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Olivar

versión On-line ISSN 1852-4478

Olivar vol.2 no.2 La Plata dic. 2001

 

Un cuento inédito de Alonso Zamora Vicente

 

María Teresa Pochat

Universidad de Buenos Aires

 

La lengua va por sus caminos, sin otro cauce que el que
le imponen las circunstancias históricas y sociales.

Alonso Zamora Vicente

La trascendencia de los trabajos de Alonso Zamora Vicente en el campo de la dialectología y de la historia de la lengua no siempre ha ido acompañada por una adecuada difusión de su obra narrativa, no obstante contar ésta con una rica y dilatada trayectoria y haber sido objeto de estudios exhaustivos por especialistas y de una muy positiva recepción de la crítica.
Ambas facetas de producción se complementan acabadamente y el interés del autor por el análisis del habla y por estudiar usos y cambios lingüísticos se pone de manifiesto tanto en sus estudios lexicológicos más eruditos como en sus cuentos, ensayos, estampas y artículos periodísticos. No es fortuito que algunas recopilaciones de breves ensayos sobre el tema lleven títulos como Al trasluz de la lengua actual (1988) o La otra esquina de la lengua (1995) y que antologías de sus narraciones breves hayan sido editadas como Voces sin rostro (1989), Hablan de la feria (1995) o Historias de viva voz (1995) Y es que Zamora Vicente, brillante lexicólogo y autor de diccionarios, fundador y director de la revista Filología de la Universidad de Buenos Aires (1949-1952), académico de la lengua desde hace más de tres décadas y autor reciente de una magnífica Historia de la Real Academia (1999) no duda en poner de relieve, con su habitual ironía, el conflicto que supone toda normativa sobre la lengua, comparando lo que sucede actualmente con lo ocurrido en tiempos del Appendix Probi:

¿Protestas por el mal uso del lenguaje? A barullo. No saben esos eruditos que so que no les gusta es lo que prevalecerá.

("Cartas al Director")

Por este motivo, consideramos muy acertada la decisión de Olivar de incluir en esta sección un relato inédito que constituye un valioso "documento" de recreación artística del habla coloquial propia de cierto sector social madrileño en este comienzo del nuevo siglo. El texto, corno muchos otros de Zamora Vicente, aparenta reproducción espontánea de un diálogo que acumula creaciones léxicas, frases hechas, modismos y refranes propios de la época y del grupo sociocultural a que pertenecen los interlocutores. La puntuación resalta la fragmentariedad, el encadenamiento de las réplicas, la incoherencia y/o la falta de cohesión de las intervenciones. Como escribe Zamora sobre sus personajes:

Su habla, derramada a borbotones, apasionada e incongruente, arropada por la sintaxis de la emoción, los sostiene en pie, olvidados de mí, orgullosos de sentirse autónomos. Están inmersos totalmente, definitivamente inmersos en sus desamparos, esclavizados por su propia voz. (Prólogo a Historias de viva voz)

La voz de la calle, cuya incorporación a la literatura tan acertadamente estudió el autor en Valle Inclán y otros clásicos, es pues uno de los ejes estructuradores de la narrativa de este gran conocedor de nuestra lengua, de la cual se ofrece hoy un ejemplo de gran actualidad.

Alonso Zamora Vicente

El porvenir, esa desazón

"Ya estamos en Libra, mi signo... Hoy es 29 de septiembre, mi día. Día del más célebre de los arcángeles, a ver qué te crees tú... Todo el mundo me dice que mi signo es uno de los mejores: educado, listillo, guaperas, algo burloncete... Y un nacido en Libra... ¡Qué te voy a contar! ¡De lo que no hay! ¡Éxito, belleza, fortuna...! ¡Y de discreción, eso, ya...! ¿Las mujeres? Bien dotadas: calladitas, discretísimas, muy dispuestas para aprender idiomas y cocina. Se es una persona seductora de todas todas. ¡Bueno, pues sí que no tengo yo testimonios fetén de mi signo, ni nada que digamos...! Has de saber que yo, Libra, tengo dotes sobredimensionadas". "¡Se te nota al momento! ¡No hay más que verte! ¡Mejor, oírte...!" "Yo soy vidente, puedo imponer las manos a las parturientas para abreviar el trance, y a los jovenzanos que dan el estirón sin ton ni son, crecen y crecen sólo para jeringar a los papis y obligarles a que les compren ropa nueva. ¡Y de marca, que ahora...! Pues ya ves, todo eso, tan molesto, ya te lo vengo significando, con poner un ratito las manos, quietas, en la barriga atacada, cerrar un poco los ojos con mucho aquel y susurrar un dialoguito que yo me sé con los poderes celestiales, ¡curado! Lo puedo pronosticar, encauzar, reglamentar... Bueno, remediarlo, remediarlo, lo que se dice remediarlo... La verdad: no lo he intentado nunca. ¡Tengamos la fiesta en paz...! A los jovencillos, desde luego, los dejo fenomenal: customados, eso es" "¿Customados...? ¡Esa sí que es buena..,! ¿Qué quiere decir ese palabrón?" "¡Ay, mi niña, no es nada malo! Lo oyes en todos los discursos oficiales, y lo lees en la Gaceta... Así que... ¡De malo, nada ..! ¿Que no lo sabes...? Pues madruga un día de estos y búscalo en los diccionarios, que para eso están. Se ve enseguidita que a ti la sociedad de consumo... ¡Vamos, que estás pez, como se decía, en nuestro tiempo, de los malos estudiantes!" "Ay, cariñito, pensar que en el Cale te chupabas el dedo con entusiasmo, que ya lo usabas en carne viva, y, si venía a mano, te sorbías la mocarra...! Con que tú... ¡No eres tú nadie! Supongo que para chatear con los poderes celestiales, no emplearás esas palabras tan inn...! Espérate a que las diga el cobrador de la luz...! Y, si no, aguanta hasta oírlas en las homilías dominicales... ¡Podrás conjurar herejías, y vivir a lo grande...! Que digo yo que tanta sapiencia dejará monises en abundancia..." "Bueno, mira, rica, no me seas retro y vete empapando: ya no se dice inn...! Hay que decir otras cosas, ahora no me acuerdo, pero sé que hay que decirlas haciendo pucheritos con los labios". "Me dejas de una pieza! Y, si se puede saber ¿Qué más gollerías de esas te disfrutas...? "¡Ah, me faltaba contarte lo mejor! ¡Provoco la conjunción de los planetas amorosos, anda, para que veas...! Figúrate: ya no asisto a las bodas de los amiguetes, pero, en todas, tengo reservado un sitio de honor. La gente me escribe desde allí sus deseos, sí, desde allí mismito, sin necesidad de buscar sellos, ni pasear hasta la estafeta. Me los leen o me los envían por el correo ese nuevo, el emilio, y yo, en un abrir y cerrar de ojos, todo lo arreglo...! Los disgustos, las broncas, los palizones, los juicios de faltas. Todo, todo, ya te digo. A Júpiter le tengo en el bote_ Ya habrás leído, en la prensa del corazón, que le doy lecciones alternas de español. Me cuesta sudores, no te vayas a creer, que, en materia gramatical, el pobre anda por los suelos. Y a Venus, con trajecito de diseño por temporada y un gráfico de sus eclipses, ¡derretida...! Es algo bobalicona y hasta cree en los flechazos de antes. ¡Si será...! Total: que todos acuden a mi conjuro, y: ¡marchando, que mañana es tarde...! Todo va guay, guay... ¡Guay del Paraguay, como cantan los ciegos en el Rastro! Y, para demostrarte la devoción que me tienen tan altas personalidades, puedes venir a casa: te enseñare sus fotos dedicadas, apasionadas. ¡Las tengo puestas en mi alcoba.!" "¡ Oye, oye, tú, echa el freno de mano, encanto! Me parece que se te aflojan los muelles y te vas a ver en el santo suelo hecha un honorable felpudo. Dime tú a mí qué tendrá Libra que no tengan los otros signos. Tu Libra te podía haber dejado puesta la balanza sideral con que la pintan, igualito que el cañón de Santa Bárbara, y acabarías así de Comisaría de la ONU contra el fraude en la venta al menudeo de noviazgos y legumbres, recoña...! Nuestros señores papás nos ponen en este valle de lágrimas con mucho cuidadito, nos dan de comer y algún que otro pescozón de aúpa, y, ¡hala, a vivir cabreados toda la vida...! Yo, para que lo sepas, soy Aries, me han explicado mil veces sus cualidades... ¿Y qué...? Me basta con leer el horóscopo diario en los papeles, que, por cierto, se repite, ce por be, cada diez o doce días... Yo tengo un privilegio más sólido que los tuyos. ¡Lo leo y no Me vuelvo a acordar de él nunca...! ¡Suertuda que es una...!" "¡Aries...! ¡Permíteme sonreír una miajica! Aries, los de Aries son los que embisten por menos de nada. Su propio nombre lo indica. Es un signo muy laight. ¡Habrás visto que lo pronuncio fenómeno! A mí, el inglés... ¡Cómo se me da el inglés! Me dice doña Hugueta, la techista francesa, si, esa que ha puesto taller en el portal de la esquina, taller de primera, de rechupete, vamos, que mi signo es estupendo, sobre todo este año en que mantiene en la casa de Saturno y hace estación temporal en la de Júpiter. De esta benévola conjunción, se deduce que no habrá tormentas a fines de mes, fíjate. Ami me viene esa decisión como anillo al dedo: no olvides que yo tengo una casa solariega, vamos: casi un solar, malherida del tejado, en Matalaendrinilla, y que casi vivo de las rentas de un viñedo que heredé de mis abuelos en la serranía de Teuel, a manderecha según se sube. Y, además que tengo que recordártelo todo, hoy es San Miguel, un santo con una basculita, que, a los nacidos en su día, nos hace lo más equilibrados del mundo. Para eso le sirve la basculita. ¿Aries...? Los de Aries sois esos fulanos que, tal día como hoy, al venir sonriendo a saludarte, te atizan una coz de punta en la espinilla te jeringan un par de semanas. ¡Así que hazte allá, chica, por si las moscas, que yo soy la mar de atenta y respondo a todo lo que se me dedica...!" "¡Jesús, Jesús y Jesús...! A ver, aclárate: ¿qué diablos es eso de una coz de punta...? Yo siempre pensé que tú las sacudías poniéndote de espaldas, manos en el suelo, y, ¡duro, con el talón donde cuadre...! Pero, por lo visto, te has refinado. ¿Las darás también en inglés...? ¡Habrás hecho cursos en alguna Universidad de verano...! ¡Vamos, digo yo...!" "Nada de guasíbilis, preciosura... Ni de verano, ni de invierno, ni de entretiempo, a ver si te empapas. Como eres una jai a quien molesta lo negro y no conoces siquiera la prensa nacional, no digamos la extranjera, pues que no carburas, o sea, que vives en la luna. ¡No te olvides de dejarme tu dirección, por si acaso...! Menudo alucine te vas a zampar cuando sepas que yo, este verano, sin salir de mi refugio pueblerino he servido de sujeto agente para experimentos importantísimos. Creo que los llaman telúricos, o cosa así, no sé bien. ¡Los subvenciona el gobierno...!" "¿Sí...? Déjame que me agarre a algo, que, de la impresión, me voy a descangallar. ¿Qué has hecho? ¿Un gazpacho, te has pasado una tarde enterita batiendo clara de huevo...? Tengo la corazonada de que no sabes mucho más, y que, quizá quizá, esa doña, la parisina, la sibila del portal, con su bola de cristal y una hucha con una raja como el Estrecho de Gibraltar, te está tomando la cabellera, o sea: la pelambre. ¡Fíate de la Virgen y no corras! Yo que tú llamaba a los guripas. Pero, so pasmada, ¿te crees esas pamemas de las estrellas, el compadre Júpiter y todo el tinglado...? ¡Tú, de abolengo librepensador, con abuelos fallecidos a fuerza de gritar en las barricadas de la Milicia Nacional en 1822, ¡va incluido!¿Para ese les pusieron la lápida en la esquina del Ayuntamiento, para que tú, su descendiente Libra, te pasees de bracete con esa turba de haraganes, don Júpiter y compañía...? ¡Chica, que no se diga...!" "No hay quién pueda contigo! Enseguida te sulfuras y encocoras cuando quedas por debajo de mí. Te voy a decir tan sólo una de mis virtudes sobrehumanas. ¡Demostrada, eh? ¡Yo presiento los terremotos, puedo avisar a Protección Civil y evitar mortandades! He logrado que las ambulancias no despachurren muchos viandantes cuando, enloquecidas, vuelan a buscar los residuos de las víctimas...! Anda, ¿qué te parece?" "¿Has acertado alguno? No he oído que este año haya pasado nada de eso." "¡Claro que no ha habido faltaría más...! Gracias a mi intervención, que si no... Era en julio, y los guardianes de la fábrica terremotil se revolvían, en la siesta, contra el calor. Mis amigos vulcaneros me alertaron: i'Ojo, que estos cabrones preparan algo muy serio...! ¡Vamos que si lo era...! ¡De tres capas y bendición apostólica! Pensaban lanzar, desde Finisterre, una ola de cien metros de altura, que quitando en medio las Azores, para que no nos den más lata con Felipe II, llegaría a Nueva York y remitiría los rascacielos al tiempo de la Nanita. Hubo filtraciones, los chamarileros europeos, constituidos en Hermandad piadosa, a fin de comprar, baratitas, las cachizas de la estatua de la Libertad , ya estaban seleccionando ropitas apropiadas para el viaje. ¡Total, para lo que allí hace la estatuita dichosa..! Pues reconócelo, gracias a mí, que evité el desmadre marino y engarité a los terremoteros de servicio, (mano de santo: una tacita de tila o'clock, 17h.p.m), seguimos disfrutando de libertad de expresión, de reunión, religión, desesperación y demás tutilimundi. i Replica, anda, si te atreves...! Por lo menos da las gracias, hija mía, que algo te podía haber alcanzado... ¡Habría sido horrible! Las compañías de seguros me han propuesto para una pensión vitalicia. Y el Senado norteamericano me piensa regalar, en solemne acto, un juego de joyas con cascarilla de la estatua. ¡Me servirá de talismán!" "Ya, no quiero ni pensarlo...¡Haré que te impongan un collarón pensionado, de oro, para, cuando te pille la vejestoría, tengas que venderle". "¡Agradecida! Yo pido muy poco, me conformo con nada. Para cuando llegue ese día, me bastará con la exclusiva, ya otorgada, de repartir el horóscopo individual en romerías y verbenas ... Una caseta pequeñuca, pintada de azul, con timbres a dos voces, y un lorito que saque con el pico el porvenir escrito en telegramas azules, o en orlas caprichosas , según tarifa..." "De acuerdo. Pero haz el repajolero favor..." "¡Ah, se me olvidaba: a esas orlas les pondré fotos y autógrafos de cantantes y rokeros famosos, también de algún político..." "¡Pues pon también a tu Libra y a tu Júpiter ese!! Yo iba a decirte que me hables de virtudes y no me atosigues con calamitosismos, que me estás ciscando la tarde, coña, coña, recoña...!" "¿Cosa grata...? Pues allá va. ¡Si tengo contestaciones para todo! Tú me contarás, cincuenta añitos a la espalda acudiendo, rauda , a aplicar remedios...! (Esto, ya lo habrás notado, es verso, pero no me acuerdo del autor. ¡Esta cabeza...! Pon atención: fue por la Virgen de Agosto. Tú sabes que, entre el día 10, San Lorenzo, y el 15, la Asunción de la Virgen , pasan los días de mayor calor. ¡Se ve en el cielo el humo de la parrilla de San Lorenzo¡ Me imagino que estarás al cabo de la calle sobre el martirio que sufrió San Lorenzo, pobrecillo. ¿O no...? ¡Anda, pues no sé por qué le hicieron sudar así, pero, no sé, alguna razón tendrían! Seguramente, San Lorenzo no quiso confesar algo, hay santos tan tercos. Yo lo preguntaré en casa, quizá mi abuelo recuerde por qué le tostaron. ¡Pero a ti qué más te da...! Lo asaron y punto en boca. Pues que todos los años, ese día, el ambiente huele a chamusquina, est á comprobadísimo. Pero, a lo nuestro: las gallinas, por ejemplo, cuando amenaza un terremoto, que suelen caer por esas témporas, se ponen como locas: bajan, suben, vuelven a subir y a bajar, dan vueltas con un ala extendida, coléricas; se amontonan en las perchas del corral y se atacan unas a otras; cacarean hasta enronquecer, pasan largos ratos con las plumas del cuello erizadas y se quedan, al rato, embobadas, apoyadas en una sola pata: la izquierda si va e ser un terremotón de órdago. O sobre la derecha si va a ser un temblorcillo de nada. ¡No falla...! Corno dejan de poner huevos, algunas estallan al anochecer. ¡Pum, catapum, zuparras al aire..! Algunas se desparraman con emotivo lirismo. Por lo menos, eso asegura el Granjero Mayor. ¡Hay quien lee el porvenir en la pringue que el estallido pintarrajea en el techo! Es, ya te digo, una pena. ¡Ponen todo a la miseria! Pues a mí rne pasa tres cuartos de lo mismo. Ando medio mareada, voy, vengo, vuelvo a ir y volver, canturreo, lloriqueo, recito entre dientes las bienaventuranzas y la ley hipotecaria, no soy dueña de mío," ! "¿Tampoco pondrás huevos, mi niña, no verdad...?" "¡Calla, esto es muy científico! "Mira la foto que me sacó doña Hugueta! ¡Estoy apoyada en la pierna derecha!" "¡Me estás resultando un baúl de sorpresas, chica, qué bárbaro! Y aquí, en el barrio, que te teníamos por algo... Bueno, por algo así... ¿Cómo te lo diría yo? Poco espabilada, o sea, faltosa. Y mira tú por dónde, más que faltosa aparentas ahora sobrosa. Y el terremoto, ¿qué fue de él.?" "¿Cómo...? ¿No te has enterado? Doña Hugueta afirma que el sortilegio me salió fenomenal, algo incompleto, pero, como estoy empezando... Para una principiante, no estuvo mal, qué va a estarlo. Ya verás el año que viene, que tendré más experiencia. ¡Solamente pasó que se vino abajo ese túnel que están construyendo, fíjate la que se pudo enredar! ¡Me entra un temblequeo al acordarme! Me piensan imponer una placa de no sé qué reina antigua y, de propina, me nombrarán hija adoptivopredilecta y tal y tal, con banquete, quince o veinte discursos y toda la pesca...! Eso si la empresa constructora no cumple sus amenazas y resisto vivita y coleando hasta entonces. ¡La de siempre, la lucha eterna entre tradicionalistas y progresistas...!" "No hace falta que te pongas de rodillas, regadera, que te creo. Ya sabía yo que las gallinas y tú,.. ¡Hermanitas! Que te den muchas medallones y muchos collarinos, de provecho te sirvan. Y si me permites, yo te pondré alguna al cuello, ya iré apretando despacito, con cariño, no sea que adivines, cualquier pata, que te voy a estrangular muy suavecito, muy suavecito... ¡So taruga! Y me importa un pimiento que ese día toque Libra, o Celemín, u Onza...! ¡Que San Miguel te pese y sopese ¡Ah, ya entiendo lo de Libra, jobar! ¡Qué tonta, cómo no se me habrá ocurrido antes! ¡Quiere decir que San Miguelico nos librará de ti a prisita! Y luego iremos a la casa de doña Huguete, habráse visto. ¡Verás si los de Aries embestimos, se va a enterar!" "¡Ay, amor, repórtate, amiga descarriada...! ¡O te avienes o me pongo sobre la pierna izquierda y vas a ver lo que es bueno!" "¡Ponte cómoda, a cuatro patas...! Yo me voy a rezar una miaja, a agradecerle a Dios que te fabricase bípeda...! ¡Mira tú que si por un descuidillo sales un ciempiés...!"

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