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Medicina (Buenos Aires)

versión impresa ISSN 0025-7680versión On-line ISSN 1669-9106

Medicina (B. Aires) v.65 n.1 Buenos Aires ene./mar. 2005

 

Evolución de la Coqueluche en la Argentina a finales del siglo XX

Clara A. Riva Posse1, Isabel N. P. Miceli2

1 Delegación Sanitaria Federal en Río Negro, Ministerio de Salud de la Nación;
2 Sector Epidemiología Area Programática, Hospital Nacional Prof. Dr. A. Posadas, El Palomar

Dirección postal: Dra. Isabel N. P. Miceli, Cabello 3755, 1425 Buenos Aires, Argentina
FAX: (54-11) 4802 6965 e-mail: imiceli@intramed.net

Resumen
Se analizaron los datos de morbilidad y mortalidad por coqueluche y su relación con la cobertura de vacunación con vacuna triple bacteriana (DPT), entre los años 1969 y 2000 inclusive, con base en la información disponible en los registros nacionales. Se calcularon el porcentaje de variación anual promedio y las medias geométricas de las tasas de notificación y mortalidad, por períodos, y los coeficientes de correlación entre las mismas y entre cada una de ellas y la cobertura de vacunación. La variación anual promedio, de la tasa de notificación para el período 1969-2000 fue -14.34 y para 1980-2000 -17.26 y la correspondiente a la tasa de mortalidad para 1980-2000 fue -10.41. Las coberturas de vacunación del niño menor de un año (3 dosis), fueron del 44.4% en 1980; inferiores al 60% hasta 1982 y mayores al 80% a partir de 1990. Se observó una correlación inversa altamente significativa entre (a) la implementación de la vacunación, el aumento de su cobertura, la introducción de la quinta dosis a los 6 años de edad, y (b) las tasas de incidencia y mortalidad. Se observó además que en nuestro país existe poco conocimiento sobre la ocurrencia de la enfermedad en el adulto y que no se cuenta con estudios poblacionales sobre la eficacia de la quimioprofilaxis con eritromicina, durante brotes epidémicos. Se proponen estrategias para la mejor vigilancia y control de esta enfermedad.

Palabras clave: Coqueluche; Incidencia; Mortalidad; Vacunación

Abstract
Pertussis: its evolution in Argentina at the end of the Twentieth Century. The objective of this study was to analize data of pertussis morbidity and mortality in Argentina and vaccination coverage with combined pertussis vaccine (DwPT), which was available from 1969 until 2000 inclusive, and to investigate their interrelation. A retrospective study was performed based on National Registers. Notification and mortality annual mean variation rates and geometric mean rates, by periods, were analyzed, and correlation coefficients between each one of them and with vaccination coverage were calculated. Notification annual mean variation rates for 1969-2000 were -14.34 and for 1980-2000 -17.26; mortality annual mean variation rates for 1980-2000 was -10.41. Vaccination coverage in infants up to one year of age (3 doses) was 44.4% in 1980; less than 60% until 1982 and higher than 80% after 1990. A highly significant inverse correlation was observed, between (a) vaccine implementation, increase in its coverage, introduction of a fifth vaccine dose, and (b) notification and mortality rates. It was observed during the study, that in our country there is a relatively little knowledge about disease occurrence in adults, and an apparent absence of population-based studies performed on the efficacy of erythromycin chemo profilaxis in epidemics outbreaks. Based on these data, strategies for a better surveillance and control of pertussis, are exposed.

Key words: Pertussis; Incidence; Mortality; Vaccination

Descripta en el siglo XVI, la coqueluche, también denominada tos ferina, pertussis y comúnmente en nuestro país, tos convulsa, es una enfermedad bacteriana aguda de las vías respiratorias. Es altamente contagiosa, endemo-epidémica, tiene distribución universal y su notificación es obligatoria (clase 2B)1, 2 .
El agente etiológico aislado y descrito en 1906, es la Bordetella pertussis (Bp). La infección por Bordetella parapertussis, que cursa con un cuadro más leve, es menos frecuente. El único huésped es el ser humano, se transmite por las secreciones respiratorias y se ha comprobado la infección asintomática. Otros microorga-nismos, especialmente algunas clases de adenovirus y clamidias, pueden presentar cuadros "coqueluchoides" que hacen necesario el diagnóstico diferencial3.
Afecta principalmente a niños menores de 5 años y con potencial gravedad, mayor riesgo de complicaciones y mortalidad, a menores de 6 meses. Estos adquieren usualmente la enfermedad de niños mayores o adultos que pueden ser asintomáticos o presentar tos atribuida a otras etiologías4.
Si bien siempre se conoció la existencia de la enfermedad en los adultos, es creciente el número de estudios que confirman su importancia como causa de tos persistente, que al no ser diagnosticados ni tratados se convierten en una fuente importante de transmisión de Bp a sus contactos, lo cual es relevante en trabajadores de la salud, de la educación o cuidadores de niños. Se conoce que el contagio intrafamiliar es del 75 al 90% y el escolar de 50 a 80%1, 3-8. Es más frecuente en el sexo femenino, en especial en mayores de 10 años de edad. La letalidad se debe en general a neumonía y en los niños más pequeños a encefalopatía hipóxica. La OMS estima que en los países en desarrollo esta letalidad es de 1% y en los países desarrollados de 0.04%. En un seguimiento de 4 años en EE.UU., la letalidad hospitalaria fue de 0.7%9-11.
Clínicamente la coqueluche evoluciona en 2 fases, la primera, que es la de mayor contagio, por infección o colonización de la bacteria en el revestimiento epitelial respiratorio, se presenta en los niños y en cerca del 6% de los adultos, con el cuadro típico de tos seca, especialmente nocturna -fase catarral-, que progresa en 1 a 2 semanas a la enfermedad propiamente dicha, mediada por las toxinas de la Bp, con evolución de la tos a constante y repetitiva, "tos quintosa" -fase paroxística-, concluyendo cada episodio con un estridor inspiratorio característico, seguido por vómitos. Si bien el paciente aparece comprometido durante las crisis, generalmente está afebril. En lactantes menores de 3 meses, son comunes las crisis de apnea, cianosis y/o convulsiones, en tanto que en los adolescentes y adultos, cursa sólo con tos seca persistente, no característica1, 3.
El manejo médico de los casos de tos convulsa es fundamentalmente de apoyo. Con el fin de evitar la diseminación de la enfermedad, se efectúa tratamiento en el enfermo para eliminar la Bp de las secreciones, y quimio-profilaxis en los convivientes, siendo la eritromicina el antibiótico de elección1, 12-14.
La dramática caída de las tasas de infección por Bp, a nivel mundial, ha sido coincidente con el aumento de la cobertura masiva con la vacuna celular combinada difteria-tétanos-pertussis (DPT). Esta se comenzó a aplicar en la década del 40 del siglo pasado, y presenta una eficacia que oscila entre el 70 y 90%, y una inmunidad que perdura entre 4 y 10 años, disminuyendo progresivamente a partir de los 4 años3. No tiene acción protectora contra la Bordetella parapertussis10, 14.
La importancia de la coqueluche, que fue una de las afecciones más comunes de la infancia, ha ido disminuyendo de 1 982 549 casos notificados por 173 países en 1980, a 443 244 en 1990 (167 países) y a 150 011 en 2000 (147 países)15. No obstante, continúa siendo un problema de salud pública debido a su persistencia en algunos países, y en otros, con altas coberturas de vacunación, a su reemergencia. Esta última, podría deberse a variaciones de las cepas circulantes, con respecto a la vacunal, en su proteína pertactina y en la toxina pertussis15-18.
El objetivo del presente trabajo fue analizar la evolución en Argentina de la morbimortalidad por coqueluche y su interrelación con la cobertura de vacunación, en los últimos decenios del siglo XX, y proponer estrategias para su mejor vigilancia y control.

Material y métodos

Se realizó un estudio retrospectivo, mediante la revisión y análisis de los datos de notificación, mortalidad y de la cobertura de vacunación con vacuna triple bacteriana celular (DPT), disponibles en nuestro país hasta el año 2000 inclusive, para establecer las tendencias y su posible interrelación. Los registros de notificación fueron proporcionados por el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (SINAVE) de la Dirección de Epidemiología del Ministerio de Salud de la Nación, que al momento de realización de este estudio disponía de registros completos desde 196919. Los datos de mortalidad se tomaron del Programa Nacional de Estadísticas de Salud del Ministerio de Salud de la Nación20.
Las coberturas de vacunación (fuente: Departamento de Inmunizaciones - Dirección de Epidemiología del Ministerio de Salud de la Nación) fueron calculadas en el Centro de Informática de dicha Dirección, con base en las dosis aplicadas y el número de recién nacidos, proporcionados por las provincias. Dichos datos disponibles a partir de 1980, están referidos al menor de un año (3 dosis). Los datos históricos de cobertura con 4a dosis y revacunación al ingreso escolar son incompletos, por lo que no se analizaron en este estudio. Para calcular las tasas de morbilidad y mortalidad se utilizaron los datos de población de los censos y estimaciones "intercensales", brindados por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).
Se calcularon los promedios de las tasas de notificación y mortalidad por períodos, eligiéndose como límites de los mismos los correspondientes a grandes cambios en la tendencia de los valores. Para su cálculo se utilizó la media geométrica. Este cálculo tiene la propiedad de evitar la distorsión que producen los valores extremos (muy altos o muy bajos) sobre la media aritmética. Se calculó la variación anual promedio por períodos mediante el método de cuadrados mínimos y los coeficientes de correlación entre las mismas, para evaluar su coherencia, y entre cada una de ellas y la cobertura de vacunación, mediante la prueba de correlación no paramétrica de Spearman, debido a que la distribución de los datos no es normal, y el test de t para datos apareados. Para la realización de los cálculos, se utilizaron los programas Microsoft Excel 2000
Ò 9.0.2719 y SSPS Ò 10.0 1999.

Resultados

La notificación de la coqueluche se realiza en nuestro país de acuerdo con la Ley Nacional N° 15.465 de Notificación Obligatoria de Enfermedades de 1961, que derogó a la Ley Nacional N° 12.317 de Declaración Obligatoria de Enfermedades Contagiosas o Transmisibles, promulgada en 1936. Los registros existentes están completos desde 1969. Hasta 1994, la información era sólo numérica por jurisdicción, pero a requerimiento del SINAVE, a partir de entonces las jurisdicciones deben notificar todo caso sospechoso de tos convulsa, en forma numérica, con aclaración del grupo de edad, sin especificar sexo, con periodicidad semanal y ámbito geográfico provincial. Coqueluche está incluida en la Vigilancia Intensificada de Enfermedades Inmunoprevenibles que obliga a la investigación de cada caso. Esta información es publicada en Boletines Nacionales semanales y anuales y proviene mayoritariamente de establecimientos del subsector público19.
El Manual de Normas y Procedimientos del SINAVE actualizado en 2000, de acuerdo con OPS/OMS y el Centro para Control de Enfermedades (CDC, Atlanta), clasifica como "caso sospechoso" a la persona con tos persistente durante 14 o más días y al menos uno de los siguientes síntomas: tos en paroxismos, con presentación de estridor inspiratorio y/o vómitos inmediatamente posteriores al ataque, sin otra causa que lo justifique. Cuando el caso se diagnostica por cultivo y aislamiento de la Bordetella , o detección de la secuencia genómica por reacción en cadena de la polimerasa (PCR) o por estar vinculado epidemiológicamente a un caso ya confirmado por laboratorio, se define como "caso confirmado" . A los casos sospechosos sin estudios de laboratorio y sin nexo epidemiológico conocido, se los clasifica como "casos probables"19, 21, 22.
La vacuna antipertussis celular se aplica en nuestro país desde la década del 70, junto con los toxoides diftérico y tetánico, como componente de la triple bacteriana (DPT). Hasta 1985, sólo se aplicaban 4 dosis a partir de los 2 meses de edad, las 3 primeras cada 4 semanas y la cuarta al año de la última dosis. En la Actualización de las Normas de 1985, debido a que se observa que los escolares contagian a sus hermanos lactantes, se agrega la 5a dosis a los 6 años (entonces ingreso escolar) y se cambia el esquema de vacunación, indicando las 4 primeras dosis a los 2, 4, 6 y 18 meses de edad, acompañando a la vacuna Sabin. En noviembre de 1998, se incorpora la vacuna contra el Haemophilus infuenzae serotipo b (DPTHib) para las 4 primeras dosis, conservándose el esquema citado23-26 .
De 1969 hasta 1979 inclusive, la notificación anual de coqueluche en Argentina presenta brotes epidémicos cada 3 años, cuyos picos más altos se presentan en 1972 y 1976/77, coincidiendo este último con una epidemia de sarampión (Tabla 1). La media geométrica de la tasa anual de notificación para ese período en que no se cuenta con registro completo de mortalidad, ni de cobertura de vacunación, es de 91.86 ± 1.60 por 100 000 habitantes (Tabla 2). Durante la década del 80, aunque la tendencia es descendente, todavía se producen brotes con la misma periodicidad pero con menor incidencia. En el trienio 1980 a 1982, el descenso anual promedio de la tasa de notificación es de 52.58%, coincidente con la elevación del 31% en la cobertura de vacunación con DPT. La disminución anual promedio de la tasa de notificación de 1983 a 1986 es 27% menor que en el período anterior. En 1984, nuevamente en coincidencia con una epidemia de sarampión, vuelve a producirse un aumento en la tasa de notificación, disminuyendo al año siguiente en un 71.52%. A partir de entonces no se observan tasas mayores de 28% en el resto del período. En el trienio 1987-1989 se incrementa nuevamente el descenso anual promedio, para, desde 1990, irse desacelerando en paralelismo con el mantenimiento de los valores de la cobertura de vacunación. La variación anual promedio de 1980-2000 es de -17.26% y de todo el período 1969-2000 de -14.34%. A pesar del descenso sostenido de las tasas de 1988 en adelante, sigue existiendo una fluctuación trianual con leves elevaciones de los valores. Cuando se comparan las tasas de incidencia anual promedio de los períodos mencionados, los mayores cambios se observan en los períodos 1980-1982, siendo 3.02 veces mayor que la de 1983-1986 y 1987-1989, que es 3.23 veces superior que la de 1990-1995 (Tabla 2).

TABLA 1.– Cobertura con tres dosis de vacuna DPT, notificación de casos y mortalidad por coqueluche todas las edades. Número, tasa por 100 000 habitantes y variación anual promedio. República Argentina 1969-2000

El número de casos notificados en 2000 es 47 veces menor que en 1980 (Tabla 1). El dato de la edad está disponible en el 25% de los casos totales del país en 1995 y 79% en 2000. Cuando se comparan los datos de ambos años, se observa que la proporción de los niños menores de 1 año, sobre el total de casos, no varía significativamente, en tanto que la proporción del grupo etáreo de 15 a 49 años es 6 veces mayor en 2000 con respecto a 1995. Las tasas por 100 000 habitantes, para menores de 1 año y para el grupo etáreo de 15 a 49 años, eran respectivamente 17.78 y 0.02 en 1995 y 28.64 y 0.22 en 2000 (Tabla 3).

 

La incidencia en nuestro país presenta variaciones locales anuales, con manifestación de brotes circunscriptos a ciudades o poblaciones en las diferentes provincias19. En 1999/2000 se observó un brote en la zona andina de Río Negro y Chubut. Esta última provincia no había adoptado la norma de vacunar al ingreso escolar con la 5a dosis, de acuerdo con la actualización de la Norma Nacional de Vacunación de 198525. La tasa de notificación para el conjunto del país, para todas las edades, fue en el año 2000, de 1.56/100 . 000, en tanto que la de Río Negro fue de 7.9 y la de Chubut de 18.97 (13 veces mayor que la nacional). Con respecto a los menores de un año, las tasas del país, Río Negro y Chubut fueron respectivamente 28.64, 146.10 y 401.61 (14 veces mayor) y las de 10 a 14 años de edad 1.38, 13.05 y 13.66 (10 veces mayor).
De 1980 a 1999 inclusive, la tendencia de la mortalidad por coqueluche es claramente descendente, con una curva que concuerda con la de notificaciones, (Tabla 1 y Fig. 1) excepto en el bienio 1987-1988, en que el pico de mortalidad se retrasa un año con respecto al de la incidencia notificada. El descenso anual promedio durante el trienio 1980-1982 acompaña al correspondiente a la notificación, pero el mismo se desacelera a partir de 1983 para disminuir su descenso en forma marcada desde 1987. Vuelve a aumentar levemente en 1996, cuando el descenso anual promedio hasta 2000 se empareja con el de la notificación. La media geométrica por período puede observarse en la Tabla 2. El descenso anual promedio total del período es de 10.70% (Tabla 1). El número de fallecidos de 2000 es 8 veces menor que en 1980, en tanto que la tasa es 11 veces menor. Con excepción de 8 casos: 3 en 1980 y 1981 y 1 en 1983 y 1984 respectivamente, todos los registros de casos fallecidos presentan el dato de la edad. El descenso de la mortalidad va acompañada con un aumento de la proporción de los menores de un año, aportando a la mortalidad infantil. Dicha proporción es de 70.80% en el trienio 1980-1982, 85.00% en el período 1983-1986, 87.89% de 1987 1989, 90.45% desde entonces a 1996 y llega al 100% de los casos a partir de 1997 (Tabla 4). En la serie total 1980-2000, el 95.41% de los fallecidos son menores de 5 años, 85.89% menores de 1 año y 16 fallecidos (1.83% del total) mayores de 55 años. No se constataron fallecimientos en los otros grupos etáreos.

En cuanto al sexo, se destaca el predominio femenino en todos los años (salvo 1982 y 1996), con una razón de masculinidad total de 0.42. La misma es de 0.31 en el grupo de 7 a 27 días de edad y se mantiene hasta el grupo de 35 a 39 años, con una relación de hombres a mujeres de 1:3. Sólo en los mayores de 55 años predomina el sexo masculino.
El coeficiente de correlación entre tasas de notificación y tasas de mortalidad del período 1980-1999, para 21 pares de datos arroja un valor r = 0.9117, p< 0.0001 y el test de t para muestras apareadas es t(N-2) = 3.177 p= 0.0047.
La cobertura de vacunación con DPT de menores de 1 año con 3 dosis, en 1980 es de 44.4%; hasta 1982 inclusive es inferior al 60%, desde 1987 y hasta 1989 se encuentra en cifras mayores del 75%, pero es recién a partir de 1990 que se mantiene superior al 80%, no sobrepasando hasta 2000 el 87.1% logrado en 1987 como resultado de una campaña de vacunación realizada por la existencia de brotes de difteria (Tabla 1).
El coeficiente de correlación del porcentaje de cobertura de vacunación con las tasas de notificación del período estudiado para 21 pares de datos (1980-2000) presenta un valor r= -0.8870 p< 0.0001, y el test de t para muestras apareadas es t(N-2) -6.846, p< 0.0001 y los respectivos de la cobertura con las tasas de mortalidad para 21 pares de datos (1980-2000), un valor r de -0.7870 p<0.0001 y el test de t para muestras apareadas t(N-2) -26.474, p<0.0001. En la Fig. 2 se observan las tasas nacionales de notificación del período 1969-2000 y la cobertura con vacuna DPT 1980-2000 y en la Fig. 3 las tasas de mortalidad y dichas coberturas, 1980-2000.

Si bien la quimioprofilaxis es ampliamente indicada durante los brotes epidémicos, no contamos con estudios poblacionales nacionales de cumplimiento y eficacia en nuestro país.

Discusión

La vigilancia epidemiológica de las enfermedades inmunoprevenibles detecta los brotes epidémicos, las áreas poblacionales de alto riesgo, los grupos etáreos susceptibles y el efecto de la vacunación sobre la morbimortalidad27.
Para que la notificación de las enfermedades sea confiable, debe cumplir varios requisitos. El primero es una buena definición de "caso", le siguen; el sentido de alarma de la población para consultar, el conocimiento que de la enfermedad tenga el equipo de salud, la disposición de sus integrantes a realizar la denuncia epidemiológica y un método de confirmación de laboratorio que haya demostrado conjuntamente un alto nivel de sensibilidad, especificidad y operatividad. Si alguno de los mismos no se cumple existirá un subregistro que se alternará con un "sobre-registro" de casos, durante los picos epidémicos.
La dificultad diagnóstica de la coqueluche en adolescentes y adultos debida a la presentación clínica atípica, potencia la diseminación de la enfermedad y contribuye al subregistro.
La confirmación diagnóstica por el cultivo y la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), de alta sensibilidad y especificidad, son complejos y costosos. La PCR, además, para ser confiable debe realizarse en condiciones muy estrictas, con controles de calidad internos y externos, y requiere de una tecnología sólo disponible en pocos laboratorios de nuestro país. Por otra parte, no reemplaza a la bacteriología, necesaria para la tipificación molecular de la Bp y para medir sensibilidad a los antibióticos. Se debe aclarar que el diagnóstico de certeza en un brote de la enfermedad, no necesita ser realizado en todos los pacientes, bastando con los primeros de cada grupo de casos (cluster).
Por todo lo anterior, la notificación de esta enfermedad presenta sesgos. Al comparar los datos con los de otros países, por las variaciones en los requisitos para la notificación, los sesgos se potencian, pero al ser relativamente constantes, los datos son útiles para expresar tendencias27.
Como en la notificación, también existen sesgos en los datos de mortalidad. Con base en la revisión de los certificados de defunción, la veracidad del dato depende de la pericia diagnóstica del médico que lo firma, de la experiencia del auxiliar administrativo que lo vuelca al sistema estadístico y de la superposición de diagnósticos existente en la Codificación Internacional de Enfermedades (CIE 10)28, 29.
Dadas estas dificultades en obtener el diagnóstico de confirmación, el médico consigna en los certificados de defunción "síndrome coqueluchoide", diagnóstico inespecífico que se codifica como J98.4 "Otros trastornos del pulmón". Sólo queda registrado como A37.9 "Coqueluche", si se pudo realizar la investigación bacteriológica o epidemiológica del caso29.
No obstante, en los datos analizados en esta revisión, el coeficiente de correlación entre las tasas de notificación y mortalidad, que provienen de fuentes diferentes, manifiesta una relación directa muy significativa, lo que les otorga confiabilidad. Por otra parte, es probable que pacientes no notificados, luego sean contabilizados como fallecidos por la enfermedad. Al descender la mortalidad global, la misma se mantiene en los menores de un año, que constituyen el grupo etáreo más vulnerable y con menores probabilidades de estar vacunados.
Los cambios en la evolución epidemiológica de las enfermedades inmunoprevenibles dependen de su transmisibilidad, de la eficacia y efectividad de la vacuna y de la cobertura lograda. De aquí la importancia de mantener la continuidad de altas coberturas.
Antes de alcanzar una cobertura vacunal del 75% con DPT en la Argentina, se observaban picos epidémicos cada 3-4 años. Aunque la protección conferida por la vacuna no supera el 90% y en el período estudiado la cobertura en niños menores de un año no fue mayor del 87%, a su persistente aumento ha correspondido un descenso sostenido de la tasa de notificación. Estos datos concuerdan con el patrón epidemiológico descrito en otros países15.
En Suecia, Japón, Reino Unido, Rusia, Irlanda, Italia, ex Alemania Federal y Australia, países con movimientos anti-vacuna pertussis, la tasa de incidencia de la enfermedad es 10 a 100 veces superior a la de los que adoptaron la vacunación masiva30, 32.
Aunque no contamos con datos históricos completos de cobertura a los 6 años de edad, es posible que la interrupción de brotes con altas tasas, observada luego de 1987, se debiera a la incorporación de la vacuna DPT al ingreso escolar, con la Actualización de las Normas Nacionales de Vacunación de 1985, disminuyendo la incidencia en escolares, que actuaban como fuentes de contagio de sus hermanos lactantes. Avalaría esta hipótesis el brote observado desde 1999 en la provincia de Chubut (no aplicaba la 5a dosis), iniciado en niños de 10 a 12 años, con alta morbilidad en menores de 1 año, no vacunados o con esquemas incompletos.
En el período 1980-2000, se observó un coeficiente de correlación negativo altamente significativo, entre la cobertura de vacunación y las tasas de incidencia y de mortalidad.
Al mismo tiempo, la vacunación generalizada reduce la posibilidad de adquirir inmunidad inducida por exposición natural durante la niñez, que confiere una mayor y más duradera protección14, 32. Este hecho produce un corrimiento de la incidencia hacia adolescentes y adultos. Las personas mayores de 22 años, que no han padecido la enfermedad y por ser mayores de 6 años en 1986, no cuentan con la 5a dosis de vacuna antipertussis, presentan mayor susceptibilidad a infectarse y transmitir la enfermedad. En consecuencia, se puede inferir que existe en nuestro país un crecimiento de la población adulta susceptible.
En EE.UU., luego de un descenso del 98 % desde 1940 hasta 1976, que fue el año de menor incidencia, se observó un lento pero persistente incremento de los casos notificados. El mismo puede deberse a dos factores: al cambio en ese país de los criterios de notificación a partir de 1995 y a un real aumento de la circulación de Bp, expresado por el número de casos en lactantes. El cambio en la notificación, que incorpora como casos confirmados a aquellos positivos al PCR o con nexo epidemiológico con un caso confirmado, permite incluir especialmente a los pacientes de 10 o más años de edad18.
La curva de descenso del número de casos en nuestro país en la década del 80 es similar a la observada en EE.UU. en la década del 70. Tal vez cabría esperar, sin disminuir la cobertura de vacunación, un aumento de la tasa de incidencia en la Argentina, a partir de la modificación del sistema de notificación establecido en el año 2000, que ya se comenzó a notar durante ese año. Igualmente, es importante señalar que a pesar de la disminución del número de casos, sigue observándose una leve variabilidad trianual de las tasas.
Al igual que en EE.UU., en otros países con altas coberturas se observa una reemergencia de la enfermedad que, según algunos investigadores, podría deberse a un cambio por adaptación de las cepas de Bp circulantes con respecto a la vacunal17.
La incidencia futura de las enfermedades endemo-epidémicas depende de la tasa básica de reproducción de la enfermedad, y de la prevalencia y número de susceptibles en el momento. La tasa básica de reproducción de la enfermedad, expresa el número de infecciones producidas por cada caso, en una población totalmente susceptible. Para la coqueluche es de 15 a 17. La prevalencia es el número de casos en la población en el momento considerado, y los susceptibles son la suma de los individuos no vacunados y que no han padecido la enfermedad, los vacunados no inmunizados (nivel de protección de la vacuna), y los que han padecido la enfermedad o han sido inmunizados por la vacuna y han perdido su inmunidad a través del tiempo. El umbral de inmunidad colectiva es la proporción de sujetos inmunes que debe ser superado para que disminuya la incidencia. El mismo es mayor que 1 menos la inversa de la tasa básica de reproducción. Para la coqueluche es 1-(1/15) a 1-(1/17), es decir que el porcentaje de la población inmune debe ser mayor del 93 a 94%33.
La eficacia de las vacunas actuales, que previenen la enfermedad, pero no la infección, no supera el 90%, que es inferior a la proporción crítica de inmunizados necesarios para bloquear la transmisión. Por ello, a pesar que el único reservorio del Bp es el hombre, con las vacunas disponibles no existen expectativas inmediatas de eliminación de la enfermedad.
En nuestro país, si la cobertura anual en menores de un año (con 3 dosis), fuere igual al promedio del período 1996-2000, es decir 84%, de acuerdo a la protección que confiere la vacuna, sólo quedaría inmunizados cada año del 59 al 77% de dicha cohorte. Esto, sin sumar la población que va perdiendo inmunidad, produciría cada 3 a 4 años una cohorte igual al número de menores de un año sin inmunizar, que explica el aumento cíclico de la tasa de incidencia con esa periodicidad.
La producción de vacunas acelulares con componentes purificados de Bp en la década del 90, ha tenido como objetivo la disminución de la frecuencia de las reacciones adversas generales propias de la DPT. Ello abriría la posibilidad de su utilización masiva para la revacunación de adolescentes y adultos en un futuro no lejano, pero estas vacunas acelulares no han mejorado su inmunogenidad34-36.
La quimioprofilaxis con eritromicina es útil para evitar la transmisión de la infección, pero resulta poco operativa ya que debe ser prolongada (14 días), es costosa y produce frecuente intolerancia, todas ellas causas de abandono. Por otra parte, se ha informado una posible asociación entre el uso de eritromicina en lactantes y la aparición de estenosis pilórica hipertrófica37. Sería aconsejable evaluar la efectividad de otros macrólidos, de mejor tolerancia y que requieren menor tiempo de administración.
En conclusión, los resultados de este análisis son coincidentes con los de otros países. Se debe continuar con las investigaciones sobre vacunas acelulares, más eficaces y con menores efectos adversos, que puedan utilizarse a toda edad y respondan a los cambios estructurales de la Bp. Dados los conocimientos actuales, se proponen las siguientes estrategias: (a) lograr una cobertura continua igual o mayor al 95% con las 5 dosis de la vacuna específica; (b) realizar, a partir de las jurisdicciones más pequeñas, cálculos de susceptibilidad, para implementar acciones eficientes; (c) unificar las campañas de vacunación en verdaderas actualizaciones de todo el Calendario Nacional, para disminuir el gasto, y evitar las oportunidades perdidas por rechazo del equipo de salud; d) implementar, además del llamado a los puestos fijos, a los que concurre siempre la misma población de relativo menor riesgo, la vacunación casa por casa, en refugios y comedores, especialmente en los barrios donde las condiciones de vida son menos propicias para la concurrencia a los establecimientos de salud; (e) intensificar la vigilancia epidemiológica, incluyendo a adolescentes y adultos, involucrando a todo el equipo de salud, con el fin de indicar oportunamente las medidas de control de foco y notificación; (f) lograr un medio diagnóstico rápido, que además de presentar alta sensibilidad y especificidad, tenga características que lo hagan operativo, con baja complejidad y costo. En tanto, facilitar la utilización de los recursos de los laboratorios existentes, mediante redes de derivación de muestras, incentivando el cultivo para conocer las variaciones de Bp, y finalmente (f) vigilar la adherencia al tratamiento y quimioprofilaxis y probar la eficacia de otros macrólidos con menores tiempos de tratamiento y efectos adversos.

Agradecimientos: Las autoras agradecen el asesoramiento estadístico del Dr. Ricardo Bolaños, el aporte de datos de la Lic. Mercedes Fernández y del Sr. Aníbal Jiménez del Programa Nacional de Estadísticas de Salud, y de los Sres. Alberto Repetto y Néstor Rossi del Centro de Informática de la Dirección de Epidemiología del Ministerio de Salud de la Nación, a la Dra. Isabel N. de Kantor y a la Lic. Eleonora Poyard por sus sugerencias y aportes.

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Recibido: 12-5-2004
Aceptado: 6-10-2004

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