbanos en ocupaciones marcadas por la precariedad; de hecho, atendiendo a categorías de ocupación, mientras la tercera parte de la población económicamente activa total son cuentapropistas y el 59,4 % se ocupa en unidades productivas unipersonales o con menos de cinco trabajadores, el 44 % de los asalariados del sector privado no percibe el salario mínimo vigente. (p. 49)21

Ahora bien, ya corroboramos las precarias condiciones de inserción que ofrece a la sobrepoblación rural el mercado laboral paraguayo. Complementemos ahora el análisis de los indicadores referidos a las magnitudes y condiciones de empleo, con el examen de otras fuentes fundamentales para la supervivencia de este sector.

Otros factores fundamentales para la supervivencia de la sobrepoblación rural

Para Donaire (2019), uno de los parámetros claves en la detección de la sobrepoblación relativa es la condición de pobre estimada a partir de distintos indicadores vinculados al ingreso. Sin embargo, si observamos el comportamiento de esta variable en el caso paraguayo, encontramos que la pobreza monetaria ha mostrado una reducción sostenida, casi sin interrupciones, durante nuestro período de análisis, pasando de 45,1% en 2000 a un 26,9% en 2020 (INE, 2021b). En este marco, en el área rural la reducción fue de 60,2% en 2000 a 34,0% en 2020.

Si bien una lectura apresurada podría llevarnos a pensar que dicha reducción de la pobreza ha implicado para un sector de los habitantes del espacio rural la superación de su condición de sobrepoblación relativa, es preciso tener en cuenta que la pobreza monetaria refiere al conjunto de personas que se hallan nucleadas en hogares cuyo nivel de ingreso es inferior al costo de una Canasta Básica de Consumo denominada “Línea de Pobreza”.22 Esto quiere decir que la reducción en las cifras de pobreza a la que hicimos referencia puede obedecer tanto a un incremento en el ingreso de los grupos familiares vinculado al empleo, como a la expansión del alcance de otros factores complementarios tales como políticas públicas (programas de transferencias, sistema de jubilación o pensión), remesas, alquileres, etc. (Serafini Geoghegan, 2019).

En este sentido, como desarrollamos a continuación, consideramos que los factores que han servido de sustento a este progreso en las cifras, en gran medida, confirman la condición excedentaria, abonando incluso, en algunos casos, al deterioro de los atributos productivos de este sector de la población rural que nos hallamos analizando. Dicho de otro modo, desde nuestro punto de vista, el progreso mostrado en los ingresos se basa en una creciente dependencia de factores claves para garantizar el sustento de estos sectores que lejos de significar una superación de la condición supernumeraria la han reforzado intensificando, en algunos casos, el deterioro de los atributos de esta población como sujetos productivos.

En esta línea argumental, si analizamos los ingresos de los hogares paraguayos encontramos que la principal fuente de ingreso es el trabajo, representando una proporción del 86,0 % de los ingresos. Sin embargo, esta proporción se reduce al 73,4% en el quintil más pobre de la población donde cobran relevancia otros ingresos complementarios tales como las remesas, los alquileres y los programas de transferencias monetarias, entre otros (INE, 2021b).

Ya hemos dedicado el apartado anterior a examinar las condiciones de precariedad que caracterizan la venta de la fuerza de trabajo en el sector rural (sea trabajo agropecuario o no agropecuario). Con lo cual es muy probable que si el incremento del ingreso de una familia obedece a un progreso en sus ingresos laborales, éste no sea el resultado de un mejoramiento de las condiciones laborales de los miembros ya ocupados sino de una intensificación de su explotación (incremento de horas de trabajo) o de la incorporación a la venta de la fuerza de trabajo de otros integrantes del hogar en condiciones de precariedad. Esto aplica también en el caso de muchas familias que combinan la producción para autoconsumo con la venta en el mercado interno. Las fluctuaciones climáticas, el endeudamiento, los intermediarios y las restricciones de acceso a los mercados (T. Palau et al., 2009; Rojas Villagra, 2015, entre otros) las obligan a vender por debajo de su valor, lo que producen en las peores en las peores condiciones de autoexplotación, recurriendo incluso, en muchos casos, al trabajo familiar no remunerado y, como vimos en el apartado anterior, al trabajo infantil.

Otro factor que ha cobrado importancia en la supervivencia de este sector son las políticas sociales. Tal como señalan Seiffer y Rivas Castro (2017), la expansión de la política asistencial surge frente a la imposibilidad de un sector expansivo de la población trabajadora de reproducir la vida normalmente mediante la venta de su fuerza de trabajo. En este sentido, en el caso paraguayo, durante nuestro período de análisis se inicia el diseño de varias políticas sociales, principalmente programas de transferencia económica orientados a los sectores identificados como pobres.23 Uno de los más importantes es el programa Tekoporã dirigido a los hogares en situación de extrema pobreza del área urbana y rural con el objetivo de “garantizar el acceso a la salud, educación y seguridad alimentaria de los/as niños/as, mujeres embarazadas, adultos/as mayores, comunidades indígenas y personas con discapacidades” (Campos Ruiz Díaz et al., 2011, p. 1).24 Dicho programa se basa en “transferencias monetarias con corresponsabilidades, lo que significa un aporte económico mensual a las familias, las cuales a cambio deben comprometerse con logros (…)en las áreas de salud y educación escolar” (Peralta et al., 2016, p. 5). En la línea de nuestro análisis, siendo que este programa se dirige a la población en situación de pobreza y extrema pobreza es importante resaltar, que la mayoría de sus beneficiarios son del sector rural:

A nivel general los/as beneficiarios/as rurales son todavía mucho más importantes con 83.5 % mientras que los/as urbanos/as constituyeron el 16.5 %. Esto es consistente con el mapeo de la pobreza a nivel nacional de acuerdo a los datos censales (…)que indican que en Paraguay, la pobreza aún se concentra en el sector rural, en el campesinado y los pueblos originarios, así como en los migrantes campesinos de ciudades de Asunción, Encarnación, Ciudad del Este, Caaguazú, Villarrica, Coronel Oviedo. (Campos Ruiz Díaz et al., 2011, p. 61).

La percepción de este tipo de beneficio, debe ser complementada por los beneficiarios con otras actividades productivas para garantizar su subsistencia: “La huerta, la changa y las tareas domésticas son las actividades más realizadas por las familias beneficiarias” (Campos Ruiz Díaz et al., 2011, p. 97). En este sentido, según el mencionado estudio, un poco más del 50 % de los hogares produce actualmente cultivos de renta y cría animales. Asimismo, hubo un aumento del 70 % en la tenencia de huerta con producción a “ínfima escala” y casi sin infraestructura después de que las familias ingresaran al programa: “en su mayoría las familias beneficiarias no cuentan con galpón, arado, moto sierra, circular, entre otros, implementos, tractor, carreta, animales de tiro: buey, animales de carga, caballo, mula y burro” (Campos Ruiz Díaz et al., 2011, p. 111). Esta producción de subsistencia en el caso de las familias beneficiarias se sustenta ampliamente en la utilización de la propia fuerza de trabajo familiar (Campos Ruiz Díaz et al., 2011, p. 107). En tal sentido, Serafini Geoghegan (2019) señala:

dadas las características del trabajo que desempeñan las familias, estos programas, si no se integran a una red de protección social, pueden incentivar el trabajo infantil o adolescente, reduciendo la pobreza de ingreso a corto plazo, pero obstaculizando la acumulación de capital humano y las posibilidades de romper con la transmisión intergeneracional de la pobreza. (p. 21)

Otra fuente de ingresos identificada han sido las remesas.25 Sin embargo, en muchos casos, la garantización de este flujo de dinero es a costa de la separación prolongada de dicho núcleo familiar. Separación que, en general, involucra la ausencia de la figura paterna o materna con el impacto negativo que eso puede tener en el desarrollo de los hijos. Asimismo, como hemos visto, aunque entre los principales motivos de dichos movimientos migratorios están la búsqueda de trabajo y la mejora en las condiciones de vida (asistencia sanitaria, educación, etc.) (Galeano et al., 2017), la inserción en los lugares de destino suele ser en las condiciones más precarias.

Refiriendo a la inserción ocupacional de la población que migra hacia Argentina, por ejemplo, Mera (2014) señala:

(L) a construcción (en el caso de los varones) y el servicio doméstico (entre las mujeres) se consolidaron como los “nichos laborales” por excelencia de esta población debido a una lógica de reclutamiento de la mano de obra en la que migrantes ya asentados recomiendan o contratan a otros familiares y compatriotas, lo que retroalimenta un círculo que redunda en una estrechez extrema tanto en el acceso al mercado laboral como en el nivel de ingresos. (Mera, 2014, p. 64).

La realidad no es diferente para quienes migran internamente. La sobrepoblación relativa rural que se desplaza hacia centros urbanos paraguayos, en muchos casos, termina viviendo en las denominadas “villas miseria” sobreviviendo a partir de empleos precarios, el comercio informal o la recuperación de desechos (T. Palau et al., 2009).

Otra de las fuentes de ingreso que ha tomado relevancia en un sector de los hogares paraguayos rurales es el arrendamiento de una porción de su parcela. Tal como indica Fogel Pedroso (2019),“(d)e los 22456 propietarios que perciben rentas por arrendar sus tierras, 17691 son pequeños productores que detentan parcelas menores de 20 hectáreas que dan en arriendo pequeñas superficies” (p. 46). Un primer punto para atender a este respecto, como señalan Riquelme y Vera (2013), es que el arriendo, en muchos casos, es implementado por las empresas inversoras como el preludio de una eventual apropiación:

Una vez alquilada la finca o parte de ella, la posibilidad de recuperarla por el dueño se vuelve casi imposible, por dos motivos: uno, rodeada de cultivos sometidos a fumigaciones permanentes, tanto las familias como cualquier siembra de rubros de consumo, están expuestos a los agroquímicos. Dos, la ausencia total de control de las normativas ambientales, de asistencia técnica, de créditos y de rubros de rentas alternativos para los productores de pequeñas fincas, provoca desmotivación e incluso resentimiento que los lleva a abandonar sus parcelas ofreciendo en arrendamientos o en ventas. (p. 21)26

En esta línea, el arrendamiento es tomado por T. Palau et al. (2009) como un “factor puente” previo a la venta y la migración (p. 179). Además, señala el impacto que este factor tiene en la subjetividad de estos sectores:

Con el alquiler de las tierras, cambia drásticamente la situación de la familia, la dependencia económica no se pude solucionar debido a la falta general de ofertas de empleos. Pareciera que el desempleo y la falta de espacio para producir para el autoconsumo termina creando una inactividad y falta de estímulo en los adultos y jóvenes (…) llevando en algunos casos a adquirir malos hábitos. (T. Palau et al., 2009, p.182)

Como hemos visto hasta aquí, tanto las condiciones de empleo como la creciente dependencia de factores complementarios para garantizar la supervivencia tales como planes sociales, remesas o alquileres, lejos de significar una superación de la condición sobrante, ponen de manifiesto la privación impuesta sobre una creciente porción de la población trabajadora rural de participar activa y normalmente en el proceso de producción y consumo social. Ahora, para concluir nuestro análisis, enfrentemos la pregunta por las formas que asume la sobrepoblación relativa en el área rural paraguaya, tomando como base las modalidades de sobrepoblación relativa que hemos presentado en el apartado 1.

Sobrepoblación relativa en el espacio nacional paraguayo: ¿población latente?

A partir de lo analizado en los apartados anteriores, en una primera aproximación, podríamos decir que la sobrepoblación que resulta de las transformaciones productivas recientes en el espacio rural paraguayo, no dista demasiado de la sobrepoblación latente caracterizada por Marx en los procesos de modernización agrícola. Como dijimos anteriormente, dicha población obrera es denominada “latente” porque permanece en el espacio rural hasta ser demandada por la producción en otras ramas, principalmente, urbanas. Ahora bien, si, tal como lo pone de manifiesto Donaire (2018), la latencia de esta sobrepoblación “no se hace visible hasta que emigra a las ciudades” (p. 1), la inexistencia de perspectivas de que, en el corto o mediano plazo, la sobrepoblación rural paraguaya sea absorbida por el capital fuera de la producción agraria, nos obliga a interrogarnos por la forma específica asumida por la población que constituye el objeto de nuestro estudio. Cabe en este punto preguntarnos por las condiciones que determinan la permanencia en el espacio rural de esta población trabajadora que se ve imposibilitada de reproducirse en condiciones normales.

Como se planteaba en un inicio, la situación y destino de la población trabajadora rural paraguaya se hallan íntimamente ligados a la forma específica que asume la valorización de capital en este ámbito nacional, en particular, y en América del Sur, en general, caracterizados históricamente por el importante peso de la producción a gran escala de mercancías primarias para la venta en el mercado mundial. Tal como han desarrollado distintos estudios, los espacios nacionales de América del Sur se han caracterizado por especializar gran parte de su estructura local en las ramas primarias que gozan de condiciones naturales diferenciales que les permiten sostener productividades del trabajo muy superiores a las que determinan los precios normales en el mercado mundial.27 Como ha desarrollado ampliamente J. Iñigo Carrera (2007 y 2017), este atributo implica, a su vez, el flujo hacia estas economías de una masa de riqueza social bajo la forma de renta de la tierra. Esta renta diferencial, constituida con plusvalía extraída por los capitales consumidores de esas mercancías, constituye una ganancia extraordinaria que fluye a los espacios nacionales latinoamericanos, determinando su orientación productiva hacia estos rubros en los que logran una renta diferencial.

En este sentido, dadas las trabas al desarrollo industrial presentes en la forma que asume la valorización de capital en Paraguay en particular, pero también en el resto de la región, no se avizoran perspectivas de que estas masas de población puedan ser absorbidas en el corto o mediano plazo por un polo de industrialización urbano. Esta permanencia prolongada, cuando no definitiva de esta sobrepoblación en el espacio rural, impide concebir a estos contingentes como sobrepoblación latente. Lejos de eso, el examen de sus condiciones de supervivencia indica que estos sectores se hallan en una situación de estancamiento o consolidación como población relativamente sobrante en el espacio rural.

En relación a esto último, no podemos dejar de referir en nuestro examen de la sobrepoblación rural a algunos factores que han contribuido al deterioro del ambiente vital de este sector de la población. Entre ellos, uno de los más impactantes es la fuerte exposición a agrotóxicos por la forma actual que, predominantemente, asume la producción de mercancías agrarias. Esto, no solo afecta a los pocos individuos empleados por la producción a gran escala, sino también a la sobrepoblación relativa rural que vive y produce en los alrededores debido a la contaminación generada por las permanentes fumigaciones. Como se ha demostrado, la exposición a estos químicos es la causa de múltiples enfermedades y dolencias en los humanos (daños neurológicos, distintos tipos de cáncer y malformaciones) (Fogel Pedroso, 2019). Asimismo, se observa la multiplicación de enfermedades tales como gripe, neumonía, enfermedades de la piel, diarrea infantil y de adultos, alteración nerviosa, parasitosis, problemas renales, acidez y problemas dérmicos, entre otros (T. Palau et al., 2009). En este marco, también se registra un alto grado de enfermedades infantiles y de desnutrición y el incremento de enfermedades tales como la tuberculosis y patologías vinculadas a la zoonosis:

La población remanente rural frente a la apertura masiva de terrenos para monocultivos, se establece en las cortinas verdes que quedan, busca refugio en los bolsones boscosos y los contactos que anteriormente eran esporádicos, se vuelven intensivos y muchas zoonosis silvestres empiezan a ser importantes en la gente que trabaja en los monocultivos o vive alrededor de ellos. (T. Palau et al., 2009)

A esto se suma la contaminación de los cauces afectando el agua que consume la población y una drástica disminución de la biodiversidad (tanto en flora como en fauna) afectando aún más las posibilidades de las comunidades que dependen para su subsistencia de la caza, la recolección, la utilización de maderas para la construcción de casas o la utilización de hierbas como alimentos o medicinas.

Otro factor de peso en el deterioro del ambiente vital de los trabajadores rurales es el aumento de la presión por la absorción de sus tierras, la violencia, la represión y la criminalización de las familias campesinas. En este sentido, en nuestro período de análisis se produjo un fuerte incremento de los conflictos sociales rurales (Galeano, 2016), entre los que predominan los conflictos por la tierra (Villar, 2019). En este marco los desalojos forzosos han sido una constante (BASE IS, 2018, M. Palau et al., 2009). Asimismo, entre 1989 y 2013, 115 campesinos fueron asesinados en el marco de la lucha por la tierra y desde entonces hasta la fecha se sumaron otros seis asesinatos (BASE IS, 2018).

En resumen, observando la permanencia ilimitada de estos sectores en el espacio rural y los factores en los que se basa su supervivencia encontramos que la sobrepoblación rural se halla en un proceso de estancamiento y consolidación. En ese marco, la situación de este sector se ve agravada por la intensificación de la degradación ambiental y de la violencia asociada a la forma actual que asume predominantemente la producción agraria.

Conclusiones

En este artículo nos proponemos evidenciar, a partir del análisis de distintas dimensiones, la existencia expansiva de la población obrera excedentaria en el espacio nacional paraguayo, focalizando en la sobrepoblación rural. Para ello, presentamos los argumentos respecto a la validez y actualidad de la noción de sobrepoblación relativa desarrollada por Marx en El capital en contraposición a algunas de las formas más difundidas en que se ha abordado el análisis de estos sectores en las ciencias sociales latinoamericanas.

Para analizar la forma concreta de este fenómeno en el espacio rural paraguayo, partimos de caracterizar más profundamente el impacto de las transformaciones productivas recientes en la masiva población trabajadora afincada en las pequeñas unidades productivas del espacio agrario. En esta línea, vimos que la contracción y el desplazamiento de dichas unidades, iniciado en la década de 1990 con la crisis del algodón, se potenciaron partir del cambio de siglo con la expansión de la producción de mercancías a gran escala con escaso requerimiento de mano de obra y una reducción de las fincas menores a las 100 hectáreas, acompañadas del incremento de un sector minifundista altamente dependiente de la venta de su fuerza de trabajo. Sobre esa base, a partir de parámetros estadísticos y estudios especializados en el tema vimos que, pese a la importante expansión económica del sector agrario, se produjo un descenso de los empleos en el sector primario, cuyo correlato no fue el crecimiento del empleo industrial, sino un incremento de los empleos precarios en el sector terciario, generalmente caracterizados por los bajos ingresos y los altos índices de subocupación e informalidad. Sin embargo, también pudimos ver que la situación no es más favorable para la fuerza de trabajo que logró permanecer o insertarse en el sector primario. Lejos de eso, en dicho sector, el subempleo visible, el empleo informal y las bajas remuneraciones se manifiestan de manera acentuada. Asimismo, el trabajo agropecuario ha registrado una fuerte tendencia a la incorporación precaria de mano de obra femenina y presenta los índices más altos de trabajo familiar no remunerado, trabajo forzado y trabajo infantil.

En este sentido, tal como advirtieron distintos analistas para otros países de América Latina, en el caso paraguayo, la existencia concreta de la sobrepoblación relativa no se evidencia en las cifras de “desempleo abierto” sino que, dadas las características de su mercado laboral, se manifiesta en las altas cifras de subocupación e informalidad. Si bien, estas condiciones afectan especialmente al proletariado rural, la situación parece no ser más favorable para aquellos que migran a las ciudades. Posteriormente, al examinar otras fuentes de ingreso fundamentales para la supervivencia de este sector, observamos las mismas tendencias encontradas a partir de la observación del mercado laboral paraguayo, argumentando que dichas fuentes confirman la condición excedentaria de este sector de la población.

Por último, dada la permanencia ilimitada de estos sectores en el espacio rural, vinculada a límites inmanentes del espacio nacional paraguayo para avanzar en el desarrollo industrial, argumentamos que estos sectores supernumerarios no asumen la forma latente postulada por Marx para la sobrepoblación rural sino que se hallan en un proceso expansivo de estancamiento y consolidación. Asimismo, dimos cuenta de cómo la intensificación de la degradación ambiental y de la violencia asociadas a la forma actual que asume predominantemente la producción agraria contribuyen al deterioro del espacio vital de este sector de la población.

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Recibido: 30 de Septiembre de 2022; Aprobado: 13 de Junio de 2023

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