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Boletín de Estética

versão On-line ISSN 2408-4417

Bol. estét.  no.64 Buenos Aires set. 2023

 

Comentarios bibliograficos

Héctor Olivos. Prometeo: el fuego insumiso. Madrid: Prisa Noticias Colecciones y EMSE EDAPP, S.L., 2020, 125 páginas

Yair A. Murillo Rincón1 

1 CUC/UNICOSTA (Colombia)

Prometeo: El Fuego Insumiso de Héctor Olivos inaugura la colección “Mitología Clásica”de Prisanoticias, compuesta por 40 libros que exploran las narrativas de dioses y héroes como Zeus, Ulises, Eneas, Jasón, Hércules, Pandora, Teseo y el Minotauro. Además de esta obra, Olivos también aborda otros personajes en entregas posteriores, incluyendo Los Trabajos de Hércules, Zeus, Señor del Olimpo, Orfeo y Eurídice, Los Viajes de Eneas y La Manzana de la Discordia.

La obra se estructura en dos grandes secciones, la primera “Prometeo: el fuego insumiso” aborda el mito novelado a través de seis capítulos en los que se evidencian las aventuras del Titán Prometeo en un mundo de dioses, bestias, titanes y humanos, y una segunda a manera de “Apéndices” en la que se configura una guía para la comprensión de la lectura, además se entregan datos de importancia sobre la influencia del mito en el arte, la literatura, la música y la filosofía. El libro se inspira en el mito de Prometeo, quien robó el fuego divino para los hombres, texto original del poeta Esquilo que aparece en la Teogonía de Hesíodo, con citas del primero al inicio de cada capítulo.

En el primer capítulo del libro, “Sufrimiento infinito”, el autor ahonda en la tortura a Prometeo, quien es encadenado al monte Cáucaso por su afrenta en contra de los dioses. El autor describe con detalle el tormento físico y psicológico que sufre el titán, que es devorado por un águila cada día, solo para que su hígado se regenere por la noche. Olivos hace énfasis desde el inicio en el castigo que Zeus profiere a Prometeo, quien representa la figura del rebelde que lucha por el progreso de la humanidad. El autor señala que “gracias a la rebeldía de Prometeo la humanidad fue capaz de engendrar un conocimiento como el que nunca había existido en el mundo” (7). Este conocimiento, representado por el fuego, es lo que permite a los humanos alcanzar su plena potencialidad. El libro cuenta con ilustraciones originales que recrean las escenas más representativas del mito de Prometeo. En el primer capítulo, las ilustraciones muestran el encadenamiento y la tortura del titán. Estas imágenes son impactantes y ayudan a transmitir el dolor y la desesperación que sufre Prometeo.

El segundo capítulo, “Nacimiento y Juventud de Prometeo”, explora la genealogía de los dioses, desde la usurpación del trono por parte de Crono hasta la devastadora guerra entre Titanes y Olímpicos que afectó profundamente a los seres humanos. La estrategia de Zeus para derrocar a Crono, y la Titanomaquia, se destaca en este capítulo. Prometeo y su hermano Epimeteo desempeñan un papel crucial al traicionar a los Titanes para apoyar a los Olímpicos. En palabras del autor: “La guerra, que se llamó Titanomaquia y duró diez largos años, se compuso de multitud de batallas. Ambos grupos pugnaron infatigablemente por la hegemonía en el universo” (19). Tras la victoria de los dioses olímpicos, liderados por Zeus, los Titanes son castigados y olvidados, y la guerra devastadora provoca la desaparición de los humanos. Héctor Olivos, en su relato, poéticamente nos recuerda la expulsión del paraíso, resultado colateral de la Titanomaquia.

En el tercer capítulo, “El Benefactor de los Humanos”, Prometeo busca restaurar la tierra tras la guerra y acude a Zeus, quien, desde “las alturas del Olimpo, organizando las fuerzas divinas” (27), lo recibe con desdén. A pesar de la desconfianza inicial, Prometeo persuade a Zeus para repoblar la tierra con vegetación, animales y hombres. Zeus, sintiéndose inferior a este, asigna la tarea a Epimeteo, para generar rivalidad y dudas entre los hermanos. Prometeo, en su clarividencia prevé las intenciones de Zeus e instruye a su hermano sobre la misión de restaurar la humanidad.

Epimeteo se encarga de dotar a los animales de habilidades para sobrevivir, mientras que Prometeo, motivado por la empatía y la filantropía, pide adoptar a los humanos. Zeus se lo concede, pero con menosprecio, expresando: “quédate con estos humanos, no sé qué interés puedes tener en esos seres calamitosos. De todos modos, iba a suprimirlos a fin de crear espacio para otra especie mejor que ellos” (39). En esta parte del texto, el autor describe de manera melancólica y nostálgica a la especie humana, como seres efímeros, desprotegidos y olvidados por los dioses.

En el cuarto capítulo, “El Don del Fuego”, se destaca la evolución cognitiva de los humanos a través del lenguaje y la conexión con su pasado, mientras “Zeus muestra interés en su progreso” (43). Durante un diálogo entre Zeus y Prometeo, el primero busca estrategias de poder en el Titán. Prometeo justifica la evolución humana a través de la religión, haciendo creer al dios que sus protegidos ahora son fieles de las deidades olímpicas. El Titán se reúne con el líder de los hombres para contarle la historia de la humanidad y reconocer su evolución, asimismo, hace saber el deseo de su especie en cuanto a las necesidades de tener “el fuego y los dioses” (49) por el contrario el hombre reconoce en Prometeo “el benefactor de la humanidad” (50) por la estimulación de la mente, el pensamiento y motivar la evolución del lenguaje.

Los hombres aprenden a trasmitir el fuego tras observar que los rayos de Zeus incendian troncos secos. Este conocimiento revoluciona su forma de vida. Prometeo a través de los humanos burla a Zeus con una artimaña en forma de ofrenda de huesos de buey, lo que despierta la ira del olímpico.

En el quinto capítulo nuestro héroe se enfrentará a “La tortura atroz”; es así cómoZeus enfurecido retira el fuego a los humanos como represalia tras el engaño. El autor señala que los humanos “Estaban desposeídos porque habían aprendido a transmitir las llamas de un cuerpo a otro, pero no a generarlo de la nada” (57). Los humanos, temerosos y desanimados, solicitan a Prometeo que les enseñe a crear fuego, diciendo: “Nos has traído el fuego, pero todavía no sabemos cómo crearlo. Enséñanos a encenderlo” (62), y el Titán comparte el conocimiento sin dudar.

Zeus se enfurece por el robo del fuego que Prometeo dio a los humanos. Para vengarse, pide a Hefesto crear a Pandora, una mujer hermosa que lleva una caja cerrada. Pandora es entregada a Epimeteo, el hermano de Prometeo. Epimeteo, a pesar de las advertencias de Prometeo, acepta a Pandora, quien abre la caja, liberando todos los males del mundo, excepto la esperanza. El dios del olimpo, aún colérico, ordena a Hefesto que ate a Prometeo a una roca en el Cáucaso, con cadenas indestructibles, para enviar un águila cada mañana a devorar el hígado del Titán. El hígado de Prometeo se regenera por la noche, lo que prolonga su tortura. Él acepta su castigo, creyendo que es necesario para proteger a los humanos.

En el último capítulo, “Liberación y Redención”, los gritos de Prometeo acusan a los dioses por su silencio ante su sufrimiento. Zeus deja de escuchar estos gritos cuando Hércules libera a Prometeo de su tormento. Esto preocupa a Zeus debido a las profecías de Prometeo, incluyendo la advertencia de que un hijo podría derrotar a su padre en el futuro: “Guárdate de apareamientos inconvenientes, pues una de tus posibles amantes dará a luz a un hijo que derrotará a su padre, sea quien sea este” (89).

Prometeo guía a Hércules al jardín de las Hespérides y sugiere que este hable con su hermano Atlas, quien sostiene la bóveda del cielo también por castigo de los dioses luego de la derrota en la Titanomaquia. Zeus actualiza el castigo de Prometeo: ahora debe portar un anillo hecho de las cadenas y la roca a la que estuvo atado, eternamente. Prometeo pide la transmisión de la inmortalidad de Quirón, un centauro inmortal herido por una flecha portadora del veneno de Hidra, disparada por Hércules tiempo atrás, y quien sufre solitario en una cueva anhelando la muerte. Al cierre del capítulo, Héctor Olivos describe la adquisición de la inmortalidad por parte de Prometeo, entrelazándola con símbolos astrales, y promueve una reflexión sobre la responsabilidad ética en el uso del fuego por parte de los seres humanos.

Por último, encontramos la sección Apéndices”bajo la redacción de Joan Solé, en estos se explora el "árbol genealógico" (100) y se establecen conexiones significativas entre el mito de Prometeo y obras de artistas, músicos y escritores notables, como “Pedro Calderón de la Barca, Percy Bysshe Shelley, Mary Shelley, y André Gide” (120). En la música, el impacto se encuentra en los trabajos de “Franz Liszt, Aleksandr Skriabin y Richard Wagner” (121). Además, el mito influyó en las filosofías y estudios de Goethe, Herder, Rousseau, Freud y Diel.

El libro de Héctor Olivos concluye con "cuatro constelaciones astronómicas, aunque ajenas al mito" (124) y una bibliografía esencial. Cada historia y referencia a la mitología clásica y otras obras nos sumergen en un cautivador viaje lleno de fantasía, arte y profundo simbolismo.

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