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Ecología austral

versão On-line ISSN 1667-782X

Ecol. austral vol.23 no.3 Córdoba dez. 2013

 

OBITUARIO

En memoria de Jorge Morello (1923 - 2013)

 


El Dr. Morello realizando trabajo de campo en Misiones (Argentina).

El 27 de agosto falleció el Dr. Morello, a menos de dos meses de su 90º cumpleaños. Escribir una reseña de un investigador tan activo y productivo como él no es tarea fácil.

Su vocación por las ciencias naturales se manifestó desde muy temprano, según él mismo relató, gracias a una maestra amante de la naturaleza y con capacidad de transmitir sus observaciones a los niños de 8 años; pero además por su entorno natural como habitante de un pueblo chico al sur de Santa Fe. Por eso, no es sorprendente que durante sus estudios secundarios, en Rosario, se entusiasmara con el trabajo de campo bajo la tutela de su tío, el paleontólogo, Alfredo Castellanos. Tampoco sorprende que al momento de comenzar sus estudios universitarios, haya ingresado en la Universidad Nacional de La Plata para hacer su carrera de ciencias biológicas.

Su inquietud por el conocimiento científico biológico lo llevó a recorrer un largo camino muy rico en conocimientos teóricos y experiencia de campo. En el primer año de la carrera universitaria trabajó en taxonomía, de la mano de Ángel Cabrera, con quien realizó un trabajo de seminario sobre sucesión vegetal en tierras anegadizas. Su tesis doctoral, finalizada en 1949, versó sobre comunidades vegetales del Delta. Con ingenio y, muy probablemente, con su entusiasmo contagioso, reunió los materiales y medios necesarios con apoyo de su entorno, para realizar las tareas de campo. De un ambiente húmedo, pasó al territorio árido del Monte de Sierras y Bolsones, donde estudió la composición de las principales comunidades vegetales. Se interesó por la estructura de los sistemas radiculares, ya que estaba colaborando con Castellanos y Henning en excavaciones para la búsqueda de fósiles y publicó su primer trabajo científico en alemán. Junto con Hueck, que por entonces estaba en el Instituto Lillo, aprendió a categorizar y cartografiar tipos de cobertura vegetal.

Pero alguien con las inquietudes de Morello, no podía darse por satisfecho con las descripciones y pronto comprendió que los paisajes son cambiantes, tanto anualmente como a largo plazo y que para poder comprenderlos se requería conocer el comportamiento de las plantas en respuesta a la disponibilidad de agua. Por esto, a comienzos de la década de 1950, ingresó en el Departamento de Botánica de la Universidad de Sao Paulo (Brasil), para cursar fisiología vegetal con Félix Rawitscher y Mario Ferri, mientras trabajaba en balance hídrico de las plantas. Con las herramientas adquiridas, volvió para instalarse como docente en la Universidad Nacional de Tucumán, como titular de la cátedra de Ecología y Fitogeografía de la Facultad de Agronomía y Zootecnia. Instaló un laboratorio y estudió la estructura y comportamiento hídrico de tres arbustos resinosos del Monte. Paralelamente, se interesó en los bosques chaqueños de madera dura y, en colaboración con estudiantes con experiencia en usos agroforestales en la región chaqueña, trabajó en restauración de ecosistemas degradados e intercambió tareas y experiencias con estudiantes que luego se destacarían, como Carlos Saravia Toledo, Roberto Neumann, y los ingenieros forestales Ruiz y Robles. Por esta época dirigió a su primer tesista de doctorado y obtuvo el primer subsidio para investigación, otorgado por la Asociación Argentina para el Progreso de la Ciencia, para estudiar las respuestas de las plantas a los movimientos de tierra en el sur del Monte.

En 1961 ingresó a la carrera del investigador en CONICET. Obtuvo una beca Guggenheim, con la cual pasó dos años en el Instituto Tecnológico de California, trabajando en algunos aspectos de la fisiología de las plantas en zonas áridas con Fritz Went y en la comparación de tipos de vegetación entre el Monte argentino y el desierto de Sonora de EEUU, con Charles Lowe y su equipo de ecólogos. Al retorno del viaje, aceptó la propuesta que Rolando García había hecho dos años antes y se incorporó a la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, en la cátedra de ecología. En este momento, se inicia el proyecto más trascendente por su envergadura y alcances, que el Dr. Morello codirigió con Gilberto Longo del Centro de Estudios Fitoecológicos de Montpelier, el plan EFECHA (Estudios Fitoecológicos del Chaco Argentino), aprobado por el INTA, la FCEN-UBA y el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia. Este macroproyecto significó un salto que marcó la trayectoria científica del Dr. Morello hasta el final de sus días. Reunió a un numeroso grupo de jóvenes de diversas disciplinas, que tuvieron la oportunidad de formarse en trabajo ecológico, muchos de los cuales fueron y siguen siendo destacados académicos y profesionales de la ciencia. Durante este trabajo Morello desarrolló un método de clasificación jerárquica de los territorios y estableció la GUVA (Grandes Unidades de Vegetación y Ambiente), como unidades territoriales que constituyen paisajes por su origen geológico común, su patrón repetitivo de elementos y la estrecha asociación en los elementos entre topografía, suelos, vegetación y potencial de uso.

A pesar de que las regiones áridas y los bosques chaqueños han sido los sitios preferidos del Dr. Morello, también ha incursionado en el estudio de la dinámica de la ecorregión pampa, y especialmente de la pampa ondulada, siempre con el enfoque biogeográfico de grandes áreas e integrando los subsistemas productivo, social y cultural. Sin embargo, en la última producción publicada del Dr. Morello, en el 2012, vuelve a reflejarse su predilección por las ecorregiones del Monte y del Chaco.

Hay tres aspectos de Morello que lo han distinguido como ser humano y científico, por los cuales quedará en la memoria de todos los que lo conocimos. Su capacidad de escuchar y el respeto por los locales, su optimismo y su gran entusiasmo. Desde sus primeros tiempos como investigador de campo aprendió a escuchar a los habitantes de los espacios estudiados y a respetar sus saberes y percepciones. Escuchaba con tanta atención a sus maestros como a los campesinos y de ambos aprendía en igual medida. Su entusiasmo, manifestado en las clases y conferencias con saltitos de alegría, se transmitía a los estudiantes, y más de uno se convirtió en su discípulo y fiel seguidor. Como dijo el cronista, crítico y novelista Jean-Baptiste Alphonse Karr, "hay personas que refunfuñan porque las rosas tienen espinas, yo agradezco que las espinas tengan rosas", y esta frase es la que mejor se aplica al optimismo del Dr. Morello.

Silvia D. Matteucci

CONICET - Grupo de Ecología del Paisaje y Medio Ambiente, Universidad de Buenos Aires

REFERENCIAS

1. MORELLO J, SD MATTEUCCI, AF RODRÍGUEZ & M SILVA. 2012. Ecorregiones y complejos ecosistémicos argentinos. Orientación Gráfica Editora S.R.L., Buenos Aires. Pp. 752.         [ Links ]

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