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Darwiniana, nueva serie

versión impresa ISSN 0011-6793versión On-line ISSN 1850-1699

Darwiniana, nueva serie vol.11 no.1 San Isidro jun. 2023

http://dx.doi.org/10.14522/darwiniana.2023.111.1116 

Artículo

EL EDIFICIO HISTÓRICO DEL INSTITUTO DE BOTÁNICA DARWINION DE SAN ISIDRO: EL MENSAJE SILENCIOSO DEL LEGADO DEL DR. CRISTÓBAL M. HICKEN

Raúl Pozner1 

Federico Cápula1 

Guillermina Couso2 

Graciela Blanco3 

1 Instituto de Botánica Darwinion (CONICET-ANCEFN), Labardén 200, B1642HYD San Isidro, Buenos Aires, Argentina.

2 Departamento Científico de Arqueología, FCNYM, Universidad Nacional de la Plata, Paseo del Bosque s/n, 1900 La Plata, Buenos Aires, Argentina; Fundación de Historia Natural Félix de Azara, Valentín Virasoro 732, C1405BDB CABA, Argentina.

3 Instituto Histórico Municipal de San Isidro, Adrián Béccar Varela 774, B1642 San Isidro, Buenos Aires, Argentina; gmrblanco@gmail.com (autora corresponsal).

Resumen

Pozner, R.; F. Cápula, G. Couso & G. Blanco. 2023. El edificio histórico del Instituto de Botánica Darwinion de San Isidro: el mensaje silencioso del legado del Dr. Cristóbal M. Hicken. Darwiniana, nueva serie 11(1): 180-245. El Instituto de Botánica Darwinion (CONICET y ANCEFyN) fue fundado por Cristóbal María Hicken a fines de 1910, en el partido de San Martín, como su laboratorio particular de investigación botánica. Su nombre honra a Charles Darwin por su brillante teoría de la evolución biológica. En 1924, Cristóbal M. Hicken hizo público su deseo de legar el Instituto de Botánica Darwinion al Estado Nacional, hecho que se concretó recién en 1934. A comienzos de la década de 1930, decidió trasladar el Instituto de Botánica Darwinion a un nuevo edificio, ubicado en el partido de San Isidro, construido especialmente para contener el instituto y su vivienda de retiro. Luego de 87 años de existencia y cinco ampliaciones, el edificio histórico del Instituto de Botánica Darwinion de San Isidro mantiene su integridad y es una obra que llama la atención del público en general, y de profesionales de la arquitectura y del diseño en particular. Sobre la base del estudio de las características edilicias y del pensamiento de Cristóbal M. Hicken, el objetivo principal de este trabajo es evaluar si la estructura externa e interna del edificio histórico del Instituto de Botánica Darwinion de San Isidro, junto con la ornamentación y distribución de funciones originales de cada sala, responden solamente a un diseño estético y funcional o si, además, poseen un significado simbólico, una visión del mundo, un mensaje silencioso para quien quiera (y sepa) entender. Con este propósito central como guía, realizamos una investigación multidisciplinaria para tratar de reconstruir la visión de Cristóbal M. Hicken en el diseño del Instituto de Botánica Darwinion de San Isidro. Partimos del análisis del edificio original del Partido de San Martín en busca de posibles antecedentes de diseño para luego dedicarnos plenamente al edificio de San Isidro. Se estudiaron planos, documentos públicos, correspondencia, fotografías históricas, artículos académicos y de difusión de la época, información etnográfica sudamericana prehispánica, información histórica argentina entre 1860 y 1930, y se realizaron entrevistas con familiares, arquitectos e historiadores. En síntesis, el Instituto de Botánica Darwinion de San Isidro fue creado como un museo y laboratorio más una vivienda. El diseño del museo responde al concepto de “templo de la Botánica” manifestado por el propio Cristóbal M. Hicken, y cuyo primer reflejo se observa en la etimología del nombre del instituto. Su ornamentación es ecléctica, pues combina símbolos de culturas prehispánicas andinas con símbolos de la cultura occidental, y está estructurada de acuerdo con cada salón (portal, salas frontales, herbario, biblioteca) y a la orientación (hacia la calle o hacia el jardín interno). Esta ornamentación funciona como un discurso en clave simbólica con múltiples mensajes para el visitante: refleja una identidad argentina originaria, fundacional y antigua, que a su vez comunica que se trata de un lugar donde se produce un silencioso y fértil develar del conocimiento, de los secretos de la evolución, protegido por la propia Naturaleza de males y desgracias. El diseño de la planta del instituto, del portal, la terraza de acceso y el jardín interno refleja valores masónicos a través del lenguaje simbólico, propio y tradicional de la masonería. Asimismo, se muestra evidencia del gran interés de Cristóbal M. Hicken por las culturas prehispánicas andinas, su refinado conocimiento de la mitología greco-romana, su pertenencia a la masonería argentina y consecuente habilidad para el lenguaje simbólico, y su conocimiento de construcción, cosmología y geometría analítica. Por estas razones, y considerando su participación en la dirección de la obra declarada por los periódicos de la época, se propone la probable intervención directa de Cristóbal M. Hicken tanto en el diseño del edificio del Instituto de Botánica Darwinion de San Isidro, como en el de su ornamentación. Además, se aportan pruebas acerca de la posible intervención de Arturo Prins y Fernando de Estrada en la realización del proyecto del edificio.

Palabras clave: Arquitectura Neotihuanacota; Art Deco; Arturo Prins; Cristóbal M. Hicken; Darwinion; edificios públicos; etnografía prehispánica; Fernando de Estrada; frisos; IBODA; indigenismo; Masonería; ornamentación; patrimonio arquitectónico; portal; semiótica.

Abstract

Pozner, R.; F. Cápula, G. Couso & G. Blanco. 2023. The historical building of Instituto de Botánica Darwinion in San Isidro: the silent message of Dr. Cristóbal M. Hicken’s legacy. Darwiniana, nueva serie 11(1): 180-245. The Instituto de Botánica Darwinion (CONICET and ANCEFyN) was founded by the end of 1910 in the San Martín district by Cristóbal María Hicken as his private botanical research laboratory. Its name honors Charles Darwin for his brilliant theory of biological evolution. In 1924, Cristóbal M. Hicken made public his desire to bequeath the Instituto de Botánica Darwinion to the National State, a fact that only materialized in 1934. But in the early ‘30s, he decided to move the Instituto de Botánica Darwinion to a new building located in the San Isidro district, built especially to contain the institute and also his retirement home. After 87 years of existence and five building extensions, the historic building of the Instituto de Botánica Darwinion of San Isidro maintains its integrity and attracts the attention of both the public and architecture and design professionals. Based on the study of building characteristics and the thought of Cristóbal M. Hicken, the main objective of this work is to evaluate whether the external and internal structure of the historic Darwinion building in San Isidro, together with the ornamentation and distribution of original functions of each room, respond only to an aesthetic and functional design or if, in addition, they have a symbolic meaning, a vision of the world, a silent message for those who want (and know how) to understand. With this central purpose as a guide, we carried out a multidisciplinary investigation to reconstruct Cristóbal M. Hicken’s vision in the design of the Instituto de Botánica Darwinion of San Isidro. We started from the analysis of the original building in the San Martín district in search of any possible design background, to then focus the attention entirely on the building in San Isidro. Plans, public documents, correspondence, historical photographs, academic and dissemination articles of the time, pre-Hispanic South American ethnographic information, Argentine historical information between 1860 and 1930, and interviews with relatives and historians were studied. In short, the Instituto de Botánica Darwinion in San Isidro was created as a museum and a laboratory plus a home. The design of the museum agrees with the concept of “temple of Botany” manifested by Cristóbal M. Hicken himself, and whose first sign is observed in the etymology of the name of the institute. Its ornamentation is eclectic, since it combines symbols of Andean pre-Hispanic cultures with symbols of Western civilization, and it is structured according to each room (portal, front rooms, herbarium, library) and orientation (towards the street or towards the inner garden). This ornamentation works like a discourse in symbolic key with multiple messages for the visitor: it reflects an original, foundational, and ancient Argentine identity, which in turn communicates that the Darwinion is a place where a silent and fertile unveiling of the knowledge, of the secrets of evolution, takes place protected from evils and misfortunes by Nature itself. The design plan of the institute, the portal, the access terrace, and the internal garden convey desirable masonic values through the symbolic language, typical and traditional of Freemasonry. Likewise, we show evidence of Dr. Cristóbal M. Hicken’s great interest in Andean pre-Hispanic cultures, of his refined knowledge of Greco-Roman mythology, his belonging to Argentine Freemasonry and consequent ability to symbolic language, and his knowledge of construction, cosmology, and analytic geometry. For these reasons, and considering his participation in the supervision of the building work declared by the newspapers of his time, the probable direct intervention of Cristóbal M. Hicken is proposed both in the design of the building of the Instituto de Botánica Darwinion of San Isidro, as well as in the design of its ornamentation. In addition, evidence is provided of the possible intervention of Arturo Prins and Fernando de Estrada in the project of the building.

Keywords: Architectural heritage; Art Deco; Arturo Prins; Cristóbal M. Hicken; Darwinion; Fernando de Estrada; Freemasonry; frieze; IBODA; indigenism; Neo-tiwanakan architecture; ornamentation; pre-Hispanic ethnography; portico; public buildings; semiotics.

INTRODUCCIÓN

Esta investigación se ha inspirado en dos conceptos que proyectan la Arquitectura más allá de la práctica de la construcción, la funcionalidad y la estética. El primero proviene del famoso arquitecto neerlandés Rem Koolhaas, recientemente citado por Bellucci (2022) en su artículo sobre el valor arquitectónico del edificio histórico del Instituto de Botánica Darwinion: “Un edificio tiene dos vidas, la que imaginó su creador y la vida que tiene. Y no siempre son iguales”. El segundo, compartido por diferentes autores (por ejemplo, Aristizábal et al., 2020), ha sido estudiado por Capdevila Werning (2012): “los edificios son también símbolos, entonces [...] la arquitectura adquiere una dimensión epistemológica con consecuencias ontológicas cruciales. Desde esta perspectiva, [...] los edificios contribuyen al proceso de construir mundos”.

A lo largo de su historia, el Instituto de Botánica Darwinion (actualmente dependiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas -CONICET- y la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales -ANCEFyN- de Argentina) ha tenido dos sedes: la primera y fundacional, en la localidad de Villa Progreso (Partido de San Martín); la segunda y definitiva en el Barrio Parque Aguirre (Partido de San Isidro). La vida del segundo edificio del Instituto de Botánica Darwinion está bien documentada en las memorias anuales de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, y cuenta además con seis relatos integradores (Burkart & Pastore, 1937; Burkart, 1939a, b, 1975; Hunziker, 1984; Zuloaga & Pozner, 2014). En sus 87 años de funcionamiento en San Isidro, el edificio del Instituto de Botánica Darwinion ha sufrido cinco ampliaciones, acompañando el crecimiento de su patrimonio, colecciones y personal. La inauguración del edificio original se hizo efectiva recién el 28 de diciembre de 1936. Como Cristóbal M. Hicken falleció el 11 de marzo de 1933, nunca pudo desarrollar sus planes de vida e investigación allí, ni darle al Darwinion la vida que él imaginó. Sobre la base de las particularidades edilicias y del pensamiento de Cristóbal M. Hicken, el objetivo principal de este trabajo es evaluar si la estructura externa e interna del edificio histórico del Instituto de Botánica Darwinion, junto con la ornamentación y distribución de funciones originales de cada sala, responden solamente a un diseño estético y funcional o si, además, poseen un significado simbólico, una visión del mundo, un mensaje silencioso para quien quiera (y sepa) entender. Con este propósito central como guía, realizamos una investigación multidisciplinaria para tratar de reconstruir la visión de Cristóbal M. Hicken en el diseño del Instituto de Botánica Darwinion de San Isidro, y así acercarnos a la vida “que imaginó su creador”. Específicamente nos preguntamos: ¿Cuán importante fue la influencia de las ideas evolucionistas de Darwin en el ámbito científico y no científico argentino durante la vida de Cristóbal M. Hicken? ¿Hay aspectos poco conocidos de Cristóbal M. Hicken que puedan relacionarse con el proyecto del Darwinion de San Isidro? ¿Hay algún antecedente edilicio del edificio de San Isidro en la primera versión del Darwinion de Villa Progreso? ¿Cuál es el significado o simbolismo de cada uno de los ornamentos del edificio? ¿Representan personajes y símbolos aislados o están relacionados alrededor de una idea unificadora? ¿Hay alguna relación entre la ornamentación, el diseño estructural y la distribución de funciones de cada sala? Y finalmente, ¿hay uno o varios mensajes simbólicos en el edificio o se trata solamente de diseño estético? Presentamos primero una breve reseña de la influencia de las ideas evolucionistas en la Argentina entre 1860 y 1930, más un análisis de la visión de Cristóbal M. Hicken sobre la Ciencia en general y la Botánica en particular. A continuación, desarrollamos una recopilación exhaustiva de datos sobre el primer edificio del Instituto de Botánica Darwinion en Villa Progreso, para luego encarar el edificio en cuestión, ubicado en el Barrio Parque Aguirre de San Isidro. Veremos detalles de la creación del edificio, su estructura externa e interna, distribución original de funciones y primeras modificaciones, para terminar con un análisis de la ornamentación. Concluida la descripción y el análisis de estos datos, presentamos una hipótesis sobre el posible significado del edificio histórico del Instituto de Botánica Darwinion, su mensaje y propósito, no como una opinión definitiva sino como una propuesta para observar y valorar el edificio desde otro punto de vista, dejando la puerta abierta a futuras interpretaciones.

MATERIALES Y MÉTODOS

Para realización de este estudio se consultaron los planos originales del edificio presentados en la Municipalidad de San Isidro en 1932, y el expediente completo correspondiente a la obra (Expediente Municipal 586-1932 y archivo municipal). También se consultaron los planos de la reforma de 1949, depositados en el Archivo del Instituto de Botánica Darwinion.

Se estudiaron fotografías, correspondencia y recortes de periódicos conservados en el Archivo del Instituto de Botánica Darwinion (período 1910-1937). Se revisaron 39 planos y 41 fotografías del edificio histórico durante su reforma de 1949, disponibles en el CeDIAP (Centro de Documentación e Investigación de la Arquitectura Pública).

Se revisó la documentación sobre el acondicionamiento del Darwinion y el traslado del contenido del edificio de Villa Progreso realizado por el Ing. Eduardo Latzina en 1936, y conservado en el archivo de la Biblioteca de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Buenos Aires. Asimismo, se consultó el inventario manuscrito realizado por el Ing. Eduardo Latzina durante la mudanza (Latzina, 1936b) y la adenda de dicho inventario (Latzina, 1937; Biblioteca del Instituto de Botánica Darwinion).

Se consultó la biblioteca personal de Cristóbal M. Hicken (las obras no botánicas, especialmente las referidas a las culturas prehispánicas de Sudamérica) y su producción bibliográfica relacionada con conferencias y artículos sobre ciencia en general, y también sus libretas de viaje. Además se revisó la colección de materiales etnográficos donados por Cristóbal M. Hicken al actual Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti. Asimismo se consultaron las bibliotecas del Museo de Historia Natural de Valparaíso y del Museo Nacional de Historia Natural de Chile, en busca de correspondencia entre Cristóbal M. Hicken y Carlos Emilio Porter Mossó. Con este mismo objetivo se consultó al Dr. Pablo Marcos Espinoza Concha (Departamento de Español, Facultad de Educación y Humanidades, Universidad de Tarapacá, Campus Saucache, Arica, Chile) biógrafo del Dr. Carlos Emilio Porter Mossó. A través del Dr. Leonardo M. Anconatani (Cátedra de Farmacobotánica, Museo de Farmacobotánica “Juan A. Domínguez”, Facultad de Farmacia y Bioquímica, UBA) se revisó la correspondencia de J. A. Domínguez en busca de información sobre Cristóbal M. Hicken y el Instituto de Botánica Darwinion. También se consultó la correspondencia del Arq. Prins con la Sociedad Central de Arquitectos, existente en la biblioteca de esa entidad.

Por medio de la Antropóloga Alicia Rebollar se consultó el certificado de materias de Cristóbal M. Hicken para constatar si tenía conocimientos en temas de construcción.

Se consultó el Fondo Documental Roberto Conde existente en el Archivo de la Universidad Nacional de San Martín, provincia de Buenos Aires, y se realizó una entrevista personal al propio Sr. Roberto Conde, historiador de dicha localidad, en la búsqueda de nuevos datos sobre el primer Darwinion de Villa Progreso.

Asimismo se realizaron dos reuniones con el Sr. Mariano Ducros, sobrino nieto de Cristóbal M. Hicken, quien facilitó recortes de diarios de la época, fotos familiares y otros detalles que ayudaron a comprender el entorno del momento de creación del Instituto de Botánica Darwinion. Se consultó al Dr. Alberto F. Robredo, nieto del Arq. Arturo Prins, en busca de información o evidencia relacionada con el diseño del edificio del Instituto de Botánica Darwinion.

Finalmente, se contó con las visitas al edificio y apreciaciones personales de los arquitectos Alberto Bellucci y Gustavo Brandariz (titular de la Cátedra de Historia de la Arquitectura, FADU, UBA). Para algunos aspectos de la simetría de la planta se consultó al Arq. Facundo Lanzarotti.

Hemos aplicado el método propuesto por el historiador alemán Erwin Panofsky (1996) para analizar la iconografía y la simbología de las imágenes, desarrollado en tres niveles de comprensión histórico-artística: pre iconográfico, iconográfico e iconológico. La filiación masónica de Cristóbal M. Hicken nos ha inducido también a analizar los símbolos desde la perspectiva del lenguaje masónico, para lo cual se consultó a la Dra. Carlota Sempé (Prof. Emérita de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata), y las obras de Lorenzo Frau Abrines (1883) y René Guénon (1976). Asimismo la Dra. Sempé junto con la Dra. María Marta Reca (Jefa de la División Etnografía del Museo de La Plata y Coordinadora de la Unidad de Conservación y Exhibición del Museo de La Plata, FCNyM, UNLP), asesoraron sobre etnografía de las culturas prehispánicas del noroeste argentino. Para este útlimo aspecto, se tomaron fundamentalmente en cuenta los estudios de autores contemporáneos a Cristóbal M. Hicken, como Juan Bautista Ambrosetti (1899, 1976), Adán Quiroga (1901, 2017) y Samuel Lafone Quevedo (1888, 1899) dedicados a la investigación de las culturas prehispánicas del noroeste argentino, sus representaciones, mitos y leyendas presentes en el folclore nacional. En el estudio de la cultura de Tiahuanaco se consideraron los trabajos de Arturo Posnansky (1913, 1925, 1942). En este sentido, se presentan especialmente en el capítulo de Resultados, aunque también en otras partes del texto, las citas textuales de diferentes autores que representan los datos históricos disponibles en la época de diseño y construcción del Darwinion de San Isidro. Estas citas textuales se distinguen entre comillas y con bastardilla, de las interpretaciones e hipótesis propuestas especialmente en la Discusión.

Como referencia contextual de la creación del edificio del Instituto de Botánica Darwinion se siguió la corriente americanista predominante en ese momento, tanto en la esfera intelectual como arquitectónica y artística a través de las obras de autores como Ricardo Rojas (1930), Héctor Greslebin (Boman & Greslebin, 1923) y Ángel Guido (Guido, 1925,1930).

El estudio de la orientación de un edificio o monumento es un tema complejo que requiere del trabajo de especialistas. En este artículo se presenta una primera aproximación a este aspecto, con el propósito de dejar planteada una posible profundización en trabajos futuros sobre este tema. Para establecer la orientación del edificio se aplicó la metodología sugerida por Prendergast (2015) para el cálculo del azimut sobre la base de coordenadas geodésicas, y también el método magnético. El eje estructural del edificio está claramente indicado en el plano original de la planta, y también sobre el piso del portal y de la terraza de acceso a la puerta principal. Para la primera metodología, se tomaron las coordenadas geodésicas de dos puntos sobre ese eje separados unos 60 m. Las mediciones se realizaron con un GPS Garmin Colorado 300 y se utilizó la herramienta en línea del sitio web https://geodesyapps.ga.gov.au/vincenty-inverse que calcula el azimut directo e inverso con la fórmula de Vincenty (1975). Para la segunda metodología, se tomó el rumbo del eje estructural con una brújula electrónica y una brújula lensática. Para el cálculo del azimut se consultó la declinación magnética en https://www.ngdc.noaa.gov/geomag/calculators/magcalc.shtml. Se siguieron los conceptos sugeridos por Prendergast (2015) para distinguir entre orientación (dirección de una estructura o eje respecto del azimut local) y alineación (orientación intencional de un monumento o estructura). Ante la posible relación entre la orientación del eje estructural del edificio con el simbolismo solsticial, se compararon los valores de azimut de este eje con el azimut del sol en el amanecer y el ocaso (crepúsculo civil matutino y vespertino) de los solsticios de 1932, año de la presentación de los planos e inicio de la construcción del edificio de San Isidro. Los valores del azimut del sol para esas fechas y esos momentos del día se tomaron del sitio https://gml.noaa.gov/grad/solcalc/. Para observar la posible orientación del eje estructural del Darwinion con estrellas o constelaciones se utilizó la aplicación en línea Stellarium (https://stellarium-web.org/) con la cual se recreó el cielo nocturno poco antes del amanecer y poco después del ocaso (crepúsculo náutico matutino y vespertino) de los solsticios y equinoccios de 1932. Establecer con precisión la altura del horizonte visible alrededor del Darwinion hacia 1932 demanda una tarea de recreación histórica del vecindario que excede el propósito de este trabajo. Sin embargo, realizamos una primera aproximación de la altura del horizonte a través de las puertas del portal del Darwinion para un observador ubicado de pie en el centro del portal.

Las imágenes de los elementos ornamentales fueron tomadas por el primer autor con una cámara digital Nikon. Estas imágenes y las de todos los planos del edificio están depositadas en el archivo del Instituto de Botánica Darwinion. Las medidas tomadas sobre los planos y las fotografías del edificio escaneados se realizaron con software específico.

RESULTADOS

La influencia de las ideas evolucionistas de Darwin en el ámbito científico y no científico argentino durante la vida de Cristóbal M. Hicken

La teoría de la evolución biológica es una de las más importantes de la historia de la humanidad. Su gran poder explicativo ha permitido que sea utilizada, muchas veces de manera incorrecta, para explicar y justificar los más diversos aspectos, posturas y propósitos. Desde su publicación en 1859 (Darwin, 1859), el mayor impacto se sintió en el ambiente científico en general, pero con el transcurso de los años y su progresiva aceptación, estas ideas comenzaron a influir y replantear cuestiones en otros ámbitos como el social, cultural y el político. Este mismo proceso ocurrió en Argentina. La discusión de las ideas evolucionistas en un ámbito estrictamente científico argentino tuvo lugar en sus inicios con Guillermo Enrique Hudson y Francisco Muñiz, quienes fueron los primeros argentinos en mantener correspondencia académica con Charles Darwin (Lizárraga & Salgado, 2007; Gómez, 2008, y bibliografía allí citada). De hecho, Hudson fue el primer argentino en leer El Origen de las Especies (Gómez, 2008). La influencia cada vez mayor de las ideas de Darwin por fuera del ámbito científico en Argentina cobró importancia aproximadamente entre 1880 y 1910, y por supuesto se establecieron los bandos de seguidores y detractores (aunque ya en 1862, José Manuel Estrada marcó el inicio de esta polémica en Argentina, cfr. Lizárraga & Salgado, 2007). Entre los protagonistas de estas discusiones se puede mencionar a Domingo F. Sarmiento, Florentino Ameghino, Francisco P. Moreno, Eduardo Holmberg, Germán Burmeister, Leopoldo Lugones y José Manuel Estrada (Gómez, 2008). Las ideas evolucionistas pasaron del ámbito de las ciencias naturales a generar

“un eje de discusión política, ética y económica relacionado con el darwinismo en la época: los argumentos que la lucha por la vida proveían como principios legitimadores de las campañas militares de aniquilación y de la inclusión/ exclusión del indígena de la nación moderna” (Gómez, 2008: 20; cfr. Lizárraga & Salgado, 2007).

Las ideas evolucionistas se discutían en el ámbito reducido de la fracción más culta de la sociedad, particularmente la porteña (Miranda, 2002). Estas ideas se asociaron al concepto de modernidad, al desarrollo “natural” de las sociedades y de las economías, a la explotación racional (entiéndase mensurada) de la tierra.

“La paleontología proporcionaba la temporalidad del territorio explorado y por explorarse de la nación. Las edades geológicas, los fósiles antediluvianos y los pueblos primitivos circunscribían todo un territorio de la nación en la prehistoria de la humanidad” (Gómez, 2008: 21).

Con todo este patrimonio se buscaba generar una identidad de nación sobre una base natural. Los conceptos de “lucha por la vida” y “supervivencia del más apto” se utilizaron para legitimar el progreso y la modernización nacional;

“ser seguidor de Darwin se asoció a la ideología del progreso, la laicidad, y en algunos casos al socialismo en la Argentina liberal” (Gómez, 2008: 28).

Las ideas evolucionistas de Herbert Spencer estaban basadas en conceptos lamarckianos (Zanazzi, 2007). Paradójicamente, la aplicación que Spencer hizo de sus ideas evolucionistas a las sociedades humanas se conoce como “darwinismo social”. Este “darwinismo social”, aliado a la idea de progreso, tuvo una gran influencia en el desarrollo de Argentina durante este período (Gómez, 2008).

De acuerdo con Gómez (2008), se puede reconocer una etapa final en la influencia de las ideas evolucionistas en Argentina, liderada por José María Ramos Mejía, Carlos O. Bunge y José Ingenieros, que ahondó en la solución de los problemas sociales de la Argentina. El darwinismo pasó entonces a explicar el origen y la función de los juegos de los niños, aspectos pedagógicos de la educación formal, e inclusive la conducta de los criminales (Lizárraga & Salgado, 2007).

“Montada sobre la biología transformista, con marcada influencia -explícita- de la línea darwiniana, e -implícita- de la hoy discutidísima traspolación social intentada por Spencer, la ideología progresista de la generación del ochenta se hallaba fuertemente influenciada por las conclusiones de la biología, más que por los métodos imperantes en la física o en la matemática de entonces. En virtud de ello, se pretendía aplicar el modelo biológico a la realidad histórico-social…” (Miranda, 2002: 9).

Lejos de afectar decisiones o proyectos relacionados con los recursos naturales, la producción agropecuaria o la salud pública, su efecto se concentró en la aplicación social de las ideas evolucionistas propuesta por Herbert Spencer. La polémica comenzó con un enfrentamiento entre Ciencia y Religión en general encabezado por José Manuel Estrada (iniciado en 1862), más tarde extendido al debate de la educación primaria laica y libre (ley 1420) durante 1883 y 1884 (Miranda, 2002). Finalmente se intentó aplicar las ideas evolucionistas a la discusión de un modelo de Nación Argentina, en la búsqueda de una identidad que permitiera integrar criollos, pueblos originarios e inmigrantes en una única nación.

Dentro de este marco histórico, resulta comprensible que Cristóbal M. Hicken, darwinista y discípulo dilecto de Eduardo Holmberg, involucrado en la polémica de fijistas versus evolucionistas, teniendo los medios y la decisión, gestara la creación del Instituto de Botánica Darwinion, un museo y laboratorio en honor a Darwin y sus ideas. El hecho de que el Instituto de Botánica Darwinion fuera donado al Estado Nacional bajo la dependencia de la Academia de Ciencias Exactas Físicas y Naturales (a la cual Cristóbal M. Hicken pertenecía desde 1916) no fue solamente un modo práctico de garantizar la persistencia del Instituto de Botánica Darwinion en el tiempo más allá de la vida de su fundador, sino también un reflejo de sus valores y su idea de la función del Estado:

“... Acto seguido el Dr. Cristóbal Hicken hizo una exposición acerca de la conveniencia de que los museos públicos y otras instituciones dependieran de la Academia, y fundamenta su propósito de donar a esta Corporación su “Darwinion”, con su biblioteca y colecciones botánicas, bajo las condiciones que luego formularía por escrito y las cuales consistían, en esencia, en la entrega del mencionado “Darwinion” al Estado, siempre que éste le conservara su integridad actual y lo pusiera bajo la dependencia de la Academia” (Sesión de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales del 18 de octubre de 1924).

Algunos aspectos poco conocidos del Dr. Cristóbal M. Hicken

“Hicken era persona de estatura media, vestía traje gris oscuro, algo desaliñado y llevaba corbata de moñito. Su conversación era vivaz y amena y su expresión llana y atrayente” (Parodi, 1961: 38).

Se han publicado varias semblanzas del Dr. Cristóbal M. Hicken (Porter, 1913, 1933; Ducros Lenatz, 1936; Herrero Ducloux, 1948; Parodi, 1961; Burkart, 1971, 1975), que junto a las publicaciones de sus conferencias pronunciadas en la Facultad de Ingeniería (UBA), nos dan una idea de su personalidad, de su visión sobre diferentes temas en general y de la Ciencia en particular. Quienes conocieron a Cristóbal M. Hicken coinciden en resaltar su generosidad, discreción, su sentido patriótico, su condición de libre pensador, admirador de Charles Darwin, y el hecho de haber sido profundamente reconocido y querido por sus alumnos y amigos. Pero queremos destacar aquí cuatro aspectos poco conocidos de Cristóbal M. Hicken, por su relevancia para el objetivo de este trabajo, a saber: (1) su gran interés por las culturas prehispánicas, en especial la de Tiahuanaco y las del noroeste de Argentina, cuyos estudios se encontraban en auge hacia fines del siglo XIX y principios del XX; (2) su excepcional educación general que incluía un notable conocimiento de las artes plásticas, además de habilidad y talento para el dibujo y la pintura; (3) su amplio conocimiento semiótico; y (4) su concepción de la botánica como la integración de ciencia, arte y filosofía.

(1) Cristóbal M. Hicken es ampliamente conocido y reconocido por su labor como botánico (véase por ejemplo Von Rentzell, 1937). Pero un aspecto desconocido es su gran interés por las culturas precolombinas. Cristóbal M. Hicken visitó Perú y Bolivia en enero y febrero de 1903 (Hicken, 1909, 1920a). Y según sus propias palabras

“Cuando en 1903 visité los Andes Bolivianos quedé extasiado ante la imponente magestad [sic] de esos montes, dignísima cuna de los dioses incásicos” (Hicken, 1915: 4),

habiendo realizado bocetos a lápiz de las ruinas incaicas en su libreta de viaje (Ducros Hicken, 1961). La revisión de la biblioteca personal de Cristóbal M. Hicken (Biblioteca del Instituto de Botánica Darwinion) reveló abundante bibliografía sobre este tema. Además, el Archivo del Instituto de Botánica Darwinion cuenta con una carpeta dedicada a los recortes de periódicos con los artículos sobre los descubrimientos de Tiahuanaco, recortados y ordenados por el propio Cristóbal Hicken entre 1925 y 1932. Mantuvo contacto con J. B. Ambrosetti, pionero en la investigación arqueológica de los Valles Calchaquíes, con quien formó parte de la delegación argentina que asistió al Segundo Congreso Científico Panamericano, celebrado en la Ciudad de Washington, Estados Unidos de América (27 diciembre de 1915 - 8 de enero de 1916), y con quien se vinculó a través de su parentesco con Eduardo Holmberg (J. B. Ambrosetti era su yerno). También compartió con Posnansky la idea de que Tiahuanaco fue la cuna de toda la civilización. En su carta publicada por el diario La Nación, con fecha 11 de diciembre de 1925, bajo el título “La civilización de Tiahuanaco”, Cristóbal M. Hicken comenta un reportaje realizado al Dr. Arturo Posnansky en el que el arqueólogo austrohúngaro expone sus ideas acerca de “la civilización que caracterizó a la raza prehistórica de Tiahuanaco”, y afirma coincidir con su opinión, pues ha arribado a las mismas conclusiones, aunque por caminos diferentes. Por la distribución y dispersión de las plantas, el experto en geografía botánica sostiene la vinculación de las “remotísimas” islas de Pascua con la “legendaria” Tiahuanaco, de la que no se hallaba vinculación con las conocidas civilizaciones americanas y que sería mucho “más antigua, incluso que las del Egipto y las de las Indias”. Y concluye:

“Sus conferencias vienen a alentarme en mis investigaciones y a confirmar en cierto modo mis deducciones” (Hicken, 1925).

(2) Más allá de su formación en las ciencias naturales, Cristóbal M. Hicken tenía un altísimo refinamiento y educación general. Había desarrollado su talento para el dibujo y la pintura durante su juventud; de acuerdo con Ducros Hicken (1961),

“...habíase iniciado copiando estampas y paisajes de cromos sobre porcelanas y cartones, pero su profesor Marcora le había señalado la necesidad de pintar d’aprés nature, sugiriéndole el recurrir a la gran variedad de rincones floridos de que disponía la residencia, llena de plantas y frutales…” “Era asiduo concurrente a los museos y galerías de cuadros y en sus libretas de viaje consta su concurrencia al Louvre y a las distintas pinacotecas de Europa, con el comentario de las impresiones personales recogidas frente a los Tintorettos, Grecos y Da Vincis.” (Ducros Hicken, 1961).

Su primera formación profesional fue la de Agrimensor (1898). Obtuvo el premio Strobel en 1902 y se graduó en Ciencias Naturales en 1904. No solo enseñó Botánica, sino también Física, Mineralogía y Geología, Ciencias Naturales, Ciencias y Letras y Topografía (Ducros Lenatz, 1936). En sus disertaciones citaba con fluidez diversas referencias de hechos, personajes y mitos de la Grecia antigua, y relacionaba sus explicaciones con metáforas de obras clásicas de la literatura y el arte. En sus conferencias promovía una visión de la naturaleza que integrara ciencia y arte combinando precisiones científicas con simbolismo metafórico en una síntesis de inteligencia y sensibilidad, por ejemplo:

“El ombú con su tallo que se desparrama en raíces superficiales, es una planta que evoca en el argentino la idea de la Pampa extensa y extendida, donde se pierden los quejumbrosos acentos de la guitarra que modula un triste o en cuya caprichosa y brillante copa se enredan y entretejen los lánguidos acentos de una sentimental vidalita. Pero el ombú no es árbol ni es Pampa. Carece de la estructura típica de la madera y tiene en cambio la que corresponde a una planta herbácea y debemos pues considerarla una gigantesca hierba.” (Hicken, 1917: 51).

(3) Relacionado al punto anterior, queremos destacar el conocimiento de Cristóbal M. Hicken del lenguaje simbólico y los antiguos mitos greco-romanos y germánicos. El emblema del Instituto de Botánica Darwinion es un reflejo de ese conocimiento (véase más abajo). El título de “Chloris Platensis Argentina” para su flora de Buenos Aires, hace referencia, por ejemplo, al mito de Chloris, la diosa griega de las flores. Así lo acreditan también las numerosas referencias a mitos greco-romanos y germánicos en sus conferencias (por ej. Hicken, 1917). Durante la revisión de la biblioteca personal de Cristóbal M. Hicken encontramos sus anotaciones manuscritas sobre el libro de cosmogonía y origen del mundo de Hervé A. Faye (1896). De la lectura de estas notas se puede deducir el interés de Cristóbal M. Hicken por la comprensión del origen de los mitos en las diferentes culturas (se reproduce a continuación un fragmento):

“Corolario (Hicken). 1o. El universo es limitado. Existe un recinto, y es lógico que los dioses, no pudiendo escapar, se mezclen de continuo en los asuntos terrenales (griegos, …, hebreos). Constelaciones, horóscopo, mitos, deificación del aire, viento, lluvia, aurora, ..., sol, e.d. de cosas superiores, después de las terrestres: vulcanismos, sismos, y cerros se personificaron en las constelaciones a las divinidades y grandes héroes; en la tierra se quedaron bajo formas de animales, los seres vulgares, los diablos, etc. y por degradación se cayó en el fetichismo. 2o. Estas relaciones hicieron nacer a los brujos, magos, sacerdotes y culto material y supersticiones, votos, amuletos, peregrinaciones, penitencias, etc.”

Podemos agregar la frecuente aplicación de sus conocimientos mitológicos en conferencias y trabajos, por ejemplo: en su Paseo por el Jardín Botánico (Hicken, 1917), o en La flor en el arte y en el mito (Hicken, 1920b) en su referencia a la Passiflora coerulea como candidata a flor nacional; obsérvese la interpretación de los colores de la flor, de los cinco estambres y los tres estilos:

“Pero nosotros vemos en la flor una escarapela con los colores sagrados de la patria, invitándonos a practicar las cinco virtudes democráticas de Labor, Orden, Honestidad, Tenacidad y Tolerancia, que nos permitirán llegar hasta alcanzar las tres cualidades humanas de la Libertad, Verdad y Justicia” (Hicken, 1920b: 29).

Es posible que este conocimiento y gusto proviniera no solo de su refinada educación, sino también de su menos conocida condición masónica (Lappas, 1958). El lenguaje simbólico propio de esta organización y los principios que sustenta estarían reflejados en la propuesta de Cristóbal M. Hicken para el símbolo floral de la nación. Cristóbal M. Hicken, patrocinado por Eduardo Holmberg, su mentor y gran amigo, fue iniciado en la Logia Lumen 200 de la que fue Venerable Maestro en varios períodos. Formó parte de la Comisión Directiva de la Biblioteca Masónica (Lappas, 1958)1.

(4) Cristóbal M. Hicken no solo concebía la Botánica como una ciencia sino también como una dimensión del arte y de la religión. Dicho con sus palabras:

“La Botánica es ciencia en cuanto me descubre la armonía que hay entre la planta y el ambiente que la rodea, obligándome a pensar que sobre ella no pasan el agua de las lluvias, el calor y la luz del sol, los vientos y otros muchos agentes más, sin dejar sus huellas profundas que se traducen en el tamaño, forma, colorido de las hojas, en las flores, en los troncos, en las ramas, en la planta toda. La Botánica es arte, en cuanto me habla de un lenguaje sublime, elevado, delicado y fino, obligándome a recurrir a las plantas para expresar simbólicamente mis sentimientos, mis pasiones, mis ideas, con palabras que no puedo hallar en ningún diccionario. La Botánica es religión, pues ésta no es sino el resultado estético de cómo debemos comprender, e interpretar el universo, ajustando a él nuestros pensamientos y nuestra actividad.” (Hicken, 1917: 54).

Y podemos agregar, entre otras de sus declaraciones:

“Ciencia y arte, cabeza y corazón, pensar y sentir, razón y amor, eso es la vida; pero cuando la ciencia y el arte puedan vivir unidas sin choques ni violencias, sin torturas ni sumisiones, serán los nuevos Baucis y Philemon que ni la muerte podrá separar” (Hicken 1920b: 3).

Cristóbal M. Hicken fue reconocido en su momento por su “sentido patriótico”, algo que es necesario comprender dentro del contexto social y político de su época. En los considerandos del decreto 40.581 que firmó el Presidente Agustín P. Justo dice: “las condiciones en que ha sido efectuado ese legado, obliga no tan solo a su aceptación, por parte del Estado, sino también a la gratitud al patriótico gesto de tan eminente ciudadano, el doctor Cristóbal M. Hicken, quien en vida dedicara su saber a honrar a nuestra patria no olvidando, para que a su muerte, ésta recogiera el fruto de todos sus esfuerzos y los disfrutara, al distribuir sus beneficios entre sus conciudadanos”. El mismo Cristóbal M. Hicken hizo alusiones directas a su sentido patriótico:

“Mi escuela, para las investigaciones científicas, es la de la libertad absoluta, sin reatos ni límites, ni concibo prohibiciones, ni sometimientos, ni censuras de ninguna especie. Busco la interpretación de la naturaleza dentro de ella misma y me son ajenos los factores sentimentales o llamados de conciencia. Y como quiera que no puede existir un culto sin un altar, adoro a la naturaleza ofrendando en el santuario de la patria. (...) Libertad y patriotismo han sido mi divisa.” (Hicken, 1923: 9).

Cabe recordar su labor en la Comisión de la Flora Argentina en 1910, la propuesta del mburucuyá como flor nacional y su alusión a las cinco virtudes democráticas y las tres cualidades humanas (véase más arriba el punto 3). El sentido patriótico de Cristóbal M. Hicken se ve manifestado a través de su generosidad, cualidad mencionada tanto en los artículos académicos como en las notas de divulgación. Este reconocimiento se basa en la donación del Instituto de Botánica Darwinion, un instituto costeado, creado y desarrollado enteramente por su iniciativa particular, al Estado Nacional (véase más arriba), con el único propósito e interés de fomentar y promover las Ciencias Naturales en Argentina. En una primera instancia se puede pensar solo en el valor económico de la propiedad y las colecciones, pero no hay que olvidar los años de trabajo personal que Cristóbal M. Hicken invirtió en sus viajes de estudio, en la búsqueda de la bibliografía, y en el análisis y ordenamiento de la colección del herbario. Conviene recordar también la ayuda financiera al Dr. Carlos Porter para la publicación de sus investigaciones sobre “Museos y Naturalistas Americanos” (Anónimo, 1919; Magaldi, 1949). Pero existe además otra actividad que Cristóbal M. Hicken realizó toda su vida, y que sin embargo no se le asocia a su generosidad y patriotismo. Nos referimos a su labor docente. Cristóbal M. Hicken se desempeñó como docente durante 33 años en siete establecimientos públicos de renombre (Burkart, 1971) jubilándose en 1932 como Profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Su labor docente le valió el reconocimiento y afecto de sus alumnos, en más de una oportunidad a lo largo de su vida. Cristóbal M. Hicken no se dedicó a la docencia por razones económicas, como modo de sustento (Mariano Ducros, com. pers.), sino que fue otro de sus grandes gestos de civismo.

El Instituto de Botánica Darwinion: un templo para el culto a la Botánica dedicado a Charles Darwin

La palabra Darwinion proviene de dar al nombre Darwin una declinación genitiva en griego antiguo, cuyo significado estricto sería “de o perteneciente a Darwin”. En la Grecia antigua se aplicaba esa declinación a los nombres de los templos dedicados a una figura mítica específica, por ejemplo Erecteion (en griego Ἐρέχθειον) significa “el (templo) de Erecteo”, rey mítico de Atenas. Con este mismo espíritu, Darwinion (Darwin + -ιον) significa “el (templo) de Darwin”. Cristóbal M. Hicken hizo una referencia explícita a su Instituto de Botánica Darwinion como templo de la Botánica:

“Así se explicará también que, de preferencia, haya buscado figuras argentinas para adornar el templo de la botánica” (Hicken, 1923).

Ya se mencionó más arriba que Cristóbal M. Hicken consideraba a la Botánica como una actividad digna de culto (Hicken, 1917: 54), un concepto que otros colegas contemporáneos extendían a la actividad científica en general: “… animando en su labor noble y desinteresada a los jóvenes consagrados al culto de la ciencia…” (Herrero Ducloux, 1948: 226-227). Lorenzo Parodi hizo referencia al Darwinion de Villa Progreso como un templo:

“... templo de Flora como un faro que señala las puertas del Reino Vegetal...” (Parodi, 1961: 39).

Por estas razones, utilizaremos en ocasiones el término “templo” para referirnos al Darwinion con el significado que estableció su fundador. A lo largo del texto se utilizará “Darwinion” para referirse al edificio, e “Instituto de Botánica Darwinion” para referirse a la institución.

El Darwinion de Villa Progreso

El Instituto de Botánica Darwinion nació como el laboratorio particular de Cristóbal M. Hicken (Anónimo, 1912; Ducros Lenatz, 1936; Parodi, 1961). Su primera sede fue construida en la actual Villa Lynch (ex Villa Progreso), partido de San Martín. Según el historiador del partido de San Martín, Roberto Conde, el edificio del Darwinion se construyó en un terreno de casi media hectárea sobre la calle Progreso entre Heredia y Pedernera (Conde, 2014). Sin embargo, el decreto de aceptación de la donación (Decreto 40.581 del 19 de abril de 1934) establece que el terreno de Villa Progreso tenía 2361,60 m2 (casi un cuarto de hectárea), y el texto de la donación al Estado Nacional incluido en el testamento de Cristóbal M. Hicken detalla que el terreno tenía 35,19 m sobre la calle Heredia y 67,12 m sobre la calle Progreso (Burkart, 1939a), medidas que coinciden con la superficie ya mencionada. Estos datos son particularmente confiables, no solo por el carácter legal del texto, sino también porque Cristóbal M. Hicken era Agrimensor (Ducros Lenatz, 1936). De acuerdo con Conde (2014), la casa del Darwinion se ubicaba más cerca de la mitad de cuadra, pero el estudio de las fotografías del exterior del edificio sugiere que se encontraba cerca de una esquina. Por estas razones se deduce que el terreno de Villa Progreso donde se construyó el primer Instituto de Botánica Darwinion ocupó la esquina sur del cruce de las calles Heredia y Progreso (Fig. 1), que en la actualidad linda hacia el sureste con la Casa de Retiros de las Hermanas Adoratrices (congregación que se instaló allí en 1928, en un edificio que anteriormente estuvo ocupado por las Carmelitas de la Caridad). De acuerdo con algunas publicaciones (Ducros Hicken, 1942; De Vita, 2021), y al relato del Sr. Mariano Ducros (com. pers.), Christian Hero Hicken (padre de Cristóbal) tenía una propiedad (la quinta familiar) en Villa Progreso. La comparación de la puerta principal de esta quinta familiar (ca. 1911, foto cortesía del Sr. Mariano Ducros) con la entrada de la Casa de Retiros de las Hermanas Adoratrices (Fig. 2) reveló que se trata de la misma construcción, ubicada sobre la calle Heredia. De lo anterior se deduce que el primer Darwinion se construyó en un terreno lindero a la quinta familiar de Christian Hero Hicken, propiedad que luego pasaría a las Carmelitas de la Caridad entre 1922 y 1927, y finalmente a las Hermanas Adoratrices en 1928. Esto explica el comentario de la nota del diario La Razón del 6 de noviembre de 1922 sobre una comida formal ofrecida en la quinta familiar de Christian Hero Hicken: “En un intervalo de la reunión, los invitados pasaron al Darwinion del doctor Cristóbal Hicken…”.

Para comienzos del siglo XX la ubicación de este primer Instituto de Botánica Darwinion era realmente remota en relación con la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, solo estaba a dos cuadras de la terminal del tranvía Lacroze, que ya en 1911 funcionaba con electricidad y llegaba hasta Corrientes y Reconquista, pleno centro de la ciudad de Buenos Aires (Conde, 2014). De acuerdo con Conde (com. pers.), Agustín P. Justo también tenía una propiedad cercana al Instituto de Botánica Darwinion de Villa Progreso. Según Herrero Ducloux (1948), Agustín P. Justo era amigo dilecto de Cristóbal M. Hicken. De acuerdo a la Memoria del Presidente de la Sociedad Científica Argentina (1910), ambos habían formado parte de una comisión ad-hoc junto con Vicente Castro para preparar un programa de exploración y estudio de la laguna Iberá. En el año 1915 los reúne el Colegio Militar, cuando Justo toma el cargo de Director. Cristóbal M. Hicken fue profesor de esa institución desde 1899 y compartieron ese ámbito a lo largo de siete años, hasta 1922, cuando A. P. Justo asumió el Ministerio de Guerra en la presidencia de Marcelo T. de Alvear. En 1936, ya en carácter de Presidente de la Nación, Agustín P. Justo estuvo presente en la inauguración del Darwinion de San Isidro.

En diversas fuentes, se afirma que el inicio de actividades del Instituto de Botánica Darwinion fue en el año 1911 (Anónimo, 1912; Parodi, 1961). Sin embargo, resulta probable que ya funcionara desde 1910. Cuatro indicios sustentan esta conjetura: por un lado, en la portada del Cuaderno de Firmas de los Visitantes del Instituto de Botánica Darwinion se consigna “1910 Villa Progreso 1933”; en segundo lugar, en la introducción de la tesis doctoral de Juana G. Dieckmann (1912), la autora señala que la mayor parte del estudio teórico lo llevó a cabo en el laboratorio del Dr. Cristóbal M. Hicken desde fines de 1910 y la firma de Dieckmann se encuentra asentada en la primera página del Cuaderno de Firmas de los Visitantes citado; en tercer lugar, en el reverso de cinco fotografías del primer Instituto de Botánica Darwinion se pueden encontrar leyendas manuscritas (letra del Ing. Arturo Burkart) que datan esas imágenes hacia el año 1910, y finalmente, la nota del diario La Razón del 4 de enero de 1930 señala que “... Hojeando el cuaderno de visitantes, advertimos las firmas de don Ángel Gallardo y de don Leopoldo Lugones. Han sido hechas por el año 1910, cuando el museo se destacaba ya para los entendidos”.

La descripción publicada en Physis (Anónimo, 1912) sobre este primer Instituto de Botánica Darwinion, nos muestra un edificio construido con el propósito principal de disponer un laboratorio-museo botánico, más una función secundaria de vivienda (Fig. 3). En sus comienzos, el alambrado perimetral del Darwinion de Villa Progreso no contaba con un portón hacia la calle (Fig. 4). La entrada al salón del Darwinion (Fig. 4D) daba al jardín, orientada hacia la Casa de Retiros de las Hermanas Adoratrices, en otras palabras, hacia la quinta familiar de los Hicken (Fig. 1). Por esa razón, esa era la entrada más importante del edificio, con cuatro amplios escalones y una pérgola de herrería artesanal sobre el dintel. Sobre esa puerta, y por encima de la pérgola, se podía leer el nombre “Darwinion” con grandes letras de tipografía de palo seco grabadas sobre la pared (Fig. 4D), un letrero muy similar al que hoy vemos en el edificio de San Isidro. El mismo letrero se repetía sobre el muro opuesto, encima de la ventana del salón museo que abría hacia la calle Progreso (Fig. 4A). Este salón museo era el ambiente principal que alojaba la colección del herbario y parte de los libros, y tenía una mesa y sillas para el estudio del material botánico (Fig. 5A-B). Alrededor de este salón se conectaban: una sala de biblioteca, un laboratorio de microscopía, uno de química, una galería con salida al jardín sobre la calle Progreso (lado NO del edificio), y un pequeño vestíbulo con salida hacia la calle Heredia (lado NE del edificio) (Fig. 3). Poseía además un laboratorio fotográfico, y algunas habitaciones para huéspedes en la planta alta (Parodi, 1961).

Contamos con 16 fotografías del interior de este primer Darwinion: dos existentes como reproducciones individuales en el archivo del IBODA, dos reproducciones digitales proporcionadas por el Sr. Mariano Ducros, dos publicadas en un artículo del diario La Razón el 4 de enero de 1930, cuatro publicadas con posterioridad al fallecimiento de Cristóbal M. Hicken en un artículo del diario La Prensa del 18 de mayo de 1933, una en un artículo del diario La Nación del 26 de abril de 1934 y cinco en un artículo de Ahora, periódico ilustrado del 12 de agosto de 1935. De acuerdo con estos documentos, el salón museo poseía un gran mueble perimetral con mesada, bajo mesada, y alzada con estantes, en el cual se guardaba la colección del herbario (Fig. 5A-B). Ese mueble fue adaptado e instalado en el sótano del Darwinion de San Isidro (carta del Ing. Eduardo Latzina al Presidente de la ANCEFN, 18-10-1936), y aún hoy está en uso. Se observa también una escalera tapizada con una alfombra que lleva a un mezzanino perimetral.

Fig. 1 El Darwinion de Villa Progreso. A, ubicación en la manzana. El área sombreada señala la dimensión en escala del terreno. B, vista desde el campanario o torre de la Residencia de Retiro de las Hermanas Adoratrices (anteriormente la quinta familiar de Christian Hero Hicken). B, tomada del diario La Nación, 26 de abril de 1934. 

Fig. 2 Entrada principal de la quinta familiar de Christian Hero Hicken. A, alrededor del año 1911-1912 (Christian Hero Hicken de pie con sombrero, Cristóbal M. Hicken y Eduardo Holmberg sentados en la escalera, rodeados de familiares). B, estado presente del mismo lugar, hoy parte de la Residencia de Retiro de las Hermanas Adoratrices. A, cortesía de Mariano Ducros; B, tomado de http://www.hermanasadoratrices.org/comunidades. Figura en color en la versión en línea http://www.ojs.darwin.edu.ar/index.php/darwiniana/article/view/1116/1298 

Fig. 3 El Darwinion de Villa Progreso. Planta con la distribución de salones y sus funciones. Obsérvese las medidas anotadas del salón principal o museo (7 x 12 m). Tomado de Anónimo. 1912. Progresos de las Ciencias Naturales en el país debidos a la iniciativa privada: el “Darwinion” del Prof. Dr. Hicken. Boletín de la Sociedad Physis 1(2): 98-102. 

Sobre la pared NO (la de ingreso al mezzanino) pende el cuadro de Darwin que hoy decora el vestíbulo de la entrada principal del edificio de San Isidro. Las sillas de estilo Thonet que se ven en la foto están hoy en el salón principal de la biblioteca. Otras mesas, sillas y muebles de aquel primer Instituto de Botánica Darwinion se encuentran actualmente distribuidos en el edificio de San Isidro. Un elemento particular de la decoración de ese salón eran las frases del Dr. Eduardo Holmberg, impresas como carteles sobre la mesada del mueble principal, todas ellas publicadas en su obra Carlos Roberto Darwin de 1882 (algunas de ellas parafraseadas y otras textuales):

“El Universo no es un efecto, ¿por qué entonces le busca una causa?”

“La ciencia empieza donde termina el magister dixit” (Holmberg, 1882: 105).

“Si el Naturalista no debe filosofar, ¿para qué sirve su observación?”

“Con sentimientos no se refuta el transformismo” (Holmberg, 1882: 106).

“No se comprende una religión científica, ni menos una ciencia religiosa” (Holmberg, 1882: 7).

“La duda es la cuna de la verdadera ciencia” (Holmberg, 1882: 105).

Fig. 4 El Darwinion de Villa Progreso. Vistas del Edificio alrededor de 1910 (la fachada fotografiada se indica en el esquema de la planta con una franja de color; el esquema de la planta mantiene la misma orientación que en la Fig. 1A y Fig.3). A, fachada noroeste sobre la calle Progreso, nótese el letrero “Darwinion” sobre la ventana central. Las ventanas sobre la galería probablemente corresponden a un cuarto de huéspedes. B, fachada noreste sobre la calle Heredia. C, fachada sudoeste hacia el jardín, nótese la galería. D, fachada sudeste hacia la quinta familiar de Christian Hero Hicken; nótese la entrada principal del museo del Instituto de Botánica Darwinion, y el letrero en su parte superior. En las fachadas A y B se observa la falta de un portón hacia la calle. Fotos: Archivo Instituto de Botánica Darwinion. 

Esta última decoró la sala de dibujantes de la planta baja del Instituto de Botánica Darwinion de San Isidro durante décadas y hoy permanece en guarda en el archivo del Instituto. Sabemos por una carta remitida por Cristóbal M. Hicken a Ángel Gallardo en marzo de 1917 que el Instituto de Botánica Darwinion contaba ya con su emblema de la margarita (véase más abajo) al menos desde esa fecha y, por los datos que proporciona Parodi (1961), que el óleo de Hans Jorgensen de las cumbres nevadas de los Andes del sur adornaba el salón principal. Hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX era frecuente que un pintor acompañara las expediciones científicas.

Fig. 5 El Darwinion de Villa Progreso. Algunas vistas de su interior. A, vista del salón principal o museo desde la entrada. B, vista lateral del salón museo. C, despacho. D, escritorio del Dr. Cristóbal M. Hicken. Todos los muebles de estas imágenes están hoy en el Darwinion de San Isidro. A-B, Archivo Instituto de Botánica Darwinion. C, tomado de Oliver (1935). Es emocionante el anecdotario del sabio argentino Hicken. Ahora, periódico ilustrado, 12 de agosto de 1935. D, tomado de Anónimo. 1933. El Museo Botánico Darwinion, que perteneció al Profesor Cristóbal M. Hicken. La Prensa, 18 de mayo de 1933. 

En ese sentido, Cristóbal M. Hicken fue uno de los últimos investigadores en mantener esta tradición: en sus viajes patrocinados por la Sociedad Científica Alemana estuvo acompañado alternadamente por Alfred Bachmann y Hans Jorgensen (Silvestri, 2011). En el Instituto de Botánica Darwinion de San Isidro se conservan, además del óleo de las cumbres nevadas de los Andes, otros seis óleos, entre ellos uno de las Cataratas del Iguazú, uno de los Valles Calchaquíes y otro del glaciar Perito Moreno. Es muy probable que todos esos cuadros adornaran el Darwinion de Villa Progreso y fueran reubicados más tarde en el edificio de San Isidro por el Ing. Eduardo Latzina.

El edificio del primer Instituto de Botánica Darwinion estaba rodeado por un gran jardín, el cual puede visualizarse en dos fotografías conservadas en el Archivo del Instituto y en cuatro fotografías ilustrativas en periódicos de la época (Anónimo, 1933; Anónimo, 1934; Oliver, 1935). De acuerdo con la nota del diario La Razón del 4 de enero de 1930: “Rodea al chalet un espléndido jardín que, aunque muy poco se usa para estudio, ofrece una considerable cantidad de plantas. Ejemplares raros, de infinidad de especies, se complementan en una ornamentación artística (...) Allí entre esa variedad de plantas, el doctor Hicken dicta sus clases de botanología a los alumnos de varios establecimientos superiores del gobierno aunque no con carácter oficial.” Asimismo, en el artículo del diario La Nación del 26 de abril de 1934, se afirma que el chalet está “... rodeado de jardines que se aíslan de las calles y de las fincas linderas mediante sólidos cercos de alambre recubiertos de altos ligustros”.

El primer Darwinion estuvo cuidado por el Sr. Manuel Villa, que oficiaba de casero y asistente del Dr. Cristóbal M. Hicken, quien a partir de diciembre de 1936 pasó a cuidar el Darwinion de San Isidro hasta su fallecimiento en mayo de 1952. Luego del traslado del instituto al edificio de San Isidro y hasta su demolición (fecha incierta), el primer Darwinion fue cuidado por el Sr. Francisco Caballero (1916-2009) (Conde, 2014), vecino de la propiedad. Nada queda hoy en pie de este primer Darwinion, ni vestigio alguno de su jardín.

El Darwinion de San Isidro

El autor del proyecto

Existe una polémica alrededor de la autoría del proyecto del edificio del Instituto de Botánica Darwinion de San Isidro. El artículo de Daniela Fernández (2019) asigna el diseño del Instituto de Botánica Darwinion de San Isidro al Arq. Arturo Prins. Bellucci (2022) rescata esta información, aunque reconoce que no hay pruebas contundentes de la autoría de Prins, y agrega además que el propio Cristóbal M. Hicken pudo haber participado activamente del diseño del edificio, participación explícitamente declarada por tres notas de periódicos de la época (Anónimo, 1933; Anónimo, 1934; Yantorno, 1934) y por el Decreto 40.947 del 30 de abril de 1934: “construido por disposición y con la dirección del extinto doctor Hicken”. En cambio, De Masi & Fugardo (2022) ponen en duda la autoría de Prins en el diseño del edificio. El principal hecho en contra de la autoría de Arturo Prins es que los planos originales presentados en la Municipalidad de San Isidro (Expediente Municipal 586-1932) no están firmados por Arturo Prins sino por Cristóbal M. Hicken y por el Ing. Civil Alberto J. Baldassare (Figs. 8A, 10C). Además de las firmas de los planos, De Masi & Fugardo explican que no existen “pruebas documentales que registren un vínculo amistoso, social, comercial o académico entre Prins y Hicken” (De Masi & Fugardo, 2022: 132); y señalan la inexistencia de documentos que acrediten la intervención de Prins en el proyecto, la inexistencia de la firma de Prins en la fachada y la lejanía del “Darwinion” de San Isidro con respecto al lenguaje expresivo que caracterizó la obra de Prins en su conjunto.

Sin embargo, nuestra investigación reveló nuevas fuentes que sustentan la posible participación de Arturo Prins en el diseño del edificio histórico del Instituto de Botánica Darwinion, a saber:

- La ficha de antecedentes personales del Ing. Civ. Arq. Arturo Prins, existente en el archivo de la Academia Nacional de Bellas Artes (consultado el 30 de junio de 2022) (Fig. 6A), que fue completada con datos proporcionados por él mismo y lleva su firma. En esta ficha, bajo el apartado “Premios o recompensas”, se menciona un primer premio por un concurso para la realización del “Darwinion, Museo de Botánica y Casa de Estudio en San Isidro”.

Fig. 6 A, ficha de antecedentes del Arquitecto Arturo Prins depositada en la Academia Nacional Bellas Artes, obsérvese la firma original de Prins refrendando los datos allí consignados (foto cortesía Emilce García Chabbert). B, cuaderno de visitas del Darwinion de Villa Progreso donde se observa el registro de Arturo Prins y Fernando de Estrada (con sus firmas originales) como visitantes del instituto el 30 de diciembre de 1931. C, fotografía de la maqueta del proyecto del Darwinion de San Isidro, enviada por Cristóbal M. Hicken a Carlos Porter en enero de 1933 (tomado de Porter (1933). El Doctor Cristóbal M. Hicken. Revista Chilena de Historia Natural, Año XXXVII: 180-182). D, estado de la construcción del Instituto de Botánica Darwinion de San Isidro para mayo de 1933 (Anónimo. 1933. El Museo Botánico Darwinion, que perteneció al Profesor Cristóbal M. Hicken. La Prensa, 18 de mayo de 1933). E, Instituto de Botánica Darwinion de San Isidro, estado de edificio para 1934 (Anónimo. 1934. Tiene gran valor el “Darwinion” legado por Hicken. La Nación, 26 de abril de 1934). Figura en color en la versión en línea http://www.ojs.darwin.edu.ar/index.php/darwiniana/article/view/1116/1298 

Según se refiere en ese documento, la ficha “...ha sido compilada en la Secretaría de la Academia Nacional de Bellas Artes el 11 de mayo de 1939 con los datos proporcionados por don Arturo Prins (Exp P-40) con cuya firma autógrafa autentifica la exactitud de los mismos”.

- Cabe mencionar que Arturo Prins y Cristóbal M. Hicken mantuvieron trato antes de la construcción del Darwinion de San Isidro. Ambos coincidieron formando parte de la Junta Directiva de la Sociedad Científica Argentina en los primeros años del siglo XX (Sociedad Científica Argentina, 1901).

- El cuaderno de visitas del Instituto de Botánica Darwinion registra el paso de Arturo Prins por el Darwinion de Villa Progreso el 30 de diciembre de 1931 (Fig. 6B), ocho meses antes de la presentación de los planos a la Municipalidad de San Isidro. De acuerdo con el registro de visitas señalado, Prins visitó el Instituto de Botánica Darwinion en 1931 junto con el Ing. Fernando de Estrada.

- La construcción del Darwinion de San Isidro fue realizada por la empresa constructora “F. H. Schmidt S. A.” (véase también Méndez, 2013), más tarde devenida en “Compañía General de Construcciones S.A.” (Decreto 33.401-396, expediente 2027, 1939), de la que A. J. Baldassare fue director (Decreto 33.401-396, expediente 2027, 1939). En el citado expediente municipal, el ingeniero Baldassare firma, tanto en los planos como en las actuaciones (folios 5 y 11) como constructor. Ello resulta congruente con su vínculo con la empresa constructora. Por otro lado, existió una relación entre Prins, de Estrada y la empresa constructora F. H. Schmidt para algunas obras que realizaron en conjunto, por ejemplo, el edificio de Av. Callao 1711 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

- Tal como se explica detalladamente más abajo, se retiraron cuatro planos y una foja del expediente municipal (“Hicken Construcción” Número 586- Año 1932) supuestamente con la autorización de Cristóbal M. Hicken, lo que deja abierta la posibilidad de que alguno de esos planos llevara la firma de Arturo Prins o Fernando de Estrada.

- En la nota escrita por Carlos Porter en homenaje a Cristóbal M. Hicken en la Revista Chilena de Historia Natural (Porter, 1933; homenaje realizado el 19 de abril de 1933 en la sesión general de la Sociedad Chilena de Historia Natural) el autor afirma que el Instituto Darwinion “...debía inaugurar el 20 de Septiembre próximo en un nuevo y espacioso edificio que está en construcción y cuya fotografía de la fachada y croquis, a modo de primicia, [Hicken] tuvo la bondad de enviarme dos meses antes de su inesperado fallecimiento.” Se adjunta la fotografía mencionada y en su epígrafe se señala lo siguiente:

“<<Darwinion>> en construcción, cuyos arquitectos son los señores Arturo Prins y Fernando Estrada (sic), que han sido alumnos del Dr. Hicken”. (Porter, 1933: 181) (Fig. 6C).

De acuerdo con los Anales de la Universidad de Buenos Aires (Universidad de Buenos Aires, 1901), Cristóbal M. Hicken ya era profesor sustituto de las asignaturas “Complementos de Física y manipulaciones” y “Topografía” cuando Arturo Prins finalizó sus estudios de ingeniero civil el 7 de abril de 1900, lo cual torna verosímil la posibilidad de que este último haya sido alumno de Cristóbal M. Hicken, tal como señala Carlos Porter.

Una parte de la documentación personal de Carlos Porter Mossó (entre ella su epistolario) se ha perdido (consulta al Dr. Pablo Marcos Espinoza Concha, biógrafo del Dr. Porter), otra parte está en proceso de catalogación (consulta al Museo de Historia Natural de Valparaíso, al Museo de Historia Natural de Santiago). Existe además una persona heredera de la familia Porter que aún conserva parte de la documentación del Dr. Porter. Aunque es poco probable que se encuentre, continúa la búsqueda de la carta de Cristóbal M. Hicken que certifique la participación de Prins y de Estrada en el proyecto del Darwinion de San Isidro. El estudio de la fotografía enviada por Cristóbal M. Hicken a Carlos Porter y su comparación con la publicada el 18 de mayo de 1933 en el diario La Prensa (Anónimo, 1933) (Fig. 6D) reveló que se trata de una maqueta del edificio, lo cual es significativo por sí mismo, ya que nos habla del minucioso cuidado en la planificación de la obra.

Para finalizar este acápite, mencionamos que en el certificado de materias del doctorado de Cristóbal M. Hicken, depositado en la Universidad de Buenos Aires (Facultad de Ciencias Exactas y Naturales) está asentada la aprobación de dos cursos de Construcción (que corresponden a su primera formación como Agrimensor). Esta información confirma que Cristóbal M. Hicken tenía algunos conocimientos como para participar, al menos con sus ideas, en el diseño del edificio del Darwinion de San Isidro.

Interrogantes que plantea el análisis del expediente municipal

El expediente con carátula “Hicken Construcción” Número 586-Año 1932 se inicia con los planos firmados por el constructor Baldassare y el propietario C. Hicken (fojas 1, 2, 3 y 4). A continuación, la foja 5 es una nota mecanografiada de la oficina de Rentas de la Provincia de Buenos Aires (fechada el 5 de septiembre de 1932), dirigida al intendente certificando que el constructor A. J. Baldassare ha dado cuenta de la obra que va a construir para Cristóbal M. Hicken. Las fojas 6, 7, 8, 9 y 10 fueron desglosadas y en su reemplazo, cinco folios sellados y firmados por el señor Paolantonio, solo refieren que hubo 4 planos y una foja en sus lugares correspondientes. La foja 11, fechada como la 5 el día 5 de septiembre de 1932, es un formulario en el que propietario y constructor solicitan permiso al Intendente de San Isidro para edificar, de acuerdo a los planos que acompañan, un museo y vivienda que darán por finalizados el 30 de noviembre de ese mismo año. La foja 12, firmada por el intendente José Aphalo y fechada el mismo 5 de septiembre, remite el expediente al Honorable Consejo Deliberante (HCD) solicitando que se expida favorablemente ante la circunstancia de que la construcción del Darwinion se apartaría de la ordenanza que reglamenta la edificación en el Barrio Parque Aguirre. En la sesión celebrada también el 5 de septiembre, el “Honorable Concejo Deliberativo” (sic) resuelve enviar las actuaciones a estudio de la Comisión de Obras Públicas.

El 20 de octubre se expide la Comisión, con la firma de M. Obarrio y Manuel Gayol, sosteniendo como improcedente el pedido de aprobación de la obra por parte del HCD en tanto que esta no viola ninguna de las prescripciones de “la Ordenanza del 25 de enero de 1913 que rige la edificación del Barrio Parque Manuel A. Aguirre”, y propone que el expediente vuelva al Departamento Ejecutivo (D.E.) para su aprobación. En noviembre, el informe es aprobado por el HCD y remitido al D.E. Finalmente, el 5 de diciembre, el intendente José Aphalo autoriza a Cristóbal M. Hicken a realizar la construcción de la obra por tratarse de “un exponente de cultura”, si bien no responde estrictamente al estilo residencial del barrio en cuestión. El 10 de diciembre se notifica de la resolución el señor agrimensor Agustín N. Repetto con la autorización expresa de Cristóbal M. Hicken, que obra en foja 14.

Hasta aquí, todo lo actuado en 1932 a través de 15 fojas que nos dejan algunos interrogantes:

- El formulario de la foja 12 plantea la duda acerca de si la obra se encontraba ya iniciada para esa fecha (5 de septiembre) en tanto se proponen terminarla el 30 de noviembre de ese año. De hecho, la fotografía publicada en el diario La Prensa el 18 de mayo de 1933 (Anónimo, 1933, Fig. 6D) muestra una obra casi terminada en el escaso término de cuatro meses, si suponemos que la construcción comenzó el 5 de diciembre de 1932, fecha de la autorización municipal. ¿Podría haber comenzado antes (por ejemplo, el 5 de septiembre, cuando se inicia el expediente) y luego interrumpida debido al conflicto planteado por tratarse de una institución construida en un barrio residencial? Conflicto que habría requerido la intervención del Intendente, del Honorable Concejo Deliberante y de la Comisión de Obras Públicas. Es interesante observar que los planos están fechados el 19 de mayo de 1932 (Fig. 8A y Fig. 10A, C).

- Llama la atención que, en el mismo día, 5 de septiembre, se hayan realizado todos los actos administrativos que derivan en el pedido de estudio de la Comisión de Obras Públicas, la que finalmente concluye (casi un mes y medio después) en que no habría sido necesaria su intervención en cuanto la construcción del Darwinion cumplía con todos los requisitos exigidos por la Ordenanza especial de 1913, que regía para el Barrio Parque Aguirre.

- Los planos y foja que obraban en el expediente y que ya no están, ¿qué información guardaban? ¿Quién o quiénes los firmaban? Es probable, de acuerdo con lo que nos informaron en la Subsecretaría de Planeamiento Urbano sobre la base de las fechas de foliación y la firma del Sr. Paolantonio, que hayan sido desglosados ese mismo día 5 de septiembre del año 1932, seguramente a pedido del propietario, Cristóbal M. Hicken, el único con derecho a hacerlo.

Cabe agregar que el agrimensor Agustín Repetto formaba parte de su familia. Era el esposo de Sara Kuhlenschmidth (1898 - 1963), sobrina de Cristóbal M. Hicken, y vivían en la quinta familiar de la calle Alem, en San Isidro. Posiblemente, fueron referentes para la elección que hizo Cristóbal M. Hicken del lugar propicio, el Barrio Parque Aguirre, para construir el nuevo edificio del Instituto de Botánica Darwinion, que sería también su residencia. El vínculo familiar era muy estrecho con la familia de su hermana Blanca (Mariano Ducros, com. pers.), casada con Víctor Kuhlenschmidth y fallecida en 1911.

De este expediente surge también el nombre de quien había sido propietaria del lote que compró Cristóbal M. Hicken: Susana Andrea Aguirre Anchorena, hermana de Victoria Aguirre, casada con Ignacio Manuel Gómez Basaldúa. Ella había fallecido en 1923 y la adquisición se realizó a través de sus herederos.

El estilo arquitectónico

Tanto Bellucci (2022) como De Masi & Fugardo (2022) coinciden en que el edificio histórico del Instituto de Botánica Darwinion responde a los cánones del Art Decó, con ornamentaciones indigenistas. Sin embargo, el interés de Cristóbal M. Hicken por las culturas precolombinas, y la influencia del movimiento indigenista de fines del siglo XIX y comienzo del siglo XX, nos condujo a profundizar en las corrientes estéticas periféricas del Art Decó, cuyas ornamentaciones y simbolismos estuviesen vinculados a los movimientos latinoamericanos que buscaban consolidar una identidad nacional a través de su arquitectura. Se agregan a esto las palabras de Pablo Ducros Lenatz durante su discurso de inauguración del Darwinion de San Isidro en representación de los herederos de Cristóbal M. Hicken “... inaugúrase hoy en el bello parque Aguirre este bello edificio de puro estilo incaico ...” (Ducros Lenatz, 1936: 7).

La singular ornamentación del edificio, con elementos prehispánicos, especies botánicas y fauna autóctona nos orientó a indagar en el movimiento arquitectónico que ahondó en las raíces nativas americanas. El “neoprehispánico”, estilo animado por el espíritu del Centenario de la independencia, parece tener su expresión en el Darwinion de San Isidro en clave “Neotihuanacota” cuya geometría y estilo se asienta en el moderno Art Deco.

“El esquema simétrico y geométrico, responde a todo un concepto que se conocía de las edificaciones tiwanakotas del período clásico de esta cultura, características que coincidieron con premisas del art déco y otras vertientes arquitectónicas del momento” (Kuon Arce et al., 2009: 76)

El estilo Neotihuanacota fue propuesto y desarrollado por el arquitecto boliviano Emilio Villanueva Peñaranda (Browman, 2007) inspirado en los diseños del sitio arqueológico precolombino de Tiahuanaco en Bolivia y bajo la sustancial influencia de Arturo Posnansky. La ciudad arqueológica de Tiahuanaco fue modelo de la arquitectura en la búsqueda de un nuevo paradigma cultural entre los años 20 y 40 del siglo XX, inspirada por la obra del polifacético Arturo Posnansky. Austrohúngaro y naturalizado boliviano, Posnansky fue pionero tenaz en su investigación de las ruinas de Tiahuanaco, inspirador de una nueva arquitectura y autor de numerosas publicaciones. En ocasión de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, se presentaron dos proyectos en 1927 (que no se realizaron) para el Pabellón de Bolivia, a cargo de los arquitectos bolivianos José Manuel de Villavicencio Linares y Gustavo Sanjinés. Ambos propusieron edificios inspirados en templos con fachadas que replican la Puerta del Sol (Moscoso, 2019; Fig. 7). Las fachadas externa e interna de la entrada del Darwinion comparten con estos proyectos no solo el estilo sino también el concepto de templo y parte de la ornamentación como lo evidencia la presencia de Viracocha. El estilo Art Decó del Darwinion es el soporte propicio e idóneo para portar estilemas propios del estilo Neotihuanacota. De esta manera, el edificio histórico del Instituto Darwinion sería uno de los pocos exponentes del estilo Neotihuanacota en Argentina, junto con el edificio de la “Asociación Boliviana 6 de agosto” (San Salvador de Jujuy), la casa de Héctor Greslebin (calle Céspedes, Ciudad Autónoma de Buenos Aires), y el edificio de la Escuela “Joaquín V. González” (Av. Pedro Goyena 984, Ciudad Autónoma de Buenos Aires) (cfr. Kuon Arce et al., 2009).

El diseño original del edificio histórico

El diseño original del Darwinion de San Isidro (Expediente Municipal 586-1932) (Figs. 8 y 9) contemplaba un área destinada a la investigación y otra a la vivienda y servicios, construidas alrededor de un jardín central. El área destinada a la investigación (Figs. 8 y 9A) constaba de:

Fig. 7 El estilo arquitectónico Neotihuanacota. A-B, proyectos del pabellón de Bolivia para la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. A, creado por el arquitecto J. M. Villavicencio (imagen tomada de Juan José Cabrero Nieves. La Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. http://exposicioniberoamericanadesevilla1929.blogspot.com/2010/04/24-las-galerias-comerciales-extranjeras.html). B, creado por el arquitecto G. Sanjinés (imagen tomada de la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico, Ministerio de Cultura y Deporte, Gobierno de España (https://bvpb.mcu.es/es/inicio/inicio.do). C, vista del edificio original del Instituto de Botánica Darwinion (ca. 1936). 

1. Una entrada principal de acceso (Manuel de Lavardén2 200, esquina Estanislao del Campo) a un vestíbulo (donde se instalaría un Museo) con una salida al jardín interno central enfrentada a ese ingreso.

2. Un ala sobre la calle Estanislao del Campo con el salón del herbario (con un mezzanino perimetral y dos bow windows), una sala de microscopios (con un pequeño cuarto con mesada y pileta) y un pequeño vestíbulo de conexión entre el herbario, la sala de microscopios y el vestíbulo de la entrada principal. Un cuarto-laboratorio orientado hacia el jardín interno se conectaba lateralmente, puerta por medio, al salón del herbario. Sobre esa misma conexión, pero al nivel del mezzanino había una puerta que permitía el acceso a los techos (especialmente los del área de vivienda).

3. Un ala sobre la calle Manuel de Lavardén, en simetría especular a la anterior, con el salón de la biblioteca (con un mezzanino perimetral y un bow window), un escritorio con toilette y un pequeño vestíbulo de conexión entre la biblioteca, el escritorio y el vestíbulo de la entrada principal. A diferencia del salón del herbario, el mezzanino del salón de la biblioteca no tenía una puerta de acceso a los techos. Sí, en cambio, poseía una puerta de herrería artesanal de conexión con un jardín de invierno exterior (inaugurado como salón de la Academia), y otra para acceder a un jardín de invierno interno (inaugurado como sala de archivos, véase más abajo).

4. Un altillo-depósito de techo bajo construido sobre el vestíbulo principal de la entrada. De acuerdo con el plano original, este altillo-depósito debía ser un único ambiente de 6,50 x 4,50 m, y de 1,10 m de altura de piso a techo, con dos ventanas y dos accesos: uno desde el mezzanino y escalera caracol de la biblioteca, y otro desde el mezzanino y escalera caracol del herbario. El plano de relevamiento del Ing. Eduardo Latzina (1936a) indica la misma estructura pero sin datos de la altura del techo.

Fig. 8 El Darwinion de San Isidro. Plano original de la planta del edificio. A, plano completo: a, planta principal; b, mezzaninos y altillo; c, sótano; d, firmantes de los planos (el Ing. Civil y Constructor Alberto. J. Baldassare y el Dr. Cristóbal M. Hicken). Nótese la orientación cardinal indicada entre a y c. B, detalle de la planta principal. Cortesía: Archivo de la Municipalidad de San Isidro. 

Fig. 9 El Darwinion de San Isidro. Distribución de funciones por sala. A, función de cada sala de acuerdo con los planos originales. B, función asignada a cada sala por el Ing. Eduardo Latzina durante el traslado del Darwinion de Villa Progreso a San Isidro, distribución vigente desde su inauguración en 1936 hasta la reforma de 1949. C, área del edificio original destinada al Instituto de Botánica Darwinion como “templo de la Botánica” (área verde) sobre la base de los conceptos publicados por Cristóbal M. Hicken y la ornamentación del edificio. Nótese la ubicación de las puertas de herrería artesanal. Figura en color en la versión en línea http://www.ojs.darwin.edu.ar/index.php/darwiniana/article/view/1116/1298 

Fig. 10 El Darwinion de San Isidro. Plano original de las fachadas del edificio. A, plano completo. B, entrada principal, salones frontales, herbario y biblioteca. C, jardín interno central y firmantes (el Ing. Civil y Constructor Alberto. J. Baldassare y el Dr. Cristóbal M. Hicken). D, detalle del diseño de la reja perimetral y de los pilares del portón desde la calle. Cortesía: Archivo de la Municipalidad de San Isidro. Figura en color en la versión en línea http://www.ojs.darwin.edu.ar/index.php/darwiniana/article/view/1116/1298 

Fig. 11 El Darwinion de San Isidro. Primera modificación del edificio (1949, Director Ing. Agrón. Arturo Burkart). A, edificio original. B, expansión sobre el área de vivienda (se observa el segundo piso en construcción). C, una etapa más avanzada de B, donde se ha comenzado a demoler la parte superior del altillo, sobre la entrada principal, para elevar su techo. D, modificación terminada resaltada con color. Obsérvese el aumento de la altura del altillo, y como la parte posterior del edificio, antes oculta desde la calle, ahora es claramente visible. Fuentes: A, Archivo del Instituto de Botánica Darwinion; B-D, documentos pertenecientes al CeDIAP - Centro de Documentación e Investigación de la Arquitectura Pública, AABE - Agencia de Administración de Bienes del Estado. Figura en color en la versión en línea http://www.ojs.darwin.edu.ar/index.php/darwiniana/article/view/1116/1298 

De acuerdo con Burkart (1951) el altillo tenía 1,20 m de altura y estaba dividido por una pared (alineada con la bisectriz del edificio) en una mitad para la biblioteca y otra para el herbario, con una pequeña abertura para pasar de una mitad a la otra. Asimismo, una nota del Ing. Eduardo Latzina a la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales con fecha 18 de octubre de 1936 y el suplemento del inventario del Instituto de Botánica Darwinion realizado por el mismo Ing. Eduardo Latzina en abril de 1937, ya sugieren que el depósito-altillo estaba dividido en una mitad para la biblioteca y otra para el herbario, y que se habían adaptado muebles del edificio de Villa Progreso para construir estanterías en ambas mitades. Los planos de la modificación de 1949 indican que la altura original era 1,32 m, con una losa de 20 cm de espesor (techo) a demoler, y una nueva losa a construir que aumentaría la altura a 1,95 m (plano de Ampliación del Frente del Patio, corte C-D, CeDIAP nro. 2384-00014 y plano de ampliación de Obras Sanitarias CeDIAP nro. 2384-00017) y se apoyaría sobre el borde del parapeto un poco por encima del nivel de la cartela “Darwinion” (Ampliación Losa s/local 101 y tanque de agua, CeDIAP nro. 2384-00038). Ese era el proyecto de modificación original, pero hubo cambios sobre la marcha de la obra (Burkart, 1951): el parapeto se demolió (Fig. 11), y en su lugar se levantó una pared que llevó la altura final del techo del altillo-depósito a 2,80 m para instalar allí dos oficinas. Las ventanas actuales coinciden con la ubicación de las indicadas en el plano original de 1932 (Figs. 6E, 8A-b; una con vista hacia la biblioteca, y la otra con vista hacia el herbario), pero fueron elevadas (Burkart, 1951); el alféizar actual está a 1,30 m, y el exterior de esa pared tiene un resto del alféizar original a unos 67 cm del nivel de la azotea. Las puertas de acceso al altillo tienen el dintel a 1,95 m que coincide con la altura originalmente proyectada para esa ampliación. Si bien las dos ventanas actuales del altillo son las originales del edificio, probablemente las dos puertas de acceso fueron colocadas en la ampliación de 1949, y el acceso al altillo original se realizaba por sendas aberturas de 1,20 m de altura al final de cada escalera. Aunque no tenemos certeza de esto último pues la herrería de las puertas de acceso al altillo coincide con las restantes puertas originales del edificio. La diferencia entre la altura original del techo del altillo y la altura de sus dos puertas de acceso deja este problema sin resolver.

5. Escaleras de caracol. Para acceder a los mezzaninos y al altillo-depósito hay dos escaleras de caracol construidas dentro de los pequeños vestíbulos de conexión, ocultas detrás de una pared con una puerta de acceso al bajo escalera. Ambas escaleras tienen un primer tramo de 17 escalones que conduce al mezzanino de cada salón, y un segundo tramo con 5 escalones que lleva al altillo-depósito. Estas escaleras están apoyadas sobre su lado externo en cuatro paredes (una de ellas con una ventana hacia el jardín interno), mientras que el lado sobre el eje de rotación está en el aire (sin apoyo) y cuenta con una baranda de herrería artesanal con 19 balaustres sencillos.

El área destinada a la vivienda (Figs. 8B, 9A) estaba dividida en dos:

1. Un dormitorio con baño principal, guardarropa, estudio, y un comedor con salida a una galería sobre el jardín externo y otra al jardín central. El estudio se conectaba al salón de la biblioteca a través de un jardín de invierno externo orientado hacia el norte. Tanto el dormitorio como el estudio se conectaban a la pared este del salón de la biblioteca a través de un jardín de invierno interno orientado hacia el jardín interno central.

2. Un área de servicio, con la cocina, office, baño y un cuarto alrededor de un pequeño vestíbulo con acceso al sótano y salida de servicio al jardín. Un molino instalado detrás de la cocina y un tanque sobre el techo de la misma proveían el agua para todo el edificio.

Existía además un pasillo o galería bien delimitado entre el área de vivienda y el patio interno central, que conectaba el jardín de invierno interno, el baño principal, el comedor y el área de servicio, terminando en el cuarto destinado a laboratorio con acceso al herbario. De modo que se podía ir de un extremo a otro del área de investigación sin entrar estrictamente en las salas de la vivienda, sin pasar por la entrada principal y sin cruzar el jardín interno central.

El estudio de la planta del edificio nos muestra una estructura general con forma aproximada de pentágono o de diamante (Fig. 8). Se observa una simetría especular sugerida por una línea o eje estructural especialmente indicado tanto en el plano original (Fig. 8B) como en el relevamiento hecho por el Ing. Eduardo Latzina para asentar los cambios realizados para la mudanza. Si se consideran solamente los salones de la biblioteca, el herbario, las oficinas frontales y la entrada principal (orientada hacia la esquina de Manuel de Lavardén y Estanislao del Campo), la simetría es casi perfecta (salvo por un bow window menos en la biblioteca). Esta simetría se pierde hacia el área de vivienda. Otro detalle especialmente señalado en los planos es la indicación de las líneas medias de los salones de la biblioteca y el herbario, que se intersecan entre sí y con el eje estructural del edificio en el centro de la terraza frente a la puerta principal, pasando por el vértice de cada una de las dos jambas centrales que flanquean la puerta (Fig. 8B). Estas líneas medias forman un ángulo recto en su intersección frente a la puerta principal. Las líneas medias de los salones, su intersección con eje estructural y los ángulos allí formados sobre la entrada principal, están detallados en el plano original y en el relevamiento del Ing. Eduardo Latzina (1936a).

El estudio de las fachadas (planos y fotografías) (Fig. 9) y del plano con las alturas de diferentes cortes indica que los salones de la biblioteca y el herbario, junto con la entrada principal, eran más altos que el sector de la vivienda, ocultando este último (el sector de la vivienda) de la vista desde las veredas (Fig. 7C). La simetría sugerida en la planta del edificio también se propone en la fachada visible desde la vereda (fachada del área principal de investigación, Fig. 10), salvo, como se ha dicho previamente, por un bow window menos en el salón de la biblioteca. La fachada del sector de vivienda carecía de simetría (Fig. 10).

En cuanto a las alturas y volúmenes, el área de la vivienda tenía una única altura y estructuras uniformes. Internamente, esta área solo tenía un nivel: la planta baja. En cambio, el área destinada a investigación estaba organizada en 5 volúmenes de tres tipos: la entrada o portal (altura y volumen intermedios), dos salones frontales de escritorio y sala de microscopios (altura y volumen menores), y dos salones laterales de herbario y biblioteca (altura y volumen mayores). Internamente, en el área destinada a investigación se distinguen tres niveles: planta baja, mezzanino, y altillo-depósito.

El proyecto original del edificio no incluyó un diseño del jardín externo, pero sí un diseño específico de los pilares de la entrada principal y de la reja perimetral (Fig. 10D). Mientras se respetó el diseño de los pilares, las rejas proyectadas fueron sustituidas por marcos de caño de ángulos redondeados y malla de alambre tejido cuadrangular.

De acuerdo con el artículo publicado en el diario La Nación el 26 de abril de 1934 (Fig. 6D), el edificio estaba “ya virtualmente terminado” para esa fecha: “...faltanle algunos detalles de pintura y jardinería y los artefactos eléctricos…”

La orientación del edificio

El plano original de la planta del edificio presentado en el expediente municipal de San Isidro indica que el eje estructural del Darwinion está orientado en la dirección noreste-sudoeste (Fig. 8A), con la puerta de acceso principal orientada hacia el sudoeste, y la puerta de acceso desde el jardín interno orientada hacia el noreste. Tomando en cuenta la declinación magnética de 1932 (específicamente en la fecha del plano y en la fecha de inicio del expediente municipal) el azimut de la puerta principal sería de 227º y el de la puerta de acceso desde el jardín 47º (Tabla 1). Las mediciones del azimut que realizamos in situ (Tabla 1) confirman que el eje estructural del edificio está orientado de modo que la puerta principal tiene un azimut de 225º a 226º y la puerta de acceso desde el jardín interno tiene un azimut de 43º a 45º. De esta manera, podríamos aceptar que el eje estructural del Darwinion está orientado en las dirección noreste-sudoeste. En consecuencia, el eje mayor del salón de la biblioteca está orientado en dirección Norte-Sur, y el eje mayor del salón del herbario en la dirección Este-Oeste.

Tabla 1 Datos sobre la orientación del edificio histórico del Instituto de Botánica Darwinion. Las fechas tomadas para el cálculo del azimut, según el rumbo planeado y establecido durante la construcción del instituto, son la fecha que figura en los planos del expediente municipal (19/05/1932) y la fecha de inicio del expediente municipal (05/09/1932). El primer valor del rumbo medido in situ (2023) se tomó con una brújula lensática, el segundo valor con una brújula electrónica. Las coordenadas geodésicas se tomaron con un GPS Garmin Colorado 300 en dos puntos sobre el eje estructural separados unos 60 m. 

Sobre la base de un posible simbolismo solsticial, comparamos el azimut del sol en el amanecer y el ocaso del solsticio de verano y el de invierno (Tabla 2). Los valores más aproximados a la orientación del eje estructural del edificio lo presentan el azimut del sol en el amanecer del solsticio de invierno (61°, altura 0°) y en el ocaso del solsticio de verano (240°, altura 0°) con una diferencia de 15° a 18°. A pesar de esta diferencia, un observador parado en el centro del vestíbulo del portal tiene una visión a través de la puerta principal entre los azimuts de 205° a 245° y puede ver el ocaso del sol aproximadamente entre el 21 de noviembre y el 21 de enero a través de la puerta principal. A través de la puerta de acceso desde el jardín interior central, un observador parado en el centro del vestíbulo tiene una visión entre los azimuts de 30° a 60° y, si bien no podría ver el alba del solsticio de invierno porque la altura del área de la vivienda alrededor del patio elevaba el horizonte a unos 15° (valor calculado para un observador de 1,70 m de altura sobre la base de la altura de la vivienda declarada en los planos originales), vería asomar el sol cuando éste alcanzara un azimut de 45° (altura 16° 31’).

Tabla 2 Valores de azimut del sol para el amanecer y el ocaso (crepúsculo civil) en los solsticios de invierno y verano de 1932 y 2022. Datos tomados de https://gml.noaa.gov/grad/solcalc/ 

En cuanto a la orientación respecto de las constelaciones y estrellas, la Tabla 3 muestra que, en el crepúsculo náutico vespertino de los solsticios de 1932, las estrellas Canopus (constelación de la Carina), Arcturus (constelación del Boyero), y Aldebarán (constelación de Tauro) son las primeras estrellas visibles en las direcciones del eje estructural del Darwinion. Durante el crepúsculo náutico matutino del solsticio de invierno, las Pléyades cruzan los 45° de azimut con 15° 10’ de altura sobre el horizonte.

Tabla 3 Primeras estrellas visibles en el crepúsculo vespertino de los solsticios en las orientaciones del eje estructural del Darwinion de San Isidro. Los valores de azimut y altura corresponden a los solsticios de 1932. 

Modificaciones realizadas para su inauguración

Las funciones y algunos detalles de este diseño original fueron modificados para la inauguración del Darwinion en 1936 (Fig. 9A-B), posiblemente por dos razones: (1) habiendo fallecido Cristóbal M. Hicken en 1933 y transferido el instituto al Estado Nacional, el área de vivienda no necesitaba mantener esa función; (2) incluso antes de su inauguración, el edificio resultó chico para albergar las colecciones del Darwinion de Villa Progreso (nota del Ing. Eduardo Latzina a la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 15 de octubre de 1936). El traslado de estas colecciones, su ordenamiento y organización en el nuevo edificio de San Isidro fueron encomendadas al Ing. Eduardo Latzina, miembro de la Academia y amigo personal de Cristóbal M. Hicken. El Ing. Eduardo Latzina tuvo primero que resolver varios problemas de filtraciones de humedad en el edificio, y modificar el destino de algunas salas para realizar la mudanza. Ello quedó asentado en la nota remitida por el Ing. Eduardo Latzina al presidente de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales el 24 de octubre de 1936, acompañada por un plano en el que se señalan los problemas de filtraciones (Latzina, 1936a). Fue así como el jardín de invierno externo se transformó en sala de la Academia, y el jardín de invierno interno, en sala de archivos. Las dos ventanas que flanqueaban la puerta de la biblioteca al jardín de invierno externo fueron cubiertas con estantes y libros (Fig. 9C). La puerta de conexión entre el dormitorio y el estudio se eliminó (o nunca se instaló). La implantación del edificio en el terreno, con un gran retiro de la línea municipal, dejó un jardín perimetral, totalmente despojado para el momento de la inauguración. El Ing. Eduardo Latzina sugirió a la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales un diseño de jardín (nota del Ing. Eduardo Latzina a la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 15 de octubre de 1936) con dos palmeras y dos bancos de piedra en la entrada y arbustos bajos hacia los lados sobre las calles Manuel de Lavardén y Estanislao del Campo. Existe un segundo diseño de jardín para el Instituto de Botánica Darwinion, anterior a 1949 (se deduce por el plano de la planta del edificio) firmado por el Ingeniero Paisajista Guillermo Schiersmann (cuya firma se confirmó a través de un aviso publicado en la revista Nuestra Arquitectura, diciembre de 1938: 351) y depositado en el Archivo del Instituto de Botánica Darwinion. Pero esos proyectos nunca se realizaron.

Las siguientes modificaciones del edificio

El Darwinion de San Isidro sufrió cinco modificaciones a lo largo de su historia, a saber:

La primera en 1949, realizada durante la dirección del Ing. Agr. Arturo Burkart, amplió el instituto construyendo dos pisos sobre el área destinada a vivienda (Fig. 11), por lo cual fue necesario reforzar la estructura de vigas y columnas de la planta baja con el fin de soportar el peso de la nueva construcción. Para construir la escalera de acceso a los pisos superiores, los baños en los rellanos, y el tanque de agua general, se extendió el área de la galería del comedor, anulando la ventana del baño principal. Con esta ampliación se agregaron cuatro grandes salones para herbario y biblioteca, cuatro oficinas para investigadores, un laboratorio fotográfico, dos baños, un gran tanque de agua (en reemplazo del molino) para la provisión de todo el edificio, y se realizó una reestructuración de las instalaciones de agua, gas, cloacas y desagües pluviales. Al mismo tiempo, se elevaron el techo y las paredes del depósito sobre el vestíbulo de la entrada principal, generando dos oficinas para investigadores conocidas como “el Altillo” (Fig. 11). Como detalle cuya importancia se verá más adelante, la puerta de herrajes que separaba el salón de la biblioteca del jardín de invierno exterior (transformado en sala de la Academia para la inauguración) fue reubicada entre la nueva escalera y la puerta de la cocina, como salida al jardín hacia el lado norte.

En una segunda ampliación, realizada en 1976 durante la dirección del Dr. Ángel Lulio Cabrera, se construyó un garaje sobre el límite Este del terreno, frente a la entrada de servicio del edificio original, con salida a la calle Estanislao del Campo (E. del Campo 330). Esa construcción poseía en su planta alta un departamento para la familia del casero: el Sr. Timoteo Gallegos. Si bien estaba separada del edificio del instituto, un patio balcón se apoyaba sobre la pared Este del salón del herbario.

En 1993, durante la dirección del Dr. Juan Héctor Hunziker, se construyeron seis oficinas para investigadores, tres sobre la azotea del salón de la biblioteca y tres sobre la azotea del salón del herbario.

En 2002, durante la dirección del Dr. Fernando Omar Zuloaga, se transformó la casa del casero en laboratorios, y el garaje en depósito de la biblioteca. Ambos se conectaron a la pared Este del salón del herbario (al mezzanino y a la planta baja respectivamente).

Finalmente, en 2008, se realizó una gran obra de ampliación, con la construcción de tres salones especialmente diseñados para alojar la colección del herbario, más tres oficinas asociadas a cada salón. Esta construcción se realizó sobre el jardín del instituto (lado norte del terreno) y se conectó al edificio en cada piso.

Podríamos extendernos con gran detalle en la descripción de las modificaciones realizadas durante cada ampliación. Pero este apartado tiene por propósito señalar especialmente cuatro cambios realizados durante la primera ampliación (1949), cuya importancia discutiremos más abajo: (1) desde un punto de vista conceptual, se transformó e incorporó el área de vivienda a las funciones académicas; (2) se alteró la vista de las fachadas del instituto pues, para el transeúnte, solo la porción con función académica era visible desde las veredas en el edificio original (el área destinada a la vivienda era más baja y quedaba oculta, Fig. 11); (3) se cubrió una parte de la ornamentación posterior de los salones del herbario y la biblioteca; (4) se quitó la puerta original de herrería artesanal que separaba el salón de la biblioteca de la Sala de la Academia (ex jardín de invierno, Fig. 9C), dejando solo la abertura (recién después de 1972 se colocaría una puerta de vidrio templado en reemplazo). La puerta de herrería artesanal de la biblioteca se colocó entre la cocina y la escalera de acceso a los pisos superiores, en la pared noreste como salida al jardín desde el antiguo comedor del área de vivienda (convertido en vestíbulo de acceso del personal y recepción a partir de la ampliación de 2008).

La ornamentación del edificio

El edificio del Darwinion posee una ornamentación notoria (Figs. 12, 13 y 14), con tres características generales:

(1) Es ecléctica pues, aunque parece incaica a primera vista (cfr. Ducros Lenatz, 1936), reúne en realidad elementos de diferentes culturas prehispánicas y del Viejo Mundo. La mayoría de los personajes que aparecen en los frisos son figuras míticas dotadas de poderes sobrenaturales y, como tales, están relacionados a cuentos folclóricos que fueron recopilados primeramente por Max Uhle en Bolivia y Perú y luego también en el noroeste argentino por Adán Quiroga (2017/1929), por Lafone Quevedo, quien prologó la obra de Quiroga, y por Ambrosetti (1976), entre otros. Observamos que no son representaciones fieles de las diferentes imágenes originales de culturas prehispánicas sino reinterpretaciones. Las figuras que aparecen en la ornamentación del Darwinion (zorros, cóndores, suris, etc.) pertenecen a diferentes culturas arqueológicas del noroeste argentino, aunque muchas de ellas tienen una raíz andina más amplia. Estas culturas se ubican en la denominada Etapa Sedentaria (Raffino, 1990), dentro del Período Formativo Superior (entre el 400 y el 900 d.C.) y el Período de Desarrollos Regionales (entre el 900 y el 1471 d.C.), y se encuentran entre ellas las culturas Sunchituyoc o Sunchituyoj o Llajta Mauca, La Aguada, Santa María, Hualfin, San José, Famabalasto y Sanagasta. En las imágenes, podemos ver a Viracocha, deidad solar representada en la Puerta del Sol de Tiahuanaco (Bolivia). Otros símbolos como la margarita y el cardo no pertenecen a la cultura andina sino al Viejo Mundo.

(2) Tiene una distribución particular: solo algunos salones están ornamentados, la ornamentación es diferente en cada salón y puede variar según la orientación de cada pared.

(3) Se desconoce el autor. Las figuras del friso no están firmadas, y no hemos encontrado registro alguno del autor de esos diseños. Cabe la posibilidad de que el mismo Cristóbal M. Hicken las hubiera diseñado. Él poseía dotes y conocimientos de artes plásticas, y su habilidad para realizar bocetos a pluma o a lápiz durante los viajes está documentada, en particular durante su viaje por el Cuzco, las ruinas incaicas y otros sitios de Perú (Hicken, 1909; Ducros Hicken, 1961). Asimismo, el análisis que realizamos de su biblioteca personal reveló un marcado interés por las culturas precolombinas de Sudamérica en general, la incaica y Calchaquí en particular. Su amistad con Eduardo Holmberg seguramente le permitió conocer e intercambiar información con su yerno, el naturalista Juan B. Ambrosetti, con quien también compartía actividades de índole científica (por ejemplo, ambos formaron parte del comité de Dirección y Redacción de los Apuntes de Historia Natural (1910), de los órganos directivos de los Anales de la Sociedad Científica Argentina en diversos períodos, de la delegación oficial argentina en el Segundo Congreso Científico Panamericano).

A continuación, presentamos una enumeración, descripción y significado de cada uno de los elementos ornamentales:

ANIMALES

El Búho (Fig. 12A). El búho del friso del Darwinion corresponde a la cultura de Sunchituyoc o Sunchituyoj o Llajta Mauca, de la región central de la provincia argentina de Santiago del Estero, ubicada temporalmente entre el 700 y el 900 d.C., dentro del Formativo superior de la Subárea Chaco-Santiagueña.

“Este animal mítico fue muy representado en las culturas Sunchituyoc y Averías. Ambas ocupaban casi las mismas zonas, con excepción de que Averías se ubicó en la parte de la serranía, es posible que uno de los elementos recibidos de Sunchituyoc fue la concepción mítico-religiosa y su representación en el arte. De este búho sería entonces el ave intermediaria del cielo y la tierra, cumpliendo una función chamánica de protección y de sapiencia de los fenómenos meteorológicos, en algunos diseños las alas son alargadas y parecen representar a la deidad del rayo, en otras el rayo es representado aparte y la deidad búho antropomorfizada que recuerda este concepto chamánico de la metamorfosis con animales mítico-sagrados (...). Esta ave mítica tenía el poder de la atmósfera ligada al rayo como deidad propiciatoria de las lluvias y de buscar un equilibrio entre cielo y tierra” (Ortiz Luna, 2017: 13).

En la tradición greco-romana, el búho es el atributo de Atenea, diosa de la sabiduría. El búho es nocturno, lunar; rechaza la luz del sol, evita el día. Guenón (1976) señala que es el símbolo del conocimiento racional ya que percibe la luz a través de su reflejo: la luna. En este sentido, se opone al simbolismo del águila que se dice puede mirar directo al sol. Este significado es retomado por la masonería y el búho es así emblema de la prudencia (Frau Abrines, 1883).

Fig. 12 El Darwinion de San Isidro. Ornamentación. A, búho con manos sobre la boca. B, sapo con manos sobre la boca. C, renacuajo. D, serpiente. E, suri con renacuajo y cuerpo con recuadros. F, suri con serpiente y cuerpo con espirales; obsérvese los triángulos y las espirales cuadrangulares, y el escalonado construido (en volumen) con esos elementos, y el rayado vertical del fondo; nótese además el triángulo donde está incluido el suri y el rayado horizontal del fondo. G, machi rodeado por plantas cactiformes. H-I, manos. J, Viracocha rodeado por margaritas y cardos. K-L, jambas a la izquierda de la puerta principal. M, detalle de algunas figuras de las jambas, obsérvese el zorro, la serpiente y el pajarito con un espiral sobre el ala. N-O, jambas a la derecha de la puerta principal. 

Fig. 13 El Darwinion de San Isidro. Ornamentación. A, cóndor. B, sapo. C, serpientes. D, zorro. E, cardo. F, margaritas. G-H, triángulos, escalonado, y círculos concéntricos (ojos de Imaymana). I, secuencia de figuras en el friso de los salones frontales. Nótese el rayado vertical del fondo en todas las figuras. 

El Cóndor (Fig. 13A). La figura de este animal se encuentra en el friso que se extiende sobre los salones frontales y su geometrización guarda equilibrio formal con las otras imágenes de la serie, en particular con el sapo de la Fig. 13B. Encontramos al cóndor representado en la cultura Santa María y en la de Famabalasto ubicadas principalmente en Catamarca durante el Período de Desarrollos Regionales (900 - 1471 d.C.). Los cóndores también aparecen representados en la Puerta del Sol de Tiahuanaco, siendo éstos quienes le alcanzan los bastones al señor de los báculos, quien representaría a Viracocha, el dios solar.

En el altiplano el cóndor está relacionado con la fructificación de los campos, es un Mallku, un señor principal, el espíritu y la fuerza de las montañas, que gobierna los cielos y que representa la temporada del frío y del vacío de actividades agrícolas. En uno de los cuentos se lleva al zorro al cielo y le hace alas, pero como el zorro es pesado se cae y revienta contra el suelo y desparrama así todas las semillas de la fructificación de los campos (com. pers. Carlota Sempé; cfr. Vienrich, 2006).

El Sapo (Figs. 12B y 13B). Este animal se encuentra representado en las culturas Santa María, Hualfin y San José, ubicadas principalmente en Catamarca durante el Período de Desarrollos Regionales (900 - 1471 d.C.), pero podemos rastrear su origen en la cultura de La Aguada, perteneciente al Período Formativo Superior (400 - 900 d.C.), donde “saurios y batracios se representan de manera sencilla y convencional o como figuras más complejas” (González, 1977: 183). Este personaje aparece en dos versiones: solo el rostro con manos sobre la boca (Fig. 12B) más semejante a las figuras de la cultura de Santa María, y otra de cuerpo entero (Fig. 13B) más semejante a los de la cultura de la Aguada, por su marcado geometrismo. Además, es posible que el animal representado en el pico del suri con cuerpo reticulado (Fig. 12C, E) sea un renacuajo.

“Quiroga atribuyó un significado acuático, no solo al suri sino también á la cruz, al sapo, etc., y en el caso ocurrente hemos supuesto que el triángulo con greca ó sin ella pueda tener igual valor meteorológico” (Lafone Quevedo, 1908: 325),

símbolos que hallamos habitualmente en estas figuras. Según Quiroga,

“cuando en Calchaquí la seca se prolonga y la naturaleza comienza a languidecer bajo la acción enervante del calor, remuévense las piedras contiguas a las vertientes y manantiales y no bien se da con un sapo debajo de ellas, tómase al animal (…) y se le estaquea en el suelo, con el vientre abultado para arriba, a fin de que le abrase el sol canicular, castigándosele con un gajo de ortiga o rupachico a fin de que precipite el cambio meteorológico. Entonces es cuando se dice que el fetiche crucificado y castigado implora el auxilio de las nubes, produciéndose la lluvia, con la que ya obtiene su liberación” (Quiroga, 1901: 222-223).

En resumen, el sapo es no solo un símbolo de agua en sí mismo (cfr. Sondereguer, 2003) sino también un interlocutor con los dioses del cielo para reclamar la lluvia. Tanto el sapo de la Fig. 12A como el búho de la Fig. 12B refieren a los cacllas calchaquíes,

“...pequeños rostros o caras de barro, de distintas formas, cuadrados o redondos, que se usan como preservativos contra cualquier daño o maleficio a las personas… (...). Los cacllas, como otros amuletos, son solo preventivos del mal, sin curarlo o repararlo una vez producido para lo cual se recurre a otro género de amuletos o se propicia a las divinidades mayores” (Quiroga, 2017/1929: 131).

La Serpiente (Figs. 12D y 13C). Este personaje tiene dos representaciones diferentes en el friso del Darwinion: una realista (en el pico del suri, Fig. 12D) y otra figurativa (en el friso geométrico de las oficinas frontales -Fig. 13C, I- y en las jambas -Fig. 12M-). La representación figurativa consiste en un triángulo (cabeza), un círculo inscrito (ojo) y cuatro o cinco líneas verticales paralelas (cuerpo). Este animal se encuentra representado durante el Período de Desarrollos Regionales (900 y 1471 d.C.), preponderando en las culturas Santa María, Hualfin y San José, aunque también está presente en las vasijas y urnas de la cultura de Belén, ubicadas principalmente en la provincia de Catamarca.

La serpiente está vinculada con las lluvias, en palabras de Lafone Quevedo:

“En el folklore de la región Diaguito - Calchaquí la serpiente se considera tan llamativa del rayo que por nada quieren tenerla en sus casas ni viva ni muerta cuando amenaza tormenta. Es decir que la serpiente puede considerarse como un símbolo acuático, y que como tal está representado en la ornamentación de las urnas ceremoniales, vinculado a esta súplica de lluvias” (Lafone Quevedo, 1908: 323).

Como representación zoomorfa del rayo, la serpiente es también un símbolo del fuego divino. Las serpientes aparecen representadas en la cerámica de la cultura de Sunchituyoj o Llajta Mauca (González, 1977).

Desde otro punto de vista,

“la Francmasonería Escocesa hace referencia al relato bíblico según el cual el Legislador y Libertador del Pueblo, Moisés, viendo que el pueblo estaba muriendo por la picadura de las serpientes, subió a la cima del Monte Sinaí a implorar ayuda al Santísimo Gran Arquitecto del Universo para que aquella plaga desapareciera. Dios ordenó que fabricara una extraña serpiente de bronce y la colocara en lo alto de un palo en forma de T ó Tau, a manera de bandera, y todo aquel que fuera mordido por algún reptil sanaría en el acto. La masonería nos hace ver de alguna manera que aquel que mira la Verdad o conoce la Verdad (simbolizada en una Serpiente), sanará del mal de la Ignorancia” (Rolleri, 2012: 1).

El Suri (Fig. 12E-F). El suri (Rhea tarapacensis Chubb) es también conocido como el ñandú de Darwin. Este animal se encuentra representado en las culturas Santa María y San José, ubicadas principalmente en Catamarca durante el Período de Desarrollos Regionales (900 - 1471 d.C.). Si bien Quiroga no puede asegurar que “...haya sido un dios o semidiós de Calchaquí, tampoco puede, por fundados motivos, ponerse en duda que el suri es actor en la mitología de la montaña, figurando en el culto sagrado a los muertos” (Quiroga 2017/1929: 223), siendo un animal venerado por las naciones andinas. El suri aparece ampliamente en las vasijas Santa María y en menor medida en las San José. A Quiroga le llama particularmente la atención la representación del suri en las urnas funerarias, y comenta que este personaje sería un “maestro de ceremonias de los sacrificios humanos para aplacar a los dioses de la montaña” (Quiroga 2017/1929: 227), apareciendo asociados a este personaje el rayo y la serpiente, vinculando este sacrificio a una demanda de lluvia. Según este autor, se encuentra al suri en estas urnas

“...casi siempre en actitud de correr, con las alas desplegadas, la pierna doblada en la rótula y el pico abierto. Es como si nos indicara que está lloviendo o está por llover, lo que para mí es indiscutible. El avestruz suele generalmente llevar pintada en la caja del cuerpo una cruz, maltesa, símbolo que no sabemos aún lo que significa, pero que yo sospecho que es de agua” (Quiroga 2017/1929: 227).

La figura del suri en el friso del Darwinion aparece en dos versiones: con dos espirales en el cuerpo y una serpiente cerca del pico (Fig. 12F), y con el cuerpo reticulado y un pequeño animal (probablemente un renacuajo) cerca del pico (Fig. 12E). En el primer caso, según Quiroga

“posiblemente el “avestruz” devore a la serpiente para formar con ésta un dios doble, demostrándose así que la súplica por agua ha sido dos veces atendida, debiendo observar que esto de los dobles espíritus es cosa corriente en el folclore” (Quiroga 2017/1929: 228).

Otra interpretación del autor sería que

“la serpiente en el pico del avestruz signifique que ya la súplica de la tribu sedienta fue escuchada, que la divinidad aplacada enviará la ansiada lluvia. El avestruz, en tal caso, no es que devora la serpiente, sino que la lanza como anuncio de agua, toda vez que la serpiente y el rayo puede decirse que son una misma cosa. La serpiente del avestruz, sería entonces la serpiente-rayo” (Quiroga 2017/1929: 228).

Las dos espirales en el cuerpo son “... símbolos del trueno que ruge” (Quiroga, 1901: 205).

“En la mayor parte de las representaciones de esta ave de la tormenta, el Suri aparece en las actitudes de que dá cuenta el Folk-lore, es decir: con las canillas dobladas, como lanzado á la carrera, suelto el plumaje de sus alas, con su cuello erguido y con su pico abierto” (Quiroga 1901: 151). “Pero la más evidente indicación de que el Suri es la Nube, está en el hecho gráfico de que el ave aparece lanzando al rayo serpiente por su pico, de la propia manera que las nublados cargados de agua en el espacio producen las descargas eléctricas. El Suri, lanzando por su pico á la víbora, es la Nube de la tormenta despidiendo de su seno el rayo. Ninguna otra interpretación cabría al respecto” (Quiroga 1901: 153).

El pequeño animal en el pico del suri con el cuerpo reticulado puede identificarse como un renacuajo, continuando con el significado acuático y anunciador de lluvia, o con una garrapata, en asociación con la fábula de la carrera del suri y la garrapata (Vidal de Battini, 2013) donde se resalta la astucia y picardía de la garrapata.

Siguiendo con la interpretación del suri, podemos observar diferencias o complementos entre Quiroga y Lafone Quevedo, quien en relación al suri, nos dice

“aquellos indios creían que había hombres o hechiceros que tenían la facultad de tomar la forma de animales; sería por eso que respetaban al avestruz, suri o xuri, recelosos de que alguno de su gente pudiese hallarse a la sazón revestido del ave aquélla” (Lafone Quevedo, 1888: 255-256).

Según Gentile (2001) cuando Lafone Quevedo describió la fiesta o juego del Chiqui, trató de definir las divinidades andinas relacionadas con la meteorología, especialmente el papel del suri en las creencias indígenas.

“El tema de la ausencia de esta cabeza [del suri] entre las que se llevaban al dar vueltas alrededor del árbol, como parte del ritual para conjurar al Chiqui, era su principal argumento para afirmar que se trataba de un animal sagrado relacionado con la lluvia” (Gentile, 2001: 6).

El zorro (Fig. 13D). “Los nativos americanos le confieren una gran sabiduría intuitiva” (Cadena Obando, 2021). Se dice que el Llastay, dios tutelar de las aves y protector de los animales del cerro (Quiroga, 2017/1929) suele adoptar la forma de zorro. Quiroga (2017/1929) hace referencia a figurillas de barro que representan zorros, como uno de los fetiches animales que suelen encontrarse en los valles, y que es objeto de veneración dada su relación con el Llastay. El zorro aparece en la leyenda popular como el más astuto de los animales, refiriendo que antes sabía hablar, logrando vencer al más fuerte con su ingenio y capacidad de persuasión. El zorro, como el Hércules Gálico, vence por la disuasión y la inteligencia y no por la fuerza3.

Fig. 14 El Darwinion de San Isidro. Ornamentación. Puertas de herrería artesanal. A, puerta principal, vista exterior con jambas. B, puerta principal, vista interior, nótese las hornacinas a cada lado y el paño fijo. C, puerta hacia el jardín central interno, nótese el paño fijo. D, mazorca de maíz sobre pedestal escalonado del paño fijo de la puerta principal. E, puerta sin paño fijo que en el proyecto original separaba el salón de la biblioteca del jardín de invierno externo o salón de la Academia (hoy reubicada como puerta entre la modificación de 1949 y el nuevo edificio del herbario de 2008). F, detalle de mazorca de maíz de la puerta principal. G, detalle de la manilla de bronce y de la caja de la cerradura. Figura en color en la versión en línea http://www.ojs.darwin.edu.ar/index.php/darwiniana/article/view/1116/1298 

FIGURAS O PARTES HUMANAS

El Machi (Fig. 12G). La cabeza de hombre que vemos en el friso exhibe un chullo, un gorro tradicional de las culturas andinas. Tiene forma cónica, orejeras y está decorado con una guarda. En el rostro, tiene tres rayas horizontales sobre cada mejilla y otras tres señalando el entrecejo, a la manera de marcas o pintura ceremonial. La cabeza está flanqueada por cactus, flora típica del noroeste. Estos atributos permitirían interpretar que se trata de la cabeza de un machi, un iniciado. Dice al respecto Quiroga:

“Estas personas ejercían su dignidad sagrada aconsejando y advirtiendo a las gentes en cuanto debían hacer y obrar. A ellos, seguramente, consultaríase todo lo relativo a las creencias del pueblo, como que eran los depositarios de la fe, a quien instruirían en los misterios de la religión, acción y atributos de las divinidades, modo de propiciarlas y de conjurarlas, manera de representarlas, sea figurándolas en imágenes o por medio de símbolos sagrados convencionales” (Quiroga, 2017/1929: 141).

El machi oficiaba de intermediario entre la divinidad, las fuerzas de la naturaleza y la comunidad, y conocía las propiedades curativas y mágicas de las plantas. El machi podría definirse también como un guerrero espiritual.

Las manos que cubren la boca (Fig. 12H-I). La representación del búho y de uno de los modelos de sapo del Darwinion tienen una singularidad: poseen manos que tapan su boca (Fig. 12A-B), un gesto que no se encuentra tradicionalmente en las imágenes de estos animales dentro de la cultura arqueológica Sunchituyoc.

“[...] los sapos, renacuajos, lagartos en las urnas, así como estos animales al borde de las pequeñas tinajas o huillquis, metiendo la cabeza dentro para beber, son signos indiscutibles del agua” (Quiroga, 2017/1929: 19).

“El hecho de llevarse las manos a la boca significa que sufre de sed la familia que ha trabajado este vaso, y que lo que se demanda del fetiche es agua, ya que nos damos con una vasija para contenerla” (Quiroga, 2017/1929: 148).

El gesto de las manos presentes tanto en el búho como en el sapo del Darwinion se asemeja al representado por la cultura Hualfin (Período de Desarrollos Regionales 900 - 1471 d.C.) ubicada geográficamente en la provincia de Catamarca y, en el mismo período, también se encuentra en la cultura de Sanagasta, perteneciente a las provincias de San Juan y La Rioja. González destaca que en la cerámica Hualfin

“los ojos oblicuos salientes, están hechos con una simple hendidura transversal con la técnica de pastillaje. Las manos modeladas en relieve están colocadas sobre la boca, actitud que se repite en otras urnas como las santamarianas” (González 1977: 309).

De acuerdo con Quiroga (2017/1929), las manos sobre la boca indican sed y reclamo de agua a los dioses (véase más arriba El Sapo). En resumen, las manos sobre la boca pueden tener un significado de sed y reclamo de agua.

Desde otro punto de vista pueden representar también un llamado al silencio y a la discreción. Encontramos en este gesto una relación formal con el signo que, en la tradición clásica, caracteriza a Harpócrates, el dios del silencio. Su simbolismo podría echar una luz sobre las figuras del Darwinion. El gesto del silencio, Signum Harpocraticum, fue adquiriendo distintos matices desde su origen en el Antiguo Egipto hasta el siglo XX sin variar su sentido esencial. El dios egipcio Harpócrates, más tarde helenizado, advierte con su gesto a los hombres sobre los actos de los dioses. Los romanos erigieron a Angerona como diosa del silencio que advierte no revelar el nombre del Dios Tutelar de Roma para su protección. Por su parte, el cristianismo concibe el silencio interior como condición que permite escuchar la voz de Dios. Para la masonería, hace referencia al secreto masónico, concepto que remite a la perfección que puede alcanzar cada ser humano y que es propio, individual e intransferible. En una entrevista a Cristóbal M. Hicken publicada en el diario La Razón (Anónimo, 1930), se explica que el Dr. Hicken le solicitó al Sr. Manuel Villa, personal de servicio del Darwinion de Villa Progreso “... que fuese silencioso, pues debía tener en cuenta que esa era una casa para estudio y no para charla”.

DEIDADES

Viracocha (Fig. 12J). La figura de Viracocha presente en la ornamentación del Darwinion posee un báculo con dos cabezas de cóndor en su mano izquierda y una lanzadera (un báculo de cuadros) en su mano derecha, con cabezas felinas en su cabellera y flanqueado por margaritas y cardos. Cuando este personaje aparece en la pared oriental de la biblioteca y norte del herbario, se han recortado los cardos y las margaritas. Tiahuanaco es el lugar de la emblemática Puerta del Sol que tiene como personaje central a Viracocha. Este personaje que, como Señor de las Varas o Báculos, se expande por toda la zona andina, es representado en nuestro noroeste argentino por la cultura de la Aguada. Este dios guerrero y arquetípico, cuyos atributos principales son los cetros (armas como por ejemplo dardos, estólicas o hachas) o sus grandes tocados, se encuentra en todo el mundo andino como eje de la religión solar. Toda la religión solar andina está ligada íntimamente con el ciclo agrario: siembra y cosecha. Normalmente el culto solar estaba relacionado al maíz (González, 1992), representación vegetal que aparece en las puertas de herrería artesanal del Darwinion. La luz en general, y la luz solar en particular, es el símbolo más habitual del conocimiento, siendo “natural representar por medio de la luz solar el conocimiento directo, es decir, intuitivo, que es el del intelecto puro, y por la luz lunar el conocimiento reflejo, es decir, discursivo, que es el de la razón” (Guenón, 1976: 393). Para la masonería, la luz representa la ciencia (Frau Abrines, 1883).

PLANTAS

El Cardo (Fig. 13E). El nombre “cardo” se aplica a especies de diferentes géneros de la familia Asteraceae (por ej. Carduus L., Cynara L., Centaurea L., Carlina L., Onopordum L.). Es un símbolo solar (Chevalier & Gheerbrant, 1990) y de protección para diferentes etnias del Viejo Mundo. La Eguzkilore (Carlina acaulis L.) es el cardo que en las provincias vascas se coloca en la puerta de los hogares como símbolo de protección y luz. El “cardo guardián” (Onopordum acanthium L.) es el emblema nacional de Escocia (González Andújar & Fernández Quintanilla, 2017), adoptado como tal hace más de 700 años. Asimismo, el cardo es el emblema de la ciudad de Nancy (Francia). Según la leyenda, en el siglo X los Normandos pretendieron invadir Escocia, y en un desembarco durante la noche, uno de los invasores pisó un cardo descalzo y su grito de dolor alertó a los guerreros escoceses (González Andújar & Fernández Quintanilla, 2017). El cardo también forma parte del emblema de la Orden de San Andrés del Cardo,

“orden de caballería de Escocia, con la que la leyenda masónica templaria supone que se alzaron o se fusionaron los tres templarios que se refugiaron en Escocia escapándose de la matanza general que acabó con tan poderosa institución” (Frau Abrines, 1883: 1312).

“Nemo me impune lacessit” (“nadie me ofende impunemente”) es el lema de esta orden, también presente en escudo de la ciudad de Nancy, y en el escudo real del Reino Unido utilizado en Escocia, alude al simbolismo defensivo de esta planta. El cardo es también un símbolo de la masonería operativa (conexión que se estableció a través de la Orden de San Andrés del Cardo, cfr. Frau Abrines, 1883), y refiere a la austeridad que debe seguir la conducta del masón (Carlota Sempé, com. pers.).

Sin embargo, aún queda otro posible significado del cardo entre las figuras que ornamentan las fachadas del Instituto: y este sería una referencia a Darwin. Hemos hallado esta vinculación entre el cardo y el científico inglés, en la conferencia dictada por Eduardo L. Holmberg, con motivo del fallecimiento de Charles Darwin acaecido en 1882. En esa conferencia, Holmberg desarrolla las ideas evolucionistas y de lucha por la vida fijando su atención en una clase de cardo presente en el campo argentino (Carduus acanthoides L.) pero de origen británico, introducido al país por los ovinos de raza Lincoln. Sostiene Holmberg:

“Dadas las condiciones ó caracteres de este Cardo, su multiplicación asombrosa, los medios de propagación que hay para él en nuestro suelo, el hecho de excluir de su pie toda otra vegetación, la lucha establecida entre él y los otros Cardos, que constituyen durante una parte del año el alimento único de nuestros ganados, me creo autorizado para llamar seriamente la atención de los Gobiernos sobre esta planta, ligada con la prosperidad de la Nación. He aquí un brillante estudio para un Darwinista” (Holmberg, 1882: 60).

La Margarita. La ornamentación del Darwinion tiene cinco representaciones de margaritas: las dos margaritas al lado de la mano derecha de Viracocha (Fig. 12J), las tres margaritas del friso geométrico de los salones frontales (Fig. 13F, I), las tres margaritas de las jambas (Fig. 12O), la margarita (solo una) de las jambas (Fig. 12M), y la gran margarita del emblema del instituto (Fig. 15). De todas estas representaciones, solo hay certeza de que la margarita del emblema es Leucanthemum vulgare Lam. (conocida como Chrysanthemum leucanthemum L. en los años de vida de Cristóbal M. Hicken; Burkart, 1975) una especie originaria de Europa, ampliamente cultivada.

Fig. 15 El Darwinion de San Isidro. Ornamentación. Detalle del emblema grabado en la laja central de la terraza en la entrada principal del instituto. 

Las otras pueden ser plantas de la misma familia, quizás propias de la nuestra flora nativa, o simplemente representaciones genéricas de margaritas. La margarita del emblema es conocida como la “flor de oro” (= Chrysanthemum) o “flor solar”. En la simbología masónica “La margarita, el girasol y el trigo son referencias simbólicas a la luz solar y al crecimiento interior” (Blanco Blanco, 2016: 110).

El Emblema del Instituto (Figs. 15 y 16). El emblema del Darwinion está formado por una margarita con su tallo o pedúnculo, con una hoja sobre el lado derecho; la margarita está orientada hacia la izquierda, y todo el conjunto está rodeado por la frase “In aggregatis evolutio maxima” que delimita un contorno oval. De acuerdo con Burkart (1975) este emblema fue diseñado por el mismo Cristóbal M. Hicken, y la margarita en cuestión, como se ha dicho anteriormente, es Leucanthemum vulgare. La prueba de imprenta del primer número de la revista Darwiniana (diciembre de 1922), corregida de puño y letra por Cristóbal M. Hicken (Archivo del Instituto de Botánica Darwinion), tiene el boceto del emblema en la prueba de la tapa dibujado a mano por Cristóbal M. Hicken. Sabemos por una carta remitida por Cristóbal M. Hicken a Ángel Gallardo en marzo de 1917 (Fig. 16A-B), que el Darwinion contaba ya con su emblema de la margarita. El lema se traduce literalmente como “en el agregado está la máxima evolución”, y tiene una primera interpretación directa y biológica, basada sobre el conocimiento disponible a fines del siglo XIX y comienzos del XX, por el cual la familia botánica de la margarita (Compositae o Asteraceae) era consideraba el máximo exponente de la evolución vegetal (Bessey, 1897, 1915). Ese concepto ya estaba incorporado a la enseñanza universitaria argentina hacia 1910 (Hauman, 1910: 329). Desde un punto de vista simbólico, la margarita es conocida como la “flor solar”, pudiendo representar la luz y la iluminación en el sentido de conocimiento. Asimismo, por tratarse de un grupo especializado de flores con diferentes funciones hacia un mismo fin, se la puede considerar una versión vegetal de la alegoría masónica de la colmena, que representa el trabajo y la solidaridad (Frau Abrines, 1883). Por estas razones, el lema puede entenderse también “en el trabajo en equipo se consiguen los máximos resultados”. En el discurso del Dr. Herrero Ducloux (1948) se menciona que la flor del emblema es un cardo (otra planta de la misma familia), pero no encontramos pruebas de que alguna vez el emblema haya incluido un cardo.

A lo largo de la historia del Instituto de Botánica Darwinion, la margarita del emblema ha sufrido algunas modificaciones y tenido diferentes usos: el diseño original lo encontramos en el papel y los sobres membretados del Instituto de Botánica Darwinion de Villa Progreso (Fig. 16A-B), y en el sello del ex-libris de la biblioteca del Instituto de Botánica Darwinion (Fig. 16C). Luego aparece en la laja central del atrio-terraza en la entrada principal del Darwinion de San Isidro (ca. 1933-1936) (Fig. 15) con leves cambios en la margarita probablemente debidos a las limitaciones que impone la talla de la roca. Entre 1976 y 1984 se lo utilizó como parte de la portada de la revista Hickenia (Fig. 16D). Finalmente, tenemos una nueva versión a partir de 1983 (Fig. 16E) cuando el emblema formó parte de la tapa de la revista Darwiniana entre 1983 y 2005, y de la portada de Hickenia entre 1984 y 2006. El diseño de 1983 ha permanecido sin cambios hasta el presente.

Fig. 16 El emblema del Instituto de Botánica Darwinion. A, registro más antiguo del uso del emblema del instituto (carta al Dr. Ángel Gallardo, del 4 de marzo de 1917). B, detalle del emblema de la carta ilustrada en “A”. C, ex libris de la biblioteca del Instituto de Botánica Darwinion creado por el Dr. Cristóbal M. Hicken. D, emblema utilizado entre 1976 y 1984 para la portada de la revista Hickenia. E, emblema utilizado a partir de 1984 y hasta el presente, para todos los documentos y publicaciones oficiales del Instituto de Botánica Darwinion. Figura en color en la versión en línea http://www.ojs.darwin.edu.ar/index.php/darwiniana/article/view/1116/1298 

Aunque llama la atención, no se ha podido encontrar una mención escrita por Cristóbal M. Hicken sobre el origen y significado del emblema del instituto.

El maíz (Fig. 14). La ornamentación del Darwinion contiene tres representaciones geométricas de una mazorca de maíz, concentradas en las tres puertas de herrería artesanal. La puerta principal de acceso desde la calle (Fig. 14A-B) está decorada con mazorcas de maíz (maduras) geometrizadas, en estilo Art Decó (Fig. 14F). El paño fijo superior de dicha puerta posee mazorcas con un diseño más simple: cada mazorca está rodeada por dos hojas o “chalas” abiertas, y está apoyada sobre una base escalonada (Fig. 14D) a modo de pedestal, lo que pondría en relieve su dignidad como planta sagrada, principal sustento de las civilizaciones agrarias andinas. El símbolo escalonado aparece también en las mazorcas geometrizadas de la puerta, pero no queda claro si representa la base (pedestal) sobre el que se apoya la mazorca, o si es una abstracción de los granos de maíz. Otras dos puertas de herrería artesanal poseen un diseño de mazorca de maíz geométrico, un poco más simple (mazorcas jóvenes, Fig. 14 C, E). Una de ellas (Fig. 14C), con un paño fijo superior de barras verticales, conduce desde el portal hacia el jardín interior central, y una tercera puerta, sin paño fijo, separaba el salón de la biblioteca del jardín de invierno exterior (transformado en sala de la Academia para la inauguración, y más tarde en la oficina del personal de la biblioteca).

El maíz, alimento milenario, fue sustento desde las primeras culturas agrícolas del Neolítico en los Andes. No solo es expresión del alimento fundamental sino también de riqueza. La planta sagrada del maíz es referencia del sol, el mundo y el hombre, símbolo de prosperidad, fertilidad y regeneración. Juan Bautista Ambrosetti (1899: 64) cita a Garcilaso en su relato sobre las mazorcas de maíz cosechadas en la isla del lago Titicaca que se ofrendaban anualmente al Inca y eran consideradas como traídas del cielo. Unos granos de este maíz, echados en los graneros públicos o en las cestas del indio agricultor, aseguraban la cosecha, la aumentaban y preservaban de todo mal. Eran investidas de un carácter mágico como amuletos o illas que aseguraban la abundancia y la buena fortuna.

La Naturaleza en las jambas (Fig. 12K-O). La ornamentación de las jambas del Darwinion reúne en su mayoría plantas suculentas o cactiformes, propias de la flora nativa (Burkart, 1939b), aunque su identificación no es inmediata. Están incluidas además algunas totoras (Typha sp., Fig. 12O) y margaritas en sentido amplio (especies de la familia Asteraceae, Fig. 12M). Como dato curioso solo aparecen tres animales (Fig. 12M): un pajarito con el símbolo del “viento” (véase más abajo) en el lugar del ala, un zorro escurriéndose entre las plantas, y una serpiente en su versión figurativa (triángulo, círculo y líneas paralelas). Salvo la serpiente, el resto de las representaciones no pueden asociarse a una cultura nativa en particular.

SÍMBOLOS

Triángulos. En la cultura Santa María, como en otras varias, encontramos el triángulo (González 1977) que según Lafone Quevedo (1908) simboliza el agua. En las figuras de los frisos se observan diferentes representaciones de triángulos, por ejemplo: los que flanquean al búho (Fig. 12A), los triángulos dentro de los cuales se encuentran los suris (Fig.12 E-F), el cóndor, el sapo antropomorfo, las tres serpientes, el cardo, las tres margaritas y los ojos de Imaymana (Fig. 13I), y los triángulos que decoran a modo de dientes la guarda de las figuras recién mencionadas.

El escalonado. Respecto a las guardas escalonadas (Fig. 13G, I) nos remitimos a la obra de Posnansky (1913) donde refiere el significado y la omnipresencia del “signo escalonado” en el arte tihuanacota:

“Especialmente los ornamentos y esculturas de portales y nichos tienen este estilo como motivo de composición. Es tan típico y genuino en la formación de la base artística de las construcciones de Tihuanacu donde parece haber generado desde los más primitivos principios, que no hemos vacilado en denominarlo “Estilo de Tihuanacu” (…) arte de un estilo puramente americano (…) arte sui generis del Continente en una época remota, cuando Europa y Asia quizás desconocían aún las más rudimentarias nociones del arte.” (Posnansky, 1913: 11).

Posnansky sostiene que las líneas zigzagueantes son los ideogramas del cielo y la tierra, surgidos en las oscuras noches de tiempos remotísimos en las que los rayos atravesaban el cielo tormentoso del altiplano. Cabe señalar que el volumen de las figuras de los frisos del Darwinion ha permitido generar escalonados no solo en el plano frontal (ejes x e y) sino también en profundidad (eje z), como se observa, por ejemplo, en las figuras de los suris donde se ha construido un escalonado en profundidad con los triángulos y otro con las espirales (Fig. 12E-F). Este mismo diseño aparece en el balcón y en los dinteles de una triple portada del Palacio Posnanski en La Paz, de estilo Neotihuanacota (Castillo, 1918).

Espirales. Se observan dos tipos de espirales: (1) triangulares, en las esquinas de la guarda que rodea al sapo y al búho con manos (Fig. 12A-B) y dentro del cuerpo del sapo antropomorfo (Fig. 13B); (2) cuadrangulares, en el rostro del sapo con manos (Fig. 12B), flanqueando los suris (Fig. 12E-F), dentro del cuerpo del suri con serpiente (Fig. 12F), y en el pajarito de las jambas (Fig. 12M). Las espirales representan el trueno que ruge, anticipando las lluvias (Quiroga, 1901). Años más tarde Quiroga definió este símbolo como “meandro” y lo vinculó a la representación del viento; y establece la siguiente interesante relación:

“El Meandro = Madre del Viento, o sea = Huayrapuca = Fecundación” (Quiroga, 2017/1929: 84).

Las espirales pueden entenderse como una fusión de significados relacionados: agua, trueno y viento.

Círculos concéntricos. Los círculos concéntricos, los ojos de Imaymana, son atributo del dios Viracocha (Lafone Quevedo, 1899) que como yemas aluden a la vida en potencia, “gérmenes protoplasmáticos” que representan el poder reproductor de la semilla. Los ojos de Imaymana del friso varían desde circulares (Fig. 13 G) a ovalados y deprimidos (Fig. 13H).

Rayas. Las rayas aparecen como fondo en varias figuras de los frisos del Darwinion. Las hay verticales (Fig. 12E-F y Fig. 13A-C, E-I) y horizontales (Fig. 12E-F) alrededor del cuerpo del suri. No hemos encontrado un significado para esta ornamentación.

La cartela. El edificio posee dos cartelas con su nombre, una sobre cada una de las entradas del portal. Su única inscripción “DARWINION” está hecha con tipografía de palo seco y con letras mayúsculas (Fig. 11A). Originalmente, tenía una pestaña superior que le confería más importancia (Fig. 11A-B), y que fue reducida durante la reforma de 1949 para elevar el techo del altillo (Fig. 11C-E).

Las cerraduras. Las tres puertas de herrería artesanal con las figuras de mazorcas tienen la peculiaridad de que sus cerraduras están invertidas (Fig. 14G). La caja donde está instalada la cerradura está diseñada como una parte constitutiva del diseño de estas puertas, y las manillas de bronce tienen también un diseño especial (Fig. 14G). De modo que las manillas y la posición invertida de las cerraduras forma parte del diseño de estas puertas. Este detalle genera bastante confusión al abrir y cerrar las puertas con llave, porque el gesto automático de cerrar, las abre y el gesto de abrir, las cierra.

LA ORGANIZACIÓN DE LA ORNAMENTACIÓN

Para describir la distribución de la ornamentación, seguiremos un orden basado en los salones, a saber: el vestíbulo de entrada al edificio, las oficinas frontales, y el salón de la Biblioteca y el salón del Herbario.

El vestíbulo de entrada del edificio (Figs. 17 y 18) es la parte más elaborada y compleja de toda la construcción. Posee dos puertas de herrería artesanal con mazorcas: la puerta principal por donde se ingresa desde la esquina de la calle Manuel de Lavardén y Estanislao del Campo, y la puerta de ingreso desde el jardín central interior.Ambas puertas están enfrentadas sobre el eje estructural del edificio (Figs. 8B, 9C y 19C). La entrada principal está conformada por los siguientes elementos (Fig. 17): una terraza o crepidoma, dos pilastras, dos hornacinas, seis jambas, cuatro figuras, una puerta de herrería artesanal de dos hojas con un paño fijo en la parte superior, un letrero grabado o cartela y el emblema del instituto.

La terraza tiene un contorno similar a la planta del edificio, y posee dos escalones de acceso a lo largo de su frente. Está construida con bloques de rocas provenientes de la estancia La Copelina, donados por sus dueños, la familia Ginocchio. La Copelina fue un establecimiento embotellador de agua mineral durante la primera mitad del siglo XX, ubicado en Sierra de los Padres (Di Genova, 2021). Cristóbal M. Hicken realizó varias excursiones botánicas a la Sierra Brava durante las cuales entabló amistad con la familia Ginocchio, habiendo realizado un perfil del camino de Mar del Plata (Plaza Luro) a Copelina (conservado en la biblioteca del Instituto de Botánica Darwinion) y un artículo en el diario sobre el origen de dicha agua mineral (Hicken, 1933). De acuerdo con Cingolani (2008) las rocas de La Copelina pertenecen a la Formación Balcarce. Son ortocuarcitas muy ricas en cuarzo (90% o más), muy resistentes a la meteorización, de antigüedad Ordovícica o Silúrica (Cingolani et al., 2002; Dalla Salda et al., 2006; Cingolani, 2008, 2011; Soldati, 2019).

Fig. 17 El Darwinion de San Isidro. Organización de la ornamentación. Puerta principal de entrada. Representación esquemática de los elementos principales de la ornamentación. Figura en color en la versión en línea http://www.ojs.darwin.edu.ar/index.php/darwiniana/article/view/1116/1298 

Fig. 18 El Darwinion de San Isidro. Organización de la ornamentación. Puerta de acceso desde el jardín central interno. Representación esquemática de los elementos principales de la ornamentación. El fragmento del plano original reproduce el jardín central del edificio donde se ha resaltado el sendero, el estanque y acceso a través de un vado estrecho. 

Fig. 19 El Darwinion de San Isidro. Simbolismo sutil. A, plano original de la planta del instituto donde se ha superpuesto la imagen de la escuadra masónica sobre las paredes frontales de los salones de la biblioteca y el herbario; la escala del plano permite establecer una longitud de 24 m para cada brazo de la escuadra. B, esquema general de la planta del instituto donde se ha superpuesto la imagen del nivel masónico sobre la línea media de los salones frontales, con su vértice alineado al eje estructural del edificio (línea azul interrumpida). C, detalle del plano original de la planta del instituto donde se muestra la indicación original de la línea media de los salones de Herbario y Biblioteca, y su intersección (con ángulos anotados) con el eje estructural en el centro de la terraza de acceso a la puerta principal, pasando por el vértice de las jambas centrales. La imagen del nivel masónico se ha superpuesto sobre la línea media de los salones frontales: nótese como el vértice del nivel coincide con el eje estructural del edificio en el centro de la puerta que da al jardín interior central, y cómo la plomada coincide con la posición de la laja de la terraza de acceso con el emblema del instituto. Figura en color en la versión en línea http://www.ojs.darwin.edu.ar/index.php/darwiniana/article/view/1116/1298 

Se trata de rocas metamórficas con trazas fósiles (estructuras o marcas de organismos dejadas durante su desplazamiento; Dalla Salda et al., 2006; Cingolani, 2008). Si bien no son las más antiguas de nuestro país, están dentro de las rocas fundacionales del territorio argentino junto con los afloramientos de basamento continental que se observan en el complejo de Tandilia (Complejo Buenos Aires, Precámbrico medio, Cingolani, 2008). Los bloques de ortocuarcita de la terraza están cortados y dispuestos de manera tal que el bloque de mayor tamaño se ubica en el centro, frente a la puerta, justo en la intersección de los ejes medios de los salones del Herbario y la Biblioteca con el eje estructural del edificio. Ese bloque tiene grabado el emblema del instituto: “In aggregatis evolutio maxima” alrededor del Leucanthemum vulgare. En torno a ese bloque, el resto de las piezas de roca se disponen con perfecta simetría especular respecto de una junta media que coincide con el eje estructural del edificio (Fig. 17).

En los extremos de la terraza se encuentran dos pilastras, cada una de las cuales posee una hornacina con terminación trapezoidal (Fig. 17). Las pilastras parecen decorativas desde el nivel del suelo. Sin embargo, una vista desde la azotea revela que poseen un volumen importante y tienen una función estructural.

Seis jambas rodean la puerta, tres a cada lado (Fig. 14A), con figuras estilizadas de plantas autóctonas (Burkart, 1939a), aunque también puede verse un zorro, una serpiente y un pajarito abajo a la izquierda (Fig. 12K-O). El vértice de la segunda jamba a cada lado está alineado con el eje medio de los salones del Herbario y de la Biblioteca.

La puerta de herrería artesanal tiene dos hojas batientes sobre bisagras, y posee un diseño estilizado de mazorcas de maíz; en el paño fijo superior está decorado también con mazorcas, aunque con otro diseño (Fig. 14B, D). Sobre la puerta y a modo de frontispicio está el letrero de “Darwinion” con grandes letras de tipografía de palo seco. Dos cabezas de zorro parecen sostener el letrero, flanqueado por una figura de lechuza a su izquierda, y una de sapo a la derecha (Fig. 17). Desde el interior del vestíbulo, la puerta principal está flanqueada por sendas hornacinas (Fig. 14B).

Fig. 20 El Darwinion de San Isidro. Organización de la ornamentación. Representación semi-esquemática de la secuencia de figuras en el friso de los salones frontales. El detalle de las figuras se muestra en la Fig. 13. Figura en color en la versión en línea http://www.ojs.darwin.edu.ar/index.php/darwiniana/article/view/1116/1298 

La puerta hacia el jardín interior central es menos importante que la puerta principal de entrada. También es de herrería artesanal con figuras de mazorcas un poco más simples (Fig. 14C), y está acompañada por una ventana a cada lado, en espejo con la disposición de la puerta principal y sus hornacinas. Desde el jardín interior central, se observa sobre la puerta del vestíbulo el mismo letrero con el nombre Darwinion sostenido por dos cabezas de zorro, pero en este caso flanqueado por dos figuras de “El Machi” (Fig. 18).

Las oficinas frontales se conectan al vestíbulo de ingreso a través de sendos pequeños vestíbulos (Fig. 8B). Estas oficinas se proyectan hacia el frente y a los lados de la entrada principal (Fig. 11A), y son del mismo tamaño y forma. La oficina orientada hacia el oeste estaba destinada a escritorio y cuenta con un toilette, mientras que la oficina orientada hacia el sur estaba destinada a sala de microscopios y cuenta con un pequeño cuarto con mesada y bacha o fregadero con agua (Fig. 8B y 9A). En el exterior y cerca del borde de la azotea, estas salas están decoradas con un friso de figuras que siguen el siguiente orden: cóndor, rana, margaritas, serpientes, cardo (Fig. 13I y Fig. 20). Esta secuencia se repite en el perímetro de ambas oficinas sin guardar una simetría entre las salas. Las figuras de este friso están desarrolladas con una tendencia a la geometrización, y guardan un equilibrio visual entre sí, pues cada una de ellas posee tres elementos más conspicuos: tres margaritas, tres serpientes, dos alas y cabeza (cóndor), dos manos y cabeza (sapo), dos hojas e inflorescencia (cardo).

El Herbario y la Biblioteca ocupaban sendos salones de 12 x 6 m: el de la biblioteca a lo largo de la calle Manuel de Lavardén y el del herbario a lo largo de la calle Estanislao del Campo (Fig. 9A-B). Cerca del borde de la azotea poseen un friso perimetral (Fig. 21): una buena parte del friso sobre la pared oriental de la Biblioteca y sobre la pared norte del Herbario fue cubierta con la ampliación de 1949. El estudio de las fotografías de aquella obra depositadas en el CEDIAP y en el Archivo del Instituto de Botánica Darwinion nos ha permitido confirmar la continuidad del friso en esos salones y reconstruir casi por completo la secuencia de sus figuras (Fig. 22). Una pequeña porción de estos frisos es aún visible desde el jardín central interior (Fig. 21). Cada pared de estos salones tiene una secuencia de figuras particular (enumeradas de izquierda a derecha), a saber:

Las paredes “exteriores”, visibles desde las veredas de ambos salones (pared occidental de la Biblioteca y Sur del Herbario) tienen una secuencia basada en: “Suri con renacuajo - Suri con serpiente - Sapo - Suri con renacuajo - Suri con serpiente - Búho” (Fig. 21).

Las paredes “interiores”, parcialmente cubiertas por la ampliación y originalmente visibles desde el jardín central interior tienen una secuencia basada en: “Suri con renacuajo - Suri con serpiente - Viracocha - Suri con renacuajo - Suri con serpiente - Machi” (Fig. 21).

La pared sur de la Biblioteca tiene la siguiente secuencia: “Suri con renacuajo - Suri con serpiente - Viracocha - Suri con renacuajo - Sapo” (Fig. 21). La pared occidental del Herbario tiene la siguiente secuencia: “Búho - Suri con serpiente - Machi - Suri con renacuajo - Suri con serpiente” (Fig. 21). Los frisos de estas dos paredes son claramente visibles desde la entrada principal y forman un conjunto visual con la entrada y las oficinas frontales (Figs. 11 y 17).

La pared norte de la biblioteca tiene la secuencia “Suri con renacuajo - Suri con serpiente - Machi - Suri con renacuajo - Sapo - Suri con renacuajo - Suri con serpiente” (reconstruida con fotografías del CEDIAP, Figs. 21 y 22). Y la pared este del Herbario tiene la secuencia “Suri con renacuajo - Suri con serpiente - Búho - Suri con renacuajo - Viracocha - Suri con renacuajo - Suri con serpiente” (Fig. 21).

DISCUSIÓN

El contexto histórico

En la búsqueda de una identidad nacional y americana, el noroeste argentino, las culturas prehispánicas y el mestizaje indo-hispánico son legitimados como la verdadera cuna de la nación argentina, en oposición a una Buenos Aires europeizada. Ricardo Rojas es quien inicia el diálogo imprescindible entre lo europeo y lo americano, en particular con lo americano prehispánico. En su obra emblemática en busca de la identidad argentina, “Eurindia”, propugna situar el ser nacional en la integración del pasado, de las culturas originarias del Noroeste, de lo criollo e hispánico, en un presente de masiva afluencia inmigratoria que arribaba al país desde Europa. Su Silabario (Rojas, 1930) es la sintaxis de ese nuevo lenguaje.

Fig. 21 El Darwinion de San Isidro. Organización de la ornamentación. Representación semi-esquemática de la secuencia de figuras en el friso de los salones de la biblioteca y el herbario. Con la máscara roja se indica la secuencia de figuras reconstruida sobre la base de fotografías del edificio; con la máscara amarilla se indica la secuencia de figuras recreadas según criterios de simetría y secuencia observados en otras partes del edificio. En mayor tamaño se destacan los pares de figuras características de cada pared. A, salón de la biblioteca: machi-sapo (pared norte), Viracocha-sapo (pared sur), sapo-búho (pared oeste), Viracocha-machi (pared este). B, salón del herbario: Viracocha-machi (pared norte), sapo-búho (pared sur), Viracocha-búho (pared este), machi-búho (pared oeste). Figura en color en la versión en línea http://www.ojs.darwin.edu.ar/index.php/darwiniana/article/view/1116/1298 

Fig. 22 El Darwinion de San Isidro. Organización de la ornamentación. Partes destruidas de los frisos. A-B, pared norte del salón de la biblioteca, los dos suris y el machi del extremo izquierdo faltan en la actualidad. C-D, vértice noreste del salón de la biblioteca, nótese cómo el friso continuaba sobre la cara este de ese salón, en buena medida cubierta por la reforma de 1949. Fuentes: A-B, documento perteneciente al CeDIAP - Centro de Documentación e Investigación de la Arquitectura Pública, AABE - Agencia de Administración de Bienes del Estado; C-D, Archivo del Instituto de Botánica Darwinion. 

“Yo mismo he visto pulular los sapos en la humedad de los rústicos bajíos, cruzar el avestruz errátil entre los salvajes pajonales; desfilar por el cerro las llamas cargueras, seguidas por el indio silencioso; ondular entre las rocas áridas del monte la víbora multicolor; volar sobre la cumbre el cóndor caudal en la serenidad de la tarde andina. Aquellos son precisamente los animales que estilizaba el indio en sus vasos y telas, ya los considerase como simples signos de belleza o ya viese en ellos las apariencias del misterio cósmico, que todo es lo mismo. Y así como los seres más típicos de la fauna, persisten las hierbas y los hombres, la coca y el maíz, el peón y el curaca, (…) también viven los mitos, Pachamama que es la madre tierra, Inti que es el sol bienhechor; Pillan, que es el trazo zigzagueante mortífero, todo eso confundido con los seres reales que los simbolizaban” (Rojas, 1930: 30-31). “¿Qué es, por fin, lo que esta iconografía de los indios nos enseña en sus pintorescos ideogramas, que este silabario pretende descifrar? Pues nos enseña el culto de la naturaleza y su misterio vital, bajo el encanto del arte. Ella nos hace adorar al sol y a los astros, a los elementos concretados en la forma doliente y bella de los seres vivos, y nos da conciencia de la unidad que liga al hombre con su medio en la tierra, al alma con el cielo en la muerte. Eso es lo que el verdadero artista puede hoy leer en la iconografía de los indios. Lección admirable: la patria y el mundo en uno, con la belleza por lenguaje de todos” (Rojas, 1930: 157-158).

En el contexto de la reflexión acerca de un arte y una arquitectura nacional bajo el signo americanista, se indagó en el estilo neoprehispánico, que tuvo su paradigma en Tiahuanaco y en la cultura incaica. El arquitecto Ángel Guido, elegido por Rojas para que proyectase su casa, fue quien ofició de intérprete en clave arquitectónica de los postulados euríndicos. En esa búsqueda de una expresión prehispánica, en 1920 los arquitectos Héctor Greslebin y Ángel Pascual habían presentado el proyecto de “Mausoleo Americano” que combinaba elementos provenientes de México, Yucatán y Tiahuanaco. En 1923, Eric Boman y Greslebin editaron la obra “Alfarería de estilo draconiano en la región diaguita” en la que a la par de rescatar motivos ornamentales brindaban pautas para su aplicación moderna (Gutiérrez Viñuales, 2002). Greslebin había visitado y fotografiado la casa de Posnansky en Bolivia, hoy sede del Museo Nacional de Arqueología (Schávelzon, 2013).

Intelectuales, arquitectos, historiadores, artistas y científicos confluyeron en esa mística integradora de un nuevo mito fundacional desde el cual construir la nación, una élite de la que Cristóbal M. Hicken formó parte y que aún hoy está presente en su biblioteca a través de títulos y autores que mencionamos a lo largo de este trabajo. Las ideas evolucionistas tuvieron un papel relevante en este universo de debates sobre la identidad y la política social de la nación a través de las ideas del darwinismo social y el positivismo. La influencia de estas ideas en la opinión pública educada y política se sintió especialmente entre 1880 y 1930, mientras Argentina buscaba formar una nación que reuniera a criollos, pueblos originarios, inmigrantes y el sector más educado y próspero de la sociedad bajo una identidad en común. Así como las ideas evolucionistas pasaron del ámbito académico al social y político, también se dio el fenómeno inverso. Puede reconstruirse parcialmente este escenario a través de la lectura de una nutrida cantidad de artículos publicados en los Anales de la Sociedad Científica Argentina y en la Revista del Museo de La Plata a lo largo de ese período. No es de extrañar que un edificio construido en aquel tiempo para ser donado al Estado Argentino como parte del patrimonio cultural y científico de la nación haya estado, en mayor o menor medida, relacionado con la concepción americanista como signo de identidad y con Charles Darwin como ícono o paradigma de la búsqueda del conocimiento científico.

La autoría del diseño del edificio: ¿Arturo Prins, Fernando de Estrada, Cristóbal M. Hicken?

Esta investigación reveló nuevos datos que aportan evidencias para inclinar la balanza, aunque sin completa certeza, hacia Arturo Prins y Fernando de Estrada como autores, o al menos partícipes, del diseño del Darwinion de San Isidro: la conexión entre A. J. Baldassare, la empresa constructora F. H. Schmidt y Arturo Prins, la visita de Arturo Prins y Fernando de Estrada al Darwinion de Villa Progreso poco antes de la presentación de los planos en la municipalidad, el trato previo entre Cristóbal M. Hicken y Arturo Prins, la ficha de antecedentes de Arturo Prins firmada por él en carácter de declaración jurada y depositada en la Academia de Bellas Artes, la nota de Cristóbal M. Hicken enviada a Carlos Porter en enero de 1933, y la falta de cuatro planos y una foja en el expediente municipal del Darwinion. Asimismo, aportamos datos que apoyan la participación de Cristóbal M. Hicken durante el diseño y la construcción de la obra, participación mencionada en varios artículos de la época. Sin dudas, Cristóbal M. Hicken fue una persona con un conocimiento general superlativo, que abarcaba las artes y las ciencias por igual. Biología, química, física, y geología fueron sus áreas del conocimiento más difundidas por su labor docente, como también su profesión inicial de Agrimensor. Pero además dominaba otras áreas de la cultura que no trascendieron en sus notas biográficas, como la mitología greco-romana y germánica, las artes plásticas, la cosmología, la etnografía argentina, la literatura, y el lenguaje simbólico. Seguramente este saber no lo habilitaba formalmente para la elaboración de los detalles técnicos y formales de un proyecto arquitectónico, pero sin duda habría tenido el conocimiento y la habilidad necesarios para elegir cuidadosamente los lotes, proponer un diseño, una orientación e implantación en el terreno, un plan general de la obra, con sus formas, medidas y aspectos estéticos dibujados hasta el más mínimo detalle.

La combinación de su gran interés por las culturas prehispánicas, en especial la de Tiahuanaco y las del noroeste de Argentina, junto con la cercanía a Ambrosetti y a las ideas de Posnansky, su habilidad para las artes plásticas, su formación en principios de la construcción, y su profundo conocimiento del lenguaje simbólico asociado a su pertenencia a la masonería argentina con el más alto grado (Lappas, 1958), lo hacían capaz no solo de diseñar una ornamentación ecléctica con imágenes vernáculas, europeas y masónicas, sino también de construir con ellas un mensaje articulado, congruente y expresivo. Cristóbal M. Hicken consideraba la Botánica como la integración de ciencia, arte y filosofía, y como una actividad que él desarrollaba con devoción, cuyo lugar de trabajo consideraba un templo. Por esas razones su instituto se llama Darwinion. Su sentido patriótico también está relacionado al edificio, pues éste fue construido no solo para funcionar como instituto de investigación, sino también para ser donado al Estado Nacional. Y ese propósito debió haber influido de alguna manera en su diseño, solo basta comparar las diferencias del edificio de Villa de Progreso con el de San Isidro (véase más abajo). Hicken (1923: 8) escribió “...en la arquitectura se revela al alma y la tendencia del artista y la escuela que lo inspiró…”. Nos preguntamos hoy si este pensamiento se aplica a Arturo Prins y Fernando de Estrada, o al mismo Cristóbal M. Hicken.

Tabla 4 Principales diferencias y similitudes entre el edificio del Darwinion de Villa Progreso y el de San Isidro. 

Antecedentes del Darwinion de San Isidro en el edificio de Villa Progreso

No hay a primera vista un parecido entre el Darwinion de Villa Progreso y el de San Isidro (Tabla 4). A pesar de las diferencias entre ambos edificios, es posible proponer que el de San Isidro es una versión mejorada del primer Darwinion de Villa Progreso. De hecho, la existencia de una maqueta del edificio de San Isidro (cfr. Porter, 1933) sugiere que el proyecto tuvo un considerable grado de elaboración.

El mensaje de la ornamentación y el diseño: de lo evidente a lo sutil. Los límites del “templo”

Un punto de partida para discutir los posibles significados simbólicos del edificio del Instituto de Botánica Darwinion es la delimitación precisa del “templo de Darwin”. De la descripción detallada que brindamos más arriba queda claro que no todo el edificio fue diseñado para la investigación. De acuerdo con las expresiones de Cristóbal M. Hicken su templo para el culto de la botánica debía estar ornamentado:

“Así se explicará también que, de preferencia, haya buscado figuras argentinas para adornar el templo de la botánica” (Hicken, 1923).

Según esta declaración, el Darwinion en sentido estricto como templo en honor a Darwin dedicado a la Botánica, está circunscrito al salón de la biblioteca, el salón del herbario, las dos salas frontales, y el vestíbulo de entrada. Esta delimitación más rigurosa del Darwinion nos deja una construcción perfectamente simétrica y equilibrada, ornamentada en todo su perímetro, y a la que se ingresa a través de un portal que replica sus fachadas: la que permite el ingreso desde el exterior y la interior, a la que se accede desde el jardín central del edificio. La ubicación de las tres puertas ornamentadas de herrería artesanal concuerda con esta delimitación. Para poder presentar ordenadamente nuestra hipótesis sobre el significado de la ornamentación y el diseño del edificio, la dividiremos entre lo que es más evidente, más claro, y lo que es más sutil, más velado y polémico.

Lo evidente

En la ornamentación del Darwinion se pueden identificar figuras inspiradas en las culturas más antiguas del territorio, que representan animales, vegetales, al ser humano y a un ser supremo. Estas figuras no son reproducciones exactas de modelos reales, sino creadas ex profeso para su decoración. Cada una de ellas combina elementos inspirados en diferentes culturas originarias del norte argentino (Sunchituyoc, La Aguada, Hualfin, Santa María), y de Bolivia (Tiahuanaco), con elementos ajenos al folclore local, provenientes del Viejo Mundo, de modo que no son representaciones fieles de cada cultura o universo simbólico, sino composiciones eclécticas. Por ejemplo: la rana y el búho (Sunchitujoc) tienen manos sobre la boca con cinco dedos en un gesto harpocrático (Viejo Mundo, las manos de las figuras de la cultura Santa María tienen cuatro dedos). El suri corresponde a la cultura de Santa María, el supuesto renacuajo cerca del pico no corresponde a la etnografía de ninguna de las culturas locales mencionadas. Viracocha (Tiahuanaco) está flanqueado por cardos y margaritas (Viejo Mundo). De los tres diseños estilizados de las mazorcas de maíz de las puertas de herraje, solo uno (el presente en el panel fijo de la puerta principal) corresponde a la etnografía de Tiahuanaco. El sapo, las serpientes y el cóndor del friso de los salones frontales son similares a las figuras de la cerámica de Santa María, pero la tríade de serpientes es una composición ajena a nuestro folclore, como también el cardo y la tríade de margaritas de ese friso. Todos estos símbolos, autóctonos o foráneos, están bordeados por guardas con símbolos vernáculos del trueno, la tierra, y la fertilidad, en una gran composición multicultural e integradora.

Otro rasgo distintivo de las figuras de la ornamentación es su carácter polisémico. Solo para recordar algunos ejemplos desarrollados en los resultados: maíz (abundancia, prosperidad, buena fortuna); manos en la boca (sed, reclamo de agua, silencio y discreción); Viracocha (sol, luz, conocimiento, guerrero, ciclo agrario, maíz). Así también diferentes símbolos aluden a un mismo significado, por ejemplo: sol y luz (Viracocha, cardo, margarita); tormenta y lluvia (suri como nube de tormenta, serpiente como rayo, sapo como agua de lluvia, espirales como trueno).

Además, estos símbolos inspirados en las culturas prehispánicas que habitaron el territorio andino forman parte de un mito más amplio, unificador, cosmogónico, calchaquí, del que habla Quiroga (1901): dioses atmosféricos encarnados en animales, convocados y propiciados por el hombre-machi, para la fructificación de la madre tierra, todo obra del gran hacedor, el sol-Viracocha. Algunas de estas figuras tienen también un sentido protector, apotropaico. La cosmogonía del mundo andino, poblada de símbolos meteorológicos, se presenta en los muros y el portal del Darwinion para dar paso al reino de la botánica. La lluvia, el viento, la tormenta y el rayo se transforman en personajes míticos vivientes; suris, cóndores, sapos, búhos y serpientes en su acción conjunta, in aggregatis, producen un efecto germinativo.

Esta ornamentación desarrolla un discurso que da cuenta del sentido del edificio, a modo de epigrama iconográfico, y está claramente estructurada de acuerdo con las salas y sus funciones: el portal tiene una ornamentación única y la más compleja. Los salones frontales comparten entre sí la misma ornamentación, tanto en figuras como su secuencia. Los salones laterales, mayores, poseen figuras y secuencias similares, una hacia la calle y otra hacia el interior del jardín, pero sus paredes más cortas poseen secuencias exclusivas.

El Portal

El portal tiene la estructura y la simbología más complejas. En su fachada externa, una plataforma de piedra, a la manera del crepidoma que antecedía los templos clásicos, está elevada por dos escalones del nivel del suelo. Su función simbólica es levantar la construcción desde el plano terrenal y vulgar hacia un espacio superior. El atrio frente al ingreso, que recuerda a la Puerta del Sol del templo de Kalasasaya, está limitado por las pilastras, en concordancia con las jambas y la gran puerta de herrería artesanal. El visitante situado en el centro del atrio es advertido de dónde está a punto de ingresar, con la información necesaria en clave simbólica: el lema del Instituto de Botánica Darwinion grabado en la piedra central de la plataforma informa sobre la conducta de trabajo mancomunado, la colaboración, la suma de diferentes habilidades para arribar al óptimo resultado. Sobre la puerta se encuentra la cartela sostenida en sus extremos inferiores por dos cabezas de zorro y flanqueada por el búho y el sapo que se cubren la boca con ambas manos. Este letrero nos indica que es un templo y a quién está dedicado; las mazorcas de la puerta de herrería artesanal, los zorros, la lechuza y el sapo con las manos sobre la boca, en conjunto protegen la entrada del ingreso y ofician de guardianes del umbral. Cumplen la función de figuras apotropaicas propias de los pórticos y portales. Individualmente, las mazorcas propician una producción fecunda (de conocimiento). Las manos sobre la boca del sapo y la lechuza nos avisan que es un lugar de silencioso estudio y no para la charla. El rostro del búho alude al conocimiento racional, a la sapiencia y la prudencia, el del sapo al agua necesaria para la vida. El zorro nos recuerda el valor de la astucia, la persuasión y la perspicacia a través de la palabra por sobre la fuerza. Tanto el búho como el sapo son interlocutores entre el Cielo (donde residen los dioses que guardan los secretos de la Creación) y la Tierra (donde se desenvuelve el hombre en busca de conocimiento) y, junto con el zorro, son considerados los animales más inteligentes (Hartmann, 1987). En las jambas que bordean la puerta, la naturaleza nos recibe en su diversidad. Los tres pequeños animales que asoman desde las plantas de las jambas de la izquierda del ingreso (zorro, serpiente y pájaro) aluden a los mamíferos, reptiles y aves, al tiempo que ofician en concordancia con sus atributos simbólicos.

En su fachada interna, el ingreso desde el jardín interior se hace a través de una puerta de herrería artesanal que repite el diseño de la principal, pero más simple, a la que se accede por dos escalones de mármol blanco. Nos recibe una cartela idéntica a la de la fachada externa con sus dos cabezas de zorro, pero flanqueada por dos rostros de machis. El mensaje de la cartela, las mazorcas de maíz y de los zorros es el mismo que en la fachada externa, pero aquí el machi representa al iniciado, al mediador entre la ignorancia y los secretos de la naturaleza. Quien accede desde la fachada interna, proviene de “otro exterior”, un exterior protegido, custodiado por las figuras del friso posterior de los salones del herbario y la biblioteca: los suris, el machi y Viracocha.

En síntesis, el portal informa al visitante prevenido, lo predispone para el ingreso a un templo, a otro mundo, a otro estado, a otra situación, diferente al mundo exterior. La fachada externa recibe al profano, la interna al iniciado.

Los salones u oficinas frontales

Estos salones representan el nivel más bajo de los tres niveles externos del Darwinion. En sus frisos, expuestos en las fachadas externas y a simple vista del transeúnte, se observan cinco figuras ordenadas en una serie que se reitera en todo el perímetro de estos salones. Las margaritas expresan, como en el emblema, el trabajo mancomunado. El cardo simboliza la masonería: es símbolo de austeridad, lealtad y fidelidad de la conducta del masón respecto al mundo profano. Las flores representan principios y virtudes:

“La botánica es un arte, en cuanto habla de un lenguaje sublime, elevado, delicado y fino, obligando a recurrir a las plantas para expresar simbólicamente los sentimientos, pasiones, ideas, y palabras que no pueden hallarse en ningún diccionario…” (Hicken, 1917).

Los tres animales aluden al rayo de la tormenta (serpiente), a las nubes (cóndor) y la lluvia (sapo), a los fenómenos meteorológicos conjurados por el agricultor para la fructificación de los campos, una metáfora de las condiciones necesarias para el logro de los frutos intelectuales y espirituales que proporcionan la ciencia y el arte. La agrupación de a tres en las margaritas y las serpientes puede hacer referencia a los grados masónicos de aprendiz, compañero y maestro.

Respecto a las grecas escalonadas que separan las figuras de este friso nos remitimos a la obra de Posnansky (1913) donde refiere el significado y la omnipresencia del “signo escalonado” en el arte tihuanacota. Posnansky sostiene que las líneas zigzagueantes son los ideogramas del cielo y la tierra, surgidos en las oscuras noches de tiempos remotísimos en las que los rayos atravesaban el cielo tormentoso del altiplano. Entre flores y animales, se alterna el trueno que ruge (espirales), anticipando las lluvias (Quiroga, 1901) y el poder reproductor de la semilla (círculos concéntricos, los ojos de Imaymana, atributo del dios Viracocha) (Lafone Quevedo, 1899).

Los salones frontales fueron diseñados para el trabajo intelectual (escritorio y sala de microscopios), de análisis e interpretación. Sus frisos nos transmiten la conducta deseable del hombre de ciencia en sus tres niveles o etapas de aprendiz, compañero (colega) y maestro. También auguran una producción científica fértil y abundante y la capacidad de propagar o reproducir la búsqueda del conocimiento más allá de los muros del Darwinion. Un mensaje similar al que desarrolló Herrero Ducloux (1948, véase más arriba en “La Margarita”) durante el homenaje a Cristóbal M. Hicken al cumplirse 10 años de su fallecimiento.

Los salones del herbario y la biblioteca

Estos salones representan el nivel exterior más alto. Sus frisos los rodean en todo su perímetro. Hacia afuera (hacia la calle) los símbolos que prevalecen son los suris, que con sus picos hablan de las lluvias fecundas, de las ideas que se desarrollan en este Instituto de formación botánica, protegidas por rostros de búhos y sapos que rechazan las malas intenciones y advierten de la libertad necesaria, ajena a los prejuicios externos, profanos, para la investigación científica. Las manos sobre la boca indican, con un gesto harpocrático, que se trata de “... una casa para estudio y no para charla”. Hacia dentro (hacia el jardín interior central) la simbólica alude al hombre como intermediario entre el Creador y la naturaleza, para conocerla y trabajar sobre ella sin vulnerarla, debido a su carácter sagrado. En las paredes más cortas próximas al portal y en el lateral norte de la biblioteca y este del herbario se presentan los suris y Viracocha o el machi, combinados con el sapo o el búho, composiciones de transición entre los dos mensajes. Mientras el friso de los salones frontales, más bajos, aluden a cuestiones humanas sobre el desempeño, la conducta y la replicación del trabajo del hombre de ciencia, el friso de los grandes salones del herbario y la biblioteca custodia hacia afuera el acervo del conocimiento (la biblioteca) y el de la naturaleza botánica (el herbario), como un patrimonio especialmente valioso y elevado. Hacia adentro, el machi y Viracocha, no solo custodian el jardín interno, sino que comunican al iniciado el valor sagrado del contenido de estos salones.

Lo sutil

Se discuten aquí elementos que no están a la vista directamente, sino que surgen del análisis de la planta del edificio, de su orientación, sus medidas y de una segunda interpretación de la ornamentación. Casi todos estos elementos del diseño hacen referencia a símbolos masónicos. Sabemos que las interpretaciones que se desarrollan a continuación son objetables, pues en general quien busca un símbolo masónico en un edificio, espera encontrar una referencia explícita, como la escuadra, el nivel y la plomada claramente representados en la decoración; o los pisos en damero blanco y negro, o las columnas Jachim y Boaz, y las esferas terrestre y celeste. No es este el caso del edificio del Darwinion. Tampoco creemos que el Dr. Cristóbal M. Hicken, de haber querido expresar principios masónicos en la ornamentación y estructura del edificio, hubiese recurrido a una representación explícita. Nos inclinamos, más bien, a pensar que el Cristóbal M. Hicken habría empleado una manera sutil e indirecta, enunciándolos con su propio lenguaje metafórico y poético, acorde a su discreción, y refinado conocimiento.

La planta del Darwinion

Ya Bellucci (2022) había sugerido la representación de la escuadra masónica en esta parte de la planta del edificio. Nuestras observaciones sobre la planta del Darwinion han revelado que la proyección de las paredes frontales del herbario y la biblioteca forma una escuadra cuyos brazos miden 24 metros (Fig. 19A). Esta medida refuerza su vinculación con la regla masónica de 24 pulgadas, que representa las 24 horas del día y su utilización óptima: 8 horas para descanso, 8 para el trabajo y 8 para el cultivo de la persona. Alude a una regla de vida y de conducta, a la rectitud de las acciones:

“…la Regla simboliza el perfeccionamiento; sin regla, la industria sería aventurera, las artes serían defectuosas, las ciencias solo ofrecerían sistemas incoherentes, la lógica sería caprichosa y vagabunda, la legislación sería arbitraria y opresiva, la música sería discordante, filosofía no sería más que una indeterminada metafísica y las ciencias perderían su lucidez” (Daza, 1997: 321).

En el plano original de la planta del Darwinion, como también en el plano del relevamiento del Ing. Eduardo Latzina realizado para la inauguración del instituto, llaman la atención las indicaciones de la línea media de los salones del herbario y la biblioteca, su intersección en el centro del atrio con un ángulo de 90 grados, cuyo vértice es cruzado por el eje estructural del edificio a modo de bisectriz y eje de simetría (Fig. 8B y Fig. 19D). En el eje estructural del edificio puede encuadrarse la plomada, ligada siempre al nivel (Fig. 19B, observable sobre la línea media de los salones frontales), que es el instrumento que verifica la verticalidad y representa el equilibrio en la conducta y la elevación espiritual del masón. Simbólicamente ese eje es un axis mundi invisible que conecta el cielo y la tierra. El eje estructural del edificio está indicado in situ por la junta central de los bloques de roca del atrio, por el centro de las puertas de herrería artesanal del portal y por una parte de las juntas del piso. De hecho, las rocas del atrio están cortadas y dispuestas en simetría especular respecto de dicho eje. La roca con el emblema ocupa el centro, el lugar del peso de la plomada (Fig. 19E), de modo que el emblema “in aggregatis evolutio maxima” sugiere la conducta ideal del investigador del instituto.

Las dos entradas del portal

Jano, el dios de los dos rostros opuestos y diferentes, estaba consagrado a los arquitectos y albañiles (masones) de la antigua Roma reunidos en los collegia fabrorum. Tenía injerencia en los comienzos y los finales de una variedad de aspectos que involucran el paso del tiempo, como las guerras, las estaciones, la siembra y la cosecha, y los viajes, siendo especialmente invocado en el comienzo de los eventos y proyectos para asegurar un buen augurio. Su rostro joven mira hacia el inicio y su rostro viejo, hacia el final. Está relacionado con las puertas y los umbrales, con los elementos arquitectónicos que llevan de un espacio a otro. Jano -Iānus- es el Iánitor (portero) que abre y cierra, también el dios de la iniciación en los misterios: initiatio deriva de in-ire, ‘entrar’, lo que se vincula con el simbolismo de la “puerta” y con el “poder de las llaves”, o sea el doble poder de “atar” y “desatar” (Guenón, 1976). Jano es “el que mira hacia la luz y a la oscuridad a la vez, el que contempla la inmensidad del mundo en su totalidad; está íntimamente relacionado con los ritos de iniciación a los misterios, de tránsito de la ignorancia a la sabiduría. Le dedicaban dos fiestas al año coincidiendo con ambos solsticios, simbolizando las dos puertas que representaban las vías celeste e infernal (Janua Coeli y Janua Inferni)” (Cuesta Millán, 2007: 28). El solsticio de invierno marcaba la muerte y renacimiento del ciclo solar, y el comienzo de un nuevo año (en el hemisferio norte). El primer mes del año está dedicado a Jano. En el cristianismo, las fiestas solsticiales de Jano de la antigua Roma se han convertido en las de los dos San Juan, y éstas se celebran en los alrededores inmediatos de los solsticios de invierno y verano. La masonería, explica Guenón (1976), ha conservado también, como uno de los testimonios más explícitos de su origen, las fiestas solsticiales, consagradas a los dos San Juan después de haberlo estado a los dos rostros de Jano; y así la doctrina tradicional de las dos puertas solsticiales, con sus conexiones iniciáticas, se ha mantenido viva aún, por mucho que sea generalmente incomprendida, hasta en el mundo occidental actual. Teniendo en cuenta que Cristóbal M. Hicken era masón, vale la pena considerar si las dos puertas de acceso al portal del Darwinion podrían aludir simbólicamente al mito de Jano. Estas puertas se oponen y son diferentes (como los rostros de Jano) tanto en su ornamentación de herrería artesanal como en la ornamentación del muro donde están enclavadas, y por lo tanto diferentes también en su significado simbólico: la principal recibe al profano y la de acceso desde el jardín interior recibe al iniciado. Además, tienen la peculiaridad de que el mecanismo de sus cerraduras está invertido, “cierran para abrir”, dinámica que sigue todo iniciado que abandona una vida para abrirse a otra, deja atrás un estado de ignorancia para adentrarse a un nuevo estado de conocimiento. “Cerrar para abrir” desautomatiza, vuelve consciente un hábito, como recordatorio de lo que implica el acceder al espacio para la investigación científica, el despojarse de prejuicios, suposiciones, creencias mundanas para adentrarse en el ámbito que propugna el conocimiento. Este simbolismo de las puertas del portal está de acuerdo con el simbolismo del portal en sí mismo como sitio de ingreso desde el mundo profano y terrenal a una instancia elevada, superior, y con la idea de ingresar a un templo.

Con anterioridad a la reforma de 1949, una tercera puerta de herrería artesanal, que separaba la biblioteca del jardín de invierno exterior (Sala de la Academia), compartía la misma característica. Es decir, que solo las tres puertas de acceso al Darwinion propiamente dicho funcionaban con el mismo mecanismo de cerradura invertida.

La orientación del Darwinion

Las diferentes mediciones in situ de la orientación del eje estructural del Darwinion indican que el edificio está orientado en la dirección noreste-sudoeste, con la puerta principal mirando hacia el sudoeste (azimut 225-226°) y la puerta de acceso desde el jardín interno mirando hacia el noreste (azimut 43-45°). Sobre esta orientación se pueden realizar algunas especulaciones:

1. La orientación noreste-sudoeste del eje estructural del edificio es la que establece una plantación visualmente equilibrada dentro del terreno porque, a pesar de que el terreno tiene un lado levemente cóncavo sobre la calle E. del Campo y otro levemente convexo sobre M. de Lavardén, coloca los salones de la biblioteca y el herbario más o menos paralelos a la línea municipal del terreno.

2. Para las culturas andinas prehispánicas, la orientación noreste-sudoeste formaba parte de su cosmología. Aplicada a ciudades y templos, estuvo simbólicamente ligada a la actividad agrícola, a los ciclos de siembra y cosecha, de sequía y lluvias, de luz y oscuridad y a las principales festividades rituales (Lozano Castro, 2002; Posnansky, 1942). Es posible que la orientación del Darwinion guarde relación con su simbólica andina prehispánica.

3. La orientación del eje estructural del Darwinion no coincide con los azimuts del amanecer y ocaso del sol en el solsticio de invierno y de verano. Aun así, podría considerarse que el eje estructural del edificio tiene una orientación solsticial simbólica. Bajo esta licencia, el eje estructural del Darwinion estaría señalando el período del año donde la parte iluminada del día comienza a crecer y la duración de la noche comienza a disminuir hasta alcanzar el día con mayor cantidad de horas de luz en el solsticio de verano. Así la orientación del Darwinion podría interpretarse, siempre en forma simbólica, como una expresión del período más luminoso del año, donde la luz comienza la derrota de la oscuridad, donde el conocimiento triunfa sobre la ignorancia. De hecho, un observador de pie en el centro del portal puede ver el sol iluminando la puerta principal (Fig. 23) y el emblema del instituto entre el 21 de noviembre y el 21 de enero (con su máxima plenitud en el solsticio de verano). La margarita Leucanthemum vulgare es en sí misma un símbolo solar, y representa la luz y el conocimiento (Chevalier & Gheerbrant, 1990). A pesar de la urbanización y el arbolado que rodea hoy al Darwinion, esta observación es aún hoy día posible (Fig. 23B).

4. Bajo la licencia de una orientación solsticial simbólica, la orientación del edificio histórico del Instituto de Botánica Darwinion también puede relacionarse con el mito de Jano (véase más arriba). La puerta principal mira hacia el sudoeste, simbólicamente hacia el ocaso del solsticio de verano, sería la janua inferni (“puerta del infierno” o puerta de los hombres) la que mira hacia la oscuridad; puede entenderse como el rostro viejo de Jano donde los herrajes de la puerta representan mazorcas maduras. La puerta de acceso desde el jardín interno mira hacia el amanecer del solsticio de invierno, sería la “janua coeli” (“puerta del cielo” o puerta de los dioses) la que mira hacia la luz; representa el rostro joven de Jano, el nacimiento de un nuevo ciclo solar, donde los herrajes de la puerta representan mazorcas jóvenes. Estas dos puertas son

“los accesos a dos tipos de conocimiento, los revelados por las potencias superiores, y los custodiados por las inferiores” (Cuesta Millán, 2007: 28);

o también dos formas de acercarse a un mismo conocimiento,

“... cada una de ellas emanadas directamente de las dos caras enfrentadas de toda la realidad trascendente. Los ciclos solares se dibujan como símbolo del proceso de aprendizaje del ser humano, que debe descender hacia abajo, hacia el interior, buscando la sabiduría oculta a través de la Janua Inferni para alcanzarla. A continuación, debe atravesar la Janua Coeli para volver a alzarse poderoso en el firmamento, siguiendo el ascenso paulatino del Sol, quien se debilita para volver más fuerte tras la llegada del solsticio de invierno. El conocimiento de uno mismo es la meta, y el camino solar es la vía. Un símbolo de muerte y renacimiento …” (Ruiz Herrera, 2017).

Fig. 23 El Darwinion de San Isidro. Orientación cardinal. A, esquema que muestra el azimut del eje estructural del Darwinion (225° y 45°), el azimut del sol en el ocaso del solsticio de verano (240°) y en el amanecer del solsticio de invierno (61°). Las áreas azuladas indican el ángulo de visión a través de las puertas para un observador de pie en el centro del portal. B, Vista desde el centro del vestíbulo de entrada del Instituto hacia la puerta principal el 22 de diciembre de 2022 a las 19:14h. Obsérvese que, aún faltando 50 minutos para la puesta de sol, éste aparece plenamente en la puerta principal del Instituto. (El solsticio de verano de 2022 ocurrió el 21 de diciembre, pero no pudo observarse la puesta del sol a causa de las nubes. Por esa razón se tomó esta fotografía el día siguiente, y a esa hora pues más tarde el sol queda oculto por los árboles y las casas vecinas). Figura en color en la versión en línea http://www.ojs.darwin.edu.ar/index.php/darwiniana/article/view/1116/1298 

En cuanto a la coincidencia de la orientación del eje estructural del edificio con las primeras estrellas visibles en el crepúsculo de los solsticios y su posible simbolismo, se puede mencionar:

1. Aldebarán (constelación de Tauro) está relacionada con el grado 9 del rito masón Escocés, representa la integridad y el honor (Carlota Sempé, com. pers.).

2. Canopus (constelación de la Carina), era el dios de las aguas del antiguo Egipto. El avistaje de esta estrella anunciaba la temporada de inundaciones del Nilo y el comienzo de un nuevo ciclo de fertilidad (Frau Abrines, 1883). Canopus era también el nombre del timonel del Argos, el navío que condujo a Jasón en la búsqueda del vellocino de oro, y el mismo navío que condujo al rey Menelao de Troya y a Helena hasta Egipto. La constelación de la Carina, representa la quilla y la proa del Argos, su estrella más brillante (y la segunda más brillante en cielo luego de Sirio) es Canopus, el timonel.

3. Arcturus (constelación del Boyero) representa el derecho de la justicia (Carlota Sempé, com. pers.).

4. Las Pléyades sobre el horizonte poco antes del amanecer indicaban el comienzo de un nuevo ciclo agrario y el comienzo de un nuevo año para las culturas andinas precolombinas.

Un portal con orientación solsticial que alude al mito de Jano es la representación de diferentes viajes simbólicos que comienzan en el solsticio de invierno: el viaje del sol por el cielo en un nuevo ciclo de luz creciente, el viaje del estado de profano al estado de iniciado, de la oscuridad a la luz, el viaje del conocimiento interior o autoconocimiento (“...para el profano, la mayor luz se halla en el mediodía o en el solsticio de verano..., para el iniciado, La Gran Luz la encuentra en el solsticio de invierno, pues en su búsqueda interna se ha dirigido hacia el conocimiento del Sol de Medianoche” (Guénon, 1976). Desde este punto de vista tiene sentido que en el atardecer del solsticio de invierno (cuando un nuevo viaje está por comenzar) la puerta principal esté orientada hacia la proa de un mitológico barco y su timonel, y que en la puerta opuesta (la popa, por donde viene el impulso) esté la justicia. La presencia de las Pléyades le confiere a la orientación del eje estructural y del portal un sentido que concuerda con el simbolismo andino prehispánico presente en el edificio.

Hasta aquí, una primera aproximación al estudio de la orientación del edificio y su posible significado. No podemos asegurar que exista una intención en la orientación, y que el edificio esté “alineado” (Prendergast, 2015). Sin embargo, creemos que sería interesante una investigación posterior, realizada por especialistas en este tema.

El emblema del Instituto de Botánica Darwinion

Desde un punto de vista botánico, tanto el cardo como la margarita son una inflorescencia, un grupo de flores muy especializadas que, en conjunto, “trabajan” para un mismo objetivo: la máxima polinización y producción de frutos y semillas. En este sentido, se puede considerar a la margarita como una versión botánica de la alegoría de la colmena utilizada por la masonería, comparación explícitamente desarrollada por el Dr. Enrique Herrero Ducloux4 presidente de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales durante el homenaje al Dr. Cristóbal M. Hicken realizado el 26 de julio de 1947:

(...) “en esta colmena [refiriéndose al Darwinion] donde alientan sin duda las sombras de los que se fueron, animando en su labor noble y desinteresada a los jóvenes consagrados al culto de la ciencia, siguiendo las huellas de aquéllos, abejas silenciosas que no cejan en su esfuerzo, aunque saben que no son sino elementos de un enjambre, notas de una campana, vilanos de seda del capítulo del cardo simbólico adoptado por Cristóbal M. Hicken para presidir su “Darwinion” y que el viento ha de dispersar en el futuro sobre el suelo de la Patria, dejando tras de sí obra perdurable” (Herrero Ducloux, 1948: 226-227).

Elementos fundacionales

La plataforma del atrio está construida en su totalidad por ortocuarcita de la Copelina, rocas fundacionales del territorio argentino. En su relato Cómo conocí a La Copelina (Hicken, 1933), Cristóbal M. Hicken destaca que ha podido recolectar allí plantas propias de los Andes, concluyendo que estas sierras aparecen, “como un lugar de cita de individuos provenientes de los Andes, Patagonia, Córdoba, islas del Tigre y las sierras uruguayas. Es esta mezcla la que hace interesantísima la investigación detallada de la Copelina”. Esta conjunción de antigüedad y confluencia geográfica y botánica exalta el valor de sentido en que se encuentren presidiendo el ingreso al edificio. Concuerda con la búsqueda de un origen que sustentara una pertenencia al territorio de la patria.

El jardín Interno

El jardín interno es el corazón del edificio, el centro. Sabemos que el proyecto original contemplaba la presencia de un pequeño estanque que se extendía a través de este jardín y que había que cruzar para acceder al Instituto de Botánica Darwinion propiamente dicho desde la vivienda. Actualmente, se encuentra cubierto de tierra, pero aún se pueden apreciar los bordes que lo demarcaban, dentro de los cuales debía circular el agua. Sobre el sendero que une los dos sectores del edificio (académico y vivienda), el estanque se estrecha en la medida de un paso para volver a ensancharse, a la manera de un vado en el cruce de un río. Necesariamente, para transitar entre ambos sectores, hace falta cruzar esta pequeña pero sugestiva corriente de agua que demarca dos umbrales, una divisoria entre dos estados. Un vado “es un aspecto del umbral. Un símbolo divisorio entre dos estados o formas de realidad” (Cirlot, 1997: 455). “El vado simboliza el combate por un paso de un mundo a otro, o de un estado anterior a otro” (Chevalier & Gheerbrant, 1990: 1045). Los dos ingresos del portal poseen significativas diferencias de estructura y ornamentación relacionadas con los dos exteriores (el afuera de la calle y el afuera del jardín interno que comunica con la vivienda). Sin embargo, ambos ingresos advierten sobre el pasaje de un estado o mundo anterior a otro más elevado: la entrada principal lo anuncia primero con la terraza y luego con la cerradura invertida, la entrada desde la vivienda repite este mensaje primero con el cruce del estanque y luego con la cerradura invertida.

Este espacio interno podría definirse como un hortus conclusus, un “huerto cerrado”, por su cerramiento arquitectónico, las plantas y el agua que lo habitan. En su simbología siempre están presentes tanto la dimensión espiritual como el mundo del pensamiento. En el jardín cerrado, la intimidad está protegida, la naturaleza es centro de meditación, de reflexión filosófica, de estudio y descubrimiento. Los claustros medievales son un ejemplo del Jardín de Edén, es decir, del Paraíso. El “jardín cerrado” alude en el cristianismo a la Virgen y, como arquetipo, a lo femenino fecundo de la Gran Madre, de la naturaleza. Nos preguntamos si Cristóbal M. Hicken quiso reservar este espacio simbólico a la Madre Tierra, a la Pachamama, junto al lago germinal que oficia de umbral, rodeada de las imágenes de la lluvia, el dios creador y del hombre que se adentra en el conocimiento de su misterio.

La cuaternidad

El cuatro es símbolo del mundo físico y, desde épocas remotas, se lo utilizó para significar lo sólido, lo tangible, lo sensible. Es la integridad, la totalidad, la plenitud, la tierra, el orden, lo racional, la medida, la relatividad, la solidaridad, la justicia (Cooper, 2000). El cuaternario es la cifra sagrada del mundo humano: son cuatro los puntos cardinales, las estaciones del año, los vientos, las partes del día, las fases de la luna, los elementos.

En el mito cosmogónico calchaquí representado en el Darwinion están presentes los cuatro elementos irreductibles que según Empédocles son constitutivos del Universo: fuego, agua, tierra y aire, a los que les corresponden cuatro cualidades de la materia, calor, humedad, sequedad y frío. De modo tal que los cuatro elementos con sus cualidades se encontrarían representados en el friso, y que enumeramos de la siguiente manera: “elemento (deidad) = equivalente en la cosmogonía calchaquí: símbolos de la ornamentación”.

Fuego (Illapa) = rayo, fuego divino: serpientes, margaritas y cardos como flores solares

Agua (Quonn) = lluvia: sapo, rana, suri

Aire (Huayrapuca) = madre del viento: cóndor, espirales, cuadrados

Tierra (Pachamama) = montaña: signo escalonado hacia arriba (Posnanski)

Desde este punto de vista, la ornamentación del Darwinion contiene también una visión clásica, antigua, fundacional, de la conformación del universo y, en consecuencia, de la naturaleza. En coincidencia, y de manera simbólica, los cuatro elementos forman parte de la iniciación del rito masónico escocés como las cuatro purificaciones del profano antes de renacer como iniciado.

La tríade y otros números

Las cantidades 3, 5, 7, 17 y 19 aparecen en diferentes aspectos del diseño del edificio del Darwinion. El número tres o la tríada aparece reiteradamente en la estructura y en la ornamentación:

- Tres serpientes (friso de los salones frontales)

- Tres margaritas (friso de los salones frontales y jambas)

- Tres grupos de tres marcas en el rostro del machi

- Tres volúmenes edilicios principales (portal, salones frontales, salones de herbario y biblioteca).

- Tres niveles internos en el edificio (planta baja, mezzanino y altillo)

- Tres bow-windows

- Tres puertas de herrería artesanal

A través del número tres, podemos referirnos al delta masónico, que es un triángulo equilátero, mayúscula de la letra griega δ. Representa a los tres reinos y también la tríada de las nociones de sabiduría, fuerza y belleza (Frau Abrines, 1883), motores del acto creador por parte del Gran Arquitecto, que aparece simbolizado por un ojo inscrito dentro del triángulo que lo representa contemplando su creación. Es posible que también represente las tres cualidades humanas: Libertad, Verdad y Justicia, mencionadas por Hicken (1920b). Es el número sagrado que representa la trinidad, los tres puntos que delimitan el triángulo cuyo principal valor simbólico es el del equilibrio en la unión de los contrarios, resuelve la dualidad en una síntesis armónica. Se expresa en los tres grados de la masonería: aprendiz, compañero y maestro, entendiendo que estas jerarquías también se pueden corresponder con etapas de la formación científica.

Cinco son las figuras del friso de las oficinas frontales, y los escalones desde el mezzanino hasta el altillo. Siete es la cantidad de ambientes del Darwinion: dos salones principales, dos vestíbulos laterales, dos oficinas frontales y un vestíbulo principal de entrada. Las escaleras de caracol tienen 17 escalones hasta el mezzanino. Las barandas de estas escaleras tienen 19 balaustres de hierro. Sin haber arribado a inferencias o deducciones, nos ha llamado la atención la marcada presencia de estas cantidades, impares y primas, en el edificio.

CONCLUSIONES

Cristóbal M. Hicken construyó en San Isidro un templo para la Botánica. Ya había construido otro, el primero, muchos años antes en el partido de San Martín. Si bien este segundo conserva el germen del primero, es proyectado como su legado definitivo. Una síntesis de ética y estética que expresa su pensamiento.

El edificio histórico del Instituto de Botánica Darwinion es un templo dedicado al conocimiento botánico en honor a Darwin por su brillante teoría de la evolución biológica. La elección de estilo constructivo es claramente un reflejo del pensamiento de Cristóbal M. Hicken y de la búsqueda de un origen que sustentara una pertenencia al territorio de la patria. La impronta americanista, prehispánica, de las raíces del país, de la patria entendida como lo hizo esa primera generación de científicos argentinos, quedaría representada en el estilo y la ornamentación propia de los primeros habitantes de estas tierras. Las características más evidentes de su estructura y su ornamentación reflejan una identidad argentina originaria, fundacional, y antigua, que a su vez comunica que se trata de un lugar donde se produce un silencioso y fértil develar del conocimiento, de los secretos de la evolución, protegido de malas influencias y acechanzas por la naturaleza misma. Un lugar para el librepensamiento, que rinde culto a la naturaleza con el conocimiento sin superstición, con saber y no con creencia, tratando de desentrañar los misterios de la naturaleza.

Nada de lo que allí se encuentra ha sido una elección caprichosa o con una intención meramente decorativa. Existe un plan iconográfico minuciosamente planificado y elaborado (probablemente por su fundador). Las figuras han sido cuidadosamente elegidas, ninguna responde a la mera decoración, no son copias de modelos reales, aunque están inspiradas en culturas ancestrales de nuestro país, de Sudamérica y del Viejo Mundo. Cristóbal M. Hicken habla a través de símbolos de raíces americanas de identidad, de la conjunción del arte y la ciencia. Este discurso simbólico se desarrolla en un edificio en el que el Art Déco se torna el marco adecuado y propicio para desarrollar el lenguaje de Tiahuanaco, mítica cuna de la civilización sudamericana.

Las figuras de la ornamentación están inspiradas en las culturas más antiguas del territorio, estudiadas y analizadas por aquellos hombres de una generación ávida por des-cubrir, científicos que soñaban con un país culto, con raíces en su pasado originario y con un futuro luminoso. La ciencia y el arte reunidos, claves también de la masonería de la época, que los convocaba, precisamente, al librepensamiento: no se trata de dogma sino de ciencia, fue el estandarte que enarbolaron.

“La ciencia ataca sin piedad la superstición, pero deja intacto el símbolo que seguirá produciéndose porque representa ideas, ideales o aspiraciones que serán siempre ajenos al objeto simbolizante. Las virtudes no están en éstos, sino en nosotros y el arte será el mejor idioma para patentizarlos” (Hicken, 1920b).

Su portal recibe al visitante sobre una terraza de carácter fundacional, en cuanto a su material constitutivo, que advierte sobre la conducta deseable del hombre de ciencia. La cartela comunica el nombre de la persona a la cual se le dedica el edificio en carácter de templo. La ornamentación cuenta con guardianes y con la bienvenida de la naturaleza. Los guardianes anuncian protección y fertilidad, sabiduría, astucia, inteligencia y sapiencia, discreción y silencio, encarnan la elocuencia y el poder de la palabra sobre la fuerza física. El portal nos orienta en la dirección de la luz, de la iluminación como representación del conocimiento. Sus puertas alineadas nos indican un comienzo y un final. Las cerraduras intencionalmente invertidas de las dos puertas principales del portal sugieren el camino iniciático hacia el perfeccionamiento humano, hacia la verdad: hay que cerrar (lo anterior) para entrar en un mundo nuevo. Como todo portal, nos prepara para salir de un nivel profano y mundano para entrar en un nivel superior.

A ambos lados del portal, las dos oficinas frontales forman el nivel más bajo del edificio. Diseñadas para el trabajo intelectual de interpretación y estudio, sus frisos comunican valores asociados a la formación de discípulos, al trabajo en colaboración, a una fértil producción científica. Es un mensaje que atañe a cuestiones más terrenales, directamente relacionadas con la humanidad. Los grandes salones laterales del herbario y la biblioteca constituyen el nivel más alto del edificio. Sus frisos son perimetrales y diferentes en cada pared. Hacia el exterior, anuncian protección, discreción, silencio, sabiduría, con figuras zoomorfas que representan a los intermediarios entre el mundo y su Creador. Hacia el interior representan la fuerza creadora del universo, Viracocha, y a su interlocutor humano, el iniciado en el camino de los secretos de la naturaleza. En este sentido, el edificio entero, como el portal y como Jano, posee dos caras: una defensiva, y otra receptiva. La cara defensiva, es también de advertencia, está orientada hacia la calle, hacia lo profano, y su vértice enfrenta la dirección que marca el fin del período más luminoso y el comienzo del período más oscuro del año. La cara receptiva, en cambio, está orientada hacia lo que fue planeado como vivienda del Dr. Cristóbal M. Hicken, orientada hacia el interior (o el otro exterior, el del iniciado), hacia la naturaleza representada en el jardín interno, y hacia la dirección que marca el comienzo del período más luminoso y el fin del período más oscuro del año.

Pero además del objetivo para el cual estaba destinado su legado, se hallaron indicios que sugieren que Cristóbal M. Hicken tuvo la intención de expresar en el Darwinion, de manera sutil y discreta, algunos principios propios de la masonería. Este simbolismo se encontraría particularmente en el diseño de la planta, en la orientación del edificio, y en sus puertas principales. Asimismo, el lenguaje polisémico del símbolo, la materia con la que se construye la metáfora, permite una interpretación en la que se expresan principios y virtudes masónicas, donde el arte y la ciencia están presentes en clave indígena, lejana a la simbología usual de las logias.

El Darwinion se asienta estructuralmente sobre una escuadra de 24 m de lado, es decir que su espacio está asentado en la perfecta administración del tiempo, sus ejes constructivos denotan la rectitud, el equilibrio, el aplomo, la elevación espiritual y la armonía esperadas en la correcta conducta. Las margaritas aluden al simbolismo masónico de la colmena, en tanto símbolo de laboriosidad solidaria y de la buena organización de una comunidad en el reparto de las tareas para un fin. El cardo representa a la masonería operativa. El portal en particular, con su estructura, ornamentación y orientación, alude al mito de Jano, representa metafóricamente distintos “viajes” de la naturaleza y de las personas; viajes que comienzan en el atardecer de cada solsticio de invierno con la guía de estrellas clave sobre el rumbo del eje estructural del edificio.

La insistencia en el número tres evidenciada en la organización en tres volúmenes y tres niveles del edificio académico, en agrupaciones de flores, de serpientes, de marcas en el rostro del machi, sugieren la alusión al valor sagrado de este número que simboliza la unión de todos los contrarios, de toda polaridad, el equilibrio, los planos del ser. Cabe mencionar la trilogía expresada por Hicken (1920b) en su interpretación de los estigmas de la flor que proponía como símbolo nacional, la pasionaria: libertad, verdad y justicia.

Cristóbal M. Hicken es recordado por su labor como botánico y naturalista. Y cuando se hace referencia a su legado y generosidad, solo se mencionan los aspectos materiales: básicamente el Instituto de Botánica Darwinion, con su terreno, edificio, instalaciones y colecciones de herbario y biblioteca. Pero Cristóbal M. Hicken fue e hizo mucho más que eso, pues su labor docente no fue menos generosa e importante. Más allá de la defensa y promoción de las ideas darwinistas, Cristóbal M. Hicken elaboró y difundió entre sus alumnos, colegas y amigos una visión de la Nación Argentina basada en virtudes personales y democráticas, el libre pensamiento, el progresismo, el positivismo y el darwinismo, todo dentro de un contexto de lo autóctono, lo originario, tanto en la forma, la estética, la cultura y los materiales. Su legado y mensaje botánico es científico, explícito, preciso, evidente, escrito con palabras sobre papel. Su legado y mensaje ético, moral, social y nacional es simbólico, estético, sutil, plasmado con formas y materiales en el edificio original del Instituto de Botánica Darwinion de San Isidro, y está abierto a la libre interpretación, como un mensaje silencioso que solo se revela a quien comprende el lenguaje de su creador. El Instituto de Botánica Darwinion es mucho más que un legado material. Como la lechuza y el sapo con las manos sobre la boca, el edificio histórico en sí mismo nos comunica sin voz, con la contundencia de las formas y la estética, un proyecto ideal de nación, conducta y grandeza.

Partimos de una premisa de intencionalidad fundada en la personalidad, la cultura y la conducta de vida de su autor, el Dr. Cristóbal M. Hicken, quien hizo honor a los principios que propugnaba para la argentinidad: honestidad, orden, labor, tenacidad y tolerancia (Hicken, 1920b). Hipótesis de lecturas posibles surgen de posibles interpretaciones que no se agotan y quedan necesariamente abiertas a partir de ponerlas a prueba, de plantearlas para ser discutidas, del hallazgo de nuevas fuentes. Aquí se ha presentado una interpretación abierta a la discusión. Habrá quienes disientan por completo, y quienes concuerden parcial o totalmente. Y aun así, ante la diversidad de opiniones sobre un edificio que nos interpela desde una esquina del Barrio Parque Aguirre, el Instituto de Botánica Darwinion estará cumpliendo el fin de promover los valores que han sido la divisa de su creador: “Libertad y Patriotismo” (Hicken, 1923).

En homenaje al Dr. Cristóbal María Hicken en el 90° aniversario de su fallecimiento (1933-2023).

AGRADECIMIENTOS

Lic. Julieta Merli (Directora de RRHH, Municipalidad de San Isidro) por su gestión para entrar en contacto con la Subsecretaría de Planeamiento Urbano, Municipalidad de San Isidro.

Arq. Diego Augusto y Lorena Curigliano (Subsecretaría de Planeamiento Urbano, Municipalidad de San Isidro) por brindar su colaboración para consultar el expediente original del Instituto de Botánica Darwinion.

Arq. Marcela Fugardo (Museo, Biblioteca y Archivo Histórico Municipal de San Isidro) por mantenernos al tanto de sus investigaciones sobre el Darwinion junto con el Dr. Oscar A. De Masi.

Arq. Alberto Bellucci (Academia Nacional de Bellas Artes) por sus interesantes conversaciones sobre el edificio del Instituto de Botánica Darwinion.

Dra. Carlota Sempé (Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata), por su asesoramiento en la interpretación de los símbolos masónicos.

CeDIAP (Centro de Documentación e Investigación de la Arquitectura Pública) por la consulta de planos y fotografías del edificio del Instituto de Botánica Darwinion.

Sra. Liliana Mallo, Biblioteca del Instituto de Botánica Darwinion (CONICET y ANCEFN) por su asesoramiento con las fotografías antiguas del archivo.

Dra. Alicia Sérsic, Investigadora Principal, Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal, UNC-CONICET, por su contacto con astrónomos investigadores.

Dra. MaríaVictoriaAlonso, Investigadora Independiente, Instituto de Astronomía Teórica y Experimental, CONICET, y al Lic. Armando Mudrik, Universidad Nacional de Córdoba, Observatorio Astronómico de Córdoba, Miembro del grupo de investigación Estructura galáctica y Medio Interestelar, Coordinador del Centro de Interpretación Científica “Plaza Cielo y Tierra”, por su asesoramiento en los cambios del azimut del sol a los largo del año.

Dra. Inés Yujnovsky, Universidad Nacional de San Martín por acompañarnos en la consulta del Archivo de la Universidad de San Martín.

Sr. Roberto Conde, historiador del partido de San Martín, por su entrevista y donación de su publicación sobre el paso del Dr. Cristóbal M. Hicken por el partido de San Martín.

Dr. Leonardo Martín González Galli (CEFIEC, UBA) por su asesoramiento en la bibliografía sobre el impacto de las ideas de Darwin en Argentina.

Dr. Leonardo M. Anconatani, Cátedra de Farmacobotánica, Museo de Farmacobotánica “Juan A. Domínguez”, Facultad de Farmacia y Bioquímica -UBA- por su colaboración al revisar los documentos de Juan Aníbal Domínguez.

Al Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti por el acceso a la consulta de los materiales donados por el Dr.Cristóbal M. Hicken.

Sr. Mariano Ducros por sus amables visitas y por la información facilitada sobre el Dr. Cristóbal M. Hicken.

Lic. Marcelo Moreno por su asistencia en el análisis digital de imágenes antiguas.

A la Antropóloga Alicia Rebollar por las diligencias que permitieron consultar el certificado de materias del Dr. Cristóbal M. Hicken.

A la Dra. Andrea Vega y al Dr. Diego Medán por las cartas entre Pedro Arata y Cristóbal M. Hicken, y entre Lorenzo Parodi y Cristóbal M. Hicken (consulta del epistolario depositado en la biblioteca de la Cátedra de Botánica Agrícola de la UBA).

A la Dra. María Silvia Ferrucci y a Ilene Esther Wichmann (responsable del canje de biblioteca del IBONE) por la búsqueda de documentos sobre el Instituto de Botánica Darwinion anteriores a 1949, depositados en la biblioteca del IBONE.

A Vivian Cordero Peñafiel, encargada de biblioteca del Museo de Historia Natural de Valparaíso, por su asistencia en la búsqueda de cartas entre Carlos Porter y Cristóbal M. Hicken.

Al Arq. Facundo Lanzarotti por atender nuestras consultas sobre aspectos de la simetría y proporciones del edificio.

A la Sra. Emilce García Chabbert de la Biblioteca de la Academia Nacional de Bellas Artes, por su ayuda con la ficha de antecedentes personales del Arq. Arturo Prins.

A la Sra. Sara Torres (Región Metropolitana, Chile) por la información sobre la correspondencia del Dr. Carlos Porter Mossó.

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1 Eduardo Ladislao Holmberg, en 1880, había integrado la Logia Docente, destinada a preparar la laicización escolar. En 1900, Eduardo Holmberg integró la dirección política del Supremo Consejo y Gran Oriente de la calle Cangallo 1242, ocupándose particularmente de sus relaciones internacionales. La masonería editó su poesía Lin-Calél en 1910, poema que exalta los mitos americanos (Lappas, 1958). En 1909, Holmberg presidió la Liga Argentina de Libre Pensamiento (Mollès, 2012-2013) de la que también formó parte Cristóbal M. Hicken (Anónimo, 1908) junto a otras personalidades como Joaquín V. González, Leopoldo Lugones, Alfredo Palacios, Juan B. Justo, Lisandro de la Torre, Enrique del Valle Iberlucea, Julio Belin Sarmiento, Elíseo y Zoilo Cantón, Agustín Álvarez, Francisco A. Barroetaveña, Juan Balestra, Emilio Gouchón, Roberto J. Payró, Rómulo S. Naón, Víctor de Pol (Anónimo, 1908; El Progreso, 1910). El Dr. Agustín P. Justo (1841-1896), iniciado en la masonería en 1870, fue Gran Maestre de la Gran Logia de la Argentina en 1877. Su hijo homónimo, el General Agustín Pedro Justo (1876-1943), gran amigo de Cristóbal M. Hicken, había sido iniciado por su padre en 1896, en la Logia Primera Argentina No 62, habiendo participado en 1921 en la formación de la Logia San Martín (integrada exclusivamente por militares) la cual presidió (Lappas, 1958).

2Existe un error en la ortografía del nombre de la calle, señalado hace más de 75 años y nunca corregido. Está dedicada a Manuel José de Lavardén (Buenos Aires, Argentina, 9.VI.1754 Colonia Sacramento. Uruguay, ca. 1809) abogado, docente, dramaturgo y periodista rioplatense. La Academia Argentina de Letras declaró al respecto (Acuerdos acerca del idioma, volumen 1, 1947: págs. 57 y 58) “Que se ha generalizado en el público el error de designar al poeta Manuel de Lavardén, precursor de las letras argentinas, con el nombre de Manuel José de Labardén, error que se ostenta, además, en las calles que llevan este nombre en la ciudad de Buenos Aires [...] Por todo ello, se declara que el verdadero nombre del mencionado poeta es el de Manuel de Lavardén, y se resuelve dirigir una nota al señor intendente municipal de Buenos Aires…”.

3El Emblema CLXXX de Alciato (Sebastian, 1985) “Que más puede la elocuencia que la fortaleza”, describe a Hércules, con sienes ya canosas, de cuya boca salen cadenas de oro que cautivan a sus oyentes. Alciato explica al final del epigrama: Las armas con la paz no hayan porfía / Pues aun a los muy duros corazones / Doma con buen hablar sabiduría.

4Enrique Herrero Ducloux firmó el Manifiesto de la Comisión Nacional de Librepensamiento de la Argentina, publicado en el semanario madrileño Las dominicales, órgano de la Federación Internacional de Librepensadores. Pero no tenemos certeza de su pertenencia a la masonería argentina.

Recibido: 30 de Enero de 2023; Aprobado: 20 de Abril de 2023; : 16 de Junio de 2023

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