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Medicina (Buenos Aires)

versión impresa ISSN 0025-7680versión On-line ISSN 1669-9106

Medicina (B. Aires) v.64 n.6 Buenos Aires nov./dic. 2004

 

Santiago Ramón y Cajal. Un aniversario

Santiago Ramón y Cajal. An anniversary


Fig. 1
.- Emisión postal de la República Española, año 1934. Catálogo Ivert et Tellier No. 528. Muerte del fisiólogo [sic] Santiago Ramón y Cajal (1852-1934).

La tapa y esta nota en este número de Medicina (Buenos Aires) son un homenaje a Cajal (Fig. 1). Es el centenario de la aparición del segundo tomo de su obra mayor: Textura [Histología] del sistema nervioso del hombre y de los vertebrados (1897-1904)1. No es la primera vez que en esta revista se recuerda una obra de Cajal2.
     Quién diría que un hombre que en su infancia y adolescencia se caracterizó por ser indisciplinado, obstinado, un mal estudiante, desmemoriado y poco aplicado, a quien los castigos y el ayuno no lograban cambiar, llegaría a ser uno de los más brillantes científicos de su época, en un ambiente social que no favorecía a la ciencia y, aun así, supo ganar el reconocimiento de la comunidad científica internacional. Sigamos sus recuerdos3.
     Santiago Ramón y Cajal nació en Petilla de Aragón, enclave de Navarra en un inhóspito lugar de Aragón, el 1ro. de mayo de 1852, hijo mayor de Don Justo Ramón Casasús, entonces un modesto cirujano rural, y Doña Antonia Cajal. Terminada la enseñanza primaria, para cursar el bachillerato, su padre lo coloca en el Colegio de los Escolapios de Jaca, con fama de domar y educar díscolos y revoltosos. No pudieron con Santiago y el desengañado padre lo trasladó al Instituto de Huesca, donde no fueron menores sus calaveradas. Su padre, desilusionado y furioso, lo empleó como aprendiz de barbero y luego de zapatero. Sin embargo, saliendo del cauce de la educación convencional, el muchacho gustaba de la naturaleza, la historia natural, los paseos al aire libre y poseía un espíritu artístico, al que quería desarrollar, pese a la oposición paterna, y que plasmaría posteriormente en los extraordinarios dibujos de las observaciones que llenarían su actividad científica.
     En el verano de 1868, de la mano del padre, descubre la anatomía. Terminado el bachillerato su padre, que deseaba firmemente que sea médico, lo acompaña a matricularse en el año preparatorio de la Universidad de Zaragoza. Al poco tiempo la familia se traslada a Zaragoza; su padre había obtenido una plaza en la Beneficencia provincial y el nombramiento de profesor interino de disección de la Facultad de Medicina. Padre e hijo, por fin, encuentran una senda común. Tres años disecan juntos y Santiago con sus dibujos y acuarelas reproduce fiel y artísticamente las disecciones de su orgulloso padre. En ese ambiente Santiago obtiene la licenciatura de médico en 1873.
     En 1874 es llamado al ejército y consigue pasar a la sanidad militar. Interviene en varias persecuciones, incruentas, de partidas carlistas. Luego recibe la orden de traslado, como capitán médico, a las tropas coloniales en Cuba. Le tocó el peor destino, enfermerías aisladas donde se enferma, como sus pacientes, de paludismo y disentería. Solicita su licencia absoluta, renuncia a la carrera militar, la consigue en la primavera de 1875, como inutilizado en campaña con el diagnóstico de caquexia palúdica grave y vuelve a España. A estas calamidades se agregaron la paga irregular y el despojo de casi la mitad de sus haberes atrasados por el pagador.
     A su regreso fue nombrado ayudante interino de Anatomía de la Escuela de Medicina de Zaragoza, luego profesor auxiliar interino, y ayudaba a su padre en el hospital y con sus pacientes. En 1877 se doctoró en la Universidad de Madrid; uno de sus profesores, Aureliano Maestre de San Juan (1828-1890), lo inició en las técnicas de observación microscópica. Sumamente interesado y movido por estas observaciones destina todos sus ahorros a la compra de un microscopio, un micrótomo y algunos accesorios y posee así el mejor equipo de la Universidad de Zaragoza. En 1878, debilitado por las enfermedades contraídas en Cuba, padece una tuberculosis, se trata con los medios de la época, baños termales y una estadía en la montaña al cuidado de su hermana Pabla. La vida al aire libre, las caminatas por la montaña, una buena alimentación, lo recuperaron y serenaron su espíritu. Al retornar a Zaragoza fue nombrado director del Museo Anatómico de la Facultad de Medicina (1879) y se casa, por amor y contra la opinión de sus padres y amigos, con Silveria Fañanás García. El matrimonio tuvo siete hijos.
     Designado catedrático de Anatomía de la Universidad de Valencia en 1883, allá se traslada en 1884. En 1885 participó en la lucha contra la epidemia de cólera y se interesó en la bacteriología4a. En ese período valenciano ocurren dos hechos decisivos: decide publicar sus trabajos en el extranjero («en un francés mediocre») y Luis Simarro (1851-1921), neuropsiquiatra valenciano, lo pone en conocimiento del método (la reazzione nera5a) y del libro de Camillo Golgi Sulla fina anatomia degli organi centrali del sistema nervoso (1885). Para entonces las exploraciones de Cajal habían llegado al sistema nervioso y el método de Golgi, impregnación simultánea y selectiva del cuerpo, dendritas y axones de las neuronas con un fino precipitado de bicromato de plata era el instrumento adecuado para estudiar el origen y terminación de las fibras nerviosas y la naturaleza de las conexiones intercelulares, «el arma poderosa que faltaba para descuajar la selva impenetrable de la sustancia gris»4b.
     En 1887 fue nombrado en la nueva cátedra de Histología normal y patológica de la Universidad de Barcelona. Podía haber optado por cátedra similar en Zaragoza, estuvo tentado, pero en las grandes poblaciones universitarias «las toxinas humanas, diluidas por la distancia, pierden o atenúan notablemente sus efectos»4c.
     En 1888, su año cumbre, prolífico y creativo, perfeccionó el método de Golgi, modificación denominada de la doble impregnación argéntica, que, unida a la aplicación del sentido común, para Cajal contribución más importante que la técnica, le permitió sostener y demostrar con sus imágenes la teoría neuronal de la individualidad celular (cada neurona es una unidad separada y completa) y que sus conexiones con las otras neuronas lo eran por contacto, y refutar así la teoría reticular de la continuidad, que sostenía que las neuronas estaban unidas en un sincicio y conectadas por un retículo de fibras que pasaban de célula a célula4c. Y, si alguna duda quedaba, la despejó el mayor poder de definición del microscopio electrónico6.
     Los resultados de ese período de furiosa actividad los presentó en la reunión de la Sociedad Anatómica Alemana celebrada en la Universidad de Berlín en octubre de 1889. Allí mostró sus preparados, explicados en mal francés y despertando el interés de algunos famosos, «singularmente a Kölliker», según Cajal. «Solo y suscitando sonrisas incrédulas», dice un testigo, y sigue: «Todavía creo verlo tomar aparte a Kölliker, entonces maestro incontestable de la Histología alemana, y arrastrarlo a un rincón de la sala de demostraciones, para mostrarle en el microscopio sus admirables preparaciones y convencerle al mismo tiempo de la realidad de los hechos que pretendía haber descubierto» (Arthur van Gehuchten, 1861-1914)4d. Poco después Kölliker (Albert von Kölliker, 1817-1905) confirmó lo sostenido por Cajal. Comenzó el camino del reconocimiento y los honores.
     En 1891 expuso Cajal su teoría de la polarización dinámica, que sostiene que el impulso nervioso va de las dendritas al cuerpo neuronal y de allí al axón y a la arborización terminal4e. Tras disputadas oposiciones, en 1892, Cajal alcanzó la cátedra de Histología normal y Anatomía patológica en la Universidad Central. Llegó a Madrid, a la Corte.
     Hacia 1893 propuso su teoría neurotrópica o quimiotáctica que asigna al cono de crecimiento del axón embrionario la capacidad de dirigirse, estimulado por ciertas sustancias, hacia corpúsculos musculares u otras neuronas para establecer con ellos conexiones estables y específicas4f-7. Este último punto es conocido como principio de la especificidad de las conexiones9.
     En 1894 la Royal Society de Londres lo invitó a pronunciar la Croonian Lecture, su principal conferencia en ciencias biológicas, y la Universidad de Cambridge le otorgó el título de Doctor en Ciencia, honoris causa, primero de una larga lista de títulos honorarios que vinieron después.
     El 1900 fue pródigo para Cajal, el Congreso Internacional de Medicina, reunido en París, le concedió el Premio Internacional de Moscú, 6000 francos. Repercutió en Madrid, había que tratar bien al premiado. Al poco tiempo se creó y se lo nombró director del Instituto Nacional de Higiene de Alfonso XIII, luego del Laboratorio de Investigaciones Biológicas que «satisfacía plenamente» las aspiraciones de Cajal.
     En 1903 preocupaban a los neuroanatomistas las fibrillas del citoplasma de las neuronas, las neurofibrillas. Se necesitaba conocer su estructura, una técnica práctica que las mostrara selectivamente. Basado en su experiencia fotográfica Cajal resucitó una técnica de Simarro y empleó el nitrato de plata con un reductor fotográfico (hidroquinona), ésta le permitió revelar las neurofibrillas en neuronas centrales, periféricas, axones y dendritas y «... una larga serie de trabajos de laboratorio publicados durante veinte años...». La técnica de Cajal fue reemplazada por las más prácticas, y tan trabajosas, de Bielchowsky y sus modificaciones.
     Llegamos a 1904, año del aniversario que recuerda esta nota: la publicación del segundo tomo, en dos partes y sendos volúmenes, de Textura [Histología] del sistema nervioso del hombre y de los vertebrados, 1209 páginas, 887 figuras, casi todas obra del autor como en el primer tomo de 1899, 506 páginas, 206 figuras; ambos fueron impresos en Madrid, en la Imprenta y Librería de Nicolás Moya. «En ese libro Cajal prueba la individualidad de las neuronas, desenreda sus conexiones en el sistema nervioso central y establece el marco para la neurociencia moderna»1.
     Siguen las recompensas y los honores («inesperados», dice Cajal), las polémicas, muchos discípulos. Honores y recompensas culminan con el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en1906, otorgado a Camillo Golgi (1843-1926) y a Cajal «en apreciación de sus trabajos sobre la anatomía del sistema nervioso». En sus discursos (ambos en francés) Cajal elogió cordialmente a Golgi mientras que éste, para consternación de los presentes, sacó a relucir su rete nervosa difusa, no citó las contribuciones de nadie sino las suyas y «se mantuvo detenido en sus investigaciones de veinte o treinta años antes»5b.
     En 1913 Cajal desarrolló la técnica del sublimado-oro (sublimado de mercurio, cloruro de oro) que tiñe las células gliales. Con esta técnica describió los astrocitos fibrosos con sus prolongaciones citoplasmáticas que contactan con los vasos sanguíneos, estructura a la que aplicó la pintoresca denominación de «pie chupador» o complejo glio-vascular de Achúcarro (Nicolás Achúcarro, 1880-1918), astrocitos que intervienen en las particulares propiedades de la barrera hemato-encefálica9. Tal vez en el control del flujo sanguíneo10.
     A los tres volúmenes de la Textura, agregó dos del Estudios sobre la degeneración y regeneración del sistema nervioso, Madrid, 1913-1914; «Obra costeada por la generosidad de los médicos españoles de la República Argentina». Publicó alrededor de 250 artículos científicos, entonces el autor era casi siempre uno y los trabajos de discípulos y continuadores se enumeraban en una lista aparte. Trata Cajal, generalmente, de los miles de formas de las neuronas, sus células satélites y sus conexiones en el sistema nervioso: central, retina, periférico, de vertebrados e invertebrados, adulto o embrionario; más primitivo e inmaduro el animal, más accesible a las técnicas que usaba Cajal.
     Sus memorias: Recuerdos de mi vida: Infancia y juventud, Historia de mi labor científica y El mundo visto a los ochenta años, traslucen sus virtudes y condonan sus defectos. Son conocidos sus libros de pensamientos, anécdotas y ficciones. Produjo, para la «decorosa industria del libro de texto», manuales de histología, anatomía patológica y técnica micrográfica. Para terminar mencionamos Los tónicos de la voluntad. Reglas y consejos sobre la investigación biológica, tantas veces citado en esta revista.
     A la edad de ochenta y dos años falleció en Madrid el 17 de octubre de 1934. Aún nos acordamos la serie de la televisión española que narra su vida11.

Claudio Zuckerberg, Juan Antonio Barcat

claudio@zuckerbergjanna.com
jabarcat@topmail.com.ar

1. Heilbron JL, Bynum WF. 1904 and all that. Nature 2003; 426: 761-4.
2. Pasqualini CD. Cien años después en investigación científica. Medicina (Buenos Aires) 1999; 59 :798-800.
3. Ramón y Cajal S. Infancia y juventud. 4ta Edición. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1946
4. Ramón y Cajal S. Recuerdos de mi vida. Historia de mi labor científica. Madrid; Alianza, 1981. En especial: a) Capítulo II, p.33-49; b) Capítulo III, p. 50-61; c) Capítulo IV, p. 62-72; d) Capítulo V, p. 73-88; Capítulo VI, p. 89-97; e) Capítulo VIII, p. 115-129; f) Capítulo X, p.141-51.
5. Mazzarello P. La struttura nascosta. La vita di Camillo Golgi. Bologna: Cisalpino, 1996. a) Capitolo VI (Le nere silhouette), p. 87-98. b) Capitolo XXI (Due fratelli siamese uniti per la schiena), p. 439-452.
6. Katz B. Nerve, muscle, synapse. New York: McGraw-Hill, 1966. p. 5-6.
7. Koeberle PD, Bähr M. Growth and guidance cues for regenerating axons: where have they gone? J Neurobiol 2004; 59: 162-80.
8. Kandel ER, Schwartz JH, Jessel TM (editors). Principles of neural science. 4th Edition (International Edition). New York: McGraw-Hill, 2000. Ver: Chapter 2 (Nerve cells and behavior), p. 19-35 y Chapter 54 (The guidance of axons to their targets), p. 1063-86 o en 3rd. Edition, New York: Elsevier, 1991: Chapter 52 (Cell migration and axon guidance), p. 908-28.
9. Ballabh P, Braun A, Nedergaard M. The blood-brain barrier: an overview: structure, regulation, and clinical implications. Neurobiol Dis 2004; 16: 1-13.
10. Mulligan SJ, MacVicar BA. Calcium transients in astrocyte end feet cause cerebrovascular constrictions. Nature 2004; 431: 195-9. Ver también: Peppiatt C, Attwell D. Feeding the brain. Nature 2004; 431: 137-8 (News and views).
11. Ramón y Cajal. Historia de una voluntad. Serie dirigida por José María Forqué; interpretada por Adolfo Marsillach como Cajal; guión de Hermógenes Sáinz. RTVE, 1982.
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