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Circe de clásicos y modernos

versión On-line ISSN 1851-1724

Circe clás. mod. vol.17 no.1 Santa Rosa jun. 2013

 

ARTÍCULOS

Carta de Giovanni Pico della Mirandola a Andrea Corneo: el incidente de Arezzo y la elección entre vita activa y contemplativa

Julián Barenstein (traducción y prólogo)
[Universidad de Buenos Aires - CONICET]
[aneleutheroi@yahoo.com.ar]

Diana Angélica Fernández (revisión)
[Universidad de Buenos Aires - CONICET]
[dianaf02@yahoo.com.ar]

 


Resumen: En este trabajo presentamos la traducción del latín al español de la carta de Giovanni Pico della Mirandola a su amigo Andrea Corneo de Urbino con introducción y notas. En el texto, Pico expone sus puntos de vista respecto una de las cuestiones que tuvo en vilo a los intelectuales del siglo XV: la de la elección entre la vida activa y la contemplativa. La carta trata, además, del llamado "incidente de Arezzo", un confuso episodio en el que el joven conde raptó a la esposa de Giuliano Mariotto de' Medici. A lo largo del texto Pico se revela como imitador de los autores clásicos latinos, entre ellos, Séneca, Horacio, Gelio, Plauto, Terencio y especialmente Cicerón.

Palabras clave: Otium; Vita activa; Vita contemplativa; Res uxoria.

Giovanni Pico della Mirandola's letter to Andrea Corneo: the incident of Arezzo and the election between vita activa and comtemplativa

Abstract: In this paper, we offer the translation from latin to spanish of Giovanni Pico della Mirandola's letter to his friend Andrea Corneo from Urbino with introduction and notes. In this text, Pico presents his points of view about one of the most important problems along the fifteenth century: the choice between active and contemplative life. In addition, the letter enter upon the so-called "incident of Arezzo", a confusing episode in which the young count kidnapped Giuliano Mariotto de' Medici's wife. Along the text, Pico reveals himself as classical latin authors's imitator, among others, Seneca, Horace, Gellius, Plautus, Terence and specially Cicero.

Key words: Otium; Vita activa; Vita contemplativa; Res uxoria.


 

Presentación

Como es bien sabido, el año 1486 fue uno de los más prolíficos de Pico. En marzo había regresado a Florencia después de unos meses de estudio en la Universidad de París; se escapaba así del exceso de torneos dialécticos y tosquedades lingüísticas para encontrarse con sus amigos Lorenzo de' Medici y Angelo Poliziano. Con 23 años ya había descubierto la cábala, comprado algunos de los libros más representativos de esta arcana sabiduría hebrea, que él mismo volvería cristiana, y encargado su traducción al enigmático Flavio Mitrídates, nombre bajo el cual se ocultaba el judío converso Guillermo de Moncada. Y todavía le esperaban meses de trabajo febril donde habría de conjugar filosofía del amor, poetica theologia y prisca philosophia en una síntesis universal de todo el saber que hallaría su suelo nutricio en la excelsa dignidad de la naturaleza humana. Pero, entremedio de toda esta sublime vorágine, como un árbol en medio del bosque, se asoma otro Pico, no ya el filósofo o el teólogo, sino el hombre de corte, aquél que mientras arde de amor por el conocimiento, no ve de lejos las fiestas y los placeres (Garin 1984: 178-179; Borghesi 2008: 212-215; Edelheit 2008: 281-282); vayamos, pues, a su encuentro.
El 1 de mayo, Pico abandona la ciudad del lirio y fija su destino hacia Roma. En camino a la ciudad de los papas hace escala en Arezzo, donde intenta, aunque sin lograrlo, raptar a Margherita, "bellísima" esposa de Giuliano Mariotto, un oficial de aduana, miembro de una rama muy colateral y pobre de la familia Medici1. El confuso episodio será conocido como "el incidente de Arezzo"2.
El propio Giuliano le escribe a su primo Lorenzo acerca de las circunstancias del incidente, afirmando que en la mañana del 10 de mayo, su esposa había ido con su dama de compañía y un muchacho de maestranza a escuchar misa en la catedral aretina, cuando súbitamente "…fu a tradimento, et armata manu […] et per forza messa a cavallo…" (Del Piazzo 1963: 279)3. El damnificado afirmaba que los raptores eran hombres al servicio del conde, dispuestos -según él- para hacer cualquier cosa que se les ordenara4.
Mientras así describía Giuliano lo sucedido, los magistrados de Arezzo se apresuraron a notificar a Lorenzo que consideraban los hechos como una ofensa para todo el pueblo aretino. De este modo, los ecos del alboroto se encendieron como hierba seca y la noticia rápidamente se expandió entre los despachos oficiales y la correspondencia diplomática, generando diferentes versiones de lo ocurrido. Así pues, de acuerdo con una carta que Aldobrandino Guidoni, uno de los fiscales estenses, dirigiera a Ercole d'Este el 12 de mayo, Margherita había dejado Arezzo "…infogata de lo amore del conte…" (Del Piazzo 1963: 279) y según se desprende del texto de Guidoni, la mujer ya estaba enamorada de Pico antes de su casamiento con el primo de El Magnífico (Garin 1984: 180). En esta misma línea, el cronista Luigi della Stufa escribe que la esposa de Mariotto "…come innamorata e cieca di sì bel corpo, volontariamente montò a cavallo…" (Del Piazzo 1963: 277). En una tercera versión, Stefano Taverna, orador milanés en Florencia, después de poner de relieve la fama de santidad de Pico y la opinión favorable que de él se tenía, afirma que este fue "…provocato da una femina impazita di luy…" (Del Piazzo 1963: 281). Algo más tarde, Constanza Ventivolgio, cuñada de Pico, en una carta del 16 de mayo a fray Ieronimo da Piacenza se alza en su defensa en los mismos términos, alegando que Margherita "…lo seguiva voluntariamente…" (Del Piazzo 1963: 277). Por contraste, Francesco Baroni llegará a afirmar que, a causa de lo ocurrido, el conde había perdido toda su reputación.
Más allá de la pluralidad de versiones, lo cierto es que Filippo Carducci, capitán y mayor de Arezzo, había dado la señal de alarma y perseguido al Mirandolano con sus hombres y un grupo de cerca de doscientos voluntarios, que lo interceptaron cerca de Marciano, en las afueras de Sienna. De acuerdo con della Stufa, en el hecho murieron dieciocho hombres de Pico y solamente él y su secretario, Cristoforo da Casale Maggiore, lograron, aunque maltrechos, escapar de la muerte, gracias a la velocidad de sus caballos5. Aunque no corrieron la suerte de los otros, ambos permanecieron bajo la custodia de Giovanni Nicolacci da Marciano, que había colaborado con los perseguidores, siendo Cristoforo quien cargó con los peores tratamientos. Por contraposición, Pico recibió un trato afable debido, quizás, a su condición de noble y de protegido de Lorenzo6.
Ahora bien, el incidente no solo tuvo cierta resonancia, por así decir, a nivel popular7. Políticos e intelectuales de renombre como, el ya mencionado, Lorenzo de' Medici, al que se suman Ercole I, Ficino y Alessandro Cortese, deseaban excusar al príncipe de Concordia. En efecto, el 13 de mayo, Lorenzo escribe a los señores de Arezzo (Otto di Guardia), refiriéndose a la ofensa cometida contra su primo, pero sin mencionar a la persona responsable. El segundo, escribió a su orador, Aldobrandino, diciéndole que se hallaba muy apenado a raíz de lo ocurrido y con un tono más bien dulce, da cuenta de la estima que siente por el insigne intelectual, pidiendo entre citas de Salomón -que también usará Pico- su liberación como si se tratara de un hermano8.
Para llevar las cosas a otro nivel, Ficino escribe una apología, Apologus de raptu Margarite nymphe ab heroe Pico, en la que se enarbola a Pico como "heros ingeniosus", hijo de Mercurio y de Venus. En el texto, Margherita viene caracterizada como una ninfa, por designio divino amante de héroes y no de hombres, hija también de Venus, pero fruto de su unión con Apolo. En el relato echa mano de argumentos mitológicos: ambos -nos dice- fueron víctimas de marciales demonios que los separaron sin hacer caso de la justicia divina, desconocida por la plebe ignorante que aprueba la crueldad de Marte y desaprueba la magnanimidad del héroe. Asimismo, trae a colación los ejemplos de Teseo y Ariadna, Hércules y Iole, Plutón y Perséfone, y Júpiter y Europa, a los que se suman algunos extraídos de la Biblia. Por su parte y sin salir de este paradigma mitológico, Alessandro Cortese, amigo también de Pico, escribe a su hermano sobre el hecho, metamorfoseando al conde en Paris y a Margherita en Helena, para afirmar, entre risas, que a veces los filósofos actúan alocadamente (Garin 1962: 81).
Sea de ello lo que fuere, finalmente y gracias a la intervención de Lorenzo, Pico fue liberado y partió para Umbría.
Durante los meses siguientes se genera una gran variedad de noticias alrededor del suceso, algunas incluso con ínfimos detalles9, pero nada se sabe por la pluma del propio Pico. Habrá que esperar hasta septiembre para volver a oír su voz -o leerla-, en una carta dirigida a Ficino con fecha del nueve. La epístola del Mirandolano contesta una misiva en la que el filósofo de Careggi le solicita la devolución de su ejemplar del Corán. Pico aprovecha la ocasión para ponerlo al tanto de sus estudios lingüísticos y sus conversaciones con Flavio Mitrídates y el médico Pierleone da Spoleto, miembro también de la Academia platónica. Además se leen allí algunas referencias a la disputa romana, centro de todas sus preocupaciones actuales10. Empero, no es sino en la segunda carta después del rapto fallido donde Pico aborda el tema del incidente. Se trata de una epístola dirigida a su amigo Andrea Corneo de Urbino, el quince de octubre del mismo año.

Estructura y contenido

La carta, que es a todas luces un trabajo no revisado, consta de cuatro párrafos. En el primero de ellos, que hace las veces de introducción, ya se deja ver el tono áspero y enojoso que recorre todo el texto. En efecto, a diferencia de lo que ocurre con la mayoría de las epístolas publicadas por su sobrino Gianfrancesco, en esta, Pico soslaya toda norma de cortesía, i.e., saludo y alabanza o augurio de buenos deseos al receptor, uso de vocativos exclamativos, etc., para ir sin dilación a los temas de su interés. Así, inicia el texto respondiendo la queja de Corneo que lo acusa de no haber contestado ninguna de las cartas que él le había escrito previamente. Ante el tenor del reclamo, Pico se apresura a decir que no recibió ninguna carta anterior a la que aquí responde, poniendo como garantía de veracidad su diligente amor por la escritura (1. 1), para terminar definiendo la verdadera amistad, como una tal que no exige, como conditio sine qua non, un mutuo intercambio de cartas (1. 2-3).
El segundo párrafo, que será traducido al inglés por sir Thomas More hacia el final de su vida, aborda la cuestión de si ha de ser preferida la vida activa (vita actuosa et civilis) por sobre la contemplativa (contemplandi vita) o viceversa y constituye la parte más compleja y filosófica del texto.
Desde el comienzo, el Mirandolano no deja dudas acerca de su posición, obvia en un hombre de un temple como el suyo: "en vano me incitas a la vida activa y civil" -sentencia- y asume que la exhortación de su amigo a este tipo de vida se apoya en una categórica descalificación de la labor y la figura del philosophus y de la vida contemplativa.
Delineado entonces el frente con el que combatirá, el Mirandolano ve con claridad que para revertir el punto de vista del Urbinate es imperioso precisar el significado de los términos "philosophus" y "philosophia". Así pues, no sin una acusada indignación empuña la palabra, transfigurada ahora en un arma temible, y alega creer precisamente lo contrario que Corneo. Con todo -como se verá- su opinión no entraña una descalificación de la vita activa o del pasaje de la contemplativa a la activa, sino más bien un rechazo de los motivos por los cuales esto deba hacerse, i.e., la infamia (ignominia) y el ultraje (contumelia) de los filósofos (2. 4).
Convencido, pues, de su punto de vista, da cuenta de que esta convicción general (persuasio) que Corneo hace propia, es también sostenida por unos cuantos e implica otra, ciertamente funesta y monstruosa (existialis et monstruosa): que los hombres de Estado no deben filosofar, que el filosofar mismo solo sirve para granjearse favores o bien, que es pura pedantería sin ninguna finalidad. Se trata de la acepción general de que la filosofía constituye la paradójica actividad del que hace algo no haciendo nada, la de quien actúa ociose (2. 5-7). Y a esta opinión antepone no la suya, sino aquella de los sabios (sapientes), pensando quizás en Agustín, Séneca y Cicerón -en ese orden-, para quienes la firme y sólida felicidad reside solo en los bienes del alma, y en ellos está la filosofía, por lo que en poco han de ser tenidos los bienes exteriores (2. 8).
Como es evidente lo que busca Pico con este primer paso es poner la atención sobre la ambigüedad del término "ociose". De aquí en adelante, su argumentación estribará principalmente en el análisis del uso común y una consecuente reinterpretación del sustantivo "otium" y del adverbio "ociose". En efecto, al considerar el otium como algo necesario para la filosofía, si el sentido del término "ociose" es correctamente entendido, deberá ser modificado el carácter peyorativo que poseen "philosophia" y "philosophus" en el gueto cultural que se mueve Corneo.
Ahora, sin salir de esta línea argumentativa, pero como previendo una objeción de su interlocutor, el conde se anticipa y habiéndose puesto en la piel del Urbinate, reformula sus palabras, relajando la afirmación inicial. Así, lo que este habría querido decirle podría no haber sido "abandona la filosofía" sino algo así como "sé un príncipe, hombre civil, etc. sin abandonar la búsqueda de la sabiduría" (2. 9)11. Pero ni siquiera esta aclaración es suficiente. Pico vuelve a cargar las tintas: si bien, de un lado, reconoce que una afirmación de este tipo no sería tan desacertada -siempre y cuando fuera eso lo que Corneo hubiera querido decirle-, del otro, esto no es lo mismo que afirmar que es un crimen o un error el no pasar de la vida contemplativa a la activa -como Corneo efectivamente parece estar sosteniendo (2. 10) -.
Se vislumbra aquí el cenit de la argumentación piquiana: si solo se puede filosofar ociose (sin hacer nada) y, por tanto, no hay que filosofar, entonces ¿en qué consiste este otium propio de la filosofía que conlleva virtud y lleva al hombre a esa felicidad de la que hablan los más grandes sabios? Si es un otium sine dignitate -para decirlo a la usanza romana- como se sugería con el "ociose" que Pico ponía en la mente de Corneo, entonces sería impropio de un hombre libre o de un príncipe el llevar a cabo un estudio desinteresado de la sabiduría (2. 11). Pero esto no podría ser sostenido ni siquiera por el más aguerrido enemigo de la vita contemplativa, e incluso -advierte- si alguien piensa así, será porque nunca ha filosofado, sino más bien utilizado la filosofía como si fuera una mercancía (2. 12-13).
Sabemos ya que el adverbio "ociose" no puede ser entendido como sin hacer nada y que el otium es necesario para la contemplación, veamos ahora cómo hay que entender "philosophia": "Me pides -sigue Pico- que tome el lugar que me corresponde entre los príncipes de Italia, pero aun no conoces la opinión que los filósofos tienen de sí mismos…". Y aquí no deja de ser significativo que no se haga alusión a la opinión de algún filósofo, sino a la de un poeta. Así pues, el conde parafrasea un pasaje de Horacio en donde este hace referencia a la extravagancia y los excesos de los filósofos, ante lo cual -declara- se ha de buscar la "dorada mediedad" (aurea mediocritas). Se trata de una expresión popularizada por el autor del Ars poetica, que implica un cierto equilibrio, alcanzado el cual no se incurre en peligro ni exceso alguno, es decir, una suerte de ataraxía epicúrea, adaptada al estilo de vida romano.
Siguiendo, entonces, los imperativos de esta mediocritas, Pico despliega un retórico juego de opuestos a través del cual antepone la celda del monje a suntuosos palacios, los estudios a los negocios públicos, el deleite de los libros a la habilidad para sacar ventaja, y la paz del alma a los favores de la curia, para dar una muestra de sus preferencias, a las que considera propias de un verdadero filósofo (2. 14-25).
Como si esto fuera poco, el Mirandolano remata su argumentación alegando que ni siquiera se preocupa por la utilidad que haya de depararle su ocio literario (litterarium otium), por lo que, a fortiori, menos saldrá a la arena de los asuntos públicos (publici negocii) buscando algún beneficio (2. 26). Con todo, señala que tiene en mente dar a luz algunos libros -y seguramente piensa en las Conclusiones sive thesis DCCCC- para que muchos puedan alcanzar la felicidad (2. 27). Por lo demás, insiste, no ha sido desperdiciado su otium, sino que lo ha convertido en un otium philosophandi, gozando del cual logró dominar la lengua hebrea, la caldea y con el cual, en breve dominará la árabe; todas lenguas semitas, sagradas, poseedoras de un misterioso encanto y aun bastante desconocidas en la Europa continental. Todo esto, en suma, es lo que Pico considera digno de un príncipe importante (2. 28).
Hacia el final del párrafo, el conde de Mirandola se detiene a alabar a los príncipes de Italia, en especial a Ludovico il moro (2. 29) y hace alusión a su pronto traslado a Roma, para terminar dando cuenta de la veracidad e irrefutabilidad de lo que ha dicho hasta aquí (2. 31-33).
En el tercer párrafo, después de aceptar los consejos que Corneo le hiciera sobre asuntos maritales (res uxoria), Pico hace algunas referencias un tanto confusas al "incidente de Arezzo". Entre ellas, que pensaba devolver a Margherita a su esposo, que esta había huido, al menos en principio, no impulsada por su amor hacia él, sino para alejarse de su marido que la trataba casi como una cautiva; todas cosas de las que el conde da cuenta utilizando un léxico muy afectado (3. 34-44). Sin embargo, rápidamente despacha el tema para reconocer su responsabilidad en el asunto y reprochar a su amigo por haberlo defendido (3. 45-47).
En este contexto de lamentación y penitencia que nos descubre otra de las facetas de Pico -la que irá acentuándose más y más después de su cautiverio en las cárceles francesas en 1487-, ensaya una velada defensa de su 'crimen'. Así, en tercera persona, como avergonzado, promete no incurrir dos veces en la misma falta, encomia al amor como la fuerza más poderosa y, como contraparte, al hombre como el ser más débil. La confesión se cierra con el ejemplo del santísimo Jerónimo, que a pesar de su vida ascética, sucumbió ante sus influjos de su avasallante poder (3. 48-57).
Por último, el cuatro párrafo de la carta constituye un breve post scriptum en donde rechaza el ser presentado ante la familia Bonromeo de la mano del propio Corneo (4. 58).

Traducción

Ofrecemos aquí la traducción del latín al castellano anotada de la carta que Giovanni Pico della Mirandola envió a Andrea Corneo de Urbino el 15 de octubre de 1486. El texto que hemos utilizado se incluye en los ff 314-316 de la editio princeps, publicada por Gianfrancesco Pico y Pietro Maynardi, dos años después de la muerte del conde (1496). La numeración de los párrafos y de las líneas en la traducción sigue la división del texto latino. Hemos agregado entre"<>" algunas palabras que, aunque ausentes en el texto latino, precisan el sentido de algunas expresiones de Pico.

Giovanni Pico della Mirandola a Andrea Corneo de Urbino

1. [1] He recibido tus cartas, las que me enviaste más cerca de los idus12 de octubre. Las otras que, según escribes, me enviaste antes, no llegaron. Si las hubiera recibido, en seguida te las habría contestado, tal como soy, infatigable para escribir y, ya sea por estudio o naturaleza, en modo alguno perezoso para este oficio. [2] Con todo, el silencio no era cosa para temer. Nuestra amistad, pues, no puede debilitarse ni siquiera con uno largo: yo soy un amigo para toda la vida, no uno circunstancial13. [3] Además, una amistad no es lo suficientemente firme si es tal que exige, por así decir, al modo en que se apoyan los flautistas -para utilizar un término de Plauto14- el mutuo intercambio de cartas15 como si se tratara de una relación superficial y posesiva16.
2. [4] Pero, para pasar a aquello por lo que me escribes, en vano17 me incitas a la vida activa y civil, hablándome contra la infamia y hasta del ultraje de los filósofos, si a fin de cuentas no sudaré en la palestra18 por tratar estas cosas y llevarlas a cabo. [5] Ciertamente, mi amado Andrea, habría perdido todo el beneficio y el tiempo de mis estudios si estuviese ahora de tal modo animado que pudiera asentir y sumarme a esta opinión tuya. [6] ¿Acaso no es esta sino la funesta y monstruosa convicción que ha invadido la mente de los hombres: que los estudios de filosofía no han de ser encarados por hombres de Estado o bien que han de ser degustados por labios delicados antes bien para ostentación del ingenio19 que para el cultivo del alma o, en una palabra, ociosamente20? [7] En general sostienen como un dogma aquel dicho de Neoptólemo de que no hay que filosofar para nada o muy poco en virtud de las bagatelas y de las vanas historietas que ya nos llegan gracias a la filosofía21. [8] Sin embargo, en palabras de los sabios, la firme y sólida felicidad reside en los bienes del alma, por lo que poco o nada deben importarnos los bienes exteriores, ni los del cuerpo ni los de la fortuna22. [9] Pero, dirás, "yo quiero que abraces a Marta sin abandonar, mientras tanto, a María"23 y no rechazo esta opción, ni condeno, ni acuso a quienes la siguen, [10] pero dista mucho decir que no es un error pasar de la vida contemplativa a la civil de afirmar que sea una vergüenza o decididamente un crimen o un delito el no pasar de una a la otra, porque uno podrá ser llevado a ello por algún vicio, mientras otro seguirá y perseguirá la virtud por amor a la virtud misma, no buscando nunca nada más que ella, de modo que investigando los misterios divinos y los principios de la naturaleza, se gozará en ese ocio,24 desdeñoso de las demás cosas y despreocupado cuando por medio de este se pueden cumplir suficientemente las promesas de su escuela25. [11] Luego, ¿será algo indigno de un hombre libre y de ningún modo propio de un príncipe, el llevar a cabo un estudio desinteresado de la sabiduría26? [12] ¿Quién soportará o escuchará estas cosas con ánimo sereno? [13] Realmente nunca ha filosofado quien por esta causa filosofó, de modo que unas veces no podía y otras no quería filosofar, antes bien practicó el comercio que la filosofía.
[14] Me escribes que ha llegado el momento de que tome mi lugar como uno de los grandes príncipes de Italia, [15] pero todavía no sabes la opinión que los filósofos tienen de sí mismos, [16] quienes, como dice Horacio27, se creen reyes de reyes, no saben consentir ni acomodarse a las costumbres, [17] habitan consigo mismos y están satisfechos con la tranquilidad de su alma, ellos se bastan a sí mismos, [18] no buscan nada fuera de sí, lo que el vulgo pone en sitial de honor, ellos lo reputan como deshonroso, desprecian y rechazan cualquier cosa por la que se despierta el deseo de los hombres y todo lo que ansía su ambición, [19] cosa que, fuera de duda, vale tanto para ellos como para todos, [20] no solo para los que la fortuna ha favorecido [21] al punto que pueden vivir suntuosa, cómoda y, encima, espléndidamente. [22] Esas grandes fortunas elevan al hombre y lo vuelven célebre, pero a menudo también lo dan por tierra como un potro desbocado que derriba a su jinete, [23] de esos que, por cierto, siempre han tenido mala reputación porque más bien vejan que viajan28. [24] Hay que desear, por tanto, aquella dorada mediedad29 que más fácilmente nos lleva como en sus manos y, sometiéndonos a su imperio, estos <potros> nos servirán, no nos dominarán. [25] Yo, quedándome con esta opinión, antepongo mi celda, mis estudios, el deleite de mis libros, y la paz de mi espíritu a vuestros regios palacios, a vuestros negocios públicos, a vuestra rapacidad para sacar ventaja30 y a los favores de la curia. [26] No miro ni siquiera los frutos que me haya de deparar este ocio literario como para que me arroje y agite al calor, a la vorágine de los asuntos públicos. [27] Sin embargo, hay unos libros que he engendrado y estoy por dar a luz, los cuales entregaré a algún editor para pública utilidad a fin de que si no por la doctrina e ingenio de su autor, al menos por lo que allí se revele31, alguno pueda llegar a ser feliz y próspero. [28] Y para que no pienses que mis afanes y esfuerzos versan sobre cualquier cosa, has de saber que yo, después de haber encarado el estudio de la lengua hebrea y el de la caldea, pasando asiduas e infatigables noches en vela, finalmente he llegado a aprenderlas y ahora, además, estoy concentrando todas mis fuerzas para sobrepasar las dificultades de la arábiga. Son pues, estas, las cosas que yo he considerado siempre, y aun considero, dignas de un príncipe importante. [29] Pero, así como he dicho estas cosas con verdad y solemnidad32, de esta estirpe de príncipes excelentísimos, por encima de todos respeto y venero al magnánimo duque Ludovico de Bari33, a nadie le debo más de entre los príncipes de Italia, y le debo -según entiendo- mucho y por muchos motivos, y no habrá impedimento alguno tan grave ni tan arduo para que (si se me concediera la prerrogativa) no hubiera de sentirme favorable a este hombre. [30] Pero tal es la dignidad de estos <príncipes> y tal mi insignificancia que yo no podría no necesitar de ellos, mientras que ellos en absoluto pueden necesitar de mí, de mi ayuda o de mi presencia. [31] De todos modos, según lo planeado, al amanecer partiré hacia Roma y, sin duda, pasaré el invierno ahí, a menos que un imprevisto, alguna casualidad o el arrebato de una nueva fortuna me traiga otra vez. [32] De allí oirás, quizás, que sumido en la contemplación de su vida umbrátil y sedentaria34 tu amigo Pico hizo algunos progresos o que… finalmente lo diré igual, aunque suene presuntuoso: digo que cuando, al oír aquella noticia, tú le opusieras la sentencia adversa de otros doctores, esta será, sin duda, una opinión carente de autoridad en cuestiones literarias35. [33] En efecto, en Roma y en cualquier lugar a donde yo vaya, habrá príncipes de estos que, según su voluntad, ordenarán a quien le habrán de arrancar las muelas, como dice Plauto36, "de tiradores37".
3. [34] Lo que me escribes sobre el matrimonio38, no lo considero como algo dicho a la ligera, ni mucho menos, [35] pero soy Davo, no Edipo39 y si fuese no querría serlo. [36] Si a ti algo de todo esto te parece latino40, explícamelo, si no, haz como Harpócrates41, [37] más, como estas cosas las sabes por experiencia42, acepto el consejo. [38] No tienes por qué echar de menos mis versos etruscos43, ya hace un tiempo que, concentrado en otra cosa, abandoné los galanteos con juegos libertinos. [39] Sin embargo, quiero que esto también te recuerde a tu Laura, para que si te propones rechazarla, la retengas aun algunos días más, [40] pues, quizás en el futuro nuestros conciudadanos leerán sobre nuestro amor (y presta atención a lo que digo) cosas que hasta entonces no habrán leído44. [41] Tú mismo podrás observar muchísimos detalles que atañen, en gran medida45, a tu problema. Y acerca de Alibrana46, aunque no es conveniente que hable del tema, le había dicho que aun cuando fuera justo, de mal grado47 la llevaría de regreso con su esposo, pues, [42] no se trató tanto de una simple fuga suya al regazo de otro hombre cualquiera, sino más bien de una huída hacia sí misma que la alejaba o desviaba del anterior48, puesto que en lo que hace a mis domésticos, ni antes ni ahora -como bien sabes-, les faltó el amo a la palabra ni ellos engañaron a su señor, cosa que él no puede decir49, ni mucho menos pagar lo que me debe. [43] Sé que ella después huyó hacía mí y más tarde también de mí, [44] pero al elefante no le preocupa el mosquito50, [45] porque quiero confesarte todo en lo que ha pecado hasta ahora este hombre licencioso51, pero para que en el futuro no se me agote la paciencia por el hecho de que no se haga cargo de su deuda para conmigo, yo, finalmente me obligaré a pagarme. [46] ¿Por qué defendiste a éste amigo tuyo52 que terminó mal en Floriano53 por problemas amorosos? ¿Lo hiciste por deber? ¿Por qué, si él tenía argumentos con qué librarse de la evidencia de sus crímenes, extraídos de las historias, de los poetas, e incluso de la filosofía misma? ¿Por qué, si tenía con qué protegerse con sentencias de grandes hombres, sobre todo las de David y Salomón, para no hablar de las de Aristóteles54, quien, dado que muchas veces también desataba sus pasiones con algunas meretrices, no recordaba nada de sus preceptos acerca de las costumbres55 cuando hacía a la mujer amada lo que en los misterios, a Ceres Eleusina56? [47] Pero tu amigo no abraza estas defensas como justificación de su crimen, no solo no lo ama, sino que además lo odia, lo repudia y lo rechaza, al tiempo que lo reconoce como propio. No esquiva, pues, la culpa y se lamenta por no haberse defendido él mismo, siendo él quien había pecado. [48] Parece incluso que para limpiar su nombre tiene que ser disculpado por otros, porque él no puede disculparse por nada; en fin, no hay nada más débil que el hombre57, ni tampoco hay nada más poderoso que el amor. [49] ¡Si hasta el espíritu invencible e inquebrantable de Jerónimo58, mientras permanecía todo él inseparable del cielo, asistía a las danzas de las doncellas, si este amor pudo con su soledad, con sus miembros postrados en tierra, con su abstinencia de semanas, si esta peste bien pudo infestarlo a él, a quién no domará59! [50] ¡quién no podría en pluma, en sombra, en toda abundancia de lujos ser dominado por él! [51] Y a esto se suma que esta es la primera vez que aquél, siempre orgulloso e ignorante, cayó presa de una desgracia semejante; [52] que vaya ahora a reclamarle a Neptuno, que causó tantos naufragios. [53] Nadie le tenderá una mano, nadie le tendrá compasión si llegara a tropezar dos veces con la misma piedra. [54] Ahora, con justicia, no puede ser disculpado. [55] Que se castigue a quien así actuó, para que él no se considere a sí mismo digno del perdón de una disculpa, [56] y que se lo castigue lo suficiente, para que cuando este, tu amigo, quiera hacer memoria de lo sucedido, no solo no pueda hacerlo en modo alguno, al punto que ni siquiera le sea posible por registros escritos60, sino que en lo sucesivo se esfuerce incluso por olvidar hasta el más mínimo detalle. [57] Salud.
4. [58] Cristoforo61 no estaba presente cuando recibí tus cartas. No quiero que me presentes a tu señor y a toda la familia Bonromeo, a la que siempre he estimado y aun estimo en gran manera.
[59] Perugia, 15 de octubre, año de la gracia 1486.

Notas

1 Margherita era la rica viuda de un tal Constante Speziale, que criaba caballos para el palio, y se había desposado con el primo del Magnífico en segundas nupcias.

2 La documentación sobre el incidente de Arezzo ha sido compilada en M. Del Piazzo (1963: 271-290), H. De Lubac (1994: 12-102) y D. Berti (1859: 32-46). Para más detalles sobre la documentación, ver E. Garin (1984: 181, n. 21). En nuestro trabajo seguiremos principalmente al primero de estos autores.

3 Si bien el trabajo de Del Piazzo fue publicado en 1963, contiene la primera edición de una serie de textos en italiano del siglo XV, producidos alrededor del incidente de Arezzo. En modo alguno se debe entender que los textos citados aquí fueron producidos en 1963. Asimismo, se ha de poner en evidencia que todos los escritos recogidos en este compendio entrañan algunas dificultades de lectura para el lector contemporáneo y un cierto número de irregularidades que no están presentes en el italiano moderno.

4 "Colla serva pigliare recreatione al Duomo Vecchio da fuori d'Arezzo, fu da gente del signore della Mirandola, contra sua volontà, presa e messa a cavallo et in groppa a gente di sua famiglia colla quale era il decto Signore; che per questo era venuto la sera dinanzi qui agli alberghi d'Arezo, con circa 20 cavagli et con balestrieri acti a far male…" (Del Piazzo 1963: 276).

5 "...perché gli aretini hebono più gente n'amazorno XVIII et il magnifico signore fu ferito malamente et se non su fussi stato il buon cavallo che haveva sotto, rimaneva anche lui in compagnia de' 18…" (Del Piazzo 1963: 281).

6 No sería aventurado, pues, afirmar que esto último haya sido lo que determinó la participación del secretario en la conjura que terminó con el envenenamiento del conde.

7 "Et veramente questo caso è di natura che a tutta questa città rencresce perché questo conte Zohanne havea in questa cità uno nome del più docto homo che fusse uno buon pezo: et era reputato uno sancto; ora ha perso la reputatione et conditione sua…" (Del Piazzo 1963: 279).

8 "…che certo le son cose che anche Salamone, che fue tanto sapientissmo, incorse anchora lui alcuna volta in simile trasgressione, sì che il gli è da havere compassione..." (Del Piazzo 1963: 284).

9 Como por ejemplo las pertenencias del conde que habían quedado en el lugar: "...restaci un cavallo di quelli del Signore appresso l'oste, una cappa rosata foderata di panno verde, due balestre d'acciaio...un turchasso...una cappetta,... un giacho di maglio..." (Del Piazzo 1963: 279).

10 Si bien algunos autores han afirmado como posible que por esta fecha Pico le diera algunos toques al Commento sopra una canzone d'amore di Girolamo Benivieni, nos parece más seguro afirmar que este texto haya sido escrito entre los años 1486 y 1489. Sobre todo, a juzgar por las similitudes de esta obra con el Heptaplus, con fecha cierta de 1489, que presenta algunos cambios importantes en referencia a lo expresado en la Oratio de 1486. Aunque a juicio de Eugenio Garin algunos pasajes del Heptaplus son partes del Commento traducidas al latín, al extender la fecha de su redacción podríamos pensar justamente lo contrario, cosa que -por lo expuesto- nos parece más plausible (Garin 22004: 22).

11 Todo esto, nuestro autor lo expone bajo las figuras de Marta y María del célebre pasaje de Lc 10. Se trata de un lugar común utilizado por una gran cantidad de autores que antes que él trataron el tema, i.e., Agustín, Meister Eckhart, Salutati, Landino y, en general, toda la tradición cristiana.

12 Con el término idus se denominaba en el calendario romano el día 13 de los meses de enero, febrero, abril, junio, agosto, septiembre, noviembre y diciembre y el día 15 de marzo, mayo, julio y octubre. Estos últimos meses eran los únicos de 31 días.

13 En este pasaje no sería necesario utilizar el pronombre personal ego. Está sobreentendido en la desinencia verbal, sin embargo, y en correlación con el tono agresivo de la carta, el Mirandolano lo utiliza para dar mayor énfasis a la afirmación, indicando que en la antítesis amicus perpetuus-amicus temporarius, él se encontraría en el primer término de la ecuación.

14 Titus Maccius Plautus es, probablemente, el cómico más exitoso de la Antigüedad. Según algunos historiadores, habría nacido en Sársina (Umbría) hacia el 254 a. C. y habiendo comenzado su carrera como actor, se dedicó ya en la madurez a la composición de comedias hasta su muerte en el 184 a. C. Nos han llegado veintiuna comedias de su autoría de acuerdo con la lista de Marco Terencio Varrón, todas las cuales gozaron de cierta fama durante el Renacimiento. Se trata de Amphitruo (Anfitrión), Asinaria (Comedia de los asnos), Aulularia (Comedia de la ollita), Bacchides (Las báquides), Captivi (los cautivos), Casina (Cásina), Cistellaria (Comedia del cofre), Curculio (El górgojo), Epidicus (Epídico), Menaechmi (Los mellizos), Mercator (El mercader), Miles Gloriosus (El soldado fanfarrón), Mostellaria (El fantasma), Persa (El persa), Poenulus (El cartaginés), Pseudolos (El mentirosito), Rudens (El sable), Stichus (Estico), Trinummus (Las tres monedas), Truculentus (El hombre salvaje) y Vidularia (Comedia de la valija). Para más detalles sobre la obra de Plauto y su trascendencia ver C. Panayotakis (2005: 130-148).

15 Plauto utiliza el verbo furcillere (no furcilere) en una sola ocasión: "Vae tibi, tu inventu's vero, meam qui furcilles fidem. quasi mihi non sescenta tanta soli soleant credier." (Plauto, Pseudolos 631-632). El término entraña el sentido de apoyar, sostener, etc. y solo parece encontrarse en Plauto. De ahí que Pico diga "ut Plauto dixerim verbo". Por lo demás, en referencia a las exigencias de los flautistas, cfr. Plauto, Aulularia 290-293.

16 En esta oración hay dos juegos. El primero de ellos, de opuestos, entre los términos nutans (superficial) - infirmuscula (posesiva). El segundo, de palabras, entre firma (firme) y nuevamente, infirmuscula (posesiva).

17 Traducimos el adverbio modal "frustra" por "en vano". Si bien la traducción no deja lugar a ambigüedades, si lo hace el lugar que ocupa este término en la oración: "…adhortaris me tu ad actuosam vitam et civilem frustra me et in ignominia quasi ac contumeliam tam diu philosophotatum dicens…". Esto produce en el lector una cierta perplejidad, puesto que el "frustra" puede referirse tanto a la exhortación a la vida activa y civil como al utilizar como argumento una referencia a la infamia y el ultraje de los filósofos. En nuestra opinión, se trata de una ubicación estratégica, cuya fuerza reside en la posibilidad de aplicar dicho adverbio a las dos opciones conjuntamente.

18 Con el término "palestra" (del griego παλαίστρα) llegó a designarse en la Antigua Grecia a una suerte de recinto que, en sus inicios generalmente funcionaba como el anexo de un gimnasio y estaba destinado a oficiar exclusivamente de lugar de entrenamiento de los luchadores profesionales. Más tarde la palestra fue albergando diferentes disciplinas, no solo deportivas, sino también sociales, educativas, etc. convirtiéndose finalmente en una escuela de adiestramiento gimnástico y cultivo del espíritu. Es evidente que Pico utiliza este término de acuerdo con su primera acepción.

19 Si bien en castellano existe la palabra "ingenio" con la que generalmente se traduce la latina "ingenium". La primera designa una suerte de capacidad imaginativa o creativa muy aguda cuya aplicación primera y principal estriba en la resolución de todo género de problemas o dificultades. La segunda, por su parte, se refiere más bien a lo que indicamos en castellano con "talento", concebido éste como una posesión natural existente desde el nacimiento susceptible sin embargo, de ser ampliada y perfeccionada por medio del trabajo o el estudio. Para una aproximación a la cuestión en autores clásicos, cfr. Cicerón, Pro Archia 3. 17. 31. 32 et passim, y Séneca, Epistulae Morales ad Lucilium 108. 23. Para una presentación esquemática de la influencia ciceroniana en el Renacimiento y en particular en la cuestión acerca del mejor estilo de vida me remito a los textos de R. A. Bonnell (1966), M. Jurdjevich (1999), Ch. Trinkaus (1964), P. A. Lombardo (1982) y especialmente al trabajo de H. Baron (1938).

20 Ociose (ver la sección titulada "Estructura y contenido").

21 La expresión de Neoptólemo, personaje que hace su primera aparición en un poema de Ennio, es "philosophari est mihi necesse, at paucis; nam omnino non placet". A partir de Ennio es retomada por diversos escritores latinos, los cuales indican haberla extraído de los escritos de éste, p.e., Cicerón la reproduce como "philosophari velle, sed paucis; nam omnino haud placere" (Cicerón, De Re Publica 1. 30); Aulo Gelio la reproduce como "philosophandum est paucis; nam omnino haud placet" (Noctes Atticae 5. 15-16). Ambos autores, entre otros, atribuyen la sentencia a "ille Ennianus Neoptolemus". No es posible afirmar con certeza de dónde tomo la sentencia Pico, pero, sin duda alguna, Cicerón o Aulo Gelio son fuentes más probables que el propio Ennio; máxime, toda vez que en su biblioteca no se encontraron obras de este autor y si de los dos anteriores, incluso en una carta dirigida a Lorenzo de' Medici en 1484, trae a colación un pasaje de Noctes Atticae (2. 13. 5) en el § 2. Sea de ello lo que fuere, es evidente que el conde está citando de memoria (Garin 1936: 115-116).

22 Si bien es obvio que en "sapientium" pueden estar incluidos una gran cantidad de escritores, filósofos y teólogos, lo más probable es que Pico estuviera pensando en tres de ellos, Agustín, Séneca y Cicerón, en ese orden. Se trata no solo de tres autores predilectos del Mirandolano, sino también de algunos los pensadores más leídos en el Renacimiento.

23 Se trata de una referencia a Lc 10. 38-42. Significa en este contexto, sé un hombre público sin descuidar los bienes espirituales.

24 Otium sin más designa el tiempo libre, de ahí que se lo contraponga a negotium (necotium). Ahora bien, entre los escritores latinos clásicos -y de entre ellos máxime en Cicerón- con dicha palabra se hace referencia al tiempo libre de las ocupaciones ciudadanas y por extensión, al momento apropiado para estudiar, investigar, o -para decirlo con pocas palabras- llevar a cabo diversas actividades con las que se ejercita o perfecciona el ingenium. De aquí que se hable de un otium philosophandi, un otium litteratum o un otium cum dignitate. (Cfr. Cicerón, Pro Archia 3. 12. 30 et passim y Séneca, Epistulae Morales ad Lucilium 8. 1 y 10. 4).

25 Con "escuela" hemos traducido el término "secta", que hace alusión a una escuela filosófica.

26 Pico se refiere a que si se acepta la opinión de Corneo, se cae en un absurdo.

27 Quintus Horatius Flaccus, hijo de un liberto y recaudador de impuestos, nació en Venusia (Apulia), cerca de Lucania, una región helenizada, el 8 de diciembre del 65. a. C. y murió el 27 de noviembre del 8 d. C. Su obra, de la que nos ha llegado una gran parte, se divide en epodos, sátiras, odas, y epístolas. Los especialistas han concluido que Horacio no escribió siempre en estos géneros, ni mucho menos simultáneamente, por el contrario, se estima que se dedicó al primero desde el 41, es decir, desde su regreso a Roma, hasta el 30 a. C., al segundo, desde el 35 al 30 a. C., al tercero, desde el 30 al 13 a. C. y al último desde el 26 hasta el 13 a. C. Para más detalles ver G. Davis (2010: 7-33, 93-104, 253-270 y 391-413).

28 Juego de palabras: vexant (vejan) - vehant (viajan).

29 Horacio, Carmina 2. 10. 5. Aurea mediocritas es una expresión que se remite a la filosofía epicúrea y se refiere a un punto medio entre los extremos o un estado óptimo, en el que el sabio no resulta afectado por los excesos ni por la virtud, sino la justa medida de ambos. Aparece como tema poético por primera vez en Horacio (Horacio, Carmina 2. 3).

30 El término aucupium, que hemos traducido por la expresión "rapacidad para sacar ventaja", se refiere a la caza o captura de aves (avis-cupire), así como también a un deseo exagerado (cupire). Si bien una traducción podría haber sido la de "capacidad para…" en vez de "rapacidad para…", creemos que solo a partir de la segunda opción es posible mantener el tinte peyorativo de esta palabra.

31 El verbo olere que Pico utiliza aquí solo figurativamente significa revelar, representar, indicar, etc. Como es evidente, el significado primario es oler, despedir olor, etc.

32 Juego de palabras: vere (verdad) - severe (severidad).

33 Se trata de Ludovico Sforza (1452-1503), hijo de Francesco Sforza y Bianca Visconti, más conocido como 'Ludovico il moro'. En el tiempo en que Pico escribe esta carta, Ludovico era el duque de Bari, se convertiría en duque de Milán recién en 1494, con la muerte de Gian Galeazzo, su sobrino.

34 La misma expresión aparece en la carta a Lorenzo de Médicis, fechada en Florencia, 15 de julio de 1484: "At te quis non videat ea non tenere precario, sed ut in quae ius habeas et potestatem pro arbitrio versare, agere et tractare, haec tu, proh felix ingenium, in aestu rei publicae, in actuosa vita es assecutus quae nos, philosophorum non discipuli, sed inquilini, in umbratili vita et sellularia, sequimur potius quam consequamur." (Pero ¿quién no vería que tú posees esto, no precariamente, sino que tienes sobre ello verdadero derecho y poder para dominarlo, escribirlo y desarrollarlo? Tú, ¡Oh feliz ingenio! has concebido en el hervor de la política, en tu agitada existencia lo que nosotros, ni siquiera discípulos de filósofos, más bien sus inquilinos, en nuestra vida umbrátil y sedentaria apenas seguimos, más no conseguimos).

35 Con "res litteraria" se hace referencia a diferentes disciplinas, i.e., la historia, la poesía, la filosofía, etc.

36 Gelio, Noctes Atticae 3. 3. 14. La referencia se remonta al comentario de Gelio respecto de que Plauto, al haber perdido el dinero Ganado como dramaturgo, se vio obligado a trabajar en un espacio cedido en una panadería, removiendo muelas "de tiradores".

37 En este oscuro pasaje Pico se refiere a que en cualquier parte del mundo, habrá opiniones encontradas respecto de la valoración de su trabajo, su acción, etc. Su respuesta, ciertamente anticipada, a esta diversidad de opiniones, consiste en afirmar que los "buenos" comentarios sobre sus obras, serán los correctos y la opinión contraria carecerá de valor porque solo podrá ser arrancada por la fuerza a algún erudito. En otras palabras: Pico sostiene que nadie en su sano y libre juicio, podrá decir que él no haya hecho algunos progresos en su "vida umbrátil y sedentaria". Desde ya, como él mismo lo advierte, esta declaración suena presuntuosa. Se ha de advertir también, que aunque hemos dicho que el Mirandolano se anticipa a una posible crítica, en el fondo, en todo este pasaje está pensando en el incidente de Arezzo. En efecto, respecto de este suceso también había opiniones encontradas y no hay motivo para suponer que el conde no las conociera, por consiguiente, según creemos, por medio de esta suerte de "defensa anticipada", Pico estaría soslayando las opiniones adversas sobre dicho incidente, más aun, toda vez que éste será el tema del párrafo siguiente, que comienza inmediatamente.

38 De larga data en el derecho romano, la expresión "res uxoria", que hemos traducido por "matrimonio", llegó a designar un tópico renacentista: el de la relación entre los esposos, desde el punto de vista del hombre.

39 La expresión "Dauus sum, Edippus non sum" corresponde a la comedia Andria de Terencio (194). Se trata del parlamento que el autor pone en boca del esclavo Davo, con el sentido de "soy un mero esclavo, no un adivino".

40 El sentido de esta expresión es indicar que algo es ininteligible. Una oración similar puede leerse en Marcial (Marcial, Epigrammaton libri 2. 8).

41 Harpócrates (Ἁρποκράτης) es el nombre griego del Dios egipcio Horus en su epifanía de niño. Se trata del hijo póstumo de Isis y Osiris que representa, bajo la figura de un niño de piernas débiles, al Sol que brilla tenue en el amanecer. Harpócrates se transforma en Hartomes, al vengar la muerte de su padre y representa, ya transfigurado, al Sol poderoso del mediodía. Por lo demás, durante el reinado de los ptolomeos en Egipto, Harpócrates fue celebrado como dios del silencio. De este modo, la expresión "esto harpocrates" que utiliza Pico, significa, "cállate".

42 El texto latino reza "…sese dant in arma…"

43 Con la expresión "Rhytmos meos etruscos", Pico se refiere a sus versos escritos en lengua italiana o, mejor aún, toscana. La antigua región de Etruria se encontraba en la zona de la actual Toscana.

44 El Mirandolano hace referencia a que lo sucedido en "el incidente de Arezzo" irá deformándose con el tiempo, una vez convertido en historia o, ¿por qué no?, en leyenda.

45 Juego de palabras: plurima (muchísimos detalles)-plurimum (en gran medida).

46 "Alibrana" es un pseudónimo para Margherita, cuyo significado es no-libre. El término entraña una ambigüedad, pues, Pico no trata aquí de designar a una persona que ha perdido o no ha alcanzado su libertad por causas externas, como un esclavo que por una coacción es mantenido en su estado, sino más bien a alguien que no es libre por propia voluntad o indecisión. La connotación es idéntica a la del término griego ἀνελεύθερος.

47 Hay aquí un juego entre dos expresiones: "bene meritum" (justo) y "male gratiam" (mal grado).

48 Aquí explica Pico que el que Margherita haya caído en sus brazos no es nada más que un hecho colateral.

49 He aquí una posible alusión a la potencia sexual del Mirandolano por oposición a la impotencia de Giuliano Mariotto de' Medici.

50 "Non curat culicem elephas" es un refrán popular latino. La idea que encierra es que un hombre importante no ha de detenerse en minucias o que en un asunto grave uno no debe perderse en detalles.

51 A partir de aquí, Pico comienza a hablar de sí mismo en tercera persona.

52 De esta afirmación se desprende que, en lo que hace a la evaluación del "incidente de Arezzo", Corneo se alineó en las filas de Lorenzo de' Medici, Ercole de'Este, Ficino, etc. como defensor del Mirandolano.

53 Arezzo.

54 La obra de Aristóteles, perdida en su mayor parte para el occidente medieval hasta el s. XIII, constituye la primera enciclopedia de Occidente. Se suele creer que durante el Renacimiento fueron pocos los cultores de la filosofía de Aristóteles, privilegiando la filosofía platónica, fundamentalmente a partir de la fundación de la escuela Neoplatónica de Florencia por Marsilio Ficino. A pesar de esto, existe nueva evidencia e interpretaciones nuevas y más profundas de evidencia anterior que dan cuenta de la permanencia y continuidad en el uso de los textos del estagirita desde su reingreso en el s. XIII hasta fines del s. XVI. Llegados a este punto, cabe señalar que la primera formación de Pico fue aristotélica, bajo el magisterio del judío Eliahu del Medigo, y que dejó una impronta muy profunda en su pensamiento. (Garin 1936: 3-48; Kristeller 1993: 52-72; Schmitt 2004: 21-54)

55 Se refiere a los preceptos contenidos en las Éticas de Aristóteles.

56 La diosa Ceres, la diosa de las cosechas, la Deméter de los griegos, tenía en la Grecia antigua dos fiestas: Eleusina y Tesmoforia. Se trataba de celebraciones en donde se ofrecían libaciones, sacrificios y ritos que ponían de manifiesto la fecundación de la diosa. Es evidente que Pico está haciendo referencia a esto último.

57 Esta declaración no deja de sorprender, toda vez que Pico está a punto de encarar la célebre disputa romana y, tiene al menos en mente, pues quizás aun no la había escrito, la llamada más tarde Oratio de honinis dignitate, con todo lo que esto implica.

58 San Jerónimo nació con el nombre de Eusebio Sophronio Jerónimo en Stridón, Dalmacia en el 347 y murió en Belén en el 420. Bajo el magisterio de los más grandes doctores de su época llegó a ser erudito en latín, griego y hebreo. Durante el quattrocento italiano, su figura cobra un particular interés, sobre todo a causa de esto último. En efecto, a diferencia de lo que había ocurrido en épocas anteriores, durante el siglo XV hay un número considerable de pensadores cristianos que estudian con maestros judíos entre otros, nuestro Pico y el cardenal Egidio de Viterbo en Italia, Johannes Reuchlin en Alemania y François Tissard en Francia. Por otra parte, entre los Padres de la Iglesia, ni el conocimiento del pensamiento hebreo, ni el aprendizaje de la lengua en la que había sido escrito el Antiguo Testamento formaban parte de las prioridades de los grandes intelectuales, salvo por los casos excepcionales de Orígenes y Jerónimo, ambos admirados por Pico. Por lo demás, hay sobrada cuenta de la presencia de Jerónimo en el Renacimiento. Ejemplo de ello son las múltiples representaciones del santo que nos han llegado. Entre las más célebres, la de Domenico Ghirlandaio de 1480 y la de Niccolò Colantonio, hacia 1450, donde se ve a Jerónimo sacando la espina de la garra de un león, es decir, del animal junto al que se lo representa en la mayoría de las pinturas. Para más detalles cfr. A. Cain (2009: 101-132).

59 El Mirandolano, que interpreta el rapto de Margherita como un pecado gravísimo, se refiere en este pasaje a su tajante decisión de olvidarse del incidente, su insistencia es tal que llega a deplorar escribir sobre el tema. En nuestra interpretación es esto último lo que se sugiere con la expresión "non solum aliquo modo non litteris tradi". Por lo demás, sobrada prueba de este rechazo al relato de lo sucedido en Arezzo es el uso de la tercera persona para referirse a sí mismo en tanto pecador, que Pico ha utilizado a lo largo de todo el párrafo.

60 Cristoforo da Casale Maggiore, secretario de Pico.

61 Se trata de una familia milanesa de origen paduano, cercana a los Visconti y a los Sforza. Hacia mediados del siglo XV, gracias a la actuación de Filippo Borromeo, se contaban entre los banqueros más importantes de la península.

Bibliografía

Ediciones y traducciones

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Recibido: 22-02-2013
Evaluado: 20-04-2013
Aceptado: 15-05-2013

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