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Delito y sociedad

versão impressa ISSN 0328-0101versão On-line ISSN 2468-9963

Delito soc. vol.24 no.39 Santa Fé jun. 2015

 

COMENTARIOS DE LIBROS

Comentario a Maria Stela Grossi Porto. Sociología da Violencia do Conceito as Represetaçoes Sociais

 

Por Mariana Lorenz

Brasilia: Editora Francis, 2010

 

Sociología da Violencia do Conceito as Represetaçoes Sociais de la doctora en sociología Maria Stela Grossi Porto, una gran referente en esta área de estudios, puede ser considerado un verdadero tratado sobre la cuestión de la violencia. Como se anuncia en el título, lo que se busca hacer a lo largo del libro es ir desde un análisis teórico más general en torno a esta temática hacia los datos empíricos concretos, dándole así un estatuto científico al trabajo. La autora deja en claro que, por tratarse de un objeto de investigación que atrae por su actualidad, si no se toman los recaudos necesarios, podría atrapar al investigador dejándolo preso de la ingenuidad académica o el populismo intelectual. Para evitar esta encrucijada la solución propuesta, y aplicada a lo largo del texto, es la articulación entre la teoría y la investigación. La mirada sociológica entonces no solo deberá construir instrumentos teóricos claros, que permitan definir al objeto de estudio considerando las relaciones entre el fenómeno y sus representaciones, sino también diferenciar el concepto de sus manifestaciones empíricas. La perspectiva que se privilegia para el análisis del fenómeno de la violencia es aquella que considera el contenido de los valores y normas que, en su condición de representaciones sociales, orientan las conductas de los individuos en su vida cotidiana. Este camino que va de la teoría a la empiria puede rastrearse a través de los diversos artículos que componen el texto. Se trata de trece escritos y reflexiones elaborados entre 1.999 y 2.008, algunos ya publicados y otros inéditos, que se encuentran agrupados en cinco partes. La primera, que consta de dos capítulos, es de naturaleza teórica; la segunda, que contiene uno solo, discute cuestiones y estrategias metodológicas. Las partes restantes (de la tercera a la quinta) están organizadas en diez capítulos dedicados al análisis del material empírico recolectado a través de la investigación "Las Representaciones Sociales de la Violencia en el Distrito Federal" realizada con el apoyo del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico. La pesquisa contó con dos fases: la primera orientada a delimitar conceptualmente el fenómeno de la violencia a través de un cuestionario con preguntas cerradas suministradas a una muestra aleatoria; y la segunda a través de entrevistas semiestructuradas a informantes claves por su conocimiento profesional o experiencia en relación al fenómeno de la violencia. En aquellos apartados dedicados al estudio de los datos se retoman algunas reflexiones teóricas sobre la violencia y su legitimidad, en tanto son pre condiciones para comprender las relaciones entre violencia y políticas públicas de seguridad y violencia e impunidad.
En cuanto a la perspectiva teórica sobre la violencia desde el primer capítulo se sostiene la importancia de atender tanto a los componentes subjetivos como objetivos para explicarla. Consciente del juego permanente entre estas dos dimensiones la autora entiende que se puede hablar de violencia "siempre que la alteridad sea desconsiderada (...) siempre que el otro no sea considerado como sujeto y, en función de esto, tratado como objeto, impidiendo la interacción social, sea esta de naturaleza consensual o conflictiva" A esta definición le siguen una serie de consideraciones muy relevantes y que no siempre son tenidas en cuenta a la hora de analizar este fenómeno. Dentro de las advertencias de índole metodológico para construir la violencia como problema sociológico se considera necesario adoptar una mirada cuidadosa alejada de la simple denuncia o la evaluación moral de sentido común, que impediría el avance del conocimiento. El sociólogo, en su condición de ciudadano, comparte con el conjunto de la sociedad una serie de valores y rige su conducta de acuerdo a los mismos; como científico debe dedicarse a comprenderlos. Además, es necesario considerar el carácter múltiple de la violencia ya que no puede ser identificada con una única clase, segmento o grupo social. Para Grossi Porto no es posible realizar una caracterización de la violencia que pueda aplicarse a cualquier sociedad. El concepto, cuyo elemento nodal es un fuerte contenido valorativo y dinámico, mutará de acuerdo a los diferentes períodos históricos y contextos socioeconómicos y culturales.
Este es precisamente el objetivo del segundo capítulo, reflexionar acerca del carácter procesual y siempre en mutación que caracteriza a la violencia, señalando los sentidos, las significaciones y resginificaciones que esta asume cuando se la busca comprender a través de un análisis sociológico. Dentro un contexto mundial de grandes transformaciones, y sin perder de vista las particularidades de la realidad brasilera, la autora considera que la sociedad ha conquistado niveles de civilidad que la tornan intransigente a la violencia y mucho más enérgica en su condena frente a la impunidad. Un fenómeno que ha impulsado los cambios más profundos en la modernidad son los avances tecnológicos, desplazando al trabajo como principal organizador de conductas y estilos de vida. Los cambios sociales, a su vez, transforman las formas de manifestación de la violencia y sus significados. Coincidimos con Grossi Porto cuando se
ñala que frente a la multiplicidad valorativa y la fragmentación social producidas en el mundo contemporáneo, se hacen necesarios espacios para la manifestación de las diferencias y la conflictividad, como mecanismos para la prevención de la violencia.
La segunda parte, compuesta por el tercer capítulo, gira en torno a las consideraciones sobre la utilización de la teoría de las representaciones sociales y las contribuciones de este enfoque para abordar un fenómeno sociológicamente estudiándolo por lo que la sociedad en la que se produce dice sobre él. Se rescata la teoría de las representaciones sociales por su pertinencia para el abordaje empírico de la violencia, que es difícil de comprender a través de un análisis que se detenga simplemente en la objetividad de los datos estadísticos, que son necesarios pero insuficientes, si se los toma de forma aislada. De acuerdo con este enfoque teórico aquello que los actores sociales denominan como violencia, varía de acuerdo a las representaciones sociales que estos se hacen del fenómeno. El analista social deberá entonces buscar las relaciones entre el fenómeno y sus representaciones, no porque estas sean sinónimo de la realidad sino porque consisten en un dato que debe ser analizado para producir conocimiento.
La tercera parte discute, en el capítulo cuatro, las categorías de globalización, desigualdad y exclusión en sus relaciones con la violencia. La hipótesis desarrollada en el libro es que la violencia puede constituirse como respuesta posible a ciertas manifestaciones de exclusión social y que la globalización puede ser un factor agravante de dicha exclusión. Los cambios producidos por este proceso de transformaciones mundiales, que afectan al mundo del trabajo y los procesos de producción y difusión de conocimiento, aumentan y profundizan la fragmentación social y las desigualdades, tanto a nivel material como simbólico, agudizándolas. La autora considera entonces que gran parte de la violencia ocurrida en Brasilia expresa una demanda de participación e inclusión, a titulo absolutamente subjetivo. Sin un contenido colectivo capaz de aglutinar los intereses políticos, económicos y sociales, las formas que asume la violencia cuando se concretiza son de carácter individual (robos, asaltos, etc.) El capítulo cinco establece las posibles relaciones entre tecnología y violencia, a partir de procesos sociales que tienen no ya al ámbito urbano sino al espacio agrario como locus de realización. Allí haciendo uso de los aportes de autores como Guiddens, Bourdieu y Foucault se concluye que en el ámbito rural brasilero, dentro de un contexto de transformaciones producidas en la modernidad, se abre espacio para la imposición de nuevos valores, de contenido eminentemente instrumental y centrados en la racionalidad tecnológica, que, por un lado, accionan los dispositivos de saber/poder; y, por otro, hacen que en el campo de las relaciones de fuerzas quienes detentan el monopolio discursivo puedan imponer, por esta vía, normas y prácticas sociales.
De una forma u otra, los capítulos de la cuarta parte se dedican, más o menos directamente, al análisis de la violencia en el Distrito Federal. El capítulo seis concentra el análisis en el peso variable que posee la escolaridad sobre las representaciones sociales. Grossi Porto apunta que algunas dimensiones de orden cultural, sobre todo el nivel de escolaridad o educación, explican mejor que elementos como, por ejemplo, el gra
do inserción socioeconómica; las diferencias en las representaciones sociales sobre la violencia. El capitulo siete tiene a Brasilia, la capital de la Republica, como referente empírico para pensar las relaciones entre violencia y su contexto socioeconómico de origen. Sin embargo, se aclara que se trata de un fenómeno planetario que se encuentra presente en todos los grandes centros urbanos. La autora considera que a pesar de la gravedad de la violencia, el horror que produce en los segmentos sociales más diversos y su carácter creciente, no es posible afirmar que estemos viviendo en una sociedad sin rumbo, anómica. A lo largo del octavo apartado se abordan las relaciones entre violencia y medios, siempre bajo la óptica de las representaciones sociales. Los medios constituyen en las democracias contemporáneas uno de los principales productores de representaciones las cuales, independientemente de su contenido verdadero o falso, tienen una función pragmática en tanto que orientadoras de conductas de los agentes. Á fuerza de repetición, sus afirmaciones pasan a formar parte del imaginario popular. Una vez constituidas como verdades, informan conductas y comportamientos de actores. El capítulo nueve toma como punto de partida el potencial de solidaridad que pueden contener las asociaciones de apoyo a las víctimas de la violencia. La vigencia y permanencia de este tipo de iniciativas puede, según lo entiende Grossi porto, colaborar en pos de una cultura de pacificación. De todos modos, esto dependerá del trabajo constante y atento de la sociedad en dirección a relaciones más igualitarias y justas, que solo será posible en un contexto democrático.
La quinta y última parte combina capítulos de reflexión de carácter más teórico y otros que analizan material empírico. Así, el capitulo diez apunta a cuestiones teóricas ligadas a la relación entre violencia y legitimidad. En primer lugar se refuerza la idea, que se ha venido sosteniendo a lo largo del libro, de que las transformaciones ocurridas en la sociedad brasileña promueven cambios en su naturaleza y configuración afectando valores, normas y comportamientos; produciendo también una resignificación de lo que se entiende por violencia. Esto traerá aparejada una modificación en el umbral de tolerancia y una mayor sensibilidad colectiva frente al fenómeno de la violencia que determinará que pierda legitimidad. Estas reflexiones servirán de introducción a los capítulos siguientes (once y doce) que tratan sobre representaciones de la violencia policial. Primero se parte de la perspectiva de la sociedad sobre la temática para luego analizar la respuesta policial a las representaciones sociales. La reflexión de la autora al respecto es, sin dudas, reveladora: las policías se tornan más violentas para satisfacer la demanda social de mayor eficiencia pero al hacerlo socavan la legitimidad que buscaban conseguir. Retomando el rumbo teórico, el capitulo trece abordará la relación entre violencia e impunidad. Se señala la lógica circular que existe entre ambas ya que la impunidad alimenta odios, resentimientos y venganzas cuya respuesta más palpable es la violencia. Finalmente las conclusiones, que la autora considera inconclusas por este carácter siempre variante de la violencia, reflexionan acerca de las relaciones entre este fenómeno social, el individualismo y la solidaridad. En consonancia con la definición ensayada en las primeras páginas de lo que entiende
por violencia Grossi Porto insiste en que siempre que el individualismo lleve al olvido del otro la posibilidad de acciones de carácter violento, sean estas de carácter físico o simbólico, se tornan más concretas.
La lectura de este volumen deja en claro que se trata del resultado de años de investigación que conjugan una solida fundamentación conceptual con una rigurosa observación de campo y un análisis sociológico criterioso. Consideramos necesario destacar, además, el valor de la obra por el esfuerzo que implica circunscribir los contornos de un concepto cuyas fronteras no están delimitadas a priori. Por último, el fundamento teórico que a atraviesa la obra de principio a fin, las dimensiones objetiva y subjetiva de la violencia enmarcadas en la teoría de las representaciones sociales, la convierte en una contribución de importancia para comprender el fenómeno en la contemporaneidad.

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