La compleja lectura de los fenómenos urbanos es la clave para las soluciones a problemas de nuestras ciudades, ya que la ciudad es la mayor entidad capaz de abordar cuantiosos desequilibrios arquitectónicos, sociales, económicos, políticos, ambientales y de recursos naturales que afectan a la región y al contexto global.
Las ciudades crecen en ocupación de suelo y en altura, la densidad se manifiesta con el aumento de edificación, de población, de intereses, de consumo de bienes y recursos. Es así que lo urbano está en permanente cambio, en una perenne transición, comenzando por el simple hecho de los diferentes actores que hacen uso de ella a lo largo de la jornada, hasta mejoras o inconvenientes en sus infraestructuras o cambios físicos en ella.
Este constructo urbano1 (Harari, 2011) es a su vez un proceso territorial y socioeconómico que induce una transformación del uso del suelo (como derecho, como bien económico, como espacio antropizado y apropiado), ligado sin dudas al incremento de los problemas ambientales.
Las ciudades se re descubren diferentes a como las conocíamos no tantos años atrás y son bautizadas con neologismos como Boomburb (Lang & LeFurgy, 2012), Ideopolis (Centeno & Pereira, 2016), Micropolitan (Scott Thomas, 2017) y Citistate (Papageorgiou, 2018) entre otras, pero el hombre no es el centro en este panorama, no son siempre consideradas las necesidades para satisfacer su calidad en el vivir, aun cuando tendencias smart, gamification2 (Montgomery, 2013) y tantas otras intentan seducir al ciudadano atenuando la verdadera necesidad.
La densidad urbana es fruto de pulsiones internas de la sociedad que permiten u obligan a la ciudad a transformar su anterior equilibrio en un escenario concentrado y con superposición de complejidades en diversas áreas (Caprio, Caruso, & Santoro, 2013), incluidas la economía, la salud, la tecnología, la innovación, la sociología y tantas otras como la geografía humana, la resiliencia, la sostenibilidad, la historia, la política, el poder; hasta pandemias, epizootias, eventos naturales... etc., puesto que la sociedad urbana contemporánea es plural y ofrece variantes como las que tiene la vida de quien la configuran.
Si bien la densidad parecía en el pasado la respuesta a soluciones, es causa de grandes problemas que día a día se confirman. Existen una serie de densidades urbanas que van más allá de la densidad demográfica y la densidad construida, como la densidad de ocupación de suelo, la ocupación de la áreas construidas (lamentablemente para el cuidado del ambiente no todo lo edificado es habitado), la densidad de atractividad, de empleo, la densidad de áreas de entretenimiento, densidad de flujos, densidad bruta, neta ponderada y otras que complejizan el modo de antropizar este palimpsesto geográfico y la superposición de presiones que alteran el anterior equilibrio y la calidad de vida que conocía ese mismo comparto o asentamiento humano.
Con la Calidad de Vida pareciera que poco se hace desde la administración pública, o que no es suficiente. Desde el ámbito privado aparecen ejemplos novedosos como edificios que tienen la fachada cubierta de códigos QR (N Building en Japón) para que los peatones puedan acceder a la información sobre los locales que hay adentro, ofertas, promociones y servicios, o por ejemplo un árbol (Listen Tree del MIT) que emite sonidos cuando nos acercamos, gracias a un dispositivo audio con sensores de proximidad que se integra a la naturaleza, e incluso un asiento con sensores (Formula D en Ciudad de Cabo) que detectan la presencia humana y activan música y mensajes de audio para relajar al ciudadano; pero estos paliativos tecnológicos apenas logran mitigar los problemas de fondo y menos aún la calidad de vida.
La Calidad de Vida urbana se nutre con la calidad de la ciudad. Una genera a la otra y juntas se retroalimentan (Caprio, 2016). El espacio antropizado es conformado por los mismos grupos sociales que a su vez son condicionados o estimulados por la ciudad, su forma, su paisaje, sus vías de comunicación y sus servicios para poder ser soporte, para cubrir las necesidades primarias, secundarias, materiales y existenciales del hombre.
La ciudad es el sistema antrópico por antonomasia, creado por el hombre y para el hombre, es él mismo quien juzga su calidad en relación a sus cambiantes necesidades. Constituye el modelo lógico de la historia de un lugar, de la evolución de la vida de sus habitantes3 (Camargo, 1999) producto de su inteligencia en la cual se le ha otorgado sentido al espacio. En la concepción moderna, la ciudad es un sistema abierto, dinámico y cambiante, compuesto por una multiplicidad de elementos particulares para cada uso y unidad; en ella participan nociones naturales, sociales y culturales que otorgan las características -para la vida urbana- con funciones y procesos que crean distintas formas de organización.
Este sistema de ciudad está integrado por diferentes recursos y flujos que son aprovechados por los habitantes y a la vez, participan en la dinámica de transformación propia de la ciudad. Es así que fluyen nuevos recursos e información, en ambos casos, con entradas y salidas. En esta dinámica urbana, la aglomeración es una continua evolución de la que participan el medio natural conformado por la topografía, el clima, el suelo, el aire, la vegetación; un medio económico con recursos, manufactura, elaboración, intercambio y mercado; un medio social-cultural, integrado por valores, percepciones, niveles socioeconómicos, organizaciones, cultura, creencias, patrimonios, herencia, identidad, tecnología, información, en la que dichos contextos crean un todo integrado en la estructura de la ciudad (Caprio, & Caruso, 2012), que generan, construyen y otorgan a su población bienestar y felicidad, en abundancia o escasez.
El ámbito urbano constituye un sistema que se desarrolla, reproduce y evoluciona, en equilibrio con diferentes procesos y recursos (tantos como las variadas culturas en diferentes tiempo y espacio) que estructuran su medio, incluyendo los elementos históricos culturales que hacen a la Calidad de Vida y ésta retroalimenta a la Calidad e Ciudad.
La importancia de la Calidad de Vida se posiciona en agenda de numerosos Congresos, Convenios, Forum Internacionales como el escenario para que afloren tratados, cartas de intención, líneas guías e indicadores. Por otro lado, se afirman los rankings, colección de índices e investigaciones profundas que no cubren el amplio espectro de esta complejidad. La responsabilidad de la Administración Pública es central para la Calidad de Vida Urbana.
Por su lado, la carta de los derechos del ciudadano4, ha ido cobrando relieve en los últimos tiempos en la obligación de instancias públicas para proceder a una buena gobernabilidad, a la mejora integral de las condiciones de vida de las personas. La buena Administración Pública es una obligación inherente a los Poderes Públicos, en cuya virtud el quehacer público debe promover y sostener los derechos fundamentales de las personas fomentando la dignidad humana de forma que las actuaciones administrativas armonicen criterios de objetividad, imparcialidad, justicia, equidad, accesibilidad, transparencia y sean prestadas en plazo razonable.
La idea de Calidad de Vida es un concepto cardinal en la evaluación de aspectos sociales, ambientales y económicos de una comunidad, de una ciudad y de una Nación, así como de sus políticas públicas y de su legislación social, subraya el nobel Amartya Sen (Sen, A. K. & Nussbaum, M. C., 2002), sin embargo, los indicadores comúnmente usados para medirlo dan una imagen imprecisa de la calidad de vida de las personas. Pero, existe una figura profesional, PolisMaker, para guiar y acompañar conducentemente estas prácticas de transformación.
PolisMaker - Áreas de abordaje sistémico
El PolisMaker6 es un -city manager-, un facilitador, un estratega urbano local, global y glocal, experto en la gestión de un área específica, con la tarea de presidir la transformación de la ciudad y el territorio. Su lectura de los fenómenos urbanos combina el conocimiento técnico con la sensibilidad para el bienestar del hombre haciendo uso del diseño colaborativo7, conjugando la calidad de vida con el desarrollo económico a diferentes escalas, al tener en cuenta el espacio existencial y las dinámicas económicas y sociales que constituyen el fluir de la vida cotidiana.
El PolisMaker construye estrategias urbanas (Caprio & Caruso, 2019), con un marcado desarrollo endógeno8 y, por su naturaleza interdisciplinaria, cubre desde sectores de la Administración Pública, organismos transnacionales y stakeholders, a empresas de desarrollo inmobiliario o entidades especializadas en la reconstrucción de asentamientos urbanos acechados por catástrofes o calamidades de origen antrópico o natural.
El PolisMaker utiliza un conjunto de técnicas de vanguardia destinadas a captar el valor social de los bienes públicos (Caruso, 2002), con especial referencia a los beneficios generados por los futuros usuarios directos, indirectos y potenciales a través de la utilización de los análisis multicriterial de costos y de beneficios comunes bajo la innovación sistémica9.
El PolisMaker es una disciplina que opera en la gestión de la transformación de los asentamientos urbanos desde un enfoque holístico10, con métodos, competencias e instrumentos diversificados, que abarcan desde la legislación urbanística y ambiental aplicable hasta la gestión de los contratos de ámbito internacional; desde los procesos inherentes a la negociación, hasta la prevención de los conflictos o su gestión y diseño.
Son seis las áreas de abordaje disciplinario: Ambiente Construido, Economía y Estrategia, Derecho, Ciencias Humanas, Arte & Design y Comunicación, con un modelo de desarrollo endógeno que busca potenciar las capacidades internas11 de una región o comunidad local, ya que es un especialista preparado para trabajar con múltiples actores y diferentes grados de complejidad12 (Morin, 1992) , de modo que puedan ser utilizadas para fortalecer la sociedad y su economía de adentro hacia afuera, para que sea sustentable y sostenible en el tiempo.
Algunos de los ejes o axiomas13 son: equilibrio con el ambiente natural, equilibrio con la cultura e identidad, el buen uso de la tecnología apropiada en pos del servicio real al bien común (smart city - smart citizen), la habitabilidad del espacio público (para el individuo, para la familia, para el barrio, para las comunidades, para el dominio de la ciudad, para la transparencia, para la multiculturalidad), la eficiencia hacia el valor común, el respeto en función de la escala humana, la matriz de pari-oportunidad y pari-accesibilidad, la integración local-regional-nacional-global (en economía, ambiente y población), la movilidad inteligente, equilibrada e integrada y la integridad institucional hacia la gobernabilidad. Donde cada una ellas se plasman en un crisol de planes, programas y proyectos a medida según el caso de estudio.
Si la ciudad del pasado gozaba de su propia calidad, determinada en parte por una arquitectura menor14, hoy debemos comenzar recuperando la sensación de vivir a través de un estudio tipológico que puede encontrar ayuda, entre otras disciplinas, también en la bioarquitectura. En la mirada del PolisMaker, además de satisfacer las necesidades tangibles e intangibles, el progreso de la ciencia y la tecnología también permite hoy profundizar la satisfacción de las necesidades relacionadas con repercusiones en el bienestar psicológico y sociológico.
Es así que, ante el desarrollo de una sensibilidad por la calidad de vida, es posible creer que se produciría una mayor equidad en la formación de valores de mercado aún para el mismo mercado inmobiliario, a menudo caracterizado por fuertes desigualdades.
El PolisMaker acompaña el proceso y la toma de decisiones para una transformación del espacio público sopesando y ponderando alternativas y escenarios con una innovación sistémica para comprender las causas naturales o espontaneas de los clúster y elementos disfuncionales, para calibrar la capacidad de encontrar los focos que dan su origen, a permitir la auto gestión cuando es oportuno, a replicar la performance de una buena práctica a gran escala y proponer soluciones tendientes15 a la sostenibilidad.
Su metodología contribuye a definir las prioridades hacia los diferentes objetivos mitigando la resolución de conflictos (entre stakeholders, administración pública, ciudadanos, city users, etc). El PolisMaker busca instalar la Calidad de Vida Urbana como una prioridad en la estrategia local hacia la sostenibilidad e integrar las políticas como base de estrategias adecuadas en los diferentes niveles de gestión. Para ello se nutre y construye índices e indicadores que son a su vez útiles para la gobernabilidad, tanto para aportar información, apoyar decisiones, supervisar como asignar recursos. Un ejemplo es el Quality of Life Index (Caprio, 2016), un Índice multi-escala y multi-dimensional que formula entre otras cosas un algoritmo que contiene la interacción de componentes objetivos y perceptivos que condicionan y estimulan la calidad de vida urbana, se nutre de indicadores objetivos y de indicadores de precepción que están ordenados por grupos (Criteria) y se focaliza en la relación con el ambiente natural y construido. Su metodología se centra en el análisis de las tendencias de la evaluación de la sostenibilidad glocal, a partir de los principales enfoques analíticos, de la identificación y la construcción de un modelo abierto, indispensable para determinar, inspirar y orientar la toma de decisiones en la que los problemas pueden ser debidamente resueltos de manera integral y sostenible.
Diseño colaborativo - Presente
El PolisMaker, por su transversalidad utiliza esquemas más flexibles que desdibujan la separación entre comitente y usuario directo e indirecto, es así que con el diseño colaborativo facilita la interacción y comunicación entre las partes involucradas para fijar un único resultado que se abre al conocimiento de los distintos expertos, incluidos los diseñadores, para estructurar los parámetros generadores en el abordaje, dando versatilidad y solidez a las diferentes propuestas y escenarios con dinámicas colectivas; donde poder construir un imaginario común que responda a las necesidades de hombre (Maslow, 1962), las necesidades del ciudadano, del city user, aspiraciones de stakeholders, obligaciones de la administración pública y deseos de las iniciativas ciudadanas que son conducidas por los grupos de trabajo, encargos puntuales y workshops (Caprio, & Caruso, 2013) organizados por el PolisMaker Lab, del Politecnico di Milano.
Futuro - Análisis el Valor - Social Value
Así como en estos primeros 20 años, cuando aún no eran temas muy explorados, se han profundizado ejes como sostenibilidad, calidad de vida, economía verde y economía circular. En el futuro próximo los ejes temáticos están sobre el comportamiento del individuo y del colectivo, la resiliencia de las ciudades, la resiliencia de las comunidades y la gestión del riesgo, en la economía urbana y regional, la movilidad urbana, el patrimonio, el turismo, la atractividad y la vocación de una ciudad o un sector de ella, la comunicación y participación ciudadana.
También afronta PISC (Proyectos Integrales de Smart Cities), evaluación de impacto ambiental y trans-territorial, green city, el potencial de la ciudad creativa, agregación de comunas en pos de la evaluación estratégica de los recursos, marketing inmobiliario, urbano y MET (Marketing Estratégico Territorial), abordado también desde la psicología urbana, las ciencias del paisaje, índice de caminabilidad, observatorio holístico sobre la calidad de vida urbana con directivas locales, regionales y diseño de leyes, la anatomía de la ciudad y nuevos horizontes sobre las dinámicas que caracterizan la vida urbana por encima del costo-beneficio hacia la utilidad-costo global.
El PolisMaker utiliza un conjunto de técnicas de vanguardia destinadas a captar el valor social de los bienes públicos, el uso de la secuencia de las diferentes técnicas de valutación económica, análisis de costo - beneficio, estudio de factibilidad y pre-factibilidad técnico - económico, con especial referencia a los beneficios generados por los futuros usuarios directos, indirectos y potenciales a través de la utilización de los análisis multicriterial de valor y de beneficios comunes bajo la innovación sistémica en un entramado urbano, en una superposición, condensación, cristalización y catalización de procesos en el territorio, o en casos de una emergencia pseudo casual (De Carlo, 2016), donde cambiando el punto de vista, la ciudad se convierte es un estado alotrópico del territorio, y donde la densificación de un determinado estado evoluciona con continuas tensiones e inestables compromisos. La técnica del Análisis de Valor16 es una herramienta de Análisis y Gestión del Valor de la escuela de Pier Luigi Maffei que ha dado al PolisMaker un notable aporte a la predictibilidad de los múltiples escenarios a los que se puede abordar con la metodología del PolisMaker, gracias a esta práctica operativa (Miles, 1943) en sus diferentes fases de trabajo individuales en el significado del Valor17, lejos del precio y del costo.
El Análisis de Valor es un método creativo y efectivo para afrontar desafíos, problemas o efectuar mejoras en diferentes áreas de gestión (diseño, planificación, desarrollo, ingeniería, producción, etc.) mediante un proceso de diseño funcional y económico18 para incrementar Valor (aumentar la calidad / reducir el coste) de un proceso, servicio, producto, mejora de un área, etc.
El Valor Social (Social Value) está ligado al Análisis de Valor y se adopta como un método aplicable a una entidad (idea, proceso, programa, proyecto, producto, servicio, organización o cualquier combinación de ellos), los mejores resultados provienen del trabajo multidisciplinario y trans-disciplinario que aportan el máximo de sus habilidades, para ponerlas al servicio de la transformación urbana en sus diferentes escalas, para alcanzar el máximo valor general posible, con visión panorámica. Esto significa que las propiedades de dicha entidad no pueden reducirse a los componentes individuales sino por la suma funcional de las partes (cantidad y calidad) que siempre es mayor, deduciéndose así que hay un activo de mayor valor. Es por ello que el equipo de trabajo debe estar integrado por profesionales creativos con pensamiento lateral para aprovechar la metodología de Análisis de Valor (AV).
Según Miles (1943), los conceptos básicos de AV son: NECESIDAD (aquello que es esencial o deseado para el comitente o usuario tanto interno como externo), FUNCIÓN (características esperadas o inducidas de una entidad en orden a satisfacer las necesidades), VALOR (relación entre la contribución de las funciones a la satisfacción de las necesidades y el coste de dichas funciones) y OBJETO DE VALOR (producto, proceso y/o servicio potencial o existente al cual se le aplica la metodología de AV).
El Análisis del Valor se articula en la lógica y aplicación sistemática de seis fases: FASE I (preparación y orientación del caso de estudio y entidad), FASE II (información proveniente de diferentes actores y profesionales involucrados), FASE III (análisis funcional y de costos), FASE IV (innovación y creatividad), FASE V (evaluación de alternativas y escenarios), FASE VI (implantación de alternativas, prioridades y etapas).
El PolisMaker aborda así una de las dinámicas de trabajo, integrado por seis a nueve expertos de diferentes áreas (diseño, planning, calidad, derecho, economía, comunicación, ciencias humanas, ingenierías, etc), con técnicos externos en la mayoría de los casos.
Es así como, PolisMaker, se convierte en una figura clave en el diseño sostenible y para la transformación urbana frente a las crecientes demandas en los cambios en la sociedad y en los nuevos escenarios que afrontamos con la superposición de problemas y complejidades de diferente género. Es necesario pasar de la planificación urbana, presente hasta la década del ‘80 del siglo veinte, a la programación urbanística, en lugar de la suma de proyectos urbanos como vemos en tantos casos. Con la figura del PolisMaker y su sensibilidad se advierte a lo largo de este tiempo, la importancia de realizar estudios profundos sobre la ciudad, no solo sobre el tejido urbano sino también sobre el tejido socio-económico, que es el origen de la transformación.