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Medicina (Buenos Aires)

Print version ISSN 0025-7680On-line version ISSN 1669-9106

Medicina (B. Aires) vol.65 no.5 Buenos Aires Sept./Oct. 2005

 

Historia de la Medicina

En la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, los docentes del ciclo clínico-quirúrgico, no todos, desde hace algunos años fueron dejando de impartir conceptos relevantes de la historia de la medicina a sus alumnos.
Nos parece beneficioso retomar un acercamiento a la historia, recordando que: «Ningún estudioso puede pensar fuera de su circunstancia y dentro de un vacío histórico», como expresó Robert Ulich1.
Los educandos conocerán que antes existían personajes que inventaban o descubrían métodos semiológicos, describían síndromes o enfermedades, y sus cambiantes certidumbres científicas a través de los siglos, reafirmando el apotegma educativo: «Los verdaderos conocimientos se ven fortalecidos por la comparación». Aprenderán el carácter de la cultura en que vivían, las estructuras sociales, los distintos momentos políticos y económicos que les tocó enfrentar. Seres humanos que «Nos permiten subirnos a sus hombros para ver más lejos que ellos», como certeramente lo advirtió Le Bovier de Fontenelle en el siglo XVII, hablando de los antiguos griegos y latinos2.
Estos personajes pueden generar en el educando una actitud de admiración y emulación, transformándose en arquetipos de una juventud empobrecida de valores, carente de maestros, donde los modelos de la convivencia social son el hombre económicamente rico, el artista exitoso o un malabarista de la pelota.
¿Cuáles son las razones de este alejamiento? Trataremos de dar algunas respuestas.
En los libros de medicina, los autores, desde hace algunas décadas dan escasa importancia a las referencias históricas. Acosados por lo nuevo en lo científico-técnico le ceden espacios, olvidando con frecuencia que lo nuevo muchas veces está enemistado con lo perdurable. Los editores –hoy reemplazados casi totalmente por grupos de inversión– a su vez tienen que cuidar el número de páginas del libro, para evitar su encarecimiento. Estudiar por «apuntes» no hace más que profundizar la ignorancia del saber histórico.
Los ayudantes docentes de los hospitales, tanto los médicos de planta, los residentes o los concurrentes, que no cursaron la Adscripción Docente en la Facultad, habitualmente no se ven estimulados por los textos ni por los docentes de su Unidad en la adquisición de conocimientos de historia. Además, gran parte de ellos no disponen del tiempo necesario para acrecentar su formación, ya que tiene que trasladarse de un lugar a otro para aliviar las cargas económicas de sus hogares.
Hace pocos años, la Facultad instituyó el Internado Rotatorio, cuya duración es de un año. Los estudios de pregrado siguen siendo de seis años y el año que lleva el internado se obtuvo reduciendo semanas o meses de algunas materias del ciclo clínico-quirúrgico. La falta de tiempo es el nuevo argumento para ignorar temas de historia.
Junto con la literatura y la religión, la historia estimula en los educandos a comprender los atributos humanos de quienes nos precedieron, conociendo sus pasiones, expectativas, ilusiones, sueños y utopías.
Creemos que no se debe seguir formando a los futuros médicos sólo a través de los conocimientos científicos y tecnológicos, pues ellos sólo alimentan a la inteligencia proveyéndola de todo lo cuantificable. Vivir de ese modo es un exceso a nuestra naturaleza, dado que las respuestas científicas resultan insuficientes para entender la complejidad de los seres humanos. La exageración de esos conocimientos, van transformando a la ciencia en cientificismo, y a la tecnología, con la seducción de sus imágenes, en tecnocracia. Ambos encandilan en lugar de iluminar la mente del futuro médico, oponiéndose a su razonamiento crítico.
Necesitamos una cultura integrada, donde la ciencia y el humanismo vayan juntos. Es una manera de evitar la fragmentación cultural que nos tiene acorralados, perdidos en la desmesura de querer alcanzar la seguridad como sinónimo de lo absoluto, que nos quieren hacer creer el cientificismo y la tecnocracia. Lo absoluto no corresponde al plano de lo secular, hay que buscarlo en otra parte.

Arnaldo Mamianetti

Gelly y Obes 448, Villa Sarmiento 1706 Morón, Pcia. de Buenos Aires

Notas

1. Ulich R. La educación y la idea de humanidad. Primera edición en español: Buenos Aires: Paidós, 1971. p 280.
2. Le Bovier de Fontenelle B. Citado por Teilhard de Chardin en La energía humana, Madrid: Taurus, 1967. Segunda edición en español. p 184.

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