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Medicina (Buenos Aires)

versión impresa ISSN 0025-7680versión On-line ISSN 1669-9106

Medicina (B. Aires) v.63 n.1 Buenos Aires ene./feb. 2003

 

Bernardo A. Houssay (1887-1971)

Adorna la portada de este Número el sello postal que representa a Bernardo A. Houssay ajustando un quimógrafo en el Instituto de Fisiología. Este sello fue emitido en 1998 en conmemoración del 50º aniversario de la entrega del Premio Nobel (ver página 27). Houssay recibió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1947, –según palabras del Comité Nobel– «por el descubrimiento del papel que juega la hormona del lóbulo anterior de la hipófisis en el metabolismo de los hidratos de carbono». Esto representó el coronamiento de su obra como fisiólogo eminente, maestro de muchas generaciones de médicos y creador de una escuela que formó investigadores sobresalientes, entre ellos, otro Premio Nobel, Luis F. Leloir.
Esta obra gigantesca no se realizó sin dificultades. Houssay no tuvo «maestro», fue un autodidacta –lo que de por sí lo marca como investigador excepcional. Nacido en 1887 y Bachiller a los 13 años, ingresó en 1900 a la entonces Escuela de Farmacia de la Universidad de Buenos Aires. Se recibió de Farmacéutico a los 17 años e ingresó a la Facultad de Medicina para cumplir su verdadera vocación. Médico a los 23 años, en 1910, con muy altas calificaciones, la lectura de la Introducción a la Medicina Experimental de Claude Bernard lo decidió tempranamente por la investigación fisiológica. Cuando en  1919 fue nombrado Profesor Titular de Fisiología  y  Director del Instituto de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, se consagró enteramente a la docencia y a la investigación, cumpliendo religiosamente el full-time que preconizó durante toda su vida.  Durante casi un cuarto de siglo (1919-1943) trabajó extraordinariamente, impartiendo enseñanza teórica y práctica a los alumnos de Medicina, Odontología y Farmacia. Abrió una variedad de campos de investigación, formando numerosos discípulos a los que enviaba luego a perfeccionarse al exterior con «obligación» de volver al país. También vinieron becarios del exterior; personalmente vine del Canadá atraída por sus publicaciones en la Revista de la Sociedad Argentina de Biología, leídas en francés en los Comptes Rendus de la Société de Biologie de Paris, y considero que el período de mi beca –julio 1942 - junio 1943– coincidió con la época  de gloria del Instituto.
Pocos meses después, Houssay fue dejado cesante por haber firmado, junto con otras celebridades, una declaración a favor de los aliados bajo el lema Democracia Efectiva y Solidaridad Americana. Este golpe fue muy duro para Houssay y para los pocos (no más de una decena) que renunciaron en solidaridad con él; quedaban literalmente en la calle. Sin embargo, Houssay no aceptó exilarse a pesar de muy buenas ofertas –que incluían también a sus colaboradores– desde los National Institutes of Health de Bethesda, EE.UU.
Afortunadamente, con fondos privados, principalmente de la Fundación Juan B. Sauberan, Houssay y sus pocos colaboradores pudieron ir formando el Instituto de Biología y Medicina Experimental. Poco después, también con fondos privados de la Fundación Campomar, se incorporó Leloir y su grupo constituyendo el Instituto de Investigaciones Bioquímicas, hoy Instituto Luis F. Leloir. Los tiempos fueron difíciles pero la investigación nunca se interrumpió, y la recompensa vino con el Premio Nobel para Houssay en 1947 y para Leloir en 1970, y también con el progresivo crecimiento de los dos Institutos que hoy son pilares de la investigación nacional.
La revolución libertadora le permitió a Houssay acercarse a las nuevas autoridades  y realizar su sueño de dar «continuidad» a sus investigadores  a través del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) creado en febrero de 1958 por un decreto/ley firmado por el Presidente Aramburu. Esto en sí significó el mayor logro para la investigación argentina. Por fin los investigadores se convertían en profesionales de la ciencia, con una posibilidad de formación y promoción desde las becas hacia el ingreso a la Carrera del Investigador con sus cinco categorías.
Houssay dirigió el Instituto de Biología y Medicina Experimental y presidió el CONICET hasta su muerte en 1971. Durante todos estos años, en el Instituto se ocupó incansablemente de los experimentos, de sus becarios y discipulos, mientras que en el CONICET defendía el prestigio de la investigación llegando hasta la  Presidencia  de la Nación.
Houssay dio innumerables conferencias que fueron recopiladas por Barrios Medina y Paladini en un libro de EUDEBA1 destacándose la de 1967,  durante un homenaje con motivo de cumplir 80 años, la que incluye una síntesis final de las ideas que habían guiado su vida. Dijo: «La obra humana debe ser ininterrumpida durante toda la vida hasta que la detenga la muerte. Cada hombre debe trabajar continuamente para sí y sus semejantes, mientras lo permitan su salud fisica y mental. ...No considero un ideal humano aconsejable el querer jubilarse para ser inactivo, lo que daña el cuerpo y el alma y a la sociedad. Siempre he creído que un fisiólogo auténtico debe experimentar, pensar, leer e intercambiar ideas todos los días, sin excluir ninguno de ellos. Trabajar en algo que interesa o apasiona es un placer, es una de las felicidades humanas más grandes. El trabajo es la diversión más barata y permite ser útil a sus semejantes».
Tanto se destacó Houssay, y bajo tantas facetas, que desde su muerte se lo ha invocado y homenajeado mucho. Con mi marido lo hemos recordado en editoriales publicados en Medicina (Buenos Aires) 2-5 ya que no hay duda que es a Houssay primordialmente a quien le debemos habernos encontrado.
Y como anécdota final, me acuerdo muy especialmente de una conferencia titulada simplemente «Homenaje a Houssay» que pronunció  Lanari6 durante el XI Congreso Latinamericano de Ciencias Fisiológicas, en Mendoza en 1973, donde decía «Desde 1929 hasta 1971, más de cuarenta años, me acostumbré a pensar en Houssay como el ejemplo, el consejero y la guía natural de mi vida científica y ética, que es como decir de toda la vida. Y así pienso que, con ligeras diferencias y sólo un menor número de año, le ha pasado a ustedes. Cuesta mucho imaginar su desaparición y el vacío no es una mera palabra de circunstancias sino lo que ocurre cuando algo, a lo cual uno estuvo acostumbrado, no puede reemplazarse. A Don Bernardo le dedico una cariñosa despedida, teñida de la suave melancolía que se siente cuando desaparece una etapa de la vida, que es también en este caso una etapa del país».

Christiane Dosne Pasqualini

Academia Nacional de Medicina, Buenos Aires
e-mail: chdosne@hotmail.com

1. Barrios Medina A, Paladini AC. Escritos y discursos del Dr. Bernardo A. Houssay. Buenos Aires: EUDEBA, 1989, pp 595-8.
2. Pasqualini RQ. Houssay y el serendipismo. Medicina (Buenos Aires) 1981; 41: 827-30.
3. Pasqualini RQ. La formación de un fisiólogo. Medicina (Buenos Aires)1987; 47: 681-5.
4. Pasqualini RQ. Houssay y la investigación biomédica. Medicina (Buenos Aires). 1997; 57: 635-6.
5. Pasqualini CD. Houssay y el Premio Nobel. Medicina (Buenos Aires) 1997; 57: 637-40.
6. Lanari A. Vocación y convicción. Reflexiones sobre la Investigación, el futuro de la Medicina y otros escritos. Buenos Aires: Fundación Alfredo Lanari, 1995, pp 147-55.

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