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Cuadernos de antropología social

versão On-line ISSN 1850-275X

Cuad. antropol. soc.  n.15 Buenos Aires jan.//jul. 2002

 

ARTÍCULOS

Estudios de impactos sociales en el Mercosur. Procesos relocalizatorios, nuevos espacios urbanos y reconstrucción de redes de relaciones sociales

Maria Rosa Catullo* 
Elizabeth Coun**

* Dra. en Antropología y Ciencias Sociales. Facultad de Ciencias Naturales y Museo; Universidad Nacional de La Plata. mcatullo@sinectis.com.ar ; mcatullo@museo.fcnym.unlp.edu.ar .
** Licenciatura en Antropología. Facultad de Ciencias Naturales y Museo; Universidad Nacional de La Plata.

Fecha de entrega: marzo de 2002;
Fecha de aceptación:
junio de 2002.

Resumen

En el presente trabajo se analizan y comparan las experiencias de las poblaciones de las ciudades de Nueva Federación (provincia de Entre Ríos, Argentina) y de Itá (Estado de Santa Catarina, Brasil) que fueran relocalizadas por la construcción de la represa binacional argentino-uruguaya de Salto Grande y la represa de Itá (Estados de Santa Catarina y Río Grande del Sur, Brasil).
El estudio se focaliza en la percepción que tuvieron diferentes actores locales respecto de los nuevos espacios urbanos planificados, y en la manera que reconstruyeron sus lugares sociales y privados.
Asimismo, se analizan las pérdidas y las transformaciones producidas en sus redes sociales y en su cotidiano, dada la nueva concepción de los espacios urbanos que suponían, un “nuevo estilo de vida” para estas poblaciones relocalizadas.

Palabras clave: Relocalizaciones; Redes sociales; Argentina; Brasil

Abstract

In this paper we analyze and compare the experiences of the inhabitants of the Nueva Federación city (province of Entre Ríos, Argentina) and the Itá city (Santa Catarina State, Brazil), who were resettled as result of the building of the Argentinian-Uruguayan Salto Grande and the Brazilian Itá hidroelectric dams (Santa Catarina and Rio Grande del Sur States).
Our study focuses on the perception that different local actors involved had concerning the newly planned urban spaces, and how they rebuilt their social and private environments.
Besides, we analize the loss and the transformations in their social networks and daily lives, result of the new conception of those urban spaces which were intended to create “a new lifestyle” for them.

Key words: Resettlements; Social netwoks; Argentina; Brazil

Introducción

Los estudios sobre los impactos socioambientales resultado de Proyectos en Gran Escala, tales como represas, puentes, ciudades, son estudiados por los antropólogos sociales desde hace ya varias décadas, cobrando mayor vigencia en los países del Mercosur a partir de fines de los años setenta, dada las políticas energéticas implementadas por estos países, consecuencia de los crecientes procesos de urbanización e industrialización y la conformación de amplias áreas metropolitanas iniciadas en la década del '50.(Cf., por ejemplo, Aspelin y Santos(1981); Balazote y Radovich (1993); Barros (1983); Catullo (1986); Daou (1985); Helm (1983); Radovich y Balazote (1991); Santos (1983); Sigaud (1986); Sigaud, Martins-Costa y Daou (1987)).

La instalación de grandes represas involucran aspectos complejos y multidimensionales que comprenden aspectos económicos, técnicos, políticos, socioculturales y ecológicos, relacionados en un intrincado juego de mutuas interacciones y condicionamientos. Por sus dimensiones, dependen, como plantea Ribeiro (l99l), de grandes movimientos de capital y mano de obra y engloban la presencia de un número significativo de actores sociales (Bartolomé, l984). Entre estos actores colectivos se destacan las instituciones financieras, nacionales e internacionales; las empresas consorcistas responsables de los emprendimentos; las empresas consultoras; los entes gubernamentales y las poblaciones regionales y locales que ocupan las áreas destinadas a alojar las obras en cuestión (Catullo, 1996).

A nivel local, entre los efectos resultantes de la implantación de grandes represas, se destaca la relocalización compulsiva de las poblaciones ocupantes de los espacios requeridos para la Gran Obra. Estos procesos relocalizatorios, como bien han demostrado experiencias nacionales e internacionales, establece un acelerado proceso de modificaciones socioculturales cuyo desarrollo exceden ampliamente el marco temporal demarcado por la construcción de la propia obra.

En fin, como afirma Bartolomé (l984), desencadenan por regla general, una situación de “drama social”, que produce desarraigo en las poblaciones afectadas; somete a duras pruebas sus estrategias adaptativas y provoca una fragmentación de las redes de relaciones sociales (parentales, vecinales, laborales).

Este trabajo refleja resultados de un proyecto de investigación comparativo sobre los efectos socioculturales de las represas de Salto Grande (Argentina-Uruguay), Yacyretá (margen argentina) e Itá (Brasil), que se está realizando en la Universidad Nacional de La Plata y en la Universidad Nacional de Misiones (Argentina), con participación y asesoramiento, para el área brasileña, de investigadores del Departamento de Antropología Social de la Universidad Federal de Santa Catarina. En particular, para este paper nos basamos en las investigaciones desarrolladas por Catullo respecto al proceso de relocalización de la ciudad Nueva Federación1 desde 1979; en las producción científica de antropólogos brasileños2 y en los trabajos de campo realizados por Catullo y Reis en la ciudad de Itá (1999; 2001). Nos centramos en los procesos de relocalizaciones que generaron la construcción de las represas hidroeléctricas de Salto Grande (Argentina-Uruguay) e Itá (Brasil), en las poblaciones situadas en las márgenes del río Uruguay: Nueva Federación e Itá respectivamente.

La represa de Itá está ubicada en el río Uruguay, entre los municipios de Itá (Estado de Santa Catarina) y Aratiba (Estado de Río Grande do Sur), La misma formó un lago que tiene una cota de 370 metros ( respecto al nivel del mar), con un volumen total de 5.l00 millones de metros cúbicos, ocupando l4l Km² de área total. Presenta un potencial instalado de l620 MW (CNEC, l990; en Peixer l993 b:10) y afectó en su gran mayoría áreas rurales, parcialmente el municipio de Marcelino Ramos (RS) y en su totalidad la sede del municipio de Itá (SC). Su realización se inició en l983 y fue paralizada en el año l985, a raíz del movimiento formado a partir de 1979 y contrario a la construcción de represas: la Comissão Regional de Atingidos por Barragem (CRAB)3. Después de muchos enfrentamientos y conflictos, y de la constante presión de la CRAB y la población campesina, la represa se reinició con posterioridad al Acuerdo firmado entre ELETROSUL y la CRAB en el mes de octubre de l987, en el cual el ente energético del sur de Brasil se comprometía a indemnizar y relocalizar a los “colonos” afectados (Reis, 200l: 93).

Los datos oficiales con relación al número de personas que han sido desplazadas y relocalizadas por la instalación de la presa hidroeléctrica de Itá, se han estimado, conforme al Catastro Socio-Económico realizado por ELETROSUL, en circa 16.000 personas, de las cuales, alrededor del 90%, ocupaban áreas rurales (ELETROSUL, 1997, en: Reis, 2001:90).

Con respecto a la represa de Salto Grande, presenta un potencial total instalado de l890 Mw, produjo un embalse de l40 km. de longitud y 783 km2, inundando áreas rurales y centros urbanos en el noreste de la provincia de Entre Ríos y el sudeste de la provincia de Corrientes (Argentina) y en los departamentos de Salto y Artigas (Uruguay). Su construcción se inició en el mes de abril de l974 y sumergió la ciudad de Federación y parte del poblado de Santa Ana en la margen argentina, y parcialmente a Constitución y el pueblo de Belén en la margen uruguaya (Catullo:1998/1999: 70). Fueron relocalizadas 12.000 personas en la margen argentina y 8.000 en la margen uruguaya (Catullo, 1996:58).

Federación e Itá: dos ciudades, dos procesos

En Diciembre de l973 se firmó el Acuerdo para reglamentar el Convenio del 30/l2/1946, el cual aprobaba la construcción de la represa de Salto Grande y la planificación y ejecución de una nueva ciudad de Federación. El mismo fue aprobado por decretos de la República Oriental del Uruguay y de la República Argentina. En abril de l974 se suscribió a su vez, un convenio entre la Comisión Técnica Mixta (CTM) (Delegación argentina), y el gobierno de la provincia de Entre Ríos, para planificar y coordinar la realización del futuro asentamiento de la ciudad de Federación. Durante el año 1975, se sancionó un nuevo Convenio entre la CTM (Delegación Argentina) y la provincia de Entre Ríos, en cuyo primer artículo esta última se hacía cargo de la ejecución de l.0l9 viviendas en la ciudad Nueva Federación y la CTM se hacía cargo solamente del pago de las indemnizaciones y la provisión de fondos a la provincia, para ejecutar dichas obras. En conclusión, la planificación y ejecución de la nueva ciudad así como del programa de relocalización estuvieron a cargo de los entes gubernamentales provinciales (Catullo,1996: Apéndice No 2:262-263).

Con respecto a la ciudad de Itá, la política de ELETROSUL fue hacerse cargo no sólo de la construcción de la represa, sino que tomó a su cargo también, todo lo concerniente a las áreas afectadas por la misma, por lo cual también estuvo a cargo de la planificación y construcción de la futura localización y del programa de reasentamiento de los itaenses.

Como consecuencia de ello, en marzo de l982 se formó el Grupo Operacional para Relocalización de Itá (GORI), integrado por Eletrosul, la Intendencia Municipal, el gobierno de Santa Catarina y la Superintendencia de Desarrollo de la Región Sur (SUDESUL), firmándose en Diciembre de l984 el “Plano de Mudança” de la ciudad de Itá, elaborado por dicho Grupo.

Con referencia a la ciudad de Federación la población de la misma, comenzó a ser trasladada a partir de marzo de 1979 —ya que el primero de abril de ese mismo año se inauguró la represa de Salto Grande y comenzó a funcionar la primera turbina— cuando aún la ciudad no estaba concluida y dicho traslado se prolongó hasta l98l. Con respecto a las viviendas que quedaban deshabitadas en los diferentes barrios desalojados, las mismas fueron siendo ocupadas por nuevos ocupantes, población que no tuvo acceso a los créditos necesarios para adquirir una casa en la nueva ciudad y que forma parte en la actualidad del Remanente Vieja Federación.

En el caso de Itá, como ya lo mencionamos anteriormente, se dejó en suspenso la construcción de la represa debido al movimiento de resistencia de la CRAB desde 1985 hasta 1992, pero, sin embargo, la ciudad se siguió construyendo, y ya en 1989, habían sido relocalizadas de 30 a 50 familias (Peixer,1993b:88). En 1992, 80% de los proyectos habitacionales ya estaban encaminados y muchos viviendo en sus nuevas casas. Los 20% restantes incluían predios mayores como hospital, iglesias y comercios.

Referente a la localización de la futura ciudad, los habitantes de Federación, eligieron a través de un Plebiscito Popular realizado en octubre de 1974 el emplazamiento de Nueva Federación. La elección recayó en el paraje denominado La Virgen –Federación, lugar situado a 5 Km. del Remanente Vieja Federación, sobre el espejo del lago, reafirmando de esta manera, su identidad ribereña.

A los habitantes de Itá, no se les concedió la oportunidad de elegir el lugar donde se localizaría la nueva ciudad, cuya nueva ubicación fue resuelta directamente por Eletrosul en combinación con la Intendencia y la Comisión de Relocalización de Itá, cuyo presidente era el Intendente. La nueva ciudad de Itá, también se sitúa a 5 kilómetros de la vieja ciudad, pero en este caso, por determinación de Eletrosul, debido a cuestiones de mayor viabilidad.

Podemos afirmar que la población itaense se vió favorecida porque Eletrosul plasmó en la planificación y construcción de la nueva ciudad, su discurso respecto a que la realización de la represa de Itá, al igual que las otras represas hidroeléctricas planificadas para el Alto Uruguay, traerían progreso y desarrollo a la región y, particularmente, a las comunidades desplazadas. Así, la nueva ciudad de Itá se tornó la “menina dos olhos” de la empresa de electricidad, y modelo para ostentar ante las otras poblaciones afectadas por dicha represa, a quienes llevaban a conocer el nuevo “emblema” de progreso de la región.

Los arquitectos y técnicos de la empresa planificaron y definieron el estilo arquitectónico “colonial”4 de la ciudad a partir de una investigación histórica de los tipos de construcción en la región, en Itá y en ciudades vecinas (Peixer 1993b:49). Asimismo, el equipo de arquitectos de Eletrosul residió en Itá varios años, analizando conjuntamente con cada propietario las necesidades de cada familia, sin por ello acceder a todos sus requerimientos.

En el caso de la población federaense, que como nos referimos en párrafos anteriores, eligió la localización de Nueva Federación, los planificadores y arquitectos del Ministerio de Obras y Servicios Públicos de la provincia de Entre Ríos, ya sea en etapas democráticas o de dictadura, determinaron el diseño de la futura ciudad sin la participación de la mayoría de la sociedad involucrada, relacionándose solamente con un pequeño sector de federaenses y con la Intendencia municipal.

Algunos efectos de los procesos relocalizatorios

La política del gobierno de la provincia de Entre Ríos generó en la población de Federación un alto grado de ansiedad, de angustia y un gran sentimiento de impo­ten­cia hacia un futuro que no había elegido, y de cuya planificación había participado en forma muy limitada. De esta manera, se llegó al traslado poblacional en si, en el cual el Stress Multidimensional de Relocalización (SMR) al­canzaba su clímax. Al federaense se le exigió renunciar a un en­torno que había creado cotidianamente, para trasladarse a una ciudad que, a pesar de la corta distancia que la separaba de Fe­deración, le era desconocida y de cuya realización no se sentía partícipe. En forma paralela, la nueva ciudad estaba en plena construcción lo que originó que el traslado se desar­ro­llase con grandes difi­cultades (Catullo, 1998/1999: 80). Un informante de la comunidad expresaba así la situación:

“Solo estaban las viviendas construidas. No todas ellas terminadas. Ha habido casos de gente que se ha trasladado sin puertas, sin ventanas, y en el caso de los dúplex sin escaleras, no es cierto? (...) No había iluminación en las calles, no había veredas, no había teléfonos. Estaban las viviendas no terminadas aún y nada mas. O sea, se siguió durante dos años, mas inclusive, en un régimen de obrador., porque el municipio no tenia injerencia, no es cierto?. La empresa estaba trabajando y le resultaba molesto el público, inclusive había problemas de seguridad. Pienso que fue una situación bastante embromada en ese momento, no es cierto (...) De ninguna manera estaba en condiciones de ser habitada”. (Catullo, 1987: 51)

Paralelamente se iba produciendo el derrumbe de la vieja ciudad. A medida que la población se trasladaba, las topadoras demolían las antiguas casas, como lo expresa en el siguiente párrafo extraído de una entrevista a un informante federaense:

“Nos tuvimos que mudar cuando la ciudad no estaba terminada. Por cuestión de tiempo nos tuvimos que mudar cuando no estaba lista, y simultáneamente se iba destruyendo la vieja ciudad. Entonces vos estabas en tu casa y veías.., sentías cómo las topadoras día a día se iban acercando a tu casa. Entonces se iban mudando por franjas hacia arriba a medida que las topadoras iban llegando. Fue espantoso... Nosotros nos mudamos en la segunda tanda, en mayo; la primera tanda se mudó en marzo... Nosotros nos mudamos en mayo o sea un mes y medio o casi dos meses después. Durante esos dos meses sistemáticamente escuchamos los ruiditos de las topadoras... Había una que hacía pí, pí,pí, empezaba a las seis de la mañana, que sentías mas o menos como su estuvieras en una situación de guerra, algo así. La sensación fue realmente horrorosa. (habitante del Centro de Federación) (Catullo, Idem.: 52)

La importancia que tuvo esta etapa del proceso de relocalización y los sentimientos que generó en los federaenses, queda claramente expuesta en una frase recopilada por Virgolini (l980:50): “Federación debería tener a la entrada un gran arco, como hay en la entrada de otras ciudades, que diga : FEDERACION, AQUÍ SE APRENDE A MORIR”.

Por otra parte, la falta de equipamiento necesario en la nueva ciudad produjo a los habitantes serios problemas, como por ejemplo los ocasionados por la ausencia del hospital San José el cual hasta el mes de julio de l982 funcionó en su antiguo edificio en el remanente. Estos trastornos quedan reflejados en las palabras de un informante de dicho hospital:

“...Y el problema que teníamos, por supuesto era la distancia. Nosotros no teníamos guardias activas, es decir que había una emergencia y uno tenía que salir corriendo de acá (Nueva Federación) hasta allá (Remanente Vieja Federación) (...) Entonces en eso sí hubo muchos inconvenientes casos de gente que cuando nos llamaban, íbamos y quedaba a veces a doce kilómetros por acá o l7 cuando se cortaba acá la ruta. Entonces, bueno, una angina de pecho se transformó en un infarto y se murió. O un chico se atascó de hombros y bueno... no teníamos partera, atendían las enfermas de emergencia, y bueno... se ahogó, se murió por aspiración. Accidentes de este tipo hemos tenido... O que llegue una hemorragia por un parto o un aborto incompleto y nosotros llegamos allá y buenos estabamos desesperados porque ya estaba en estado de shock. Todas esas cosas sí nos tocó vivir y muchas veces, muchas veces” (médico de Nueva Federación) (Catullo, Idem: 53)

Ese estado de la ciudad estimuló el aislamiento intracomunitario. Cada federaense vivía su propio drama, no conocía donde vivían sus parientes, sus amigos y tampoco podían transitar por la ciudad. Se acostumbró entonces a quedarse en su casa, con su familia, apartado de los demás y comunicado con el mundo exterior sólo a través de la televisión, por medio de la cual miraba como “otros” actuaban, jugaban, charlaban....

Otro aspecto a tener en cuenta en el caso de Federación, es la desarticulación del vecindario que se produjo con motivo del traslado, donde se modificó no sólo la estructura urbana sino también la ubicación de los habitantes dentro de esa nueva organización espacial. Esto produjo una rearticulación del espacio físico y la pérdida de la imagen del federaense respecto de su ciudad. Asimismo, el diseño de la nueva ciudad, tradujo la falta de conocimiento y de consideración por los valores culturales y sociales de la población federaense (Cfr., Gutierrez y Viñuales, l982.). El habitante de Nueva Federación experimentó por lo tanto, y especialmente en los primeros años después del traslado, la pérdida del ambiente cotidiano que había recreado día a día. Esa alteración de la organización espacial desarticuló a su vez, las relaciones, es decir aquellas que “llevan consigo el intercambio de servicios, información y aprobación personal entre aquellos que viven, unos cerca de otros” (Keller, l975:59), y que habían estado tan consolidadas en la antigua trama urbana (Cfr., Catullo, l987:l2l y ss.). Se produjo entonces una dispersión de las unidades barriales constituidas a través de muchos años de convivencia diaria, como se traduce en las palabras de una residente:

“Sabe qué?, sabe qué?, que estamos de..., no somos los mismos vecinos de antes. Somos todos conocidos, todos, porque en una ciudad chica somos todos conocidos. Somos todos..., pero entonces salgo a la calle y me encuentro con una conocida, una amiga, ¿dónde estás vos? ¿dónde estás ubicada? Yo en tal parte... o voy a hacer un mandado, por ejemplo y me encuentro con Fulana: ¿pero vos estás acá? ¿Y la otra Fulana donde está? Y así nos...estamos. No somos los mismos vecinos”.

Por supuesto que también los grupos relocalizados en el Remanente se vieron afectados por la desarticulación de sus vecindarios y de las asociaciones barriales y, al mismo tiempo, por la dispersión de sus familias extensas ya que algunos de los miembros del grupo familiar pudieron acceder a la posesión de una vivienda en la nueva ciudad debilitándose de esta manera las relaciones parentales con aquellos que permanecieron en el antiguo emplazamiento. Ello provocó una continua añoranza por el anterior vecindario y una actitud de desconfianza y recelo ante los nuevos vecinos, según se expresa en el siguiente párrafo extraído de una entrevista efectuada a un informante local:

“Y allá, en el barrio de nosotros, en el barrio La Virgen, como ser... si se me descomponía mi marido yo llamaba a uno de mis hermanos, mi madre y ya estaban todos los vecinos de los alrededores (...)... Y ...si..uno obligadamente tiene que quedarse, que va ser, ya uno tiene acá, tiene que quedarse. Yo... gustarme no me gusta porque yo ya les digo, yo extraño mucho a la gente porque... ya eramos mas unidos y todo.... Acá no hay unión, yo extraño todo eso, vió ...”(Catullo, idem: 55).

La falta de comunicación con los vecinos en los diferentes contextos espaciales, como por ejemplo la calle, “el boliche”, los comercios diarios, afectó ese intercambio de servicios, de información que se había construido a través del tiempo y que conformaban parte de la vida diaria de los federaenses. Recurriendo nuevamente a las palabras de los informantes, una habitante del Barrio Residencial señalaba:

“Lo que pasa es que toda la gente venía a casa. La casa era una casa muy vieja, muy tradicional, donde el zaguán vivía abierto día y noche y ahí entraba todo el mundo, todo el mundo entraba... aparte... mi suegra tenía sus amistades, yo tenía las mías, los muchachos tenían las suyas, las chicas... entonces, estaba en el centro y todo el mundo llegaba a esta casa y eso nosotros extrañamos porque acá quedamos muy lejos.(Catullo, Ibídem).

Esa desarticulación trajo consecuentemente el resquebrajamiento de las instituciones intermedias que representaban a los diferentes vecindarios y que favorecían la solidaridad dentro de los mismos. Así desaparecieron el Club San Lorenzo, el Club Estudiantes, y otras tradicionales instituciones intermedias, que eran el orgullo no sólo de sus asociados sino también de todo el barrio.

En la etapa posterior a la relocalización, el único club que, por su presencia “tradicional” y por la política “de apertura” implementada por la Comisión Directiva del Club, recibió terrenos por parte de la CTM y construyó sus primeras instalaciones, fue el Club Social el cual ya no nucleaba a las familias tradicionales de Federación y a sus profesionales, sino que reunía a actores pertenecientes, fundamentalmente, a los sectores medio y medio-alto de la comunidad y con un énfasis en lo deportivo. Esto provocó la reprobación de los asociados mas antiguos que no se adaptaban al cambio y a su vez, el desagrado de los sectores socio-económicos mas altos que perdieron uno de los símbolos relevantes de diferenciación social de la vieja ciudad, según queda expresado por un informante de la comunidad:

“Era el único lugar (el Club Social), además, un lugar lindísimo, un lugar de reunión, pero estaba mas separado el grupo, así ... de gente (...).Vos viste como estaba la ciudad vieja, había un barrio que estaba totalmente diferenciado, que era el San Lorenzo, con el Centro. Y los lugares donde frecuentaba la gente del Centro jamás iba gente de San Lorenzo, en cambio acá no, acá está todo mezclado. Está mas mezclado porque vivimos, viste? No hay un barrio distinto como ellos tenían antes. No tienen su club que antes lo tenían; entonces ellos se vinieron al Club Social...”(Catullo, idem:56).

Por otra parte, a la ausencia de instituciones barriales debe sumarse la carencia de espacios privados de uso social donde se generaban y estimulaban las relaciones interbarriales y que en el anterior emplazamiento estaban representados por las confiterías y los “bares” (Catullo, l987:l33).

La población de Federación había perdido sus lugares, aquellos rincones que favorecían la cohesión social, que extendían la red de relaciones sociales, donde diariamente se protagonizaban hechos que luego quedaban registrados en la memoria colectiva:

“Es lo que yo decía que uno extraña; extraña el ambiente... porque allá estábamos todos ubicados, no es cierto? Teníamos .., no es cierto? Porque desde papá, desde que papá era joven, no es cierto? Iba a un lugar, y después fue mi hermano mayor, después fui yo y..., no es cierto? O sea que es una cosa de años, no es cierto? O sea que acá cuando nos trajeron, por empezar nos desubicaron a todos, no es cierto? Nada que ver donde estábamos Fulano o Zutano. O sea que la gente se entreveró toda, no es cierto? Y falta ese ambiente que yo ahora, a las nueve de la noche, ya sabía que a Fulano lo encontraba en el café, no es cierto? Bueno, ahora ese Fulano no sabe adonde ir, donde está el ambiente de él, porque no se formó , no es cierto? Y yo tampoco, entonces yo no salgo y el otro no sale porque no tiene... no es cierto? Y eso cuesta, eso va a costar años”.(Catullo, Idem:57).

Esas pérdidas provocaron en la población una gran nostalgia por el pasado, un pasado sin el cual el presente no tenía razón de ser y el futuro se vía envuelto en una gran signo de interrogación, como señalaba un poblador en l979:

“Yo le dije a alguno, hace cuarenta años que estamos esperando. Estábamos esperando que nos cambien, no es cierto? O qué es lo que nos iba a pasar, nos hacían el pueblo o no nos hacían el pueblo. Y ahora vamos a seguir esperando diez años mas, qué es lo que va a pasar con Federación, si Federación aumenta o quedamos igual otra vez, no? Y porque ahora estamos esperando otra vez, si, está muy lindo todo, está al pelo todo, pero estamos esperando a ver, para donde va la salida, a ver si,... si va para arriba o si... o si quedamos otra vez igual, igual.”(Catullo, Ibídem).

Durante la etapa que prosiguió inmediatamente al traslado, la apatía, la abulia envolvieron a Federación Su participación en la vida comunitaria era casi nula, puesto que cada uno debía hacer frente a su propio “drama”.

La nueva ciudad se había transformado en una especie de “gran maqueta” desarticulada, donde cada individuo, cada familia debió desarrollar sus propios mecanismos de adaptación ante la modificación tanto del medio ambiente natural como social.

Con respecto a las experiencias de los itaenses, fueron muy semejantes a la de los federaenses, en cuanto a los sentimientos de desarraigo que sufrieron al ser trasladados a la nueva ciudad, no experimentando, sin embargo, la extrema presión que debieron soportar estos últimos, quienes fueron relocalizados de acuerdo al estricto cronograma, determinado por el Acuerdo binacional argentino-uru guayo, que preveía la puesta en funcionamiento de la primera turbina de la represa de Salto Grande para el primero de abril de 1979, como ya indicamos anteriormente.

En la ciudad de Itá también, proliferó el desánimo, la decepción, el miedo; sentimientos que se descubren en los testimonios de sus habitantes:

Primeiro eu pensava que seria uma grande coisa (a barragem). Depois veio aquela decepção quando soube que ia alagar. (pensávamos) que vai mexer comigo vai ser a água ”(comerciante). (Peixer l993.b:25).

Inicialmente quando soube deu um baque geral (...). Desespero geral, ninguém mais se olhava... Desespero porque a gente imaginava como ia ficar toda cidade, ia acabar com o municipio, ia dividir.” (jubilado) (Peixer, Ibídem).

Tener su espacio construido socialmente cubierto por las aguas, genera un sentimiento de pérdida que no se restringe solamente a bienes materiales, sino principalmente a aspectos sociales y simbólicos. El valor de la casa, de las calles donde se encontraban la plaza, el bar, la iglesia el espacio donde se creció, donde se crió a los hijos, estableció relaciones de vecindad, amistades y enemistades. Tal como nos advierte Peixer, son valores de difícil o mas bien de imposible reposición. La relación que se tiene con el espacio físico y social es algo mas complejo que una simple relación de valor mercantil (Peixer, l993 b:26).

Todo mundo amava tanta esta terra pequena, ninguém queria se desfazer ” (Peixer, Ibídem).

Porque a gente sentía, tava num lugar bom, tava como a cidade tudo pronto, num lugar calmo, a gente tinha amor ao torrão da gente, tinha amor a cidade .”(Peixer, Ibídem).

Se trató de presentar a la Obra como un bien público de interés general y minimizar el “costo social” presente en grandes obras de desarrollo (Bartolomé, l985).

Chegou um ponto que (a barragem) e irreversível, até un certo ponto brigamos, até o momento que a barragem se torna de utilidad pública “(Peixer, l993,b:28).

El sentimiento inicial de pérdida del espacio socialmente construido, convivió con la revalorización de la dimensión del progreso. La propia comunidad iba a ser reconstruida a partir de esta percepción. Se buscaba formar otra identidad, una identidad urbana correlacionada con la modernidad (Peixer, 1993b:33). La perspectiva desde el discurso de Eletrosul era que la sede del municipio creciera, y los integrantes de la “Comisión de Relocalización de Ita” (CRI) y las autoridades del Municipio adhirieron a esas expectativas:

A procupação dessa Comissão e administração era de que Itá crescesse com essa obra e nao sumisse” (Peixer l993,b:38, 39).

La empresa estatal de energía del sur de Brasil prometió a la población una nueva ciudad dotada de toda infraestructura y equipamiento básicos. En palabras de un líder local y de un maestro:

As promessas eram as mas bonitas e mais promissoras para a comunidade de Itá. Nós teríamos uma cidade mais bonita, escolhida onde nos tínhamos escolhido, e toda a infra-estrutura que uma cidade merece” (Peixer, l993,b:4l).

Eles prometeram que ia ser construído uma cidade nova, com asfalto, infra-estrutura bem feita, a população ia sair ganhando ”(maestro, Peixer, l993 b:5l).

La percepción de la nueva ciudad, nos señala Peixer, es múltiple, envuelve una serie de aspectos que parecen inicialmente contradictorios. En esta percepción el sueño de progreso es fuerte; la nueva ciudad como símbolo de progreso . Y estos símbolos están presentes en los discursos sobre la nueva ciudad como una compensación del sacrificio (Peixer, l993 a:1-2).

A diferencia de Nueva Federación, a los itaenses, no les fue posible elegir el lugar del nuevo asentamiento, que como ya mencionamos, fue decidido por Eletrosul, lo que generó en los mismos un sentimiento de descontento que se traduce en el siguiente comentario:

Parece uma lomba de cavalo. O bom sería uma cidade numa área mais favoravel. La tem 3.000 metros de comprimento. Aquí (cidade atual) não tem nem l000 metros. No centro (nova cidade) não tem nem 300 metros de largura .”(morador de Itá) (Peixer, 1993 b:44).

Los itaenses fueron rodeados por diversas informaciones de cómo sería la nueva ciudad, de su infraestructura, de las posibilidades de una nueva casa planificada por arquitectos e ingenieros, o sea, los portadores del “saber” científico y técnico que los habitantes de Itá no poseían. Por lo tanto, no tuvieron acceso a ninguna instancia de la planificación urbana (Peixer, Ibídem).

Paralelamente, en el mes de octubre de l982, por Ley Municipal No 505, fue redefinido el perímetro urbano de la ciudad. Con estas modificaciones algunos inmuebles, que antes formaban parte del perímetro urbano, pasaron a situarse en el perímetro rural, ocasionando problemas políticos a la “Comisión de Relocalización de Itá” (CRI) ya que al estar dentro del área rural no tenían derecho a ser relocalizados, sino sólo a adquirir un lote dentro del área urbana.

Asimismo, referente a la selección de los lotes en la nueva ciudad Eletrosul, junto con la CRI, optaron por un criterio de “centralidad”, definida a partir del cruce de las calles comerciales mas transitadas de la ciudad y donde se situaban los comercios mas tradicionales y las viviendas de las familias fundantes de Itá. En consecuencia, no se utilizó un criterio de “centralidad” geográfico-urbana, sino una criterio de “centralidad” eminentemente étnico, el cual benefició a las familias tradicionales de origen italiano y alemán, y socioeconómico (comercios más relevantes).

O canteiro (triangulo é meu, eu que cedi. Já partiu errado, partiram para o setor comercial, então os seghintes. Para o comércio um ponto como tenho aqu nao vou ter mais, eu nao fu o primeiro a escolher, fue o quinto” (comerciante) (Peixer, 1993 a:l0)

Por último, dentro de la planificación de la nueva ciudad, dado las particularidades físicas del local, que presentaba tres áreas bien distintas, se priorizaron los lotes destinados a órganos públicos, o destinados a actividades públicas; los lotes comerciales e industriales; aquellos lotes residenciales para propietarios residentes y luego; los terrenos ocupados por inquilinos; aquellos desocupados, propiedad de residentes en la ciudad; y desocupados pero de propietarios no residentes. Esta forma de elección de los lotes generó una serie de conflictos entre los actores locales, ya que como remarcáramos, por la topografía de la nueva ciudad, sería imposible reproducir la misma estructura socioespacial. La nueva distribución de la malla urbana de terrenos, no permitió mantener las mismas condiciones anteriores, por ejemplo, en cuanto a la contigüidad con los mismos vecinos (Peixer, l993 b:47).

As casa (na cidade nova) ficam mais separadas nao ficou muito bom assim. Se fosse mais junto era melhor. Tudo junto, o comércio, o vizinho junto, o hospital era mais perto agora vai, sei lá onde vai ficar ” (habitante de la antigua ciudad, l989, en:Peixier, l993 a: 10).

Consecuentemente, se resquebrajaron la mayoría de relaciones de vecindad, muchas de ellas parentales, produciendo una rearticulación de las redes de parentesco, de vecindad y de los flujos de información locales/barriales.

Eu pensava que como a cidade tao comprimida, para visitar un amigo teria que avisar antes. Dando rizada, nós dizia que íamos colocar un pano vermelho na janela quando era para tomar mate” (Peixer, Idem:l2).

Como en el caso del proceso de relocalización de los habitantes de Federación, los primeros itaenses que fueron trasladados al nuevo asentamiento enfrentaron muchos problemas en su “dia a dia”, como la falta de vecinos; servicios, comercios, como demuestran los siguientes testimonios:

Aquí só tem um vizinho que chega as 6 horas e volta ás 8 horas. Eu a noite jogava carteado, agora acabou. Jogar ¿como quem? O convivio a qui é zero, não vão ser os mesmos vizinhos” (Peixer,l993,a: l3).

“Eu tenho problemas, nao tenho empregada, e onde vou deixar as criancas. Aquí elas ficam comigo ou como a vizinha, lá eu nao tenho vizinhos” (Itá, l989) (ibidem).

Las distancias a ser recorridas en la nueva ciudad es un segundo aspecto de comparación con la vieja Itá: “A forma alongada é ruim. Mas já me acostumei, nao estranho mais” (Peixer, l993,a:ll).

Comparando las experiencias de las dos ciudades relocalizadas analizadas, referente a la desarticulación de las redes de parentesco y vecinales, así como las distancias que debían ser recorridas en las nuevas ciudades, comprobamos que las vivencias de los afectados han sido muy similares.

En el caso de Itá, los arquitectos de Eletrosul defendían una propuesta de casa y de sus usos, que contrastaba relativamente con la cultura de los futuros habitantes, con sus hábitos y significados que atribuían a su vivienda. (Peixer; 1993ª:17). Muchos de estos problemas fueron evitados en parte, para los sectores con un poder adquisitivo mayor, que pudieron realizar modificaciones dentro de los parámetros estilísticos ya definidos por dichos equipos técnicos.

  “Os engenheiros deviam ver as costumes do povo. Se não tem uma casa que nao é do teu gosto, voce nao tem prazer de ficar nela. Eu nunca gostei de coisa só para bonito, mas para usar “ (jubilado) (Peixer, l993a: l7).

  “E para acertar isso como os técnicos não foi facil. Eles tentam fazer as coisas bonitas por fora e pouco cómodas. Para minha casa eles fizeram sete projetos o oitavo eu aceite. Eu disse voces estão fazendo o projeto mas quem vai morar nela sou eu” (maestra) (Peixer, l993a:l6).

Esta situación difirió sustancialmente en lo que respecta a Nueva Federación, donde el estilo arquitectónico, que fuera definido y redefinido de acuerdo a las políticas de gobiernos democráticos y dictatoriales, no tuvo en cuenta ningún patrón estilístico de su anterior asentamiento ni los valores y símbolos representados en sus antiguas viviendas. Y los sectores de mayor poder económico sólo pudieron realizar reformas a sus viviendas o acceder a un terreno para planificar su propia casa, con posterioridad al traslado a la nueva ciudad. Nueva Federación fue una ciudad “maqueta”; standarizada y padronizada de acuerdo al poder adquisiti vo de los relocalizados. Y aquellos inundados, que no entraron dentro de esos patrones, quedaron, y fueron y son el “remanente”, el Remanente Vieja Federación.

En cuanto a los procesos de relocalización, la casa, las relaciones de vecindad, la perspectiva de cambio en el “dia a día” fueron mucho mas sufridas por las mujeres, en ambos casos analizados. Los hombres, en general, tuvieron que agruparse y trabajar para restablecer sus comercios, industrias, sus fuentes de ingreso, es decir, enfrentaron los cambios “en grupo” unidos por objetivos “inmediatos”. En cambio las mujeres, mayoritariamente solas, debieron hacer frente a re-acomodar desde los pequeños espacios familiares, privados, semi-públicos, públicos; sus plantas; sus compras diarias; sus vínculos con sus parientes, con sus padres; sus relaciones con los nuevos vecinos; hasta que fueron definiendo las nuevas tramas sociales y los nuevos “barrios”. Si bien, aclaramos que tanto los hombres como las mujeres adultos, debieron redefinir poco a poco, y ante las nuevas condiciones naturales y las situaciones socioeconómicas, sus estrategias adaptativas ( Bartolomé, 1984).

En conclusión, referente a la comparación de las experiencias semejantes o divergentes vividas por los afectados por los procesos relocalizatorios de las ciudades de Federación (Argentina) y de Itá (Brasil) señalamos que nunca hemos dejamos de tener en cuenta que el grado de afectación de estos procesos ha sido diferente, de acuerdo a: la pertenencia a diferentes clases sociales; la posesión de bienes inmuebles (propietarios/no propietarios); la ubicación de los relocalizados dentro de los diferentes distritos urbanos de cada ciudad (áreas centrales/periferia; Nueva Federación/Remanente Vieja Federación) y, en especial, la “agencia” (Giddens, 1979) de los diferentes sectores sociales locales.

Por último, luego de haber analizado y clasificado la información recogida en diversos trabajos de campo realizados en Federación- Nueva Federación, y la presentada en la producción científica referente a Itá y recogida en dicha ciudad, planteamos que si bien debemos tener mucho cuidado con la comparatitividad; remarcamos las vivencias semejantes de las poblaciones urbanas afectadas por ambos Proyectos de Gran Escala y bregamos por la importancia y continuación de los análisis comparativos de diferentes casos etnográficos que nos ayuden a resaltar las recurrencias y alcanzar un mayor nivel de generalidad, en lo conceptual y en lo metodológico.

Notas

1 En este paper denominamos ciudad de Federación a la planta urbana existente hasta la relocalización poblacional que comenzó en el mes de marzo de 1979. El actual asentamiento es la ciudad Nueva Federación , en tanto designamos como Remanente Vieja Federación al área inundada del ex-emplazamiento.

2 Nos basamos particularmente, en los trabajos de Peixer (1993a; 1993b); Reis (1999; 2001); Faillace (1990).

3 En la región se delinearon dos posiciones en relación a la construcción de la hidroeléctrica de Itá: a) una posición contraria a la construcción de la misma desarrollada en las áreas rurales. Este movimiento (CRAB) consiguió una amplia repercusión y movilizó gran parte de la población campesina directamente afectada. Contó con el apoyo de sectores de la Iglesia progresista y de Sindicatos de Trabajadores Rurales.; b) una posición favorable a la construcción de la hidroeléctrica, lo cual en términos de población afectada, quedo básicamente restringida a los habitantes de la sede del municipio de Itá. (Peixer, 1993b:11).

4 En el área de localización de la represa de Itá, así como, en todo el sur de Brasil, se denomina estilo “colonial” al establecido por los inmigrantes italianos, alemanes, polacos, etc. que se radicaron en las áreas rurales y posteriormente urbanas. Por otra parte, el término “colonial” en la América Hispánica, hace referencia al estilo impuesto por la metrópoli española.

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