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Revista SAAP

versão On-line ISSN 1853-1970

Revista SAAP vol.17 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jan. 2023  Epub 01-Set-2023

http://dx.doi.org/10.46468/rsaap.17.1.a2 

Artículos

Control centralizado y arraigo social débil. La expansión territorial del partido PRO en Argentina*

Centralized Control and Weak Social Roots. The Territorial Expansion of the PRO Party in Argentina

Gabriel Vommaro1 

Martín Armelino2 

Francisco Longa3 

Juan Grandinetti4 

Martín Paladino5 

1 Universidad Nacional de San Martín, Argentina. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina gvommaro@unsam.edu.ar

2 Universidad Nacional de San Martín, Argentina. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina marmelino@unsam.edu.ar

3 Universidad Nacional de Lanús, Argentina. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina francisco_longa @yahoo.com.ar

4 Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina. jgrandinetti@campus.ungs.edu.ar

5 Heurística Estudios de Opinión Pública, México. martinpala@gmail.com

Resumen

La vía subnacional puede ser clave para la construcción partidaria en contextos adversos. Sin embargo, la literatura especializada ha abordado escasamente estos procesos. Estudiamos la expansión del partido Propuesta Republicana (PRO) en Argentina, desde su distrito de origen en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hacia dos distritos de la Provincia de Buenos Aires con características sociodemográficas disímiles, en los que cosechó éxitos electorales recientes (Quilmes y Pergamino). Mostramos que realizó una expansión por penetración en la que preservó la marca partidaria y la centralización del poder desde su bastión, conservó un alto grado de coordinación y cierta consistencia programática, pero con desarrollos organizativos y arraigos sociales débiles a nivel local. Utilizamos datos de un estudio con métodos mixtos y aplicamos análisis de clases latentes.

Palabras clave: Argentina; Partidos políticos; Expansión partidaria; Partidos de derecha; PRO.

Abstract

The subnational path can be crucial for party building in adverse contexts. However, the specialized literature has scarcely addressed these processes. We study the expansion of Propuesta Republicana (PRO) in Argentina, from its district of origin in the City of Buenos Aires to two districts of the Province of Buenos Aires -with dissimilar socio-demographic characteristics- in which PRO achieved electoral success (Quilmes and Pergamino). We show that PRO expanded by penetration: it preserved the party brand and the centraíization of power in the hands of the ruling coalition, maintained high degrees of coordination and a programmatic alignment among its elites, but at the cost of a weak organizational development and weak social roots in the new districts. We use data from a mixed methods study and apply latent class analysis.

Keywords: Argentina; Political Parties; Party Expansion; Right-wing Parties; PRO.

1. Introducción

La construcción partidaria es un desafío para las fuerzas políticas en América Latina (Levitsky et al., 2016). Los casos exitosos son escasos. Para los partidos de derecha este desafío ha sido aún mayor en el contexto del «giro a la izquierda»: a los problemas estructurales asociados con un electorado de núcleo reducido, que dificultó su construcción competitiva en muchos países de la región (Gibson, 1996; Luna, 2010), se sumó que el programa clásico de las derechas perdió apoyo en favor de agendas redistributivas (Levitsky y Roberts, 2011; Luna y Rovira Kaltwasser, 2014); en términos culturales, se ampliaron los consensos en torno a agendas progresistas en temas de género y derechos sexuales y reproductivos (Biroli y Caminotti, 2020).

En los últimos años, la ciencia política y la sociología política enfocadas en América Latina se interesaron por la construcción organizativa y el arraigo social de los partidos, en términos de resiliencia y de capacidad de representación (Levitsky, et al., 2016; Rosenblatt, 2018; Vommaro y Morresi, 2015; Anria, 2018; Luna et al., 2021). La literatura sobre construcción partidaria sostiene que, para realizar un proceso exitoso, los partidos necesitan desarrollar una marca partidaria (Lupu, 2016), establecer una organización territorial y tener una fuente de cohesión interna, que puede originarse en un evento traumático del pasado o en un liderazgo aglutinante (Levitsky et al., 2016; Rosenblatt, 2018). Asimismo, estudios recientes sostienen que los partidos deben lograr coordinación entre sus líderes para cumplir su función representativa (Luna et al., 2021). Esta literatura suele enfocarse en el nivel nacional, por lo que sus indicaciones sobre el modo en que las construcciones partidarias varían a nivel subnacional son escasas. Muchos partidos de derecha eligen la vía subnacional para hacer pie en la competencia política (Holland, 2013; Vommaro y Morresi, 2014), pero luego tienen dificultades para nacionalizarse (Eaton, 2016).

En términos organizativos, el origen subnacional implica desafíos cuando los partidos buscan expandirse territorialmente (Van Dyck, 2014). Los bastiones territoriales son fundamentales para los partidos (Cyr, 2017). Estos pueden servir como sostén tras derrotas electorales (Tavits, 2013). Ahora bien, ¿cómo hacen los partidos para expandirse territorialmente manteniendo sus atributos -la marca partidaria, la cohesión interna- sin perder, al mismo tiempo, la coordinación entre los líderes conseguida en el distrito de origen? Panebianco (1990) identifica dos vías de expansión partidaria: la penetración (del distrito de origen a los nuevos) y la difusión (a partir de grupos y organizaciones locales preexistentes en los nuevos distritos). Estas estrategias suponen diferentes equilibrios de poder entre la coalición dirigente del distrito de nacimiento del partido y los líderes imperantes en los distritos donde el partido busca implantarse. En el primer caso, la coalición dirigente del distrito original conserva el poder y el control del partido en su expansión. En el segundo caso, los grupos locales cobran mayor autonomía en la estrategia y el uso de los recursos partidarios.

En este artículo estudiamos la expansión territorial del partido Propuesta Republicana (PRO), en Argentina. El PRO nació en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (C.A.B.A.) en 2002. Gobierna ese distrito desde 2007 y allí logró, además, llevar a cabo una construcción partidaria exitosa (Vommaro y Morresi, 2014; Vommaro, 2019), en un país con derechas tradicionalmente débiles (Di Tella, 1971-1972; Gibson, 1996). Tras buscar otros caminos para su expansión nacional, en el marco de una alianza electoral con la Unión Cívica Radical (UCR) y otros partidos menores, llegó a la presidencia de la Nación en 2015 con la etiqueta de Cambiemos (Vommaro, 2017a). Aunque su estrategia de crecimiento electoral ha comenzado a ser estudiada (Mauro y Brusco, 2016), aún no hay trabajos empíricos sobre la construcción partidaria del PRO más allá de su distrito de nacimiento.

En ese distrito, construyó una marca partidaria sólida, estableció una organización con militantes y construyó alrededor del líder partidario, el empresario Mauricio Macri, y de la coyuntura crítica de origen, sólidas fuentes de cohesión (Vommaro y Morresi, 2014; Grandinetti, 2019a). Coyunturas críticas posteriores, como el conflicto de 2008 entre las entidades empresarias del agro y el gobierno peronista de entonces (Vommaro, 2019), así como el miedo a la “chavización” de Argentina que movilizó al electorado núcleo del PRO en un contexto de polarización política creciente (Vommaro, 2017a), terminaron de amalgamar una épica partidaria basada en la oposición al peronismo kirchnerista. Asimismo, el partido consolidó en su distrito de origen una coalición dirigente, formada por miembros de su núcleo político y social, que centralizó la estrategia política de crecimiento del partido y distribuyó entre las facciones internas incentivos selectivos para reproducir su fidelidad (Vommaro y Armesto, 2015). Integran esta coalición políticos con trayectoria en la centro-derecha, junto a dirigentes provenientes del mundo de los negocios y las ONG profesionalizadas. Pero, ¿qué tipo de personal político reclutó este partido en su expansión territorial? ¿Cómo se vinculó la coalición dirigente del distrito de origen con los nuevos integrantes del partido? ¿Qué desarrollo partidario tuvo el PRO a partir de la integración del nuevo personal?

Para estudiar la expansión territorial del PRO seleccionamos dos distritos de la provincia de Buenos Aires socio-demográficamente diferentes donde el PRO-Cambiemos logró éxitos electorales: Quilmes, un municipio del sur del conurbano bonaerense con fuerte presencia de electorado popular, y Pergamino, una ciudad intermedia del centro de la provincia, que forma parte de la zona núcleo de la producción agropecuaria del país. En ambos casos, Cambiemos accedió al gobierno municipal en 2015 con candidatos pertenecientes al PRO.

Mostramos que el PRO llevó a cabo una expansión territorial por penetración, preservó la marca partidaria y la centralización del poder que había establecido en su bastión y distrito de origen. Esto le permitió un alto grado de coordinación y cierta homogeneidad de ideas a nivel de las élites partidarias, pero a costa de no desarrollar organizaciones locales consistentes, es decir con infraestructura territorial, bases militantes estables y cuadros locales arraigados en esos distritos. En Pergamino, el PRO se apoyó en la UCR, que contaba con una organización establecida y un histórico caudal electoral entre las clases medias, para la construcción electoral y para reclutar los elencos de gobierno. En Quilmes, un distrito popular socialmente adverso para las fuerzas no peronistas y en el que no contaba con dicha base organizativa, el PRO implantó un candidato sin actividad política previa.

El personal político seleccionado tanto para las listas partidarias como para los elencos de gobierno fue consistente, en términos de sus ideas políticas, con los rasgos programáticos del PRO en C.A.B.A., favoreciendo la preservación de la marca partidaria en contextos socialmente heterogéneos. En cambio, su implantación social es heterogénea: mientras en Quilmes predominan los cuadros con débil arraigo social, en Pergamino tienen un tipo de arraigo similar al de C.A.B.A., principalmente basado en vínculos con organizaciones cercanas a las clases medias altas y altas.

Nuestros hallazgos contestan la hipótesis de que la expansión de los nuevos partidos sigue en la actualidad un imperativo estratárquico (Carty, 2004; Bolleyer, 2012), según el cual filiales locales relativamente autónomas adaptan la marca partidaria al contexto local, seleccionan a sus candidatos y controlan la organización en sus distritos. Mostramos que el PRO sigue un patrón de control altamente centralizado, aunque en consonancia con un partido sumamente informal.

El artículo sigue una perspectiva sociopolítica y aplica una metodología acorde con esta perspectiva. Se basa en un estudio de largo aliento que utilizó métodos mixtos: encuestas, entrevistas en profundidad, observaciones etnográficas, consulta de archivos de prensa y partidarios. Los hallazgos principales se apoyan en el análisis de encuestas aplicadas a cuadros partidarios del PRO-Cambiemos, y del peronismo kirchnerista y aliados, para examinar la especificidad de los primeros en relación a su principal competidor. Utilizamos el Análisis de Clases Latentes (ACL) (Hagenaars y McCutcheon, 2002) para la concepción y estudio de dos variables latentes que sintetizan aspectos programáticos y sociales del partido: las ideas políticas y los arraigos sociales.

El trabajo sigue este orden. Primero, presentamos nuestro enfoque teórico; segundo, describimos el diseño metodológico de la investigación; tercero, introducimos los casos de estudio; cuarto, desarrollamos los hallazgos empíricos y los argumentos para interpretarlos; quinto, concluimos con una discusión de los principales aportes del artículo y de una agenda de investigación que profundice en estos hallazgos.

2. La expansión territorial de los partidos. Desafíos organizativos, construcción de la marca partidaria e influencia de los mundos sociales de pertenencia

En las últimas décadas, mientras partidos tradicionales de la región se debilitaron o desaparecieron, surgieron nuevos partidos con mayor o menor éxito y perdurabilidad (Cyr, 2017; Levitsky et al., 2016). Diversos estudios analizan estrategias y recursos de estos nuevos jugadores para enfrentar el desafío de la construcción partidaria, aun en tiempos en los que una tarea tan demandante no siempre resulta necesaria para competir electoralmente. Contra la vasta literatura acerca del declive de los partidos políticos en Europa (Dalton y Wattenberg, 2002; Katz y Mair, 1995; Mair y Van Biezen, 2001; Scarrow y Gezgor, 2010; Whiteley, 2011), estos trabajos señalan la importancia del desarrollo de organizaciones locales, militancia de base e infraestructura territorial para la construcción de partidos perdurables o la supervivencia de partidos tradicionales (Anria, 2018; Cyr, 2017; Levitsky et al., 2016; Pérez Bentancur, Piñeiro Rodríguez y Rosenblatt, 2019; Rosenblatt, 2018; Van Cott, 2005; Van Dyck, 2014; Vommaro, 2019). Estos recursos organizacionales les brindan a los partidos perdurabilidad y resiliencia ante adversidades, y les posibilitan articular intereses y demandas de los grupos sociales con los que se vinculan (Luna et al., 2021). La sociología política interesada en los arraigos sociales de los partidos había llegado a conclusiones similares (Gaxie, 1992; Sawicki, 1997; Offerlé, 2005; Combes, 2011). El estudio de las instancias formalmente reconocidas por los partidos como “ramas” o “facciones”, así como lo que Sawicki (1997) llamó el “medio social partidario”, permite identificar las conexiones de los partidos con grupos sociales organizados (sindicatos, asociaciones patronales, grupos religiosos, movimientos populares), categorías sociales (empresarios, trabajadores de la educación, pobres urbanos, trabajadores rurales), y ámbitos de sociabilidad (clubes, asociaciones civiles) de los que los partidos toman recursos organizativos y elementos de su repertorio ético y estético (performances públicas, vestimentas, estilos de hablar). Dentro de ese medio social partidario, los mundos sociales de pertenencia representan los ámbitos que conectan a los partidos con su núcleo social -lo que se traduce, en términos electorales, en un core constituency- (Vommaro, 2017b).

Junto a estos recursos organizacionales, de alto costo de adquisición y mantenimiento, los recursos ideacionales (Cyr, 2017) -ideologías, programas, identidades partidarias o, más simplemente, “marcas partidarias” (Lupu, 2016) que funcionan como atajos cognitivos para los votantes- cumplen un papel importante en el éxito de la construcción partidaria. Los nuevos partidos pueden apostar a desarrollar marcas que los distingan de otros y faciliten su identificación con los votantes. Esta tarea se ve favorecida por contextos sociopolíticos altamente polarizados o conflictivos (LeBas, 2011; Lupu, 2016; Van Dyck, 2016; Levitsky et at., 2016).

Aunque su acceso al Estado les brinda recursos que pueden movilizar a su favor mediante el patronazgo o el clientelismo (Muñoz y Dargent, 2016; Oliveros, 2021), algunos estudios muestran que un rápido acceso al gobierno puede tener resultados paradojales: mientras brinda recursos de bajo costo (Cyr, 2017), desincentiva la inversión en infraestructura organizacional (afiliados, militantes, locales, dirigentes intermedios, etc.) y pone en riesgo la supervivencia del partido ante resultados electorales desfavorables (Van Dyck, 2016). El acceso a recursos estatales funciona en el corto plazo como sustituto de organizaciones fuertes y socialmente arraigadas, pero puede dejar magros legados a largo plazo.

El acceso al gobierno local puede servir, también, de plataforma para que un partido nuevo lleve adelante una gestión “eficiente” y construya, desde esa experiencia, una marca en torno a la resolución de problemas (Holland, 2016; Vommaro y Morresi, 2014) que compense, por ejemplo, los lábiles vínculos identitarios de sus votantes o la escasa experiencia política de sus dirigentes.

A los nuevos partidos afincados en bastiones electorales locales se les presenta, entonces, el desafío de expandirse territorialmente para constituirse en actores de peso nacional (Hijino, 2015; Van Dyck, 2014). Para ello, pueden servirse de recursos acumulados en su distrito de origen y procurar reproducirlos en otros. Esta forma de expansión se acerca a lo que Panebianco (1990), retomando a Eliassen y Svaasand (1975), llama penetración territorial, esto es, cuando la expansión es controlada por un centro que estimula y dirige la formación de nuevas organizaciones locales. La penetración territorial puede darse mediante una inversión en infraestructura organizativa y el desarrollo de arraigos sociales locales o mediante la exportación de una marca ya consolidada en el distrito de origen con estrategias eminentemente electorales. A diferencia de la expansión por difusión territorial, en la que el partido a nivel nacional se compone de organizaciones y elites locales preexistentes, la expansión por penetración implica asimetrías en la distribución de poder dentro del partido, es decir, la presencia de una coalición dirigente en el centro que controla los recursos del partido y la estrategia de expansión (Panebianco, 1990).

Las estrategias de expansión suponen, así, diversos grados de autonomía para las filiales locales. La literatura sobre modelos de partido ha tendido a conceptualizar los vínculos entre el centro partidario y las subunidades territoriales a partir de una oposición (o un continuum) entre un modelo jerárquico y un modelo estratárquico (Carty, 2004; Bolleyer, 2012). Mientras en el primero el partido central ejerce un control jerárquico formal sobre sus filiales locales, en el segundo éstas tienen un margen mayor para adaptarse a los contextos de sus distritos. En la conceptualización de Carty (2004), la relación entre imperativos de centralización -coordinación entre líderes, coherencia de la marca- y descentralización -crecimiento del partido y distribución del poder entre sus filiales- se resuelve con el modelo de “franquicias”, que permite a una coalición dominante administrar la marca partidaria y el programa mientras que sus filiales adaptan esta marca a los electorados locales. Aunque el modelo de franquicia puede ser, según Carty, centralizado, descentralizado o federalizado, siempre supone conceder a las subunidades territoriales márgenes de autonomía para adaptar la oferta producida por la coalición dirigente a nivel central. Sin embargo, en las fases iniciales de un partido y, más aún, en contextos adversos como el estudiado en este artículo, la coalición dirigente central puede elegir evitar el modelo de franquicia y, en cambio, realizar una expansión controlada. Esto implicaría, básicamente, estrechar márgenes para la adaptación local del programa y de la marca partidaria como así también la injerencia directa de esa coalición en la selección de candidatos, que son quienes deben representar la marca y comunicar el programa. Este control centralizado tiene más chances de establecerse cuando sus filiales no logran construir bases locales poderosas ni agregar intereses colectivos organizados. Como mostraremos en este artículo, organizaciones locales con arraigos débiles permiten a la coalición dirigente mantener el control sobre los recursos del partido construidos en el bastión de origen.

Mientras la literatura argentina ha abordado extensamente los problemas de los sistemas de partidos multinivel, su grado de nacionalización y de congruencia electoral (Calvo y Escolar, 2005; Clerici, 2016; Gibson y Suárez-Cao, 2010; Leiras, 2010), aún sabemos poco sobre la expansión territorial de los partidos y la construcción de sus organizaciones locales.

En este trabajo, ponemos en diálogo los estudios sobre la construcción y la expansión territorial de los nuevos partidos con una perspectiva sociopolítica interesada en los arraigos sociales, las trayectorias y las ideas políticas de las elites partidarias.

3. Diseño metodológico y selección de casos

Este artículo se basa en una investigación de largo aliento (2010-2019) con métodos mixtos sobre la construcción partidaria del PRO en C.A.B.A. -en términos organizativos, sociológicos y programáticos- y su expansión, como PRO-Cambiemos, a los municipios de Pergamino y Quilmes en la provincia de Buenos Aires.

C.A.B.A. es el bastión partidario del PRO: allí se fundó, desarrolló sus componentes principales de construcción partidaria -la marca, la organización y la cohesión interna- y gobierna desde 2007. Para analizar su expansión partidaria, seleccionamos dos municipios de distinto tamaño y ubicación dentro de la provincia de Buenos Aires con un tejido socio-demográfico y productivo e historias políticas diferentes. Esta variabilidad entre Pergamino y Quilmes cobra relevancia para explicar la penetración partidaria del PRO-Cambiemos porque se trata de dos distritos donde esta coalición tuvo buen desempeño electoral en 2015.

En Pergamino, el PRO-Cambiemos ganó todas las elecciones locales desde 2015 por al menos 50% de los votos1. Es la octava ciudad de la provincia de Buenos Aires y cabecera del distrito homónimo. Está ubicada en una de las zonas de mayor valor de la tierra de la Argentina por su rendimiento agropecuario. Aunque el PJ gobernó entre 1987 y 1999, la UCR recuperó el control local en 1999 y administró el distrito hasta 2015, cuando pasó a integrar Cambiemos.

En Quilmes, el PRO-Cambiemos le ganó la intendencia al FPV en 2015 después de doce años de gobiernos peronistas, con el 44% de los votos y por una diferencia de once puntos con el FPV2. En 2017 triunfó por menos de un punto en las legislativas locales, pero perdió por seis en 2019, cuando el FPV reconquistó el ejecutivo y la mayoría legislativa del distrito. Aunque la trayectoria del PRO-Cambiemos aquí presenta matices con la de Pergamino, sostuvo su desempeño electoral en cada instancia por encima del 40% del padrón electoral. Esto es relevante si se tiene presente que su perfil socioeconómico y sociopolítico es diferente del de Pergamino, pues integra el conjunto de municipios periféricos a C.A.B.A. (el llamado conurbano bonaerense) donde se levantó parte del complejo industrial del país durante el siglo XX. El municipio tiene una importante población de clases populares y, aunque con alternancia, su historia política está asociada al peronismo.

Nuestra investigación se realizó en dos etapas. La primera consistió en un estudio de los anclajes sociales, las ideas y el tipo de actividad de los cuadros políticos y de los militantes del PRO en C.A.B.A. (Vommaro y Morresi, 2014; Vommaro y Morresi, 2015). Dicho trabajo incluyó una comparación con las élites del principal adversario del PRO en el distrito: el peronismo del FPV y sus aliados. Entre 2014 y 2015 se realizó una encuesta por cuestionario a legisladores locales, diputados y senadores nacionales en representación del distrito, y a miembros de los quince consejos comunales (n=113). El diseño de la muestra contempló cierta representatividad en cuanto a género, cargo y partido por el que los dirigentes fueron electos. Los cuestionarios fueron administrados de modo personal y en versión online. También se efectuaron 30 entrevistas en profundidad a una selección intencional de casos en función de la relevancia política de los dirigentes y de obtener una diversidad de perfiles según las variables ya descritas. Estos datos fueron combinados con el análisis de documentos partidarios y archivos de prensa para reconstruir la historia de la organización partidaria (Vommaro y Morresi, 2015). La segunda etapa de la investigación replicó este estudio en Pergamino y Quilmes. Se efectuó una encuesta por cuestionario (2018-2019) a miembros de los concejos deliberantes (ámbito legislativo local), intendentes y funcionarios de rango medio-alto y alto (directores, subsecretarios y secretarios) (n=73). La encuesta se administró a integrantes del PRO y del peronismo y aliados. La incorporación de datos sobre dirigentes peronistas sirve como contraste para el análisis estadístico, permite identificar especificidades locales y características compartidas por líderes del PRO-Cambiemos y del peronismo y aliados. Sin embargo, las preguntas e hipótesis no se formularon en clave comparada pues el foco analítico es el de los cuadros del PRO-Cambiemos, sus similitudes y diferencias. Asimismo, entrevistamos a 31 actores de ese universo (en función de su importancia en la vida partidaria y de la diversidad de perfiles sociales y políticos) y observamos actividades en locales partidarios. Por último, entrevistamos a 8 actores clave del partido en cada distrito (líderes fundadores) y de asociaciones vinculadas con el PRO-Cambiemos (ruralistas, cámaras de comercio, ONGs, etc.). Estas entrevistas y observaciones, así como los archivos periodísticos locales y nacionales, sirvieron para rastrear el proceso de construcción partidaria en estos distritos.

La metodología de análisis tiene dos componentes. Por un lado, reconstruimos el proceso de construcción partidaria del PRO en Pergamino y Quilmes atendiendo especialmente a la relación entre los líderes políticos locales y la coalición dirigente de C.A.B.A., así como a las estrategias organizativas a nivel local. Por otro lado, para analizar las ideas políticas y los arraigos sociales de los líderes políticos, aplicamos Análisis de Clases Latentes (ACL) con covariadas. El ACL es un método estructural que resuelve en simultáneo un problema de clasificación y de estimación de coeficientes lineales de los predictores de estas clases (Hagenaars y McCutcheon, 2002). A partir de un conjunto de indicadores -en este caso, baterías de preguntas sobre un mismo tema- el ACL da cantidades de interés de fácil interpretación para responder a las siguientes preguntas: ¿es homogénea o heterogénea esta población? ¿Cuántas categorías la describen de manera parsimoniosa? ¿Qué características tiene cada categoría a la luz de una conceptualización teórica? ¿Están relacionadas las probabilidades de pertenencia a cada categoría con otras variables (covariadas)?3 Para analizar ideas políticas y arraigos sociales seleccionamos dos modelos de clases latentes. En ambos se aplicó el mismo protocolo, consistente con Schreiber (2017). Para cada variable latente se seleccionó un conjunto de indicadores, formado por variables politómicas con idéntico número de categorías. Para cada conjunto de indicadores se ajustaron secuencialmente modelos desde 1 hasta 4 clases latentes. Se utilizó como referencia el Criterio de Información Bayesiano (BIC) para informar la selección del número óptimo de clases en cada caso, aunque se concedió mayor importancia al criterio de interpretabilidad teórica (Schreiber, 2017). Con el número de clases definido para cada modelo se graficaron y analizaron las matrices de probabilidad ítem-respuesta para describir y nombrar a cada una de las clases. Finalmente, se añadieron al modelo las covariadas de interés -partido político de pertenencia y distrito- además de las variables género y edad como controles. Los resultados se presentan en la quinta sección.

4. Nacimiento y expansión territorial del PRO: un crecimiento controlado desde el centro

El PRO nació en C.A.B.A. en 2002, en el contexto de la crisis más severa del actual ciclo democrático argentino. El partido surgió de un think tank formado en 2001 y estuvo liderado desde sus inicios por Macri (Vommaro y Morresi, 2014). C.A.B.A. ofreció al PRO circunstancias favorables para construir un partido nuevo, tras el colapso del sistema de partidos en 2001 (Bril Mascarenhas, 2007), con la consiguiente disponibilidad de personal político y de amplios sectores del electorado no peronista (Torre, 2003). Estas condiciones, así como el temprano éxito electoral, le permitieron a Macri acceder al gobierno local en 2007.

No obstante, el PRO no encontró condiciones favorables para su nacionalización. Logró expandirse en algunos distritos, en especial en la zona centro del país (Mauro y Brusco, 2016), pero terminó de nacionalizarse a través de la coalición Cambiemos. ¿Cómo se construye el PRO-Cambiemos en distritos heterogéneos en términos de tamaño, estructura socioeconómica y tradición política? A continuación, presentamos los principales rasgos de construcción en C.A.B.A., así como de su penetración en Pergamino y Quilmes. Mostramos el peso que tuvo la coalición dirigente que comandaba el partido desde C.A.B.A. en el control de la marca partidaria, en la selección de candidatos para las listas electorales y en las estrategias de campaña a nivel local. En especial, en las elecciones generales de 2015, cuando con Cambiemos obtuvo presencia nacional y compitió por la presidencia de la Nación con su líder como candidato.

Ciudad Autónoma de Buenos Aires

El PRO realizó en C.A.B.A. un proceso de construcción partidaria exitoso: primero, desarrolló una organización relativamente sólida, aunque informal y verticalista; segundo, construyó una marca partidaria consistente en el tiempo que le permitió, por un lado, diferenciarse de los partidos tradicionales (al presentarse como un partido “nuevo” de personas destacadas en otras actividades que se “meten en política”) y, por otro, definir un programa alejado de las propuestas clásicas de la derecha -confinada a una pequeña porción del electorado- como partido pragmático basado en la resolución de problemas concretos (Vommaro y Morresi, 2014); tercero, encontró fuentes de cohesión en el liderazgo fundador de Macri y en dos coyunturas críticas: la crisis de 2001, fundacional, y la creciente polarización política a partir del conflicto entre el peronismo kirchnerista y las entidades empresarias del agro, en 2008.

Desde su nacimiento, el PRO incorporó cuadros con experiencia de diferentes trayectorias políticas y profesionales, provenientes de los partidos de derecha tradicionales, del radicalismo y del peronismo, y nuevos políticos provenientes del mundo de la empresa y de las ONGs (Vommaro y Morresi, 2014). Llamativamente, son estos nuevos políticos, junto a los políticos de derecha, los que tienen mayor involucramiento con la vida partidaria y los que forman la coalición dirigente del partido (Vommaro y Armesto, 2015). Nuevos y viejos políticos conectan al partido con mundos sociales heterogéneos: los empresarios y profesionales de ONGs enraízan al PRO en sus mundos sociales de pertenencia (Vommaro, 2017b) y permiten que el ethos voluntario y emprendedor que configura el núcleo de su marca partidaria se exprese en los principales dirigentes del partido. Estos actores, además, conectan al partido con su core constituency de sectores medios-altos y del mundo de los negocios, consistente con lo señalado por los estudios sobre partidos conservadores en América Latina (Gibson, 1996). Los peronistas y los radicales, en tanto, permiten al PRO vincularse con electorados secundarios de clases medias y de clases populares, fundamentales para trascender el nicho de votantes de derecha y volverse competitivo.

La estructura organizativa del partido es informal. Su coalición dirigente estuvo definida desde el principio por la cercanía al líder partidario y controló las decisiones tanto en términos de discurso como de estrategia político-electoral. Los cuadros provenientes de la derecha, el mundo empresario y los profesionales de ONGs también ocuparon puestos clave en el gobierno de C.A.B.A. desde 2007 (Vommaro y Morresi, 2014). Las bases militantes están imbricadas con la gestión de gobierno y son reclutadas en universidades privadas y confesionales (Grandinetti, 2019b) y mediante fundaciones cercanas al partido (Vommaro, 2017a).

A partir de la gestión local, el PRO construyó su nacionalización. Por un lado, forjó un “modelo” de gestión local que prometía exportar al resto del país. Por otro lado, creó una estructura de armadores políticos (Gené, 2019) que fue central para identificar a dirigentes de otros distritos que pudieran incorporarse al partido. Esta vía le permitió al PRO establecer alianzas con facciones del peronismo y del radicalismo desplazadas de sus distritos o en disputa con sus conducciones nacionales (Mauro, 2020). Dicha estrategia fue complementada con el reclutamiento de figuras del mundo de los negocios, de las ONGs, del espectáculo y del deporte consistentes con la marca partidaria del PRO. Fue recién con la formación de Cambiemos en 2015 que logró presencia electoral en todos los distritos del país (Vommaro, 2019). Como veremos en los casos de Quilmes y Pergamino, esta presencia electoral, e incluso el éxito en esa arena, no significó una construcción partidaria sólida a nivel local.

Pergamino

La formación del PRO en Pergamino se inicia poco después de la creación del partido en C.A.B.A.. Sus promotores locales eran un pequeño grupo de profesionales sin experiencia política. Varios de ellos provenían de familias identificadas con el radicalismo; algunos llegaron a través del partido conservador Recrear, uno de los desprendimientos de la UCR tras la crisis de 2001 que luego se fusionaría con el PRO (Vommaro, 2017a). El denominador común que los movilizaba era el espíritu de renovación política asociado a la figura de Macri, en especial su apuesta alejada de los partidos tradicionales y la expectativa por fundar un espacio de centro-derecha competitivo.

La falta de arraigo social y de experiencia política de los líderes del PRO en Pergamino hizo que su performance electoral fuera dependiente de los vaivenes del partido a nivel nacional. La primera participación electoral local fue en 2007, con la etiqueta Unión-PRO, alianza liderada por Macri y De Narváez a nivel nacional. La lista obtuvo el 2,77% de los votos. Por entonces, el PRO no tenía locales partidarios ni estructura consolidada. Las reuniones de sus miembros se realizaban en un bar del centro de la ciudad o en la casa de alguno de ellos4. En las legislativas de 2009, cuando la Unión-PRO incorporó más peronistas disidentes en la provincia de Buenos Aires y logró imponerse ante el FPV también en Pergamino fue la lista más votada, con el 29,43% de los votos5. Este triunfo permitió al PRO obtener su primer representante en el Concejo Deliberante, aunque la debilidad del partido hizo que las otras seis bancas obtenidas fueran para los aliados locales.

Las victorias de la Unión-PRO en la provincia y en Pergamino fueron favorecidas por una coyuntura crítica: el conflicto de 2008 entre el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y las asociaciones de productores agropecuarios por la fijación de los derechos de exportación de granos. Este conflicto movilizó a los empresarios rurales en masivas protestas contra el gobierno en distintas regiones del país, pero sobre todo en la zona núcleo de producción agropecuaria. Las movilizaciones contribuyeron al reposicionamiento de la oposición partidaria en la escena política nacional. En Pergamino, que fue uno de los epicentros de estas protestas, la alianza Unión-PRO y la Coalición Cívica capitalizaron el descontento electoral contra el gobierno del radical Héctor “Cachi” Gutiérrez, quien había iniciado su tercer período en 2007 como parte del grupo de radicales que apostaron a una alianza con el peronismo kirchnerista.

En los años siguientes, el PRO aprovechó el impulso electoral para ganar peso político en Pergamino. Se valió también de las tensiones internas del radicalismo por la salida de Gutiérrez de la intendencia, en 2013, para asumir como diputado nacional. El PRO inauguró un local y una filial de la Fundación Pensar, el think tank que a nivel nacional reclutaba empresarios y expertos, y armaba equipos y programas de gobierno (Echt, 2020). En Pergamino, la Fundación Pensar constituyó una instancia de reclutamiento de cuadros técnicos y empresarios y le permitió trasladar a nivel local la marca asociada a la resolución de problemas concretos6. Consiguió algunos apoyos de personalidades notables del distrito, pero no se propuso reclutar militantes que dieran vida al partido fuera de los períodos electorales7. La debilidad organizativa local volvió a esta filial aún más dependiente de la coalición dirigente central. El crecimiento electoral provino, así, de la estrategia de reclutamiento de notables locales por la coalición dirigente central y del impulso de la marca nacional y provincial antes que por la construcción de una organización local. La formación de Cambiemos en 2015 llevó a que se asociaran fuerzas hasta entonces en competencia en Pergamino. En las elecciones primarias, el radicalismo llevó a su líder en declive, Gutiérrez, que volvía a competir en su bastión; el PRO designó a un outsider, el empresario y presidente del principal club de fútbol de la ciudad, Douglas Haig, J avier Martínez. Este último ganó la primaria y luego la elección general para intendente.

Martínez poseía varios de los rasgos más enfatizados por la marca PRO: era un empresario exitoso, sin experiencia política y partidaria, que la población reconocía por su buen desempeño en Douglas Haig. Fue reclutado por uno de los armadores nacionales del PRO, a quien conocía del mundo deportivo. Sin candidato propio competitivo, los miembros locales del partido debieron aceptar la decisión tomada en el centro político. Más aún, la falta de desarrollo organizativo del PRO en el distrito y la escasez de cuadros propios llevaron al nuevo intendente, una vez electo, a incorporar cuadros de la UCR que habían sido funcionarios de las últimas administraciones. De las nueve secretarías del gobierno, cuatro de las más importantes fueron ocupadas por radicales.

La única instancia partidaria que mantuvo cierta actividad fue la Fundación Pensar, que siguió atrayendo a empresarios y profesionales, convocados más por la experiencia de gobierno que por la vida partidaria. Estas actividades sirvieron para extender redes informales de apoyo al partido8. En 2019, Martínez fue reelecto y retuvo en su gobierno a varios de los funcionarios radicales de la primera gestión.

Quilmes

Las primeras actividades del PRO en Quilmes tuvieron lugar en 2005 y estuvieron ligadas a visitas de campaña de Macri. Se conformó un grupo promotor del partido, con dirigentes de la UCR, del peronismo del distrito que provenían del espacio de De Narváez, y jóvenes que se iniciaban en política. Como sucedió en Pergamino, este grupo fundador participó en elecciones con el sello del PRO en las diversas alianzas que la coalición dirigente central impulsó. En la de 2007 ingresó el primer concejal por el partido; en los años siguientes, pudieron mantener bloques legislativos pequeños, de entre tres y cinco miembros.

Aunque las estrategias eran definidas por la coalición dirigente central, fuera de los períodos electorales el grupo local mantenía cierta autonomía en asuntos municipales (Gené y Longa, 2021). Mientras en C.A.B.A. el PRO se posicionaba crecientemente como fuerza anti-kirchnerista, en Quilmes los dirigentes locales establecían vínculos con los peronistas y kirchneristas, en especial con Francisco “Barba” Gutiérrez, intendente entre 2007 y 2015. Fruto de esos acercamientos, lograron colocar a algunos de sus miembros en cargos municipales. Sin embargo, el partido en el distrito continuaba mostrando escasa vida orgánica y bajo crecimiento. No generaba grandes referentes ni sólidas redes partidarias; tampoco construía vínculos con otros partidos opositores.

La popularidad de Macri y la perspectiva de su candidatura presidencial en 2015 hicieron del PRO un espacio atractivo para referentes locales que disputaban la conducción de sus partidos9 o que pertenecían a agrupaciones con escaso peso en el distrito. La creciente dispersión partidaria en Quilmes llevó a que se planteara el problema de los mecanismos para dirimir candidaturas.

En 2014, la coalición central del PRO propuso como candidato a intendente a Tomás “Tommy” Dunster, exmodelo y actor de telenovelas, aun contra el malestar de algunos dirigentes locales. Luego, esa coalición impuso a otro outsider como alternativa: Martiniano Molina, exjugador de handball y chef conocido por sus programas televisivos de cocina, que tenía mejor intención de voto y aparecía como un candidato más competitivo para el distrito. En el tablero provincial, Quilmes comparte la estratégica tercera sección electoral con el municipio de La Matanza, que es el bastión electoral peronista más poblado de la provincia, y por la que se eligen diputados y senadores a la legislatura provincial. Los estrategas de campaña central del PRO sostenían que, para compensar esos votos peronistas, era importante tener un candidato en Quilmes que mejorara las chances de hacer elegir diputados y senadores por esa sección.

Finalmente, Molina fue designado candidato a la intendencia por Cambiemos, 45 días antes de la elección de 2015. Su “aterrizaje” desintegró la junta promotora del partido que patrocinaba a Dunster. El arribo de Molina también implicó el acercamiento de militantes peronistas enfrentados al kirchnerismo, ya que su padre, dirigente peronista, ocupó numerosos cargos en el municipio y su hermano había estado ligado a grupos peronistas locales. La mayoría de los precandidatos a la intendencia por Cambiemos aceptaron la estrategia oficial y promovieron la figura de Molina. La buena elección a nivel nacional y provincial se combinó con el éxito de la fórmula elegida para el distrito, convirtiendo a Molina en el intendente más votado hasta ese momento en la historia de Quilmes.

Molina conformó un gabinete con personas de confianza y con dirigentes radicales, de la Coalición Cívica, peronistas cercanos a su padre, inclusive exfuncionarios de un municipio vecino que habían trabajado durante el último tramo de la campaña10. Con pocas excepciones, los militantes originarios del PRO en Quilmes fueron excluidos de los cargos. La debilidad partidaria local les impidió resistir este armado de los elencos gubernamentales. La gestión de Molina se caracterizó por un acelerado recambio de funcionarios. En la cartera de Seguridad, por ejemplo, hubo seis secretarios en tres años. Tras dos años como parte de la alianza de gobierno, uno de los sectores de la UCR rompió con Cambiemos y sus miembros renunciaron a los cargos. En el segundo gabinete proliferaron perfiles técnicos (arquitectos, administradores de empresas o licenciados en Ciencia Política), pero su conformación tampoco se explica enteramente por la alianza entre partidos y facciones al interior del PRO-Cambiemos, sino por los lazos de confianza de Molina y su vinculación con otras administraciones donde gobernaba el PRO.

En suma, se constituyeron planteles de gobierno sin anclajes sociales o partidarios sólidos. Las débiles redes partidarias quilmeñas que había construido el macrismo cedieron a los contactos personales de Molina, radicalizando un proceso de arraigo débil de sus élites en la desvinculación del elenco gubernamental con el distrito. Molina no invirtió en la construcción organizativa del partido, ni en la formación de dirigentes, ni en la movilización de su -de por sí exigua- base militante. Al final de su mandato, el PRO seguía siendo un partido con escaso desarrollo organizativo local.

5. La expansión territorial del PRO a través de sus elencos ejecutivos y legislativos

Un claro ejemplo observable de la estrategia de expansión territorial del PRO es el tipo de personal reclutado en sus nuevas filiales. Los líderes políticos locales pueden conectar al partido con grupos y organizaciones o depender exclusivamente de su vínculo con la coalición dirigente central. En cuanto a sus ideas políticas, pueden alinearse más o menos con el programa partidario y, por tanto, reforzar o tender a debilitar la marca construida en el distrito de origen. En este apartado, analizaremos los elencos ejecutivos y legislativos del PRO-Cambiemos en los tres distritos, atendiendo a estas dos dimensiones clave para comprender la expansión partidaria: sus ideas políticas y sus arraigos sociales. Examinamos hasta qué punto el personal político reclutado es consistente programáticamente entre sí y con la coalición dirigente de C.A.B.A., así como los tipos de arraigo social de los elencos reclutados en Pergamino y Quilmes. Para aislar en nuestro análisis la pertenencia partidaria de características más generales de la política de cada localidad y evitar los sesgos que supondría atribuir al personal local del PRO-Cambiemos rasgos propios de su distrito, controlaremos nuestro análisis mediante la comparación con los cuadros del peronismo y sus aliados.

Ideas políticas

Utilizamos un set de preguntas sobre posicionamiento ante issues, políticas públicas y valores, que permite clasificar a los actores según sus ideas en el plano económico y cultural como conservadores o progresistas. En lugar de analizar documentos programáticos del partido o tomas de posición de su liderazgo nacional ante determinadas coyunturas, examinamos una batería de reactivos con afirmaciones valorativas sobre dieciocho temas que permitieron identificar múltiples dimensiones de posicionamiento político en materia económica y cultural. Para analizar estos reactivos, ajustamos seis modelos de clases latentes -de una a seis clases- y comparamos el ajuste por BIC de esos modelos. Con este criterio, el ajuste parsimonioso corresponde a un modelo de dos clases, que distinguen claramente un polo conservador en lo económico y en lo cultural, de otro progresista y estatista, en virtud de las probabilidades de respuesta a cada ítem estimadas por el Modelo 1.

El Gráfico 1 presenta las probabilidades ítem-respuesta del modelo con dos clases: una caracterizada por respuestas progresistas; la otra, por respuestas conservadoras en lo social y cultural y pro-mercado en lo económico (en adelante, “conservadores”). La mayoría de los indicadores son muy discriminantes: cuando una de las clases tiene altas probabilidades de responder «muy de acuerdo» o «acuerdo», la otra tiene altas probabilidades de responder «desacuerdo» o «muy en desacuerdo». Los únicos indicadores en los que hay un relativo consenso remiten a la protección y el fomento de derechos sociales, la regulación estatal de los recursos naturales, y la reducción de las brechas de ingreso. Más allá de estos consensos, encontramos dos polos programáticos claramente definidos11.

Gráfico 1 Probabilidades ítem-respuesta del modelo de ideas políticas. Fuente: Elaboración propia con datos de encuesta 2014-2015 y 2018-2019. 

Resta saber cómo se relacionan estos polos con los partidos y distritos. En el Modelo 1, la probabilidad de pertenencia a estas clases ocupa el lugar de variable dependiente en un modelo lineal logístico binomial. Las covariadas o variables independientes de interés son el partido de pertenencia y el distrito; se agregaron como controles las variables de género, edad, religiosidad y tipo de educación recibida, que suelen identificarse como influyentes en las ideas políticas. Los resultados se resumen en la Tabla 1.

Tabla 1 Covariadas del Modelo 1. Clase de referencia: progresista. 

Fuente: Elaboración propia con datos de encuesta 2014-2015 y 2018-2019.

A partir del Modelo 1, es posible clasificar correctamente el partido de pertenencia de un entrevistado al azar en el 93% de los casos. Es notable la consistencia programática al interior de los partidos; las ideas de los dirigentes correlacionan con su pertenencia partidaria12.

Del análisis de clases latentes puede concluirse que el personal político del PRO-Cambiemos mantiene su consistencia programática, con independencia del distrito de pertenencia, y posee alta homogeneidad en sus ideas políticas, pues el 96% de los entrevistados son asignados a la clase conservadora; a su vez, el 95% de los asignados a dicha clase pertenecen al PRO-Cambiemos.

Tabla 2 Clasificación por partido según clases imputadas con el Modelo 1 

Fuente: Elaboración propia con datos de encuesta 2014-2015 y 2018-2019.

Arraigos sociales

Utilizamos doce indicadores que registran la participación (actual o pasada) en organizaciones no vinculadas exclusiva o directamente con la política partidaria (Gráfico 2). Como contraste, al igual que para las ideas políticas, se incluyeron a los dirigentes peronistas y sus aliados. Las organizaciones seleccionadas constituyen un proxy de diferentes tipos de arraigo: el tipo de actividades realizadas, los criterios de membresía explícitos o implícitos, o la simple afinidad, ubican a estas organizaciones en un lugar determinado del espacio social. Esta información no se utiliza de manera directa en el modelo de clases latentes que produce la variable, sino en su interpretación.

Analizamos un modelo con tres clases latentes: “No arraigados”, “Arraigo elitista” y “Arraigo popular”. La clase de los no arraigados se caracteriza por una alta probabilidad de responder “Nunca participé” en casi todas las organizaciones sondeadas. Vale aclarar que las probabilidades ítem-respuesta, presentadas en el Gráfico 2, caracterizan a las clases latentes resultantes del modelo, no a individuos en particular o partidos14. Las otras dos clases presentan probabilidades ítem-respuesta más altas para “Sigo participando” o “Participé, pero ya no lo hago”. Considerando la ubicación en el espacio social de la organización destacamos el carácter elitista o popular de este tipo de arraigo.

Gráfico 2 Probabilidades ítem-respuesta del modelo de arraigos sociales. Fuente: Elaboración propia con datos de encuesta 2014-2015 y 2018-2019. 

Las categorías de la variable “arraigos sociales” se infirieron a partir de las probabilidades de participación en cada tipo de organización. Nos centramos en aquellas con mayor capacidad discriminante, es decir, en las que la probabilidad de participación presente o pasada diverge en mayor magnitud entre las categorías de la variable “arraigos sociales”.

La participación activa en clubes de membresía exclusiva, movimientos u organizaciones religiosas, cámaras empresarias o sectoriales, asociaciones profesionales -en especial, según los datos cualitativos, en los colegios de abogados- y ONGs o fundaciones de voluntariado con fines sociales, son específicas de un “arraigo elitista” por las afinidades sociales implícitas y por oposición al tipo de organizaciones específicas de la otra categoría activa de la variable, el “arraigo popular”, cuya característica distintiva es la participación en movimientos sociales y sindicatos. Por su parte, la participación en instituciones ligadas a la producción de ideas políticas y económicas (think tanks), clubes sociales y deportivos -de peso en Argentina, en especial los clubes de fútbol-, sociedades de fomento, cooperativas o mutuales y organizaciones territoriales, no es específica de ninguna categoría, y probablemente forme parte de los vínculos usuales de los políticos profesionales. Lo mismo aplica para organizaciones estudiantiles, que constituye un elemento del cursus honorum de buena parte de los partidos en Argentina (Grandinetti, 2019b).

La pertenencia a una u otra categoría de la variable “arraigos sociales” tiene una asociación compleja con el partido y el distrito. La tabla 3 presenta los coeficientes, error estándar y prueba de hipótesis paramétrica de un modelo logit multinomial en el que la variable dependiente es “arraigos sociales”15. La categoría de referencia es “no arraigado”. Las variables independientes son el distrito (referencia: C.A.B.A.) y los partidos (referencia: Cambiemos).

Tabla 3 Variación de arraigos sociales por partido y distrito. 

Fuente: Elaboración propia con datos de encuesta 2014-2015 y 2018-2019.

La comparación entre partidos muestra que el peronismo y sus aliados están asociados positivamente con la categoría arraigo popular. Un peronista seleccionado al azar tiene una probabilidad mucho más alta que un cuadro del PRO-Cambiemos de pertenecer a esa categoría (• =20.28). En términos de distritos, el caso distintivo es Quilmes, donde la probabilidad de pertenecer a la categoría “no arraigado” es significativamente mayor que la de un político de C.A.B.A. seleccionado al azar. Según este modelo, los elencos políticos de Pergamino -independientemente del partido de pertenencia- no son distinguibles de los de C.A.B.A., al menos en relación a sus arraigos sociales.

El análisis de los arraigos sociales dentro del personal político del PRO-Cambiemos muestra algunas variaciones significativas entre distritos. La tabla 4 presenta las probabilidades estimadas por el modelo para todas las categorías de la variable dependiente en todas las combinaciones de categorías de las variables independientes.

Tabla 4 Probabilidades predichas por el modelo 2 

Fuente: Elaboración propia con datos de encuesta 2014-2015 y 2018-2019.

Estos datos muestran que los elencos del PRO-Cambiemos en Quilmes presentan la probabilidad más alta de no tener arraigos sociales, mientras que el arraigo elitista tiene su mayor probabilidad entre los elencos del PRO-Cambiemos de C.A.B.A. y Pergamino. En estos dos últimos distritos, el personal político partidario presenta probabilidades similares de tener un arraigo elitista o de no estar arraigado, con una probabilidad prácticamente nula de tener un arraigo popular; pero en Quilmes es alta la probabilidad de que los cuadros del partido pertenezcan a la categoría de “no arraigados”.

En suma, el análisis de clases latentes aplicado a las ideas políticas y los arraigos sociales de los elencos ejecutivos y legislativos del PRO-Cambiemos en C.A.B.A., Pergamino y Quilmes evidencia, por un lado, la homogeneidad de las ideas políticas (de tendencia conservadora) de sus cuadros en los tres distritos; por el otro, la presencia de un personal político no arraigado socialmente (Quilmes), o con arraigos elitistas (C.A.B.A. y Pergamino). La homogeneidad de las ideas y los arraigos débiles (y elitistas) de los cuadros reclutados por el PRO-Cambiemos permiten a la coalición dirigente del PRO controlar la expansión territorial y preservar la consistencia de la marca partidaria, aunque esto obstruya la construcción organizativa sólida del partido a nivel local.

6. Discusión y conclusiones

El PRO-Cambiemos se expandió en Pergamino y Quilmes con un personal diferente respecto de sus arraigos sociales, pero homogéneo respecto de sus ideas políticas. Nuestros datos cualitativos muestran que durante los períodos en que el partido se concentró en el crecimiento en su centro político (C.A.B.A.), las experiencias locales no lograron sólidos desarrollos organizativos, ni referentes con intención de voto significativa, ni una implantación robusta de cuadros, redes o estructuras partidarias.

Desde su bastión en C.A.B.A., la coalición dirigente del PRO controló el armado electoral en cada distrito, imponiendo sus candidatos con amplios márgenes de maniobra. Esto contrasta con la relativa independencia de las estructuras partidarias locales en la etapa previa a 2015, por fuera de los períodos electorales. Quilmes lo ilustra claramente: la coalición central impuso un candidato outsider para la intendencia a un año de la elección contra el manifiesto disgusto de la dirigencia local. Poco antes de los comicios, desde C.A.B.A. se promovió a quien finalmente sería candidato y los dirigentes locales apenas pudieron negociar algunos cargos legislativos.

Este férreo control facilitó la homogeneidad de las elites reclutadas en cuanto a ideas políticas, lo que facilitó la preservación de la marca partidaria (Lupu, 2016). En distritos con características sociodemográficas tan disímiles, la coalición dirigente priorizó perfiles que representaran su ethos partidario y los encontró en outsiders con carreras previas exitosas en el mundo televisivo, empresarial y deportivo (Pergamino) como en el ámbito televisivo y deportivo (Quilmes).

A partir de la misma estrategia de expansión con control centralizado, la coalición central debió utilizar como materia prima para implantarse localmente los fragmentos partidarios disponibles en cada distrito. En Pergamino había fragmentos políticos en disponibilidad de la antigua estructura radical, pero en Quilmes eran líneas internas del peronismo y del radicalismo las que, tras una historia de profunda fragmentación, se plegaron al armado local; a ello se sumó el entorno personal del nuevo intendente y sus contactos con dirigentes de distritos vecinos.

La heterogeneidad en cuanto a arraigos sociales y la homogeneidad de las ideas políticas observadas en el personal legislativo y de gobierno del PRO cobran más nitidez aun cuando se las contrasta con el peronismo y sus aliados. Esto permite descartar la explicación de esos resultados exclusivamente en función de las características idiosincráticas de cada distrito. En cambio, la variable partidaria es relevante para mostrar homogeneidad del PRO-Cambiemos en los diferentes distritos en relación con las ideas políticas, así como las diferencias marcadas con el personal político peronista en cuanto a ideas políticas y a arraigos sociales.

Asimismo, este reclutamiento selectivo por parte de la coalición central del partido contribuye a mantener la diferenciación ideológica y el alineamiento entre espacios partidarios que se evidencia en nuestro estudio al comparar a los cuadros del PRO-Cambiemos con los del peronismo y sus aliados. Esta diferenciación y este alineamiento resisten el “viaje” a territorios social y económicamente disímiles porque la clave de su consistencia está en esa lógica centralizada de reclutamiento. En cambio, cuadros alineados programáticamente tienen arraigos sociales diferentes en función del distrito de actuación. La coalición central del PRO-Cambiemos recluta con amplia selectividad en términos programáticos, pero partiendo de las restricciones del contexto social de cada distrito, en buena medida también porque suma a políticos de larga data en disponibilidad. En este sentido, constatamos que la coalición electoral con la UCR se mostró útil para la expansión territorial del PRO-Cambiemos, al proveer de personal político a los candidatos seleccionados y los programas diseñados por la coalición central del PRO.

En definitiva, la expansión del PRO es consistente con una organización partidaria que privilegió el control centralizado del reclutamiento por sobre la implantación local o el arraigo en el distrito. La exigua inversión en la organización local de los actores distritales de la coalición dirigente central contribuye a explicar que, tras su paso por la gestión local durante 2015-2019, la implantación partidaria no haya hundido sus raíces en estos municipios. El resultado es, entonces, un legado organizativo débil en cada distrito, que deja al partido sin una estructura local sólida, dependiente de su coalición con el radicalismo y necesitado de figuras con alta intención de voto.

El estudio de la expansión territorial de un partido nacido en el distrito capital de Argentina contribuye a una agenda de investigación sobre nacionalización de partidos nacidos a nivel local en general y sobre nacionalización de partidos de derecha en particular. El caso del PRO-Cambiemos permite construir un modelo de penetración sumamente centralizada que deja en manos de la coalición central el manejo de la marca. Contra lo que supone la hipótesis del imperativo estratárquico (Carty, 2004; Bolleyer, 2012), las filiales locales tienen aquí escaso margen para adaptar la marca partidaria o seleccionar a sus candidatos. Este control centralizado, sin embargo, no se debe a la existencia de estructuras jerárquicas formales sino a la estrategia de la coalición porteña de preservar la consistencia de la marca partidaria y la cohesión interna para seleccionar candidatos en los nuevos distritos, lo que refuerza la debilidad de los desarrollos organizativos autónomos y los enraizamientos locales del partido fuera de su bastión.

Para poner a prueba la validez de estos hallazgos, es necesario sumar casos. Por un lado, estudiar distritos donde el PRO-Cambiemos logró una construcción partidaria local significativa, como en Vicente López, en el norte del conurbano bonaerense, que el partido gobierna desde 2011. Por otro lado, incorporar casos de zonas del país económica y socialmente heterogéneas. ¿Qué sucede en regiones histórica y socialmente adversas (como el noroeste y el noreste argentinos) en los que PRO-Cambiemos obtuvo resultados electorales favorables? Indagaciones previas mostraron que el tipo de expansión encontrado en nuestro estudio tuvo lugar en otros casos menos exitosos, como Santiago del Estero (Vommaro, 2017a). Sin embargo, hay que investigar más en profundidad este tema. Asimismo, aún queda por estudiarse los efectos de la incorporación a nivel local de personal político radical en gobiernos liderados por dirigentes del PRO. ¿Se mantienen las identidades de origen? Esta ampliación de los casos permitirá también robustecer el conocimiento sobre un partido de centro-derecha nacido en un contexto adverso que, en contra de lo esperado por la teoría, contribuyó a reordenar la competencia política en Argentina.

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1 Junta Electoral, provincia de Buenos Aires. Disponible en https://www.juntaelectoral.gba.gov.ar/mapa-provincias-bsas-estadisticas-historicas.php. [16 de septiembre de 2021]

2Junta Electoral, provincia de Buenos Aires. Disponible en https://www.juntaelectoral.gba.gov.ar/mapa-provincia-bsas-estadisticas-historicas.php. [16 de septiembre 2021]

3El ACL es una alternativa más precisa a la aproximación en la que se calcula primero un índice aditivo y luego se ajusta un modelo lineal con ese índice como variable dependiente.

4Entrevista con fundador del PRO en Pergamino, Pergamino, 18 de noviembre de 2018.

5Junta Electoral, provincia de Buenos Aires. Disponible en http://wwwjuntaelectoral.gba.gov.ar/resultados/2009087.pdf [16-noviembre-2020].

6Entrevista con organizador de la Fundación Pensar en Pergamino y dirigente del PRO de esa ciudad, Pergamino, 27 de julio de 2018.

7Entrevista con el presidente de la Cámara de Comercio de Pergamino y dirigente del PRO, Pergamino, 18 de noviembre de 2018.

8Entrevistas con fundador del PRO en Pergamino, 18 de noviembre de 2018; y con organizador de la Fundación Pensar en Pergamino, 27 de julio de 2018.

9En Quilmes, durante el ciclo posterior a la crisis de 2001, tanto el radicalismo como el peronismo tuvieron recurrentes divisiones internas.

10Años antes de asumir la candidatura, Molina organizó Eco-Ferias Saludables en el partido de Berazategui, cercano a Quilmes. Allí conoció al Intendente peronista del distrito, Juan José Mussi.

11Ajustamos un modelo similar solamente para los encuestados pertenecientes a PRO-Cambiemos (n = 115). Por la reducción de la n fue necesario reducir también el número de parámetros libres a estimar por el modelo, compactando las categorías de respuesta a 2: Acuerdo/Desacuerdo. Este modelo capta heterogeneidad en la población (BIC para una clase = 2064, BIC para dos clases = 2025). Encontramos que en Cambiemos se reproduce el mismo esquema de polaridades (conservador/progresista) y que la pertenencia a cada una de las clases está asociada a la corriente interna (el radicalismo tiene pendiente positiva con respecto a la clase progresista, con p= 0.000) y no encontramos asociación con los distritos. Sin embargo, en relación con sus principales competidores políticos en los distritos estudiados (el peronismo y sus aliados) el dato más significativo sigue siendo la homogeneidad interna de los cuadros del PRO-Cambiemos en materia de ideas políticas.

12Pergamino tiene una pendiente positiva para la pertenencia a la clase conservadora en comparación con la media de C.A.B.A.. También Quilmes tiene pendiente positiva, pero es pequeña y con un error estándar relativamente grande, por lo que no se puede distinguir de C.A.B.A..

14Dicho de otro modo, analizamos el sistema de clasificación resultante más que el resultado de esa clasificación. Una vez establecidas las clases latentes, el ACL asigna a cada individuo una probabilidad de pertenecer a cada una de las clases permitiendo estimar proporciones de pertenencia a clases o imputar pertenencia de clase a cada individuo. Es posible analizar posteriormente a los individuos ya clasificados, pero al hacerlo anulamos una de las principales ventajas de los métodos estructurales al asumir que la clasificación se lleva a cabo sin error. El modelo estructural asume que la medición y el modelo se llevan a cabo con cierto error.

15Imputados para cada individuo a partir de la probabilidad más alta de pertenencia surgida del modelo de clases latentes.

13La covariada Partido en el Modelo 1 no aporta información para la solución del problema de clasificación de ideas políticas. La alta correspondencia entre partido e ideas políticas no se explica por violación del supuesto de independencia, sino por la alta congruencia programática del PRO-Cambiemos y en menor medida del peronismo.

Recibido: 15 de Mayo de 2022; Aprobado: 08 de Febrero de 2023

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