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Medicina (Buenos Aires)

Print version ISSN 0025-7680On-line version ISSN 1669-9106

Medicina (B. Aires) vol.65 no.4 Buenos Aires July/Aug. 2005

 

Nefritis tubulo intersticial asociada a parvovirus b19

José A. Ramírez1, Paula A. Coccía1, Hilario A. Ferrero2, Beatriz Livellara3, Silvia Christiansen4, Guillermo Gallo4

1Servicio de Nefrología Pediátrica, 2Servicio Clínica Pediátrica, 3Sección Virología, 4Servicio Anatomía Patológica, Hospital Italiano de Buenos Aires

Dirección postal: Dr. José Alberto Ramírez, Servicio de Nefrología Pediátrica, Gascón 450, 1181 Buenos Aires, Argentina. Fax: (54-11) 4958-4858. E-mail: jose.ramirez@hospitalitaliano.org.ar

Resumen
Paciente de 9 años, previamente sana, que ingresa en anasarca con síndrome nefrótico clínico y humoral, asociado a hipertensión arterial y microhematuria, con función renal normal y se comporta como corticorresistente. Se realiza 1° biopsia renal que informa glomerulonefritis proliferativa mesangial difusa con esclerosis focal y segmentaria. En tratamiento con ciclofosfamida y corticoides, presenta síndrome febril prolongado con anemia secundaria a crisis aplásica de la serie roja, asociada con una infección aguda por parvovirus B19, e insuficiencia renal aguda secundaria a nefritis tubulointersticial severa. La PCR para parvovirus B19 DNA fue positiva en tejido renal y médula ósea. La paciente evoluciona a insuficiencia renal crónica terminal. No se puede descartar que desde su inicio, el síndrome nefrótico estuviera asociado al daño glomerular por la infección viral, que comenzó como síndrome nefrótico con componentes nefríticos y que evoluciona inesperadamente a una nefritis tubulointersticial. Este sería el primer caso en el que se documenta como causa de insuficiencia renal crónica terminal, un daño tubulointersticial secundario a parvovirus B19.

Palabras clave: síndrome nefrótico, insuficiencia renal aguda, nefritis tubulointersticial aguda, parvovirus B19

Abstract
Tubulointerstitial nephritis associated with parvovirus b19 infection. A previously healthy 9 year old girl developed nephrotic syndrome with hypertension, microhematuria and normal renal function. The patient evolved as steroid resistant nephrotic syndrome whose initial renal biopsy was consistent with diffuse proliferative mesangial glomerulonephritis with focal segmental glomerulosclerosis. At the time of cyclophosphamide and prednisone treatment, she developed a prolonged febrile syndrome. She also had severe anemia following an aplastic crisis induced by human parvovirus B19 infection and acute renal failure secondary to a severe tubulointersticial disease. Bone marrow and renal tissue, tested by polimerase chain reaction were positive for parvovirus, while the patient's blood was negative. The renal involvement did not improve requiring chronic dialysis support. We believe that the initial glomerular disease could have been due to a parvovirus infection followed by un unexpected acute tubular interstitial nephritis, rapidly progressing to chronic renal disease. This case represents, to our knowledge, the first time that a direct relationship between parvovirus infection and acute tubulointerstitial disease has been demonstrated.

Key words:  nephrotic syndrome, acute renal failure, acute tubulointerstitial nephritis, parvovirus B19

     La Infección por parvovirus humano B19 (PV B19), ha sido asociada a glomerulopatías que se expresan clínicamente como síndrome nefrótico (SN) y/o nefrítico.
Inicialmente la enfermedad glomerular fue descripta en pacientes con anemia de células falciformes, que a posteriori de una crisis aplásica transitoria de la serie roja por PVB19, presentaron síntomas y signos de enfermedad glomerular aguda1, 2. El compromiso glomerular fue transitorio y autolimitado en algunos pacientes, otros evolucionaron a la insuficiencia renal crónica (IRC) con persistencia de la proteinuria masiva3.
     También la lesión glomerular fue documentada en pacientes que no presentaban crisis aplásicas de la serie roja y sí tenían evidencias de infección por PVB19, a través de la seroconversión y por la presencia del antígeno viral en tejido renal de biopsias.
     En estos pacientes, la biopsia renal (BR) mostró diferentes tipos de lesiones glomerulares, entre las que con mayor frecuencia se observaron: glomerulonefritis proliferativa focal, glomeruloesclerosis focal y segmen-taria (GEFS), glomerulopatía colapsante, glomerulo-nefritis proliferativa mesangial difusa (GNPMD), glo-merulonefritis endocapilar con depósitos de inmunocom-plejos y en lesiones a cambios mínimos de pacientes con síndrome nefrótico primario idiopático (SNPI)4, 5.
     Se presenta una paciente que en estado de salud comienza con un SN clínico y humoral corticorresistente, por GNPMD con GEFS. En tratamiento de su SN, presenta una crisis aplásica de la serie roja asociada con una infección aguda por PV B19, e insuficiencia renal aguda secundaria a nefritis túbulo intersticial (NTI) grave. La PCR para ADN PVB19 fue positiva en tejido renal.
     La paciente evolucionó a la insuficiencia renal crónica (IRC) terminal. El análisis secuencial de las tres biopsias renales que se le realizaron, establecieron que la evolución de la nefritis intersticial fue el determinante mayor de la injuria renal crónica y terminal.
     La evolución crónica de nuestra paciente, no es la habitual de un SNPI. Esto nos hace retrospectivamente pensar que desde su inicio la paciente pudo haber tenido una lesión glomerular por PVB19, y que la lesión tubulointersticial aguda es expresión de una nefritis tubulointersticial secundaria y no primaria6.

Caso clínico

Paciente de 9 años, sana, sin antecedentes personales ni familiares vinculados con su enfermedad actual. Comenzó con edema bipalpebral y de miembros inferiores, hipertensión arterial con función renal normal y orina completa con hematuria, proteinuria y cilindruria. La ecografía renal fué normal. Se le indicaron diuréticos y penicilina oral.
     Al noveno día del inicio de la enfermedad, con diagnóstico de SNPI se le indica metilprednisona 60 mg/m2/día. A la segunda semana de tratamiento con corticoides, la proteinuria de 24hs fue de 16mg/kg/día.
     A la cuarta semana de tratamiento es derivada a nuestro hospital por anasarca, hipertensión arterial, dolor abdominal y fiebre. La paciente impresionaba moderadamente enferma, con edema generalizado y ascitis, TA 130/80 mm Hg, en suficiencia cardiorrespiratoria, con dolor abdominal leve sin signos de irritación peritoneal. Las pruebas de laboratorio al ingreso, se presentan en Tabla 1. Radiografía de tórax: índice cardiotorácico de 0,50, leve derrame basal izquierdo.
     Ecografía renal: ambos riñones presentan aumento difuso de la ecogenicidad, RD 10.2 cm, RI 10,6 cm (diámetro longitudinal máximo/talla(cm) 10.12 cm)
     A las 6 semanas de tratamiento con corticoides se asumió a la paciente como SN corticorresistente, realizándose BR (Tabla 2).
     Diagnóstico histológico: GNPMD con GEFS (Fig. 1).

TABLA 1.– Exámenes de laboratorio en sangre y orina al inicio del síndrome nefrótico (SN) y durante la evolución


Fig. 1.– Proliferación mesangial difusa (400X H-E).

     La paciente egresó con corticoides en descenso progresivo, agregándose ciclofosfamida 2 mg/kg/día, diuréticos y antihipertensivos.
     A las 10 semanas del inicio del SN, se reinternó por síndrome febril (SF) de 3 semanas de evolución, habiendo cumplido 20 días de tratamiento con ciclofosfamida y corticoides.
     Impresionaba moderadamente enferma, hipertensa (135/90 mm Hg) con edema generalizado. Ver laboratorio (Tabla1). Ecografía renal: aumento difuso bilateral de la ecogenicidad con falta de diferenciación corticomedular; Rx de tórax, fondo de ojo y ecocardiograma doppler color normales, esputo y lavado gástrico: directo y cultivos para micobacterias negativos, TAC de tórax y abdomen con y sin contraste: leve derrame pleural basal izquierdo, aumento del volumen de ambos riñones.
     La anemia del ingreso fue siempre normocítica y normo-crómica,  con recuento de reticulocitos de 1%. El frotis de sangre periférica no mostró formas hemolíticas. El perfil ferroqui-nético se observa en la Tabla1.
     Punción aspirativa y biopsia de médula ósea: Hipoplasia moderada de serie eritroide. Series mieloide y megacariocítica conservadas en su morfología y celularidad. Relación mielo/eritroide 5/1. Examen directo y cultivo parabacterias, hongos y micobacterias negativo; ADN de parvovirus B19 DNA por PCR, positivo.
     Durante la internación requirió antihipertensivos diarios para controlar la presión arterial.
     Persistieron el SN y la microhematuria, y se observó un aumento significativo de la creatinina plasmática (Tabla1).
     La paciente permaneció 20 días con fiebre; luego, estando afebril por tres días consecutivos, presentó insuficiencia renal con anuria efectuándose la segunda biopsia renal a las 14 semanas del inicio del SN (Tabla 2) (Fig. 2).


Fig. 2
.– Proliferación mesangial difusa severa. Infiltrado intersticial polimorfo. Fibrosis y atrofia tubular moderada, se observan numerosos túbulos dilatados con pseudo tiroi-dización (100X H-E).

     Diagnóstico histológico: GNPMD, NTI difusa grave.
     La paciente ingresó a hemodiálisis recuperando la diuresis al cabo de seis sesiones. No se observó fase poliúrica, ma-croscópicamente la orina tenía aspecto gelatinoso.
     A las 24 semanas del comienzo del SN se efectúa la tercer biopsia renal (Tabla 2).

TABLA 2.– Biopsias renales

     La PCR para ADN de PV B19 en tejido renal fue positiva en la segunda y en la tercera biopsia renal. La seroconversión para PVB19 se observa en la Tabla1.
     Al tiempo en que hacemos esta comunicación, la paciente continúa en tratamiento dialítico crónico.

Discusión

Presentamos a una paciente de 9 años con SN que en su evaluación inicial se considera como un SNPI, iniciándose en consecuencia tratamiento con corticoides.
      El 93% de los SNPI responden a esta medicación con remisión entre las 3 y 4 semanas de tratamiento6.
     Ante la persistencia de la proteinuria (corticorresis-tencia), de la hematuria microscópica y de la hiperten-sion arterial (componentes nefríticos de SN), se efectuó BR. En ésta, la injuria renal era glomerular y caracterizada por una GNPMD con tres de 44 glomérulos con GEFS.
El 50% de los SNPI por GNPMD son inicialmente corticorresistentes. En los mismos, el tratamiento recomendado es ciclofosfamida y corticoides6.
     A las 10 semanas del inicio del SN, y en tratamiento con ciclofosfamida y corticoides, la paciente reingresa por un SF de 3 semanas de evolución. En este momento persistía el SN clínico y humoral, acompañado de anemia grave y caída de la filtración glomerular.
     La anemia caracterizada como normocítica normo-crómica con reticulopenia, sin signos de hemólisis en sangre periférica, el recuento de leucocitos normal y/o aumentado con desviación a la izquierda y la trom-bocitosis, sugerían una aplasia pura adquirida de la serie roja7. El aumento de la ferritina sérica, era también compatible con una activación inmune e inflamatoria como la observada en la “anemia de la inflamación”.
     La biopsia de la médula ósea confirmó la aplasia y se detectó por PCR la presencia del ADN de PVB19.
      Entre las causas secundarias de la aplasia de serie roja pura están las infecciones virales, entre éstas, la hepatitis C, el HIV, y el PVB19 son asociaciones informadas con frecuencia. Por otro lado, en los pacientes inmunocomprometidos, –tal es el caso de portadores de SN–, una de las formas en que se expresa la infección por PVB19 es la aplasia roja pura aguda o crónica8.
     Al tiempo de instalarse el fallo renal agudo anúrico, los parámetros hemodinámicos eran estables y no había recibido medicaciones nefrotóxicas, tampoco fárma-cos a los que se vinculan con NTI aguda.
      La insuficiencia renal aguda (IRA) en el SNPI pediátrico es infrecuente, más aún la que requiere tratamiento dialítico9.
     La biopsia renal en pleno período agudo, mostró que la lesión proliferativa mesangial persistía, sin componente proliferativo extracapilar, y el sector tubulointersticial, normal en la primera biopsia, mostraba un daño difuso y grave. La persistencia del fallo renal motivó la tercera BR, en la cual era evidente la evolución crónica de la enfermedad tubulointersticial con fibrosis periglomerular. Las PCR para ADN de PVB19 en el tejido renal de la segunda y tercera BR fueron positivas.
     La asociación entre el PVB19 y la enfermedad glo-merular que se expresa como SN y/o nefrítico ya ha sido documentada1, 2, 3, 4, 5.
     Wierenga y col.1 publicaron la evolución de 7 pacientes, 3 de los cuales eran niños, con anemia de células falciformes que a continuación de una infección por PVB19 presentaron SN. La biopsia renal en 4 de estos pacientes mostró una glomerulonefritis proliferativa segmentaria sin depósitos, y en 1 de ellos GEFS. Tolaymat y col2 presentan a un paciente con anemia de células falciformes, que 10 días posteriores a una crisis aplásica por PVB19 presentó un SN. La BR mostró una glomerulonefritis proliferativa focal con depósitos de IgM y C3 en mesangio. El SN clínico y humoral persistió con una nueva biopsia renal al año, en la cual se observó GEFS.
     El SN-nefrítico con hipocomplementemia también fue descripto en pacientes sanos, niños y adultos que luego de padecer eritema infeccioso presentaron glomeru-lonefritis proliferativa mesangio-capilar y glomerulonefritis proliferativa endocapilar con depósitos inmunes subendo-teliales y subepiteliales respectivamente3-5.
     La presencia de ADN de PVB19 por PCR en tejido renal fue maás frecuente en pacientes con SN por GEFS y glomerulopatía colapsante idiopáticos (GCI) que en quienes presentaban SN por glomerulopatía membranosa y a cambios mínimos4. Moudgill y col.10 confirmaron el aumento significativo de la prevalencia de PVB19 en el tejido renal y en sangre periférica de pacientes con GCI.
     El riñón humano fue documentado como reservorio de PVB19 a través de cuatro pacientes que, luego de una crisis de anemia aplásica, hicieron microangiopatía trombótica en el riñón transplantado con PCR positiva para PVB19. Tres de los cuatro riñones transplantados a los que se les efectuó biopsia a los 30 minutos de la revascularización, eran positivos por PCR para PVB1911.
     En la literatura revisada, el compromiso túbulo intersticial renal por infección por PVB19 no ha sido observado, y éste es para nosotros el responsable del fallo renal agudo y el determinante mayor de la progresión a la cronicidad del daño renal en nuestra paciente.
     Creemos que desde el inicio la enfermedad glomerular pudo estar asociada a la infección viral, tal cual lo señala la literatura, con una inesperada NTI aguda posterior que evolucionó a la cronicidad.
      Estudios de hibridización in situ en tejido renal humano, mostraron la presencia de PVB19 DNA en células epiteliales viscerales y parietales, como así también células tubulares4. En visones aleutianos la asociación entre la infección por PV animal y la NTI grave es una entidad reconocida, habiéndose demostrado la presencia del ADN viral en el epitelio tubular12.
     Este sería el primer caso publicado en que se documenta una NTI secundaria a PVB19 como causa de IRC terminal. La niña recibe el tratamiento dialítico desde hace 1 año y 3 meses, está anúrica, con proteinograma normal y responde adecuadamente a la dosis habitual de eritropoyetina recombinante humana.
     Sin embargo, la necesidad de realizar un transplante renal en su evolución posterior, preocupa ante las evidencias de elevada morbilidad en el postrasplante por recurrencia de la enfermedad13.

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Recibido: 7-10-2004
Aceptado: 1-06-2005

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