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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.16 no.1 Bernal jun. 2012

 

ARTÍCULOS

Redes transnacionales, antiperonismo y Guerra Fría: Los orígenes de la Asociación Argentina por la Libertad de la Cultura1

 

Jorge Nállim

University of Manitoba

Fecha de recepción del original: 09/08/2010
Fecha de aceptación del original: 05/10/2010

 


Resumen

El artículo explora los procesos locales y transnacionales que llevaron a la creación de la Asociación Argentina por la Libertad de la Cultura en diciembre de 1955. La Asociación era la filial del Congreso por la Libertad de la Cultura, fundado en 1950 en Berlín como parte de la estrategia cultural estadounidense durante la Guerra Fría. Basado en el análisis de un amplio espectro de publicaciones e instituciones, el texto rastrea la densa red de relaciones personales, institucionales, ideológicas y políticas entre los intelectuales antiperonistas argentinos y entre ellos y sus colegas extranjeros que llevaron a la fundación de la Asociación. Estas relaciones, desarrolladas desde la década de 1930 y profundizadas por la experiencia peronista y la Guerra Fría, fueron facilitadas por trayectorias y temáticas comunes tales como la defensa de la libertad política y cultural y de la superioridad del mundo occidental, el antifascismo y el anticomunismo. El análisis, parte de un proyecto más amplio en curso, sienta las bases para el estudio futuro de la historia de la Asociación y de las redes intelectuales anticomunistas en América Latina durante la Guerra Fría.

Palabras clave: Antifascismo; Antiperonismo; Anticomunismo; Guerra Fría; Intelectuales

Transnational networks, anti-Peronism and Cold War: the origins of the Asociación Argentina por la Libertad de la Cultura

Abstract

This article explores the local and transnational processes that resulted in the creation of the Asociación Argentina por la Libertad de la Cultura in December, 1955. The Asociación was a branch of the Congress for Cultural Freedom, which was created in Berlin in 1950 as part of the American cultural strategy during the Cold War. Based on the analysis of a broad group of publications and institutions, the text traces the dense network of personal, institutional, ideological and political relations among the anti-Peronist Argentine intellectuals and between them and their European colleagues that led to the creation of the Asociación. Those relations, developed since the 1930s and deepened by the Peronist experience and the Cold War, were facilitated by common trajectories and themes such as the defense of political and cultural freedom and the superiority of the Western world, anti-fascism, and anti-communism. The analysis, part of a larger ongoing project, also sets the basis for future studies on the history of both the Asociación and anti-communist intellectual networks in Latin America during the Cold War.

Keywords: Anti-fascism; Anti-Peronism; Anti-communism; Cold War; Intellectuals


 

Tres meses después del derrocamiento del gobierno de Juan Perón, un grupo de prominentes intelectuales y políticos se reunió el 19 de diciembre de 1955 en Buenos Aires para fundar la Asociación Argentina por la Libertad de la Cultura (AALC), la filial local del Congreso por la Libertad de la Cultura (CLC). El Congreso era una asociación anticomunista de intelectuales creado en Berlín en 1950 como parte de la estrategia estadounidense en la Guerra Fría. En el acto inaugural, el intelectual y dirigente socialista Juan A. Solari identificó a los miembros de la nueva Asociación como "hombres y mujeres de todos los horizontes intelectuales y aun políticos, unidos por su lealtad a los principios democráticos" quienes, después de haber sufrido persecución bajo la "dictadura" de Perón y su política cultural, se agrupaban ahora para luchar "por la libertad de la cultura... como medio y forma para asegurar la cultura de la libertad". A continuación de Solari, su colega, amigo y prestigioso educador y escritor, Roberto Giusti, enfatizó la urgencia de dicha tarea porque los estados y las ideas totalitarias no estaban muertos y "el dirigismo invade todas las esferas, excediendo, y con mucho, la económica".2
Lejos de ser otra mera celebración de los intelectuales antiperonistas, esta reunión es significativa en tanto indica la convergencia de dos procesos que animaron la fundación de la AALC y que constituyen los ejes de este artículo. En el plano local, esta institución es la culminación de los sólidos lazos personales, institucionales e ideológicos que sus miembros habían desarrollado desde la década de 1930 a través de su participación en círculos antifascistas y antiperonistas. Al mismo tiempo, la AALC indica la existencia de redes internacionales más amplias, basadas en los fuertes vínculos entre los intelectuales argentinos de la AALC y los que integraban el CLC establecidos desde los años treinta y reforzados durante los años peronistas. Dichos vínculos pueden rastrearse en la presencia de los intelectuales afiliados al CLC en las páginas de las empresas culturales creadas por los intelectuales argentinos, la defensa del CLC de sus colegas argentinos frente a la represión del gobierno en 1953-1955 y la participación de colaboraciones de los intelectuales argentinos en las páginas de su revista en español para América Latina, Cuadernos por la Libertad de la Cultura.
Al considerar estos temas, este artículo recoge el llamado de Gilbert Joseph sobre la necesidad de revisar la ubicación de América Latina dentro del marco de la Guerra Fría, estudiando las complejas áreas de encuentro cultural entre la región y los Estados Unidos en las cuales los proyectos hegemónicos del Norte eran apropiados, transformados y resignificados por los actores latinoamericanos.3 Desde esta perspectiva, el texto aporta así un contexto más amplio a la historia de los grupos en discusión, tanto a los trabajos académicos sobre los intelectuales argentinos y sus luchas durante el peronismo4 como a los estudios sobre el CLC, que en su gran mayoría se enfocan en su relación con la Guerra Fría estadounidense y las discusiones intelectuales en Europa pero no consideran la historia específica de sus filiales latinoamericanas.5 Los escasos trabajos dedicados a las ideas expresadas en Cuadernos y otras publicaciones latinoamericanas relacionadas con el Congreso en la década de 19606 no proveen un análisis detallado de las redes sociales e intelectuales más amplias detrás de estas y otras publicaciones, y en general descartan al Congreso en América Latina como poco más que una institución que sirvió de frente al imperialismo estadounidense.7 De esta manera, el proceso de surgimiento de la AALC no sólo es un lugar privilegiado para estudiar las áreas de coincidencia y las relaciones entre el antiperonismo local de los miembros de la AALC y el anticomunismo internacional del CLC, sino que también sienta las bases para reconstruir su historia olvidada y relacionarla con emprendimientos similares en América Latina.
Metodológicamente, el artículo se basa en una nueva lectura y análisis de Cuadernos y de un arco de publicaciones e instituciones que reunieron a los intelectuales antiperonistas que participarían de la fundación de la AALC. La identificación de los miembros y las ideas de estas
distintas empresas culturales y su ubicación dentro del marco historiográfico del antifascismo, el antiperonismo y la dimensión cultural de la Guerra Fría permiten reconstruir el desarrollo de los vínculos locales e internacionales a nivel personal e institucional que conformaron un espacio político-ideológico compartido. Dicha reconstrucción no significa no reconocer la existencia de diferencias, tensiones y rupturas, dada la diversidad de los grupos que convergieron en el antifascismo y el antiperonismo. Además, las revistas y similares empresas culturales son creaciones complejas y diversas que incluyen una diversidad de actores, posiciones y tendencias, factores que se potencian al considerar una variedad de publicaciones con sus peculiaridades. Por otra parte, teniendo en cuenta esas complejidades y siguiendo los ya clásicos aportes de Raymond Williams sobre el análisis de grupos culturales, es posible discernir a través de sus páginas e ideas un "ethos", un "cuerpo común de práctica" y unas "estructuras de sentimientos" comunes que permiten hablar de convergencias y coincidencias dentro de esa diversidad.8
El Congreso por la Libertad de la Cultura (Congress for Cultural Freedom) es un producto de la influencia de la Guerra Fría en el ámbito cultural. Apoyado por los Estados Unidos y financiado a través de un consorcio de fundaciones y donantes privados y, secretamente, por la CIA, el Congreso reunió a un grupo de prestigiosos intelectuales estadounidenses y europeos que incluía tanto a liberales como a antiguos comunistas e izquierdistas desilusionados con la Unión Soviética de Stalin. El CLC se fundó en una reunión de más de cien delegados en Berlín en junio de 1950, con el objetivo esencial de oponerse a las empresas culturales y a la propaganda internacional del comunismo soviético. El "Manifiesto a los Hombres Libres" aprobado en la reunión declaraba "la libertad de opinión" como "uno de los derechos inalienables del hombre", llamaba a rechazar las restricciones a la libertad que pudieran degenerar en "tiranía permanente" y comprometía a los miembros del Congreso a luchar contra los "regímenes totalitarios" que amenazaban la libertad, la democracia y la paz. La reunión de Berlín culminó con la elección de las autoridades de la nueva institución. Jacques Maritain, Salvador de Madariaga, Benedetto Croce y Bertrand Russell fueron elegidos como presidentes honorarios, mientras que el Comité Ejecutivo, presidido por Denis de Rougemont, incluía a figuras tales como Nicolas Nabokov, Raymond Aron, Nicola Chiaramonte, Ignazio Silone y Stephen Spender.9
Proclamando no estar "ligado a ningún gobierno o partido político", en los siguientes años el CLC expandió sus actividades y organizó y financió reuniones internacionales, exhibiciones artísticas y actividades culturales relacionadas con su objetivo de defender "la libertad de la cultura" y sus elementos fundamentales, "el pensamiento creador y crítico". Asimismo, estableció filiales en los Estados Unidos, India, Japón y Australia y países de Europa occidental, al mismo tiempo que financiaba revistas en distintos países e idiomas. Más allá de las ideas comunes relacionadas con la defensa de la libertad y la denuncia del totalitarismo –definido esencialmente por el comunismo soviético–, la historia del Congreso en las décadas de 1950 y 1960 se desarrolló en varias etapas y estuvo cruzada por conflictos internos, sobre todo entre europeos y estadounidenses. Eventualmente, su reputación y actividades sufrieron un daño irreparable cuando una serie de artículos publicados en el New York Times en 1966 revelaron la
participación de la cia en su funcionamiento y determinaron el cese de sus actividades en 1967 y su reemplazo por la Asociación Internacional por la Libertad de la Cultura, que finalizaría sus actividades en 1979.10
La filial argentina fue el resultado de un doble proceso. A nivel internacional, fue parte de la estrategia del CLC para ampliar su influencia en América Latina, iniciada en 1953 cuando fundó Cuadernos, la revista en español con sede en París dirigida por un ex comunista español, Julián Gorkin (nacido Julián Gómez), que llevó el mensaje del Congreso a los intelectuales latinoamericanos. En el mismo año, Gorkin comenzó sus frecuentes viajes hacia la región para promover el Congreso y sus actividades y la creación de grupos afiliados en distintos países. En este contexto, Gorkin viajó a Buenos Aires en diciembre de 1955 donde, además de presidir el acto de fundación de la AALC, pronunció una serie de conferencias para la Comisión de Cultura del Partido Socialista, la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y el Colegio de Estudios Superiores (CLES), una institución de educación superior con sede en Buenos Aires y filiales provinciales y que funcionaba como una especie de universidad paralela desde su fundación en 1931.11
A nivel local, la fundación de la AALC consolidó lazos institucionales, personales e ideológicos que vinculaban a sus autoridades y miembros fundadores en circuitos políticos y culturales desde la década de 1930, lo que se puede ver con claridad en la tabla que aparece en el apéndice. La nueva asociación incluía a prestigiosos escritores relacionados con la revista Sur –Victoria Ocampo, Jorge Luis Borges, Eduardo Mallea y Guillermo de Torre–, que desde su fundación en 1931 se había convertido en uno de los espacios culturales más importantes en la Argentina para escritores locales y extranjeros.12 Además de personalidades como Bernardo Houssay, ganador del Premio Nobel de Medicina en 1947, la lista también incluía a destacados políticos e intelectuales socialistas, tales como Alfredo Palacios (presidente honorario de la aalc), Juan A. Solari, Nicolás Repetto, Américo Ghioldi, el historiador José Luis Romero y su hermano, Francisco, filósofo de renombre nacional e internacional.13 La tabla revela la red de relaciones personales e institucionales que conectaban a estos individuos y grupos desde la década de 1930, a través de instituciones tales como la sade y el cles.14 Lo mismo sucedía con dos espacios pro-Aliados y antifascistas creados en 1940-1943, el semanario Argentina Libre y la organización Acción Argentina, y con empresas y revistas culturales fundadas en 1946-1955
que agruparon a opositores al gobierno peronista, tales como Liberalis, Realidad y la Asociación Cultural para Defensa y Superación de Mayo (ASCUA).15
Este mapa social e intelectual remite a la historia de polarización ideológica y política que llevó a estos grupos y personas a fundar la aalc, que tiene dos momentos clave. El primero abarca los años entre los golpes militares de septiembre de 1930 y junio de 1943, en un contexto de crisis política, progresivamente desarrollada bajo las administraciones de la coalición conservadora de la Concordancia en 1932-1943,16 y de mayor visibilidad de ideologías y grupos antiliberales, nacionalistas y de derecha en el escenario político argentino.17 Los círculos antifascistas liberales que convergerían luego en la AALC se desarrollaron con fuerza en este ambiente. El antifascismo liberal influyó a los principales partidos de oposición a la Concor­dancia –radicales, socialistas, demócrata progresistas y, durante algunos períodos, comunistas–, instituciones culturales tales como Sur, la sade y el cles y grupos y publicaciones pro­Aliados como Argentina Libre y Acción Argentina. El antifascismo creció bajo tres procesos: la influencia del antifascismo europeo, el fuerte impacto de la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial en la Argentina y la oposición a los gobiernos de la Concordancia en 1932-1943 y a grupos e ideologías antiliberales. El antifascismo liberal se fue definiendo alrededor de algunas posiciones básicas, tales como la defensa de las libertades constitucionales asociadas con la democracia liberal, prácticas electorales limpias, el secularismo en la educación pública y la oposición a la intervención de la Iglesia en la política. Al mismo tiempo, el apoyo a la lucha antifascista a nivel internacional se fue vinculando cada vez más con la defensa de la democracia en la Argentina, identificada con la oposición a la Concordancia, que era presentada como una coalición conservadora fraudulenta influida por ideas antiliberales.18

Cabe destacar que desde sus orígenes, el antifascismo liberal argentino estuvo lejos de constituir una unidad en lo organizativo, político o ideológico, ya que se manifestaba concretamente en grupos diversos y heterogéneos con distintas trayectorias, objetivos y creencias cuyas relaciones estaban cruzadas por tensiones y conflictos. Por ejemplo, comunistas y grupos liberales católicos coincidieron con las posiciones políticas e ideológicas del arco antifascista liberal al tiempo que mantuvieron distancia en distintos períodos –durante el pacto alemán-soviético en 1939-1941, para los comunistas– y en relación con temas particulares –el secularismo, para los liberales católicos–.19 Las influencias liberales dentro del radicalismo y el socialismo competían con otras tradiciones y tendencias. Además, si por un lado no todo el liberalismo era antifascista –como era el caso de los grupos liberales conservadores asociados a la Concordancia– por otro lado no todo el antifascismo era liberal, como lo demostrarían los grupos de izquierda más radicalizada dentro del comunismo, el anarquismo y el socialismo. Este panorama complejo, que ciertamente indica la existencia de múltiples antifascismos, por otra parte no implica que no se pueda hablar de un espacio antifascista liberal en el que distintos grupos podían coincidir en elementos comunes básicos tales como las libertades constitucionales, la libertad de expresión y las críticas al fraude electoral y a grupos e ideologías antiliberales.
Los lazos intelectuales, políticos e ideológicos a nivel institucional y personal entre los grupos que suscribían al antifascismo liberal se consolidaron en el período 1943-1946, durante el régimen militar que acompañó el surgimiento Perón y su movimiento y que culminaría con su victoria en las elecciones de febrero de 1946. Este período complejo, especialmente en lo que se refiere al ascenso de Perón, ha sido objeto de una larga bibliografía que no necesita ser reiterada.20 Lo que interesa destacar acá es que las claras medidas antidemocráticas y antiliberales adoptadas por el régimen militar en la segunda mitad de 1943 –entre ellas, censura, nombramiento de intelectuales nacionalistas en diferentes cargos, clausura de grupos pro-Aliados, despidos en la administración pública y en las universidades e imposición de la educación católica obligatoria en las escuelas públicas– convencieron a los grupos que se habían unido en defensa del antifascismo liberal de que el gobierno militar representaba la instalación de un régimen totalitario favorable al Eje. Esta visión se aplicó por extensión a Perón, quien hacia mediados de 1944 era vicepresidente, ministro de Guerra y secretario de Trabajo. Para los líderes de los partidos tradicionales y los miembros de los grupos antifascistas, Perón era un demagogo similar a Mussolini o a Hitler. Esta percepción, forjada en un contexto de aguda polarización política, social y económica, unió nuevamente a los intelectuales antifascistas liberales con socialistas, radicales, demócrata progresistas y comunistas en la Unión Democrática, la coalición que enfrentó sin éxito a Perón en las elecciones presidenciales de febrero de 1946.
Este breve panorama histórico es revelador en varios sentidos. Por una parte, muestra que muchos de los vínculos ideológicos, personales e institucionales entre quienes fundaron la AALC en 1955 ya estaban establecidos en 1945 –lo que explica la presencia en la AALC de miembros de partidos que participaron en la Unión Democrática, principalmente socialistas pero también conservadores, radicales y demócrata progresistas–. Además, el pasado de movilización antifascista también establece un fuerte lazo entre la aalc y el clc ya que, como señala Saunders, muchos de los intelectuales europeos involucrados en el Congreso eran antiguos antifascistas e izquierdistas. En tercer lugar, esta trayectoria similar se vio reforzada por el marcado cosmopolitismo de los intelectuales antifascistas liberales argentinos, que los hizo particularmente receptivos a las influencias extranjeras que luego reprocesarían dentro del específico contexto nacional. De hecho, ideologías e intelectuales antifascistas europeos habían tenido influencia –y, en algunos casos, participado– en los círculos antifascistas argentinos.
Por ejemplo, grupos antifascistas españoles e italianos influyeron en la revista radical Hechos e Ideas en 1935-1941, mientras que la Segunda Internacional tuvo un impacto profundo en los debates y en las posiciones del socialismo argentino. Asimismo, el cles funcionó, en palabras de Pasolini, como una "red de solidaridad antifascista", proveyendo un espacio profesional para antifascistas europeos tales como Gino Germani, Mario Mariani, Renato Treves y Rodolfo Mondolfo a través de su activa participación en la institución, el dictado de conferencias y la publicación de artículos en su revista, Cursos y Conferencias.21 Cuando, al igual que el cles, Sur y la sade se unieron en la campaña contra Perón en 1944-1945, sus publicaciones incluyeron frecuentes comentarios, citas y transcripciones de antifascistas europeos –entre ellos, Thomas Mann, Guido de Ruggiero y Benedetto Croce– que enfatizaban el valor universal de la lucha por la libertad.
Este contexto explica la existencia desde 1930 de sólidos lazos entre los intelectuales argentinos y algunos de los que tendrían un papel preponderante en el CLC. Tal es el caso de Jacques Maritain, el eminente filósofo católico y uno de los presidentes honorarios del CLC. Maritain había tenido un rol central en el surgimiento del personalismo, una corriente de pensamiento cristiana, mayoritariamente católica, que se había desarrollado desde la década de 1930 y que hacía énfasis en la dimensión espiritual del individuo frente a los extremos del fascismo y el comunismo. Maritain fue uno de los escritores personalistas agrupados en la revista francesa Esprit, entre los que también se contaban Denis de Rougemont –presidente del Comité Ejecutivo del CLC –, Emmanuel Mounier y Nicolas Berdiaeff. Estos y otros escritores personalistas tales como George Bernanos y François Mauriac aparecían con frecuente regularidad en varias de las publicaciones antifascistas liberales argentinas y tuvieron una presencia especialmente destacada en las páginas de Sur.22
Los vínculos iban más allá de la publicación de colaboraciones o reimpresiones. Victoria Ocampo estableció una estrecha relación con Maritain durante su visita al congreso internacional del pen Club celebrado en Buenos Aires en 1936, oportunidad en la que organizó una recepción de intelectuales para discutir sus ideas. De hecho, la publicación de las ideas de Maritain
en Sur criticando el fascismo y posiciones católicas integristas favorables al franquismo español eventualmente ocasionaron una serie de encendidas polémicas con prominentes escritores católicos y con la jerarquía eclesiástica local.23 Además de Maritain, otros colaboradores euro­peos de Sur también participarían en el clc, como fueron los casos de Salvador de Madariaga –otro de los presidentes honorarios–, Jules Supervielle –franco-uruguayo que figuraba en el Comité de Colaboradores de Sur– e intelectuales antifascistas franceses como André Malraux y Jules Romains, quienes participaron de la reunión de fundación del clc en 1950.
La influencia de Maritain y de los personalistas también se hizo sentir en el grupo de liberales católicos que se reunieron en la revista Orden Cristiano en 1941-1947, algunos de los cuales –Manuel Ordóñez, Manuel Río y Augusto Durelli– habían participado del lado de Maritain en las polémicas en Sur a fines de los años treinta. Orden Cristiano buscó reconciliar el liberalismo político con el catolicismo, y su participación en los grupos antifascistas y pro­Aliados junto con los comunistas en 1941-1945 eventualmente derivó en la confrontación con las ideas antiliberales dominantes en la Iglesia católica desde la década de 1930.24 No sorprende, entonces, encontrar en la lista de la aalc el nombre de Ordóñez, uno de los liberales católicos más importantes, activo colaborador de Orden Cristiano y de otras publicaciones antifascistas y antiperonistas como Argentina Libre. Ordóñez, uno de los principales organizadores del Partido Demócrata Cristiano en 1954, que había conocido a Maritain durante su visita a Buenos Aires en 1936, desarrolló una larga amistad con él y retrospectivamente lo reconoció como su principal influencia ideológica.25

La experiencia del peronismo en 1946-1955 reforzaría los sólidos lazos entre los intelectuales antifascistas argentinos devenidos antiperonistas, y entre ellos y sus colegas europeos. Para los primeros, el régimen peronista representaba el ejemplo más claro de las urgencias impuestas por la batalla entre la libertad y la opresión, que sería una de las piedras angulares de la creación y la actividad del CLC a partir de 1950. Todos los grupos representados por los fundadores y miembros de la AALC en 1955 compartían un furioso antiperonismo que habían trasladado a las nuevas empresas y publicaciones culturales que crearon entre 1946-1955, como fue el caso de Liberalis, Realidad y ascua. Por cierto, la interpretación del peronismo como totalitarismo es tan problemática como parcial e inexacta, en tanto fue creada en un contexto de agudo conflicto político. Si, por un lado, el peronismo tuvo limitado éxito en consolidar un proyecto cultural propio, la supuestamente monolítica oposición antiperonista también se veía afectada por tensiones y divisiones generadas por la diversidad de grupos que la formaban. Además, los círculos antiperonistas mencionados anteriormente en general pudieron funcionar sin mayores interrupciones y así abrieron una red profesional para quienes habían sido expulsados de las universidades públicas o renunciado en desacuerdo con las políticas del gobierno, como fue el caso de Francisco Romero en 1948.26 Por otro lado, podían sufrir eventual represión como parte de los conflictos generados por la consolidación de crecientes tendencias autoritarias en el régimen peronista, como sucedió con las clausuras de Argentina Libre a fines de 1947 y de la sede principal del CLES en Buenos Aires en 1952, y con el arresto de toda la Comisión Directiva de ascua en 1953, todo ello en el marco de ofensivas oficiales más amplias contra grupos opositores.
Los casos de las revistas Liberalis, Realidad y Sur son ilustrativos de los lazos entre intelectuales argentinos y extranjeros y del nuevo contexto, en el que la crítica al peronismo como totalitarismo se vinculaba con la lucha universal por la libertad redefinida en la clave anticomunista de la Guerra Fría. Liberalis, cuyo director y varios colaboradores participaron en la fundación de la AALC, declaraba en su primer número, de 1949, como "la intención ideológica de nuestra tarea", la defensa de la libertad "como esencial condición del progreso" y el elogio del liberalismo entendido como "individualismo" y "libre empresa" y opuesto a "cualquier estatismo".27 El programa de Liberalis la hizo receptiva a los ideales, el mensaje y a las figuras del CLC. En el período entre la fundación del CLC en 1950 y la de la aalc en 1955, Liberalis siguió con atención los problemas de la Guerra Fría, incluyendo textos de y comentarios sobre las obras de Guido de Ruggiero, Benedetto Croce, Nicola Chiaramonte y Friedrich von Hayek. La revista también imprimió un artículo crítico de Preuves –la primera revista fundada y financiada por el CLC – sobre el realismo socialista y un texto de De Rougemont sobre el congreso del CLC en Hamburgo en 1952.28
Durante su breve existencia entre 1947 y 1949, Realidad, fundada y dirigida por el filósofo socialista Francisco Romero, constituyó otro espacio de socialización para los intelectuales que convergerían en la AALC y fue un lugar de relación con las ideologías de la Guerra Fría. La revista tenía un enfoque universalista que le impedía concebir a la Argentina "como una entidad sociocultural específica y distinta".29 Con la misión de estudiar la "formidable crisis" contemporánea del mundo occidental "desde nuestro mirador argentino", Realidad sostenía que la Argentina y América podrían tener "un papel capital en la necesaria extensión, presente y futura, al mundo entero, de los principios, modos y normas de la cultura de Occidente".30 Según Romero, "es necesario que nos acostumbremos a pensar en términos de Occidentalidad" para evitar "ir a la zaga de los acontecimientos", porque, aun en crisis, el Occidente era superior a las otras dos grandes culturas mundiales, china e hindú, por su "intelectualismo, activismo e individualismo".31

Liberalis retomaría luego esta idea de ver a la Argentina y a América como parte de la "civilización europea, a la que pertenecemos y cuya extensión científica, moral y cultural constituye también nuestro acervo de conocimientos intelectuales y la tradición de nuestra conformación ética".32 En el caso de Realidad, esas afirmaciones, así como otros textos, explícitamente aceptaban la superioridad de Occidente –identificado con la libertad y la democracia liberal– como la cultura superior y guía del mundo, un aspecto que sería insistentemente repetido por el CLC y sus publicaciones. Además, dentro de su larga lista de colaboradores, Realidad incluía textos de y comentarios sobre las obras de Bertrand Russell –uno de los vicepresidentes del clc en 1950–, Arthur Koestler –un ex comunista húngaro que tuvo un papel importante en la fundación del CLC –, Stephen Spender –el intelectual británico que fundó y dirigió la revista en inglés del CLC, Encounter, en 1953– y Raymond Aron –el sociólogo francés que también tuvo un rol destacado en la creación y en las futuras actividades del CLC –.33
Sobre la base de su experiencia previa, Sur reforzó esos lazos transnacionales, al continuar abriendo sus páginas durante los años peronistas a los intelectuales europeos que fundarían el CLC. En este caso, las críticas en código al peronismo, a través de textos que condenaban en general el nacionalismo y el totalitarismo –tal como lo hacía Liberalis con colaboraciones que cuestionaban la intervención económica estatal y defendían la autonomía universitaria, la educación laica, la democracia y la sociedad libre–, delinearon el marco específico para la enérgica denuncia de la Unión Soviética y el comunismo. Muchas de estas críticas se publicaron en la sección Calendario, bajo la forma de comentarios sobre la situación política e ideológica de la Guerra Fría. El anticomunismo explícito de Sur fue manifestado por el eminente historiador mexicano Daniel Cossío Villegas, quien afirmaba que "el comunismo acaba fatalmente con la independencia y con la libertad". En el contexto de la Guerra Fría, la única opción posible para América Latina era apoyar a los Estados Unidos, dado que la historia de la región era "una lucha tenaz, amarga y cruenta por conseguir la independencia y la libertad" –una afirmación polémica dado que dicha lucha se había realizado en gran parte a pesar de y contra los Estados Unidos–.34
Guillermo de Torre fue más allá al afirmar que "en el supuesto de un mundo absolutamente gobernado por los Estados Unidos, los intelectuales libres podríamos seguir expresando nuestras discrepancias", lo que no sucedería bajo el dominio soviético –otra opinión polémica, hecha en el momento mismo en que el macartismo estaba en pleno ascenso–.35 Al mismo tiempo, entre 1946 y 1955 Sur siguió publicando artículos de intelectuales europeos que participarían en el CLC, tales como Jules Supervielle y Denis de Rougemont, y comentó la creación de un "Fondo para la Libertad Intelectual" en Nueva York para ayudar "a los intelectuales fugitivos de los países sometidos al régimen comunista", propuesto por combatientes "duros" de la Guerra Fría cultural como Koestler, Aldous Huxley, John dos Passos y Graham Greene.36
La presencia de autores e ideas extranjeros relacionados con el CLC y el anticomunismo en los círculos intelectuales argentinos debe ser entendida dentro de un ambiente complejo y de límites difusos. En primer lugar, los grupos político-culturales analizados eran diversos,
incluyendo algunos dedicados a temas literarios tales como los que hacían Sur y Realidad, así como una institución dedicada a la enseñanza como el CLES y un foro de discusión como ASCUA. Aun dentro del campo literario, los intereses y temáticas no eran iguales, ya que los temas más literarios de Sur no tenían mayor lugar en Realidad y Liberalis, dedicados más a la ensayística y a la crítica.37
Aun más, la presencia de dichos autores e ideas se recorta dentro de un espacio ideológico complejo que variaba de acuerdo con los distintos emprendimientos. En el CLES, por caso, prominentes intelectuales comunistas tales como Aníbal Ponce, Jorge Thénon, Emilio Troise, Héctor Agosti y Ricardo Ortiz habían participado activamente desde los años treinta más allá de los vaivenes de la relación entre intelectuales antifascistas liberales y comunistas, lo que se mantendría hasta fines de los cuarenta. En 1947, el cles todavía podía recibir cálidamente a un intelectual comunista como Pablo Neruda y Realidad podía incluir textos críticos de Jean-Paul Sartre, lo que contrastaba con los espacios ideológicos más cerrados de Liberalis.38 Estas posiciones indagan sobre si la presencia de textos de autores extranjeros no consistió meramente en una operación de "tijera y engrudo", de actualización de la periferia intelectual, y no de influencias ideológicas directas y concretas. Aun teniendo en cuenta estos factores, lo cierto es que la existencia de lazos ideológicos y personales previos entre intelectuales argentinos y extranjeros permite sostener la tesis de que dichos vínculos no fueron casuales y se reforzaron al compás del peronismo y la Guerra Fría. Aun si se trató de una mera copia y transcripción de artículos de intelectuales extranjeros, el mismo acto de selección y publicación de material delimitó un cuerpo de ideas que vinculó a distintos grupos y personas que confluirían en la AALC.
En este sentido, el anticomunismo liberal de Sur no fue excepcional, y debe ser entendido en la ruptura del frente liberal antifascista que enfrentó a Perón en 1946 y los realineamientos ideológicos de la posguerra. Luego de las elecciones, los comunistas abandonarían la interpretación rígida del peronismo como totalitarismo, lo que los alejaría una vez más de sus antiguos aliados antifascistas. La doble posición de antiperonismo y anticomunismo presente en los grupos estudiados se acentuó por el destacado rol de los socialistas en todos esos emprendimientos y también en la AALC –lo que puede apreciarse en la tabla del apéndice–, producto de la interrelación de varios factores: su papel fundamental en los grupos antifascistas desde 1930, la profunda influencia de intelectuales socialistas en universidades y círculos culturales, el hecho de que el peronismo virtualmente había eliminado las bases electorales y sindicales del partido y el mantenimiento de una rígida posición partidaria sobre el peronismo como "nazi-fascismo" a lo largo de todos estos años.39
El intenso anticomunismo socialista se puede apreciar, por ejemplo, en el Anuario Socialista y en Argentina Libre. En el primero, se atacaba a la Unión Soviética y al comunismo sobre la base de que los socialistas "son demócratas y defienden la libertad", y la democracia y la libertad eran necesarias para construir el socialismo. El Anuario detallaba el control soviético de Europa Oriental y elogiaba el Plan Marshall como la "contraofensiva norteamericana a la política expansionista del imperialismo soviético", señalando que prácticamente "todos los
otros líderes [socialistas] europeos" y "los sindicatos americanos" lo han apoyado. En Argentina Libre, artículos de clara inspiración socialista denunciaban como fallida y peligrosa la estrategia comunista local de evitar catalogar al peronismo como nazismo para así atraer a los trabajadores peronistas.40
En este sentido, los conflictos de los intelectuales antifascistas liberales con los comunistas, que se habían aplacado temporariamente en 1935-1939 y 1941-1946, resurgieron con fuerza, lo que es posible apreciar especialmente en el caso del cles, cuando en 1952 los comunistas Thénon y Ortiz renunciaron a la Comisión Directiva de la institución, criticando su régimen administrativo como antidemocrático y su transformación en una mera institución académica que había abandonado sus objetivos progresistas originales, encarnados por Ponce, de ser "un elemento de acción directa en el progreso social de la Argentina". La Comisión Directiva aceptó las renuncias pero rechazó sus "afirmaciones erróneas y agravios cuyo origen ideológico y político es fácil precisar", en especial los cargos de discriminación ideológica que se le hicieron.41
El anticomunismo se expresó también claramente en Realidad, Orden Cristiano y Liberalis. En Realidad, textos de Bertrand Russell y Hans Kohn rescataron el valor del liberalismo contra ideologías totalitarias tales como el comunismo, mientras Guido de Ruggiero proponía una "revisión radical" del marxismo que lo depurara de sus dogmas más radicales y "nefastos" y recuperara sus valores más positivos para lograr "una concepción socialista desvinculada del marxismo". Orden Cristiano y Liberalis también prestaron mayor atención a los problemas internacionales de la Guerra Fría, informando críticamente sobre la represión y la abolición de las libertades en la Unión Soviética, Europa Oriental y China y la amenaza del comunismo internacional a las democracias liberales occidentales.42
En el caso de los liberales católicos de Orden Cristiano, estas posiciones estaban relacionadas con la denuncia católica tradicional del comunismo y con el cambio de contexto de la posguerra, que –en un dramático giro ideológico– los llevó a abandonar su justificación previa de una alianza con la Unión Soviética y los comunistas contra el Eje y Perón en 1941-1946. Como sostuvo en Argentina Libre una de las principales colaboradoras de Orden Cristiano, Eugenia Silveyra de Oyuela: "el régimen soviético carece de las condiciones esenciales que consagra la democracia cristiana" y "no reconoce libertad cívica o política". Los liberales católicos argentinos reafirmaron estas posiciones cuando participaron de una reunión en Montevideo en abril de 1947 para sentar las bases de un movimiento demócrata cristiano latinoamericano. El manifiesto aprobado en la reunión, inspirado en las ideas de Maritain, citaba al comunismo como uno de los "los peligros totalitarios" junto al "neofascismo" y "la reacción capitalista".43

Liberalis representa un caso especialmente interesante de recepción del anticomunismo internacional y su uso en clave contra el gobierno peronista, en su búsqueda de modelos democráticos alternativos al centralizado movimiento obrero peronista que la revista rotuló como característico de modelos totalitarios. En esta línea, Liberalis celebró la creación de la Confederación Internacional de Trabajadores Libres (International Confederation of Free Trade Unions, ICFTU) en 1949, una organización escindida de la World Federation of Trade Unions por su desacuerdo con lo que percibía como su orientación comunista. Liberalis enfatizó que los objetivos de la nueva Confederación incluían el apoyo a las Naciones Unidas en "la defensa de la democracia mundial y la libertad de las naciones contra cualquier agresión totalitaria". Entre los textos que regularmente informaban sobre sus actividades y posiciones anticomunistas, Liberalis reportó que su delegado en la reunión del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas en 1953 había demostrado "en forma palmaria que los sindicatos soviéticos están completamente dominados por el pc y el gobierno".44 Cabe mencionar que dirigentes socialistas argentinos participaron de la filial americana de la ICFTU, la Organización Regional Interamericana del Trabajo (ORIT), creada en México en 1951. En 1952, un panfleto de la ORIT, de pluma probablemente socialista argentina, denunciaba los intentos de Perón de crear una organización de trabajadores americanos, acusándolo de emular a Hitler en el planteo de una "quinta columna" contra la democracia y de no denunciar el "imperialismo soviético y las amenazas a la civilización democrática occidental".45
El peronismo y la Guerra Fría le dieron así nueva vida a este anticomunismo liberal que, si bien se había temporariamente interrumpido cuando los comunistas se unieron a la causa antifascista primero (1935-1939) y antiperonista después (1941-1946), tenía raíces en la década de 1930. Por cierto, el anticomunismo de los sectores antiperonistas no reflejó tanto una influencia directa del anticomunismo estadounidense sino que más bien fue, primariamente, parte de la crítica al peronismo en tanto totalitarismo. Por otra parte, fue uno de los temas que reforzaron los lazos entre los intelectuales argentinos con sus colegas europeos, que no se limitaron a la presencia de textos de los últimos o comentarios sobre sus obras en las revistas culturales argentinas. Se trataba más bien de una relación en dos direcciones, en el sentido de que el CLC y Cuadernos apoyaron a los intelectuales argentinos y se encargaron de defenderlos y denunciar al régimen peronista.
Entre su creación en 1953 y la de la aalc en 1955, Cuadernos no sólo publicó colaboraciones de intelectuales del clc como De Rougemont y De Madariaga, con los cuales sus colegas argentinos ya tenían contacto. Al mismo tiempo, les ofreció un canal de expresión a los intelectuales antiperonistas argentinos como Francisco Romero, Guillermo de Torre, Borges y Sábato.46 Cuadernos incluyó también textos de intelectuales españoles que residían en la Argentina o que habían residido allí hasta muy recientemente, y que habían compartido aquellos
espacios, como fueron los casos del historiador Claudio Sánchez Albornoz –uno de los miembros fundadores de la AALC – y los escritores Francisco Ayala y Carlos Carranza –este último, un republicano español que había arribado a la Argentina en 1942 y que, eventualmente, sería el delegado de la aalc en el Comité Ejecutivo Mundial del CLC –.47 Además, las ideas articuladas en Cuadernos –anticomunismo, universalismo, percepción de América Latina como parte de la cultura occidental– reflejaban las principales posiciones del CLC y encajaban bien con las de los intelectuales argentinos explicadas anteriormente.
La afinidad intelectual y la colaboración se reflejaron en la reacción de Cuadernos y el CLC cuando los intelectuales argentinos eventualmente sintieron la pesada mano del gobierno en 1953-1955. En abril de 1953, la explosión de varias bombas durante una de las concentraciones peronistas en Plaza de Mayo derivó en el saqueo y la destrucción del Jockey Club y de las sedes de los partidos radical y socialista. La consiguiente redada policial terminó con el arresto de intelectuales y políticos opositores, incluyendo a la Comisión Directiva de ascua y a otros escritores como Ocampo que eran también miembros de la SADE, todos ellos en la lista de fundadores y miembros de la AALC en 1955.48 Rápidamente, Cuadernos denunció la "violenta represión contra la casi totalidad de la intelectualidad argentina" por Perón y sus esfuerzos por mantenerla en secreto, destacando el renombre de las personalidades encarceladas como Francisco Romero, Alfredo Palacios, Victoria Ocampo y Juan A. Solari. Al mismo tiempo, el Congreso lanzó una campaña internacional de apoyo a sus colegas argentinos a pedido del presidente del Consejo Ejecutivo, De Rougemont, "para protestar contra las medidas policíacas del general Perón". La campaña incluyó un telegrama de Salvador de Madariaga al presidente indio Jawaharlal Nehru pidiendo su intervención dada la importancia de las personas arrestadas y recordándole la amistad de Ocampo con Rabindranath Tagore. Alfonso Reyes, Rufino Tamayo y Jesús Silva Herzog, entre otros intelectuales mexicanos, también firmaron una protesta.49
Esta campaña internacional de solidaridad contrasta agudamente con la pasividad de la sade, que debería haber defendido a los escritores argentinos encarcelados pero no lo hizo, a pesar de que varios de los miembros de la Comisión Directiva aparecerían luego en la lista de la AALC. Esta decisión, probablemente adoptada por temor a una eventual represión del gobierno, no dejó de provocar un fuerte debate en la SADE y mostró los límites de su pretensión, después de la caída de Perón, de reclamar un pasado de militancia sin compromisos por la libertad y en contra del peronismo.50 Por otra parte, la campaña internacional explicaría que, después de este evento, Cuadernos abriera sus páginas a los intelectuales argentinos, como se ha señalado anteriormente.

Cuadernos mantuvo su atención sobre la Argentina. Pocos meses después detalló la "grave situación" del país basada en el "simple y lamentable atraso en la educación y estructuración política, económica y social de la nación", que habían permitido el éxito de las "excepcionales dotes demagógicas", "encanto personal" y "audacia y dinamismo" de Perón sobre una masa ignorante "carente de la menor protección social y de educación política". El justicialismo era descripto como "esencialmente pragmático, acomodaticio y dinámico", "una forma sui generis de fascismo" con características propias del "sistema establecido en Rusia", por su "capitalismo de Estado" basado en nacionalizaciones y monopolio de la actividad económica. Significativamente, el texto no hacía ninguna mención de las bombas que grupos antiperonistas habían hecho estallar en Plaza de Mayo pero comentaba los incendios y la destrucción causados por las turbas peronistas. Frente a un régimen agotado pero de "rígido autoritarismo", el autor del artículo concluía que "la única solución razonable –aunque disguste... – sería un nuevo golpe militar", cuyo éxito dependería de la pérdida del apoyo de los sindicatos al gobierno.51 Esta conclusión ponía flagrantemente en evidencia la contradicción implícita en el argumento de defender la libertad a través de un golpe militar, una contradicción que, como muestra Franco, también se reflejó en la engañosa descripción de Gorkin en Cuadernos de la intervención de los Estados Unidos en el golpe de Guatemala de 1953.52
Al mismo tiempo que la atención hacia el caso argentino se profundizaba y el CLC buscaba expandir su presencia en América Latina, éste y Cuadernos enfrentaron la amenaza de proyectos y eventos inspirados por el comunismo que también se referían al tema de la libertad de la cultura. En abril y mayo de 1953, un Congreso Continental de la Cultura (CCC) se reunió en Santiago de Chile, organizado por intelectuales y simpatizantes comunistas y con la participación de intelectuales comunistas argentinos como Héctor Agosti. Si bien el llamado del CCC a eliminar restricciones al "libre ejercicio de la cultura" estaba en sintonía con la posición de Cuadernos, la revista lo atacó por esconder los objetivos y los intereses reales –el comunismo– detrás de la reunión.53 El CLC respondió con otro congreso internacional de sus filiales latinoamericanas celebrado también en Santiago en junio de 1954, presidido por Gorkin y con delegados de Cuba, México, Brasil, Uruguay, Chile y Honduras. El congreso ratificó el Manifiesto de Berlín del clc y aprobó un "Manifiesto a los Intelectuales y Artistas de América Latina" bajo similares ideas, denunciando a gobiernos latinoamericanos "de origen espurio y factura dictatorial" y señalando la urgencia de defender la "libertad y la democracia" porque "el totalitarismo de izquierda, es decir, el comunismo, está avanzando de un modo cada día más impresionante". Revelando una vez más los límites de la libertad y la democracia que Cuadernos había manifestado en su artículo sobre la Argentina, el manifiesto aclaraba que, si bien todas las opiniones tenían derecho a ser expresadas en un sistema democrático, esto "no implica el que a una opinión notoriamente antidemocrática se le permita traducirse en acción contra la democracia misma".54

Las tensiones entre las organizaciones regionales comunistas y anticomunistas en defensa de la libertad de la cultura tuvieron eco en la Argentina. Al mismo tiempo que las rupturas con el resto de los intelectuales antiperonistas mencionadas anteriormente y ejemplificadas en el CLES y en Orden Cristiano, los intelectuales comunistas locales habían iniciado sus esfuerzos organizativos en 1952, e impulsados por el congreso chileno en 1954 crearon clandestinamente el Congreso Argentino de la Cultura (CAC).55 Como parte de sus actividades, el CAC elaboró un proyecto de "Cartilla de Derechos de la Intelectualidad Argentina" que vinculaba a éstos con el principio inalienable de la libertad contemplado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, los movimientos de independencia latinoamericanos y el ccc de 1953.56 El CAC no prosperó debido al acoso del gobierno, que incluyó el encarcelamiento de su presidente, Agosti, en julio de 1954. El proyecto mencionado tampoco prosperó, ya que el derrocamiento de Perón en septiembre de 1955 y la oposición de las nuevas autoridades militares llevaron a la virtual cesación de actividades del CAC. Sin embargo, el CAC pone de relieve las crecientes divisiones entre los intelectuales antiperonistas y muestra que la libertad de la cultura podía ser reclamada con argumentos similares por intelectuales tanto comunistas como anticomunistas. Además, es posible que la fundación del CAC haya apurado la fundación de la AALC en 1955, que se llevó a cabo en medio del deterioro de la situación política. Tras un fallido golpe militar en junio de 1955, la crisis política finalmente derivó en otro levantamiento militar que derrocó a Perón en septiembre.
Para los intelectuales antiperonistas que habían establecido relaciones con el CLC, la caída de Perón fue un momento exultante y triunfal. Sur la celebró en un número ya legendario, mientras que Liberalis se enorgullecía por haber expresado desde sus comienzos un programa en el que la "noción de bienestar... es inseparable de la cultura y de la libertad".57 Paralelamente a la creación de la AALC en diciembre de 1955, Cuadernos se refirió nuevamente a los eventos en Argentina, festejando la caída del "más acabado régimen totalitario en el continente americano" y el final de la "larga noche de diez años". El artículo abría una sección especial que incluía colaboraciones de Solari y Giusti en las que elaboraban sobre estos temas. En una feroz y mordaz diatriba en contra de Perón, Giusti elogió a la mayoría de los intelectuales argentinos por haber resistido heroicamente la corrupción y la persecución del peronismo, que Solari resumiría como "un Estado policíaco, de orientación corporativa, [que] sólo consiguió consolidar un sistema de 'gangsterismo' político y social" basado en propaganda engañosa. La caída de Perón representaba así el renacimiento de la Argentina a la libertad y la democracia, si bien Giusti y Solari coincidían en que tanto los intelectuales como los trabajadores necesitaban ser educados para poder así establecer las bases de una verdadera democracia basada en la libertad y la justicia.58

Conclusión

Lejos de ser solamente un acto más de la oposición antiperonista, la fundación de la AALC en diciembre de 1955 es la culminación de un largo proceso de relaciones personales, institucionales e ideológicas entre los intelectuales argentinos, y entre ellos y los intelectuales europeos involucrados en el Congreso por la Libertad de la Cultura desde 1950. Estas relaciones se plasmaron en las páginas de las publicaciones de los intelectuales antifascistas y antiperonistas argentinos y en Cuadernos, que expresaron los temas comunes que facilitaron dichos contactos -tales como la defensa de la libertad, la crítica al totalitarismo, la superioridad del mundo occidental y el anticomunismo-. El análisis de las publicaciones revela que los intelectuales argentinos siguieron con atención los desarrollos de la Guerra Fría y de manera consciente incluyeron numerosos textos de los intelectuales extranjeros asociados eventualmente con el CLC o comentarios sobre sus obras.
El CLC y los intelectuales argentinos tenían sus propias agendas y prioridades. Para el primero, la preocupación era la defensa de la libertad asociada con el mundo occidental en contra de la Unión Soviética y el comunismo en el marco de la Guerra Fría. Para los segundos, el tema inmediato tenía que ver con su complicada experiencia bajo el régimen peronista. Por otra parte, la relación entre los intelectuales del CLC y sus colegas argentinos les permitía a ambos satisfacer sus intereses particulares al mismo tiempo que les daba legitimidad y un marco más amplio en el cual ubicar sus luchas específicas, tal como sucedió con la defensa de los intelectuales argentinos en 1953 por parte del CLC y de Cuadernos. Estas coincidencias, facilitadas por tradiciones ideológicas antifascistas y antitotalitarias, hundían sus raíces en la densa red de relaciones personales e intelectuales que hicieron a los intelectuales argentinos receptivos a la agenda del CLC en el mundo de la Guerra Fría, y que culminó en la creación de la AALC.
Finalmente, cabe mencionar que a diferencia del CAC, la AALC no desapareció. En 1958 comenzó una publicación bajo el nombre de Biblioteca de la Libertad, que reunió contribuciones de intelectuales locales y extranjeros y alcanzó a publicar al menos dieciséis números. Todavía en 1966, la AALC, bajo el nombre Centro Argentino por la Libertad de la Cultura, aparece como la organizadora de un simposio sobre los intelectuales argentinos y la sociedad.59 Así, la historia de la AALC merece y está abierta a investigaciones que puedan dilucidar su trayectoria nacional y sus relaciones con otras filiales latinoamericanas y con la sede europea del CLC, en el marco de los tormentosos años que, a partir de 1955, fueron testigos del legado del peronismo en la Argentina y del arribo más intenso de los conflictos de la Guerra Fría en la región.

Notas

1 El artículo es una versión revisada del trabajo presentado en el congreso de la Latin American Studies Association (lasa) en Río de Janeiro en junio de 2009. Agradezco a Anahí Ballent por sus valiosos comentarios en dicha ocasión.

2 Juan Antonio Solari, "Objetivos claros, acción fecunda" y Roberto Giusti, "Por la libertad de la cultura", en Filosofía y Libertad, Asociación Argentina por la Libertad de la Cultura, Buenos Aires, 1958, pp. 15-24 y 25-32.

3 Gilbert Joseph, "What we now know and should know. Bringing Latin America more meaningfully into Cold War studies", en G. Joseph y D. Spenser (comps.), In from the Cold. Latin America's New Encounter with the Cold War, Durham y Londres, Duke University Press, 2008, pp. 3-46, y "Close Encounters: toward a New Cultural History of us-Latin American Relations", en G. Joseph, C. LeGrand y R. Salvatore (comps.), Close Encounters of Empire. Writing the Cultural History of US-Latin American Relations, Duke, Duke University Press, 1998, pp. 3-46.

4 Silvia Sigal, "Intelectuales y peronismo", en J. C. Torre (comp.), Nuevahistoriaargentinavol.VIII-Losaños peronistas, Buenos Aires, Sudamericana, 2002, pp. 481-521; Carlos Altamirano, Peronismo y cultura de izquierda, Buenos Aires, Temas, 2001, y Bajo el signo de las masas, 1943-1973, Buenos Aires, Ariel, 2001; Flavia Fiorucci, "El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la guerra intelectual", en M. García Sebastiani (comp.), Fascismo y antifascismo. Peronismo y antiperonismo. Conflictos políticos e ideológicos en la Argentina, 1930-1955, Madrid, Iberoamericana/Vervuert, 2006, pp. 161-193, y "Neither Warriors nor Prophets: Peronist and Antiperonist Intellectuals, 1945-1956", tesis de doctorado, Institute of Latin American Studies, Universidad de Londres, 2002; Federico Neiburg, Los intelectuales y la invención del peronismo, Buenos Aires, Alianza, 1998.

5 Frances Stonor Saunders, TheCulturalColdWar.TheCIAandtheWorldofArtsandLetters, Nueva York, The New Press, 1999; Giles Scot-Smith, The Politics of Apolitical Culture. The Congress for Cultural Freedom, the CIA, and post-War American Hegemony, Londres/Nueva York, Routledge, 2002; Volker R. Berghahn, America and the Intellectual Cold Wars in Europe, Princeton, Princeton University Press, 2001; Peter Coleman, The Liberal Conspiracy. The Congress for Cultural Freedom and the Struggle for the Mind of post-War Europe, Nueva York, Free Press, 1989.

6 Jean Franco, TheDeclineandFalloftheLetteredCity.LatinAmericaintheColdWar, Harvard, Harvard University Press, 2002, pp. 29-35; Claudia Gilman, Entre la pluma y el fusil. Debates y dilemas del escritor revolucionario en América Latina, Buenos Aires, Siglo xxi, 2003; María Eugenia Mudrovcic, "Mundo Nuevo". Cultura y Guerra Fría en la década del 60, Rosario, Beatriz Viterbo, 1997.

7 La única excepción es el caso brasileño. Kristine Vanden Berghe, Intelectualesyanticomunismo.Larevista "Cadernos Brasileiros", 1959-1970, Leuven, Leuven University Press, 1997; Elizabeth Cancelli, "O Brasil e os outros. Estrahamentos, humilhação, memória e política", tesis presentada para el concurso de libre-docência, Departamento de Historia, Universidad de San Pablo, 2008, pp. 64-89.

8 Raymond Williams, "The Bloomsbury Fraction", en J. Higgins (comp.), The Raymond Williams Reader, Oxford/ Malden, Blackwell, 2001, p. 229.

9 El Congreso por la Libertad de la Cultura, París, Congreso por la Libertad de la Cultura, 1960.

10 Ibid.; Saunders, Cultural, pp. 85-105; Berghahn, America, pp. 113-142.

11 Franco, Decline, pp. 31-33; Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura [de aquí en adelante, Cuadernos], Nº 8, septiembre-octubre de 1954, pp. 108-109, y Nº 17, marzo-abril de 1956, p. 126. Sobre el cles, véase Neiburg, Los intelectuales, pp. 137-182.

12  Sobre Sur,véanse John King, Sur: Estudio de la revista argentina y de su papel en el desarrollo de una cultura, 1931-1970, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1989; Nora Pasternac, Sur: una revista en la tormenta, Buenos Aires, Paradiso, 2002; Rosalie Sitman, Victoria Ocampo y Sur. Entre Europa y América, Buenos Aires, Lumiere, 2003; Oscar Hermes Villordo, El grupo Sur: una biografía colectiva, Buenos Aires, Planeta, 1994, y María Teresa Gramuglio, "Sur en la década del treinta: una revista política", Punto de Vista, vol. 4, Nº 28, 1986, pp. 109-117.

13 Sobre el partido y los intelectuales socialistas en la Argentina, véanse Hernán Camarero y Carlos Herrera (comps.), El Partido Socialista en Argentina. Sociedad, política e ideas a través de un siglo, Buenos Aires, Prometeo, 2005, y Osvaldo Graciano, Entre la torre de marfil y el compromiso político. Intelectuales de izquierda en la Argentina, 1918-1955, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2008.

14 Sobre la sade, véase Jorge Nállim, "De los intereses gremiales a la lucha política. La Sociedad Argentina de Escritores (sade), 1928-1946", Prismas. Revista de historia intelectual, Nº 7, 2003, pp. 117-138, y Flavia Fiorucci, "Between Institutional Survival and Intellectual Commitment: the Case of the Argentine Society of Writers during Perón's Rule (1945-1955)", The Americas, vol. 6, Nº 4, abril de 2006, pp. 591-622.

15 Andrés Bisso, Acción Argentina. Un antifascismo nacional en tiempos de guerra mundial, Buenos Aires, Prometeo, 2005; Fiorucci, "El antiperonismo"; Jorge Nállim, "Del antifascismo al antiperonismo, Argentina Libre, ...Antinazi y el surgimiento del antiperonismo político e intelectual", en Sebastiani, Fascismo, pp. 43-105. Entre febrero de 1945 y junio de 1946, Argentina Libre cambió su nombre a ...Antinazi, retomando luego su nombre original hasta su cierre definitivo en 1947.

16 Para un panorama del período 1930-1943, véanse Alejandro Cattaruzza (comp.), Nuevahistoriaargentinavol.VII- Crisis económica, avance del estado, e incertidumbre política, 1939-1943, Buenos Aires, Sudamericana, 2001, y Luis Alberto Romero, Breve historia contemporánea de la Argentina, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1999, pp. 89-128.

17 Para un análisis más actualizado y reciente del nacionalismo y el antiliberalismo entre las décadas de 1920 y 1950, véanse Alberto Spektorowsky, The origins of Argentina's revolution of the right, Notre Dame, The University of Notre Dame Press, 2003; Daniel Lvovich, Nacionalismo y antisemitismo en la Argentina, Buenos Aires, Vergara, 2003; Tulio Halperin Donghi, La república imposible, 1930-1945, Buenos Aires, Ariel, 2004, y Fernando Devoto, Nacionalismo, fascismo y tradicionalismo en la Argentina moderna: una historia, Buenos Aires, Siglo xxi, 2002. Para una perspectiva comparativa, véase Sandra McGee Deutsch, Las derechas. La extrema derecha en la Argentina, el Brasil y Chile, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2005.

18 Ricardo Pasolini, "'La internacional del espíritu': la cultura antifascista y las redes de solidaridad intelectual en la Argentina de los años treinta", en Sebastiani, Fascismo, pp. 43-76; Nállim, "Del antifascismo"; Graciano, Entre la torre; Bisso, Acción Argentina y El antifascismo argentino, Buenos Aires, cedinci/Buenos Libros, 2007.

19 Sobre comunismo y antifascismo liberal, véanse Bisso, Elantifascismo, pp. 67-70; Ricardo Pasolini, "El nacimiento de una sensibilidad política. Cultura antifascista, comunismo y nación en la Argentina: entre la aiape y el Congreso Argentino de la Cultura, 1935-1955", Desarrollo Económico, vol. 45, Nº 179, octubre-diciembre de 2005, pp. 403-433; Silvia Schenkolewski-Kroll, "El Partido Comunista en la Argentina ante Moscú: deberes y realidades, 1930-1941", Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, vol. 10, Nº 2, 1999, pp. 91-107; James Cane,"'Unity for the Defense of Culture': The aiape and the Cultural Politics of Argentine Antifascism, 1935-1943", Hispanic American Historical Review, vol. 77, Nº 3, 1997, pp. 444-482.

20 Para el debate teórico e historiográfico sobre el peronismo, incluyendo su surgimiento en 1944-1946, véanse Matthew Karush y Oscar Chamosa (eds.), The New Cultural History of Peronism. Power and Identity in Mid-Twentieth Century Argentina, Durham/Londres, Duke University Press, 2010, pp. 1-19; Darío Macor y César Tcach (comps.), La invención del peronismo en el interior del país, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 2003, pp. 5-31; Lila Caimari, "La era peronista, 1943-1955", en Academia Nacional de la Historia, Nueva historia de la nación argentina 7. La Argentina del siglo XX, Buenos Aires, Planeta, 2001, pp. 321-323; Cristián Buchrucker, "Interpretations of Peronism. Old Frameworks and New Perspectives", y Mariano Plotkin, "The Changing Perceptions of Peronism. A Review Essay", en J. Brennan (comp.), Peronism and Argentina, Delaware, sr Books, 1998, pp. 3-28 y 29-54.

21  Pasolini, "La internacional", pp. 60-70; Alejandro Cattaruzza, "Las huellas de un diálogo. Demócratas radicales y socialistas en España y Argentina durante el período de entreguerras", Estudios Sociales. Revista Universitaria Semestral, Nº 7, 1994, pp. 29-48; Juan Carlos Portantiero, "El debate en la socialdemocracia europea y el Partido Socialista en la década de 1930", en Camarero y Herrera, El Partido Socialista, pp. 299-320; María Cristina Tortti,"Crisis, capitalismo organizado y socialismo", en W. Ansaldi, A. Pucciarelli y J. C. Villarruel (eds.), Representaciones inconclusas. Las clases, los actores y los discursos de la memoria, 1912-1946, Buenos Aires, Biblos, 1995, pp. 199-222.

22  Sobre la influencia personalista en Sur, véanse Pasternac, Sur, pp. 89-110; King, Sur, pp. 61-64; Sitman, Victoria Ocampo, pp. 109-114.

23 Loris Zanatta, Del Estado liberal a la nación católica. Iglesia y Ejército en los orígenes del peronismo, 1930-1943, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 1996, pp. 198-208; Tulio Halperin Donghi, Argentina y la tormenta del mundo, Buenos Aires, Siglo xxi, 2003, pp. 104 y ss.

24 Sobre Orden Cristiano, véanse Susana Bianchi, Catolicismo y peronismo. Religión y política en la Argentina, 1943-1955, Buenos Aires, Trama Editorial/Prometeo Libros, 2001; Lila Caimari, Perón y la Iglesia católica. Religión, Estado y sociedad en la Argentina, 1943-1955, Buenos Aires, Planeta, 1995; Zanatta, Del Estado liberal a la nación católica.

25 Gerardo Ancarola, "Homenaje a Manuel Ordóñez", Anales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, Nº 27, 1998, p. 566.

26 Flavia Fiorucci ha analizado con particular detalle las ambigüedades de los intelectuales antiperonistas en sus distintos trabajos citados en este artículo.

27 Liberalis, Nº 1, mayo-julio de 1949, pp. 1-3.

28 Ibid., Nº 23, enero-febrero de 1953, pp. 5-6; Nº 24-25, marzo-junio de 1953, pp. 4-7, 29-30, 53-58 y 101-111; Nº 26, julio-septiembre de 1953, pp. 31 y 59 y Nº 4, noviembre-diciembre de 1949, pp. 36 y 41.

29 Rosana Guber, "Occidente desde la Argentina. Realidady ficción de una oposición constructiva", en N. Girbal Blacha y D. Quattrocchi-Woisson (comps.), Cuando opinar es actuar. Revistas argentinas del siglo XX, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, p. 381.

30 Realidad, Nº 1, enero-febrero de 1947, pp. 1-4.

31 Francisco Romero, "Meditación del Occidente", Realidad, Nº 7, enero-febrero de 1948, pp. 26-46.

32  Liberalis, Nº 1, mayo-julio de 1949, 1-3.

33  Bertrand Russell, "Filosofía y política", Realidad, Nº 1, enero-febrero de 1947, pp. 7-27; Patricio Canto, "Arthur Koestler: El yogui y el comisario", Realidad, Nº 2, marzo-abril de 1947, pp. 143-145; Stephen Spender, "La situación del escritor norteamericano", Realidad, Nº 17-18, septiembre-diciembre de 1949, pp. 177-197; Víctor Bouilly, "Raymond Aron: Introducción a la filosofía de la historia", Realidad, Nº 5, septiembre-octubre de 1947, pp. 126-127.

34  Daniel Cossío Villegas, "Reflexión coreana", Sur, Nº 192-194, octubre-diciembre de 1950, pp. 170-181.

35  Guillermo de Torre, "Contestación a un 'popútchiki'", Sur, Nº 222, mayo-junio de 1953, pp. 142-144.

36  Jules Supervielle, "Cómo escribo mis poemas", Sur, Nº 184, febrero de 1950, pp. 7-9; Denis de Rougemont, "Prototipo t.e.l", Sur, Nº 173, marzo de 1949, pp. 7-22; "Por los intelectuales exiliados", Sur, Nº 204, octubre de 1951, pp. 90-91.

37  Guber, "Occidente"; Fiorucci, "Neither Warriors".

38  Cursos y Conferencias, vol. 32, Nº 187-188, octubre-noviembre de 1947, pp. 92-99; Jean-Paul Sartre, "¿Qué es la literatura? Entre burguesía y proletariado", Realidad¸ Nº 6, noviembre-diciembre de 1947, pp. 342-365.

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40  Anuario Socialista, 1949, pp. 15-19, 37-40 y 77-82; Argentina Libre, 1 de agosto de 1946, p. 3; "La prueba", Argentina Libre, 9 de agosto de 1948, p. 2.

41  Cursos y Conferencias, vol. 42, Nº 250-252, enero-marzo de 1952, pp. 545-563.

42  Bertrand Russell, "Filosofía y política" y Hans Kohn, "¿Un mundo?", Realidad, Nº 1, enero-febrero de 1947, pp. 7-27 y 49-58; Guido de Ruggiero, "Tras un siglo de marxismo", Realidad, Nº 10, julio-agosto de 1948, pp. 54-63; A. C. F. Beales, "La matanza del bosque de Katyn", Orden Cristiano, Nº 114, julio de 1946, pp. 937-939; "Más allá de nuestras fronteras", Orden Cristiano, Nº 123, diciembre de 1946, pp. 137-138; L. Cristiani, "Cristianismo y bomba atómica", Orden Cristiano, Nº 138, junio de 1947, pp. 835-837 y 844; Liberalis, Nº 2, julio-agosto de 1949, pp. 75-82; Liberalis, Nº 6, marzo-abril de 1950, pp. 12-17; Liberalis, Nº 14, julio-agosto de 1950, pp. 1-2, y Nº 23, enero-febrero de 1953, pp. 43-48.

43  Argentina Libre, 20 de junio de 1946, pp. 3 y 4; Orden Cristiano, Nº 135, junio de 1947, pp. 692-693.

44 Liberalis, nº 5, enero-febrero de 1950, pp. 53-56, y Nº 26, julio-septiembre de 1953, pp. 49-50.

45  Inter-American Regional Organization-ICFTU, Perón Unmasked.The Martyrdomof the Free Trade Union Movement in Argentina, Washington, dc, 1952.

46 Francisco Romero, "Dos rasgos de la cultura occidental: la ciencia y la democracia", Cuadernos, Nº 4, enero-febrero de 1954, pp. 3-7 y "Alejandro Korn en la vida y en la muerte", Cuadernos, Nº 13, julio-agosto de 1955, pp. 3-7; Guillermo de Torre, "Andrés Bello y la unidad del idioma español", Cuadernos, Nº 7, julio-agosto de 1954, pp. 54-58 y "Vida y poesía de Miguel Hernández", Cuadernos, Nº 9, noviembre-diciembre de 1954, pp. 39-44; Jorge L. Borges, "Historia de los ecos de un nombre", Cuadernos, Nº 15, noviembre-diciembre de 1955, pp. 10-12; Ernesto Sábato, "Unidad y vitalidad del idioma castellano", Cuadernos, Nº 13, julio-agosto de 1955, pp. 61-66.

47 Carlos Carranza, "Neoliberalismo y estatismo", Cuadernos, Nº 12, mayo-junio de 1955, pp. 80-82; Francisco Ayala, "El control actual de la economía política", Cuadernos, Nº 9, noviembre-diciembre de 1954, pp. 36-38; Claudio Sánchez Albornoz, "Sobre historia española", Cuadernos, Nº 5, marzo-abril de 1954, pp. 75-81.

48 Roberto Giusti, Vistoyvivido, Buenos Aires, Secretaría de Cultura de la Nación/Theoria, 1994, pp. 32-33; Fiorucci, "Neither", p. 226.

49 "Detención de intelectuales en Argentina", Cuadernos, Nº 2, junio-agosto de 1953, p. 111; El Congreso, pp. 24-25; Cursos y Conferencias, Nº 259-261, octubre-diciembre de 1953, pp. 375-377. Por su amistad con Tagore y Nehru, a Ocampo le fue ofrecida la embajada en la India a la caída de Perón, ofrecimiento que ella declinó.

50 Fiorucci, "Between", pp. 614-616.

51 Américo Corrientes, "La República Argentina a la deriva", Cuadernos, Nº 3, septiembre-diciembre de 1953, pp. 91-95.

52  Franco, Decline, p. 33.

53  Ibid., pp. 33-34.

54  "Vida del Congreso", Cuadernos, Nº 8, septiembre-octubre de 1954, pp. 108-109 y "La reunión del Congreso", Cuadernos, Nº 9, noviembre-diciembre de 1954, pp. 106-111.

55 Ricardo Pasolini, "El nacimiento de una sensibilidad política. Cultura antifascista, comunismo y nación en la Argentina: entre la aiape y el Congreso Argentino de la Cultura, 1935-1955", Desarrollo Económico, vol. 45, Nº 179, octubre-diciembre de 2005, pp. 425-429; Cursos y Conferencias, Nº 256-258, julio-septiembre de 1953, p. 236.

56 Congreso Argentino de la Cultura, "Proyecto de Cartillas de Derechos de la Intelectualidad Argentina", Buenos Aires, julio de 1955.

57 Sur, nº 237, noviembre de 1955; "Frente al camino despejado", Liberalis, nº 33-34, diciembre de 1955, pp. 1-4.

58 "La Argentina en la hora de libertad", Roberto Giusti, "Los intelectuales bajo el peronismo" y Juan Antonio Solari, "Proceso y fin de una dictadura", Cuadernos, nº 15, noviembre-diciembre de 1955, pp. 6 y 17-30.

59 Norberto Rodríguez Bustamente et al, Los intelectuales argentinos y su sociedad, Buenos Aires, Ediciones Libera, 1967.

Apéndice: Relaciones institucionales, ideológicas y personales entre los miembros de la AALC



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