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Revista argentina de endocrinología y metabolismo

versão On-line ISSN 1851-3034

Rev. argent. endocrinol. metab. vol.50 no.3 Ciudad Autónoma de Buenos Aires set. 2013

 

TRABAJO ORIGINAL

Papel del ejercicio en la prevención de la diabetes tipo 2

The Role of Exercise in the Prevention of Type 2 Diabetes

 

Jorge Jaime Márquez Arabia1, Gustavo Ramón Suárez2, Jhony Márquez Tróchez3

1Médico y Cirujano, Médico especialista en Medicina de la actividad física y el deporte. Docente e investigador del Instituto Universitario de Educación Física, Universidad de Antioquia; Medellín, Colombia
2
Médico y Cirujano; Doctor en Educación Física. Docente e investigador del Instituto Universitario de Educación Física, Universidad de Antioquia; Medellín, Colombia
3Médico y Cirujano, Universidad Pontifcia Bolivariana; Medellín, Colombia

Correspondencia: Jaime M. Arabia e-mail: jaimejorge33@yahoo.com Teléfono: 2575344. Dirección: Dg 80 No 78B – 240 Bloque 73 Apto 303. Medellín - Colombia

Recibido: 30-08-2012
Aceptado: 25-04-2013

 


RESUMEN

La Diabetes Mellitus Tipo 2 (DMT2) es una enfermedad metabólica cuya incidencia y prevalencia están aumentando a nivel global y que se asocia con una importante morbimortalidad cardiovascular. Se estima que su incidencia y prevalencia seguirán aumentando globalmente y si no se toman medidas urgentes, este problema seguirá generando consecuencias directas para el paciente y el sistema de salud. Está demostrado que los cambios en el estilo de vida - ejercicio regular, peso saludable y patrón alimentario - pueden prevenir el desarrollo de DMT2 principalmente en pacientes de alto riesgo, siempre y cuando, la actividad física se diseñe y se realice de forma similar a los estudios de cohorte exitosos. Igualmente, el ejercicio regular aeróbico y de fuerza en el paciente con prediabetes es fundamental en su manejo, control y pronóstico y tiene múltiples beneficios, no solo en el control glicémico, sino también en parámetros cardiovasculares, metabólicos, antropométricos, e incluso de mortalidad cardiovascular y por todas las causas. Por todo lo anterior, esta revisión incluye la visión global de la diabetes, el papel del ejercicio en la prevención de la DMT2, sus mecanismos protectores y refiere algunas recomendaciones basadas en la evidencia para la prevención de la DMT2 con el ejercicio físico regular
El autor declara no poseer conflictos de interés.

Palabras claves Diabetes Tipo 2, Ejercicio, Actividad física, Prevención

ABSTRACT

Type 2 Diabetes Mellitus (T2DM) is a metabolic disease with an incidence and prevalence that is increas-ing worldwide, and associated with significant morbidity and mortality. It is estimated that the incidence and prevalence of T2DM will continue to increase globally, and unless urgent action is taken, this problem will continue to have direct consequences on the patient and the healthcare system. It has been shown that changes in lifestyle - regular exercise, healthy weight and eating habits - can prevent the development of T2DM mainly in high-risk patients, provided that physical activity is designed and performed in a similar fashion to that of successful cohort studies. Likewise, regular aerobic exercise and strength training in patients with prediabetes are critical in the management, control and prognosis of this condition, and have many benefits, not only for blood glucose control but also for cardiovascular, metabolic, anthropometric parameters, and even for cardiovascular-related mortality and all-causes mortality. For all these reasons, this review includes an overview of diabetes, the role of exercise in the prevention of T2DM, with its protective mechanisms, and it also provides some evidence-based recommendations for preventing T2DM with regular exercise.
No financial conflicts of interest exist.

Key words: Type 2 diabetes, Exercise, Physical activity, Prevention


 

INTRODUCCIÓN

La diabetes mellitus tipo 2 (DMT2) es una enfermedad cardiometabólica y uno de los principales problemas de salud pública global y se ha convertido en pandemia, afectando todas las razas, género, estado socioeconómico y prácticamente todas las edades. Es una enfermedad que genera gran morbilidad y mortalidad y compromete al paciente, la familia y al sistema de salud. La evidencia derivada de múltiples investigaciones confirma los múltiples beneficios del ejercicio en el individuo con riesgo de desarrollar diabetes o con la patología.

VISIÓN GLOBAL

Los criterios para el diagnóstico de la diabetes y prediabetes están ampliamente definidos(1,2). La prediabetes es un factor de riesgo para el desarrollo de DMT2 y enfermedad micro y macrovascular(3).

Aproximadamente el 90-95 % de todos los diabéticos tienen DMT2(4-7) y su prevalencia se ha incrementado dramáticamente en un período corto de tiempo: en 1985 se estimaba que unos 30 millones de personas la padecían y en 2007 afectaba a 246 millones de personas, casi el 6 % de la población adulta de la tierra, y según la Federación Internacional de Diabetes (IDF) en 2011 había casi 366 millones de diabéticos en el mundo y se estima que en 2030 esta cifra aumentará un 51 %(8,9); 80 % de los diabéticos viven en países de ingresos bajos o medios y la mayoría tienen entre 45 y 64 años(9). En EE.UU., el 8 % de la población tiene diabetes diagnosticada por un médico, 3,1 % no están diagnosticados y 36,8 % tiene prediabetes, siendo más frecuente en mujeres afroamericanas que en blancos(10,11). Además, cada año 7 millones de personas desarrollan diabetes (2 casos cada 10 segundos)(9,12).

Aunque se pensaba que los niños no estaban en riesgo de presentar la enfermedad, un creciente número está desarrollando DMT2 (reportada desde los 5 años), tanto en naciones desarrolladas como en desarrollo(8,13,14); en EE.UU. representa entre el 8 y el 45 % de todos los casos de diabetes en niños y adolescentes y la actividad física pudiera prevenir su desarrollo, incluso sin intervención nutricional(11,15).

En Argentina, según un trabajo reciente con una herramienta basada en simulación dinámica se estima que en 2020 la prevalencia de diabetes será de 8,59 %(16).

En Colombia, la diabetes se encuentra entre las diez primeras causas de mortalidad, de egresos hospitalarios y de consulta externa en personas mayores de 45 años y se estima que el 7 % de la población mayor de 30 años tiene DMT2 y alrededor de 30 a 40 % de los afectados desconocen su enfermedad(17). Según la IDF, 9,08 % y 5,69 % de los colombianos entre 20-79 años tenían diabetes y tolerancia alterada a la glucosa (IGT) en 2011, respectivamente(8).

La pandemia de diabetes, se ha desarrollado al compás de los rápidos cambios culturales, el envejecimiento de la población, la creciente urbanización, los cambios dietéticos (carbohidratos refinados y grasas), el sobrepeso y obesidad, el tabaquismo(18), así como el sedentarismo, capacidad física baja(19) y otros patrones poco saludables de nuestro estilo de vida (20); factores psicosociales como la depresión, el estrés, pobre salud mental, poco apoyo social y condiciones adversas en el hogar también están contribuyendo con el aumento de la DMT2(10,21,22).

En países desarrollados, se emplea hasta el 10 % del total del presupuesto de salud en el tratamiento de la diabetes o de sus complicaciones(8,23).

El riesgo de padecer enfermedad coronaria (prevalencia de 55 % en DMT2) y sufrir un evento cerebrovascular es mayor en los diabéticos y al menos 2/3 de los pacientes mueren por estas causas(24). La prevalencia de otros factores de riesgo es alta: 80 % tienen sobrepeso (alrededor de 45 % obesos) 60-80 % son hipertensos (el 30 % de los hipertensos son diabéticos), 50-80 % tienen dislipidemia, 25 % tienen depresión, 31 % no realizan actividad física regular y otro 38 % hace menos de la actividad física recomendada(5,25,26). Además, la insuficiencia cardíaca es entre 2 y 5 veces más frecuente; se estima que 71 % de los diabéticos presentan al menos un factor de riesgo cardiovascular y que existe ECV ya establecida en 27 % de ellos al primer año del diagnóstico(27-29).

La severidad de la anormalidad metabólica puede progresar, regresar o no variar; un paciente con normoglucemia puede llegar a hiperglucemia, tolerancia alterada a la glucosa o DMT2 y regresar a estado normal con manejo adecuado con énfasis en estilos de vida saludables(4,6).

EJERCICIO EN LA PREVENCIÓN DE LA DIABETES MELLITUS TIPO 2

Los bajos niveles de actividad y capacidad física cardiorrespiratorio y musculoesquelético son factores de riesgo fuertes, independientes y modificables para el desarrollo de DMT2; actualmente es claro que un estilo de vida activo físicamente es fundamental para la prevención de la DMT2; la evidencia es amplia (mínimo 20 estudios longitudinales de cohorte) y abarca desde estudios que investigan desde lo fisiológico la relación y asociación entre la actividad física (AF) y la DMT2, hasta estudios poblacionales de cohorte y ensayos clínicos multi-céntricos(24,27,30-36).

Las intervenciones en el estilo de vida reducen el desarrollo de DMT2 en individuos de alto riesgo después del seguimiento a mediano y largo plazo(32). La reducción del peso parece ser el mayor determinante de la reducción del riesgo para DMT2, mientras que la actividad física y la composición alimentaria pueden contribuir de forma indepen-diente(24). La composición corporal y la variación genética también pueden afectar la respuesta a las intervenciones. Estas son costo-efectivas y deben optimizarse para incrementar la adherencia, así que las políticas de salud pública deberían imple-mentar programas de prevención adecuados(31).

Estudios observacionales

Muchos estudios poblacionales en mujeres y hombres informan que altos niveles de AF se asocian con reducción del riesgo de desarrollar DMT2 durante muchos años de seguimiento(27).

Estudios prospectivos de cohorte

En una revisión de 1966 a septiembre de 2007 se encontraron 20 estudios, 6 en mujeres, 8 en hombres y 6 en ambos. La mayoría de los participantes tenían entre 40 y 66 años (rango 24-84 años) y se siguieron durante 4 a 16 años. Se concluye que la AF regular tiene efecto protector contra la DMT2, con disminución del riesgo de 20-30 % en los activos regularmente, independientemente de la edad, estado de salud, historia familiar de diabetes, presencia de otros factores de riesgo y el índice de masa corporal(32); además esta atenuación del riesgo parece ser mayor en pacientes predispuestos a DMT2(32,37).

Ensayos clínicos

El objetivo de estos trabajos ha sido disminuir la incidencia de DMT2 y también mejorar los factores de riesgo asociados con diabetes y morbimortalidad cardiovascular basados en intervenciones en el estilo de vida, casi siempre con ejercicio y metas nutricionales. Evidencia del rol significativo de la AF en la prevención de la DMT2 ha surgido a partir de los ensayos en los que disminuyó su incidencia entre 28 y 63 % con intervenciones en los estilos de vida, incluyendo aumento de la AF de intensidad moderada, en hombres suecos y en hombres y mujeres de EE.UU., China, India y Finlandia con intolerancia a la glucosa o pacientes con alto riesgo de enfermedad coronaria(27,32); también se ha disminuido el desarrollo de DMT2 en 18 % en pacientes normoglucémicos no fumadores de alto riesgo para enfermedad coronaria(38).La reducción del riesgo es mayor en las intervenciones que inducen pérdida de peso(39-42).

A excepción del Da Qing Study(43) los estudios combinan ejercicio, dieta y pérdida de peso en su intervención; en el Indian Diabetes Prevention Programme disminuyó la incidencia de DMT2 en 28,5 % sin variaciones en peso o circunferencia de cintura(44). El Diabetes Prevention Study es el único ensayo que también incluyó el ejercicio de fuerza tipo circuitos de manera supervisada, progresiva e individualizada en las intervenciones del estilo de vida(40).

Los niveles de AF aumentaron en todos los pacientes y se determinaron con cuestionario, excepto en el estudio Malmo(27).

Datos de 7 ensayos de intervención para prevención de DMT2 en adultos con tolerancia alterada a la glucosa o con alto riesgo de enfermedad cardiovascular indican que la AF aproximadamente 150 minutos por semana reduce el riesgo de progresión a DMT2, siendo mayor el efecto si se acompaña de pérdida de peso(39,41-46). La cantidad de AF necesaria para disminuir el desarrollo de DMT2 difiere de acuerdo con el nivel basal de riesgo y se sugiere que algunos de los más susceptibles deberían realizar más A F. Por lo tanto una estrategia poblacional masiva no podría garantizar el beneficio y se deben realizar guías diferentes para pacientes con mayor riesgo(32).

La Tabla I resume los hallazgos de 7 estudios de intervención en el estilo de vida para prevenir DMT2 en pacientes con edad promedio entre 45 y 55 años con IGT y 1 (MRFIT) sin IGT y alto riesgo de enfermedad coronaria.

Tabla I - Intervenciones en el estilo de vida para la prevención de DMT2

Una revisión de metaanálisis de Cochrane concluye que el ejercicio más las intervenciones en la dieta previenen la DMT2 en pacientes de alto riesgo - 8 ensayos, 4228 pacientes, RRR: 41 % (CI 95 %: 29-52), NNT 9 (CI 8-14); también mejoran la glucemia (-0,2 mmol/l), los triglicé-ridos (-0,1mmol/l), la presión arterial sistólica (-3.5 mmHg), la presión diastólica(-1,8 mmHg), el peso (-2.7 Kg), el IMC (-1,1 Kg/m2) y la circunferencia de la cintura (-3,9 cm) comparados con recomendaciones habituales(47).

Además de todo lo anterior, 2 estudios de intervención en el estilo de vida han mostrado reducciones persistentes en la tasa de conversión a DMT2 después de 3(48) a 14 años(49) de seguimiento posintervención.

Papel de la actividad física independientemente de la pérdida de peso

Los resultados de varios estudios identifican un papel importante de la AF en la prevención de la DMT2 que disminuye cuando se ajusta para los cambios en el peso corporal; esta atenuación del beneficio puede explicarse en parte por la falta de objetividad en la medición de la AF en varios estudios y por lo tanto se recomienda utilizar métodos como el acelerómetro, agua doblemente marcada y podómetros para determinar el efecto independiente de esta. A pesar de esto un alto nivel de AF se asocia con una reducción del 20-30 % del riesgo de DMT2 después de los ajustes(32).

Los datos indican que la protección contra el desarrollo de la diabetes se puede observar para un rango de actividades moderadas a intensas y que la AF ligera podría ser suficiente. La reducción del riesgo asociado con el incremento de la AF parece ser mayor en pacientes con riesgo de DMT2 como los obesos, personas con tolerancia alterada a la glucosa y con antecedentes familiares(30,32).

Investigaciones recientes sugieren que la AF de todas las intensidades se relaciona con la tolerancia a la glucosa y la sensibilidad a la insulina y que la duración más que la intensidad del ejercicio puede ser la consideración más importante cuando se diseñan intervenciones, pero faltan datos para confirmar esta recomendación(27,32).

Adicionalmente, un alto nivel de capacidad física cardiovascular reduce la probabilidad de desarrollar DMT2, hipertensión arterial e hiper-colesterolemia, independientemente de la AF(50).

Ejercicio de fuerza

El ejercicio de fuerza realizado 2 a 3 veces por semana brinda beneficios para la salud, entre los que se destacan el aumento de la fuerza muscular, mejoría en la composición corporal y en el control glucémi-co. Estudios recientes en pacientes sin DMT2 han demostrado que el entrenamiento de fuerza mejora significativamente la sensibilidad a la insulina, aunque falta evidencia para determinar el impacto específico de este sobre la prevención de la DMT2, combinado o independiente del ejercicio aeróbico; a pesar de esto, el Colegio Americano de Medicina Deportiva (ACSM) recomienda los 2 tipos de entrenamiento como parte de una rutina de ejercicios(27).

El ejercicio de fuerza usualmente no altera la tolerancia a la glucosa o el control glucémico independientemente de la edad a menos que la tolerancia basal a la glucosa sea anormal. No obstante, reduce la respuesta aguda de la insulina durante una prueba de tolerancia oral a la glucosa en jóvenes, adultos y ancianos(51,52). También mejora la sensibilidad a la insulina durante el clamp euglucémico hiperinsulinémico en hombres y mujeres mayores(53).

Mecanismos potenciales para la prevención de DMT2

La actividad física (AF) puede reducir el riesgo de diabetes, mejorando la sensibilidad a la insulina o indirectamente cambiando el peso y la composición corporal(27). El ejercicio se correlaciona inversamente con la obesidad y la distribución de grasa central, particularmente la grasa visceral(6,32).

En general, las personas activas comparadas con las inactivas tienen mejores perfiles de insulina y glucosa, mientras la inactividad completa, con desentrenamiento y reposo en cama, lleva a deterioro de esos parámetros metabólicos. Los estudios han encontrado que el ejercicio mejora el consumo máximo de oxígeno y la función endotelial, disminuye la resistencia a la insulina y aumenta el contenido y expresión de GLUT-4 y la capacidad oxidativa en un amplio rango de intensidades y duraciones del ejercicio, pero hay una tendencia a que la intensidad sea la variable que más impacta en la sensibilidad a la insulina(5457). El ejercicio de fuerza y el aeróbico tienen efectos complementarios en el control metabólico, composición corporal y capacidad física(55-57).

Recomendaciones

En el contexto clínico se deberían implementar estrategias similares a la de los ensayos clínicos preventivos en personas con riesgo alto de DMT2, tanto que algunos estudios recientes con énfasis en buenos hábitos de vida en cuidado primario y en rehabilitación cardíaca tuvieron buenos resultados en la adherencia al ejercicio, en la disminución del riesgo cardiovascular y el control metabólico(58,59). La Asociación Americana de Diabetes (ADA) en 2012 actualizó las siguientes recomendaciones basadas en la evidencia (Niveles desde A hasta E) para la prevención o retraso en la aparición de la DMT2(7).

Los pacientes con IGT(A) o glucemia alterada en ayunas(E) o una HBA1c de 5,7-6,4 % (E) deben referirse para un programa efectivo de pérdida de peso de 7 % e incrementar la AF moderada mínimo a 150 minutos por semana adicional a una restricción calórica moderada.

El seguimiento de la consejería parece ser importante para el éxito (B).

Basados en la costo-efectividad de la prevención de DMT2, esos programas los deben pagar terceros (B).

La metformina se podría considerar en paciente con IGT (A), glucemia alterada en ayunas (E), o una HBA1c de 5,7-6,4 % (E), especialmente en aquellos con IMC >35, menores de 60 años y mujeres con diabetes gestacional previa (A)

La monitorización de la prediabetes se debe hacer como mínimo, cada año (E)

Las recomendaciones del ACSM/ADA de 2010 y el consenso del Exercise and Sports Science de Australia 2012 son similares a las anteriores pero insisten en utilizar también ejercicio aeróbico vigoroso, no dejar de hacer ejercicio durante más de 2 días consecutivos e incluso suplementar con 60 minutos/sem de ejercicio de fuerza de intensidad moderada a vigorosa(56,57). Además, un estudio reciente de cohorte prospectivo con 32.002 pacientes del Health Professionals Follow-up Study durante 18 años encontró que el ejercicio de fuerza o el aeróbico durante mínimo 150 minutos por semana, se asocian independientemente con menos riesgo de DMT2,Riesgo Relativo -RR-:0,66 (0,46-0,93, p<0,001) y RR: 0,48 (0,42-0,55, p<0,001), respectivamente; la combinación de ambos tipos de ejercicio con esa frecuencia disminuye aún más el RR: 0,41 (95 % CI, 0,27-0,61)(60).

Además de los beneficios que tiene la actividad física en el desarrollo de DMT2, el ejercicio regular mejora, entre otros, el perfil de riesgo cardiovascular, la composición corporal y capacidad física cardiorespiratoria, lo que se asocia fuertemente con mejores resultados de salud e incluso con morbimortalidad cardiovascular y por todas las causas(55-57,61).

Finalmente, basados en toda la evidencia actual, recomendamos la selección de pacientes de alto riesgo de desarrollar DMT2, para el diseño del programa de ejercicio y pérdida de peso, por un grupo especializado encabezado por un médico especialista en actividad física; dichos programas deben diseñar estrategias que faciliten la adherencia al ejercicio, como evaluar las barreras para hacerlo y realizar un seguimiento o acompañamiento frecuente. Las guías de AF para la prevención de DMT2 deben tomar en cuenta los niveles necesarios para lograr y mantener un peso saludable y diseñarse idealmente de acuerdo al riesgo.

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