Introducción
En la cotidianidad campesina, la construcción de las casas y la disposición del espacio de pastoreo traen consigo la puesta en práctica de diversos saberes y técnicas que han sido trasmitidas y transformadas por los grupos domésticos en función de los procesos internos y externos que han atravesado. La configuración material y simbólica de una casa campesina comprende diversos elementos de la vida social y relacional de los sujetos (Tomasi y Rivet, 2011). Este tipo de vivienda rural se diferencia del resto por ser un espacio doméstico de actividades múltiples, no restringido exclusivamente a la residencia familiar sino también al espacio (re)productivo, razón por la que posee una mayor complejidad funcional y suele ser la principal fuente generadora de recursos.
La construcción de estrategias de vida y las decisiones productivas-reproductivas se estructuran a partir de deseos, aspiraciones y representaciones, así como la particular forma que tienen los sujetos de internalizar los riesgos e incertidumbres a los que se encuentran sometidos en el campo social en el que desarrollan sus actividades. En este marco, se conceptualizan las estrategias residenciales -asociadas con el uso de las casas- como construcciones sociales que combinan acciones y formas de percibir y habitar realizadas en forma permanente y que permiten procesos de producción-reproducción de los grupos (Bourdieu, [2006]2014).
El oeste pampeano fue y es atravesado por el despojo de sus recursos hídricos, el avance de la propiedad privada -a través del cercado- y un gradual proceso de urbanización que se ha acelerado en las últimas décadas. En ese contexto, la dinámica socioespacial de los puestos rurales y las prácticas de movilidad se han visto alteradas. Este trabajo busca explicar el rol de las casas de pueblo en las dinámicas territoriales gestadas en torno a las movilidades de los grupos campesinos que habitan en puestos próximos a las localidades de Santa Isabel y Algarrobo del Águila (La Pampa, Argentina). Asimismo, se pretende exponer las características espaciales que dan cuenta de la reproducción de la territorialidad campesina en la casa de pueblo. Para ello, se analizan los grupos sociales cuyos puestos se localizan próximos a dos brazos del río Atuel (el arroyo de la Barda y el Atuel Viejo) en la provincia de La Pampa.
Los acercamientos al conocimiento no se realizan de una forma única y estática; durante los intercambios con el objeto/sujeto de estudio, el investigador elabora nuevos sentidos que derivan de relaciones establecidas con los sujetos a estudiar y de la reflexividad permanente (Guber, 2001). Para esta investigación se utilizaron diferentes fuentes guiadas por la metodología cualitativa. Además del trabajo de campo realizado en la zona de estudio (rural y urbana) entre los años 2009 y 2022, se incluyeron testimonios de familias campesinas, funcionarios/as y técnicos/as territoriales, junto con documentación audiovisual, cartografía y estadísticas que posibilitaron la triangulación metodológica. A continuación, se detallan las categorías teóricas con las que se aborda el caso de estudio. Luego se describe el sector de estudio y se analizan las movilidades asociadas con la doble residencia en el sector. Por último, se caracterizan las espacialidades domésticas que expresan la extensión de la territorialidad de los grupos en la casa de pueblo. Finalmente, se plantean algunas consideraciones finales.
Movilidades, doble residencia y casas
Las nociones de hogar y vivienda se encuentran históricamente entrelazadas. Mientras la primera se asocia a la dimensión material y espacial, la segunda hace referencia a las personas que la habitan, sus actividades y relaciones, consideradas en torno a la noción de familiaridad. En cada construcción social de familia se definen sentidos y roles específicos para sus miembros, que se traducen en espacios, morfologías y materialidades. Asimismo, en cada unidad doméstica se experimentan distintos grados de responsabilidad, libertad, disfrute y accesibilidad según edad, sexo y rol (Barada y Daich Varela, 2020).
En los espacios rurales extrapampeanos de la Argentina es recurrente el desarrollo de distintas prácticas de movilidad entre los integrantes de la unidad doméstica. Estas costumbres están orientadas tanto al aprovechamiento de recursos, pasturas y agua para los animales, como al sostenimiento de los vínculos profundos de los grupos domésticos con sus lugares, porciones del espacio altamente cargadas de significación. Estas densas relaciones están expresadas, no sólo en las prácticas, sino también en la asociación que se puede reconocer entre topónimos y apellidos (Tomasi, 2010).
Los desplazamientos de poblaciones campesinas que no implican un cambio de residencia requieren de análisis que superen la escala individual hacia una unidad colectiva (familiar o no) que puede estar dispersa en el espacio. Dureau (2004) analiza el carácter multilocal de las prácticas espaciales y la importancia de restituir la dimensión familiar en la cual éstas se inscriben de manera cada vez más abarcativa. En los grupos familiares ampliados, la movilidad de los miembros del hogar es una estrategia que permite explorar posibilidades en otros espacios, tanto rurales como urbanos, y conectar con otros mercados y lugares (Arzeno, 2018).
En estudios de la vida cotidiana se ha indagado sobre los movimientos de las prácticas sociales en el tiempo, en el espacio y en el plano de los sentidos con los cuales las personas se apropian y transforman sus lugares (Lindón, 2006). Otros autores introdujeron el concepto de “espacio de vida”, que representa el ámbito en que los grupos sociales desarrollan las actividades cotidianas que requieren para la reproducción social (Domenach y Picouet, 1990). Se visibilizan entonces nuevas formas de ampliación y organización de los espacios de vida respecto a más de una casa, que dan lugar a sistemas de doble o multi-residencia (Ares, 2010). Si la casa es un espacio de reproducción que condensa los esquemas organizadores del sistema cultural de una sociedad (Göbel, 2002), se concibe a las estrategias residenciales como construcciones sociales producto del sentido de los sujetos, el conjunto de acciones y formas de percepción realizadas en forma permanente que permiten el desarrollo de procesos de producción-reproducción de los grupos (Bourdieu, [2006] 2014).
La distribución de los puestos en el centro de Argentina da cuenta de las territorialidades campesinas y es de vital importancia para comprender los esquemas de uso, apropiación y significación territorial para las familias rurales en espacios de borde. El concepto de territorialidad campesina permite representar las múltiples estrategias que el campesinado pone en práctica para asegurar su continuidad en circunstancias agroecológicas y socio-institucionales desventajosas y en contextos de expansión concentrada del capital (Torres, Pessolano y Moreno, 2014). Desde los estudios andinos se sostiene que los grupos pastoriles ejercen una territorialidad sostenida por la movilidad, la residencia temporal y dispersa, asociadas a los desplazamientos que realizan a lo largo del año (Göbel, 2002; Tomasi, 2010; Easdale, Aguiar y Paz, 2018). En las últimas décadas las casas de pueblo se han incorporado a estos sistemas de asentamiento y, en muchos casos, se han convertido en la residencia principal de una parte de la familia. La vivienda urbana o rural posee una existencia material que involucra dimensiones sociales, políticas, culturales y económicas. Resulta entonces pertinente la idea de la casa como espacio construido para el hábitat y, simultáneamente, la construcción de la misma desde el propio hábitat (Barada y Daich Varela, 2020).
Argentina, como otros países latinoamericanos, es un país fuertemente urbanizado, aunque el proceso de urbanización ha tendido a estabilizarse en los últimos treinta años. Sin embargo, estas transformaciones no son homogéneas, sino que afectan diferencialmente a las ciudades y a los parajes. La causa de la movilidad campo-ciudad está ligada a la falta de trabajo y de servicios necesarios. En localidades menores a 3000 habitantes la población aumentó o se mantuvo estable, debido a que las familias productoras de la zona adyacente compraron o construyeron una casa en el pueblo (Sili, 2000). Ésta es simultáneamente una construcción física, social y simbólica que tiene lugar en la articulación de estas distintas dimensiones de la vida cotidiana de las familias, donde se define como materialidad (Barada, 2016).
En el oeste pampeano, en los bordes de la región, se han registrado en los últimos años cambios en los sistemas de movilidad asociados con la doble residencia puesto-pueblo (Comerci, 2011, Mostacero y Comerci, 2019). Este trabajo intentará profundizar en la comprensión de estos procesos. A continuación, se caracterizará la unidad de estudio ubicada en el centro de Argentina.
Caracterización del sector estudiado
Los puestos localizados sobre la depresión fluvial de los ríos Atuel-Salado, y en este caso particular, próximos al arroyo de la Barda y el brazo viejo del Atuel, fueron configurados durante el proceso de asentamiento de los pueblos originarios, criollos e inmigrantes. Su disposición priorizó la cercanía a los recursos hídricos superficiales dado el predominante ambiente semiárido. No obstante, las alteraciones sobre el escurrimiento realizadas cuenca arriba para riego disminuyeron el caudal del río Atuel. Desde 1947 Mendoza, con el apoyo del Estado Nacional, llevó a cabo la ejecución del complejo hidroeléctrico Los Nihuiles. La construcción de estos represamientos interrumpió de manera abrupta y total el escurrimiento del cauce al territorio pampeano. La ausencia de este bien común originó pérdidas económicas, demográficas, ecológicas y culturales de irreparable valor en el tramo inferior de la cuenca del río Atuel (Comerci y Dillon, 2014).
En el caso de estudio (Figura 1), las consecuencias del proceso de desecamiento y cese del escurrimiento permanente afectaron las estrategias de vida de los/as puesteros/ras de todo el sector, quienes modificaron sus prácticas de reproducción social y usos del espacio. Actualmente se han registrado más de cuarenta puestos rurales habitados por familias campesinas en la unidad de estudio, muchas de las cuales poseen una casa en el pueblo.
La actividad principal en este sector es la cría de caprinos, equinos y, en menor medida, vacunos. Además, la mayoría de las familias posee aves de corral, realiza la caza de fauna silvestre, complementa sus ingresos con empleos fuera del predio o en las localidades próximas como Santa Isabel y Algarrobo del Águila (servicio doméstico, trabajos temporales, mecánica, etc.) y obtiene ingresos a través de asistencia social estatal.
Los grupos pastoriles suelen poseer dinámicas de movilidad estacional vinculada a su actividad productiva (Göbel, 2002; Silla, 2010). En el caso de estudio, las familias no poseen este tipo de prácticas, aunque sí se desplazan cotidianamente debido al cuidado del ganado caprino y los movimientos cotidianos en su pastoreo. Estos involucraban largas caminatas y recorridas a caballo que lentamente se han visto reducidas por el cercamiento de los campos libres, que aumentó desde finales del siglo XX (Comerci, 2010). Con el aceleramiento de los cambios en las dinámicas de la ruralidad en Argentina y el crecimiento de la diversificación de actividades de los grupos rurales en ámbitos extra prediales, las familias campesinas incorporaron diversas estrategias de movilidad y estilos de vida más urbanizados (Arzeno, 2018). En este marco, muchos de ellos, dada la cercanía con las localidades de Santa Isabel y Algarrobo del Águila, y la posibilidad de un mayor acceso a servicios públicos y administrativos, adquirieron o construyeron casas en los pueblos para realizar un desplazamiento constante entre campo y ciudad. Interesa abordar estas prácticas de movilidad flexible y las estrategias residenciales existentes. A continuación, se avanzará en la caracterización de las movilidades y dobles residencias en la zona de estudio.
Movilidades campesinas y doble residencia en el oeste de La Pampa
Desde inicios de siglo XXI se ha registrado un aumento de los procesos de movilidad flexible en el oeste pampeano, motivados por la búsqueda de mayor calidad de vida en centros urbanos. Los puestos estudiados se encuentran en torno a las localidades de Santa Isabel y Algarrobo del Águila (Departamentos de Chalileo y Chicalcó, respectivamente) que, al igual que otros pueblos del oeste, han tenido un considerable incremento poblacional en los últimos años. El crecimiento de estas localidades está relacionado tanto con un proceso de descampesinización del sector, como con nuevas prácticas de los/as puesteros/as, que realizan procesos de movilidad y doble residencia sin abandonar el campo. A continuación, la Tabla 1 presenta treinta puestos del sector clasificados por tipos de movilidad efectuadas, existencia de casas en el pueblo y en el campo e identificación de residencia principal del grupo doméstico.
Como puede apreciarse, la mayoría de los grupos poseen dos casas (a veces más). En algunos casos, la residencia base que actúa como eje de las movilidades es la del campo y en otros la del pueblo. La elección entre ellas puede incluso variar según la trayectoria doméstica del grupo y las circunstancias económicas o sociales según la época.
En general, los grupos sociales integrados por personas jóvenes y adultas tienden a escoger el puesto como centro de su sistema de movilidad y realizan viajes semanales o de estadía intermitente al pueblo. La casa de campo permite ampliar el espacio doméstico hacia el exterior y tener mayores comodidades para desarrollar las actividades productivas.
En grupos de mayor variedad generacional es común que una parte de la familia permanezca en el campo y otra en el pueblo. Sin embargo, sus integrantes se movilizan al menos una vez por semana entre ambas casas. Gran parte de las mujeres que realizan tareas de cuidado y crianza realizan trabajos temporales en el pueblo, principalmente mientras las infancias asisten al jardín de infantes y la escuela primaria. Sumado a esto, la mayoría de las familias realizan al menos un viaje mensual para el cobro de asignaciones familiares, pensiones, jubilaciones u otro tipo de asistencia social, que se han incrementado en los últimos quince años.
casos de estudio | tipo de movilidad efectuada | casa en el campo | casa en el pueblo | res. ppal. | |
---|---|---|---|---|---|
santa isabel | algarrobo del Águila | ||||
1 | Viajes diarios - Doble residencia | SI | SI | NO | Pueblo |
2 | Viajes diarios - Doble residencia | SI | SI | NO | Pueblo |
3 | Viajes diarios - Doble residencia | SI | SI | NO | Puesto |
4 | Viajes diarios - Doble residencia | SI | SI | NO | Pueblo |
5 | Viajes diarios - Doble residencia | SI | SI | NO | Pueblo |
6 | Viajes diarios - Doble residencia - Esadía intermitente | SI | SI | Tenían-la vendieron | Puesto |
7 | Viajes diarios - Doble residencia - Estadía intermitente | SI | SI | NO | Puesto |
8 | Viajes diarios - Doble residencia | SI | SI | NO | Puesto |
9 | Viajes diarios - Doble residencia | SI | SI | NO | Puesto |
10 | Viajes semanales - Doble residencia | SI | SI | NO | Puesto |
11 | Viajes diarios - Estadía intermitente | SI | NO | SI | Pueblo |
12 | Viajes quincenales - Doble residencia | SI | SI | NO | Puesto |
13 | Viajes diarios - Doble residencia | SI | SI | NO | Pueblo |
14 | Viajes semanales - Estadía intermitente - Doble residencia | SI | SI | NO | Puesto |
15 | Viajes semanales - Estadía intermitente | SI | SI | NO | Puesto |
16 | Viajes quincenales | SI | NO | NO | Puesto |
17 | Viajes quincenales - Doble residencia | SI | SI | SI | Puesto |
18 | Viajes semanales | SI | NO | NO | Puesto |
19 | Viajes mensuales | SI | SI | NO | Puesto |
20 | Viajes quincenales | SI | SI | NO | Puesto |
21 | Viajes ocasionales | SI | NO | NO | Puesto |
22 | Viajes mensuales | SI | NO | NO | Puesto |
23 | Viajes ocasionales | SI | NO | NO | Puesto |
24 | Viajes semanales-Estadía intermitente | SI | SI | NO | Puesto |
25 | Viajes quincenales - Estadía intermitente - Doble residencia | SI | SI | NO | Puesto |
26 | Viajes quincenales | SI | NO | NO | Puesto |
27 | Viajes semanales - Doble Residencia | SI | NO | SI | Puesto |
28 | Viajes semanales - Estadía intermitente - Doble residencia | SI | SI | NO | Puesto |
29 | Viajes semanales - Doble Residencia | SI | NO | SI | Pueblo |
30 | Viajes semanales | SI | NO | NO | Puesto |
En los casos de familias jóvenes con infancias a cargo (particularmente en edad escolar), la casa principal suele ser la que se encuentra en el centro urbano. Una parte de la familia suele priorizar conseguir un empleo de mayor estabilidad en el pueblo, para permanecer allí mientras transcurre el trayecto escolar. En los casos en que se cría ganado vacuno, el grupo completo puede establecerse en el pueblo y alguno/a de sus miembros desplazarse diariamente al puesto. En cambio, si se crían caprinos una persona debe permanecer en el campo, ya que su ausencia podría comprometer la permanencia del rebaño. Los fines de semana, la mayoría de los grupos viajan al puesto para realizar tareas productivas. Este espacio es además el punto de reuniones y encuentros para el festejo de eventos familiares.
Algunas personas mayores, por su parte, suelen preferir asentarse definitivamente en el pueblo y relegar el usufructo del puesto a generaciones más jóvenes de su familia. Asimismo, se ha registrado en la zona un proceso de envejecimiento en varios puestos en los que residen parejas de avanzada edad con alguno/a de sus hijos/as. En esos casos, manifiestan el deseo de permanecer en el lugar hasta su muerte y solo se desplazan para situaciones de emergencia o visitar familiares, a quienes suelen alquilar o ceder la casa del pueblo.
Los traslados del grupo entre ambas casas se realizan en vehículos propios, servicios de remisería que acceden a los campos, vehículos de personas vecinas o que trabajan cerca y eventualmente a caballo. En esos casos resultan fundamentales las redes vinculares con otros grupos domésticos, con los que se pueda compartir el transporte.
Además de la movilidad a los pueblos y la doble residencia, parte de los grupos realizan viajes cortos a centros urbanos que se encuentran a mayor distancia, para acceder a bienes y servicios que Santa Isabel y Algarrobo del Águila no brindan, como la educación técnica o terciaria, los servicios de salud de mayor complejidad y frecuencia en la atención o trámites administrativos específicos en ANSES, PAMI o centrales bancarias. A las razones anteriormente descriptas, se suman las cuestiones simbólicas. Éstas se asocian con las historias de vida, la apropiación y el apego al puesto, al monte y los animales y ponen en evidencia la fuerte vinculación con el espacio de vida campesino.
La Tabla 2 condensa las motivaciones principales para las prácticas de movilidad realizadas por los grupos.
Motivaciones de movilidad al pueblo | -Acceso a educación, salud, actividades administrativas, bancarias, religiosas, consumo de bienes que no provee el campo. |
-Acceso al empleo formal y trabajo extrapredial urbano. | |
Razones de movilidad a centros más alejados (General Alvear, Victorica, Santa Rosa, otras) | -Educación secundaria técnica, terciaria, capacitaciones. |
-Acceso a servicios de salud y administrativos de mayor complejidad. | |
-Compra de bienes y acceso a servicios con mejores precios. | |
Motivaciones de movilidad al campo | -Apego a la tierra, la casa y los animales de cría. |
-Requerimientos del ciclo productivo y de pastoreo. | |
-Protección de la propiedad/posesión del suelo, posibilidad de diversificar ganado y aves de corral. | |
-Acceso a bienes del monte, huerta, caza, resguardo de los animales frente a los pumas y zorros. | |
-Sentimiento de pertenencia y nostalgia. | |
-Mayor comodidad para la realización de celebraciones y otras actividades sociales en el lugar. |
Las dinámicas de movilidad de los grupos campesinos implican necesariamente la existencia de múltiples espacios domésticos, con diversos grados de jerarquía y uso. Las estrategias residenciales adoptadas forman parte del espacio de vida por donde se desplazan y transcurren las prácticas domésticas de los grupos. Estos espacios, construidos en distintas localizaciones, evidencian la territorialidad campesina en movimiento.
La extensión de la territorialidad a la casa del pueblo
En previas investigaciones en el oeste de La Pampa, se planteó que cada puesto constituye la unidad doméstica y productiva del grupo familiar y que se encuentra organizado en tres espacios diferenciados: el espacio doméstico, el peridoméstico y el de pastoreo. Asimismo, en trabajos previos se amplió el estudio de la composición espacial, funcional y tecnológica de los puestos del oeste de La Pampa (Comerci, 2010; Mostacero y Comerci, 2019). Como en otros casos de la Argentina extrapampeana, la arquitectura doméstica campesina contempla no solo la unidad de residencia, sino también edificaciones accesorias y espacios intermedios que integran un único espacio doméstico. La materialización del puesto, como un todo inescindible de las construcciones socioproductivas, condensa las prácticas, sentidos y saberes de las múltiples casas que forman parte de la trayectoria habitacional de cada integrante del grupo.
Como se señala en este artículo, además de la casa rural en el puesto la mayoría de las familias en estudio posee una casa en el pueblo. Siguiendo a Lindón (2005, s/n):
La casa representa el punto de referencia básico desde el cual el sujeto construye su relación con el entorno, pero también es el punto de referencia con relación a lo que está más allá del barrio, la ciudad. La casa usualmente tiene el sentido de protección y abrigo.
La adquisición de la casa de pueblo puede realizarse de distintas formas en la unidad de estudio. Algunos grupos fueron beneficiados durante la década de 1990 e inicios de los 2000 con la entrega de lotes municipales a cambio de la mensura y construcción de casas en un corto plazo. En años posteriores los terrenos urbanos empezaron a ser puestos en venta, aunque a precios populares y/o en pagos en cuotas fijas. Asimismo, viviendas de planes nacionales, provinciales y municipales fueron asignadas a personas provenientes del campo, en particular a familias monoparentales maternas con infancias en edad escolar. Un número más reducido obtuvo una vivienda existente en el pueblo a través de la compra o herencia familiar. Al igual que en los puestos rurales, la producción de las casas urbanas suele realizarse en muchas etapas, de acuerdo a los requerimientos familiares o la disponibilidad económica de la época.
Las formas de habitar y la territorialidad que contienen están vinculadas con el lugar que se habita en el presente, pero también con aquellos donde se vivió en el pasado y con los que forman parte de los imaginarios de las personas (Lindón, 2005). En la casa del pueblo y en la del puesto es posible detectar espacios y elementos arquitectónicos propios de las prácticas productivas-reproductivas, donde los grupos consolidan lugares cargados de significación y apropiación.
Las casas autoconstruidas son las que reflejan con mayor claridad estas continuidades. A continuación, se presenta el dibujo de una casa de pueblo (Figura 2) que servirá para observar cómo se incorporan y resignifican ciertas relaciones espaciales y de composición arquitectónica propias del puesto.
Esta figura es una ilustración de A., cuya primera casa de pueblo estuvo construida en Algarrobo del Águila, de la que expresaba:
Mi papá compró una cocina y un baño. Después la fue agrandando, con comedor y dos piezas más. No teníamos puerta a la calle como en Santa Isabel, la teníamos hacia el frente. Teníamos estufa, teníamos gas, pero como era grande teníamos la cocina en un lugar y la estufa (a leña) estaba en la esquina […] Y acá [en el frente] teníamos gallinero […] Teníamos huerta, teníamos pavos, patos. Re lindo. Estábamos así, a las afueras del pueblo, más quinta. La casa estaba toda alambrada y alambrábamos la quinta, que era grandota (A., criancera de La Puntilla).
Al igual que en el relato, la mayoría de las casas de pueblo de las familias puesteras presentan un cierre completo del lote, con una puerta de ingreso al espacio doméstico compuesto por la casa, posibles espacios de cochera y una sombra 1 o enramada 2 para la expansión de la vida doméstica al exterior. El cerco o guardapatio, que en los puestos separa lo doméstico de lo productivo, también delimita en la casa del pueblo el espacio doméstico, pero de la vida pública o urbana (Figura 3).
En ámbitos rurales, gran parte de las actividades domésticas cotidianas se realizan en espacios exteriores más o menos contenidos, como patios y enramadas (Tomasi, 2015; Mandrini, Cejas, Rolón y Di Bernardo, 2018). Sin embargo, dichas prácticas en las casas de pueblo tienen connotaciones negativas para la población urbana, ya que están relacionadas con la idea de malas costumbres, atraso o pobreza. Una persona que hace muchos años reside en Santa Isabel señalaba: “te vas a dar cuenta si pasás por su casa porque tienden la ropa en la vereda… así. No se acostumbra todavía [a la vida urbana]. Ella vive en el campo todavía. Hay mucha ignorancia y mucha pobreza” (C., 43 años). Estas percepciones sobre el hábitat rural y sus pobladores/as han sido reforzadas históricamente por discursos académicos y estatales (Tomasi, 2021). Aquellos usos del espacio dan cuenta de la concepción que poseen los grupos sobre el exterior, asociada a la libertad y a la interacción con el entorno circundante; la cual es trasladada a las casas de pueblo.
Las actividades productivas, que en ámbitos rurales están en el espacio peridoméstico y se ubican frente a las casas deben relocalizarse en el pueblo según las características de los lotes y la vida urbana. Así, nuevos guardapatios segmentan huertas, gallineros -separados por especie-, árboles frutales, hornos de barro, acopio de leña o depósitos en el lateral o fondo del lote (Figura 4). Para los grupos campesinos, continuar las actividades productivas en el pueblo implica la posibilidad de utilizar recursos urbanos para obtener mayores beneficios, como cultivar y plantar especies vegetales que requieren mejor calidad de riego, así como el acceso al suelo, al agua, el gas y otros servicios, que en la zona rural no están presentes o son escasos.
Al respecto, las familias manifiestan preferencias por terrenos que se encuentran en la periferia del pueblo, donde el espacio circundante es más amplio, los lotes tienen mayores proporciones y están próximos al monte. En este sentido, la localidad de Algarrobo es valorada por su tranquilidad y cercanía con la naturaleza, mientras que Santa Isabel, por su tamaño y mejor conexión a rutas nacionales, es considerada más ventajosa por ofrecer más oportunidades de trabajo.
Si se hace foco en la organización espacial de las casas, pueden reconocerse lógicas compartidas. Al igual que las casas de puesto construidas en los últimos treinta años, las piezas 3 y el baño se abren directamente al comedor, al cual se ingresa por una puerta dispuesta generalmente en el centro de la fachada principal de la volumetría. Las casas poseen un único egreso exterior, cuya envolvente puede estar destacada por algunas macetas, pintura o por un parapeto que esconde la cubierta metálica que desagua en sentido contrario. Las piezas (al menos las que se construyen en las primeras etapas) y el baño conforman la “espalda de la volumetría”, sobre la cual puede haber tanques de agua y algún quematuti4 para calentar la ducha.
A pesar de contar con el servicio de gas, la mayoría construye una estufa a leña en el comedor, elemento representativo en la socialización de los grupos y muchas veces es el único sector ornamentado de las casas. A su alrededor y sobre la boca, que generalmente contiene un estante, se ubican fotos, recuerdos, libros, etc. Asimismo, en los puestos se observa un amplio repertorio de fogones que también son trasladados a las casas del pueblo (Figura 5), conservando sus significaciones y funciones para cocinar, calentar, calefaccionar, quemar y reunir.
De acuerdo a lo expuesto anteriormente, la casa del pueblo que está enmarcada en el sistema de doble residencia puesto-pueblo se diferencia de aquellas habitadas por las familias urbanas de Santa Isabel y Algarrobo del Águila. La pertenencia a un espacio de vida extendido implica que sus constructores/as trasladen, en sus distintas casas, las formas de apropiarse de los lugares. Así, las arquitecturas, sus espacios y ciertos elementos distintivos de las costumbres del puesto, se reproducen y resignifican en el pueblo, al extender la territorialidad campesina, sus lógicas y temporalidades productivas a los espacios urbanos.
Palabras finales
La movilidad y la doble residencia puesto-pueblo forman parte de la cotidianidad de las personas en este sector de estudio, ya que contribuyen a multiplicar los lugares donde ponen en práctica estrategias diversas que aseguren la reproducción de los grupos. Estas prácticas surgen de una adaptación a las nuevas condiciones de vida “urbanas” que, sin embargo, también encarnan la resistencia a la alteración de las prácticas domésticas y de trabajo en el puesto rural.
Las familias han establecido un sistema de doble residencia y movilidad frecuente, en el cual las casas configuran una territorialidad común y el hogar persiste. La vivienda constituye un espacio íntimo de alto contenido simbólico, un condensador de sentidos que también actúa como un espacio básico que ubica al ser humano en el mundo de una manera particular (Lindón, 2005). En este caso analizado, las casas del pueblo sirven como puente para realizar diferentes prácticas y acceder a servicios y requerimientos que cambian a lo largo de la trayectoria del grupo, además de fortalecer la continuidad productiva en el puesto.
En las movilidades de estos casos de estudio existe cierta continuidad de las prácticas, lo que les permite conservar su identidad y formas de vida con cambios y adaptaciones en el ámbito urbano. La construcción de la casa de pueblo está atravesada por historias espaciales y experiencias constructivas, razón por la que pueden encontrarse lógicas coincidentes con las casas del puesto.
La disposición espacial de las unidades, la resignificación del guardapatio y la apropiación de los espacios abiertos para usos productivos da cuenta de que la casa de pueblo continúa con la lógica doméstico-productiva del puesto. Asimismo, la utilización de elementos arquitectónicos de alto valor de uso en el campo, como la enramada y diversos tipos de fogones, señalan que su importancia no radica solo en la capacidad de generar confort, sino en su valor social y el rol que juegan en la vida cotidiana.
En este sentido, resultaría importante en futuras investigaciones priorizar la indagación de las “espacialidades imaginadas”, aquellas que, como señalan Hiernaux y Lindón (2006), las personas construyen en su relación con el mundo exterior y cuyas tramas de sentido son siempre sociales y espaciales al mismo tiempo.