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Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos

versão On-line ISSN 1853-3523

Cuad. Cent. Estud. Diseñ. Comun., Ensayos  no.111 Ciudad Autónoma de Buenos Aires out. 2022  Epub 01-Jun-2022

http://dx.doi.org/10.18682/cdc.vi111.4231 

Artículo

Construyendo pertenencia puntada a puntada: Migrantes latinoamericanas en Nueva Zelanda

Constanza Tolosa1 

1 Doctora en Educación de la Universidad de Auckland, Maestra en Lingüística Aplicada de la Universida Estatal de Nueva York, Nueva York, Estados Unidos, Maestra en Educación de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia, Profesional en Lenguas Modernas de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia. Es profesora de Educación de Lenguas Extranjeras en la Facultad de Educación, Universidad de Auckland, Nueva Zelanda. Ha publicado numerosas investigaciones en las áreas de educación en lenguas extranjeras. Además del proyecto presentado en este volumen, actualmente se encuentra escribiendo dos libros, producto de proyectos sobre el desarrollo de las competencias interculturales a través del currículo y el uso de tareas comunicativas en aulas de lenguas extranjeras. Dirige el Doctorado en Educación sobre Aprendizaje en la era digital.

Resumen

Ubicado en el contexto global de la migración humana contemporánea y los altos grados de movilidad, este proyecto multimodal examinó cómo las narrativas y la creación de textiles permitieron a un grupo de mujeres migrantes latinoamericanas a Nueva Zelanda representar y reconstruir su sentido de pertenencia y su identidad. En Nueva Zelanda, la comunidad de migrantes de América Latina es relativamente pequeña (menos del 1% de la población con un poco más de 13,000 personas en el censo de 2013) pero diversa, ya que incluye migrantes que han llegado al país en oleadas separadas desde la década de 1970. Como tal, es un grupo heterogéneo con personas de diferentes países que han migrado a Nueva Zelanda por diferentes razones y con diferentes habilidades y aspiraciones. Sus historias de migración han sido escasamente documentadas; en particular, poco se sabe acerca de las experiencias de las mujeres migrantes latinoamericanas. El presente estudio fue guiado por dos objetivos principales: comprender cómo se representan las identidades de las mujeres migrantes en sus narrativas de asentamiento y explorar cómo se representan las historias de las mujeres a través del trabajo textil. Respecto del primer objetivo, el estudio aborda temas como la relación entre las narrativas de migración y la construcción y negociación de sus identidades migrantes. Estudios previos sobre identidades de migrantes han estudiado la construcción de identidad respecto a nuevos lugares y espacios, teniendo en cuenta la multiplicidad de idiomas, grupos sociales y comunidades de práctica existentes en sus nuevos contextos (Blommaert, 2010; Pennycook, 2007). Con el reconocimiento de que las historias se pueden contar a través de diferentes medios, el estudio también investiga la expresión de la identidad a través del textil. La manifestación artística puede motivar la expresión de emociones, facilitar el uso de imágenes y conceptos a través de la representación multimodal y estimular el procesamiento cognitivo (Moxley & Feen-Calligan, 2015). Aún más, la narración de historias a través de la expresión artística pueden traducirse en acción social, fundamental para las migrantes (Rawdon & Moxley, 2016).

Palabras clave: migración; identidad; narrativas; trabajo textil; Nueva Zelanda.

Abstract

Set within the global context of contemporary human migration and high degrees of mobility, this multimodal research study examined how narratives and textile craft-making function as means of expressing the overlapping themes of identity, belonging and migration for a group of Latin American women migrants in New Zealand. In New Zealand, the Latin American migrant community is relatively small (less than 1% of the population at over 13,000 individuals in the 2013 census), yet varied as it includes migrants who have arrived to the country in separate waves since the 1970s. As such, it is a group that is heterogeneous with people from different countries who have migrated to New Zealand for different reasons and with different sets of skills and aspirations. Their stories of migration have been sparsely documented; in particular, little is known about the migrant experiences of Latin American women migrants.

The study was guided by two overarching goals: to understand how migrant women’s identities are represented in their narratives of settlement and to explore how the women’s stories are represented through textile craft-making. To address the first goal the study addressed issues such as the relationship between the women’s migrant narratives and the construction and negotiation of their migrant identities. Previous studies of migrant identities have investigated how individuals express social relations with regard to new places and space taking account of the multiplicity of languages, social groups, and urban communities of practice existing in their new context (Blommaert 2010; Pennycook, 2007). With the acknowledgement that stories can be told through different media, the study also engages with the expression of identity through textile craft. Artistic manifestation can foster emotional expression, facilitate the release of images or concepts through multimodal representation, and stimulate cognitive engagement (Moxley & Feen-Calligan, 2015). Furthermore, story-telling through artistic expression can may translate into social action, fundamental for the migrants (Rawdon & Moxley, 2016).

Keywords: migration; identity; narratives; textile craft-making; New Zealand.

Resumo

Situado no contexto global da migração humana contemporânea e dos altos índices de mobilidade, este projeto multidisciplinar examinou de que forma as narrativas e as criações têxteis permitiram que um grupo de mulheres migrantes latino-americanas na Nova Zelândia reapresentassem e reconstruíssem seu sentimento de pertencimento e sua identidade.

Na Nova Zelândia, a comunidade de migrantes da América Latina é relativamente pequena (menos de 1% da população, um pouco mais de 13000 pessoas no censo de 2013) mas diversa, pois inclui migrantes que chegaram ao pais em ondas separadas a partir de 1970. Trata-se de um grupo heterogêneo com pessoas de diferentes países que migraram para a Nova Zelândia por diferentes motivos e tendo diferentes habilidades e aspirações.

Suas histórias de migração foram escassamente documentadas; em particular, sabe-se pouco acerca das experiências das mulheres migrantes latino-americanas.

O presente estudo foi guiado por dois objetivos principais: compreender como são representadas as identidades das mulheres migrantes nas narrativas do processo de fixação, e explorar de que for as histórias das mulheres são representadas a través do trabalho têxtil.

A respeito do primeiro objetivo, o estudo aborda a relação entre as narrativas de migração e a construção e negociação das suas identidades migrantes. Estudos prévios sobre identidades de migrantes abordaram a questão da identidade respeito a novos lugares e espaços, tomando em conta a multiplicidade de idiomas, grupos sociais e comunidades em seus novos contextos (Blommaert, 2010; Pennycook, 2007). Com o reconhecimento de que as histórias podem ser contadas por diferentes meios, o estudo também pesquisa a expres- são da identidade a través dos têxteis. A manifestação artística pode motivar a expressão das emoções, facilitar o uso de imagens e conceitos através da representação multimodal e estimular o processamento cognitivo (Moxley & Feen-Calligan, 2015). Mais ainda, a narração de histórias através da expressão artística pode se traduzir em ação social, fundamental para migrantes (Rawdon & Moxley, 2016).

Palavras chave: migração; identidade narrativas; confecção de artesanato textil; Nova Zelândia.

Introducción

En las últimas décadas, la inmigración a Nueva Zelanda ha crecido significativamente, al punto que ha sido denominado país superdiverso (es decir, más del 25% de la población la constituyen migrantes). En Auckland, la ciudad más grande, el 44% de las personas son nacidas en el extranjero, principalmente en países de Asia y el pacífico sur (Statistics New Zealand, 2013). Esta diversidad es evidente en los 160 idiomas que se hablan en una ciudad de poco más de 1.5 millones de habitantes. La investigación sobre inmigrantes es un campo en crecimiento abarcando estudios macroeconómicos y estudios cualitativos que tienen como objetivo comprender problemas particulares de grupos étnicos específicos. Por supuesto, Nueva Zelanda no está sola. Impulsados por razones económicas, sociales, políticas, ambientales o personales, se estima que una de cada 35 personas es migrante en el mundo contemporáneo (Rassool, 2012).

Aunque la mayoría de la población se identifica como descendiente de europeos, Nueva Zelanda se ha vuelto una sociedad culturalmente diversa a partir de las reformas de políticas migratorias de 1986, cuando grupos de diferentes países llegaron en mayor número (Spoonley & Bedford, 2012). Actualmente, Nueva Zelanda acepta la tasa más alta de inmigrantes per cápita, por año, por delante de otros países de habla inglesa (Akbari & Macdonald, 2014). En comparación con los migrantes de Asia (principalmente de China e India) y las islas vecinas del Pacífico, la población latinoamericana en Nueva Zelanda es pequeña. Sin embargo, entre 2006 y 2013 la población latinoamericana se ha duplicado y se espera que esta tendencia continúe (Statistics New Zealand, 2013). Según el censo de 2013, la edad promedio de los latinoamericanos en el país es de 30 años; el lugar más común para migrar es Auckland; y el 92.4% son trabajadores calificados (Statistics New Zealand, 2013).

La comunidad de migrantes latinoamericanos es muy diversa, ya que incluye migrantes que han llegado a Nueva Zelanda en oleadas diversas desde la década del 70. Por lo tanto, es un grupo heterogéneo, con personas de diferentes países que han emigrado a Nueva Zelanda por diferentes razones y con diferentes habilidades y aspiraciones. Las historias de migración latinoamericana han sido escasamente documentadas; en particular, se sabe muy poco sobre las experiencias de las mujeres latinoamericanas que han migrado a Nueva Zelanda. Ubicado en el contexto global de la migración humana contemporánea y los altos grados de movilidad, este estudio exploratorio de investigación multimodal examinó cómo las narrativas y la creación de textiles funcionan como medios para expresar temas de identidad, pertenencia y migración para un grupo de mujeres latinoamericanas migrantes en Nueva Zelanda. El estudio contribuye a los estudios sobre formación de identidad en los migrantes y expresión de identidad a través del arte.

Identidad migrante

Los estudios sobre el importante concepto de la identidad coinciden en que este campo académico ha pasado de ver la identidad como estática y fija a una visión de la identidad como fluida y sujeta a influencias contextuales complejas (Norton, 2010). El desarrollo de la identidad es un proceso continuo de identificación y autoinvención. Estas complejidades y procesos se agudizan aún más para los migrantes que se encuentran entre dos (o más) culturas y sociedades y para quienes la experiencia de la migración crea un sentido de identidad alternativo (Blommaert, 2013). Estudios previos de la identidad de los migrantes postulan que las personas expresan relaciones sociales con respecto a sus nuevos lugares y nuevos espacios teniendo en cuenta la multiplicidad de idiomas, grupos sociales y comunidades existentes en estos nuevos contextos (Blommaert, 2010; Pennycook, 2007). Para los migrantes, la cultura siempre juega un papel central (Rushdie, 1992). La reconstrucción de la cultura propia del migrante en su nuevo país se constituye en una estrategia para enfrentar por un lado sentimientos de separación y pérdida a menudo conflictivos, y por otro lado, sentimientos de esperanza y optimismo. Para preservar su sentido de identidad, los migrantes buscan expresiones culturales comunes como la comida, el baile y la música. Según la teoría de la similitud sociocultural y situacional propuesta por Thoits (1986), los individuos de contextos socioculturales y situacionales similares desarrollan comprensiones empáteticas hacia otros en circunstancias similares. Las redes de apoyo social de migrantes y / o de no migrantes pueden apoyar y ayudar con los ajustes psicológicos y socioculturales a que se ven abocados (Sonn, 2002).

El uso del lenguaje se constituye en la base de estas expresiones de empatía. A través del lenguaje, las identidades de los migrantes se construyen, negocian, disputan y recrean (Norton 2010; Piller y Pavlenko, 2009). Si bien la mayoría de los migrantes adultos conservará su primera lengua como marca de su identidad, a menudo se enfrentan al reto de aprender otra lengua para ser exitosos en su nuevo país. Los teóricos de la identidad destacan las distintas posiciones desde las cuales estos estudiantes de lenguas participan en la vida social a medida que forjan nuevas identidades respecto a su nueva comunidad lingüística (Ricento, 2005). El concepto de ‘inversión’ (Norton y Toohey, 2011) busca establecer una conexión significativa entre el deseo del estudiante de aprender una lengua y las prácticas lingüísticas de la nueva comunidad. Ver a los migrantes como “agentes” (Buitelaar, 2014), capaces de impulsar sus aspiraciones y capacidades en su nuevo contexto, se constituye en una visión más esperanzadora de la ‘inversión’ en que incurre el estudiante. Algunos estudios postestructuralistas han examinado los procesos agentivos como co-construidos por individuos por medios de historias y narrativas (Barkhuizen, 2013; Pavlenko, 2001). Tales investigaciones ilustran cómo los migrantes pasan por diferentes etapas de formación de identidad y crisis frente a su nuevo contexto a medida que negocian la diferencia como entes agentivos, buscando el equilibrio entre sus identidades (Buitelaar, 2014; Canagarajah, 2013).

En contextos angloparlantes, la investigación macroeconómica que examina la relación entre el dominio del idioma y el bienestar social y económico de los migrantes ha concluido que el dominio del inglés juega un papel crucial (ver, por ejemplo, Colic-Peisker & Tilbury, 2007; Musgrave & Bradshaw, 2014). Más recientemente, los estudios cualitativos han comenzado a explorar estos problemas utilizando las voces de los migrantes para comprender mejor sus vidas, experiencias y bienestar social y económico junto con el papel del inglés y sus primeras lenguas. En el contexto de Nueva Zelanda, Dürr (2011) realizó un estudio etnográfico de los latinoamericanos que viven en Auckland, concluyendo que estos migrantes construyen sentido de pertenencia a través de comparaciones entre el país de origen y Nueva Zelanda sin impactar su identidad como latinoamericanos.

En resumen, explorar nociones de identidad en el contexto de la migración es una tarea compleja. La identidad es multifacética y las comunidades de migrantes son, por definición, diversas, fluidas y dinámicas en su composición y en sus relaciones con su nuevo contexto.

La artesanía textil

Con el reconocimiento de que las identidades se pueden manifestar a través de diferentes medios, este estudio también se ocupó de la expresión de identidad a través de la artesanía textil. La manifestación artística puede fomentar la expresión emocional, facilitar la libe- ración de imágenes o conceptos a través de la representación multimodal y estimular el compromiso cognitivo (Moxley y Feen-Calligan, 2015). Además, la narración de historias a través de la expresión artística puede traducirse en acción social, fundamental para los migrantes (Rawdon y Moxley, 2016).

La investigación sobre la creación textil ha explorado las razones por las cuales las mujeres participan en dicha actividad. Por ejemplo, Johnson y Wilson (2005) determinaron que la creación de artesanías textiles redunda en beneficios tangibles e intangibles para las migrantes participantes, a medida que las conecta con sus historias personales y les da un sentido de pertenencia a un nuevo lugar. De igual manera, Riley (2008) concluyó que la artesanía textil mejoraba el sentido de identidad e identidad colectiva de las mujeres. En el contexto de la investigación sobre los usos terapéuticos de la creación artística, Griffiths (2008) reporta que las actividades creativas que implican compromiso, habilidad y nuevos retos (cuando se aprende un nuevo oficio, por ejemplo) generan una sensación de bienestar y relajación. Históricamente, las mujeres se han reunido para participar en actividades como la costura que a menudo proporcionan espacios para aliviar situaciones personales estresantes. Garlok (2016) argumenta que coser en comunidad fomenta la narración de historias como una forma de ofrecer validación, apoyo y conexión y sirve como vehículo de expresión de identidad y estatus social.

El presente estudio

Este estudio investigó la representación de historias de migrantes de mujeres latinoamericanas que participaron en una serie de talleres de artesanía textil organizados por la organización Aotearoa1 Latin American Community Incorporated (ALAC). Los talleres formaron parte del Proyecto del Costurero Ambulante que tiene como objetivo brindar un espacio para que las participantes compartan sus historias de migración y establezcan relaciones positivas con otros miembros de la comunidad a través de ejercicios de elaboración de arte textil desarrollados durante tres días de taller. Los objetivos del Proyecto del Costurero Ambulante son consistentes con la misión de ALAC de apoyar a la comunidad latinoamericana en Nueva Zelanda a través de diferentes programas culturales y artísticos. Fui invitada por la creadora del Costurero Ambulante para investigar los procesos del Proyecto durante las sesiones que tuvieron lugar en Auckland durante el segundo semestre del año 2018. Esta invitación fue respaldada y apoyada por ALAC.

Los tres objetivos que guiaron el estudio fueron: comprender cómo se representan las identidades de las mujeres migrantes en sus narrativas de migración; explorar cómo se representan las historias de las mujeres a través de la artesanía textil; y examinar los procesos pedagógicos asociados con la fabricación artesanal textil. El presente artículo se centra en los primeros dos objetivos. Al ser un estudio exploratorio, la pregunta que se planteó fue: ¿Cómo se presentan las identidades de las mujeres migrantes latinoamericanas en sus narrativas y en la creación de artesanías textiles que plasman sus historias migratorias?

Todas las mujeres que se registraron para los talleres del Proyecto Costurero Ambulante que tuvo lugar en Auckland en agosto de 2018 fueron invitadas a participar en el estudio. La invitación se incluyó en anuncio de los talleres que hecho en la página de Facebook de ALAC así como en su lista de correo electrónico. De las 11 participantes en el taller, diez dieron su consentimiento voluntario por escrito para participar en el estudio. Los datos de dos de esas participantes voluntarias se presentan en este artículo. Las dos historias fueron seleccionadas al azar entre las diez participantes.

Para documentar el desarrollo de las historias de las migrantes en los talleres, el estudio utilizó métodos de investigación etnográfica. El objetivo era capturar las voces y las acciones de las participantes en el contexto de los tres talleres. En particular, los relatos de las historias de migración compartidos durante los talleres fueron capturados por escrito (evitamos el video que se consideraba demasiada interferencia). Un segundo método de investigación utilizado en el estudio fue la documentación fotográfica de los textiles producidos por cada una de las participantes que representan su historia de migración. Final- mente, cada una de los participantes fue entrevistada después de la sesión final del taller. Los datos de los relatos de migración y las entrevistas se transcribieron y analizaron mediante un análisis narrativo temático de los datos (Riessman, 2008). Pavlenko (2007) considera que las narrativas son “accesibles debido a su atractivo para amplias audiencias y transformadoras debido al cambio de la relación de poder entre investigador y participantes que hacen que el objeto de la investigación sea el sujeto, otorgándole tanto agencia como voz” (p. 180). Dado el enfoque de los talleres, desde el principio se tomó la decisión de incluir la artesanía textil en la investigación. La evidencia fotográfica pretendía preservar las imágenes de los textiles creados por las participantes como expresiones tangibles que simbolizan sus historias. Además éstos se convierten en expresiones de identidad dentro de una comunidad cohesionada y resiliente a medida que construyen relaciones de empoderamiento y empatía.

Dos casos

En la siguiente sección presento las semblanzas de dos de las participantes en el estudio. Estas participantes fueron seleccionadas al azar dentro del grupo de diez participantes.

Carla

Carla es una traductora argentina de 40 años que emigró con su esposo neozelandés y sus dos hijas en busca de un lugar más seguro para vivir. La pareja se conoció en Argentina y después de seis años viviendo allí, se mudaron a Auckland, donde han vivido por ocho años. Si bien la pareja había planeado mudarse a Nueva Zelanda para permitir que sus hijas conocieran las raíces culturales de su padre, las limitaciones de empleo para el esposo de Carla y la seguridad de sus hijas fueron determinante clave para que la familia migrara indefinidamente.

Vivíamos en una casa alquilada en un hermoso vecindario, pero a veces era inseguro. No podía volver a casa sola por la noche con las niñas en el auto porque si se quedaban dormidas, no podía dejar una sola en el auto mientras llevaba la otra a la casa.

Antes de llegar, la familia compró una casa por internet en Auckland sin verla físicamente. Carla describió “la casa era chiquitita como una caja de zapatos, pero era nuestra ... [y] al menos teníamos dos habitaciones”. Sus hijas estaban emocionadas y Carla se sintió aliviada: “estábamos juntos y Dios iba a proporcionarnos el resto”. Como recién llegada, el objetivo de Carla era encajar en su nuevo contexto, que era bastante diferente del suyo. Mientras ella extrañaba Argentina, toda la familia estaba complacida con su nueva vida:

Estoy feliz aquí... Extraño mis afectos más que nada ... Pero vamos a menudo a Argentina ... Elijo activamente estar aquí, todos los días. No es difícil regresar; Solo elijo estar aquí. Nos gusta estar aquí, los cuatro, nos sentimos cómodos y seguros. Nos gusta nuestra casa, nuestro vecindario y las personas que hemos conocido aquí, y nuestros nuevos amigos.

Cuando se le preguntó lo importante que era mantener relaciones con otros latinoamericanos o hispanohablantes mientras estaba en Nueva Zelanda, Carla dijo que su mejor amiga era otra argentina, que también vivía en su vecindario. Aunque tenía muchos amigos de Nueva Zelanda, consideraba esencial relacionarse con inmigrantes que hablaban español porque, más allá de la lengua, existe un entendimiento cultural mutuo.

Carla describió su nivel de inglés como bastante alto al llegar a Nueva Zelanda. Había tomado clases particulares de inglés mientras estaba en la escuela secundaria y luego había estudiado traducción español-inglés en la universidad argentina. Ella había enseñado inglés en su país y tuvo una agencia de traducción. A pesar de su sólida formación en inglés, reconoció que inicialmente luchó en situaciones informales:

No soy intérprete, soy traductora. Entonces, hablar no es mi fuerte. Trabajo con el lenguaje escrito. El lenguaje escrito es en general bastante formal. Entonces, cuando vine aquí pude hablar, y la gente asumió de inmediato que podía hablar perfectamente y que entendía todo. Y cuando comenzaron a hablarme de una manera muy coloquial, no pude entender una palabra. Ese fue mi primer shock. Tenía mucho conocimiento, pero cuando se trataba de la comunicación real, fuera del entorno académico, era completamente diferente. Eso fue duro para mí.

Carla practicaba su inglés todos los días fuera de su casa, pero principalmente hablaba español en casa. Igualmente, su esposo hablaba español con fluidez y lo hacía principal- mente en su casa. Si bien sus hijas sabían bien español, no se acostumbraron a usarlo y, a veces, Carla tenía que hablarles en inglés para que la entendieran. Sus hijas hablaban en inglés entre sí porque su mundo fuera de casa transcurre en esa lengua. Si bien hablar español con sus hijas era esencial, era igualmente importante apoyar su proceso de adaptación. Carla dijo que, “si hablar inglés era su [de sus hijas] forma de sentir que pertenecían, respetamos todo eso... pensamos que era importante dejar que usaran su propia estrategia para encontrarse y sobrevivir”. Carla alienta continuamente a sus hijas a pensar en cómo saber otros idiomas abre oportunidades en el extranjero y que incluso podrían estudiar en Argentina en el futuro. Carla creía que su conocimiento previo de inglés tenía un impacto positivo en su vida en Nueva Zelanda:

Hablar inglés me abrió muchas puertas. Sí, fue difícil hablarlo al principio, pero no tuve grandes problemas. No tuve problemas para ayudar a mi hija, que comenzó la escuela dos semanas después de nuestra llegada. La ayudé a hacer su tarea y la ayudé a entender los libros que tenía que leer. Esto lo hace mucho más fácil y creo que fue una ventaja. Era una cosa menos de qué preocuparse. Todo es nuevo, pero al menos eso no era.

Aunque Carla siempre había cosido, consideraba sus trabajos anteriores como de uso funcional. En cambio, su experiencia artística en el proyecto tenía un valor puramente estético. Carla disfrutó especialmente aprendiendo sobre teñir y usar fieltro. Ella creía que estos métodos le llamaron la atención porque se basaban en la transformación de materiales desde cero. Cuando se le preguntó sobre su proceso creativo, explicó que la paleta de colores en las telas que seleccionó le recordaba a su familia en Argentina y Nueva Zelanda.

Figura 1 

La tela rosa representaba una rosa que Carla había plantado en memoria de su madre; el bordado negro que usa para coser una luna representaba su pena por todo lo que dejó atrás; el sol amarillo representaba un nuevo comienzo; y el verde representaba la idea de vida y crecimiento (ver Figura 1). Para representar la cultura maorí, Carla incluyó un diseño koru2 con los colores de las banderas de Argentina y Nueva Zelanda. Para ella, el árbol al lado de la casa expresaba una sensación de satisfacción y logro familiar alcanzado en Nueva Zelanda y la rosa en la parte superior de la casa era su madre como custodia de sus vidas. Carla también añadió un borde en crochet en su textil para honrar a sus abuelas y bisabuelas que solían practicar esa técnica.

Creo que todo es parte de un plan divino y aquí es donde debemos estar, me ayudó mucho llegar aquí, sólo un mes después de que mi madre falleció y esto fue como un refugio, escapar de todo y encontrar un lugar dentro de mí para llorar y reinventarme... tu madre marca el norte en tu brújula... Esto no sucede con mi suegra, que es más Kiwi3, es diferente, las madres latinas están más [involucradas]. Ella jugó un papel importante en nuestra familia. Por eso está allá arriba, está presente... También es una flor porque superamos la tristeza y ... estamos en paz.

Carla se enteró del Proyecto Costurero Ambulante a través de Facebook e invitó a su amiga argentina a que la acompañara porque ambas compartían el amor por la costura. Describió los talleres como un espacio para compartir historias de migración, así como un sitio para reflexionar sobre estas experiencias personales a través de la creación de un arte textil y el aprendizaje de nuevas técnicas.

Aluna

Aluna, una administradora de empresas de 36 años, emigró de Colombia con su esposo en busca de mejores oportunidades de trabajo y calidad de vida. Después de explorar mu- chas opciones, decidieron intentar migrar a Nueva Zelanda porque era posible trabajar, estudiar y potencialmente obtener residencia. Ella había vivido previamente en Nueva Zelanda con una interrupción de un año. Su primera estancia duró diez meses y vive en Auckland desde hace seis meses. En 2015 llegaron al país por primera vez y se enamoraron de él. Aluna dijo: “Nos gustó sentirnos relajados, seguros y el hecho de que sabes que pagas impuestos, pero puedes ver los impuestos porque la corrupción no es un problema como lo es en Colombia”.

Durante su primera estancia en Nueva Zelanda, Aluna estudió inglés y trabajó como aseadora. Después de diez meses, Aluna y su esposo solicitaron una visa de residencia, pero durante el proceso descubrieron que él tenía un problema de salud que resultó en que su solicitud fue rechazada. Ella dijo que la noticia los dejó en estado de shock y regresaron a Colombia. Acababan de perder a un miembro de la familia en su país, por lo que su regreso fue superado por el dolor. Aunque fue un período duro ya que sus planes se vieron frustrados, Aluna dijo que persistieron con su objetivo de regresar a Nueva Zelanda. Después de que su esposo siguió un tratamiento médico, finalmente obtuvieron la residencia y regresaron a Nueva Zelanda.

Aluna había estado viviendo en Auckland por seis meses, una época en la que estudió inglés de forma intermitente. Cuando se le preguntó cómo mantenía relaciones con otros latinoamericanos o hispanohablantes, dijo que otros estudiantes en su curso de idiomas eran principalmente colombianos con quienes podía hablar en su idioma materno. Aluna se consideraba reservada y propensa a tener un grupo selectivo de amigos confiables. Ha- bía conocido a sus amigos más cercanos en el trabajo y también eran de su país. Para ella, era esencial mantener relaciones con otros hispanohablantes mientras estaba en Nueva Zelanda, especialmente los de Colombia: “Me mantiene conectada a mis raíces. No es lo mismo recordar o reunirse para celebrar ciertas festividades cuando [otros] no entienden lo que estás celebrando y lo que eso significa para ti”.

Aluna recordaba su experiencia previa aprendiendo inglés en Colombia como insatisfactoria:

En la escuela, los maestros te hacen amar u odiar ciertas materias y en mi caso, el maestro me hizo odiar el inglés... aprendí a disfrutarlo aquí al tener amigos de diferentes culturas porque me permitía comunicarme con ellos y conocer sus culturas. Encontré que eso fue increíble.

Aluna describó el proceso de aprender inglés como demasiado difícil. Durante su primera estancia en Nueva Zelanda, no contaba con conocimientos de inglés y haber tomado un curso la ayudó a aprender lo básico. Cuando Aluna regresó, tomó otro curso de cuatro meses y algunas lecciones privadas. Para ella, aprender inglés ahora era más difícil porque no estaba trabajando ni estudiando. Mientras practicaba sus habilidades de lectura y comprensión por sí misma, interactuaba principalmente con hispanohablantes en su vida diaria. Aluna reconoció que si bien hablar español con su esposo en Nueva Zelanda era importante porque era parte de su identidad cultural, tenía que esforzarse para practicar inglés para poder desarrollar su potencial en este país.

Aluna se enteró del Proyecto Costurero Ambulante a través de Facebook e inmediatamente le llamó la atención por el arte textil. También le atrajo la idea de hacer conexiones con personas de América Latina. Describió el proyecto como algo más que un taller de arte, sino como un programa creado alrededor de la idea de la migración. Para ella, se trataba de la “experiencia de vivir en un lugar que no es tuyo, no te pertenece y llevas un fuerte bagaje emocional, y se trata de darse cuenta de que otras personas han experimentado el mismo proceso”. Aluna describió la primera sesión como enfocada en generar empatía entre los participantes. Dijo que la introducción y el arte textil de Victoria [la directora del proyecto] la ayudaron a definir la idea con la que quería trabajar en su obra textil.

Aluna explicó que estaba muy familiarizada con la costura. Había estado rodeada de arte textil toda su vida porque su madre había sido costurera durante 50 años. Su historia familiar probablemente influyó en su decisión de estudiar diseño de moda; sin embargo, dejó el programa antes de completarlo. El conocimiento de diseño de Aluna fue evidente en su creación artística a través de la aplicación de diversos materiales y técnicas de costura. Ella dijo que su obra textil era sobre una mujer empoderada y que esa figura encarnaba el tipo de persona que quería ser. Para ella, adaptarse a una nueva lengua le causaba considerable ansiedad y falta de confianza. La imagen femenina en su obra de arte personificaba un punto que pretendía alcanzar en su vida como inmigrante. El arte textil de Aluna también incluyó el diseño de un árbol, que interpretó como un símbolo de vida y fuerza. Su trabajo también incluía pétalos de una orquídea natural, que eventualmente se marchitarían y des- aparecerían. Las flores le recordaban a Aluna a su madre que siempre cultivaba plantas en su casa. La orquídea también encapsulaba la belleza presente en la naturaleza (ver Figura 2). Aluna dijo que había dejado sus estudios de diseño de moda porque consideraba la industria muy superficial dedicada principalmente a la producción en masa. Aluna creía en el arte de crear piezas únicas con significados profundos. Fue por esto que la técnica de teñido al sol introducida por Victoria durante el último taller le encantó y le recordó su experiencia con grupos indígenas:

Creo que los pueblos indígenas tienen un inmenso conocimiento en relación con los tintes. Cuando tuve la oportunidad de estar en la Amazonía, en Colombia... fue una experiencia hermosa ver cómo usan los tintes y cómo todo está en la naturaleza. Por eso creo que mi obra de arte era sobre eso.

Si bien se sintió acogida en los talleres, admitió que se sentía más cómoda trabajando sola ya que en grupo le era difícil estar abierta a críticas y opiniones.

Figura 2 

En el contexto de un proceso creativo en el que necesito tomar decisiones en relación con mi composición, es más difícil para mí socializar... No me gusta cuando hay alguien más y dice “enséñame”, lo siento, pero yo no tengo eso en mi naturaleza, trabajar con otros ... Lo hago a mi manera ... debe ser alguien muy cercano a mí, de lo contrario no me abriré fácilmente.

Aluna opinó que los talleres le habían ofrecido experiencias significativas que pueden enriquecer la vida de otros inmigrantes. Ella creía que la migración no es una decisión completamente feliz porque siempre está impulsada por razones contextuales. Para los inmigrantes esto implica dejar a sus seres queridos, lo que les es familiar y forma parte de sus raíces. Aluna se consideraba afortunada de haber emigrado con su esposo. Señaló que otros migrantes pueden no tener ningún apoyo emocional durante su viaje y que los talleres podrían proporcionarles una red de apoyo y un sentido de comunidad.

Historias de migración

El análisis preliminar de estas dos historias resultó en varios temas comunes.

Razones para abandonar el país de origen.

Aunque Carla y Aluna tuvieron diferentes razones para abandonar su país de origen, ambas emigraron con sus familias en busca de una mejor calidad de vida y mejores oportunidades. Las transiciones no fueron fáciles y ambos enfrentaron diferentes desafíos al llegar. Sus historias demuestran resistencia y perseverancia. Ambas familias tenían esperanza de nuevas vidas en Nueva Zelanda, un tema común con otros migrantes.

Experiencias de asentamiento en Nueva Zelanda

A pesar de los desafíos iniciales que enfrentan las familias de Carla y Aluna, ambas describieron su migración como positiva, destacando un sentido inmediato de seguridad, con- fianza en el funcionamiento del país y bienestar general. Determinante para su proceso fue su habilidad en el idioma inglés para relacionarse con los demás. Carla ya hablaba inglés cuando llegó, pero aún así mencionó dificultades para adaptarse al dialecto de Nueva Zelanda. Aluna reportó más dificultades para aprender inglés hasta el punto de que sus perspectivas de trabajo fueron bastante limitadas hasta que desarrolló una mayor competencia.

Hablando español

Como inmigrantes adultas, tanto Aluna como Carla manifestaron firmemente su deseo de mantener el uso del español, ya que ven la lengua como su identidad y una conexión importante con sus raíces. Esta actitud de mantenimiento también se extendió a las hijas de Carla. Mencionó la tensión entre mantener el español de sus hijas y comprender que el inglés se estaba volviendo dominante, no sólo porque su padre era neozelandés, sino porque era el idioma en todos los aspectos de sus vidas, excepto en el hogar. Para Aluna, la tensión se generó porque había invertido tiempo en aprender inglés, pero no tenía oportunidad de usarlo en sus interacciones diarias. Mantener el español también fue determinante para conectarse con otros hispanohablantes, ya que, para ellas, la lengua crea un vínculo inmediato al conocer a otros, además de ser parte de su identidad.

Redes con otros latinoamericanos

Era evidente que para Carla y Aluna mantener amigos de América Latina era fundamental en sus vidas. Insistieron en que, a pesar de las grandes diferencias en sus orígenes y vidas anteriores en sus países de origen, sus experiencias compartidas eran más similares que diferentes. Estos puntos en común fueron cruciales para su sentido de conexión al llegar a Nueva Zelanda. Es por eso que estuvieron de acuerdo con alabar la importancia de iniciativas como el Costurero Ambulante para crear espacios de conexión y experiencias culturales compartidas. La oportunidad de asistir a los talleres del Costurero Ambulante se consideró positiva y afirmativa. Los talleres crearon un espacio seguro donde se sentían parte de una comunidad y desarrollaron un sentido de solidaridad hacia los compañeros migrantes. En palabras de Aluna, el taller proporcionó espacio para “darse cuenta [que] otras personas han experimentado... el mismo proceso”.

Experiencias con la artesanía textil

Además de reconocer la importancia de los talleres para su conexión con otros latinoamericanos, tanto Aluna como Carla coincidieron en que se sintieron atraídas por las sesiones debido a sus experiencias previas de costura y trabajo con textiles. Para Aluna, la costura había sido un interés profesional y una tradición familiar. Ella sentía que la oportunidad de asistir a las sesiones para practicar y aprender sobre la creación de artesanías textiles la ayudó a reconectarse con su amor por las tradiciones familiares. Carla también tenía experiencia previa con textiles. Agradeció la combinación de la creación de artesanías textiles y el enfoque en compartir las historias de migración que ofrecen los talleres.

Representar historias de migración a través de la artesanía textil

Al igual que con los otros participantes en los talleres, Aluna y Carla crearon textiles personales y únicos (ver las Figuras 1 y 2). La selección de telas, texturas y colores para los tex- tiles se basó en sentimientos hacia las historias de migración de las participantes. Además, la creación de los textiles fue una oportunidad para la expresión personal y la reconexión con sus historias de migración. Para Aluna, la elección de un árbol como el punto focal de su textil representaba su aspiración a desarrollar fuerza y empoderamiento. Carla llenó su textil con metáforas que representaban diferentes aspectos de su proceso. Su inclusión de la iconografía maorí representaba la importancia de su nueva patria. Finalmente, los textiles incorporaron identidades personales con representaciones de lo que las mujeres dejaron en sus países de origen junto con lo que encontraron en su “nuevo hogar” en Nueva Zelanda.

Conclusión

Participar en el Costurero Ambulante llevó a Aluna y Carla a reflexionar sobre sus identidades como migrantes. La oportunidad de participar en la fabricación de artesanías textiles abrió espacios para complementar y personalizar sus narraciones migratorias hasta el punto de unir y reconstruir sus identidades migratorias. Consistente con lo reportado por Riley (2008) y Griffiths (2008), la artesanía afirmó el sentido de identidad y de colectivo de estas mujeres, ya que también proporcionó una sensación de bienestar y relajación. Sus historias y textiles representaban el cómo. Como inmigrantes, Carla y Aluna se encontraban entre culturas y entre sociedades. Sus historias revelan cómo sus experiencias como migrantes se constituyen en un sentido de identidad nuevo y diferente (Blommaert, 2013). Los talleres crearon el espacio para que estas mujeres compartieran sus trayectos persona- les y desarrollaran una comprensión empátetica de las historias y circunstancias de las demás (Thoits, 1986). Al igual que con los participantes en Sonn (2012), tanto Aluna como Carla consideraron que la red creada por el grupo a través de los talleres fue importante como apoyo para su ajuste al nuevo país.

En este estudio, el proceso de comprender trayectorias personales y comunitarias de migración a través de narrativas y artesanías textiles proporcionó un espacio para que Aluna y Carla expresaran su identidad dentro de una comunidad cohesiva y resiliente, mientras a la vez, construían relaciones de empoderamiento y empatía. El resultado final de las tres sesiones del proyecto del Costurero Ambulante fue la creación y exhibición de las piezas textiles del grupo que permitió evidenciar temas comunes a la vez que se preservaban historias y símbolos individuales significativos para cada participante. Al final, la intención del proyecto del Costurero Ambulante es posicionar a las mujeres como ingeniosas, competentes y conocedoras, destacando su capacidad para desarrollar, utilizar y adquirir nuevas prácticas comunicativas a la vez que se reconocen sus trayectorias únicas.

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1 Aotearoa es el nombre māori para Nueva Zelanda.

2El koru es una forma espiral utilizada en el arte maorí como símbolo de la creación.

3Kiwi es el gentilicio neocelandés informal.

Recibido: 01 de Marzo de 2020; Aprobado: 01 de Abril de 2020; Aprobado: 01 de Mayo de 2020

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