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Análisis filosófico

versión On-line ISSN 1851-9636

Anal. filos. vol.23 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires mayo 2003

 

RESEÑAS

Manuel Liz. La vida mental de algunos trozos de materia. Teorías de la sobreveniencia. Salamanca. Edición Asociación Cultural Factótum; Colección Tropos, 2001 (185 páginas)

Este libro de Manuel Liz trata un tema sin duda taquillero en la filosofía de la mente de las décadas de 1980 y el 1990: la sobreveniencia (o superveniencia) de lo mental. El espíritu que anima a Liz en su obra -en coincidencia con el espíritu que anima las discusiones contemporáneas sobre estos temas- es el naturalista, de acuerdo con el cual la ciencia física es "ontológicamente importante", sin ser la "clave de todos los secretos" (Introd., pp. 3 y 4). De la relación entre fisicalismo, materialismo, naturalismo y superveniencia Liz da cuenta en el capítulo 6.
En el primer capítulo se recorre brevemente el espacio lógico de las posibles respuestas al problema mente-cuerpo: distintos tipos de monismos y dualismos son considerados. En el capítulo 2 se hace una breve historia de la noción de superveniencia y se recuerdan las intuiciones filosóficas que motivaron su introducción en las discusiones en torno del problema mente-cuerpo. El capítulo 3 hace un exhaustivo repaso de las diversas nociones de superveniencia que se han desarrollado en los últimos 25 años: particularmente las de Kim, Haugeland, Lewis, Hellman y Thompson, Horgan y Post. La conclusión a la que llega Liz es que el concepto de superveniencia es como una navaja suiza, útil para múltiples propósitos, algunos de los cuales todavía no han sido explorados, y cuyo desarrollo Liz promete para el capítulo 6.
Los capítulos 4 y 5 se ocupan de dos problemas estrechamente relacionados con la noción de superveniencia en las discusiones contemporáneas: el problema de la reducción y el de la causación mental, respectivamente. La conclusión del capítulo 4 se expresa en una disyunción: o bien se apuesta a conservar una noción puramente metafísica de superveniencia, para lo que hay que adoptar la superveniencia fuerte de Kim y con ella la reducción, o bien se adopta una noción de superveniencia, más débil y local, pero se introducen en esta relación elementos epistémicos. Con respecto al problema de la eficacia causal de lo mental, Liz argumenta que lo mental no puede resultar causalmente inerte, dado el hecho de que es explicativamente imprescindible. Nuevamente Liz se inclina por razones epistémicas para resolver los problemas que rodean a la noción de superveniencia.
De modo coherente con las conclusiones parciales a las que arribó en capítulos anteriores, Liz critica en el último capítulo dos supuestos que desenmascara en las discusiones acerca de la superveniencia de lo mental: el supuesto fundamentalista, de acuerdo con el cual "toda la realidad está determinada por, o es dependiente de, una parte suya propia absolutamente básica y constituida de una vez por todas: la realidad microfísica", y el supuesto de la independencia epistémica que afirma que, "aunque sea en términos muy generales, es posible especificar estas relaciones de determinación, o dependencia, respecto de la realidad microfísica sin mencionar ningún componente epistémico" (p. 155).
Partiendo de un rechazo de estos dos supuestos, Liz desarrolla una noción de superveniencia "epistemologizada". Básicamente, consiste en concebir a la superveniencia como una relación entre clases de predicados (no de propiedades, como suele hacerse), y distinguir entre diferentes tipos de criterios de atribución de predicados, criterios autorizadores y garantizadores. La idea nuclear de la nueva relación de superveniencia es la siguiente: "Si A sobreviene a B, entonces (1) los predicados de B se aplican con criterios al menos tan garantizadores como los predicados de A, y (2) existe alguna función sobreyectiva establecida entre ciertas clases de predicados de B y ciertas clases de predicados de A que refleja la manera peculiar como se conectan entre sí las aplicaciones de los predicados de A y de B" (p. 159). A partir de esta noción nuclear se desarrollan varias nociones específicas, sobreveniencia total, parcial, global, elemento a elemento y singular.
Finalmente, con respecto a las nociones de fisicalismo, materialismo y naturalismo, Liz pretende trazar ciertas distinciones que resultan a mi entender interesantes, pero un tanto oscuras. Propone las siguientes definiciones: "X es material syss X es un objeto macroscópico ordinario o X interactúa causalmente con algún objeto macroscópico ordinario" y" X es físico syss es un objeto básico mencionado por la física o X es un objeto construible lógica o matemáticamente a partir de objetos básicos mencionados por la física" (p. 169). A partir de estas definiciones propone caracterizar las tesis del materialismo y del fisicalismo como aquellas doctrinas que sostienen que todo es identificable con, o reducible a (en su versión fuerte) o bien todo está determinado por o es dependiente de o sobreviene a (en su versión débil), lo material y lo físico, respectivamente (p.168). Finalmente, el naturalismo es caracterizado como "la doctrina de que todo está determinado por, es dependiente de o sobreviene a, algo material y en último término a algo físico" (p. 171). La propuesta de Liz es defender una posición naturalista, donde la noción de superveniencia epistemologizada que él propone cumpla el rol de cemento del universo, y donde lo natural (todo lo que hay) sea superveniente (en su sentido) de lo material, y ello a su vez de lo físico. (Tal vez estoy poniendo más de lo que hay en el libro. Liz sostiene que estas definiciones "dejan pendiente" cuál de las nociones de superveniencia es la correcta, pero también sugiere que las tradicionales -no epistemologizadas- son inadecuadas, en tanto que la suya encajaría, p. 172.)
Las dificultades que surgen de esta propuesta son, a mi entender, varias. Por un lado, no está claro si la ciencia física a la que se apela es la actual, o es, como suele entenderse, la física ideal (si la hubiera). Es claro que este problema resulta acuciante para un metafísico, pero tal vez no para Liz, que con su talante epistemologizante probablemente se conforme en cada ocasión con lo que la física del momento afirme que hay. Sin embargo, atender a esta distinción resulta importante, a mi juicio, porque la "pintura del mundo" que surge en uno y otro caso puede ser muy diferente. Por otra parte, parece indispensable preguntarse cómo se conectan las definiciones propuestas por Liz con las caracterizaciones de las diversas tesis que ofrece. La dificultad que quisiera plantear se origina en el hecho de que las definiciones de lo material y lo físico se proponen en términos de la caracterización de objeto material y físico, en tanto que las tres tesis que Liz desea precisar se plantean en términos de relaciones entre propiedades (o predicados). Sin embargo, no es nada claro que deba sostenerse que todas las propiedades de objetos físicos deban ser propiedades físicas, ni que todas las propiedades de objetos materiales deban ser ellas mismas materiales. Tampoco es claro por qué Liz considera que las relaciones que pueden constituir objetos físicos complejos a partir de los simples deban ser relaciones exclusivamente lógico-matemáticas. Parece plausible sostener que hay relaciones nómicas involucradas en estas combinaciones mereológicas de objetos físicos y sostener lo contrario requeriría, a mi juicio, algún tipo de argumentación. Finalmente, dada la caracterización de superveniencia epistemologizada que Liz propone, la relación entre las propiedades (o más precisamente predicados) de las familias subveniente y superveniente es conceptual. Sin embargo, tal vez sea demasiado pedir que el cemento sincrónico del universo tenga fuerza modal conceptual, al fin y al cabo las leyes diacrónicas no tienen tal fuerza modal. En cualquier caso, defender este punto de vista requeriría, a mi entender, una argumentación adicional.
Quisiera destacar, para concluir, el valor que este libro tiene para la filosofía analítica hispanoamericana, por tratarse de una de las pocas contribuciones en nuestro idioma a la discusión de temas tan actuales e importantes.

(Diana Pérez)

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