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vol.27 número3SITIOS ARQUEOLÓGICOS DE ALTURA EN TIERRA DEL FUEGO, ARGENTINA. ENTRE PASOS CORDILLERANOS Y ZONAS DE ABASTECIMIENTO LÍTICOMÁS ALLÁ DE PUNTAS COLAS DE PESCADO: ESTUDIOS TECNO- FUNCIONALES DEL SITIO AMIGO OESTE (SOMUNCURÁ, ARGENTINA) índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
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Comechingonia

versão On-line ISSN 1851-0027

Comechingonia vol.27 no.3 Córdoba dez. 2023

 

Articulos

OCUPACIONES HUMANAS EN LA ALTA MONTANA DE MENDOZA ENTRE LOS SIGLOS XIX Y XX. VIDRIOS EN LOS ALEROS DE CASUCHA DE PARAMILLO DE LAS CUEVAS

HUMAN OCCUPATIONS IN THE HIGH MOUNTAINS OF MENDOZA BETWEEN THE NINETEENTH AND TWENTIETH CENTURIES. GLASS IN THE EAVES OF CASUCHA PARAMILLO DE LAS CUEVAS

Cristina Prieto Olavarría1 

Victoria Sáez2 

Horacio Chiavazza3 

1 CONICET. Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales. Av. Ruiz Leal, Parque General San Martín s/n, Mendoza (5500), Argentina. Email: cprieto@mendoza-conicet.gob.ar

2 Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo. Ciudad Universitaria, Parque General San Martín s/n, Mendoza (5500), Argentina. Email: victoriasaezh2@gmail.com

3 Instituto de Arqueología y Etnología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo. Ciudad Universitaria, Parque General San Martín s/n, Mendoza (5500), Argentina. Email: hchiavazza@gmail.com

Resumen

Este trabajo se centra en las ocupaciones humanas de momentos posthispánicos en la Cordillera Principal de Mendoza (Argentina), problemática arqueológica escasamente abordada en la región. La Casucha Paramillo de Las Cuevas es uno de los ocho refugios construidos a fines del siglo XVIII para facilitar el cruce cordillerano por el Paso Uspallata. Por esta región extrema -alturas superiores a 3000 m s.n.m. e intensas nevadas invernales-circularon personas, el correo real y el comercio entre los océanos Atlántico y Pacífico. Esta contribución se enfoca en el análisis de miles de vidrio recuperados en los aleros aledaños a la casucha y la presentación general de los contextos de hallazgo. Ambos abrigos fueron ocupados en tiempos históricos, si bien también presentan evidencia de ocupaciones prehispánicas. Se recuperaron diversos tipos de botellas de bebidas alcohólicas producidas industrialmente entre mediados del siglo XIX y principios del XX. Estas bebidas fueron consumidas por viajeros, arrieros y posiblemente por trabajadores involucrados en la construcción de Ferrocarril Trasandino y el telégrafo, con el objetivo de aliviar el frío y congelamiento durante el viaje y los períodos de aislamiento. La presencia de estos restos, algunos foráneos, muestran el impacto de la inserción de esta zona meridional y extrema en el sistema económico global desde la segunda mitad del siglo XIX.

Palabras clave: Cordillera de los Andes; arqueología histórica siglos XIX y XX

Abstract

This work focuses on the human occupations of post-Hispanic times in the Cordillera Principal of Mendoza (Argentina), an archaeological issue that has been scarcely discussed in the region. Casucha Paramillo de Las Cuevas is one of the eight refuges built at the end of the 18th century to facilitate the crossing of the Cordillera through Paso Uspallata. Royal mail and merchants between the Atlantic and Pacific oceans circulated through this extreme región, with altitudes above 3000 m.a.s.l. and winter snowfalls. This contribution focuses on the analysis of thousands of glass' pieces recovered from the rocky eaves surrounding the casucha providing a general presentation of the discoveries' contexts. Both rocky eaves were occupied in historic times, although they also present evidence of pre-Hispanic occupations. Several types of bottles of alcoholic beverages produced industrially between the mid-19th and early 20th centuries were found. These drinks were consumed by travelers, muleteers and workers involved in the construction of the Ferrocarril Trasandino and the telegraph in order to alleviate the cold and freezing during travel and periods of isolation. The presence of these remains, some of them foreign, illustrates the impact of the insertion, within this southern and extreme zone, in the global economic system since the second half of the 19th century.

Keywords: Andes Mountain Historical; Archeology 19th and 20th centuries

Introducción

Las postas de correo construidas a fines del siglo XVIII en la cordillera de los Andes, 32° latitud Sur y 70° longitud Oeste, fueron pensadas para facilitar la circulación entre las vertientes cordilleranas de Chile y Argentina (Martínez 1962). Conocidas como Casuchas del Rey, permitieron fluidez anual en la conexión terrestre del correo real y de la red comercial que existía entre la España borbónica y las colonias americanas, concretamente en la Capitanía General de Chile, entre Santiago y las provincias trasandinas (luego parte del Virreinato del Río de La Plata).

El proyecto de mejoras y construcción de caminos en el marco de las Reformas Borbónicas, incluyó la construcción de postas en esta región. Este proyecto se desarrolló en sintonía con los postulados de las ideas ilustradas centradas en el control territorial y la maximización de los recursos económicos. Estos cambios se realizaron debido a la convergencia de las necesidades de las poblaciones locales y los objetivos reformistas e imperiales de la Corona española. Esto permitió que, luego de doscientos años de escaso mantenimiento de las rutas coloniales en Chile -incluido el Paso de Uspallata-, los caminos retomaron su relevancia estratégica, hicieron expeditas las comunicaciones, potenciaron la economía y conectaron mercados. El comercio por esta vía, realizado por arrieros, conectaba los océanos Atlántico y Pacífico a través del puerto de Buenos Aires, Santiago y el puerto de Valparaíso, desde donde se comercializaba a Callao y Lima (Sanhueza 2021) (Figura 1).

En este contexto, Mendoza fue relevante en la articulación y la redistribución de mercancías, lo que se había incrementado a partir de1730, cuando el comercio Pacífico-Atlántico se consolidó, tanto de forma legal como ilícita (Sanhueza 2021). La relevancia de este paso cordillerano fue tal que, a fines del siglo XVIII, la ciudad de Mendoza era denominada "la garganta de comercio y paso preciso por donde gira así el que tiene las ciudades del Tucumán, Buenos Aires, Santa fe, Paraguay y Corrientes con las del reino de Chile y puertos intermedios y del que tiene éstas con aquéllas" (Martínez 1962: 39-40).

La dinámica del cruce por este sector de la alta montaña era estacional y se hacía durante los meses de verano, aunque esto varió de acuerdo a la variabilidad anual de las precipitaciones nivales y sequías anuales. La información hidroclimática de este sector cordillerano indica que durante el siglo XIX hubo períodos alternados, y comenzó la disminución progresiva de las precipitaciones y un aumento de la frecuencia de sequías (Prieto 2021).

El proyecto de las casuchas propuesto por Ambrosio O'Higgins al gobernador de Chile Antonio de Guill y Gonzaga en el año 1765, incluía seis refugios. La evidencia arquitectónica y la documentación indican la existencia de ocho casuchas: cuatro del lado chileno ubicadas en las localidades de Ojos de Agua, Juncalillo, Las Calaveras y La Cumbre; cuatro del lado argentino en Las Cuevas, Paramillo de Las Cuevas, Puquios y Las Vacas. Todas están en sectores altos asociados a depósitos morénicos cuaternarios característicos de la región (Ramos y Aguirre-Urreta 2009).

Figura 1: Ubicación relativa del área de estudio y de las principales ciudades y localidad mencionadas en el Norte de Mendoza y Chile Central: Mendoza, Paramillo de Las Cuevas, Santiago, Valparaíso.

Durante el período independiente, entre fines del siglo XIX y principios del XX se produjo un paulatino abandono del rol estratégico de las casuchas. Tanto Chile como Argentina se insertaban en el contexto capitalista con el consecuente impacto de la industrialización europea y de Estados Unidos, lo que produjo el incremento de la circulación de personas y bienes manufacturados. En este contexto, Argentina se configuraba como uno de los principales productores de alimentos en el marco del auge del modelo agroexportador en América Latina (Djenderedjian et al. 2010) y la construcción de la red ferroviaria -incluido el Ferrocarril Trasandino- transformaba radicalmente las comunicaciones y el paisaje con el establecimiento de nuevos pueblos con población migrante y las villas de alta montaña (Lacoste 2013).

El ferrocarril fue determinante en la aceleración de la circulación de bienes desde el puerto de Buenos Aires hacia el interior (Rocchi 2010). En la montaña, el tren relegó la carga de mulares guiados por arrieros, medio que había dominado el transporte desde el siglo XVI hasta fines del XIX (Lacoste 2007). La industrialización de medios de comunicación, sumada a la construcción de la ruta terrestre (Ruta Nacional 7, RN7), llevó al abandono de las casuchas las que durante más de un siglo habían sido clave en el paso cordillerano (Lacoste 2013). Actualmente, estas postas cuentan con declaratorias patrimoniales en ambos países: en Argentina son Monumento Histórico Nacional (Decreto N° 1.299/1973) y parte del conjunto Vías Panorámicas (Ley 8.820/2015, Legislatura Provincial); la Casucha de El Juncalillo (Chile) es Monumento Histórico (Decreto 409/1984).

Figura 2: Vista general de la Casucha de Paramillo de Las Cuevas, vista hacia al oeste. Al norte del refugio se observan los bloques rocosos donde se encuentran los aleros NW y NE

Los antecedentes arqueológicos sobre las casuchas de Argentina se centran en el análisis de material constructivo (Bárcena 1993). Los primeros resultados de excavaciones y análisis de materiales arqueológicos corresponden a la Casucha El Juncalillo, ubicada en Chile (Quiroga et al. 2018; Quiroga et al. 2021). Por su parte, los resultados preliminares de las investigaciones en la Casucha de Paramillo de Las Cuevas han sido presentados recientemente en reuniones científicas (Prieto Olavarría et al. 2022a; Prieto Olavarría et al. 2022b).

Este trabajo se centra en la Casucha de Paramillo de Las Cuevas (CPLC), ubicada en la localidad homónima de la Cordillera Principal (Las Heras, Mendoza), en la terraza norte del río Las Cuevas y al sur de la Ruta 7 (Figura 2). Las intervenciones arqueológicas, incluyeron la prospección, recolección superficial y excavaciones. Estas se realizaron en seis sectores, entre los que destacan los ubicados bajo dos bloques rocosos aledaños a la casucha, donde se recuperaron restos arqueológicos en estratigrafía.

Esta contribución se enfoca en el análisis morfológico, tecnológico y funcional de los restos de vidrio recuperados en los aleros NW y NE. Los objetivos apuntan a: definir su procedencia, adscripción temporal y función; caracterizar los patrones de su consumo, uso y descarte; aportar al desarrollo de los métodos de análisis de los vidrios arqueológicos en la región. La selección del material vítreo se fundamenta en que es un material abundante en estos contextos y en que son productos industrializado cuyos atributos tecnotipológicos permiten definir su origen, cronología, funcionalidad y contenido: las técnicas de manufactura dejan huellas reconocibles (soplado, uso de moldes y tijeras, uso de pontil, incorporación de partes con pinzas o lipping tool) (Bagaloni y Pedrotta 2010; Schávelzon 1991); las imágenes (letras, figuras en relieve y sellos), son buenos indicadores tipológicos y cronológicos (Bagaloni y Pedrotta 2010).

A partir de los resultados obtenidos de este estudio y del relevamiento de información histórica, se abordará el análisis preliminar del impacto de la expansión del capitalismo, la aceleración de las comunicaciones, la ocupación del espacio y las prácticas de consumo, en esta región extrema de la alta montaña durante el siglo XIX y principios del XX. Para lograr este objetivo se presentan los resultados generales de las excavaciones arqueológicas realizadas en ambos aleros, para obtener una visión preliminar de las secuencias ocupacionales y de los contextos de hallazgo del registro vítreo.

Marco teórico y metodológicoLas investigaciones arqueológicas en la alta montaña de Mendoza se han centrado en la ocupación de las poblaciones prehispánicas. El valle de Uspallata ha concentrado el interés y los estudios abordan problemáticas de los primeros cazadores-recolectores (ca. 4000 años AP) hasta la dominación inca1. En relación a este último lapso, los estudios sobre el Qhapac Ñan han articulado la evidencia de los sitios presentes en Uspallata, la RN7, la Quebrada de Ranchillos y el Parque Aconcagua (Bárcena 2002). Específicamente, para el sector de este trabajo, las recientes investigaciones en villa Las Cuevas plantean ocupaciones humanas desde hace ca. 6000 años AP2 y analizan las ocupaciones durante el período de dominación Inca (Gasco et al. 2022).

Los escasos trabajos sobre la evidencia colonial y del período independiente, se centraron en descripciones de estructuras de actividades agrícolas, pecuarias y mineras de los siglos XIX y XX en el valle de Uspallata (Rusconi 1962) y la producción en torno a minería colonial en las Bóvedas de Uspallata (Lagiglia 1981). Esto contrasta con el amplio desarrollo de la Arqueología Histórica y Urbana en la ciudad de Mendoza (Chiavazza 2005, 2008; Chiavazza et al. 2009; entre otros) y la arqueología de la minería en precordillera (Chiavazza y Prieto Olavarría 2012; Durán et al. 2003; Sironi 2015; entre otros).

En este marco, surgió la necesidad de generar investigaciones sobre Arqueología Histórica en la alta montaña para comenzar a analizar las ocupaciones humanas desde el ingreso europeo al territorio. Hace algunos años planteamos el proyecto en el que se enmarca este trabajo "Agentes y usos del patrimonio material e inmaterial de la alta montaña. Materialidades de los siglos XVII, XVIII, XIX y XX" (SIIP UNCUYO, 2019-2021 y 2022-2024), que tiene como objetivo principal: analizar los procesos de cambio en las prácticas sociales a nivel local y en el paisaje, a partir de la exploración, colonización, explotación y cambios en la concepción y el uso de los recursos en la cordillera de Mendoza durante la expansión colonial y la globalización. El enfoque se centra en la arqueología de las sociedades con escritura (Funari et al. 1999), a partir del cual se integra el análisis de la evidencia arqueológica y de los documentos escritos para analizar a las personas, hechos y procesos invisibilizados. A nivel metodológico utilizamos el registro arqueológico y el documental de forma complementaria, con el objetivo de suplir las carencias de detalle o fiabilidad de cada una (Little 1994). Específicamente, nos basamos en la evidencia arqueológica recuperada de las excavaciones realizadas en el sitio en las campañas de los años 2020 y 2022, y en documentos primarios (crónicas de viajeros y fotografía) y otros generados desde el análisis historiográfico y climático.

El sitio Casucha Paramillo Las Cuevas. Resultado general de las excavaciones y materiales el interior del alero (al norte y noroeste de la cuadrícula S2). Las excavaciones se llevaron a cabo hasta el sedimento culturalmente estéril (entre 40 y 70 cm de profundidad) y se detectaron doce UE (Figura 4). En la Tabla 1 se presenta la cantidad de elementos por cada tipo de material recuperado en cada UE.

Las excavaciones se realizaron en cuatro sectores: tres cuadrículas (S1, S4, S5) en la Unidad de Recolección Superficial Sistemática (URSS) Este; una cuadrícula (S6) en el corral Este; una cuadrícula (S3) en el alero NE; tres cuadrículas (S2, S7 y S8) en el alero NW se realizaron (Figura 3).

A nivel metodológico, las excavaciones se hicieron a partir de la extracción de Unidades Estratigráficas (UE), por lo cual los depósitos arqueológicos se excavaron respetando su topografía y contornos, siguiendo la secuencia inversa a la que fueron depositados. La representación de las relaciones de las UE, se realizó utilizando la Matrix Harris, modelo que permite exponer las relaciones y secuencia estratigráfica de una excavación (Harris 1991). En este sistema se reconoce tres tipos de relaciones entre las UE: no tienen conexión estratigráfica directa; se superponen; se interrelacionan como partes separadas (Harris 1991: 59-64).

Figura 3: Vista al oeste del alero NW de Casucha Paramillo de Las Cuevas. Esquema de las estructuras y el área intervenida: Unidad de Recolección Superficial Sistemática (URSS Este y URSS Sur) y sondeos (S1, S2, S3, S4, S5, S6, S7 y S8). Esquema realizado por Sebastián Silvestri.

La primera UE se asocian a los procesos dinámicos de la superficie (aportes eólicos y acumulaciones de derrumbe):

- UE 1 (cuadrículas S2, S7 y S8): esta unidad cubre la entrada y parte del interior del alero, posee una matriz limosa de color marrón-grisáceo suelto y seco, y contiene coirón, raíces, carbón y gran cantidad de clastos de diverso tamaño3. Se recuperaron materiales prehispánicos y posthispánicos: fragmentos de vidrio; un fragmento de gres (Bagaloni y Martí 2012); un tiesto de loza whiteware (Chiavazza et al. 2017)4; restos de metal; restos de ladrillo; un fragmento de punta de proyectil lítica; restos de arqueofauna (reconocibles y astillas); restos arqueobotánicos.

- UE 1.1 (cuadrícula S7): se desarrolla hacia el interior del alero, tiene una matriz limosa de color marrón grisáceo, suelta y seca, con gran cantidad de pedregullo muy pequeño y carbón. Solo posee material posthispánico: fragmentos de vidrio; restos de metal; un botón de plástico; un cartucho de bala; restos de ladrillo; arqueofauna (reconocible y astillas); restos arqueobotánicos.

Excavaciones en alero NW

El alero NW se abre hacia el sureste, tiene 8 m2 y desde la abertura se puede ver el costado norte de la casucha. Se excavó un área en forma de L invertida, a partir de tres cuadrículas de un metro cuadrado cada una. La cuadrícula S2 se planteó debajo de la línea de goteo de la roca, de modo que la mitad sur quedó fuera del alero y la mitad norte dentro. Las cuadrículas S7 y S8, permitieron ampliar la excavación hacia

En las UE 2 y UE 3 solo se hallaron restos posthispánicos y las matrices tienen mayor compactación.

- UE 2 (cuadrículas S2, S7 y S8): se desarrolla hacia el exterior e interior de la línea de goteo, la matriz está compuesta por limo arcilloso, marrón-grisáceo oscuro, con gran cantidad de raicillas, clastos pequeños y carbón. Se recuperó gran cantidad de materiales depositados de botellas enteras de base cuadrada; dos tiestos de cerámica vidriada colonial (Zorrilla y Puebla 2010); 15 fragmentos de loza whiteware; restos de metal (una caja de chapa, un mango de cuchara metálica y cápsulas de plomo); resto de papel; restos de cuero y un zapato de cuero; restos de ladrillo; arqueofauna (huesos largos y astillas); restos arqueobotánicos (Figura 5).

Figura 4: Matriz estratigráfica del Alero NW. Casucha Paramillo Las Cuevas. Elaborado con Matrix Harris Composer

- UE 3 (cuadrículas S2 y S7): se presenta hacia el interior del alero con pendiente hacia el fondo del mismo y corresponde a un fogón con limo con gran cantidad de carbón y ceniza en la parte superior. Se recuperó abundante cantidad de material: fragmentos de vidrio; dos fragmentos de loza whiteware (plato con decoración azul anular y floreal); dos botones de nácar y metal; restos de metal; un cartucho de bala; arqueofauna (reconocibles y astillas quemadas); restos arqueobotánicos.

Las UE 4 y UE 4.1, poseen abundantes materiales arqueológicos posthipánicos y presencia minoritaria de material prehispánico.

- UE 4 (cuadrículas S2 y S7): se desarrolla hacia el exterior e interior de la línea de goteo del alero y posee matriz de limo marrón oscuro, gran cantidad de clastos con hollín, carbón y raicillas. El material, pre y posthispánico, es abundante: fragmentos de vidrio (un botón de vidrio blanco); siete fragmentos de cerámica marrón de tradición indígena (Prieto Olavarría et al. 2017); un tiesto de loza whiteware (borde con decoración azul anular); restos de metal; una lasca lítica; fragmentos de ladrillo; restos de rocas de cal; un casquillo de bala; arqueofauna (reconocibles y astillas).

- UE 5 (cuadrículas S2, S7 y S8): se desarrolla hacia el interior del alero y la matriz es limosa de color marrón grisáceo, suelta, con carbón y escasos clastos y raicillas. Los materiales posthispánicos disminuyen y corresponden a: fragmentos de vidrio; un tiesto de cerámica Roja Fina colonial (Rovira y Gaitán 2010); tres fragmentos de loza whiteware; restos de metal; un botón de nácar y metal; restos de ladrillo; arqueofauna (reconocibles y astillas); restos arqueobotánicos.

Tabla 1: Cantidad (n) de elementos por tipo de material del alero NW, Casucha Paramillo de Las Cuevas. El signo * indica la presencia de restos muy pequeños (metal y arqueofauna menores a 5 mm de largo máximo) no incluidos en la contabilización. El signo ' mdica botón (en la cuadrícula S7 UE 4, uno de los 28 elementos corresponde a un botón de vidrio blanco)

Figura 5: Detalle de la UE 2 de la cuadrícula S8: dos botellas completas de base cuadrada y cuerpo troncopiramidal de ginebra Jurgen Peters (una con cápsula de plomo en el pico); dos bases cilíndricas verde del tipo bordolesa; un zapato de cuero. Escala: 20 cm.

- UE 6 (cuadrícula S2): corresponde a una alineación de rocas grandes a medianas orientadas este-oeste que apoya sobre la UE 4 y la separa de la UE 5.

- UE 7 (cuadrícula S2 y S8): apoya sobre la base del alero y la matriz es limo con ceniza, seca, suelta y gran cantidad de restos de carbón y troncos quemados. El material es prehispánico y corresponde a dos fragmentos de cerámica marrón.

- UE 8 (cuadrículas S7 y S8): es un rasgo de combustión con gran cantidad de carbón y troncos quemados, el material corresponde a fragmentos de vidrio y tres tiestos de loza whiteware.

- UE 9 (cuadrícula S7): es una capa de ceniza con material arqueológico termoalterado: fragmentos de vidrio; restos de ladrillo; restos de metal; arqueofauna (astillas); restos arqueobotánicos.

- UE 10 (cuadrícula S8): se restringe al sector noroeste de la cuadrícula y corresponde a una capa de cenizas con espículas de carbón y arqueofauna (astillas).

- UE 11 (cuadrícula S8): corresponde a una capa de ceniza con material arqueológico: fragmentos de vidrio; restos de ladrillo; resto de cuero; restos de metal; arqueofauna (astillas) (Figura 6).

Excavaciones en el alero NE

El alero NE es de menor tamaño que el NW, tiene 4 m2, se abre hacia el norte y da la espalda a la casucha. Se realizó una cuadrícula (S3) de un metro cuadrado. La mitad norte quedó fuera de la línea de goteo de la roca y la mitad sur en el resguardo. Se excavó hasta la roca base, aproximadamente a 40 cm de profundidad. Se excavaron cinco UE (1, 2, 3, 4, 5) (Figura 7). Todas las UE presentan materiales pre y posthispánicos. En la Tabla 2 se indica el número de elementos hallados para cada tipo de material.

- UE 1: la matriz es limo arenosa de color marrón, suelta, con gran cantidad de clastos de diversos tamaños (grandes, medianos y pequeños). El material es abundante: fragmentos de vidrio; un tiesto de loza whiteware; un fragmento muy pequeño de porcelana; un fragmento de cerámica Anaranjada Pulida del período incaico (Bárcena y Román 1990); restos de metal; restos de ladrillo; arqueofauna (astillas); restos arqueobotánicos.

Figura 6: Detalles de las excavaciones en las cuadrículas S 7 y S8. En la S8 se observan UE correspondientes a lentes de ceniza.

- UE 2: la matriz es limo arenosa, marrón, suelta, con materia orgánica vegetal y clastos. Los materiales corresponden a: fragmentos de vidrio; un fragmento de cerámica Anaranjada; restos de metal; restos de ladrillo; arqueofauna (astillas).

- UE 3: está formada por sedimento limo arenoso de color marrón, semi compacto y menos clastos. El material incluye evidencia pre y posthispánicas: fragmentos de vidrio; un tiesto de gres; un fragmento de cerámica Anaranjada Pulida; restos de metal; dos microlascas líticas; arqueofauna (astillas), restos arqueobotánicos.

- UE 4: es un rasgo con matriz limo arenosa, semi compacta, marrón con ceniza y carbón. El material es escaso: fragmentos de vidrio; un tiesto de cerámica Anaranjada Pulida; restos de metal; arqueofauna (astillas).

- UE 5: posee matriz limo arenosa de color marrón grisáceo, suelta, con grandes clastos, sin materiales arqueológicos.

Figura 7: Matriz estratigráfica del Alero NE. Casucha Paramillo Las Cuevas. Elaborado con Matrix Harris Composer.

Tabla 2: Cantidad de elementos por tipo de material, alero NE, Casucha Paramillo de Las Cuevas. La cerámica se abrevia Cer. El signo * indica la presencia de restos muy pequeños (metal y arqueofauna menores a 5 mm de largo máximo) no incluidos en la contabilización.

Materiales y métodos del análisis de los vidriosDe las excavaciones de los aleros NW y NE se recuperó un total de 1037 de restos de vidrio. El análisis se realizó a partir de criterios tomados de diversas propuestas metodológicas y se definieron categorías de análisis que permiten abordar aspectos tecnotipológicos, cronología y función, y otros relacionados con procesos postmanufactura.

- Rangos de tamaño. Fragmentos pequeños, menor a 2 cm; fragmentos medianos, entre 2 cm y 4 cm; grandes, entre 4 cm y 6 cm; muy grandes, con tamaño es mayor a 6 cm (Pineau et al. 2022). Solo se contabilizaron y no se analizaron los restos menores a 1 cm, a excepción de elementos diagnósticos como botones.

- Categoría de vidrio. Tipo (hueco, plano u óptico); tipo de objeto o recipiente (botella, vaso, frasco/tarro, tintero, florero, lente, entre otros). Para la identificación de los tipos de recipientes se consultaron los catálogos de Henríquez y colaboradores (2013), Moreno (1997), la página https://sha.org/bottle/typing.htm

- Estado de completitud. Fragmentado, completo.

- Color. Se usó la nomenclatura utilizada en diversas publicaciones (Bagaloni y Pedrotta 2010; Pineau et al. 2022). Complementariamente se utilizó el catálogo para vidrios Código 2 Reichenbach Colors (https://glasscolor.com/ glass-products /blowing-colors /reichenbach-

colors?color=16379), ya que es un código específico para coloración de vidrios. Se registró la variedad del color, determinada por el paso de la luz a través de la pieza: translúcida, transparente u opaca (Palomar 2016).

- Parte del recipiente. Pico, boca, anillo, cuello, hombro, pared, éntasis (parte más ancha o de mayor diámetro del cuerpo), push-up o decantador, base, y las posibles combinaciones como picada-base, labio-boca (Bagaloni 2017; Henríquez Urzúa et al. 2013; Jones 1971; García 2005; Ortiz Castro 2014; Traba 2012).

- Forma del perfil. Forma del labio: recto, invertido, evertido (McKearin y Wilson 1978 y Smith 1981, en Moreno 1997); forma del terminado o gollete: listón sencillo, listón liso, labio irregular con anillo, labio superpuesto, labio y anillos regulares, terminado en rosca, terminado corona (Bagaloni 2014; Ortiz Castro 2014); forma del hombro: recto u oblicuo; forma del borde: plano, curvo, simple o doble; forma del cuerpo: cilíndrico, recto, rectangular, globular, hexagonal, aguzado, prismático, tronco piramidal (Henríquez Urzúa et al. 2013; Moreno 1997); forma de la base: redondeada, terminada en punta (Henríquez Urzúa et al. 2013).

- Medidas de los recipientes/botellas: espesor, diámetro interno y diámetro externo de los fragmentos cilindricos y medidas internas en el caso de los fragmentos con otras secciones (p.e. cuadrangular y rectangular). En el caso de las piezas completas se consignó: altura total; altura al hombro; diámetro de base y de cuerpo en recipientes cilíndricos, ancho de base y cuerpo de recipientes cuadrados.

- Medidas de los fragmentos: espesor, diámetro, largo máximo y mínimo.

- Medidas de objetos: espesor, largo, ancho, diámetro máximo y mínimo.

- Marcas de manufactura. Burbujas (alargadas o cilindricas), marcas de arena en la superficie, lineas de torno, estrias en la pasta, hoyuelos, marca de pontil, gota, marcas de las herramientas utilizadas en la fabricación (como las pinzas o snap case) (Bagaloni 2014; Moreno 1997).

- Decoración. Sellos, marcas con ácido, etiquetas de papel. Motivo: letras, formas geométricas y figurativas, relieve, festoneado (festón vertical, línea serpenteada, decoraciones figurativas) (Bagaloni 2014; Henriquez Urzúa et al. 2013; Pineau 2012).

- Huellas postmanufactura. Clasificadas por su origen: químicas (pátina, desalcalinización, depósitos oscuros); fisicas por impacto (intemperización, raya, grietas, fracturas) (Palomar 2016; Pineau y Lois 2005) y biológicas (raíces, liquenes y hongos) (Palomar 2016).

El cálculo del número minimo de recipientes (NMR) y Número Mínimo de Botellas (NMB) se realizó con base a la propuesta de Bagaloni y Pedrotta (2010), que consiste en sumar las bases de las botellas, y de recipientes similares, y cotejarlos con la morfología y el color de los picos para definir su correspondencia con las bases. Además, las características tecnológicas o marcas de manufactura distintivas de los fragmentos permiten individualizar otros recipientes (Pedrotta y Bagaloni 2006).

La determinación del origen de los elementos y su función (p.e. contenedor de bebidas o alimentos, productos farmacéuticos, perfumería) se hizo a partir de la evaluación integrada de diversos atributos, como el color, forma, tamaño, huellas tecnológicas, logos, inscripciones y decoraciones en general (Henríquez Urzúa et al. 2013; https://sha.org/ bottle/typing.htm; Moreno 1997; Pineau 2012; Pineau et al. 2022). Se realizó el remontaje de los fragmentos con base en la propuesta de Ramos (1993).

Resultados del análisis del material vitreoVidrios del Alero NW

Se recuperó 331 fragmentos de recipientes, se analizaron n= 255 y los n= 76 restantes solo se contabilizaron ya que son menores a 1cm2. En la UE2 se pudieron realizar remontajes, siete fragmentos de botellas verdes oliva y cuatro de botella verde azulado, por lo cual el número total considerado para el análisis es de N= 246. También, se analizó un botón de vidrio blanco. La mayor cantidad y variedad de fragmentos se distribuyen en las primeras UE (cercanas a la superficie), las que presentan mayor cantidad y variedad de material arqueológico en general (Tabla 1). En estas, se presentan todos los colores de vidrio definidos para el alero: marrón, verde oliva, verde claro, verde azulado, verde manzana, verde agua e incoloros. Las UE más profundas (UE5, UE8, UE9, UE11) contienen menor variedad de colores: verde oliva, verde claro, verde azulado y vidrios incoloros (Figura 8).

El Número Mínimo de Recipientes (NMR) es de 37 y se definió la presencia de 14 tipos (Tabla 3), la mayor parte de ellos corresponden a botellas de bebidas alcohólicas y se identificó un botón de vidrio blanco.

Los vidrios más abundantes corresponden a botellas cilíndricas de color verde oliva (oscuras n= 106; claras n= 57), con un NMB total de 19 (sumando las verde oliva oscuras y la claras). Estas han sido definidas como botellas de vino (Pedrotta y Bagaloni 2006). Dos de las bases, de color verde claro y verde azulado, corresponden a la tipología bordolesa o Burdeos, ya que tienen Push-up moderada a profunda bien marcada. Esta forma se fabricó en Europa a principios y mediados del siglo XIX. El nombre del tipo proviene del uso de las botellas para el almacenamiento de vinos de la región francesa de Bordeaux, entre los cuales se encuentran el sauvignon, claret y sauterne. Se caracterizan por tener el cuerpo alto con hombros empinados, cuello corto y definido, y un pico con listón plano (https://sha.org/bottle/typing.htm). Otra base de mayor diámetro, es de color oliva oscuro y se corresponde con botellas tipo champagne (Figura 9). Esta tipología es la más abundante de sitios históricos de los siglos XIX y XX, fue utilizada para almacenar todo tipo de vinos y en ocasiones también cerveza (https:// sha.org/bottle/typing.htm). Tiene la picada menos desarrollada, la cual se reduce hasta desaparecer a partir del siglo XX (https://sha. org/bottle/typing.htm). Tanto las bordolesas como la de champagne, fueron producidas de manera masiva entre 1850 y 1890 (Pedrotta y Bagaloni 2006).

Figura 8: Número total de fragmentos de vidrios por color y por UE. Alero NW cuadrículas S2, S7, S8.

En segundo lugar, de abundancia, se recuperaron 26 restos de vidrio verde oliva oscuro, los que corresponden a NMB= 4 limetas o botellas de ginebra (de cuerpo conforma troncopiramidal y base cuadrada). Se trata del Tipo 2 propuesto por Moreno (1997) y tienen una cronología aproximada entre 1830 y 1900. Fueron fabricadas en molde profundo de soplado de dos partes y se caracterizan por: ausencia de pontil; marcas de costura en los hombros; marcas de pinza snap case en la base; pico agregado con lipping tool o pinza de vidriero. Tres de ellas están completas (Figura 3 y Figura 10). La llave de decoración y las inscripciones indican que corresponden a botellas de ginebra Jurgen Peters originarias de Schiedam (Holanda). Esta bebida que fue importada principalmente desde Holanda al Río de la Plata entre el siglo XVIII y el XIX (Schávelzon 1991). También se identificó cuatro fragmentos de color verde claro transparente, de paredes rectas que corresponderían a botellas de ginebra (Moreno 1997), aunque no presentan elementos diagnósticos de forma o marcas que permitan ajustar origen y cronología.

Tabla 3: Cantidad de fragmentos, número mínimo de recipientes (NMR) y cantidad de objetos del alero NW. Notas: * Número Mínimo de Objetos.

Figura 9: De izquierda a derecha: base verde oscuro con forma de botella tipo champagne; base verde claro son forma de botella tipo bordolesa; base verde azulado con forma de botella tipo bordolesa (C). Alero NW, Cuadrícula 8, UE4.1.

Figura 10: Botellas de ginebra Jurgen Peters de color verde oscuro. Detalles de inscripciones y figuras. Alero NW, CuadrículaS8, UE4.1.

Se recuperó 18 fragmentos de color marrón y forma cilindrica, con un NMB es de tres botellas. Este color es común en botellas producidas entre los siglos XIX y XX, si bien no es usual encontrarlo en botellas anteriores a 1890. Se hicieron más comunes a partir de 1920 y es el color preferido para las botellas de cerveza ya que proporciona buena protección de la luz (Ortiz Castro 2007).

Los fragmentos de color verde azulado son 16 y el NMB es de una botella. Esta coloración ha sido asociada a contenedores de bebidas alcohólicas (Ortiz Castro 2007). La forma de la base indica que corresponde al tipo bordolesa (Figura 9). Presenta abundantes burbujas alargadas y de gran tamaño (algunas de 1 cm de largo), lo que da cuenta del proceso de fabricación de soplado en cilindro, en el cual las burbujas son más alargadas a causa del proceso de insuflado (DelFAcqua 2004, en Ortiz Castro 2007). Se plantea que generalmente las burbujas son de forma esférica debido a la presión hidrostática de la masa, pero si se reduce la temperatura y aumenta la viscosidad se generan burbujas alargadas (Morales 2017). Cabe destacar que, del total de fragmentos del alero, n= 49 presentan burbujas esféricas muy pequeñas y en baja adundancia. Estas se presentan en botellas fabricadas manualmente y de forma automatizada (Traba 2013).

Los fragmentos incoloros transparentes corresponden a: un vaso con decoración festoneada con huellas de intemperización y desalcalinización (Figura 11); un fragmento

pequeño de botella; un fragmento cilindrico; un fragmento con borde en ángulo. Investigaciones sobre material vitreo recuperado de sitios de La Pampa y la ciudad de Mendoza, se han basado en publicidades de fines del siglo XIX y principios del XX, y proponen que los elementos transparentes, y de tonalidades azules, rosa, lila y amarillo, corresponderian a recipientes de perfumeria, farmacia y agua mineral (Garcia 2005; Pineau et al. 2022; Zorrilla et al. 2018), por lo cual, el fragmento cilindrico podria corresponder a una botella de agua mineral y el angular a un frasco de perfumeria o farmacia.

Figura 11: Vaso incoloro con decoración festoneada y huellas de intemperización y desalcalinización. Alero NW, cuadrícula S8 UE 4.1. Escala: 1 cm.

En la UE 4 (cuadrícula S7) se halló el único fragmento de botón de vidrio presente en el sitio. Corresponde a un borde (9 mm de alto, 6 mm de ancho y 3 mm de espesor) de vidrio blanco opaco (distribución uniforme de la pasta) y cuenta con un agujero pequeño fracturado. Sus atributos se corresponden con los botones fabricados en moldes automáticos durante fines del siglo XIX y comienzos del XX (García 2005).

En cuanto a las huellas de alteraciones postmanufactura, 331 fragmentos (Tabla 4) presentan alteraciones. Las físicas son las más abundantes y se relacionarían con fracturas in situ y por el pisoteo debido al reuso del alero.

En relación al tamaño de los restos, en las cuadrículas S2 y S7 se observa una predominancia de los tamaños muy pequeños, seguidos de los pequeños y medianos, mientras que los de tamaño grande son menos frecuentes4. Esta relación es inversa en la S8 (Tabla 5). Las cuadrículas S2 y S7 están ubicadas en la mitad noreste del alero, a diferencia de la S8 ubicada al noroeste, por lo cual es posible que la diferencia de tamaños puede estar relacionado con el acceso y uso diferencial dentro del espacio cubierto o bien por reuso de las piezas. Esto deberá ser evaluado a partir del análisis de los lascados en los fragmentos y su relación con prácticas de reuso y/o con los procesos postdepositacionales (como el pisoteo).

Las huellas por intemperización son muy escasas (n= 2) y se producen por las condiciones de frío, calor, luz solar, lluvia, barro, erosión eólica (Pineau y Lois 2005). Las huellas químicas, corresponden a procesos de desalcalinización (Figura 11), otorgan un aspecto tornasolado o pátina (Palomar 2016) y son el resultado de las condiciones de temperatura y la matriz de depositación (Pineau y Lois 2005). Las alteraciones biológicas son menos frecuentes y se presentan como raíces adheridas a los fragmentos.

Tabla 4: Alteraciones postdepositacionales de los vidrios del alero NW, Casucha Paramillo de Las Cuevas.

Tabla 5: Tamaño de los fragmentos de los vidrios del alero NW, Casucha Paramillo de Las Cuevas.

Vidrios del Alero NE

Del alero NE se obtuvieron 707 restos, de los cuales se analizaron n= 356 y solo se contabilizaron n= 351 ya que son menores a 1 cm2. Se remontaron siete fragmentos de vidrio verde oliva y seis de color verde claro, por lo cual el número total considerado para el análisis es de N= 345.

La mayor cantidad y variedad de fragmentos se distribuyen en la primera unidad estratigráfica (Figura 12), donde se presentan todos los colores descriptos para el alero NW y se suman nuevos: rosa claro y lila claro. Por su parte, las UE más profundas contienen menor cantidad y variedad de colores, y predominan los de color verde oliva, verde claro, verde azulado y los incoloros.

Del total de restos analizados se definió un MNR de 26 (Tabla 6). Los restos más abundantes (n= 138) corresponden a botellas cilindricas de color verde oliva tipo botella de vino bordolesa con un NMB= 6. Los restos incoloros son menos abundantes (n= 52) y corresponden a botellas (NMB= 7) y frascos (MNR= 3). En el primer caso, corresponderian a botellas de gaseosa y/o

agua mineral del siglo XX, ya que presentan el número 3 dentro de un circulo y el signo de copyright© en relieve, utilizado desde 1952 tras la adopción de la Convención Universal sobre Derecho de Autor y hasta 1989 (https://logos-marcas.com/copyright-logo/). En el caso de los tres frascos, corresponderian a recipientes de farmacia o perfumería (Zorrilla et al., 2018).

Los otros restos corresponden a fragmentos color marrón de botellas de cerveza, bordolesa de color verde azulado y botellas de color verde manzana. En el caso de los recipientes de color lila y rosa claro corresponderian a frascos de perfumeria o farmacia (Pineau et al. 2022; Zorrilla et al. 2018). Uno de los fragmentos rosa claro presenta una inscripción en relieve, aunque es ilegible debido al pequeño tamaño del fragmento.

Figura 12: Cantidad de fragmentos de vidrios por UE, cuadrícula S3, alero NE.

En relación a las alteraciones postmanufactura, todos los restos presentan huellas físicas (Tabla 7). De la muestra total, en todas las cuadrículas se observa la predominancia de los tamaños muy pequeño, pequeño y mediano, mientras que los tamaños grandes son poco abundantes (Tabla 8). Como se mencionó para el alero NW, deben evaluarse los lascados y su relación con prácticas de reuso y/o con los procesos postdepositacionales.

Tabla 6: Cantidad de fragmentos y número mínimo de recipientes del alero NE.

Tabla 7: Alteraciones postdepositacionales de los vidrios del alero NE, Casucha Paramillo de Las Cuevas.

Tabla 8: Tamaño de los fragmentos de los vidrios del alero NE, Casucha Paramillo de Las Cuevas.

En este alero, las huellas por intemperización (n= 18,5%) son más abundantes que en el NW, mientras que las huellas químicas son menos frecuentes (están representadas por la desalcalinización). Las huellas biológicas son inexistentes en este alero, lo que se explicaría por su orientación al norte, mayor insolación, por lo cual habría menor concentración de humedad.

Discusión

Primera aproximación a la ocupación de los aleros en el sector de la Casucha de Paramillo de Las Cuevas

Los resultados obtenidos de las excavaciones arqueológicas de ambos aleros permiten definir de forma preliminar su secuencia ocupacional.

El alero NW presenta una secuencia de 12 unidades estratigráficas entre las que destacan fogones, capas de ceniza, una hilera de rocas y sectores de acumulación de material pre y posthispánico, lo que permiten proponer que este reparo fue ocupado durante siglos y desde el período prehispánico. Las UE más cercanas a la superficie (UE 1, UE 1.1) presentan características que indicarían procesos de remoción en contextos depositacionales poco desarrollados y en los que predominan ampliamente restos de los siglos XIX y principios del XX: botellas, gres y loza whiteware, producidos y distribuidos durante el siglo XIX y principios del XX. La evidencia de ocupaciones prehispánica se manifiesta en el fragmento de punta de proyectil lítica. Las UE 2 y UE 3 posee gran cantidad de material arqueológico exclusivamente posthispánico y abundante presencia de botellas producida entre mediados del siglo XIX y principios del XX. Específicamente, la UE 2 tiene tres botellas enteras y una con escasas fracturas, y el material se dispone de forma horizontal, lo que indicaría el bajo impacto de procesos de remoción postdepositacionales. Las UE 4, 5, 6, 8, 9, 10, 11, más profundas, se caracterizan por rasgos de ceniza y de combustión, con presencia mayoritaria de restos de los siglos XIX y XX (botellas de vidrio, botón de vidrio blanco y loza whiteware) y disminuye la cantidad de materiales en relación a las UE anteriores. La cerámica Roja Fina de producción colonial -de amplia distribución en América y Europa- y la marrón de tradición indígena, evidencian la alteración de ocupaciones precedentes. Por su parte, la UE 7 apoya sobre la base del alero y solo posee cerámica marrón de tradición indígena, lo que indicaría una ocupación prehispánica o colonial, sin presencia de restos del siglo XIX y XX.

El alero NE es más pequeño, presenta una secuencia ocupacional acotada de cinco UE y se recuperó gran cantidad de restos arqueológicos, especialmente vítreos en UE 1 y UE 3. Como en el alero NW, las unidades más superficiales presentan características que indicarían procesos de remoción en contextos depositacionales poco desarrollados. La UE 1 presenta botellas producidas durante el siglo XIX y en menor cantidad las manufacturadas en el siglo XX, a lo que se suma loza whiteware del siglo XIX. En estas unidades, la presencia de cerámica Anaranjada Pulida característica del período de dominación Inca, correspondería a restos de ocupaciones relacionadas con el tránsito por el Qhapac Ñan.

En la UE 3 y la UE 4, se observa la presencia de un rasgo de combustión y la disminución de los materiales arqueológicos. Los vidrios corresponden principalmente a botellas producidas en el siglo XIX y principios del XX, al igual que el tiesto de gres. En estas unidades, continúa la presencia de cerámica Anaranjada Pulida y se suman lascas líticas, posiblemente asociadas a la circulación en momentos prehispánicos.

La abundancia de restos vítreos en estos reparos debe ser analizada a la luz de los patrones de descarte. En ambos aleros destaca la alta fragmentariedad, y aunque se realizaron remontajes, estos no fueron abundantes. A partir de la evidencia recuperada en contextos habitacionales en otras regiones de la Argentina, se plantea que la fragmentariedad de los vidrios se debe a las prácticas de descarte de objetos de poca vida útil (Pineau et al. 2022). Por otra parte, el buen estado de conservación de algunas botellas, como las de ginebra Jurgen Peters (UE2, cuadrícula S8), indicaría prácticas de descarte de botellas reutilizables, tal como ocurre en sitios de principios del siglo XX (Pineau et al. 2022). Como se mencionó anteriormente, será necesario realizar el análisis de los lascados en los fragmentos de vidrio para evaluar su relación con prácticas de reuso y/o con los procesos postdepositacionales.

La evidencia de la ocupación de los abrigos rocosos en momentos posthispánicos en el área, se complementa con la información histórica y arqueológica. En primer lugar, porque las casuchas no siempre fueron el mejor lugar para pernoctar y, en segundo lugar, porque las villas cordilleranas se fundaron en la primera mitad del siglo XX, lo que obligó a ocupar espacios estratégicos. Relatos de viajeros del siglo XIX mencionan las malas condiciones de mantenimiento de las postas debido al vandalismo (Martínez 1962). La crónica de Miers de la primera mitad del siglo XIX, indica que estas estructuras eran insalubres y que era mejor acampar en el exterior (Miers 1978). Por otra parte, en la fotografía de la Casucha de Paramillo de Las Cuevas de Cristiano Junior de 1881 (Archivo Histórico de Mendoza), se observa el acampe y ocupación del espacio en el espacio exterior de la casucha (Figura 13). En cuanto a la información arqueológica, existe evidencia del uso de este tipo de reparos en momentos posteriores a la conquista europea tanto en sitios de precordillera como de las pampas de la precordillera mendocina (Chiavazza 1995, 2006).

El impacto de la globalización en los siglos XIX y XX en la ocupación de la Casucha Paramillo de Las Cuevas

Los resultados obtenidos del análisis vítreo indican que el sector fue ocupado entre el siglo XIX y principios del XX. Si se considera que en cada uno de los reparos se excavó menos de la mitad de la superficie disponible y que el NMR total de ambos aleros es de 64, es posible pensar en un número mayor de recipientes y elementos para este lapso de tiempo. Esta evidencia, permite comenzar a explorar el impacto del aumento del comercio de bienes industrializados entre ambas vertientes cordilleranas y, específicamente, su consumo en este sector de alta montaña.

Las actividades realizadas en este área entre el siglo XIX y principios del XX, estuvieron relacionadas con el paso de viajeros y el comercio con recuas de mulas cargadas. En la segunda mitad del siglo XIX, se sumó la necesidad de aceleración de las comunicaciones y de la integración económica del territorio, lo que impulsó el desarrollo de grandes obras de ingeniería en la alta montaña como la construcción del telégrafo y del Ferrocarril Trasandino. Ambas obras fueron desarrolladas por los hermanos chilenos Juan y Mateo Clark. El telégrafo se comenzó a construir el año 1869 y hacia 1877 se seguía trabajando (Lacoste 2013: 111). En el caso del Trasandino y sus estaciones, las obras comenzaron en 1887 (Lacoste 2013). Luego de diversos problemas (negociaciones, tratados, conflictos bélicos internos y binacionales, entre otros) que retrasaron la construcción, los tramos se finalizaron en: 18921893 desde Río Blanco a Punta de Vacas; 18931902 desde Punta de Vacas a Puente del Inca; 1902-1903 desde Puente del Inca a Las Cuevas (Lacoste 2013: 115). El Transandino se habilitó completo el año el 1910 con la apertura del Túnel de La Cumbre (Lacoste 2013).

Estas actividades ligadas a la construcción, aumentaron la cantidad de personas que habitaron la montaña durante ese lapso. Fueron miles los trabajadores involucrados, ya que la sola construcción del túnel de la Cumbre estuvo en manos de mineros argentinos y chilenos, estimados en 1700 trabajadores (Lacoste 2013: 37, 119). Las condiciones de vida de los trabajadores del ferrocarril fueron muy duras. La altura (3200 msnm en el caso del túnel de la Cumbre) y el clima riguroso (nevadas invernales) causaron grandes penurias, además

de los malos tratos que sufrieron por parte de los capataces. La gravedad de las condiciones de aislamiento, debido al bloqueo producido por las nevadas, empeoró las condiciones laborales y generó complicaciones de abastecimiento de comida y combustible (Lacoste 2013). En Argentina, la epidemia de cólera y la quiebra de la sociedad de los Clark, tuvo consecuencias negativas entre los obreros (Lacoste 2013: 118119). Del lado chileno esto condujo a que, en 1889, los trabajadores tomaran medidas de fuerza, las "que en julio de 1890 terminaría por transformarse en la primera huelga general de la historia de Chile" (Grez 1997: 742-750, en Lacoste, 2013: 118).

Figura 13: Fotografía de Cristiano Junior de la Casucha de Paramillo de Las Cuevas de 1881.

Archivo Histórico de Mendoza.

En este marco, la Casucha Paramillo de Las Cuevas, ubicada entre las estaciones del Trasandino Desvío Las Leñas (2,5 km de distancia) y Las Cuevas (a 4,3 km y última localidad antes del túnel de La Cumbre), pudo constituir un lugar relevante para la ocupación de trabajadores involucrados en la construcción del ferrocarril y del telégrafo.

Vidrios arqueológicos y el consumo de alcohol en alta montaña en los siglos XIX y principios del XX

Como se ha descrito anteriormente, la mayor parte del registro vitreo recuperado de las excavaciones corresponde a botellas de bebidas alcohólicas, entre las que destaca la variedad de formas, colores y posibles contenidos. Las botellas recuperadas en los contextos -las de vino del tipo bordolesa y champagne, las botellas de ginebra Jurgen Peters producidas en Holanda y las botellas de cerveza- fueron producidas entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX. Con menor frecuencia se encuentran restos de botellas de gaseosa o agua mineral producidas en la segunda mitad del siglo XX. La cantidad y variabilidad de este registro, contrasta con la escasez de otro tipo de recipientes (comida, farmacia, perfumeria). Esto, permite proponer el consumo de bebidas alcohólicas en el sector. La evidencia documental indica que esta actividad se habria realizado con fines estimulantes, ya que las condiciones de altura y las inclemencias climáticas requirieron el consumo de alcohol. Esta práctica está documentada entre las prácticas de los viajeros que hicieron el Paso de Uspallata, como la crónica de Francis Ignacio Rickard del 1862, donde se describe el consumo de oporto al llegar a la cima del Paso de La Cumbre luego de sortear una peligrosa tormenta a más de tres mil metros de altura:

"Bajando unos cincuenta pasos por el lado oriental hicimos un alto, y abrimos una botella de oporto, y puedo asegurarle al lector que nunca en mi vida he gozado de un estimulante igual al de un largo trago de esa bebida: fue como si me hubiera dado una nueva existencia, y volvió a poner en movimiento la sangre semicongelada de mis venas. Los extremos de la nariz y las orejas habian perdido toda sensibilidad, y estaban blancos y helados, pero el arriero los frotó con un puñado de nieve y así se restauró la circulación, con lo que empecé a sentirme un poco mejor" (Rickard 1999 1862: 61).

Hay que destacar que, en la primera mitad del siglo XX, ya se mencionaban los efectos perjudiciales del consumo del alcohol en altura (Haigh 1920), debido a los efectos de deshidratación que produce este tipo de bebida bajo condiciones de esfuerzo fisico en este tipo de ambientes.

La gran presencia de botellas contenedoras de bebidas alcohólicas en el sector se asocia al desarrollo de la actividad comercial de Mendoza durante gran parte del siglo XIX. A partir de información documental, Pineau (2010) analizó la circulación de las bebidas alcohólicas en Mendoza en ese lapso, especialmente en la frontera sur, ya que desde 1784, Mendoza fue la principal productora de aguardiente y vino junto a la vecina San Juan (Martínez Perea 1996: 142, en Pineau 2010). La circulación era amplia y abarcaba desde Santiago de Chile hasta Buenos Aires, incluyendo ciudades intermedias como Córdoba, Santa Fe, Rio Cuarto, Rosario, San Luis y San Nicolás de los Arroyos. Desde la segunda década del siglo XIX, Mendoza comerció vino y aguardiente y era receptora de cerveza, caña, ginebra, licor, champagne y ron, procedentes de Buenos Aires, San Luis y Chile (Pineau 2010). En cuanto a los contenedores, el transporte de los productos locales (vino y aguardiente), se hacia en barriles y se registra el acarreo de botellas vacias desde Buenos Aires, las que se habrian usado para envasar productores locales (Pineau 2010).

Un aspecto relevante, es que no se puede establecer con certeza el contenido de las botellas. Debido a la escasez de envases, era frecuente la práctica de rellenado de botellas con diversas bebidas (Pedrotta y Bagaloni 2007), por ejemplo, las botellas verdes de vino como las bordolesas fueron reutilizadas para rellenar con aguardiente y cerveza (https:// sha.org/bottle/typing.htm).

La presencia de vidrios y las prácticas de consumo, especialmente de alcohol, han sido ampliamente estudiadas en la región pampeana, incluyendo zonas rurales en la Pampa y en la frontera interétnica pampeano-patagónica durante el siglo XIX y la primera mitad del XX (Bagaloni y Pedrotta 2010; Pedrotta y Bagaloni 2006; Pineau et al. 2022; entre otros). El registro vítreo ha sido recuperado en los más diversos contextos: zonas con fuerte intercambio

comercial como el pueblo de inmigrantes de Miró, surgido en la estación de tren en la región homónima del norte de la provincia de La Pampa (Pineau et al. 2022); en corrales de piedra en el sistema serrano de Tandilia, cuya funcionalidad se relacionaría con la actividad pecuaria, vivienda y vigilancia, entre otros (Bagaloni y Pedrotta 2010).

En el contexto local, los trabajos han sido menos abundantes. En la zona precordillerana se indagó sobre el consumo de alcohol y productos medicinales entre poblaciones mineras, las que se centraban en el consumo en actividades relacionadas con la alimentación y el cuidado dentro de las unidades domésticas (Chiavazza y Prieto Olavarría 2008; Sironi 2017).

Conclusiones

La posta colonial Casucha Paramillo de Las Cuevas, es una de las pocas en pie de las construidas a fines del siglo XVIII en el marco de las mejoras del camino de alta montaña Paso de Uspallata, que unía la Capitanía General de Chile con Mendoza y términos más amplios, permitía la comunicación entre los océanos Atlántico y Pacífico. Estas, fueron levantadas con el objetivo de funcionar como refugios durante todo el año, para el correo real, los viajeros y para el tráfico de productos que realizaban los arrieros.

El paso por el sector se remonta a momentos prehispánicos y hasta el siglo XX, tal como se registra en los antecedentes del área y en la secuencia ocupacional de los dos aleros excavados en el sector. A principios del siglo pasado, las comunicaciones entre Argentina y Chile se transformaron debido a la construcción del Ferrocarril Trasandino y el telégrafo. Estas grandes obras se desarrollaron en el marco de la inserción definitiva de la región dentro del sistema capitalista lo cual impactó en el aumento del comercio de bienes industrializados y la circulación de personas en el sector de alta montaña. Esto, se plasma en la evidencia arqueológica recuperada en los aleros, lugares estratégicos que fueron ocupados durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. Los resultados obtenidos, permiten plantear que estos reparos fueron relevantes para la subsistencia en este ambiente extremo y donde no existieron centros poblados hasta la primera mitad del siglo XX. Respecto a quienes ocuparon estos lugares, la documentación referencia a viajeros y arrieros, aunque la evidencia indica que también pudieron hacerlo trabajadores involucrados en la construcción del telégrafo y el Ferrocarril Trasandino. Ambas obras -incluida la construcción del túnel internacional en Las Cuevas (34000 msnm)- involucró el trabajo de miles de personas, quienes vivieron en condiciones de aislamiento, padecieron las inclemencias climáticas propias de la cordillera y el maltrato laboral.

La gran cantidad y diversidad de vidrios recuperados en estos reparos, los resultados obtenidos en relación a la cronología de producción entre mediados del siglo XIX y principios del XX y el origen foráneo de algunas botellas, evidencian la relevancia adquirió Mendoza en el comercio bioceánico desde fines del siglo XVIII. Por otra parte, las prácticas de consumo de alcohol en alta montaña habrían estado ligadas a su uso como estimulante, concretamente para aliviar los efectos del frío y congelamiento, tal como está documentado en relatos de viajeros.

Con este trabajo, se hace una de las primeras contribuciones, desde la disciplina arqueológica, al análisis de las ocupaciones de la alta montaña en momentos posthispánicos; las personas,

Agradecimientos:

Esta investigación es financiada por los proyectos SIIP UNCUYO 2020-2022 y 2022-2024 "Agentes y usos del patrimonio material e inmaterial de la alta montaña. Materialidades de los siglos XVII, XVIII, XIX y XX". Agradecemos a los integrantes del Laboratorio de Arqueología Histórica y Etnohistoria (FFyL, UNCUYO) y del Centro de Investigaciones Ruinas de San Francisco (Área Fundacional de Mendoza): Vanesa Guajardo, Leonardo Castillo, Sebastián Silvestri. A las estudiantes que participaron en labores de campo y laboratorio: Agustina Arenas, Zoe Gelblung, Federica Pohl, Natasha Estévez, Belén Lucero. A Marcos Quiroga y Lorena Puebla por la ayuda brindada durante la elaboración de este trabajo. Agradecemos a quienes evaluaron la primera versión del manuscrito y ayudaron a mejorarlo.

Notas

1 Para una revisión completa de antecedentes c onsultar Terraza et al. 2021.

2 https://www.unidiversidad.com.ar/el-nino-de-las-cuevas

3 Muy grande (80 a 50 cm largo máximo), grande (49 a 20 cm máximo), mediano (19 a 10 cm largo máximo) y pequeño (9 a 1 cm largo máximo).

4 Las referencias bibliográficas a los tipos cerámicos materialidades y prácticas asociadas; al impacto de la inserción de la región en el sistema económico global desde la segunda mitad del siglo XIX.

Presentado 13/02/2023

Recibido con correcciones 29/07/2023

Aceptado: 04/08/2023

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5 El tamaño pequeño de los fragmentos de gran parte de la muestra, podría explicar la ausencia de sellos, etiquetas y otros atributos de identificación, los que desde mediados del siglo XIX fueron relevantes ya que, en los países industrializados, las marcas se asocian con mecanismos de comercialización relacionados con la creación de hábitos de consumo (Lluch 2013: 6, en Pineau et al. 2022). Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Olavarría. [ Links ]

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