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Revista del Museo de Antropología

versão impressa ISSN 1852-060Xversão On-line ISSN 1852-4826

Rev. Mus. Antropol. vol.10 no.1 Córdoba jun. 2017

 

ANTROPOLOGÍA SOCIAL

Enganchar, llamar la atención y acumular en una feria de comidas de Córdoba

Engaging, attracting attention and accumulating in a food fair in Córdoba, Argentina

José María Miranda Pérez*

*Departamento de Antropología, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. E-mail:josemari199@hotmail.com

Recibido 12-03-2017. Recibido con correcciones 10-05-2017. Aceptado 24-05-2017

Resumen

Este artículo explora el potencial descriptivo y analítico que el enganchar, el llamar la atención y el acumular (como prácticas locales de seducción y multiplicación) ofrecen para la comprensión de las relaciones de venta, comensalidad y organización de la Feria de los Patos (una pequeña feria dominical de comidas de la ciudad de Córdoba, Argentina). Esta Feria ha sido generalmente entendida como un espacio informal de migrantes de origen peruano, sin embargo, mí interés es acercarme a ella como un ensamblaje de colectivos, intereses y actividades diversas, que pone en circulación una idea particular del comercio, haciendo de las transacciones económicas y los compromisos afectivos, así como del consumo y la producción, prácticas indistinguibles entre sí. A través de un recorrido etnográfico por los puestos y los modos en que éstos se vinculan con la familia, las comidas y los clientes, introduciré el papel crucial que estas prácticas de seducción cumplen en el establecimiento de relaciones de afinidad y comercio. Cuestión que me lleva a discutir el lugar fundamental que éstas tienen en la organización y sostenimiento de la Feria de los Patos cada domingo.

Palabras clave: Feria; Comidas; Afectos; Abundancia; Multiplicación

Abstract

This article explores the descriptive and analytical potential that engaging, attracting attention and accumulating (as local practices of seduction and multiplication) provide for the understanding of the relationships of commerce, commensality and organization of La Feria de los Patos (a small Sunday food fair of the city of Córdoba, Argentina). This Fair has generally been understood as an informal area of ​​peruvian migrants; however, it is my interest to approach it as an assemblage of collectives, interests and diverse activities, which puts into circulation a particular idea of ​​commerce, making economic transactions and affective commitments, as well as consumption and production, practices indistinguishable from each other. Through an ethnographic journey through the stalls and the ways in which these are linked with the family, the meals and the clients, I will introduce the crucial role that these seduction practices play in establishing of affinity and commerce relationships. A issue that leads me to discuss the fundamental place they have in the organization and maintenance of La Feria de los Patos every Sunday.

Keywords: Fair; Food; Affections; Abundance; Multiplication

Un domingo charlando con Juan, vendedor en una pequeña feria de comidas en la que hice trabajo de campo para mi tesis de licenciatura1, éste comentaba entusiasmado lo contento que estaba por el evento de aquel día. Se refería a una radio abierta, organizada por algunos estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba en el mismo predio en el que se hace la Feria de los Patos. En ella se pasó música, hubo entrevistas y se hicieron algunas rifas:

"Es una cosa muy linda y espero que se repita de nuevo, porque nos beneficia a todos en la feria. La música engancha a la gente, llama su atención y los acumula en la isla. Esto es indispensable para las ventas, porque más movimiento es más gente y más gente es más clientes".

Estas palabras quedarían resonando en mi cabeza y con el transcurso del tiempo lograría comprender por qué. Ellas resumían con una claridad inusitada un 'ethos feriante' presente en las relaciones de comensalidad, ventas y parentesco de la Feria, al mismo tiempo que dibujaban los elementos de su organización en un sentido más general, como espero mostrar a lo largo de este artículo.

La Feria de los Patos se monta todos los días domingos en la Isla de los Patos, un espacio parquizado, ubicado en un área urbana de la ciudad de Córdoba caracterizada por su composición migrante. Si bien, ésta convoca a vendedores y visitantes de orígenes diversos (incluyendo peruanos, bolivianos y argentinos), y no sólo se comercian comidas sino también ropa, bisutería entre otras cosas, el mayor atractivo y aquello que la identifica con el público en general es la ventade platos, bebidas y postres de origen peruano. La Feria, asimismo, convive con actividades realizadas por diferentes instituciones y grupos, las cuales van desde las 'intervenciones comunitarias' que realizan ONG como CECOPAL, pasando por las periódicas visitas de distintos partidos políticos haciendo trabajo proselitista2, hasta la recurrente presencia de congregaciones evangélicas dedicadas a tareas pastorales entre vendedores y visitantes. Así como, y en cada vez mayor número, estudiantes de escuelas y universidades locales que se acercan con proyectos vinculados a sus instituciones, disciplinas y la identidad migrante de la zona3.
Es en este contexto, que combina una importante identificación 'peruana' de la Feria con un abanico diverso de grupos y actividades, que las palabras de Juan hacen sentido, explicando cómo esta 'complejidad' se conecta cada domingo con los puestos y las ventas. Si bien es cierto, que comentarios de este tipo sólo aparecen en los momentos en los que a la Feria se le engancha una actividad no organizada por las vendedoras, éstos resuenan con mucha fuerza en las lógicas que organizan las prácticas cotidianas de los puestos: cuando son armados, cuando se acomoda la mercadería, cuando se negocia con las compañeras de puesto, cuando se calculan los beneficios de una actividad no comercial en la Isla.

Es siguiendo las implicaciones de las palabras de Juan, que me gustaría proponer que enganchar, llamar la atención y acumular pueden ser tomados como los elementos de una lógica feriante, la cual define los modos en que se organizan los puestos, las ventas y la Feria en su conjunto, así como su vínculo con las actividades no-comerciales que otros colectivos4 llevan a cabo eventualmente en la Isla. Lo que intentare mostrar en lo que sigue, utilizando diferentes materiales de campo, es qué lo que determina si un puesto u otra actividad ha enganchado con éxito en la Feria, es su capacidad de llamar la atención de la gente, contribuyendo a su concentración y circulación en la Isla. Desde el punto de vista de las vendedoras (y de la Feria en general) no serían las ventas, en principio, las que atribuyen 'valor' a un colectivo o práctica (se trate de un puesto, un evento musical o un discurso partidario), debido a que éstas dependen del movimiento y la acumulación de visitantes, así como de todo aquello que sea capaz de propiciarlos. Cuestión muy importante para comprender el mencionado carácter abierto de la Feria, expresado en la incorporación de actividades que sin propósitos comerciales son valoradas positivamente por las vendedoras por su capacidad de enganchar a la gente.
Como explícita Juan en la cita, el movimiento y la acumulación se producen porque la gente se engancha con algo (una radio abierta en este caso). ¿Pero qué es enganchar en los términos que la Feria nos está proponiendo? Siguiendo las palabras de Juan: enganchar es llamar la atención de la gente y acumularlos. El enganche describe un proceso de captura temporal de la atención de los potenciales clientes y la posibilidad de su multiplicación. La variedad de los procedimientos utilizados para llamar la atención y acumular la gente es aquello que define, en buena medida, las artes de la venta en la Feria. No podríamos entender la preocupación cotidiana de las vendedoras en cómo se arman los puestos, se acomoda la mercadería, se hacen y ofrecen las comidas, se trata a los clientes, sin considerar el permanente trabajo de seducción desplegado para abrir y multiplicar las ventas. 

Como he mencionado, la ubicación de la Feria, en el medio de barrios conocidos por su población migrante, sumado al origen peruano de una buena parte de susvendedoras, visitantes y comidas, han hecho que a ésta se la conozca, a través de diferentes medios e instituciones locales, como un lugar de peruanos. Esta identificación identitaria contrasta con aquello que las propias vendedoras dicen sobre la Feria, al señalar la importancia de su composición heterogénea. Ellas son las primeras en considerar todos

los grupos y actividades en juego cada domingo, observando cuidadosamente las maneras en cómo los puestos, pero también las congregaciones evangélicas, los partidos políticos, los estudiantes de la universidad, ocupan la Isla. Y preguntándose cómo éstos influyen y contribuyen al movimiento de las ventas, o en otras palabras, cómo son capaces de enganchar a la gente: cómo los humos de las parrillas atraen comensales a las filas de los puesto; cómo el testimonio de los hermanos evangélicos o el discurso de un político ayudan a acercar potenciales clientes a los comedores;  cómo la forma y el lugar desde el que se pregona una comida es capaz de llenar una mesa o, por el contrario, de vaciarla; cómo el tratar bien a un cliente, dándole una yapita  o sonriéndole, es capaz de hacer que regrese al puesto y eventualmente se convierta en un caserito. Esta importancia dada a la constitución heterogénea de la Feria, describe un entendimiento local de qué lo que permite el bienestar y el crecimiento de los puestos y las ventas, es la capacidad que tienen las comidas, las formas de tratar a los demás, las radios abiertas, los discursos políticos y potencialmente cualquier otra actividad, de seducir la atención de los visitantes para engancharlos y convertirlos en potenciales clientes. Es esta particular definición de las ventas, la que nos permite comprender porque colectivos sin intereses económicos son valorados positivamente por las vendedoras, incorporándose como parte de sus operaciones de seducción.

Siguiendo los argumentos presentados, mi objetivo en este artículo será explorar el potencial descriptivo y analítico que el enganchar, el llamar la atención y el acumular (como prácticas feriantes de seducción y multiplicación) ofrecen para la comprensión de las relaciones de venta, comensalidad y organización de la Feria. Primero, haré un recorrido por los puestos y las maneras en que estos se vinculan con la familia, las comidas y los clientes, introduciendo el importante papel que las técnicas de seducción cumplen en el establecimiento de las relaciones de afinidad y comercio entre las vendedoras y sus clientes. Segundo, exploraré el vínculo entre las compañeras de puesto y la importancia de una definición local del buen trato, que otorga un rol positivo al conflicto como eje organizador de las relaciones entre puestos. Finalmente, propondré que el enganchar, el llamar la atención y el acumular son parte de una lógica de la abundancia, más general, de la cual depende la Feria para su organización y sostenimiento cada domingo.

 HACER CASERITOS

Las relaciones que organizan el interior de los puestos se encuentran definidas por lazos de parentesco5 de distinto tipo, por lo que éstos pueden ser caracterizados como pequeños negocios sostenidos a través de redes familiares extensas. Esta composición, altamente valorada y comentada por las vendedoras, se desdobla en los posibles devenires de los clientes que pueden transformarse en caseritos, una categoría local que se aproxima sugestivamente a la relación de familia. Todos los puestos de comidas y bebidas manifiestan un vínculo entre el parentesco y las ventas, al ser agregados de parientes dedicados al comercio. No obstante, son en los comedores donde mejor se expresa esta relación, debido a que éstos necesitan de más parientes para montarse y de más clientes, que otro tipo de puestos, para permanecer en la Feria6.
Los comedores se componen de familiares que no sólo asisten a la vendedora en sus tareas, sino que además la acompañan durante su jornada dominical, pasando de ayudar en los puestos a comer en las mesas en diferentes momentos del día, razón por la cual no suelen quedar vacíos nunca. Los comedores ejemplifican la tendencia general de los puestos de la Feria de nutrirse cotidianamente de las relaciones internas entre los familiares (a través de vínculos de confianza y ayuda mutua), al mismo tiempo que se abren para conseguir clientes (es decir, personas que no son familia) a través de las prácticas de venta. Está cercanía entre la familia y el comercio, lejos de agotarse en lo mencionado, se manifiesta en diferentes niveles implicación. Para empezar, en la propia disposición material de los comedores, la cual expresa y permite una conexión espacial entre parientes y clientes. Sus mesas (que en la mayoría de los casos es una para todos los comensales) articulan un espacio donde se superponen ambas categorías. Por lo que es común, que las conversaciones del puesto, mantenidas generalmente por el grupo familiar de la vendedora, sean de carácter abierto y tiendan a incorporar a los clientes en ellas, dándose un ambiente de confianza y distensión. En segundo lugar, por el origen de las habilidades técnicas que definen el trabajo de las vendedoras, a saber, su capacidad de preparar comidas sabrosas. En la gran mayoría de los casos, estas mujeres fueron, primero, cocineras de familia, que por impulso de la misma decidieron llevar sus exitosas sazones fuera del ámbito doméstico. Lo que quiere decir que las vendedoras se formaron en el ámbito de la casa, donde adquirieron, sirviendo a los parientes, muchas de las técnicas que utilizan en sus prácticas de comercio, sobre todo su sazón. Son éstas técnicas, las familiares, las que se escenifican en los comedores y las que los clientes compran cada vez que se llevan la cuchara a la boca. Finalmente, tenemos un tercer aspecto, el deseo explícito de las vendedoras de que los clientes vuelvan al puesto en otra ocasión; o como dicen en la Feria, que se haga un caserito. Categoría que señala un tipo de relación que no se define únicamente por la transacción económica, como lo recuerda Rodríguez Pastor:

"Hacerse un casero involucra una interacción humana que no sólo es económica. Sino que debe haber mutua confianza, algún grado de amistad, hay implícito cierto compromiso de comportamiento preconocido de antemano, que no se reduce a la mecánica de la compra-venta, y si hay incumplimiento es una pequeña traición inaceptable y se rompe así, por quítame esta paja, la relación de casería." (Rodríguez Pastor 2002: 14).

En este tipo particular de relación, es fundamental el rol que las comidas y las habilidades de las 'vendedoras-cocineras' para prepararlas cumplen en su constitución:

"El tamal cumple un papel fundamental ya que éste crea la relación de casería, pues la compradora se ha tornado en casera en tanto prefiere el sabor del tamal de esa vendedora." (Rodríguez Pastor 2002: 15 –mi resaltado).

Son las comidas las que crean los caseritos, y por detrás de las comidas están las técnicas culinarias que les permiten existir. Es por esto, que lo primero que una vendedora debe adquirir es su sazón, es decir, la habilidad de hacer comidas sabrosas para sus comensales, la cual tiene su origen en la familia. En otras palabras, las vendedoras se sirven de técnicas aprendidas en el entorno familiar y las actualizan en el contexto de las prácticas de venta. Así como la sazón es indispensable para que las cocineras puedan llevar adelante la comensalidad familiar, también lo es para que las vendedoras puedan hacer volver los clientes al puesto, para que se hagan caseritos. Como ya había anunciado, lo que sucede con las prácticas de venta, es que se nutren de las relaciones de parentesco, desplegándose, sobre todo, en el repertorio técnico del puesto y las vendedoras. Decir esto, sin embargo, no cancelan, en absoluto, los propósitos económicos del comercio de comidas, lo que hace es poner al descubierto que éstos son alcanzados a través de operaciones no-económicas, las cuales buscan seducir al cliente y constituir un vínculo de afinidad con él (que se vuelva un caserito), por medio del trato y las comidas que se les brindan. En otras palabras, volverse un caserito establece una relación de cercanía entre los clientes y la vendedora, que sin ser de parentesco, se conecta y nutre de varios aspectos de éste. Por otro lado, esta conexión entre afinidad y ventas no suprime los propósitos económicos de las vendedoras, los cuales son explícitamente remarcados por ellas, sino que revela la importancia, primera, de conectar con la atención de la gente, a través de las capacidades de seducción del puesto, para a partir de ahí constituir el vínculo de comercio. Y son justamente los caseritos los que mejor expresan esto.  

SEDUCIR A LOS CLIENTES

La sensación de sentarse en la mesa de un comedor por primera vez, es como la de hacerlo en la mesa de una familia ajena, habiendo personas ya instaladas y charlando: los clientes que llegaron antes y los parientes de la vendedora. Se come inmerso en un ambiente de conversaciones cordiales (a veces hasta confianzudas) entre la vendedora y sus caseritos, lo que no evita que desde el momento en que la cocinera sirve el plato manifieste una viva atención por el gusto de los clientes (especialmente por los que no son caseritos). Haciendo preguntas sobre qué les ha parecido lo que comieron y aceptando gustosamente comentarios para hacer más rico el plato en una siguiente visita, muchas veces invitándolos a regresar al puesto. El conocimiento detallado del gusto de sus caseritos y el deseo de comenzar a conocer el gusto de los nuevos clientes aparecen desde el primer momento como una viva preocupación de la vendedora.  Como podemos ver, las acciones de las vendedoras no se reducen a servir los platos y cobrar por ellos, éstas involucran un sutil trabajo de enganche para lograr que el nuevo cliente regrese al negocio. Viviana, una chichera de la Feria, resume a la perfección esta tarea:

Hacer lo mejor, levantar el negocio, quiere decir captar más clientela porque tu negocio está abierto todo el día, además porque tratas bien a la gente, la recibes con alegría, les das ganas de que quieran volver.

En la misma conversación, la vendedora explica el lugar que la elaboración y ofrecimiento de chichas7 tiene en este captar más clientela:
"Mi negocio prospero gracias a que mi chicha era más rica y concentradita que las demás, y por el buen trato que se brindar: sonreírles a los clientes y regalarles un poquito más para que vuelvan".

Tanto en los comedores como en los puestos de chicha el hacer volver expresa una búsqueda permanente por seducir el paladar del cliente, a través de las comidas y bebidas que se le ofrecen. El gusto del cliente y el sabor de lo ofrecido son un vínculo que la vendedora tratará de construir cuidadosamente de diferentes maneras, pero que depende fundamentalmente de la sazón que ella produzca, ya que está es la que posee la cualidad de hacer a las comidas sabrosas y, por tanto, provocar el deseo de regresar a los clientes. La sazón califica la intensidad sensible de los sabores que las vendedoras buscan que tengan sus platos. Es el encuentro, materializado en las comidas y bebidas, entre el gusto del cliente y las habilidades de la vendedora para captarlo, y además modificarlo. El que las comidas tengan buena sazón es lo que les permite que sean capaces de estimular el paladar, provocando el deseo de repetir el plato. Es así, como el volver al puesto (junto a la vendedora) y repetir el plato (por la sazón), se hace posible gracias al encuentro entre las técnicas de cocina aprendidas en el entorno familiar y las prácticas de venta propias del negocio de comidas. No obstante, no son sólo las comidas y bebidas las que son capaces de seducir a los clientes para que estos vuelvan al negocio, también puede hacerlo la 'mercadería'. En los kioscos8 de la Feria, por ejemplo, los productos son acomodados de una forma específica:
"Todo debe ir tupido, que parezca que el kiosco es abundante. En el negocio siempre debe parecer que tienes más, aunque tengas poco. El éxito depende de que todos los productos estén muy juntos, tupidos. Debe parecer abundante a la vista de los clientes, debe llamar su atención, que puedan ver sus colores y abundancia para que le den ganas de comprar".

Esta preocupación de las vendedoras por el orden de los productos con el fin de llamar la atención de los clientes y así darles ganas de querer comprar es permanente, convirtiéndose en un factor indispensable para el éxito del negocio. De estas palabras, asimismo, se desprende una noción más abstracta de la abundancia, en donde el ordenar los productos del kiosco para que parezca que tienes más, aunque tengas poco se convierte en una parte importante del proceso de conseguir clientes, gracias a la atracción provocada por la sensación de los productos apiñados. El alcance de esta noción no se limita a la relación entre los puestos y sus productos, y se extiende al de los puestos entre sí y al de la Feria en su conjunto. Dicha cuestión queda expuesta en la forma en cómo las peleas entre vendedoras suceden. Éstas se dan, de vez en cuando, producto de la tensión entre la tendencia de los puestos a ocupar los espacios de la Isla por rubros9 y la competencia permanente entre vendedoras, movilizada por el deseo de ganar más clientes. Por tales razones, las peleas suelen darse entre puestos próximos y que ofrecen los mismos productos, o para usar los términos de las vendedoras: compañeras de puesto. Los motivos suelen girar alrededor de las acusaciones de robo de lugar y clientes, sobre todo, de caseritos. Por lo general, las peleas se resuelven a través de rápidas negociaciones entre los puestos involucrados. Sin embargo, cuando esto no sucede y se convierten en conflictos abiertos, llamando la atención del resto, la respuesta habitual es un desapruebo explícito porque este tipo de cosas no benefician a la feria, dado que proyectan una mala imagen a los clientes y porque, finalmente, atentan contra un principio de la organización de los puestos:

"Es muy malo para el negocio y la feria actuar de esa forma, no es correcto pelear con otro vendedor porque vende lo mismo que tú o se pone al lado tuyo.  Por el contrario, más negocios atraen más clientes, que significan más ventas. Porque más vendedores que están más juntos atraen más la atención de la gente, los llaman más a comprar".

Estos argumentos redundan sobre una idea de la abundancia que valora la multiplicación (y acumulación) de puestos como una forma de 'bienestar común' en la Feria, incluso cuando venden lo mismo. Cabe aclarar, que por común no me estoy refiriendo a un acuerdo consensuado entre las vendedoras sobre la mejor forma de organizar la Feria, sino a la valoración positiva que éstas hacen de la abundancia. Finalmente, más puestos, más juntos, es más ventas para todos.  Mi utilización de lo común, que pretende seguir al de las vendedoras, está más cerca de aquello que Stengers dice es capaz de:

"conseguir reunir a los participantes en torno de una causa común, o sea, conseguir dar a esa causa el poder de ponernos en pie de igualdad (...) más esa causa no puede ser la propia igualdad, o cualquier otra cosa que supuestamente trascienda las particularidades y exija su presentación." (Stengers 2015: 133 –mi resaltado).

Es en este preciso sentido que quiero señalar que la abundancia ocupa el lugar de lo común en la Feria. Es aquello que todas las vendedoras desean, tratándose de un beneficio que es tan individual como colectivo, ya que lo que finalmente crece con la abundancia de los productos, los puestos, las ventas y los clientes es la Feria misma. Sin embargo, nada de esto implica un consenso o acuerdo explícito sobre cómo las vendedoras deben perseguir este crecimiento, razón por la cual existe la posibilidad de pelearse en cualquier momento.

MULTIPLICAR LOS PUESTOS

Esta abundancia, como vimos, ocupa un lugar importante en las relaciones entre los puestos, operando como un horizonte organizador de los lugares, que sin embargo no se establece como una regla formal en ningún momento. Aparece en las prácticas cotidianas que dan forma a la Feria cada domingo. Vendedores procedentes de otras ferias reconocen este vínculo productivo entre conflicto y abundancia, al hablar de las peleas resultantes de la tendencia de los puestos de agruparse según el mismo rubro:

"Mirá los puestos de comida [señalando el patio], están todos juntos, uno al lado del otro y no hay problemas, por lo menos no como en el parque las Heras. Ves a lo que me refiero. Aquí claro que hay peleas, pero se resuelven de otra manera, con cordialidad, no se alza la voz, no se putea."

Esta 'conflictividad cordial' aparece como resultado de una comparación de la dinámica entre-puestera del Parque las Heras y la Isla de los Patos, haciendo hincapié en que en ambas hay peleas, pero que éstas no son las mismas. Los conflictos que buscan evitar los gritos y tienden a resolverse rápidamente son una característica del modo de hacer feria en la Isla y se asocia a una forma particular de estar juntos, en donde la abundancia de puestos que venden lo mismo, uno al lado del otro, es algo de todos los días. Incluso expresando una capacidad organizadora, la cual es evocada en la imagen del patio y los puestos de comidas. Como ya mencioné, decir que hay un deseo común en la Feria de que haya más puestos, no es afirmar que todas las vendedoras piensen de esa manera o estén de acuerdo con ello. Lo que quiere decir, es que el deseo de que la feria crezca se constituye como aquello que no puede ser apropiado individualmente y modificado sin que esto afecte a los otros vendedores.

Una causa usual de conflicto entre las vendedoras es el ampliar el puesto (trayendo más mercadería, por ejemplo), sin negociar previamente los límites del espacio a utilizar con sus compañeras de puesto. Situación que no impide que esto suceda, sino que al hacerlo se debe negociar con quienes tienes al lado. Es por esta razón, que no se trata de que no existan conflictos entre los puestos cuando se ponen uno junto al otro, cuando es precisamente éste el origen más común de las peleas. Lo que ocurre, es que estos conflictos tienen un papel productivo. Varios motivos me llevan a sugerir esto. En principio, existe la tendencia entre los puestos de agruparse uno muy cerca del otro, tal como sucede con el patio y los puestos de comida, lo que permite y propicia las relaciones entre las compañeras de puesto. Un vínculo fundado en la vecindad y que combina cierta intimidad y prácticas de reciprocidad (prestarse cambio, comprarse productos, compartir chismes, cuidarse los lugares, ajustar los precios), con una tensión permanente debido a que todas las vendedoras compiten entre sí. Los conflictos cordiales resultantes de estas tensiones son una característica que define las relaciones entre las compañeras de puestos y parte de la dinámica misma con la que se organiza los espacios en la Feria. Si bien, los lugares se respetan según consideraciones como la antigüedad, nadie puede adueñarse de éstos. Cuando un puesto se ausenta de la Feria, su lugar puede ser ocupado por otro puesto. Ésta es la razón por la cual, las vendedoras les piden a sus compañeras de puesto que cuiden de éstos cuando no pueden ir a la Isla. Esta interdependencia es la principal razón por la cual las disputas entre las compañeras de puesto rara vez se resuelven en confrontaciones abiertas, siendo canalizadas a través de medios indirectos como los chismes y el raje. Los cuales permiten tensar estas relaciones sin tener que cortarlas. El hecho de que la Feria no posea un registro formal de la ubicación de los puestos, hace que ésta dependa de las relaciones interindividuales y cotidianas entre las vendedoras para organizarse, definiendo domingo a domingo su configuración. En este sentido, los conflictos y sus permanentes negociaciones son una manera de administrar y organizar el espacio. Se trata de una dinámica que es posible gracias a la falta de una autoridad capaz de establecer un esquema fijo de los lugares en la Isla de los Patos.

La 'conflictividad cordial' es la mejor descripción de una lógica que entrelaza las disputas cotidianas de las vendedoras con una capacidad de organización del espacio y de las relaciones entre los puestos en la Feria. Por otro lado, no se podría comprender esta lógica organizativa sin tener en consideración la importancia dada por las vendedoras al buen trato. Categoría que no refiere a una disposición a evitar el conflicto, sino a una práctica en el manejo sutil de los humores y la palabra (no llegar a los gritos, arreglar rápidamente las disputas e incluso aprender a ignorar las peleas), y a la posibilidad de convertir los conflictos en potenciales relaciones de afinidad (aunque no por eso no tensas o ambiguas). Relaciones que son desplegadas alrededor del deseo común a todas las vendedoras de multiplicar los puestos, los productos, los clientes, los caseritos, las ventas. Como hemos visto hasta ahora, el buen trato no sólo aparece en el vínculo entre los puestos y la Feria, como en el caso de las compañeras de puesto, sino también en el de las vendedoras y sus clientes. Son los caseritos quienes mejor expresan la importancia de esta práctica, ya que éstos son 'producidos' por las vendedoras a través de operaciones que tienen al buen trato y las comidas (vinculados a la comensalidad familiar) como ejes organizadores.

EL BUEN TRATO

Como ya sugerí, un punto clave del proceso de captar más clientes y hacerlos volver es el buen trato. Éste juega un papel indispensable en la producción de los caseritos, seduciéndolos con las comidas y bebidas, con la disposición de los productos, con las sonrisas y las yapitas de las vendedoras. Dichas técnicas forman parte de lo que podríamos pensar como una 'tecnología del trato' incrustada en las relaciones de venta de la Feria. El tratar bien a la gente se despliega como un acercamiento orientado por la seducción: recibirlos con buen humor, sonreírles y regalarles un poquito más para que regresen al negocio. Hacer sentir bien a las personas para que éstas tengan deseos de volver. El buen trato denota una preocupación continua por el humor de quienes pasan por el negocio, así como la capacidad de influir en él a través de técnicas de seducción que se incorporan y vuelven parte de las transacciones económicas. Lo cual no quiere decir que no se venda, sino que se hace eso al mismo tiempo que se establece un vínculo que conecta a la vendedora con el humor del cliente. Es gracias a esta conexión, que trabaja principalmente sobre los 'estados anímicos', que se puede hacer volver el cliente al negocio, lo que significa la posibilidad de que se convierta en un caserito. Éste vínculo entre comercio y afinidad es mencionado nuevamente por Viviana al describir cómo había progresado en los últimos años, haciendo una comparación entre su anterior situación laboral como empleada doméstica y la actual como chichera de la feria y encargada de un kiosco en su barrio:

Antes trabajaba cama adentro en una casa de familia. Cosa horrible. Es rutinario, tedioso e insoportable. Yo no conocía a nadie del barrio y nadie me conocía, pues casi ni andaba en mi casa. Estaba todo el tiempo en una casa ajena. Cuando dejé ese trabajo y puse mi kiosco, ahí empecé a conocer a la gente del barrio. Ahora me conozco a todos y todos me conocen.

El progreso de Viviana refiere a su capacidad de conocer a la gente del barrio a través de su negocio. En este sentido, el kiosco y el puesto de chichas se revelan como lugares privilegiados desde donde llevar adelante esta tarea. Mientras que en su antiguo trabajo se veía obligada a estar sola y permanecer en la casa de una familia ajena, ahora ella es capaz de hacer que 'todos la conozcan' en el barrio. No debemos olvidar que 'conocer' en el sentido que utiliza Viviana significa: volver a ella, a su negocio y al trato que es capaz de brindar desde allí. De esta manera, progresar se define como la capacidad de hacer proliferar los conocidos. En otras palabras, la habilidad de multiplicar las relaciones por medio del comercio y el buen trato: salir de la cama adentro y recuperar a través de su labor como vendedora el 'conocer a todos y que todas la conozcan'. Todogracias a una 'tecnología del trato' donde el humor, las sonrisas y los sabores cumplen un rol fundamental en las formas de vincularse con los otros. Unos10 otros muy amplios que no sólo incluyen peruanos, bolivianos y argentinos, sino hermanos evangélicos, candidatos políticos, estudiantes universitarios, militantes de diversas organizaciones, curiosos. Unos otros que en potencia pueden ser cualquiera. En definitiva, el buen trato supone un 'trabajo sobre la gente', la cual es definida como potenciales clientes, conocidos o caseritos. Digo trabajo sobre la gente, porque las operaciones comentadas por Viviana implican técnicas que buscan movilizar en las personas el deseo de volver a ella. Que este deseo suponga una transacción económica, no evita que lo que se busque movilizar no sea económico en absoluto. Esta cualidad de pensar los 'intereses' y el 'cálculo11' más allá de un reduccionismo económico ya había sido planteado tempranamente por Tarde, tal como nos los recuerda Latour12:

"de vendedor a cliente y de cliente a vendedor, de consumidor a consumidor y de productor a productor, ya sean competidores o no, se opera un continuo e invisible pasaje de estados anímicos, un intercambio de persuasiones y excitaciones –mediante la conversación, los periódicos, el ejemplo- que precede a los intercambios comerciales, a menudo es lo único que los hace posibles, y siempre contribuye a regular sus condiciones." (Tarde en Latour 2009: 62 mi resaltado).

Otros autores también han llamado la atención sobre la existencia de esta 'subestructura de los afectos sociales' afirmando que:

"la vida social no es más que otro nombre para la vida pasional colectiva. Evidentemente bajo formaciones institucionales que constituyen considerables diferencias, pero en cuyo seno afectos y fuerzas de deseo siguen siendo el primum mobile." (Lordon 2015:18 mi resaltado).

Lordon dirá más adelante que la "fuerza deseante" de las "pasiones colectivas" está determinada por el "juego de los afectos", definido como la relación entre una "afección", algo que adviene un "afecto" en uno (triste, alegre, agradable o desagradable), y las ganas de hacer algo que de allí derivan: poseer, huir, destruir, perseguir (Lordon, 2015: 36). O como en el caso de Viviana, 'volver'. Como vemos, "afectar" y "ser afectado" es 'movilizar' o ser 'movilizado', lo que no implica la comprensión emocional del otro, sino su intervención práctica -y en el caso que nos compete, una intervención en los 'estados anímicos' de los demás.

Tanto para Latour, como para Lordon, la "vida social", incluyendo las prácticas económicas, es el producto de un juego permanente entre las capacidades de desear y las habilidades para orientar ese deseo. Me gustaría proponer, siguiendo estas conceptualizaciones, que el buen trato trabaja con y sobre los "afectos" de la gente (como potenciales clientes, conocidos o caseritos), a través de técnicas basadas, principalmente, en la seducción, las cuales buscan movilizar el deseo de volver a ellas, a sus puestos y a la Feria en su conjunto13.

CONCLUSIONES

El enganchar, llamar la atención y acumular presentan las bases de una lógica de la abundancia que aparece en la organización de los puestos, las ventas y los espacios de la Feria. Desde las prácticas de los comedores y su vinculación a la familia para producir caseritos, pasando por la importancia de la sazón de las comidas y el buen trato en las artes de la venta, hasta la forma en cómo se organizan cotidianamente los vínculos de afinidad (y conflicto) entre los puestos, se presenta una necesidad de enganchar elementos diversos: clientes, parientes, compañeras de puesto, actividades no comerciales. Un enganche realizado por medio de técnicas orientadas por la seducción (el hacer volver a los clientes, el llamar su atención para darles ganas de comprar, el llevar los conflictos cordialmente) y así propiciar la multiplicación de los las ventas, los caseritos, los productos, los puestos y finalmente la Feria en su conjunto. 

El hablar de técnicas se justifica por el carácter material y sensible de las formas empleadas: seducir a los clientes a través de comidas y bebidas; juntar a los extraños con los parientes en la disposición material de las mesas; aplicar ciertas reglas del cómo conducirse con los demás para lograr que éstos regresen a los puestos. Estas técnicas expresan un manejo hábil sobre los "afectos" en el quehacer cotidiano de las vendedoras, operando simultáneamente con las transacciones económicas de las ventas. Cuestión señalada por ellas, que no dejan de comentar la importancia primera del captar, atraer y hacer volver para la prosperidad económica de sus negocios. Una prosperidad vinculada con una definición del progreso personal y el bienestar común que no descansa únicamente en la producción económica, ya que ésta depende del crecimiento simultaneo de las relaciones de afinidad que las vendedoras son capaces de tejer con la gente. Razón por la cual, el buen trato es tan importante en las artes de la venta, explicitando el pacto entre las prácticas de comercio y los compromisos afectivos, derivados de las relaciones de confianza ofrecidas por las vendedoras. Algo que pudimos apreciar en los comedores y en la potencial transformación de los clientes en caseritos, siendo éstos contextos donde el arte de la seducción, los cuidados afectivos y el deseo de prosperar económicamente se yuxtaponen.

Cabe destacar, que no se podría comprender esta lógica feriante de la abundancia sin tener en consideración el papel productivo que los conflictos cumplen en ella. las tareas de multiplicar las relaciones de afinidad (entre las compañeras de puesto, los caseritos y los conocidos), así como los productos (para darles ganas de comprar a los clientes), los puestos (unos juntos a los otros para que se vea más bonito) y las actividades no comerciales (que ayudan a acumular gente en la Isla) forman parte de un deseo colectivo en la Feria, del que ninguna vendedora puede apropiarse completamente. Los conflictos, sobre todo entre las compañeras de puesto, son justamente los que impiden una apropiación individual de este deseo de abundancia. Por otro lado, éstos también desempeñan un papel clave en la organización de la Feria, que al no poseer un esquema fijo de los puestos, depende de la negociación continua entre las vendedoras, generada por las disputas cotidianas, para definir cada domingo su composición.

Finalmente, el que las buenas ventas dependan de la capacidad de los puestos de enganchar y seducir la atención de la gente para acumularla en la Isla, es lo que permite comprender cómo, desde un punto de vista feriante, actividades sin propósitos económicos son valoradas positivamente. Lo que sucede gracias a que las vendedoras despliegan un cálculo del beneficio común que establece que cualquier actividad, sea comercial o no, es capaz de ayudar potencialmente a la Feria.

Córdoba, 10 de marzo de 2017

Notas

1. El trabajo de campo que nutre este artículo se realizó mediante visitas semanales durante dieciséis meses, desde septiembre de 2014 a diciembre de 2015.

2. Eventos con objetivos de proselitismo político son comunes en la Feria en épocas de campaña. Por la Isla han pasado militantes del Frente para la Victoria, el Frente de Izquierda, el MST, la Unión Cívica Radical, el Pro entre otros, organizando actividades con música, discursos y panfletos.

3. Con estudiantes del Instituto Secundario Manuel General Belgrano realizando encuestas y entrevistas a los visitantes, mayormente interesados en sus orígenes y experiencia migrante.  Por su parte, la presencia de la Universidad Nacional de Córdoba es amplia y variada, incluyendo estudiantes de la Escuela de Cine y Televisión que utilizan la Feria como escenario para sus prácticos; tesistas del Departamento de Antropología y la Escuela de Trabajo Social haciendo labores de campo para sus monografías finales y prácticas pre-profesionales; así como diferentes proyectos multidisciplinares asociados a la Secretaria de Extensión Universitaria. Los temas son variados pero hay un interés recurrente por problemáticas como la inclusión social, la desigualdad y la discriminación, así como por los derechos migrantes, la pertenencia barrial y la comunicación popular.

4. Por colectivos,me refiero a los elementos sociales (y no sociales) que permiten la producción de un mundo en común, el cual depende de la asociación permanente de prácticas, técnicas, objetos y procesos para poder constituirse (Latour 2008). Así, las vendedorasno podrían pensarse como un colectivo dentro de la Feria por fuera de sus puestos, implementos, técnicas culinarias, comidas y formas de vender.

5. Parentesco en un sentido amplio, apelando en principio a las propias diferencias que las vendedoras hacen cotidianamente en la Feria. Se trata de un uso del término que incorpora parientes sanguíneos y afines, todo ello denominado como familia, así como amigos y conocidos, en tanto formas más volubles de esta relación.

6. En la Feria podemos distinguir diferentes tipos de puestos, que se caracterizan por las comidas y productos que ofrecen, así como por su disposición material. Los comedores están dedicados al comercio de comidas, platos más complejos que requieren mayor espacio y tiempo para la ingesta, por lo que poseen mesas para los comensales, a la manera de pequeños restaurantes al paso.

7. Infusión fría y tradicional de todo el Perú hecha a partir de hervir maíz morado en agua junto a cáscaras piña y trozos de membrillo, adicionándole una pizca de canela y clavo de olor.

8. Los kioscos son un desdoblamiento de los puestos de chicha, los cuales suelen tienen una parte dedicada a las bebidas (que además de chicha morada incluye cebada y gaseosas), y otra en la que se venden caramelos, galletas, chocolates, bocaditos dulces y salados.

9. Existe cierta concentración de puestos por ramas de productos. De esta manera hay un sector de la Isla que es ocupado únicamente por las vendedoras dedicadas a la venta de ropa usada, bisutería y juguetes, mientras en otro se aglomeran la mayoría de los puestos dedicados al comercio de comidas.

10. Un cálculo que como sugieren los vínculos entre vendedoras y clientes no puede ser económico sin al mismo tiempo movilizar compromisos afectivos y producir relaciones de afinidad (el caso de los caseritos).

11. Según Latour es necesario aceptar que un verdadero estudio científico de la economía implica considerar que "nada en economía es objetivo, todo es subjetivo, o más bien, intersubjetivo, y está es justamente la razón por la que la que se puede volver cuantificable y científica" (Latour 2009: 19). El aporte de esta perspectiva es el énfasis en la lógica deseante de los intercambios económicos. Dicho de otro modo, que el valor no está dado a priori por ninguna sociedad o infraestructura económica, éste sólo existe en los medios prácticos por los cuales de persona a persona se persuade, contagia y fija el deseo de valorar algo. La naturaleza de esta fijación es siempre provisoria y parcial. Es por ésto que Tarde hace depender el cálculo económico de un permanente juego de seducción, confianzas y desconfianzas: "para Tarde -y esto es lo que resulta tan difícil-, la materia económica resulta una fuerza real porque es una potencia retórica: se trata ciertamente de persuasión, de silogismo y de convicción" (Latour 2009: 63).

12. Cuestiones similares han sido subrayadas por Rivera Cusiquanqui al hablar de una forma femenina de producir identidades y relaciones, que se caracterizan por una capacidad de crear tramas interculturales a través de prácticas (como productoras, comerciantes y ritualistas), capaces de seducir al otro para establecer pactos de reciprocidad y convivencia (2010: 72). De la misma manera Sikkink ha afirmado que el éxito en los negocios de las vendedoras de Bolivia depende de la habilidad de cruzar y recruzar fronteras identitarias entre lo rural y lo urbano, aclarando que esto no es simplemente una cuestión de volverse rural o urbano. Más bien es una habilidad que supone mezclar las percepciones de gente ajena para poder vender exitosamente (1995: 205). En ambos casos queda claro que de lo que se trata, es de la capacidad de movilizar al otro a través de un juego de seducciones para establecer relaciones no sólo comerciales, sino también de reciprocidades y reconocimientos.

BIBLIOGRAFÍA

1. Latour, B., V. Lépinay. 2009. La economía, ciencia de los intereses apasionados. Introducción a la antropología económica de Gabriel Tarde. Manantial, Buenos Aires.         [ Links ]

2. Latour, B. 2008. Reensamblar lo social. Una introducción a la teoría del actor-red. Manantial, Buenos Aires.         [ Links ]

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4. Rivera Cusiquanqui, S. 2010. Ch'ixinakax utxiwa. Una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores. Tinta Limón y Retazos, Buenos Aires.         [ Links ]

5. Rodríguez Pastor, H. 2002. El tamal peruano, acercamiento a su realidad actual. Revista Investigaciones Sociales, Vol. 6, No 10: 9-22.         [ Links ]

6. Sikkink, L. 1995. La mujer y el intercambio en San Pedro de Condo. Fuentes Etnológicas, No 5:12-17.         [ Links ]

7. Stenger, I. 2015. No tempo das catástrofes. Resistir à barbárie que se aproxima. Cosac Naify, São Paulo.         [ Links ]

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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