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Medicina (Buenos Aires)

versión impresa ISSN 0025-7680versión On-line ISSN 1669-9106

Medicina (B. Aires) v.63 n.3 Buenos Aires mayo/jun. 2003

 

¿Eutanasia? La agonía es vida

Deseo efectuar algunas consideraciones sobre el editorial con este título del Dr. Samuel Finkielman1 porque alude en forma exclusiva y permanente a mi trabajo sobre eutanasia publicado como artículo especial en el mismo número2. 
   Lamentablemente el autor no ha comprendido que los avances de la medicina en el área tecnológica respecto de la aplicación de métodos de soporte vital en el paciente crítico y las modificaciones culturales que se han operado en la sociedad contemporánea con relación al derecho de los pacientes a decidir sobre el final de sus vidas, hacen imprescindible disponer de una definición restrictiva de eutanasia que atienda a la vigencia de este nuevo escenario. 
   Si la denominación de eutanasia incluye cualquier situación que termine con la muerte, como corrientemente se usa en los foros médicos, jurídicos, filosóficos, sociales y hasta bioéticos, por no citar también los periodísticos, se alienta una confusión conceptual a la que no escapa el editorial que comentamos. 
   El pormenorizado comentario que el autor efectúa sobre la definición propuesta de eutanasia parece presuponer tácitamente que en mi artículo se la propone como una alternativa, lo que no es cierto. Contrariamente, el debate que se propone y que el editorial lamentablemente no aborda es la exclusión de las llamadas formas pasivas y en general de la omisión como procedimiento o conducta posible para la provocación de la muerte. El debate moral se plantea entre matar y dejar morir frente a lo que conceptuamos es permitir morir y rechazar el tratamiento aunque esto lleve a la muerte. 
   Las definiciones no deben ser desalentadas sino promovidas para que las palabras que integran nuestro lenguaje comunicacional tengan un significado preciso y claro. Cuando esta premisa no se cumple se confunde el concepto, como cuando el autor dice que la eutanasia es un suicidio asistido con la complicidad del médico. Coincido con el autor respecto de que la muerte no es un ente geométrico (por lo menos euclidiano) pero hoy el progreso tecnológico exige definir, por ejemplo, la muerte encefálica sin cuyo cumplimiento estricto no podríamos procurar órganos para trasplantes. 
   Debo efectuar una aclaración para quien no lea adecuadamente mi artículo. Todas las frases encomilladas del editorial son citas textuales de mi trabajo, salvo la «legitimidad terapéutica» de la eutanasia y la «eutana-siología o tanatiartría», que ignoro a quien pertenecen. Finalmente creo que la discusión sobre la eutanasia (la activa y directa), debe establecerse sobre argumentos metafísicos, morales y médicos sin la adopción de posturas fundamentalistas que son ajenas a la convivencia en una sociedad civilizada y plural.

Carlos R. Gherardi

e-mail: acgherar@sinectis.com.ar

1. Finkielman S. ¿Eutanasia? La agonía es vida. Medicina (Buenos Aires) 2003; 63: 85-6.
2. Gherardi CR. Eutanasia. Medicina (Buenos Aires) 2003; 63: 63-9.

- - - -

   La fórmula escolástica tradicional para definir universales o nombres era definitio fit per genus proximum et differentiam specificam. De la misma forma que animal racional define a hombre, homicidio piadoso –a solicitud de un desahuciado moribundo– se ajusta a las exigencias de cierta lógica aunque sin distinguir al actor o agente del homicidio. Pero se puede invertir la definición (además la del Dr. Gherardi también) haciendo actor a la víctima del homicidio; resulta entonces un suicidio asistido. Tampoco se distingue al agente que asiste. Ninguna de estas definiciones estaría contenida en un Código, pues desde el punto de vista jurídico estas definiciones son incompletas e insuficientes, tal como lo es la definición del Dr. Gherardi.
   Creo entender la distinción del Dr. Gherardi entre eutanasia pasiva o vergonzante (que prefiero denominar cuidados paliativos) y la eutanasia activa; sólo que no estoy de acuerdo. Me parece que el término cuidados paliativos no es un eufemismo como se podría pensar y corresponde a una actitud médica legítima.
   
Y no se trata meramente de aportar una definición para aclarar un debate. La medicina es como una muleta para un caminante cojo; pero la muleta puede también usarse como garrote para sacar al caminante del camino. Esto es una «alegoría» y para garrotes se instruyen verdugos, que es otro oficio.
   
Los cuidados paliativos están más acordes con la ética médica que el homicidio piadoso; es una forma de «permitir morir». El Dr. Gherardi cree advertir ciertas «modificaciones culturales» que harían aceptable la eutanasia. ¿Es así? ¿O apenas hacen aceptable su discusión?
   «¡O tempora, o mores!» decía Cicerón con respecto a la aceptación social de ciertas costumbres y hacía distinciones sutiles, razonaba con rigor y discutía con cortesía (no mucha). (Catilinarias, Primer discurso, I).
   Ah!, las comillas no se usan solamente para citar.

Samuel Finkielman

e-mail: direlanari@sis.rec.uba.ar

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