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Medicina (Buenos Aires)

versión impresa ISSN 0025-7680versión On-line ISSN 1669-9106

Medicina (B. Aires) v.64 n.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires mar./abr. 2004

 

La inversión en vacunas

     Un viejo refrán dice que es mejor prevenir que curar. La prevención en salud brinda el mayor beneficio con el menor costo. Esto no significa que no tenga ningún costo, pero no es un gasto sino una inversión.  Dentro de las medidas de prevención, la vacunación es la más segura y rentable de las intervenciones en salud y la que evita más enfermedades y muertes.
     La vacunación del niño menor de un año adquiere relevancia porque cubre el período de vida de mayor vulnerabilidad a las enfermedades que son inmunoprevenibles. Esta práctica ha permitido que la viruela haya sido declarada erradicada en el mundo en 1977 y la poliomielítis en las Américas en 1991.
     En 1969, cuando en nuestro país se realizó el Primer Seminario Nacional de Vacunaciones, la vacunación obligatoria por ley incluía sólo tres vacunas: la BCG, la antivariólica y la antidiftérica1.
     A pesar de los avatares políticos y sucesivos recortes presupuestarios, el esfuerzo de los distintos equipos técnicos que se desempeñaron en el Programa Nacional y Programas Jurisdiccionales de Vacunación, permitió a finales del siglo XX contar con 10 vacunas obligatorias y gratuitas que previenen las formas graves de tuberculosis en los niños menores de 5 años, la hepatitis B, la poliomielitis por virus salvaje, el tétanos, la difteria, la tos convulsa, la enfermedad por Haemophilus influenzae  serotipo b, el sarampión, la parotiditis urliana y la rubéola.
     Desde 1980 a 1999 se logró aumentar la cobertura de vacunación al año de edad de 33% a 91% para Sabin, de 44% a 86% para la triple bacteriana (cuádruple desde 1998), de 66 a 100% para BCG y de 61 a 97% para la antisarampionosa (triple viral desde 1997).
     Esto dio como resultado que las enfermedades prevenibles por vacunas del Calendario Nacional disminuyeran drásticamente su incidencia. Desde 1984 (hace ya 19 años), no se ha producido en el país ningún caso de poliomielitis por virus salvaje, la tasa de meningitis tuberculosa en menores de 5 años ha disminuido en 9 veces de 1980 a 1999, en tanto la tasa de tuberculosis bacilífera sólo disminuyó a la mitad. En el mismo período la notificación de difteria disminuyó de 86 a 0 casos, la tos convulsa de 27203 notificaciones a 669 (con todos los sesgos que tiene esta información, que no han cambiado desde entonces) y el tétanos en todas la edades de 220 a 19 casos. Con la implementación de la vacunación anti-Haemofilus influenzae serotipo b en 1997, descendieron los casos de meningoencefalitis específica de 361 a 65 en sólo 2 años y gracias a la vacunación de la embarazada con antitetánica se ha logrado que el tétanos neonatal (cuya vigilancia epidemiológica se comenzó en 1987) disminuya de 21 casos en 1988 a la ocurrencia de 0 a 2 casos anuales2.
     Se calcula que por cada dólar que se invierte en vacunación, se ahorran entre siete y veinte dólares como resultado de la prevención de gastos relacionados con atención médica, discapacidad y muerte ocasionados por las enfermedades de la infancia3. ¿Cuánto hemos ahorrado en el país con la inversión que se realizó en vacunas?
     Aún faltan incorporar al calendario vacunas preventivas de hepatitis A, varicela y vacunas conjugadas para el neumococo y meningococo C, que, por su alto costo, demoran su aplicación masiva, y son utilizadas sólo en los niños que por su condición socioeconómica-cultural son los que tienen menor riesgo de padecerlas. ¿Cuánto se sigue gastando en el daño producido por estas enfermedades?
     Por otra parte las vacunas combinadas que incluyen, con excepción de la BCG, el total de vacunas obligatorias del primer semestre de edad en una sola inyección por dosis, no son todo lo utilizadas que su eficacia, seguridad, menor costo operativo y menor número de oportunidades perdidas han demostrado.
     Últimamente se ha planteado que el gasto que se realiza en la adquisición de vacunas al exterior puede ser volcado a la investigación y producción de las mismas en nuestro país4.
     Esto, que sin ninguna duda es una loable iniciativa, requiere tiempo, recursos y trabajo sostenidos, en un país con políticas cambiantes como el nuestro. Un ejemplo es la producción de vacuna BCG por el Laboratorio Central de Salud Pública ( LCSP) de La Plata, con más de 30 años de trabajo. Hoy puede plantearse la extensión de su abastecimiento para cubrir todo el país, siendo una vacuna eficaz y segura que ya ha sido probada en la población general (fase IV) de la provincia de Buenos Aires.
     Lo mismo ocurre con la vacuna doble bacteriana contra el tétanos y la difteria (dta), tanto para la producida por el LSCP como para la del INEI- ANLIS Dr. Carlos Malbrán.
     Es importante conocer que, de todos modos, estas vacunas insumen conjuntamente un ínfimo porcentaje (4%) del costo total de los productos biológicos que debe adquirir el país para dar cumplimiento al Calendario Nacional de Vacunación.
     La investigación nacional para la producción de vacunas debe contar con recursos para su desarrollo sostenido y estable, durante el tiempo necesario para cumplir todas la fases experimentales y contar con garantía de calidad requerida para que las mismas sean eficaces y seguras. Mientras tanto debe seguir invirtiéndose en la adquisición de aquellas vacunas que cumplan satisfactoriamente con dichos requisitos, de acuerdo a OMS, para que no se interrumpa la acción preventiva indispensable para evitar estas enfermedades, aunque esta circunstancia no sea noticia5,6,7
     La OPS/OMS fomenta las investigaciones y el desarrollo de vacunas en colaboración con laboratorios del sector público, para que la producción local de vacunas sea viable desde el punto de vista económico y técnico y se ciña a las prácticas adecuadas de producción3.
     No hay que olvidar, además, que existen investigaciones y producción de vacunas llamadas huérfanas que, por su utilización en poblaciones pequeñas, no son redituables económicamente para los laboratorios productores internacionales (virus Junín, Hantavirus) y que sí deben recibir apoyo estatal, pues de otro modo no podrán ser producidas ni utilizadas8.
     También OPS/OMS insta a redoblar el esfuerzo que ya se viene realizando en muchas jurisdicciones del país para que las vacunas se apliquen a todos los niños, especialmente a aquéllos que no llegan a los centros asistenciales, realizando vacunación casa por casa, en los refugios y comedores, entre otros lugares públicos, para mantener coberturas de inmunización útiles. Al mismo tiempo llama a fortalecer la vigilancia epidemiológica de las enfermedades inmunoprevenibles y de las distintas cepas y serotipos de los microorganismos circulantes en nuestros países, para poder ajustar cada vez más la especificidad de las vacunas utilizadas3.
     Por otra parte y no menos importante, es la investigación acerca de la falta de vacunación en tiempo y en forma, en los casos de enfermedades inmunoprevenibles, porque finalmente, la peor vacuna es la que no se aplica.

Isabel N. P. Miceli

imiceli@intramed.net

1. Secretaria de Estado de Salud Pública. Departamento de Atención Médica. Normas Técnicas de Vacunación. Buenos Aires: Imprenta del Ministerio de Bienestar Social, 1970.
2. Ministerio de Salud de la Nación, OPS/OMS. Evaluación multidisciplinaria del Programa Nacional de Inmuni-zaciones. Buenos Aires: Gráfica Laf, 2000.
3. OPS/OMS HPV. Grupo Asesor Técnico sobre Enfermedades Prevenibles por Vacunación. XV Reunión: Conclusiones y Recomendaciones. Documento PAHO/HPV 2002-0001 1S. Washington DC, EUA 22-23 de noviembre 2002. Disponible en URL: www.paho.org/Spanish/HVP/tag 15_conclusions.pdf
4. Airaldi MG, Alonso Romanowski S, Ambrosio A, et al. Producción de vacunas en la Argentina: una decisión imposter-gable. Medicina (Buenos Aires) 2003; 63: 457-8.
5. WHO. Department of Vaccines and Other Biologicals. Informal consultation of experts on national regulation of vaccines. WHO/V&B/99.08. Geneva, 21-22 January 1999.
6. WHO. Department of Vaccines and Other Biologicals. Review of existing documents on planning, performance and assessment of clinical studies on vaccines. WHO/V&B/99.09. Geneva, 21-22 January 1999.
7. OMS. Departamento de Vacunas y Productos Biológicos. Reglamentación de vacunas: desarrollo en los organismos actuales de reglamentación farmacéutica. WHO/V&B/99.10. Ginebra, 21-22 de enero de 1999.
8. Schuart B, Ravinovich NR. Stimulating the development of orphan (and other) vaccines. Emerg Infect Dis. 1999; 6: 749-56.

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