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Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas. Mario J. Buschiazzo

versão On-line ISSN 2362-2024

An. Inst. Arte Am. Investig. Estét. Mario J. Buschiazzo vol.53 no.1 Buenos Aires jun. 2023

 

RECENSIONES BIBLIOGRAFICAS

La arquitectura, entre la universidad y la ciudad

Horacio Caride Bartrons1 

1CONICET

Estratos del tiempo. La ciudad universitaria de Córdoba (1909-1989). ., Malecki, Juan Sebastián. Córdoba, Argentina: Universidad Nacional de Córdoba, 2021. 209p.

La existencia de una ciudad universitaria plantea, inevitablemente, algunas tensiones con la ciudad (la otra, la del origen, la de todos) que le da nombre y, a veces, sentido. Estas tensiones resultan menos visibles cuando la universidad “es de”, como por ejemplo en los casos de Tucumán, México, San Pablo, Chicago o Copenhague. Pero se intuyen mejor cuando la institución de educación superior tiene peso propio. Su mención caracteriza a la ciudad, como en La Plata, Alcalá de Henares, Lovaina, Campinas o Salamanca. También, en el extremo, existen algunos asentamientos urbanos que resultan invisibles ante el peso de la universidad que cobijan. Es lo que sucede con frecuencia dentro del ámbito académico anglosajón, por ejemplo, con la Universidad de Yale en New Haven (Connecticut), o Harvard en Cambridge (Massachusetts), Estados Unidos; o en las antiguas Oxford y Cambridge (esta vez sí, la británica), en el Reino Unido, en la tradición cultural de los campus.

En la base de nuestra elemental (y probablemente precaria) clasificación, debemos reconocer al menos la diferencia más básica entre la universidad urbana y la “universidad pastoral”, sugerente oposición que presenta Thomas Bender en la introducción de The University and the City: From Medieval Origins to the Present (1988). Si acordamos con Bender, debemos considerar que una universidad representa el espacio intelectual privilegiado para una ciudad y que, a su vez, la cultura urbana es un alimento esencial de la vida universitaria. Por ello, sería muy necesario separar aguas y reubicar conceptualmente las particulares relaciones de la universidad urbana y de su territorio más característico: la ciudad universitaria, el objeto de estudio de este libro.

En la construcción de la Ciudad Universitaria de Córdoba se debió atender, por añadidura, una secular tradición sin precedentes en los territorios del sur del continente. Fundada en 1613, integra el selecto grupo de las diez universidades más antiguas de la América Hispana. Durante más de dos siglos fue la única registrada en estas apartadas provincias, hasta que en 1821 se erigió la -ya republicana- Universidad de Buenos Aires. En sus claustros nació el germen de la Reforma de 1918, que se expandiría por todo el continente.

Juan Sebastián Malecki se tuvo que enfrentar a estos legados y resolver un relato histórico que dio cuenta, no sólo de las rupturas orquestadas por un conjunto no menos complejo de variables culturales, sino de la propia tensión que plantea la relación ciudad/universidad integrada a su núcleo fundacional. Convenientemente, Anahí Ballent nos advirtió en el prólogo sobre las características de esta narración, más cercana a una historia urbana de la universidad que a la historia de la institución en Córdoba. De hecho, el autor nos revela que el texto nació como un desprendimiento de su tesis doctoral sobre la modernización de la capital provincial, que expandió y corrigió en la presente edición. Pese a la cercanía (o justamente por ella), la ciudad universitaria aparece como un “artefacto extra urbano” que es observado con la desconfianza que se manifiesta hacia quienes han decidido alejarse, en los términos y por el tiempo que sea, de la sociedad que les dio origen. Pero en este caso, dicha cercanía al centro histórico, es decir, a la matriz fundacional de la propia ciudad, permite discutir ciertas hipótesis, contestar preconceptos y, si cabe, recuperar nuevas tensiones urbanas.

Una vez más, un texto de estas características demuestra que las historias de los espacios o, si se quiere más específicamente, la historia de las piezas arquitectónicas que se pensaron o se construyeron, tienen mucho que aportar a los relatos políticos o sociales más tradicionales de las historias urbanas.

El libro, con una muy buena edición especialmente en lo que respecta a planos e imágenes, se organizó según cuatro capítulos de diferente consideración. El primero (1889-1948) lo dedicó a la fase experimental de proyectos no materializados; el segundo, denominado “El derecho a la educación (1949-1955)”, transitó el proyecto durante el gobierno peronista. “Tabula Rasa: la era de los concursos (1957-1968)”, es el título del capítulo tercero y, finalmente, “Orden y experimentación (1968-1989)” fue el tema del cuarto capítulo.

Pareciera que, con la intención de construir una periodización consistente, se asumió la asimetría como criterio de capítulo. Las casi seis décadas del ciclo narrado en el primero (con tres subtítulos), son apenas seis años en el segundo (ningún subtítulo); once años para el tercero (cuatro) y veintiuno para el cuarto (seis). Aunque podríamos reclamar un poco más de concordancia en el tratamiento de los capítulos, pareciera que las fuentes disponibles no nos conceden tales equilibrios metodológicos. Esta característica discursiva se confirma en la creciente extensión y complejidad de las categorías analíticas de estos capítulos, que comienzan con algo menos de veinte páginas y culminan con más de setenta.

Acaso Malecki se adelantó a este comentario cuando anotó en la introducción que “la materialización de la CU [Ciudad Universitaria] no fue un proceso lineal ni respondió a modelos definidos, entre otros motivos, porque su concreción se dio en contextos marcadamente diferentes y respondió a razones completamente dispares”. Es probable que sistematizar estas disparidades en una construcción histórica sea, entonces, el gran mérito de todo el libro, que da cuenta de un siglo de la historia urbana de Córdoba. Pero visto desde el particular ángulo que ofrece la arquitectura para una institución que ha definido su apodo nacional: “la docta”.

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