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Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos

versão On-line ISSN 1853-3523

Cuad. Cent. Estud. Diseñ. Comun., Ensayos  no.86 Ciudad Autónoma de Buenos Aires set. 2020

http://dx.doi.org/10.18682/cdc.vi86.3784 

Artículos

Plaza Urbina: tiempo, morfología y memoria.

Paola Cristina Velasco Espín* 

* Docente de la Facultad de Diseño, Arquitectura y Artes, Universidad Técnica de Ambato Arquitecta, Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Máster en Diseño y Construcción Urbana en Desarrollo, University College London

Resumen

Las personas y el entorno conforman una relación interactiva, significativa y participativa, en este sentido es posible que esta interacción tenga varias dimensiones morfológicas y narrativas diacrónicas siguiendo lo propuesto por Ganoe y Pokropek. Se pretende descifrar las transformaciones del espacio como creador de una realidad nueva y aumentada a través del análisis gráfico que permita visualizar la evolución espacial de uno de los referentes históricos del barrio ‘Altivo Ambateño’ de la ciudad de Ambato, conocido como la plaza ‘Urbina’. Agentes históricos marcan el nacimiento del barrio ‘Altivo Ambateño’ y configuran su morfología durante más de un siglo: el espacio nace en un terreno baldío rodeado por la línea del tren en 1906. Luego de algunos años se rodea de casas de teja y adobe de baja altura, en 1920 (La Hora, 2009); más tarde, se convierte en refugio de quienes huían de los escombros que caían de las edificaciones en 1949. Después, se transforma en mercado cubierto en1987 y en 2009 se configura como mercado soterrado y plaza cívica. Actualmente existen planes para rediseñarlo como mercado a nivel y plaza cívica elevada (La Hora, 2018). Así, estas diferentes transformaciones espaciales podrían relacionarse con la memoria de la ciudad y sugerir significados del lugar durante cada época.

Palabras clave: Plaza Urbina; memoria; forma; transformación

Abstract

People and environment make up an interactive, meaningful and participative relationship. It is possible to this interaction to have several diachronic morphological and narrative dimensions following the proposal of Ganoe and Pokropek. The aim is to understand space transformation as a creator of a new and augmented reality through graphic analysis that allows visualizing the spatial evolution of one of the historical references of the neighborhood 'Altivo Ambateño' of Ambato city, known as the Plaza 'Urbina ' Historical agents mark the birth of the neighborhood 'Altivo Ambateño' and shape its morphology for more than a century: the space was born in a vacant lot surrounded by the train line in 1906. After some years it is surrounded by tile and adobe low height houses, in 1920 (La Hora, 2009); later, it became a refuge for those fleeing from the rubble that fell from the buildings in 1949. Later, it became a covered market in 1987 and in 2009 it became an underground market and a civic plaza. Currently there are plans to redesign it as a market at a high level and civic plaza (La Hora, 2018). Thus, these different spatial transformations could be related to the memory of the city and suggest meanings of the place during each period.

Keywords: Plaza Urbina; memory; form; transformation

Resumo

As pessoas e o ambiente compõem uma relação interativa, significativa e participativa, nesse sentido é possível que essa interação tenha várias dimensões morfológicas e narrativas diacrônicas seguindo a proposta de Ganoe e Pokropek. O objetivo é decifrar as transformações do espaço como criador de uma realidade nova e aumentada através da análise gráfica que permita visualizar a evolução espacial de uma das referências históricas do bairro 'Altivo Ambateño' da cidade de Ambato, conhecida como a Praça 'Urbina´. Agentes históricos marcam o nascimento do bairro 'Altivo Ambateño' e moldam sua morfologia por mais de um século: o espaço nasceu em um terreno baldio cercado pela linha de trem em 1906. Depois de alguns anos ele é cercado por casas e adobe de baixa altura, em 1920 (La Hora, 2009); mais tarde, tornouse um refúgio para aqueles que fugiam dos escombros que caíram dos edifícios em 1949. Depois, tornouse num mercado coberto em 1987 e em 2009 tornouse um mercado subterrâneo e uma praça cívica elevada. Atualmente, há planos para reformulálo como um mercado em uma praça cívica elevada (La Hora, 2018). Assim, estas diferentes transformações espaciais poderiam se relacionar à memória da cidade e sugerir significados do lugar durante cada época.

Palavras chave: Plaza Urbina; memoria; forma; transformação

Introducción

Desde sus inicios la ciudad de Ambato capital de la provincia de Tungurahua, en Ecuador, se ha identificado como un centro de acopio de productos agrícolas para la comercialización, dinamizando la economía local y permitiendo que se desarrollen varias actividades complementarias en su espacio urbano (Moya, 1987). Si bien desde la visión institucional, la ciudad se ve a sí misma como un nodo comercial e industrial, cabe cuestionar qué tipo de ciudad se vive desde sus calles, espacios públicos y mercados; y qué puntos de (des)conexión existen entre el imaginario institucional que construye forma urbana y la memoria colectiva que la habita.

Para esto, el texto se estructura en cuatro secciones principales. En la primera sección- se conceptualiza la estructura narrativa a partir de su relación con el espacio y la memoria, se considera que este enfoque permite estructurar el análisis de un espacio como un ente dinámico a través del tiempo, que simultáneamente se conecta con dimensiones físicas y sociales que se materializan en la forma arquitectónica.

Para explicar la producción de la forma, en la segunda sección, es preciso integrar criterios que permitan analizarla desde su relación con el entorno físico y social, pues la plaza Urbina ha permanecido en el mismo emplazamiento por más de un siglo, transformándose y transformando su entorno.

En la tercera sección, se presentan dos tablas de análisis gráficos que parten del marco teórico establecido y de los datos recopilados sobre el lugar de estudio. Organizar imágenes, texto y dibujo, permite contar una historia del lugar que involucra tanto acontecimiento sociales como urbanos en la creación del mercado y su entorno. En la última sección se relaciona la morfología espacial con los itinerarios espaciales suscitados en la época, se describen los elementos que conforman los principios de acción del envolvente y el envuelto; se analiza la producción de la forma urbana y arquitectónica como producto de ajustes con el entorno y de su relación con las personas. Si “la narrativa es una forma que adquiere la memoria colectiva” (Mendoza, 2004, p13) es posible que revisar la transformación del sector permita encontrar pistas para pensar su futuro desde su pasado habitado.

Tiempo: Narrativa y espacio

Ganoe (1999) se refiere a la diacronicidad en base a la relación entre narrativa y ambiente, o temporalidad y orden, y establece que ambos términos se desarrollan en un tiempo, y a través de un período particular. En este sentido el orden seleccionado puede responder a preferencias culturales y a la percepción selectiva secuencial u holística (Gifford 1997 en Ganoe 1999). Es decir que, la forma de seleccionar y organizar la información en un ambiente puede estar determinada por varios factores. Esto implica que se pueden recopilar cantidades limitadas de información cada vez que el observador se mueve a través del espacio “nunca "entrando" en el mismo diseño dos veces” (Ganoe, 1999, p. 5). De ahí, que la relación diseño/ historia o espacio / historia, se cuenta varias veces “no solo desde el punto de entrada sino también en reversa, caminando y sentado, mientras se observa pasivamente y se hace actividades, o se está completamente ocupado o distraído” (Ganoe, 1999, p. 5).

Esta perspectiva permite un doble análisis en este estudio. Por un lado, permite explicar la forma en que las personas se mueven a través ‘de’ y en ‘relación’ al espacio de estudio. Por otro lado, permite mirar la transformación del espacio a través del tiempo, no como un proceso directo y objetivo, sino como una vía que puede ser transitada en varias direcciones y observada desde varios puntos de vista a través de las relaciones entre la forma y su contexto físico y social. En este caso, se propone mirar los cambios de la plaza Urbina en Ambato, a través de un período determinado, considerando variables que influyen en la forma arquitectónica; se considera al espacio arquitectónico como un objeto dinámico a través del tiempo y en movimiento constante.

La importancia de relacionar narrativa y espacio proviene de la posibilidad de desprender de esta relación varios significados que posiblemente hacen parte de la memoria colectiva del sector y la ciudad. Aquí la forma urbana- forma arquitectónica, existe también a través de la relación con las personas. Sobre esta relación, Casanova (2011) sugiere que existimos en estrecha relación con nuestro medio; esta relación se traduce en el habitar como un estrecho vínculo entre personas y ambiente que se desarrolla en un lugar y tiempo específicos. Así como el habitar, el “hecho arquitectónico” se constituye tanto a partir de medios espaciales como de medios temporales, el lugar arquitectónico se construye en y con el tiempo. Al ser el nexo entre espacio y tiempo específicos, entre espacio y habitar, el lugar arquitectónico “... constituye(n) las fundamentales estructuras existenciales de la identidad y de la memoria” (Casanova, 2011, p. 66).

Según Danko, Meneely y Portillo (2006) la construcción de historias, “permite a los individuos dar sentido a la experiencia humana”, es decir que, la construcción de historias nos permite relacionarnos y desarrollar conexiones entre nuestras experiencias pasadas y las de otros (p.11). Del mismo modo, sugieren que la estructura narrativa, como el diseño, existe a partir de las particularidades del contexto, del tiempo y de las percepciones subjetivas. Surge así un “conocimiento conectado” que permite ver al diseño como un sistema social: dependiente del contexto y socialmente entrelazado. (p. 12)

En este caso, “contar historias, igual que diseñar, es un proceso creativo de selección y organización de eventos caóticos que nos permite discernir cómo los diversos elementos se unen para formar experiencias significativas. Ambos juegan un papel central en nuestra comunicación con los demás” (p. 12). De esta forma, la estructura narrativa permite vincular el pasado vivido, el tiempo, el espacio y los significados que se encuentran en la cultura (Mendoza, 2004, p. 3). Entorno social y físico, tiempo y forma se juntan en la memoria de la ciudad.

Al hablar sobre el hecho arquitectónico, Casanova (2011) lo reconoce como un lugar habitado en un espacio específico y que se despliega en un período determinado. Al examinar esta noción de continuidad el autor propone dos posibles escenarios: en el primero, se refiere a la cotidianidad que se desarrolla enmarcada por formas arquitectónicas constantes. Sin embargo, en el segundo escenario, el autor se refiere a la posibilidad de que un lugar arquitectónico cambie a través del tiempo, pero que a pesar del cambio “...conserva su mismidad, sigue configurando a su modo una estructura durable sobre la que proyectamos nuestra identidad, estando-ahí” (p. 67). Tanto la narrativa, como posibilidad de orden para contar historias y conectar pasados, presentes y futuros colectivos; como el “espesor” de un lugar arquitectónico y su cualidad de “mismidad” resultan relevantes para estudiar la forma arquitectónica y su vínculo con la memoria.

Morfología del espacio.

Para el estudio, se consideran tres definiciones de forma, al inicio la citada por Christopher Alexander, después la elaborada por Borie, Micheloni y Pinon (2008) y finalmente la postulada por Pokropek (2018). En primer lugar, se considera la definición de Christopher Alexander de la forma como resultado del equilibrio entre objeto y contexto. Alexander propone que “… todo problema de diseño se inicia con un esfuerzo por lograr un ajuste (fitness) entre dos entidades: la forma en cuestión y su contexto” (Alexander, 1976, p. 21). De esto se desprende que, al diseñar, podemos controlar la forma, en tanto que dejamos el “resto del mundo” como es, también afirma que: “el contexto es aquella parte del mundo que hace exigencias a esa forma; todo lo que en el mundo hace exigencias a la forma es contexto. El ajuste es una relación de mutua aceptabilidad entre estos dos elementos” (Alexander, 1976, p.24), por lo tanto, la producción de formas debe responder a particularidades determinadas en el entorno.

Alexander revisa las condiciones en las que se producen las formas y propone dos escenarios posibles. En el primero, en las culturas “inconscientes de sí mismas”, existen tradiciones firmes que guían a producción de formas y se resisten al cambio. Sin embargo, en estos entornos, el individuo está en estrecha relación con la forma, “el hacedor de formas no sólo hace la forma sino que vive en ella” (p. 54), en este proceso, el individuo es solamente una parte de la producción de la forma, esto implica la participación de varios agentes: es un proceso colectivo, autoadaptativo, en el que las formas se producen ajustadamente “en equilibrio activo con el sistema” (p. 59), y en donde la cultura a través de tradiciones “amortigua los cambios introducidos e impide que se extiendan a otros aspectos de la forma” (p. 56), y se define como “viscosidad”.

El segundo escenario, se desarrolla en las culturas “conscientes de sí mismas”. En este caso, Alexander describe el proceso de producción de formas como aquel en el que tanto la cercanía entre sujeto y forma como la resistencia al cambio facilitada por la importancia de las tradiciones, son mucho menores. Un aspecto característico de este proceso es la afirmación individual, “la autoconsciencia trae el deseo de liberarse, el gusto por la expresión individual, el rechazo de la tradición y lo tabúes, la voluntad de autodeterminación” (p. 62). Es decir que la producción de forma recae en el individuo y su genio personal, sin embargo, al librarse de la tradición se encuentra con una vasta complejidad. En este sentido, Alexander argumenta que, para abordar esa complejidad, se recurre a conceptos genéricos que corren el riesgo de volverse dogmáticos y como consecuencia

“la complejidad del problema no queda nunca desembrollada del todo y las formas producidas no sólo son incapaces de satisfacer sus especificaciones tan cabalmente (…) sino que también carecen de la claridad formal que tendrían si se comprendiera mejor la organización del problema a que se las ajusta”. (p. 71)

El problema y la forma se relacionan directamente, la primera al estructurarse deficientemente desencadena que la generación formal sea siempre parcial, así, la concepción formal no se puede adaptar a las exigencias por completo debido a la comprensión incompleta del problema.

En segundo lugar, Borie, Micheloni y Pinon (2008) parten de la definición de forma de Alexander como producto del contexto y su relación de ajuste permanente. Los autores postulan que “el proyecto arquitectónico consiste en la adaptación recíproca de las formas y de su contexto” (p. 22). Al definir la forma arquitectónica, se observa “una doble estructuración, a la vez de la materia y del espacio” (p. 31) es decir de llenos y vacíos. Al pensar la forma como materia, se concibe al objeto arquitectónico como un objeto escultórico, mientras que, al definirla como espacio, se prioriza la estructura del espacio interno.

Para comprender mejor la relación, es necesario recurrir al análisis de Prada (2010) sobre los llenos y vacíos en arquitectura. Para explicar esta relación, el autor incluye los términos desarrollado por Paul Klee: endotrópco y exotrópico. Usados para explicar maneras de configurar elementos en una composición, se pueden definir como situaciones en que un elemento se configura “porque algo ocurre en su interior” en el primer caso, y “porque algo ocurre en su exterior” en el segundo. (Prada, 2010, p. 70). Adicionalmente, se presenta un tercer caso en el que endo y exotrópico se combinan, “consiste en la configuración de un elemento por lo que ocurre simultáneamente dentro y fuera de él” (Prada, 2010, p. 70). Klee extendió estos conceptos de la bidimensionalidad hacia la tridimensionalidad en arquitectura, considerando posible “configurar con materia un cubo endotópico, rodeado de vacío, y con vacío un cubo exotópico, rodeado de materia.”(Prada, 2010, p. 70).

En tercer lugar, del análisis de la forma realizado Pokropek (2018), se toman para este análisis las categorías estructurales y las cadenas armónicas pues se considera que permitirán dilucidar características particulares en la transformación del espacio en estudio. Las categorías estructurales, se consideran como elementos poseedores de “una “geometría”, una lógica que reúne y separa un conjunto de líneas, puntos y áreas desde una intención configurativa.” (Pokropek, 2018, p. 21). De ahí que el espacio arquitectónico se caracteriza como poseedor de dos estructuras interdependientes: una de ellas define la configuración exterior, es decir es el envolvente; la otra define la organización de su espacialidad interior “envuelta”. (p. 21). Las cadenas armónicas se traducen en nociones presentes en las organizaciones formales que refuerzan las características seleccionadas, de modo que el argumento formal se vuelve autorreferencial y en consecuencia “puede vehiculizar mejor el conjunto de significados estructurados.” (Pokropek, 2018, p. 22)

Memoria: Plaza Urbina

Para el análisis del espacio, por un lado, se consideran los conceptos de narrativa y su conexión con la memoria a través del orden diacrónico que vincula acontecimientos relevantes que podrían haber influido en la configuración del espacio. Por otro lado, se pretende analizar la forma del lugar de estudio desde lo propuesto por Alexander (1976), Borie, Micheloni y Pinon (2008) y Pokropek (2018) para desentrañar su transformación y estructura a través del tiempo.

En Ecuador, a finales del siglo XX la ruta desde la Costa meridional a la sierra central más común era la de Guayaquil a Babahoyo de allí a Guaranda, Ambato y finalmente Quito (Clark, 2004), esto también se puede evidenciar en la novela ‘A la Costa’ (1904) del prestigioso intelectual ambateño Luis A. Martínez (Ospina Peralta, 2011), sin embargo, Babahoyo, Guaranda y Ambato viven otro cambio mayor en los itinerarios espaciales de conexión interregional, si bien en 1860 la idea gubernamental era unir Ambato y Babahoyo, el ferrocarril que llegaría a Quito en 1908 cambió el eje de articulación a Yaguachi-Bucay-Alausí-Riobamba-Ambato-Quito dejando fuera a Babahoyo, Chimbo y Guaranda (Ospina Peralta, 2011), transportando un total de 138 mil toneladas métricas de diversos productos desde 1908 hasta 1927 (Moncayo Albán, 2015).

Así, finalmente el 29 de noviembre de 1906 (ver imagen 1906 figura 1) el tren arriba a Ambato después de cruzar el gran obstáculo denominado ‘Nariz del Diablo’ y Mocha (Guardavía, 2012), así se configura la calle Olmedo y se genera espacio público, este recorrido rodeaba la plaza, dándole una extraña figura que simula una estrella de siete entradas en donde luego de algunos años se construyen casas de teja y adobe de baja altura (La Hora, 2009).

En 1920 el lugar se transforma de plaza a centro de expendio de productos al por mayor hasta los setenta (Nicola, 2009) (ver imagen 1920 figura 1) y en 1930 (ver imagen 1930 figura 1) se rodea de edificaciones donde se distingue la escuela Las Américas, el Círculo Tarqui y la fábrica de vinos Carbonell.

El 5 de agosto de 1949 la ciudad de Ambato y varias localidades de Tungurahua son destruidas por un terremoto, así varias misiones internacionales inician una etapa de modernización (Ayala Mora, 2015), la plaza acoge a moradores que huían de los escombros que caían de las edificaciones y se refugiaban en este amplio sector con carpas durante algunos días. (imagen 1949 figura 1)

Los cambios en los itinerarios del sistema de transporte mutan del ferrocarril hacia uno basado en los automóviles y camiones, la creación de la vía Quito-Santo Domingo y el auge bananero expulsarían a Ambato del circuito principal entre Quito y Guayaquil, sin embargo, a pesar de no estar en el centro de articulación comercial, seguiría creciendo desde mediados del siglo XX y centralizaría la producción y el comercio de toda la Sierra central (Ospina Peralta, 2011).

Según Portais (1987) citado en Ospina Peralta (2011) entre 1940 y 1980 los actores del comercio convierten al centro comercial en un mercado mayorista de todo el país para numerosos productos alimenticios debido a su hacer y organización. Después, entre 1960 y 1980 debido al auge del modelo desarrollista se constituye en un polo manufacturero, artesanal y comercial de la sierra central, ya en 1980 posee la mayor cantidad de establecimientos comerciales, manufactureros y de servicios de más de diez empleados.

En el texto Ambato- ciudad mercado, Luz del Alba Moya relata en 1987, la importancia de la provincia Tungurahua, como tercer centro de comercialización agrícola del país y el más importante para abastecimiento interno. (Moya, 1987, p. 256). Se considera la ciudad como un centro de comercialización importante pues sus características geográficas permiten una variada producción agrícola. En la época, la actividad en los mercados de la ciudad, hacen que la población se duplique particularmente los lunes. (p. 271) Esto producto de la designación de Ambato como capital de la provincia en 1860 y de la prohibición de los domingos como días de feria por el gobierno de García Moreno. (p. 275).

La actividad comercial en las plazas motiva otras actividades complementarias que se desarrollan en las inmediaciones de las plazas. Moya (1987) denomina a estos espacios complementarios, calles feriales, patios y bodegas, “tentáculos” de las ferias minoristas.” (p. 268) “Estas calles se encuentran segmentadas por especialidades: de productos alimenticio. (frutas, legumbres, hortalizas), ropa, zapatos, baratijas, etc, en este sentido reproducen la organización de los mercados y, al mismo tiempo, revelan las particularidades de la provincia a nivel de la producción agrícola y artesanal” (p. 268). De forma que la magnitud de la plaza debe entenderse integrando estos elementos como extensiones del uso comercial en las viviendas aledañas. (p. 268- 269)

Es así que, en 1987, con partida extrapresupuestaria el alcalde de la época, Galo Vela Álvarez, construye la cubierta y piso, se corrige desnivel, y la obra se inaugura en agosto de 1988 (El Heraldo, 1988). (ver imagen 1988 figura 1)

Después, el 14 de Agosto del 2009 se inaugura la plaza cívica Mercado Urbina, el proyecto fue ejecutado por el Consorcio ContradingTorrefuerte y diseñado por Hernán Paredes, posee una plaza de mercadeo, plaza cívica y parqueadero, con alrededor de 11326 metros cuadrados de área intervenida y un valor de 3 578 504 dólares (El Heraldo, 2009a), el mismo periódico lo titula como ‘El mall del pueblo’ (El Heraldo, 2009b), una obra progresista y ‘para toda la vida’ (La Hora, 2009) (ver imagen 2009 figura 1).

Finalmente, en noviembre del 2018 se anuncia el proyecto de rediseño del mercado contemplando nivelación de plataforma principal y conexión con red de alcantarillado (La Hora, 2018) (ver imagen 2018 figura 1).

Figura 1: Narrativa: orden diacrónico. Transformación del sector plaza Urbina, contexto social y memoria. 

Fuente: Elaboración propia a partir de varias fuentes: diarios locales y revisión bibliográfica

Si bien la forma urbana ha sido configurada en estrecha relación con el contexto social y temporal particular de la época, corresponde mirar cómo estas particularidades posiblemente influyen en la constitución y transformación de la forma arquitectónica de la plaza. Partiendo de tres criterios sobre la forma se pretende analizar el sitio de estudio a través de diagramas elaborados en base a fotografías y mapas del lugar. A través del texto y del dibujo, se busca representar y comprender la evolución de la forma, así como articular los cambios a manera de cortes en determinados años -capturas- de acuerdo a la información recopilada.

La forma como producto del contexto.

En 1906 los elementos determinantes que configuran el sector son predominantemente la topografía y línea del tren que la rodea; éstos determinan la forma física de la futura plaza y asentamientos, asignándole un carácter cóncavo que se inscribe en lo convexo de la topografía. Para el año 1920, se observa un vacío urbano delimitado por las manzanas construidas, se podría decir que la plaza no tiene límites físicos más que las pieles de los edificios cercanos, pues no existen elementos permanentes que la contengan, además del nivel del piso. (figura 2A)

En 1949 la plaza se transforma, se delimita a través de las estructuras temporales que la ocupan. Primero como mercado para la comercialización de la producción agrícola de la provincia en los días de feria, y luego como un lugar seguro para los damnificados del terremoto que devastó gran parte de la ciudad. En este caso, los elementos que marcan en el terreno la forma de la futura plaza, son la plataforma que se despega del piso y los refugios que se distancian de los escombros de las edificaciones cercanas para ubicarse rodeando el centro del vacío previo. En este caso, la forma empieza a constituirse a partir del piso y de elementos temporales que aparecen producto de un terremoto.

La forma empieza a consolidarse desde lo trazado por los usos previos, en consecuencia, en el año 1988 se “formalizan” un piso duro nivelado que se despega del terreno natural y una cubierta que se levanta sobre él en correspondencia con su forma. Los bordes se mantienen permeables y en conexión directa con la calle. La forma (piso, cubierta, bordes permeables) posiblemente legitima y es legitimada por el uso del espacio como un mercado.

Para el 2009, el espacio conserva la forma dada por el uso previo como un mercado, sin embargo, crece verticalmente sobre y bajo la línea de tierra: la cubierta se transforma en una plaza cívica, el mercado se desarrolla en el interior bajo el nivel de la calle. La relación con la calle se interrumpe en la mayor parte del perímetro, salvo en los cuatro accesos. A finales del 2018, el gobierno local ha presentado una visión futura de la plaza. En ella, se prevé una reconciliación del mercado con el nivel de la calle. Se mantienen los bordes sólidos y los niveles sobre y bajo la calle.

Adicionalmente, Alexander propone mirar los cambios que se producen en las formas a través de las sociedades en las que se inscriben. Éstas, a través de sus sistemas culturales, presentan un mayor o menor grado de resistencia al cambio en relación al número de personas que participan en la producción de la forma arquitectónica, en el conocimiento de las técnicas de producción y en su cercanía con ellas, lo que denomina com viscosidad.

En este caso se podrían identificar dos períodos en los que la producción de la forma en la Plaza Urbina cambia. Hasta el año 1949, el espacio se configura a partir de la participación activa de varios grupos sociales: al ser un lugar de intercambio seguramente participan vendedores y compradores; al ser un espacio de refugio son las y los afectados por el terremoto quienes lo configuran. Posiblemente, durante las décadas siguientes, la plaza presenta usos que se alternan entre el comercio y el refugio hasta que el intercambio de productos prevalece. Según el autor, esto representaría una conexión directa entre personas y forma y una velocidad baja de cambio pues depende de un grupo extenso: mayor viscosiad.

En 1988 se inaugura la cubierta producto de la gestión del gobierno local y de la asociación de Vivvanderas del mercado (El Heraldo, 1988) que de cierta forma lo moderniza. Se podría decir que a partir de esta intervención, la configuración de la forma le corresponde a un equipo técnico personificado por concejales, trabajadores y contratistas del municipio (El Heraldo, 1988) y ya no al colectivo social. Esto representaría, segú Alexander, una desconexión entre la forma y quienes la habitan y su incapacidad de transformarla pues esto requiere conocimientos técnicos. En este escenario, la velocidad de cambio de la forma aumenta, pues depende de un frupo técnico reducido: menor viscosidad.

Forma arquitectónica: principio de acción envolvente y envuelto.

En 1920 el principio de acción envolvente podrían ser las viviendas y vías cercanas, mientras que el principio de acción envuelto sería el vacío urbano, es decir que el espacio estaría limitado tan solo por las moradas existentes. Después, en 1949 el evolvente se conformaría, por una parte, por la plataforma que separa las vías de la plaza, y por otro, los refugios temporales. Además, lo envuelto serían los interiores de los refugios y la distancia sobrante entre plataforma y hogares estacionales manteniendo la relación con los restos de las moradas existentes. Luego, en 1987 el evolvente irrumpe con planos horizontales triangulares elevados en el paisaje, mientras que el principio de acción envuelto verticalmente nace en la plataforma y finaliza en la cubierta, horizontalmente mantiene la relación con las moradas existentes. Más tarde, en el año 2009 el envolvente se conforma por volúmenes de hormigón y acero sólidos mientras que el principio de acción envuelto se deprime conformando una sustracción en el suelo, la relación con las moradas existentes se reduce a conexiones controladas. Finalmente, en el 2018, el principio envolvente se mantendría conformado por volúmenes de hormigón y acero sólidos pero el principio de acción envuelto se conectaría directamente con las vías existentes.

Las cadenas armónicas podrían identificarse en la cualidad de la forma construida que responde directamente a la forma del vacío urbano que se configura desde que el tren pasa por la ciudad. Es decir que, las cadenas armónicas podrían manifestarse en el volumen arquitectónico, en su configuración concéntrica y circular congruente con el entorno. (figura 2B)

Forma arquitectónica: materia y espacio (llenos y vacíos).

En esta sección se considera la relación lleno/ vacío y su grado de actividad en el interior (endotropía), en el exterior (exotropía) o en el interior y exterior simultáneamente. Para el espacio que se estudia, la actividad se determina de acuerdo al uso y a las personas que habitan el espacio.

En el año 1920, la actividad se desarrolla mayormente en el vacío urbano. Se podría considerar que los elementos que delimitan este vacío son las construcciones cercanas (llenos). Situación predominante: exotrópica. En 1949, la continuidad del vacío circundante cambia. Si bien la actividad permanece en el exterior, aparecen volúmenes temporales que podrían considerarse como elementos llenos, habitados y con una temporalidad distinta a la del intercambio comercial. Situación predominante: exotrópica.

En el espacio aparecen elementos construidos que cambian una vez más el espacio en 1988; se diferencian claramente interior y exterior. La actividad interior y exterior están interconectadas y posiblemente en equilibrio. Podría decirse que la comercialización de productos se extiende del interior hacia el exterior y viceversa. Situación predominante: exoendotrópica. Desde el 2009, la relación interior- exterior se modifica. El volumen crece verticalmente, sin embargo, parecería que la intensidad del intercambio comercial decrece al interior y permanece en el exterior. El interior, de cierta forma se aísla del vacío exterior. Situación predominante: exotrópica. (figura 2C)

La visión a futuro del espacio muestra una versión similar a la existente, sin embargo, se plantea recuperar la relación entre interior y exterior. Podría ser que la actividad al exterior se mantenga, y por medio de la conexión interior- exterior, se recupere el uso del volumen.

Figura 2: Transformación Plaza Urbina, forma arquitectónica y memoria. A. Forma como producto del contexto (físico). B. Forma arquitectónica: estructura envolvente y estructura envuelta. C. Forma arquitectónica: materia y espacio (llenos y vacíos). Fuente: Elaboración propia a partir de: diarios locales y revisión bibliográfica. 

Discusión

El análisis del espacio se apoya principalmente en la posibilidad de generar “conocimiento conectado” (Danko, Meneely, y Portillo, 2006.) a través de la estructura narrativa, vinculando eventos históricos con la transformación del espacio en el que se asienta la plaza Urbina desde hace un siglo. Este ejercicio, permite entrever las exigencias del mundo (social) sobre la forma. Sin embargo, a pesar de la importancia del contexto social en determinadas épocas, la forma se estructura también a partir de fuerzas físicas, por lo que se han considerado aspectos como la configuración física del entorno, las estructuras envolventes y envueltas y la relación lleno- vacío para dilucidar otros aspectos de dichas transformaciones.

Desde 1906, la constitución de la morfología espacial pública se relaciona con los itinerarios espaciales de conexión interregional entre la costa meridional y sierra central cuyas transformaciones van desde la presencia del tren hasta de automóviles y camiones. Así, la ciudad se organiza según los recorridos y puntos de llegada del ferrocarril, además, en los alrededores se desarrolla infraestructura educativa, militar y productiva. Después, con la generación de vías que reemplazan rutas nacionales llegan los automóviles y camiones a la ciudad (Ospina Peralta, 2011), y desplazan los recorridos y puntos existentes e imponen nuevos ejes rectores.

Por otra parte, el transporte de productos en grandes proporciones (Moncayo Albán, 2015) motivan la conformación de un centro de expendio de productos al por mayor desde 1920 a 1970 (Nicola, 2009). A pesar del terremoto devastador del 5 de agosto de 1949 y el cambio de los sistemas de transporte a mediados del siglo XX (Ospina Peralta, 2011), la ciudad continúa creciendo y convirtiéndose en un nudo comercial de la sierra central, llegando hasta 1980 a poseer el mayor número de establecimientos comerciales, manufactureros y de servicios (Ospina Peralta, 2011). Moya (1987) la considera el tercer centro de comercialización del país, es por esto que el espacio se estabiliza a través de la cubierta y piso que comienzan a realizarse en 1987 y se inauguran en 1988.

En este punto, el concepto de viscosidad- la mayor o menor rapidez de cambio de la forma- podría considerarse a partir del entorno construido como del entorno social. Entonces, la forma se ajusta a los requerimientos espaciales- de acuerdo al emplazamiento y a los sociales- de acuerdo al uso y a la modernización del país que se muestra a través de la infraestructura ferroviaria y vial-. Así mismo, se puede distinguir el cambio entre la producción colectiva de la forma arquitectónica, a partir del uso y del habitar, y la producción individualizada, a partir de una visión tecnicista.

El evolvente se transforma desde las viviendas y vías cercanas (1920) luego se conforma por la plataforma elevada y los refugios temporales (1949), después aparecen planos horizontales triangulares elevados (1987), más tarde surgen volúmenes de hormigón y acero sólidos (2009 y 2018). Es decir que el envolvente aparece primero como una intervención mínima en el terreno y progresivamente crece hacia el piso hasta enterrarse en él. La situación de lo envuelto se transforma entonces simultáneamente, desde el vacío urbano sin límites, a los interiores de las tiendas temporales para luego limitarse por planos horizontales livianos y luego por elementos sólidos verticales de cierre. El espacio envuelto se va retrayendo desde 1920 hasta casi desconectarse del exterior y enterrarse en la tierra.

En este caso, las cadenas armónicas reforzarían el cierre progresivo del espacio envuelto a través de envolventes cuya materia incrementa con el paso del tiempo.

El análisis gráfico aquí propuesto, pretende facilitar la visualización de la relación entre la forma urbana y sus transformaciones en relación al entorno. Lejos de ser concluyente, en esta sección se propone revisar las limitaciones del texto y las interrogantes que se podrían abordar en futuros estudios.

Al relacionar la estructura narrativa con la transformación del sector y con su memoria colectiva, es necesario incluir en futuros análisis la experiencia de las personas que lo habitan, es posible que existan vínculos con el espacio que permitan añadir nuevas dimensiones para estudiarlo.

Siguiendo la propuesta de Alexander (1976), la evolución de la forma arquitectónica es el resultado de la relación de ajuste continuo y del cambio facilitado o ralentizado por la tradición. Se considera que esta correspondencia permanece. Adicionalmente, el concepto de “mismidad” propuesto por Casanova (2011) resulta interesante, pues se podría pensar que, a pesar de las transformaciones formales tanto del espacio urbano como del objeto arquitectónico, existen cualidades que persisten y en algunos casos se desea recuperar como la relación interior- exterior. A través de la revisión del espacio y su “espesor” temporal, es posible dilucidar los ajustes de la forma e identificar ciertas permanencias. Si “la memoria permite imaginar el futuro prolongando el pasado” (Haye, Herraz, Cáceres, Morales, Torres, Villacrés, 2017, p. 24), de qué manera se podrían imaginar los futuros ajustes entre forma arquitectónica y entorno?

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Recibido: 01 de Diciembre de 2018; Aprobado: 01 de Marzo de 2019; : 01 de Abril de 2019

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