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Medicina (Buenos Aires)

Print version ISSN 0025-7680On-line version ISSN 1669-9106

Medicina (B. Aires) vol.66 no.3 Buenos Aires May/June 2006

 

Litiasis renal. Modificaciones bioquímicas durante el seguimiento

Francisco R. Spivacow, Elisa E. Del Valle, Jose R. Zancheta

Instituto de Investigaciones Metabólicas, Buenos Aires

Dirección postal: Dr. Francisco R. Spivacow, Instituto de Investigaciones Metabólicas, Libertad 836, 1012 Buenos Aires, Argentina Fax: (54-11) 5031-9703
E-mail: spiva@idim.com.ar

Resumen
Con el objeto de evaluar si se producen modificaciones bioquímicas durante el seguimiento de pacientes nefrolitiásicos, se estudiaron 237 pacientes (115 mujeres y 122 hombres con una edad promedio de 39 ± 8 y 42 ± 7 años respectivamente) controlados durante 23.7 ± 19.3 meses. A todos se les realizó un estudio metabólico de litiasis renal inicial y como mínimo uno o más posteriormente con las mismas características que el basal. No fueron incluidos pacientes con los diagnósticos de riñón en esponja, acidosis renotubular, hiperparatiroidismo primario, malformaciones renales o infecciones urinarias. Del total de pacientes, 139 (Grupo I) presentaron en el seguimiento una modificación metabólica no evidenciada en el estudio inicial, mientras que 98 (Grupo II) no. El tiempo de seguimiento de los primeros, no fue significativamente diferente de aquellos que no modificaron el diagnóstico basal. Las alteraciones bioquímicas agregadas más frecuentes fueron, hipocitraturia en el 43.1%, hipercalciuria idiopática en 20.8% y alteraciones del ácido úrico en 16.5%. De 110 pacientes seguidos más de 3 años, 37 (33%) recurrieron. De éstos, 25 (23%) modificaron el diagnóstico metabólico basal vs. 12 (11%) que mantuvieron el mismo diagnóstico (p < 0.002). Cambios en las alteraciones bioquímicas fueron observados con frecuencia en el seguimiento de pacientes con nefrolitiasis. Estos cambios no se asocian necesariamente a la dieta o a las drogas administradas. La hipocitraturia fue el diagnóstico bioquímico más frecuentemente agregado. Observamos mayor recurrencia en aquellos que modificaron el diagnóstico inicial y cuya modificación no fue corregida durante el seguimiento.

Palabras clave: Litiasis renal, Seguimiento, Modificaciones bioquímicas

Abstract
Renal lithiasis. Biochemical changes in the follow-up. With the aim of assessing if biochemical changes occur in the follow up of patients with renal lithiasis, 237 patients were studied (115 women and 122 men, mean age 39 ± 8 and 42 ± 7 years, respectively) and controlled during 27.3 ± 19.3 months. All of them had previously undergone metabolic evaluations at baseline and one or more than one control studies afterwards. Patients with a diagnosis of sponge kidney, renal tubular acidosis, primary hyperparathyroidism, anatomical malformations of the urinary tract, or urinary infections were not included. Two populations were identified: those who presented changes in the baseline diagnosis (139 patients, Group I) and those who presented no changes (98 patients, Group II). In these groups, no differences were observed in baseline metabolic diagnoses or in the follow-up period. Hypocitraturia was the additional diagnosis most frequently observed (43.1%), followed by Idiopatic hypercalciuria (20.8%) and abnormalities of uric acid (16.5%). In the group of 110 patients followed up for more than 3 years, 37 patients recurred (33%). Among the latter, 25 (23%) changed the baseline metabolic diagnosis vs. 12 (11%) that maintained the same diagnosis (p < 0.002). Changes in metabolic disorders were frequently observed in the follow up of patients with nephrolithiasis. These changes are not necessarily associated with the diet indicated or drug treatment. Hypocitraturia was the additional metabolic disorder most frequently found. In general, there is a higher recurrence rate in those patients who present changes in their biochemical parameters and undergo no treatment.

Key words: Renal lithiasis, Follow-up, Biochemical changes

Un correcto diagnóstico metabólico y su tratamiento específico producen cambios sustanciales en la historia natural de la litiasis renal1, 3. Se coincide en la importancia de estudiar exhaustivamente a todo paciente con litiasis renal recurrente4. Nuestro grupo sostiene la necesidad de evaluar a todo paciente, aun desde su primer episodio, dado que es la única manera, hasta el presente, de conocer el trastorno etiopatogénico y mediante tratamiento médico, evitar la recidiva5. Consideramos junto con otros autores6, 7 que se trataría de la misma población de litiásicos tomados en diferentes momentos evolutivos. Es decir, que presentan las mismas alteraciones bioquímicas hayan formado uno o más cálculos durante su seguimiento.
Se sugiere que los controles se realicen periódicamente, según criterio médico, para controlar la respuesta terapéutica, ajustar la dieta o la medicación y evaluar la adherencia al tratamiento8, 9.
En una serie propia de 2.612 pacientes10, obtuvimos diagnósticos específicos en el 92.8% de los casos. El "criterio de diagnóstico" se refiere al hallazgo de una o más alteraciones metabólicas en el primer estudio realizado. Sin embargo, en las valoraciones periódicas que se realizan para controlar la respuesta al tratamiento, con frecuencia se observan modificaciones en los diagnósticos metabólicos iniciales que no siempre pueden explicarse por la terapéutica instituida. En estas circunstancias, se plantean las siguientes
dudas: 1. ¿se debe considerar como diagnóstico únicamente al del primer estudio bioquímico o bien la suma de los trastornos hallados en los diferentes estudios realizados? y 2. ¿estos cambios influyen en la recurrencia?
Ante estos interrogantes nos propusimos como objetivos: 1. Determinar con qué frecuencia se producen cambios bioquímicos con referencia al estudio basal. 2. Cuáles son los cambios más frecuentes y si éstos influyen en la recurrencia.

Materiales y métodos

Se revisaron 864 historias clínicas de pacientes con litiasis renal estudiados metabólicamente desde 2000 a 2003. Se seleccionaron 249 que tuvieron más de un estudio metabólico de control. Fueron excluidos aquellos pacientes con riñón en esponja, acidosis reno-tubular, cistinuria, infecciones urinarias o malformaciones anatómicas, quedando un total de 237 pacientes (115 mujeres de 39 ± 8 años y 122 hombres de 42 ± 7 años) que ingresaron al estudio.
En todos utilizamos nuestro protocolo de diagnóstico5, evitando la toma de medicamentos que pudieran afectar el metabolismo fosfocálcico. Los estudios bioquímicos de control fueron realizados a los 237 pacientes, a intervalos de tiempos similares e incluyeron las mismas determinaciones que el basal. Todos siguieron las sugerencias dietéticas correspondientes (supervisadas por nutricionistas especializadas), tomando la medicación específica al trastorno encontrado o sin tratamiento, de acuerdo al criterio médico. En el estudio inicial y en los controles se recolectó: una muestra de sangre, 2 muestras de orina de 24 horas, y una de 2 horas en condiciones de ayuno. Se dosó creatinina, calcio, fósforo, magnesio, ácido úrico, urea, potasio y sodio en sangre y en las 3 muestras de orina. Además se determinó citrato, oxalato, pH urinario y cistina cualitativa en ambas orinas de 24 horas. Los métodos de laboratorio fueron los siguientes: Creatinina: cinético automatizado. Calcio: analizador automatizado Synchron CX3 (Beckman Instruments Inc, EE.UU.). Fósforo: ultravioleta automatizado. Magnesio: método colorimétrico (Magnesio Calmagite). Acido úrico: enzimático automatizado. Sodio y potasio: electrodo ion específico. Citrato: enzimático-citrato liasa. Oxalato: enzimático automatizado. Cistina: test de Brand. Urea: enzimático automatizado.
Los criterios utilizados para establecer los diagnósticos metabólicos fueron presentados previamente10. Cuando mencionamos alteraciones del ácido úrico nos referimos a la hiperuricosuria y diátesis gotosa. El número de estudios de control realizados varió entre 1 y 6 de acuerdo con el tiempo de seguimiento. Se consideró recurrencia a la eliminación de un nuevo cálculo, el crecimiento de uno previo o la aparición de otro en estudios radiográficos y/o ecográficos.
Análisis estadístico: los resultados se expresaron como media (X-) ± 1 DS. Para la comparación de las medias se utilizó el test de Student para grupos independientes. En la comparación de proporciones se utilizó la prueba de c2. En ambos casos se consideraron valores de p < 0.05 como estadísticamente significativos.

Resultados

El análisis de los 237 pacientes permitió diferenciar dos poblaciones (Tabla 1). Aquellos que modificaron el diagnóstico inicial (Grupo I) y los que no lo hicieron (Grupo II). El tiempo de seguimiento si bien fue mayor en el primer grupo, no alcanzó significado estadístico. No encontramos diferencias sustanciales en los diagnósticos metabólicos basales de ambos grupos, como se observa en la Tabla 2, incluyendo la hiperuricosuria que predominó en el grupo I aunque sin alcanzar significancia estadística. Siete pacientes (5%) que no tuvieron alteraciones bioquímicas en el primer estudio, sí la presentaron en el seguimiento.

TABLA 1.- Comportamiento metabólico durante el seguimiento

TABLA 2.- Diagnósticos metabólicos basales

La Tabla 3 muestra los cambios bioquímicos presentados en los 139 pacientes del grupo I, en el que algunos pacientes (n = 81) agregaron uno o más de un trastorno bioquímico en relación al estudio basal, mientras que otros (n = 58) cambiaron el diagnóstico basal por otro. De estos, 11 pacientes (7.9%) presentaron una alteración metabólica en el estudio inicial, que no fue observada durante el seguimiento a pesar de no mediar ningún tratamiento.

TABLA 3.- Cambios bioquímicos en 139 pacientes (Grupo I)

La hipocitraturia fue el diagnóstico adicional más frecuente. Estuvo asociada a hipokalemia (< 3.5 mE/l) en 16 pacientes (28.5%), 14 de los cuales recibieron tiazidas (Tabla 4).

TABLA 4.- Hipocitraturia vinculada al potasio sérico

Del resto de pacientes con hipocitraturia el 50% utilizaron tiazidas aunque no presentaron hipokalemia. Un 10% de pacientes con hipocitraturia presentaron hipokalemia cuya causa no pudo ser aclarada.
De los 23 pacientes que presentaron hiperuricosuria en el seguimiento, 16 (69.5%) habían recibido tiazidas. Entre estos 9 (56%) mostraron significativo incremento de la uricemia (p < 0.05) aunque dentro de valores normales.
De los 12 pacientes con hipomagnesuria agregada, 7 (58%) estuvieron recibiendo tiazidas. De 110 pacientes seguidos por nuestro grupo por más de 3 años, 37 (33.6%) presentaron recurrencia de su litiasis. La Fig. 1 muestra que la recurrencia fue significativamente mayor en aquellos que modificaron su alteración inicial (p < 0.002) la misma no estando asociada al período de seguimiento.


Fig. 1.- Recurrencia en 110 pacientes

Diagnósticos similares fueron obtenidos en los pacientes recurrentes con o sin cambios en las alteraciones bioquímicas.
De los 25 pacientes recurrentes del grupo I, en 22 no se corrigieron las alteraciones bioquímicas que se modificaron con respecto al estudio basal. Esto fue debido a diferentes razones: en algunos casos el paciente no realizó el tratamiento indicado para la alteración inicial, en otros el paciente no aceptó el agregado de nuevas drogas, y finalmente en algunos casos no se corrigió la modificación o el agregado de otra alteración en relación al estudio inicial. Por lo tanto, en este grupo sólo 3 pacientes presentaron recurrencia a pesar de un adecuado tratamiento bioquímico.
De los 12 pacientes recurrentes del grupo II, 10 no fueron exitosamente tratados. Es decir, no pudieron controlar la alteración inicial por falta de adaptación al tratamiento o por tratamiento insuficiente.
En resumen, de los 110 pacientes seguidos por nuestro grupo, 5 (4.5%) presentaron recurrencia a pesar de un adecuado tratamiento de su trastorno inicial y/o de los encontrados durante el seguimiento.

Discusión

Más de un 50% de nuestros pacientes con nefrolitiasis presentaron cambios bioquímicos durante el seguimiento. Estos cambios no estuvieron relacionados con el tiempo de seguimiento ni con los diagnósticos basales en ambos grupos (I y II).
La hipocitraturia fue el diagnóstico agregado más común (43.1%). La misma puede ser secundaria al uso de tiazidas o bien provocada por modificaciones dietarias. Es bien conocida la asociación de hipocitraturia inducida por el uso de tiazidas al producir acidosis intracelular por hipokalemia11. En nuestra población sólo un 50% recibió tiazidas y de estos sólo la mitad presentó hipokalemia. Probablemente la razón de una menor asociación de hipokalemia relacionada al uso de tiazidas con respecto a otras series12, se deba al uso concomitante en nuestro grupo de hidroclorotiazida con amiloride, un diurético ahorrador de potasio. En definitiva, la asociación de hipocitraturia e hipokalemia fue observada sólo en un tercio de los pacientes. Por lo tanto, muchas de las hipocitraturias ocurrieron con potasio en el rango normal, lo cual sugeriría otros mecanismos responsables, como el alto consumo de proteínas animales13 o el incremento de la ingesta de sodio14 a pesar de las indicaciones dietarias para evitar su exceso.
La hipercalciuria idiopática y las alteraciones del ácido úrico representaron el 37.3% de las alteraciones agregadas. Los cambios en la dieta de estos pacientes podrían jugar un rol importante15. Es conocido el aumento en la excreción de calcio ante el incremento en la ingesta proteica. Los mecanismos, no totalmente aclarados, podrían estar vinculados a la carga ácida, que conduce a una leve acidosis metabólica, que se compensa a nivel óseo y tubular16. Está demostrado que los litiásicos presentan una mayor sensibilidad a la acción calciúrica tanto de las proteínas animales como del sodio de la dieta17. La aparición de hipercalciuria en los controles bioquímicos, vinculada a un exceso de calcio en la dieta, nos parece poco probable, dado que la misma debería haberse puesto de manifiesto en el estudio basal. Por otro lado, las valoraciones nutricionales de nuestros pacientes demuestran que es poco frecuente que la ingesta de calcio supere el gramo diario. También las dietas ricas en proteínas animales afectan el metabolismo del ácido úrico, generando un aporte de purinas que favorece el aumento de la carga filtrada de ácido úrico y por ende un incremento en la excreción del mismo18. De los 23 pacientes que agregaron hiperuricosuria en los controles, 16 recibieron tiazidas, 10 de los cuales (62.5%) desarrollaron hiperuricemia que podría explicar el aumento en la excreción. En los 13 pacientes restantes no pudimos aclarar la aparición de la hiperuricosuria. Pak y col.19, en pacientes con nefrolitiasis cálcica, medicados con diuréticos tiazídicos por un período de 36 meses promedio, encontró elevación del ácido úrico sérico en los 21 pacientes estudiados y un transitorio o persistente aumento del ácido úrico urinario en 12 de ellos.
Es habitual el hallazgo de hiperuricemia en pacientes tratados con tiazidas. El mecanismo se vincula a un aumento en la reabsorción proximal de sodio y ácido úrico, en presencia de depleción de volumen20.
Otra posibilidad para explicar la hiperuricosuria podría ser el carácter intermitente en la expresión de dicho trastorno21.
Parte de las hiperoxalurias agregadas podrían estar justificadas por un aumento en el consumo de infusiones ricas en oxalatos, como son el te, café, mate o cítricos, a los que son afectos los pacientes cuando se los induce a aumentar el ingreso de líquidos. Otro mecanismo podría estar relacionado a la carga de calcio que se utiliza en la preparación del estudio basal, que produciría un mayor complejamiento a nivel intestinal con el oxalato, que enmascararía probables hiperoxalurias. Mientras que en los estudios controles, las dietas habituales de estos pacientes, al tener probablemente menor contenido de calcio, aumentan la disponibilidad intestinal del ion oxálico favoreciendo su absorción15.
No es fácil explicar el agregado de las hipomagnesurias. El magnesio se excreta en función del ingreso del mismo, por lo que una caída en la ingesta es seguida de inmediato por una profunda caída en su excreción22, y en casos de deficiencia de magnesio de origen dietario la excreción puede acercarse a cero23. Creemos que la dieta podría explicar algunas de las hipomagnesurias agregadas. Los diuréticos tiazídicos, cuando son administrados en forma crónica, producen un leve y variable incremento en la excreción de magnesio24. Al utilizar en nuestro medio diuréticos tiazídicos asociados a amiloride, el efecto ahorrador de magnesio de este diurético podría disminuir en forma significativa la pérdida de magnesio por las tiazidas e incluso por los diuréticos de asa.
En once de nuestros pacientes (7.9%) que presentaron alteraciones bioquímicas en el estudio basal, las mismas no persistieron durante el seguimiento a pesar de no haber recibido tratamiento dietético ni medicamentoso. La explicación no es clara, teniendo en cuenta que nuestro protocolo sólo estabiliza el aporte de calcio sin modificar la dieta habitual. Es poco probable que algunos de nuestros pacientes hubieran variado sus hábitos alimentarios a tal punto de modificar los diagnósticos en los controles. En general, nuestras recomendaciones dietéticas están dirigidas al trastorno hallado y no cambian sustancialmente los hábitos alimentarios del paciente.
Sin embargo, no todos los nuevos diagnósticos hallados pudieron ser atribuidos a cambios dietéticos o efecto tiazídico. De hecho, un 42% de los pacientes (Grupo II), no modificaron su diagnóstico inicial. La posibilidad de fallas diagnósticas en el estudio inicial parecería poco probable ante la coincidencia en los diagnósticos basales en ambos grupos y su similitud con los descriptos por otros autores7. No encontramos en la literatura estudios de seguimiento en litiasis renal que contemplen dejar sin tratamiento a los pacientes y evaluar si cambian o no sus diagnósticos basales.
La recurrencia en 110 pacientes seguidos por más de 3 años fue del 33%. Dado el alto grado de la misma, que difiere con otras series25, 26, nos propusimos analizar las probables causas.
Observamos una recurrencia significativamente mayor en aquellos que modificaron el diagnóstico basal. La falta de corrección de las modificaciones bioquímicas, ya sea por no cumplir el tratamiento indicado o por falta de prescripción del mismo, fueron la causa a nuestro criterio de la mayor recurrencia. Esto remarca el valor que tienen las modificaciones bioquímicas en la evolución del paciente nefrolitiásico y la importancia de corregir las mismas, si se quiere disminuir la recidiva. Esto queda en evidencia al demostrar que en los pacientes que recibieron un tratamiento adecuado a lo largo de su seguimiento, sólo se observó recurrencia en el 4.5%.
Es difícil precisar la variación de los estudios metabólicos en su totalidad, pues habría que tener pacientes con litiasis renal sin tratamiento, evaluados en más de una oportunidad. Los controles no litiásicos, no servirían de referencia. Los resultados diagnósticos que obtuvimos, similares a los publicados en las principales series27, 29 avalan la utilidad de nuestros datos.
En conclusión, son frecuentes las modificaciones de las alteraciones metabólicas en la evolución de los pacientes nefrolitiásicos. La hipocitraturia fue el trastorno metabólico más comúnmente agregado en nuestra serie. No siempre los cambios bioquímicos pudieron ser explicados por la dieta o el tratamiento farmacológico instituido. La recurrencia es mayor en los que modifican los parámetros bioquímicos que no son corregidos en su evolución. Finalmente, creemos que es probable que existan poblaciones con diferente dominancia genética que hace que algunos pacientes puedan modificar el trastorno inicial, mientras que otros no. En la práctica diaria, parecería lógico tratar cada una de las alteraciones bioquímicas que se presenten a fin de disminuir la recurrencia, hasta que se pueda encontrar el verdadero mecanismo patogénico.

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Recibido: 5-10-2005
Aceptado: 27-02-2006

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