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Estudios y perspectivas en turismo

versión On-line ISSN 1851-1732

Estud. perspect. tur. v.18 n.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./mar. 2009

 

Pueblos originarios y turismo en América Latina. La conquista continúa

Alfredo César Dachary* Stella Maris Arnaiz Burne**

Universidad de Guadalajara Puerto Vallarta - México

* Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Leiden, Holanda. Actualmente se desempeña como Profesor Investigador en la Universidad de Guadalajara, Centro Universitario de la Costa, Puerto Vallarta, México. E. Mail: alfredocesar7@yahoo.com.mx
** Doctora en Antropología por la Universidad de Laval, Québec. Se desempeña como Profesora Investigadora en la Universidad de Guadalajara, Centro Universitario de la Costa, Puerto Vallarta, México. E. Mail: stellaarnaiz@yahoo.com.mx

Resumen: En América Latina conviven dos posiciones diferentes sobre la inserción de los pueblos originarios en el turismo y el efecto o consecuencias del desarrollo de esta actividad en los mismos. El tema es extremadamente complejo dado los diferentes grados de integración que se dan entre los pueblos originarios y sus vecinos, lo cual arroja diferentes tipos de experiencias. El proceso de profundización de la sociedad del consumo aproxima cada vez más el turismo al interior de los lugares aislados, transformándose para muchos pueblos en un proceso violento de inserción al capitalismo. En este ensayo se pretende abordar la contradicción que se genera entre la sociedad de consumo y sus mecanismos, que en este caso es el turismo y los pueblos originarios, basados en experiencias de trabajo propias y el análisis e información de otras que se dan a lo largo de la geografía de América Latina.

PALABRAS CLAVES: Pueblos originarios; Turismo; Consumo; Transición.

Abstract: Aboriginal Population and Tourism in Latina America. The conquest goes on. Two different positions live together on the insert of the native population and tourism in Latin America and the on the consequences tourism development. This subject is extremely complex given the different integration grades that are given between natives and their neighbors, making differences experiences possible. The deepening process of the consumer society brings tourism every day closer to the center of isolated places and this became for many aboriginal cultures a violent process of insertion into capitalism. This essay seeks analyze the contradiction that arises when the consumer society and its mechanisms, in this case tourism and aboriginal population, based on working experiences and information of other experiences recollected on other places of Latin America.

KEY WORDS: Native population; Tourism; Consumption; Transition.

"...Donde hay selva hay indígenas, donde hay indígenas hay selva".
Geodisio Castillo. Kuna. Panamá.

INTRODUCCIÓN

El turismo, uno de los pilares fundamentales del capitalismo global, es analizado generalmente como una actividad disociada del sistema y, por ende, con problemas particulares. De esta manera se evaden los grandes temas que éste plantea, comenzando por haber conformado un mundo asimétrico y un planeta amenazado por un manejo insostenible que lo coloca frente a un futuro apocalíptico. Cuando surgió como fenómeno de masas en la segunda mitad del siglo XX sus lecturas eran algo más que ingenuas. Hasta se podría afirmar que eran utópicas derivadas de su situación de divorcio de la realidad global al ser definido como "la industria sin chimeneas", la visión industrialista aplicada mecánicamente a un servicio. Pero cuando el turismo como fenómeno masivo comienza a mostrar los grandes impactos y su papel no sólo económico sino también social y cultural en el capitalismo global, aparece el turismo alternativo como una nueva visión pura que no impacta. Buscaba plantear una alternativa al turismo de masas, algo en sí utópico dado la magnitud de personas que se mueven en el turismo masivo y el crecimiento que anualmente tiene en el ámbito mundial.

Dentro del planteamiento de un turismo alternativo emergió con mayor fuerza el ecoturismo, otra de las visiones ideológicas fruto de estos nuevos movimientos pseudo progresistas. Habían sido creados, entro otros, a partir de los pequeños discursos New Age y ecologistas que pretenden ocupar un espacio tras la muerte de los grandes relatos (Dufour 2007). Pero el turismo es uno como fenómeno; y la división por magnitudes por temas o territorios son sólo divisiones al interior del mismo ya que es un fenómeno complejo donde todas las partes juegan un papel en el propio proceso de reproducción, adecuación, consolidación y expansión, un proceso constante dado los grandes cambios que se dan en la sociedad.

Todos los grandes destinos de la segunda mitad del siglo XX se empezaron a explotar como turismo alternativo en su versión de paraísos recién descubiertos. Cuando se posicionaron en el mercado se desató una gran inversión inmobiliaria que les permitió tener una gran capacidad de alojamiento y pasaron a ser masivos. Pero en su proceso se fueron abriendo en la periferia de los mismos nuevos segmentos de turismo alternativo. Los ejemplos sobran, en América Latina se encuentran desde la isla de Ambergris, en Belice, a la de Cozumel, en México. También se observan desde Las Baleares, en el Mediterráneo, a las del Océano Pacífico, desde Tailandia a Hawai.

Ambergris fue un lugar muy particular surgido en los años 1960 y para los noventa la masificación lo llevó al límite posible de capacidad de carga, quitándole las características de un destino exclusivo y sofisticado de sus comienzos (César y Arnaiz 1998). Cozumel fue un destino donde la exclusividad se relacionaba con los nombres de quienes dominaron las finanzas y la política durante las últimas décadas. Fue un lugar excepcional, que en pocos años se transformó en la capital mundial de los cruceros pero es hoy un ejemplo de insostenibilidad al arribar más de 1.700 cruceros en el año. Las poblaciones que cuentan con grandes ciudades donde habitan pueblos originarios, como son Machu Picchu (Perú) y Tulum (México) sitios emblemáticos de los mundos inca y maya, actualmente están en peligro de colapsar por una sobre carga turística que no sólo los afecta sino que les quita el papel de un lugar excepcional por el fariseo de un parque temático.

Machu Picchu es el ejemplo del neoliberalismo extremo. Cuando en el año 2000 el gobierno de Perú llamó a licitación pública internacional su operación sobre la base de dos premisas discutibles como que Disney estaba construyendo una réplica en Estados Unidos de América y la necesidad de divisas para el país (Tapia 2004). A ello se le suma una campaña promovida por el Instituto de la Libre Empresa que reivindicaba los derechos de una familia peruana sobre la ciudad inca, una síntesis de la idea sobre los pueblos originarios que tienen estos grupos de la sociedad peruana (ILE 2005). El Congreso de Perú ratificó en 2007 la ley que permite concesionar para su explotación los monumentos nacionales a empresas peruanas y extranjeras. En el caso de esta ciudad patrimonio de la humanidad la concesión la tiene una de las subsidiarias del grupo mundial Disney (Prensa de Frente 2007). Pero este despojo no va solo; está acompañado de otros instrumentos legales como el Decreto legislativo 1015 que modifica a la Ley 26505. Permite la destrucción de las comunidades indígenas al poder vender la tierra con el grupo que se reúna si el 51% vota a favor (puede ser hasta una minoría de la comunidad), perder la memoria y sus monumentos y perder la tierra y sus asentamientos en pleno siglo XXI (Pasa la Voz 2008).

El caso de Tulum es más violento. En una década el pueblo maya que la habitaba fue transformado y los pobladores indígenas reducidos a una minoría olvidada. El Parque Nacional de Tulum, que alberga a la vieja ciudad puerto, está invadido y se ha transformado en una atracción más. En 2004 Tulum contaba con una capacidad estimada de 1.235 cuartos legalmente registrados y agrupados en 53 establecimientos, lo cual lo ubicaba en el tercer lugar del municipio después de Playa del Carmen y Akumal. La Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados visitó este parque en marzo del 2007y vio la construcción de seis hoteles en el área, lo cual fue constatado y se levantaron las actas correspondientes (La Jornada 2007). En la actualidad el área está siendo sujeta a grandes presiones para introducir desarrollos turísticos hasta ocupar la zona con 10.000 habitaciones de hotel lo cual impactaría gravemente sobre la misma y la llevaría a la posición en que hoy se encuentra Machu Picchu, es decir, perder todo el apoyo y reconocimiento de la UNESCO como sitio patrimonio de la humanidad.

En ese largo camino de segmentación, simplificación y búsqueda de modelos autónomos lo cual es aún una utopía, se encuentra el muy particular relacionado con los pueblos originarios sean éstos indígenas o mestizos. Se debe a que la principal característica es su aislamiento y que el turismo los pretende vender como otra especie exótica a un turista que busca, en medio de su hastío y vacío, nuevas formas de entretenimiento o aventuras.

ANTECEDENTES

El 6 de abril de 1768, Louis - Antoine de Bougainville desembarcó en la isla de Tahití y pensó que "se había trasladado al edén" al ver las mujeres desnudas o con pocas ropas al igual que los hombres. No fue el primer europeo en llegar, pero sí el primero en describir en detalle el hecho y así sentar las bases del mito del paraíso que pasó luego a la isla de Hawai (Smith 1960). Los europeos, a su vez, creían haber llegado al paraíso, "la tierra anterior al pecado original", mientras los sacerdotes que viajaban con ellos opinaban lo contrario. Creían que habían llegado a las tierras del demonio. Lo que confundía a los europeos era la libertad de pensamiento y acción de estos pueblos; el hecho de no ver al sexo como un tabú o tener el cuerpo muy descubierto, al igual que la franqueza del lenguaje (Caranci 1998). Esta forma de vida, su cultura y visión del mundo fue transformada drásticamente a través de la fuerza, la esclavitud y la acción de la iglesia y sus sacerdotes principales agentes en el blanqueo de la cultura de los pueblos originarios. Esto trajo como consecuencia que, para el caso extremo como lo es Oceanía, los actuales pobladores originarios aceptaron que nunca tuvieron cultura ni historia. Sus monumentos se limitarían a paisajes y playas dando lugar al mito de "los pueblos naturales" que Derek Freedman utiliza para criticar a Margaret Mead quien idealizó a pueblos como el de la isla de Samoa al que puso en el mundo a través de un texto hoy clásico (Mead 1972).

Todas estas ideas y deformaciones de la realidad pasaron al siglo XIX de manera que el mito del "paraíso" quedó anclado en las islas, principalmente del Pacífico. Cuando Isabella Bird, escritora y viajera, llegó a Honolulu imprimió la frase "paraíso pacífico" que aún se mantiene y que se transformó en el eslogan de la organización de Thomas Cook (Brendon 1992: 162). Los hawaianos fueron invadidos y sojuzgados por Estados Unidos a fines del siglo XIX. Con el fin de hacer más productivo al archipiélago lo transformaron en un destino exótico y costoso tal como era el turismo en sus inicios. Este período no sería importante sino fuese que allí comienza el proceso de pérdida de la identidad de los pueblos del archipiélago de Hawai. Se transformó la etnicidad en decorado para el turismo. El joven pescador valiente y mestizo y la joven doncella vestida con una falda de hierbas tocando un ukelele no forman parte de la tradición de este pueblo. La manipulación de la cultura de los pueblos originarios fue adecuándose a las necesidades de los turistas norteamericanos que eran los que ocupaban la mayoría de las plazas hoteleras. En medio siglo la "chica del ukelele" pasó de mestiza a muñeca Barbie rubia y muy norteamericana para hacerla menos amenazadora para los visitantes que iban con sus esposas; pero el hombre mantuvo siempre el perfil primitivo. En el siglo XX la imaginería del turismo en Hawai pasó del descubrimiento al proceso y de éste a la invención nostálgica para finalmente dejar al pueblo despojado de su historia, identidad y, en síntesis, de su cultura la cual se había adecuado a los requerimientos del turismo. Éste es el caso más conocido debido que Hawai como colonia -y hoy territorio anexado a Estados Unidos- fue durante el siglo XX un lugar de mucho interés, militar, comercial y turística.

Los efectos sobre los pueblos originarios derivados del turismo han sido desastrosos en África. Promovieron la expulsión de los pueblos, cambios en sus economías locales, destrucción de valores tradicionales y degradación ambiental, entre otras cosas más. El colonialismo inglés promovió al turismo cinegético en Tanzania y Kenia durante los años 1950 -los famosos safaris- y para ello crearon reservas de caza o cotos sobre las tierras de la nación Masai a quienes se quitaron el 70% del total (Chávez 1999). Así pudieron tener lugares exclusivos para poder desarrollar hoteles de gran lujo y recibir en ellos al turista cinegético -al cazador- que es de alto nivel económico. Esto llevó a los jóvenes del pueblo Masai a integrarse como empleados a ese mundo emergente del turismo y copiar de él lo menos importante: la prostitución, la ropa, el desprecio por su cultura, etc. A los Masai se los obligó a vestirse de guerreros para posar en las fotos de los turistas; debieron cambiar orgullo por limosnas al igual que sufrir la discriminación laboral. La Central de Energía Geotérmica de Olkarai, en Kenia, ocupa 500 empleados de los cuales sólo 5 son Masai a pesar de que está ubicada en sus tierras.

En Filipinas, con el objeto de hacer áreas naturales protegidas orientadas al turismo de naturaleza, fue afectado el pueblo Sagada lo cual produjo graves consecuencias para sus habitantes quienes vivían aislados y en un entorno natural. El turismo afectó toda la zona de amortiguamiento de la reserva con hoteles y construcciones diversas, contaminó el agua y la tierra e introdujo la peor de las costumbres, la droga, que afectaron a la juventud (Chávez 1999). En Sri Lanka, el grupo Wanniya vivía en el bosque de la caza y la pesca, pero fueron sacados del lugar en 1983 a instancia de los conservacionistas para hacer el Parque  Nacional Madura Oya. El reasentamiento de este pueblo los llevó a la miseria y pérdida de gran parte de su identidad.

Esta historia que se inició con la nación Masai y fue pasando por diferentes continentes también afectó a los bosquimanos. Sobre sus tierras se creó el Parque Nacional Kalahari y la supervivencia en el mismo se restringió al extremo que no se les dejó cambiar de hábitos y menos cambiar de formas de casa debido a que eran parte del paisaje. Fueron expulsados en el año 2002 y regresaron luego de batallas legales en el 2006 (Survival 2008). El gobierno de Botswana adjudicó a la empresa Safaris & Aventure Company la construcción de un complejo turístico cercano al asentamiento bosquimano en la reserva del Kalahari, autorizando a las empresas a hacer grandes pozos para el complejo hotelero lo cual se prohíbe a los bosquimanos: un ejemplo de  "sustentabilidad selectiva" (Survival 2008). Como se puede apreciar en estas pocas líneas, mientras se habla de conservación, sustentabilidad, turismo y desarrollo en diferentes continentes se arremete contra los dueños de los últimos santuarios de riqueza histórica, natural y cultural.

ALGUNOS TEMAS DE REFLEXIÓN

El turismo es la expansión empírica e ideológica de la sociedad moderna y está íntimamente relacionada de diferentes maneras con el ocio moderno de masas, en especial, con el turismo internacional (MacCannell 2003). De esta primera visión general se pasa a un ajuste del tema que se está desarrollando al afirmar que hoy el turismo ocupa un espacio que separa lo primitivo y lo moderno, colocando por lo general a los pueblos modernizados y primitivos cara a cara y en interacción directa, mediante el inglés intercultural y otras lenguas empleadas como lenguas francas (MacCannell 2007). Así el turismo en los pueblos originarios no es un problema de mercado o formas de guiar al turista, hay mucho más atrás del turismo, que no siempre se pone en la escena y que es necesario poder plantearlo, sin que esto implique la articulación de un marco teórico específico.

Función del turismo en los pueblos originarios

El turismo tiene múltiples funciones en esta etapa del denominado capitalismo global asociado a todo el sistema desde la sociedad a la economía, lo cual justifica su expansión ilimitada hasta transformarlo en la actividad económica legal más importante del mundo. Entre ellas destaca, el de transformar todo el ocio en mercancía con el fin de que toda la vida del sujeto esté dentro del sistema y sea un continum de consumo que su el eje. Con la modernización se logran varias cosas en simultáneo: separar elementos de las personas y los lugares donde éstas se crearon, quebrar la solidaridad de los grupos y así  "liberarlos de las ataduras del pasado", ya que el turista está más interesado en lo que el lugar es que en lo que éste y su gente fue. De allí la necesidad permanente de la imaginería, que es una reingeniería de la realidad para hacerlo un producto turístico y así se debe reciclar todo lo obsoleto del pasado para integrarlo al presente con una nueva visión. Despojado de su realismo y de sus externalidades debe ser algo neutro, fácil de entender y, antes que nada, "atractivo". Así, el auge del turismo lleva a un lento pero constante proceso de homogenización de lugares turísticos que han sido rediseñados y empaquetados para el consumo de masas mediante distintos enfoques de los medios de comunicación de masas, estudios especializados y mitos populares (Medina 2006).

Así hay lugares que se globalizan y otros que se localizan; estos últimos con menos posibilidades ya que las empresas se pueden deslocalizar en partes o todo y los pueblos quedan anclados en su espacio local ya que las empresas no tienen un compromiso con su sociedad y, además, aprovechan esa posibilidad de escapar como un importante botín de capital en la lucha por el espacio (Bauman 1998). Integrar a los grupos que aún se encuentran en la periferia al capitalismo global es su función fundamental, como es el caso de los pueblos indígenas. Nuevos consumidores locales y nuevos consumidores externos, para los primeros las mercancías básicas; para los segundos, la venta de lo exótico. Recrear utopías, pero no políticas sino míticas, mágicas y, en general, falsas, de pasados que no existieron como se venden o futuros que no son como se ofrecen, a fin que el ciudadano global cubra su cuota de imaginación pero ya mercantilizada.

En el turismo en zonas de pueblos originarios se estila la recreación a través de un programa de luz y sonido de parte de la historia del pueblo que vivió en esas ciudadelas, una forma burda de mostrar el pasado y un modelo irónico de desconocer el presente de los pueblos testimonio que han sobrevivido. Es el caso del parque Xcaret, creado sobre un antiguo enclave maya, diariamente se "reproduce" la vida de los mayas. Son lugares donde se teatraliza la realidad, con casas copias en tamaño real y todos los detalles de la simulación para hacer de estos territorios de la nada (parques temáticos étnico culturales) una verdadera utopía degenerada, o sea, la ideología en forma de mito, donde se entrelazan la ficción y el comercio (Eco 1996). Este puede ser el punto de partida al analizar el turismo en pueblos originarios ya que ellos conviven en tiempo real con el capitalismo global y su aparente desfase del mismo empieza a ser la tarea titánica que lleva adelante el turismo, como el caballo de Troya del capitalismo global.

Pueblos originarios y modelo de Estado nacional

Se podría afirmar que en la actualidad existen a escala mundial tres tipos de naciones según sea la relación que existe en su interior con los pueblos originarios y los demás componentes de su población. El primero es el Estado nación monocultural homogéneo donde los pueblos originarios no son tomados en consideración, es decir, son subestimados. Éste es el caso de la mayoría de las naciones de América Latina aunque hoy esta situación ha comenzado a cambiar.

El Estado nación multicultural es el segundo tipo. Reconoce las culturas e identidades de sus pueblos pero dentro de un modelo homogéneo de nación -como es el caso de Estados Unidos de América y, en Europa, el de Inglaterra que recibe a muchos inmigrantes de lo que fue su imperio- pero deben integrarse a un modelo homogéneo y poco flexible como se ha visto después del trágico atentado del 11 de Septiembre.

El tercer tipo es el del Estado multinacional que aloja y reconoce las autonomías dentro del mismo. Es el caso de los Estados con múltiples naciones en su interior, como es España que lo ha reconocido. También lo podría ser Italia que lo usó para segregar racial y económicamente al sur pobre; o Francia, en el caso de Córcega y las provincias de ultramar, además de las propias identidades al interior de su geografía.

A mediados del siglo XIX, período donde emergieron y se consolidaron los nuevos Estados, la arqueología colonial se encargó de conformar el patrimonio cultural de cada país a fin de legitimar su historia oficial a través de grandes museos donde enterraban las viejas culturas y grandes monumentos que eran un recordatorio de un pasado importante pero ya superado (Zamora 2005). Así quedan los Estados nacionales conformados de manera homogénea y muy pocos reconocen que coexisten con los pueblos originarios, al extremo que no ven la relación que existe entre las ciudades monumentales que se han descubierto y restaurado y los pueblos descendientes de quienes las construyeron, ese fue un pasado que ya concluyó. Por ello es interesante como reflexión y punto de partida la postura que asume Anderson, al sostener que la arqueología a nivel global ha servido para construir naciones monoculturales (Anderson, 1993).

Así, cuando se practica turismo en pueblos originarios y se visitan ciudades precolombinas parecería que se hacen dos viajes, uno hacia un pasado que se fue y otro a un presente que no se quiere reconocer como continuidad de ese pasado. Es un grave dilema para el promotor del turismo, difícil explicación para el guía, complicada realidad para los pueblos que reciben, exótico para los que visitan buscando la aventura y las diferencias, algo básico en la construcción de la otredad. Esto se puede ver en un caso específico, el de Honduras con respecto a Copán, la gran ciudad maya que está en su territorio y que el pueblo lo tiene en el imaginario colectivo de dos maneras diferentes. El Copán real, desconocido para todos excepto para un reducido grupo de arqueólogos e historiadores; y el Copán fecundado y paradójico que debió auspiciar el germen de la nación, plasma ilusorio del cual todos se sienten orgullosamente herederos pero que desapareció por causa de los mismos errores que se siguen cometiendo en la actualidad  (Escoto 2003). Según este autor, Copán es la imagen idílica que todos desean se pudiese hacer realidad, es un desteñido retrato de una aspiración social, el proyecto de nación que se interrumpió por circunstancias históricas y, a la vez, el sueño muchas veces descreído de un Shangri-la. Es allí donde se encuentra una función del turismo. La visita a Copán, tanto de nacionales como de extranjeros, hace que éste se transforma en un icono que mejora la autoestima de los hondureños, que ven al mundo maya del pasado como un ciclo cerrado y diferente al de los mayas actuales.

Pueblos indígenas y resistencia

La situación de los pueblos originarios ha cambiado en forma relativa desde la época en que eran considerados ciudadanos de segunda o tercera. En parte se debe a los diferentes desarrollos de esta cuestión en los países, habiendo países donde el presidente forma parte de los pueblos originario como es el caso de Bolivia; y otros donde la sumisión colonial aún no cesa, como en Guatemala. Ayer los pueblos originarios eran los dueños de la tierra y de una rica cultura; hoy despojados y perseguidos sobreviven en las zonas más difíciles y conviven con la naturaleza lo cual los hace doblemente atractivos como pueblos del pasado y como herederos de una gran biodiversidad que han podido mantener en medio del aislamiento. Así, los pueblos indígenas han pasado de ser el "sujeto colonial salvaje"  al actor político - ecológico. Esta situación en principio los beneficia, pero también en muchos casos los afecta ya que esa relación de equilibrio que han tenido con los ecosistemas donde viven en vez de ser premiada es pagada con la expulsión para hacer de estas áreas parques nacionales. Los pueblos indígenas conviven con la biodiversidad que hoy es uno de los recursos más preciados para el capitalismo global, por lo que el turismo les abre las puertas a los mercaderes de estos recursos naturales, que día a día se van saqueando desde las grandes reservas naturales. Esta doble situación de guardianes de la biodiversidad y pueblos testimonio de la naturaleza, los ha trasformado en verdaderos producto - atracción para los empresarios del capitalismo global, de allí premios y otros tipos de engaños para poder controlar sus riquezas, como cuando comenzó hace cinco siglos.

La organización coordinadora de los pueblos indígenas de la cuenca Amazónica (ORPIA) recibió en 1984 el Premio Internacional Alternativo de la Paz (ORPIA 2004) y, en 1998, los U'was de Colombia ganaron el Premio del Medio Ambiente Goldman que otorga esa institución de Estados Unidos de América.

Estos pueblos ricos en tradiciones y en recursos naturales son para el ciudadano global y para las empresas un preciado botín; creen que estos pueblos no tienen idea del valor que esto representa lo cual es un error de subestimación. Por ello los ecologistas, en su visión simplista y colonialista, alimentan imaginarios occidentales del noble primitivo, "el buen salvaje", que vive una vida comunal y tiene una relación cercana con el medio ambiente enfrentado a los programas de desarrollo que han destruido su cultura (Tennant 1994). Así, los imaginarios de los programas de ecoturismo retornan a las tradiciones indígenas presentadas como una esperanza para las personas citadinas, que pretenden la utopía de "vivir en armonía con la naturaleza". Pero no sólo es falso sino ideológico porque implica que la naturaleza "escapa al orden cultural y, por consiguiente, el "nativo ecológico" se torna parte integral de esa naturaleza ideal donde los indígenas representan el deseo de retornar a un mundo primitivo, a un estilo de vida preindustrial y a un mundo ecológicamente sostenible.

El desdoblamiento de la naturaleza protegida y manejada por los pueblos originarios de su realidad actual de pueblos testimonios es el punto de diferenciación con otras visiones, ya que no se puede superar la realidad natural de las comunidades que viven en ella, el pretender hacerlo es más ideológico que real.

Lo exótico y la aventura del viaje

A partir del siglo XVIII la historia colonial consideró exóticos a los pueblos no europeos pero con diferentes grados y según las ideas de las naciones colonizadoras, ya que la visión de los ingleses ha sido muy diferente a la de los españoles y portugueses. El exotismo se transformó en un tema de moda principalmente en la segunda colonización, la del siglo XIX de las potencias industriales y fueron las grandes capitales del mundo, inicialmente París y Londres con sus grandes ferias, las encargadas de mostrar al mundo el otro mundo: el "exótico". El viajero de moda es el explorador, que al final nunca sale de su civilización, de su país, pasea la mirada curiosa y replegada de lo cotidiano sobre lo exótico (Savater 1978).

La exploración a los otros países y naciones que se consideraban primitivas es la base en la que se formó el exotismo y tiene mucho que ver con la idea que tenían los europeos de sí, lo que hoy se conoce como eurocentrismo, el eje del mundo. Según afirma Leclerc (1973), más allá de la conexión que hay entre el empirismo y el evolucionismo este último es el que crea el reconocimiento pleno a una racionalidad de las prácticas y de las creencias de las sociedades salvajes. La consolidación del exotismo se dio a través de los museos, donde se ancló la historia y la cultura de los pueblos definidos como primitivos, para ser vistos como cosas exóticas presentadas a través del "relato científico". Así la antropología y la estética se unen en la versión del museo, se plasman en las grandes obras de la época, algo que pasará a la naturaleza con los "modernos" zoológicos y a las plantas, con los museos naturales: los jardines botánicos. Los restos de los pueblos egipcios o de la cultura caldea en el Museo del Louvre o en el British Museum son un punto de partida para motivar a la gente a ir a conocer estos sitios extraños y esa gente diferente en sus lugares de orígenes. Así el museo propagó la idea del viaje y su guión fue la mejor guía de turismo de la época. El exotismo es lo desconocido, el extranjero, el peregrino y, si es de un país lejano, es un ser extraño y extravagante medido en la mediocridad de la sociedad victoriana o el mundo parisino del bon vivant.

En la segunda mitad del siglo XIX se da una publicación que hace historia en su momento, "Le Tour du Monde", dirigida por Edouard Cherton que se publicó semestralmente entre 1861 y 1913 (Grijalva 2005). Durante este período de auge del industrialismo, de las nuevas ideas desde Darwin a Marx, se dan en Francia dos grandes fenómenos: uno político -el comienzo del colonialismo- y otro cultural -el movimiento romántico- y entre ambos emergen las primeras guías de turismo en un mundo en proceso de descubrimiento. Así aparece en la Europa de la era industrial los denominados "pueblos primitivos", los lugares exóticos, las culturas diferentes, los idiomas no entendibles y, en general, todo lo que caracteriza a lo que luego se definió como "el otro". Otros viajeros europeos fueron a las zonas recién descubiertas en busca de rostros, cuerpos y pedazos de la vida de esta gente, así emergió el cine etnográfico, que logra recuperar escenas, que aunque son armadas nos dan bastantes elementos sobre los pueblos originales de diferentes continentes.

PUEBLOS ORIGINARIOS Y RECURSOS NATURALES

En América Latina y el Caribe hay aproximadamente de 35 a 40 millones de personas que se consideran descendientes de los pueblos originarios los cuales durante la década de 1990 estaban agrupados en 400 grupos étnicos (Tabla 1). En cinco países, la mayoría megadiversos, se concentra el 90% de esta población. Ellos son Perú, México, Guatemala, Bolivia y Ecuador. En algunos casos, como es Guatemala, la población maya es superior al 70% del total de los habitantes y son una "minoría oprimida".

Tabla 1: América Latina Población indígena censada y estimada por países. Década 1990


Fuente: Adaptado de Peyser Chakiel, Peyser; Alexia & Chackiel Juan 1999. América Latina - Aspectos conceptuales de los censos del 2000; CEPAL  / CELADE. Santiago de Chile. (www.integrando.org.ar)
* No se cuantifica la población de origen africana.
** Cifra muy por debajo de la realidad y excluyen a los garífonas y otros grupos como ramas y otros.
*** Cifras por debajo de los documentos de ONG.
**** Pueblos que están compartidos con Brasil y Colombia (pueden ser más).

La Tabla 2 muestra la presencia de los pueblos originarios en América Latina pero al ubicar esta población dentro del contexto de la pobreza el mismo toma otra dimensión, la real, es decir como las mayores concentraciones de población viviendo por debajo de la línea de pobreza.

Tabla 2 : Pobreza indígena en los países con mayor población originaria (% de la población por debajo de la línea de pobreza)

Fuente: G. Psacharopoulos y H. A. Patrinos en "Los pueblos indígenas y la pobreza en América Latina: un análisis empírico". Estudios Sociodemográficos en Pueblos Indígenas Serie E. N° 40. CELADE. 1994, (www.integrando.org.ar)

Esta situación es el otro elemento a tomar en consideración cuando se analiza el camino del turismo como estrategia para sacarlos de la misma. Junto a esta amplia población está la de origen africano y mestiza. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) existen aproximadamente 150 millones de afro descendientes en América Latina y el Caribe. Si a ellos se les agregan los 38,3 millones que viven en Estados Unidos de América; y unos 500.000 más en Canadá, este grupo se conforma por unos 180 millones frente a los 800 millones del total de América (Quesada 2005). Si se suma los descendientes de los pueblos africanos traídos como esclavos a los pueblos originarios (ambos dominados y esclavizados durante la colonia y posteriormente por las élites criollas) se observa que de los más de 800 millones de americanos, un 20% (es decir uno de cada cinco) pertenece a los pueblos oprimidos.

Los conceptos de raza y etnicidad se han asociado a lo largo del desarrollo de la historia a interpretaciones falsas e ideológicas que han servido para consolidar el eurocentrismo y ratificar el poder de sus descendientes en estas tierras. Pero ambos conceptos no tiene igual significado a pesar de que ligeramente se los asocie o confunda; la raza se asocia a distinciones biológicas atribuidas a fenotipos y genotipos y, muy especialmente, en relación al color de la piel, mientras que  la etnicidad se vincula a factores de orden cultural (Hopenhayn y Bello 2001). El tema racial como opción científica nace en la ilustración con Linnaeus (1707 - 1778), antecede y se suma a la visión mecanicista y evolucionista que luego definirá Darwin y que ha servido como punto de partida para continuar la esclavitud a través de la discriminación, una forma no sólo errónea sino inmoral en el uso del conocimiento científico.

La dialéctica de civilización o barbarie que colocó en un extremo a las culturas locales y, en el otro, el eurocentrismo como eje del capitalismo salvaje, fue durante la emergente republicana la bandera para el exterminio físico de los pueblos originarios y para la represión salvaje de los que trabajaban en haciendas, minas y plantaciones. El desprecio de las élites criollas hacia los pueblos originarios y, mucho más a los afro americanos, hizo de sus culturas y de los propios pueblos objetos exóticos que hoy se mantienen aislados y, como tal, son un objeto importante en el mundo del turismo. La visión de la nación homogénea sin pueblos originarios integrados se trasmitió de generación en generación en la escuela mostrando a éstos como grupos atrasados, desvalorizados y sin cultura propia; y se profundizaba cuando se trataba de los afro-americanos que fueron el sector más perseguido y aislado.

Primero, con la conquista se desarmaron los sistemas de intercambio entre los pueblos; luego se crearon nuevos y con la república volvieron los desplazamientos forzosos por obras, por el valor del suelo, por la necesidad de mano de obra, lo que hizo que hoy gran parte de los pueblos originarios estén viviendo en las montañas, los ecosistemas menos afectados, en donde pudieron aprender a sobrevivir en equilibrio con la naturaleza. Actualmente los científicos han reconocido que los grupos indígenas son los principales aliados para el manejo y conservación de los ecosistemas debido a que su forma de vida está basada en un manejo sustentable de los ecosistemas locales lo que les ha permitido la existencia como grupo cultural durante cientos de años (Clad 1982). Pero la visión indígena va más allá; su cosmovisión no es homo centrista sino que se consideran parte de la naturaleza por lo cual viven en una relación de equilibrio, no consumen más que lo necesario, no extraen más que lo que necesitan, no acumulan y gastan sin motivo, son conscientes que ese es el equilibrio porque han sido testigos de la tragedia del hombre blanco que hoy vive hundiéndose en sus desperdicios y amenazado por sus propios errores.

Por ello es que muchas de las áreas naturales protegidas (ANP) alojan pueblos originarios, como es el caso de Centroamérica y México (Tabla 3). ¿Podría el hombre blanco o el mestizo convivir con la naturaleza en un área natural protegida? De las más de 10.000 áreas naturales protegidas del mundo, localizadas en más de 160 países son habitadas en una parte importante por pueblos originarios. A nivel mundial las estimaciones son contradictorias, ya que van desde los 400 a los 700 millones de habitantes (Toledo 2004). En el caso específico de México, el 13% de la población indígena del país tiene una presencia en las 160 áreas naturales protegidas, un 13.3% de un total de 1.466,890 habitantes en estas áreas (CONANP 2008).

Tabla 3: Áreas Naturales Protegidas de México con mayor proporción de población indígena

Fuente: CONANP. México

 

Pero, coincidentemente, las áreas naturales protegidas con mayor población indígena son las que se pretende operar por el turismo debido a sus grandes atractivos y por el hecho de contar con los pueblos testimonio. La situación en el caso de México se refleja en la Tabla 3.

Las áreas naturales protegidas que más atraen al turista de la naturaleza, son las que sobreviven al cuidado y la convivencia de los pueblos originarios. Generan grandes ingresos por lo cual son un botín atractivo frente a la miseria en la que viven los pueblos testimonio. Así, los pueblos originarios están integrando al mundo del turismo uno de los territorios que éste considera más valioso, las áreas naturales protegidas. Son las zonas menos alteradas aunque dentro de éstas se encuentren edificaciones de estos pueblos pertenecientes a otras épocas. Las mismas, al igual que el manejo de todo el entorno se ha realizado de manera tal que los impactos, si los hubo, se diluyeron.

¿POR QUÉ EL TURISMO?

Durante los últimos siglos en América Latina los pueblos originarios han sido perseguidos, esclavizados y explotados lo que se tradujo en una gran reducción de la población. Tuvo como consecuencia su actual situación de marginación y, en muchos casos, desnutrición al igual que otras consecuencias de cinco siglos de sojuzgamiento. Le han sido quitadas sus tierras y relegados a los lugares más alejados -a las altas montañas- y condenados a vivir como marginales de este sistema hasta el "redescubrimiento" de la belleza de su ubicación. Así comienzan a crearse primero áreas naturales protegidas y luego, como compensación, llega el turismo. Su cultura ha sido menospreciada por lo cual en muchos casos está aún vigente con las adecuaciones del devenir del tiempo como es el caso de los pueblos de emigración forzosa -los africanos-. Pero en todos hubo una adaptación y hoy el turismo las "recupera" para hacer de ellas un producto más.

La relación de estos pueblos con los ecosistemas ha sido de equilibrio y conservación, de allí que no necesitaban de ecologistas y ONG para seguir viviendo. Sin embargo éstas llegan y como la religión se introduce y comienzan a "concienciar" al mundo "civilizado del consumo", los mismos que años antes los perseguían para quitarles las tierras. Sobre la base de ello, es que hoy los pueblos originarios presentan las siguientes características:

  • Son la población más pobre de América. Más pobre porque la han introducido a un mercado de consumo y la han obligado en la mayoría de los casos a la explotación para poder sobrevivir.
  • Pese a esto, viven en las zonas mejor conservadas, con paisajes menos alterados y el aire más puro.
  • Mantienen una cultura propia y una forma de vida sencilla. Los "paraísos perdidos del turismo".

Por esto son hoy objeto de una de las nuevas caras del capitalismo global: el turismo, en sus diferentes dimensiones y aspectos. Así, el turismo global amenaza a los conocimientos y a los derechos de propiedad intelectual de las comunidades indígenas, a sus creencias religiosas y tecnológicas, a sus lugares sagrados, a sus estructuras sociales, a la fauna, a los ecosistemas, a sus economías y derechos básicos, reduciéndolos simplemente a otro producto de consumo agotable (Pera y McLaren 2003).

PUEBLOS ORIGINARIOS Y TURISMO, LA DIMENSIÓN AMERICANA

Los ejemplos son muchos y hacer una breve síntesis de los mismos permite observar en que consiste este enfrentamiento. Para ello se comenzará con Canadá, donde los pueblos indígenas resistieron a que sus tierras sirvieran para el desarrollo de grandes complejos turísticos que alojarían los juegos Olímpicos de invierno del año 2001. En la provincia de Columbia Británica la crisis de la pesca y el sector forestal ha llevado a los inversionistas a poner los ojos en las tierras de las reservas indígenas, legitimadas por una decisión de la corte en 1997 (Klein 2003).

En Estados Unidos de América se confinó a lo que quedó de los restos originarios en reservas, a las que se terminó de contaminar con casinos, generando una buena renta a los pobladores que están ya envueltos en drogas, alcohol y una pérdida acentuada de su verdadera identidad. De las 562 "tribus" o pueblos reconocidos federalmente, 224 tienen operaciones en el mercado del juego; y las ganancias de estos casinos han pasado, de 200 millones en 1988, a 22.000 millones en el 2007 (Vega 2007).

Los temas de conflicto son muy variados en México, pero se destaca el caso de Chiapas donde actualmente se encuentra el grupo armado del Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN), encabezado por el sub-comandante Marcos y donde los grandes atractivos turísticos se encuentran en tierras de los mayas. Desde el año 2003 el Grupo Alquimia negoció y obtuvo la ribera interior del río Santo Domingo para construir un centro turístico, el mismo es parte de Xcaret, el mayor parque temático del país. Los proyectos de Espacios Naturales y Desarrollo Sustentable A.C. en las estaciones de Chapul, Jalisco y Tzendales, Chiapas -con la amigable participación de Ford Motor Company, con la venia de las autoridades federales y el respaldo del World Wildlife Fund (WWF) y el Instituto de Historia Natural y Ecología- desataron una ofensiva desde el 2001 para sacar a pueblos tzotziles, tzeltales y choles ubicados en los Montes Azules, con el objeto de garantizar la conservación de la reserva (Bellinghausen 2003).

Desde 2005 se están desarrollando en Chiapas 52 proyectos "ecoturísticos" en medio de la militarización, la represión y la rebelión de las comunidades mayas bajo el lema del promotor, el Banco Mundial, que el ecoturismo es la mejor manera de preservar las culturas y las riquezas culturales. También participa su aliada interna, la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (Bellinghausen 2005). En el otro extremo se encuentra Cancún, ciudad turística con más de 800.000 habitantes que, según un estudio reciente, concentra la mayor cantidad de pueblos indígenas medida por las leguas que se hablan en el país. Esta es la otra cara del turismo - pueblos originarios, el impacto indirecto por las migraciones y expulsiones que terminan en el mismo problema: marginación y pobreza (Chávez 2008).

La Corte Suprema de Belice reconoció en 2007 el derecho de los pueblos mayas a mantener las tierras que históricamente había poseído. Hacía casi dos décadas que habían sido despojados de más de 500,000 acres para entregarlas a compañías extranjeras y este triunfo de la reivindicación llevó al caso más violento de Centro América, el de los garífonas. En 1992 el gobierno de Honduras emitió la Ley para la Modernización y Desarrollo del Sector Agrícola con el objeto de favorecer la inversión privada, principalmente extranjera. Esto llevó a que los garífonas sin títulos definitivos y sobre tierras de gran valor para la industria del turismo fueran acosados y se pretendió expulsarlos. Entre 1993 y 1995 se les dieron a los garífonas catorce títulos definitivos reduciendo drásticamente sus tierras, incluso los terrenos de sus casas en los pueblos. Por ser de interés turístico serían propiedad del Estado el que estaba autorizado a venderlos haciendo que siga la lucha donde se dan algunos títulos pero limitados para vender las áreas costeras principalmente a los inversionistas norteamericanos.

En Panamá, los kunas son un ejemplo de resistencia al turismo desde hace medio siglo ya que W. D. Barton construyó en 1965 el hotel "Islandia" incendiado por los Kunas en 1969. A su vez, Tom Moody mantuvo la isla Pidertupu para el uso turístico hasta su expulsión por los Kunas en 1981. En 1995, el Congreso General Kuna emitió una resolución que prohibía cualquier proyecto turístico en la zona Kuna, específicamente entre Colón y Kuna Yala. En 1997 se negaron a la construcción de una base naval en su territorio para la lucha contra el narcotráfico, pero la lucha es desigual y los Kunas debieron firmar acuerdos con el gobierno para recibir turistas que, aunque no duerman en las islas, realizan toda la actividad en ese territorio (Turismo Kuna Yala 2006).

Los problemas son similares en América del Sur, aunque a diferente escala, siendo la zona más conflictiva la gran cuenca del Amazonas que comparten Perú, Brasil, Ecuador, Colombia y Venezuela. Es en esta última donde hay cerca de dieciocho pueblos originarios donde el turismo pretende competir por el saqueo de las riquezas con la minería y el sector forestal. Allí la resistencia está a cargo de la Organización Regional de Pueblos Indígenas de Amazonia (ORPIA) ante el avance de la empresa italiana de turismo de aventura, Macite, que realiza expediciones guiadas con turistas a los pueblos yanomanis. Esto está prohibido porque se violarían, entre otros, el derecho a la salud ya que aumenta el riesgo de nuevas enfermedades y epidemias (Veredas 2004).

En el caso de Chile, la resistencia del pueblo mapuche ha sido muy difícil y su batalla por recuperar tierras y recursos naturales va más allá de los bosques. Con la llegada del turismo fueron ocupadas sus tierras, principalmente en la ribera de los lagos Villarrica, Licanray, Pucón y Valdivia. Ahora se enfrentan en las riberas del lago Lleu-Lleu con empresarios que mantienen guardias paramilitares para enfrentarlos y mantener sus posesiones (Muñoz 2005).

En Argentina -donde se ha construido una falsa imagen que no existen pueblos originarios- hay grandes enfrentamientos tanto en el norte como en el sur del país, incluso en lugares muy modernizados como es el caso de los mapuches de Los Toldos, provincia de Buenos Aires. Verónica Azpiroz Cleñan, de la Organización Mapuche Epu Bafkeh, se refirió en una entrevista al  único enclave mapuche en la provincia de Buenos Aires, a la recuperación de las tierras de lugares ceremoniales, a la memoria y, en general, el reposicionar a su pueblo en la geografía de la realidad del país (Scandizzo 2008). La experiencia turística está manejada por la gente de la comunidad; hay un Circuito del Indio que sale del pueblo y pasa por la Casa de la Cultura Mapuche y, de allí, a la Laguna la Azotea -un rehue, es decir, un lugar sagrado por ser el primer asentamiento del cacique Coliqueo y lugar donde estaban sus muertos-. El último sitio a visitar es La Olla, la cual es una depresión natural que se sostiene posee una energía muy especial y que además sirvió a los guerreros como zona de ocultamiento en su lucha por su tierra. Ambos lugares son verdaderos íconos en la cultura y la tradición de este pueblo (César y Arnaiz 2006).

PUEBLOS ORIGINARIOS, LA DISPUTA INTERNA

Pero el problema sobre que hacer frente al turismo está al interior de los diferentes pueblos, que se hallan divididos en dos grandes grupos: los que promueven el turismo bajo su control para evitar los grandes impactos, y los que se asocian a organizaciones internacionales y venden la imagen más ideológica del ecoturismo, la naturaleza sin la gente que fue su constructora y transformadora. Alguna de las principales reuniones y declaraciones que muestran esta compleja situación es la que desarrollaremos a continuación, comenzando con las que están a favor de desarrollo del turismo siguiendo los modelos internacionales del ecoturismo y con apoyo de organizaciones nacionales e internacionales.

Declaración de Otávalo: Deriva de una reunión organizada por el Ministerio de Turismo de Ecuador la que se denominó "Alianza entre estado, empresas y comunidad", con la presencia de representantes oficiales incluida la Organización Internacional del Trabajo (OIT). La reunión fue oficial y orientada a apoyar el desarrollo del turismo en los pueblos originarios, donde si bien ayudan a la empresa comunitaria, con apoyo del Estado y los empresarios, dentro del marco del Convenio 169 de la OIT, que se ratificó en Otávalo.

Declaración de Lima: Esta declaración se dio en el marco de la Conferencia Regional Andina de Ecoturismo realizada en Lima, Perú, en febrero del 2002. Se desarrolló en el marco de la Cumbre de Ecoturismo de Québec, Canadá, de mayo del 2002 y cuyo objetivo fue generar una postura al respecto. El marco de esta declaración es la de Otávalo y la de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, de enero del 2002 -reunión de presidentes para lograr una asociación entre estos países andinos para el libre comercio-. En ésta se alienta a las comunidades indígenas para que voluntariamente se conviertan en actores principales del ecoturismo, al que definen como el viaje responsable para conservar el ambiente, valorar la cultura y apoyar el desarrollo sostenible de las poblaciones locales, generando un mínimo impacto negativo.

Declaración de Québec sobre Ecoturismo: En el 2002, decretado como el Año del Ecoturismo por la ONU, se organizó la cumbre mundial sobre el tema liderada por las grandes organizaciones internacionales de conservación, principales responsables de la pobreza y marginación de los pueblos originarios en Asia y África y algo menos en América Latina. El ecoturismo es planteado de una forma muy particular, evitando la visión holística e integral hombre naturaleza. Sus características son cuatro:

- Contribuye activamente a la conservación del patrimonio natural y cultural.
- Incluye a las localidades locales e indígenas  en su planificación, desarrollo y explotación y contribuye a su bienestar.
- Interpreta el patrimonio natural y cultural para los visitantes (¿a través de que visión?).

- Se presta mejor para los viajeros independientes así como para los circuitos para grupos reducidos (exploradores y cazadores de fantasía, que les hacen vivir una realidad que no se imaginaban, (¿incluye también la miseria?).

Esta visión empresarial repite el error histórico de los sesenta, pensar en el turismo como herramienta de desarrollo y no ponerle el nombre real que es un instrumento para introducir pueblos a la economía de mercado y, con ello, al consumismo.

Foro Internacional Indígena de Turismo: Se realizó en Oaxaca, México, el mismo año que el de Québec, y fue su respuesta más contundente y efectiva, lo cual aparece en la declaración al sostener que: ... Los indígenas no somos objeto de desarrollo turístico. Somos sujetos activos con derechos y responsabilidades a nuestros territorios y al proceso de planificación turística, implementación y evaluación de lo que suceda en ellos. Eso significa que somos responsables de defender las tierras y comunidades indígenas de los programas de desarrollo impuestos por gobiernos, agencias de desarrollo, corporaciones privadas, ONG's y especialistas... Junto a esta afirmación hay otras tan claras, que no dejan dudas que ya se termino el ciclo de los "engaños", y estos hechos son los que han llevado a rechazar el festejo del año internacional de ecoturismo porque:

- Somos el experimento para la degradación ecológica y la erosión cultural.
- Esto asociado al desarrollo del turismo bajo la influencia de la globalización.
- Así el capitalismo global pretende beneficiarse más a partir de turismo bajo la retórica del "desarrollo sustentable".
- El ecoturismo no toma en consideración a las comunidades indígenas, sólo a las tierras.

- Les interesa el conocimiento en relación con la biodiversidad, que a su vez se la pretende apropiar.

Esta Declaración es un parte-aguas frente a la manipulación de muchas comunidades que, presionadas por agentes del Estado o tentadas por los dineros fáciles de las ONG, se han dejado manejar.

Pronunciamiento de la Asociación Kuelap: En el año 2004, en Lamed, provincia de Luya, en el Amazonas Peruano, se llevó a cabo un encuentro internacional que tenía como antecedente uno anterior del año 2001, el cual reunió a comunidades y expertos de Brasil, Perú, Argentina, Ecuador e invitados de Alemania. El tema era el mismo que el de la reunión anterior: evitar el despojo de las comunidades indígenas de sus tierras colindantes con antiguas ciudades indígenas, que habían sido dadas en concesión. La lucha es en defensa de los derechos humanos y de estos pueblos, para evitar que se transformen en peones en su propia tierra y que con la mercantilización de estas comunidades, las mismas se vean obligadas a aceptar todas las negociaciones que pretenderán imponer los concesionarios. Esta es una bandera de lucha en América del Sur contra el proceso de concesiones del patrimonio de los pueblos indígenas algo que ha llegado a Machu Picchu, con el concerniente impacto y la posibilidad de la pérdida de la distinción de la UNESCO de Patrimonio de la Humanidad.

Posición de NAyA frente al turismo en pueblos indígenas: Este es un proyecto de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Argentina, luego transformado en Noticias de Antropología y Arqueología (NAyA), que con más de una década de existencia ha realizado diversos eventos vinculados a los tema sociales y, muy especialmente, de los pueblos indígenas. Por ello es que su posición -en base a los diferentes estudios, congresos y talleres realizados- sintetiza una visión muy significativa de expertos y actores locales respeto al turismo en los pueblos indígenas y éstos son sus puntos de vista:

- Que el turismo no sea una nueva colonización de pueblos indígenas y mestizos.
- Que no se compren rituales y se manipule la idea de patrimonio con criterios arbitrarios y exclusión.
- Que no sea un consumo suntuario de exotismo para ricos coleccionistas de experiencias alternativas.
- El patrimonio cultural es vivo y en movimiento.

- Los saberes y conocimientos así como otras áreas de la cultura no deben ser cotizados.

CONCLUSIONES

El geógrafo William Denevan hace referencia al "mito de lo prístino", creencia falsa que sostiene que América antes de la llegada de los españoles estaba prácticamente intacta, es decir, no contaminada por el hombre (Mann 2006). Esta concepción, totalmente falsa, está en la base de la Ley de la Naturaleza de los Estados Unidos de 1964, que constituye uno de los documentos fundacionales del movimiento ecológico global. Este error hecho ley es lo que ha llevado a los activistas verdes a buscar el restablecimiento del estado de antaño, considerado como natural, una tarea que la sociedad está moralmente obligada a emprender (Mann 2006). Esta idea sostenida por la primera potencia del mundo moderno coincide con lo que Fray Bartolomé de las Casas escribió a mediados del siglo XVI en la apologética Historia Sumaria, en la que sostenía que " ...los indios eran seres naturales que habitaban apacibles como vacas en el paraíso terrenal".

Un solo ejemplo desmorona todo este andamiaje falso. El nivel de desarrollo logrado en América precolombina se puede sintetizar en el uso del cero -uno de los mayores logros de la humanidad y base de las matemáticas y ciencias en general- que se encontró en América en un bajorrelieve maya del año 375, mientras que en Europa recién aparece en el siglo XII. Alan L. Kolata, arqueólogo de la Universidad de Chicago, realizó excavaciones en Teotihuanaco y sus alrededores encontrando que para el año 1000 la ciudad tenía unos 115.000 habitantes -con una periferia de 250.000 habitantes- una cifra que París, la ciudad más grande en un futuro, debió lograr recién cinco siglo después, para el año 1500. El territorio maya, una colección de unas sesenta ciudades y reinos formaba una compleja red de alianzas y de enfrentamientos tan enmarañada como la Alemania del siglo XVII, fue sede de una de las culturas intelectualmente más sofisticadas del mundo (Mann 2006).

Los ejemplos son muchos y los estudios recientes hacen referencia a que la población de la América anterior a 1492 era mucho mayor que la de la Europa de la conquista. Por ello, lo del paraíso o la naturaleza prístina es más un deseo que una realidad, una justificación más que una fundamentación. Señalar que la gente viaja para conocer la naturaleza prístina es una falsedad desde el comienzo, ya que una cosa es la naturaleza exuberante y la otra prístina, o sea, inalterada desde los comienzos. La naturaleza que hoy se observa en nuestra América es, en gran parte de sus áreas, una construcción social ya que el hombre en diferentes épocas la ha alterado, cambiado acorde a sus requerimientos y el choque con el mundo europeo fue de más impacto que muchas bombas atómicas, no sólo por las especies que trajeron sino por lo que ellos mismos tenían de enfermedades que fueron creadoras de grandes pestes en este continente. 

Creer que llegar a zonas protegidas es encontrar la naturaleza prístina disociada de los pueblos que viven dentro de ellas es el primer error que fomentó el denominado ecoturismo, un modelo creado por los re-colonizadores y sus organismos trasnacionales no bélicas -las ONG- para reconquistar los pueblos aún no integrados generando una perspectiva ideológica y no realista. Esta realidad se comienza a reconocer, incluso, en los organismos internacionales; como los estudios que han realizado la OIT y la UNESCO en los que el ecoturismo está siendo revisado en base a ejemplos concretos como son el caso de la isla Galápagos, en Ecuador, con la sobrecarga de visitantes y Machu Picchu, en Perú, por causas similares, las cuales han generado una crisis ambiental y social en estas áreas turísticas (Maldonado 2006).

Las selvas de América al igual que los grandes bosques existen porque allí hay pueblos que conviven con esta realidad a la que están muy ligados, de allí que ver la naturaleza sin los pueblos no sólo es una visión falsa, sino es antiética, porque no se toma en cuenta a los que viven y sostienen la misma. Así es que el conocimiento del entorno natural es una institución que se hereda y se trasmite, que se actualiza permanentemente en sus contenidos simbólicos y sus experiencias milenarias; y así el conocimiento de estos pueblos se vincula con la totalidad, siendo una cosmovisión compleja, sin posibilidad de simplificar. Para algunos autores, como Morales, el turismo contiene en sí una determinada opción política, moral y estética de carácter comunitario en una dinámica de regeneración de sentidos permanente entre lo antiguo y lo nuevo, entre los nómadas  nuevos y las viejas culturas (Morales 2006).

La búsqueda de naturaleza es como la del paraíso perdido; en los países desarrollados ya no existe la abundancia ni la diversidad, por ello sus habitantes vienen a estos países a verla pero con la imagen falsa que es una especie de milagro por lo que la misma existe. Sin embargo, el ecoturismo se ha intentado adaptar en algunos aspectos, pero no en su objetivo de crear nuevas reservas o lugares donde practicar esta observación como nuevos parques temáticos, como nuevos museos vivos o zoológicos donde todo bajo control.

¿Ecoturismo o turismo cultural? No cabe duda que es el último, los pueblos y su cultura, que en este caso tienen como eje la relación directa y especial con la naturaleza de la cual se mantienen y mantienen.

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Recibido el 05 de mayo de 2008
Correcciones recibidas el 26 de junio de 2008
Aceptado el 27 de Junio de 2008

Arbitrado anónimamente

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