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Anuario de investigaciones

versão On-line ISSN 1851-1686

Anu. investig. vol.18  Ciudad Autónoma de Buenos Aires dez. 2011

 

PSICOLOGÍA SOCIAL, POLÍTICA Y COMUNITARIA

 

El estudio del autoritarismo en el continuo ideológico-político

The study of authoritarianism in the political ideology

 

Etchezahar, Edgardo1; Cervone, Nélida2

1Becario Doctoral, Proyecto UBACyT.

2 Directora del Proyecto UBACyT P048. E-mail: ncervone@psi.uba.ar

 


Resumen
Este artículo examina las diferentes corrientes de investigación que estudiaron al fenómeno del autoritarismo desde una perspectiva psicológica. Se consideran los límites y alcances de los trabajos del Grupo de Berkeley acerca de la personalidad autoritaria y del Dogmatismo de Rokeach para establecer la especificidad de la relevancia de los estudio de Altemeyer acerca del autoritarismo del ala de derechas. Luego, se analiza la posibilidad del estudio del autoritarismo en el continuo ideológico- político de izquierdas. Finalmente se señala la potencialidad de los aportes de Funke para avanzar en el esclarecimiento del conflicto teoría-empiria en torno al fenómeno.

Palabras clave:
Autoritarismo; Dogmatismo; Ideología; RWA; LWA

Abstract
This article examines the different strands of research that studied the phenomenon of authoritarianism from a psychological perspective. We consider the limits and scope of the work of the Group of Berkeley about the authoritarian personality and the Rokeach Dogmatism to establish the speciicity of the relevance of the study of Altemeyer about right-wing authoritarianism. Then it examines whether the study of authoritarianism in the ongoing political and ideological left. Finally it points out the potential contributions of Funke to advance in solving the conlict theory, empiricism on the phenomenon.

Key words:
Authoritarianism; Dogmatism; Ideology; RWA; LWA


 

1. Introducción
En la historia de las ciencias sociales es posible diferenciar tres grandes líneas de investigación que se han ocupado del autoritarismo desde una perspectiva psicológica (Altemeyer, 1996).
La primera línea, iniciada por el grupo de Berkeley (Adorno, Frenkel-Brunswik, Levinson & Sanford, 1950), se ocupó del estudio de la personalidad autoritaria, desarrollando el primer estudio empírico a gran escala sobre autoritarismo. El principal objetivo de esta investigación fue el estudio de los individuos potencialmente antidemocráticos o fascistas, particularmente susceptibles a la propaganda política. Sustentaba este objetivo el supuesto de que las creencias y actitudes sociopolíticas de las personas constituyen una constelación coherente en torno a una mentalidad común, expresada por determinadas características de personalidad. De esta manera, existiría un síndrome que conformaría la personalidad autoritaria, operacionalizado para su evaluación a través de la California F Scale (o escala F).
Si bien se han reportado cientos de investigaciones que utilizaron posteriormente la escala F para la evaluación del autoritarismo (McCloskey & Chong, 1985), el estudio realizado por el Grupo de Berkeley ha recibido múltiples críticas (Christie & Jahoda, 1954). Entre ellas se destaca, a los ines de este trabajo, aquella que parte del señalamiento de Shills (1954) acerca de que el intento de hacer extensivo el estudio del espectro autoritario en cuanto al continuo ideológico político izquierda-derecha no había sido logrado.
Una de las principales premisas que sostenía Shills, fue que los investigadores de Berkeley no habían analizado a fondo el caso de quienes mostraban características fascistas en las entrevistas pero obtenían bajos puntajes en la escala F. Shills (1954), planteaba que buena parte de los rasgos que caracterizan al autoritarismo también estarían presentes en líderes políticos de regímenes de izquierdas (e.g. Lenin, Stalin). En este sentido, el autor destaca que las muestras de miembros del partido Comunista con las que trabajaron Adorno et. al. (1950) obtuvieron bajos puntajes en la escala F. De esta manera, Shills concluye que la escala F evalúa especíicamente el autoritarismo de derechas, dejando de lado la detección del fenómeno en el otro extremo del continuó ideológico político: el autoritarismo de izquierdas.
La segunda corriente, iniciada por los trabajos de Rokeach (1960), desarrolló el concepto de dogmatismo con la finalidad de evaluar al autoritarismo más allá del posicionamiento ideológico. Para este propósito, el autor propone distinguir entre el contenido (las creencias) y la estructura (la forma de defenderlas) de los sistemas ideológicos; por ejemplo, un individuo puede poseer creencias democráticas pero defenderlas de modo intolerante o autoritario de quienes no las comportan. De esta manera ideologías políticas tales como el comunismo pueden defender postulados humanistas e igualitarios, a diferencia del fascismo, aunque la estructura de ambas ideologías puede ser igualmente autoritaria. En este sentido, propone que la estructura de un sistema de creencias se ubica en un continuo de mentalidad abierta-cerrada, siendo el dogmatismo el polo correspondiente a la mentalidad cerrada.
Esta corriente parecería haber dado con la clave para el estudio del autoritarismo en los polos extremos del posicionamiento ideológico, sin embargo, los estudios empíricos realizados con la escala D construida por Rokeach arrojaron puntuaciones no significativas respecto del nivel de dogmatismo de los partidarios comunistas (Rokeach, 1960). Años después, en un estudio realizado en el Parlamento italiano, DiRenzo (1967) obtuvo muy altos niveles de dogmatismo entre partidarios neo-fascistas, mientras que los políticos que se posicionaban en la extrema izquierda obtuvieron las puntuaciones más bajas de la muestra. Knutson (1974) comunico resultados similares a los de DiRenzo tomando como muestra a seis partidos políticos norteamericanos, entre ellos el Partido Comunista y el partido neo-nazi estadounidense Socialista Popular Blanco. En consonancia, Rokeach (1960) obtuvo correlaciones altas y positivas entre el dogmatismo y la escala F.
Si bien el planteo teórico de Rokeach era consistente en cuanto al binomio mentalidad abierta - mentalidad cerrada, su herramienta de evaluación empírica mostraba ciertas falencias, particularmente en cuanto al autoritarismo en el extremo ideológico de izquierda.
La tercera línea de investigación es la propuesta por Altemeyer (1981, 1996, 2002) a partir del estudio del autoritarismo del ala de derechas. El propósito de este trabajo es examinar las características de esta última corriente, dado que es la que goza de mayor consenso en la actualidad (Duckitt, 2001); para luego analizar los avances en el estudio del autoritarismo en el continuo ideológico-político de izquierdas; y inalmente, considerar la potencialidad de los nuevos aportes para el esclarecimiento del conflicto teoría-empiria en torno al fenómeno (Funke, 2005).

2. El autoritarismo del ala de derechas
Según Altemeyer (1996) se pueden destacar dos aspectos que ponen de maniiesto que los estudios sobre el autoritarismo han evaluado sólo el extremo del continuo ideológico-político de derechas:
1) Los trabajos de las tres grandes líneas que estudiaron al fenómeno del autoritarismo (Adorno et. al., 1950; Altemeyer, 1981; Rokeach, 1960) observaron que los partidarios de agrupaciones políticas con ideologías de derechas obtenían altos puntajes en las escalas que evaluaban dicho fenómeno (e.g. escala F, escala D y escala RWA), mientras que los partidarios de las agrupaciones políticas con ideologías de izquierdas no.
2) El foco de los estudios empíricos realizados para evaluar al autoritarismo no se centra en cuánto sabe cada sujeto acerca de la ideología política por la que aboga, lo que interesa indagar es hasta dónde podría llegar para defender sus ideas. Existen sobradas evidencias empíricas de que los sujetos autoposicionados en el ala derecha del continuo ideológico-político (a diferencia de quienes se ubican en el extremo de izquierdas) estarían dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias (e.g. hacer uso de la violencia física para defender los valores tradicionales y las buenas costumbres). En este sentido, el fenómeno del autoritarismo es pensado como dimensional, más que categorial, es decir, no se considera que un sujeto es o no es autoritario, sino que se evalúan diferentes niveles de autoritarismo.

2.1. Conglomerados actitudinales del RWA
El autoritarismo del ala de derechas (en adelante RWA) se define a partir de la covariación de tres conglomerados actitudinales (Altemeyer, 1996): la sumisión autoritaria, la agresión autoritaria y el convencionalismo. Por conglomerado actitutidinal Altemeyer refiere a una orientación a responder de forma similar ante determinados estímulos, considerando al RWA una variable diferenciable en el plano individual o, dicho de otra manera, un rasgo de personalidad. Cabe destacar que si bien el autoritarismo es un fenómeno que requiere ser comprendido ubicándose en la articulación entre lo psicológico y social, la propuesta de Altemeyer se centra en un nivel de análisis intraindividual (Doise, 1987).
El detalle de los tres conglomerados actitudinales propuestos por Altemeyer (1981, 1996, 2002) da cuenta, en su conjunto, de las principales características del autoritarismo del ala de derechas.
2.1.1 La sumisión autoritaria
La sumisión autoritaria refiere a la aceptación general de los discursos y las acciones propiciadas por las autoridades percibidas como legítimas, junto a la disposición a cumplir con sus instrucciones sin necesidad de ser inducidos a ello (Altemeyer, 1996). De esta manera, las personas autoritarias consideran que el respeto y la obediencia son virtudes esenciales para el orden social que deben ser adquiridas en la temprana infancia, siendo los padres quienes tienen la responsabilidad de llevar a sus hijos por el buen camino. Asimismo, tienden a creer que quienes ocupan cargos de autoridad saben lo que es mejor para los ciudadanos y sancionan al cuestionamiento como uno de los agravios más serios. Las críticas hacia las autoridades son desestabilizantes, destructivas y se encuentran motivadas por objetivos siniestros y ocultos sobre la base de un ferviente deseo de causar problemas. Por último, consideran que las autoridades establecidas tienen un derecho inherente de decidir qué es lo mejor para los ciudadanos, aunque esto implique quebrantar la ley.
Especíicamente, las autoridades percibidas como legítimas por los autoritarios del ala de derechas suelen ser los padres (al menos en la niñez), las fuerzas de seguridad (policía, gendarmería), los líderes políticos, militares, religiosos, etc.
2.1.2 Agresión autoritaria
La agresión, en términos generales, implica un daño -o la intención de causarlo- sea de índole psicológica (discriminación, aislamiento, etc.) o física. Por agresión autoritaria Altemeyer (1996) reiere a la intención abierta de causar daño a un sujeto o grupo, acompañada por la creencia de que las autoridades percibidas como legítimas lo aprueban o que tal accionar va a favorecer a su mantenimiento. Los autoritarios de derechas tienen una predisposición al control del comportamiento de los otros a través del castigo. Generalmente suelen estar de acuerdo con las penas máximas establecidas por la ley, como por ejemplo la pena de muerte.
Los grupos que usualmente devienen en objetivo de la agresión autoritaria suelen ser las minorías, a quienes consideran como desviados, porque amenazan al orden social. Es por esto que generalmente el RWA se encuentre asociado con el prejuicio étnico, racial y sexista, ya que estos permiten una salida posible a la agresividad impulsiva del autoritario. De ahí que la agresividad que caracteriza al prejuicio podría considerarse autoritaria, aunque esto no implica que todos los tipos de prejuicio estén asociados al autoritarismo de derechas.
2.1.3 Convencionalismo
Por adherencia a las convenciones sociales, Altemeyer (1996) refiere a una fuerte aceptación y compromiso con las normas tradicionales de una sociedad. El autoritario del ala de derechas generalmente cree en las "leyes de Dios" y piensa que el conflicto humano ocurre porque las personas ignoran esta ley. Dentro de cada religión, los autoritarios tienden a ser fundamentalistas, deseosos de mantener las creencias y enseñanzas de las formas tradicionales, resistiéndose al cambio. Rechazan que las costumbres sociales puedan ser arbitrarias y las que posee un grupo específico puedan ser tan buenas como las de otro. En este sentido, las normas refieren a convenciones establecidas por el grupo de pertenencia, basadas en una larga tradición de costumbres, que especifican cómo la gente debe actuar en general. De esta manera, los autoritarios se oponen a que cada individuo desarrolle sus propias creencias sobre lo que es normal y lo que no lo es, debido a que las autoridades ya lo han determinado. Por ejemplo, las actitudes de los autoritarios ante el sexo están fuertemente influenciadas por los principios religiosos, considerando como pecado el sexo por fuera del matrimonio, al igual que la desnudez y la homosexualidad (la cual es pensada como una perversión). Incluso ciertos actos sexuales, practicados bajo el matrimonio, también pueden ser considerados como perversos. Asimismo, los autoritarios aprueban la estructura familiar clásica en que la mujer es servicial a su esposo y exigen decencia y apariencia respetable para ambos sexos, pero en particular respecto de las mujeres: las transgresiones sexuales son condenadas en mayor medida cuando son llevadas a cabo por ellas.
Lo dicho no implica que la adherencia a las normas tradicionales no pueda ser modiicada, no obstante, el respeto por las costumbres en los autoritarios es más resistente al cambio que en los no autoritarios.

2.2 Diferencias entre el autoritarismo de derechas y los postulados del Grupo de Berkeley
El modelo presentado por Altemeyer (1981, 1996, 2002) puede confundirse fácilmente con lo teorizado por el Grupo de Berkeley, debido a que toma la denominación de sus conglomerados actitudinales de los tres primeros teorizados por Adorno et. al. (1950). Sin embargo, de ninguna manera puede decirse que el trabajo de Altemeyer conirma al realizado por el Grupo de Berkeley.
Aunque el trabajo de Altemeyer coincida en la nomenclatura de los conglomerados actitudinales (agresión autoritaria, sumisión autoritaria y convencionalismo) con los del grupo de Berkeley, los constructos subyacentes son diferentes. Por ejemplo, mientras que Adorno et. al. teorizan que: "... uno de los fenómenos que caracteriza a la clase media es la susceptibilidad hacia el fascismo." (p. 229), y define al convencionalismo como: "... la adherencia rígida a los valores de la clase media." (p. 234); Altemeyer (1996) propone que el autoritarismo se focaliza en la percepción individual acerca de las normas aprobadas por quienes se consideran autoridades, pudiendo ser o no normas características de la clase media. Asimismo, la agresión autoritaria es teorizada por el Grupo de Berkeley como: "... el ataque hacia la gente que viola los valores convencionales de la clase media." (Adorno et. al., 1950, p. 228). Para Altemeyer (1996), esta definición dejaría por fuera, por ejemplo, a los participantes del experimento de Milgram sobre la obediencia a la autoridad. La agresión autoritaria, según Altemeyer, puede dirigirse hacia cualquier exogrupo que diiera en las convenciones del endogrupo. Quizás el punto de mayor discordancia entre el Grupo de Berkeley y Altemeyer, es que los primeros construyeron su modelo acerca de la personalidad autoritaria a partir del marco psicoanalítico freudiano, destacando de esta manera la primera infancia como raíz de los comportamientos adultos y enfatizando como causas los conflictos inconcientes, odios reprimidos, hostilidad proyectada, etc. El enfoque de Altemeyer no toma en cuenta ninguno de estos aspectos, en sus palabras: "... considerar a un sujeto como autoritario del ala de derechas implica, por ejemplo, una tendencia fuerte hacia el antisemitismo, pero esto no signiica que la causa haya sido un odio inconciente hacia sus padres." (Altemeyer, 1996, p. 56).

3. El autoritarismo de izquierdas
A partir de la crítica de Shills (1954) al estudio de Adorno et. al. referida a que no había sido evaluado el autoritarismo en general, sino el de derechas en particular, surgieron nuevos enfoques para echar luz al estudio del autoritarismo de izquierdas.
Algunos autores (McCloskey & Chong, 1980) apelaron a la evidencia intuitiva respecto a la semejanza entre dictadores de derechas y de izquierdas, argumentando que, desde una mera observación, cualquiera puede dar cuenta de que el extremismo ideológico es autoritario, sea de derechas o de izquierdas. Por otra parte, autores como Stone (1980) niegan la posibilidad de un autoritarismo de izquierdas, debido a que a partir de que la evidencia empírica y los argumentos puestos a demostración no son solventes.
La investigación de mayor magnitud para el estudio del autoritarismo de izquierdas fue dirigida por Altemeyer (1996). La base teórica que sustentó este trabajo es, en principio, similar a la del autoritarismo del ala de derechas, ya que "... los autoritarios de derechas... apoyan a las autoridades establecidas a como dé lugar, mientras que los autoritarios de izquierda se opondrán a tales autoridades, también a como dé lugar..." (p. 218).
Al igual que para el autoritarismo del ala de derechas, Altemeyer (1996) propone que el autoritarismo de izquierdas está compuesto por la covariación de tres conglomerados actitudinales: (1) la sumisión autoritaria (un alto grado de sumisión a autoridades de partidos extremistas), (2) la agresión autoritaria (agresividad general y contra las autoridades establecidas en la sociedad o contra quienes apoyen a tales autoridades), y (3) el convencionalismo (cumplimiento de las normas de conducta esperables por parte de las autoridades de un movimiento extremista). Las tres dimensiones mencionadas son nominalmente las mismas que posee la RWA y conceptualmente similares: ambos tipos de sujetos presentan altos niveles de sumisión a las autoridades, están dispuestos a cometer actos de agresión ante quienes consideran diferentes y poseen una alta adhesión a las convenciones que promulgan sus líderes. Sin embargo, la ideología política que sustenta cada grupo es incompatible. En otras palabras, aunque la LWA y RWA miden según Altemeyer (2002) estructuras psicológicas subyacentes similares, hay grandes diferencias en cuanto al contenido ideológico que fundamenta sus acciones.
Con la finalidad de demostrar la existencia de tales estructuras subyacentes, Altemeyer (1996) construye la escala LWA, poniéndola a prueba en estudiantes universitarios canadienses (más de mil ochocientos), así como entre candidatos de partidos políticos. Los resultados que comunica el autor son contundentes: no pudo identificar un solo sujeto que podría ser clasiicado como autoritario del ala de izquierda. Esto llevó al autor a considerar al autoritarismo de izquierdas como: "... el monstruo del lago Ness de la psicología política." (p. 212).
En suma, algunos autores tomaron la existencia del autoritarismo de izquierdas por sentado, mientras que otros concluyeron que es un mito, lo cual conllevó a un intenso debate entre quienes estudian el fenómeno (Christie, 1956; Eysenck, 1954, 1981; McCloskey y Chong, 1985; Ray, 1983; Rokeach y Hanley, 1956; Stone, 1980; Stone & Smith, 1993).
Autores como Stone & Smith (1993), en respuesta a los postulado de McCloskey & Chong (1985), señalan que el debate muchas veces se ve empobrecido debido a que muchos teóricos de la materia, apenas disponían de escasos datos empíricos para sostener una posición:"... basaban sus casos en evidencia intuitiva. . . relativa a las aparentes similitudes entre los regímenes de la extrema izquierda y extrema derecha, más que en una revisión sistemática de los datos empíricos sobre la personalidad e ideología." (p.154).
Lo cierto es que hasta el momento no se ha hallado evidencia empírica que demuestre la existencia del autoritarismo en el continuo ideológico-político de izquierdas.

4. Nuevos horizontes para el estudio del autoritarismo
En la actualidad se ha abierto una nueva línea de investigación para el estudio del autoritarismo del ala de derechas siendo Funke (2005) uno de sus precursores. El autor presenta una fuerte contradicción acerca de la di
mensionalidad del autoritarismo del ala de derechas de Altemeyer, basando su crítica en la diferencia entre teoría y evidencia empírica que propone el autor de la RWA. Funke (2005) señala que si bien el autoritarismo del ala de derechas se deine como la covariación de tres conglomerados actitudinales, la escala RWA es unidimensional en su evaluación de los constructos subyacentes.
Con la inalidad de salvar este problema, diferentes autores que estudian al autoritarismo han propuesto que algunos reactivos de la escala RWA podrían referir específicamente a una dimensión en particular y no a otras. Sin embargo, coincidimos con la postura de Funke (2005) en cuanto a que los reactivos de la escala original de Altemeyer, como sus diferentes adaptaciones a los distintos contextos refieren por lo menos a dos de los conglomerados actitudinales teorizados por Altemeyer.
En este sentido, Van Hiel, Duriez & Kossowska (2006) observan que uno de las principales causas que podrían dar cuenta del fracaso de la LWA como predictor del autoritarismo de izquierdas sería la dimensión del convencionalismo. Según los autores, es esperable que el convencionalismo en el continuo ideológico político de izquierdas sea diferente al de derechas. Mientras que este último refiere a un sistema de creencias que se opone esencialmente a las ideologías que promueven el cambio social, en el extremo de izquierdas esto será radicalmente opuesto, en tanto que lo convencional es oponerse a quienes son considerados como autoridades instituídas. No es de extrañar entonces, que la psicología política haya pasado por alto al convencionalismo al estudiar el extremismo de izquierdas (Van Hiel, Duriez & Kossowska, 2006). Por el contrario, la agresión y la sumisión autoritaria han sido ampliamente discutidas en los trabajos predecesores al estudio sobre la LWA de Altemeyer. Por ejemplo, Eysenck (1981) reiere a los extremistas de izquierda en términos de su opresión despiadada de todos los que se oponen a ellos y en términos de su obediencia a la disciplina del partido (es decir, en términos de agresión y sumisión). De acuerdo con Altemeyer (1996), "... en caso de llegar al poder de sus movimientos en el destello de un revolución, su presentación a la sociedad como una nueva autoridad se halla en la misma dirección que el autoritarismo del ala de derechas" (p. 218).
El norte a seguir es la construcción de nuevos reactivos que permitan diferenciar los conglomerados actitudinales, tanto para la escala RWA como para la LWA, ya que de esta manera se podrá avanzar en el desarrollo del estudio del autoritarismo en ambos extremos del continuo ideológico político.

Referencias

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Fecha de recepción: 30 de marzo de 2011
Fecha de aceptación: 20 de septiembre de 2011

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