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Relaciones internacionales

versão On-line ISSN 2314-2766

Relac. int. vol.29 no.58 La Plata jan. 2020

 

Lecturas

El cambio internacional mediante las relaciones sur-sur: los lazos de Brasil, Chile y Venezuela con los países en desarrollo de África, Asia y el Medio Oriente

Bernabé MALACALZA1  2 

1Universidad Nacional de Quilmes (UNQ)

2Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina

BRUN, Elodie. El cambio internacional mediante las relaciones sur-sur: los lazos de Brasil, Chile y Venezuela con los países en desarrollo de África, Asia y el Medio Oriente. 2018. El Colegio de México, Centro de Estudios Internacionales, Ciudad de México: 656p. ISBN: 978-607-628-275-5.

¿”Ser del sur” es una condición derivada de una posición sistémica o una definición identitaria asumida por elites dirigentes de países en desarrollo? ¿Qué significa esa dinámica política para el sistema internacional? El libro El cambio internacional mediante las relaciones sur-sur retoma esos debates sobre la pertenencia al sur y la relación con el sistema internacional, y los reinserta en una nueva e interesante propuesta de investigación. El sur es uno sólo y, a la vez, distintas cosas. No basta con ser un país en desarrollo, se necesita afirmarlo y asumirlo de modo tal que las políticas exteriores se estructuren desde esa dimensión. Pero ello, no implica per se actuación conjunta ni contestación.

Las relaciones sur-sur comprenden un amplio abanico de opciones de colaboración política, económica, comercial, social y cultural entre los países del sur. En el origen está el sentido. Multipolaridad y desconcentración del poder, multilateralismo y derecho internacional, cooperación sur-sur y solidaridad regional forman parte del acervo histórico de los movimientos internacionales desde los países en desarrollo hacia el cambio del orden internacional. La profundización de esos lazos suele plantearse como una estrategia de estímulo de relaciones internacionales más descentradas, horizontales y más comprometidas con el cambio sistémico. Sin embargo, ¿fue esto siempre así? ¿Existió una correlación directa entre reactivación de lazos sur-sur y reconfiguración del sistema internacional? ¿Qué sucedió entre las regiones en desarrollo desde los años 2000 hasta el primer quinquenio de la siguiente década? ¿Provocó la intensificación de los lazos de varios gobiernos de América del Sur una nueva configuración de las relaciones internacionales?

La explicación del cambio en las relaciones internacionales, así como de la política exterior que emana de los Estados, principales actores del sistema internacional —aunque es importante subrayar que no son los únicos— es la principal preocupación de la investigadora Élodie Brun. Resultado de una tesis de doctorado defendida en 2012 en Sciences Po, este libro ofrece interesantes reflexiones sobre cómo el progreso de las relaciones sur-sur, a partir de los casos brasileño, chileno y venezolano, representa un cambio a escala mundial. La cuestión de fondo que esta obra analiza de manera profunda es qué tipo de cambios tuvieron lugar en los diferentes ámbitos o parcelas de las políticas exteriores de estos países y de qué manera realizaron aportes a movimientos sistémicos. Intensificación y retroceso, impulsos y lentitud, durabilidad cuestionada y dependiente de las altas esperas gubernamentales, alcances variables y multitemáticos, explican el acercamiento entre Brasil, Chile y Venezuela con sus contrapartes de África, Asia en desarrollo y Medio Oriente. La esencia del cambio es, según Brun, incremental, en el sentido que le confiere al concepto Robert Gilpin (1981): producido por negociaciones e impulsos, y reformista, pero no radical o que resulta en una nueva gobernanza del sistema.

Las relaciones sur-sur pasan no sólo por la diversificación de lazos políticos y diplomáticos, sino también por la expansión de intercambios comerciales y financieros, que incluye la internacionalización de empresas transnacionales. En este punto, la doctora Brun acude a los aportes de Susan Strange (1992) y la economía política internacional, lo que supone considerar la relación entre economía nacional, modelo de desarrollo y política exterior. En lo inmediato, sostiene, la intensificación de las relaciones entre países en desarrollo no provoca una transformación radical, pero siguiendo el concepto de “cambio progresivo” (path shifting) de Palier y Bonoli (1999), conlleva una transición lenta que hace sentir sus efectos en el largo plazo. La autora rescata a Durkheim (1976) y agrega que hubo una evolución de lazos en dimensiones morales y materiales. Se afirmaron practicas, visiones y aspiraciones innovadoras, pero también hubo un reforzamiento del poder material.

El libro es de lectura fluida y amena, idóneo para especialistas en relaciones internacionales, pero también abierto para la comprensión de un amplio público atento al devenir de las relaciones sur-sur en un contexto de ascenso de esos países como potencias emergentes. Su estructura y organización en una introducción, tres partes y seis capítulos intenta cubrir aspectos de la historia y de la identidad, las capacidades materiales y los recursos, conjuntamente con la compleja y variada serie de temas y dimensiones que componen las relaciones sur-sur. Los partes se titulan: (i) Descentralización de la escena mundial; (ii) La contestación hace la unión; y (iii) Desafíos para el sur, autenticidad y arraigamiento.

La Primera Parte aborda en dos capítulos la “herencia”, o los aspectos históricos que constituyen el “cemento” de la construcción de las políticas exteriores de Venezuela, Brasil y Chile en relación con regiones en desarrollo, y describe la densificación y el carácter innovador de las acciones exteriores de esos países a partir de 2000. Algunos rasgos comunes, como el activismo sudamericano, el espectacular aumento de visitas presidenciales, el récord de relaciones inéditas, el papel multiplicador de reagrupamientos interregionales, la extensión de la red de embajadas, la densificación de lazos comerciales, la cooperación científica y la cooperación técnica, entre otros, dan cuenta del peso considerable de las relaciones sur-sur en esa nueva época. Pero también nota elementos diferenciadores. Brasil desplegó una política exterior de proyección global, verificable en el número de socios, en los instrumentos empleados y en los escenarios activados. Venezuela, en cambio, se centró en una diplomacia solidaria y cultural, con proyección regional y atisbos de aproximación a África. Chile, por su parte, procuró reforzar los vínculos económicos desde una política más selectiva de socios y una diplomacia menos visible. En los tres casos, las relaciones tradicionales no desaparecieron ni fueron reemplazadas.

La Segunda Parte comienza con la exposición de una brecha: la existente entre las voluntades reformistas de los países del sur –las “aspiraciones”– y los medios a su disposición para hacerlas valer –“la correlación de fuerzas”. Como sostiene Brun, las diplomacias emergentes oscilaron entre la afirmación solitaria y la integración representativa. Entre las múltiples apuestas a agrupamientos de países en desarrollo están las que pueden resultar más elitistas (tipo BRICS) y las que pueden considerarse menos operativas, aunque fruto de un consenso más amplio (tipo G77). La segunda opción fue clara en la promoción de reivindicaciones reformistas de participación en las decisiones mundiales y de normas que expresaron autonomía frente al norte. La perspectiva westfaliana y el desarrollismo fueron faros orientadores. Coexistieron la defensa de la soberanía nacional y la preferencia de la persuasión, en lugar de la coerción en la resolución de conflictos, con la idea de una apropiación del modo de desarrollo como contracara de la recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo, se observan diversos perfiles: desarrollismo liberal para el caso de Brasil, modelo socio-liberal para el de Chile y capitalismo organizado de Estado en el de Venezuela.

No menos ardua es la tarea abordada en la Tercera Parte, que va más allá de la descripción del entramado de articulaciones y actores de las relaciones sur-sur. Como contracara de las oportunidades de acción colectiva están los desafíos de su aplicación y su arraigamiento social. La persistencia de obstáculos específicos, como la lentitud burocrática, las deficiencias prácticas paralizantes, la ausencia de infraestructura interregionales y la falta de conocimiento recíproco, complejizaron aquello que la autora llama “la concretización”. La brecha entre acuerdos concretados y acuerdos abandonados permite observar además una distancia entre el sentido que los actores dieron a la cooperación sur-sur y el perfil que ésta efectivamente adquirió en la práctica. Muchas iniciativas reflejaron más asimetría, gestión interesada y verticalidad, antes que horizontalidad y beneficios mutuos. Asimismo, esa fragilidad de la reactivación hizo evidente una falta de arraigamiento y de implicación de las sociedades brasileña, venezolana y chilena. Este último punto, que guarda relación con la idea de “democratización” de la política exterior, se percibe como el talón de Aquiles de dinámicas enraizadas principalmente en el vigor de las diplomacias presidenciales, en la colaboración más estrecha con empresarios o en la menor disposición al diálogo con actores sociales. Esos factores también contribuyen a explicar parte de la crisis posterior, el descrédito sobre las relaciones sur-sur y el debilitamiento de la cooperación sur-sur en las agendas externas. La “última frontera” del proceso de densificación resultó ser la más crítica para su durabilidad y también la más cuestionada.

Cabe reconocer a este libro el esfuerzo de compilación y reflexión sobre un amplio de espectro de dinámicas políticas, económicas y sociales que hacen a las relaciones sur-sur, así como también las interesantes implicancias normativas que se derivan de ese diagnóstico. Las preguntas sobre por qué y cómo se reactivan los lazos sur-sur y qué tipo de (re)configuración produce esa dinámica en el sistema internacional continúan siendo relevantes para explicar el cambio de los agentes y el sistema internacional. Las relaciones internacionales se deben más trabajos que aborden el(los) cambio(s) como una compleja dinámica de avances y retrocesos, donde los efectos no tienen que ver únicamente con las definiciones de política exterior que las elites dirigentes adoptan. Las bases y la sostenibilidad del cambio están abajo. El arraigamiento social de las políticas exteriores, su democratización y su rendición de cuentas son cruciales para la “durabilidad”.

Bibliografía

Durkheim, E. (1976) Las reglas del método sociológico. Siglo XXI. Buenos Aires: Castoriadis. [ Links ]

Gilpin, R. (1981). War and change in world politics. Cambridge: Cambridge University Press. [ Links ]

Strange, S. (1992). States, firms and diplomacy. International Affairs, 68(1), 1-15. [ Links ]

Palier, B., & Bonoli, G. (1999). Phénomènes de" path dependence" et réformes des systèmes de protection sociale. Revue française de science politique, 399-420. [ Links ]