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Medicina (Buenos Aires)

Print version ISSN 0025-7680On-line version ISSN 1669-9106

Medicina (B. Aires) vol.68 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Jan/eb. 2008

 

Consenso argentino de toxoplasmosis congénita

Ricardo Durlach1, Federico Kaufer1, Liliana Carral1, Cristina Freuler1, Mariana Ceriotto2, Marcelo Rodríguez3, Héctor Freilij4, Jaime Altcheh4, Liliana Vázquez5, Rosana Corazza6, María Dalla Fontana7, Héctor Arienti8, Edgardo Sturba5, Silvia González Ayala9, Emilio Cecchini10, Cristina Salomón11, Mónica Nadal12, Néstor Gutiérrez13, Eduardo Guarnera14

Asociación Argentina de Zoonosis*
*1Centro de Toxoplasmosis y Servicio Infectología, Inmunología y Epidemiología del Hospital Alemán,
2Hospital Cecilia Grierson,
3Departamento de Parasitología, Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas (INEI), ANLIS, Carlos G. Malbrán,
4Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez,
5Centro de Estudios Infectológicos, Dr. Daniel Stamboulian,
6Hospital Eva Perón, San Martín,
7Red de laboratorios de la Provincia Santa Fe,
8Laboratorio Central del Ministerio de Salud de la Provincia de Córdoba. Red Provincial de Toxoplasmosis,
9Hospital de Niños Sor María Ludovica, La Plata,
10Facultad de Ciencias Médicas. Universidad Nacional de La Plata,
11Cátedra de Parasitología, Facultad de Medicina, Universidad de Cuyo, Mendoza,
12Laboratorio Central, Maternidad Ramón Sardá,
13Facultad de Medicina, Universidad Nacional de Tucumán,
14Red nacional de toxoplasmosis y paludismo, Departamento de Parasitología, Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas (INEI), ANLIS, Carlos G. Malbrán

Dirección postal: Ricardo Durlach, Centro de toxoplasmosis, Hospital Alemán, Avenida Pueyrredón 1640, 1118 Buenos Aires, Argentina Fax: (54-11) 4827-7000 e-mail: rdurlach@hospitalaleman.com

Resumen
La transmisión de la infección por Toxoplasma gondii de la madre al hijo ocurre cuando la madre se infecta por primera vez en el transcurso del embarazo. Tanto el diagnóstico prenatal, como el del primer año de vida se basa en pruebas serológicas; y la mayoría de las veces es necesario realizar más de una de estas pruebas ya que tienen distintos porcentajes de sensibilidad y/o especificidad así como distintos niveles de complejidad. El recién nacido requiere seguimiento serológico en el primer año de vida o hasta que se descarte el diagnóstico de toxoplasmosis congénita. El diagnóstico temprano de la infección, en la mujer embarazada, permite un tratamiento oportuno y se indica con el propósito de reducir la tasa de transmisión y el daño congénito. Es posible que con un programa activo, de prevención y tratamiento temprano, se pueda reducir la tasa de incidencia de la toxoplasmosis congénita de alrededor del 5 por mil nacimientos a 0.5 por mil. El objetivo de este consenso fue revisar la literatura científica para la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de la toxoplasmosis congénita, para que se pueda implementar en nuestro país.

Palabras clave: Toxoplasmosis; Consenso argentino; Toxoplasmosis congénita; Toxoplasmosis connatal; Diagnóstico; Tratamiento

Abstract
Argentine Consensus of Congenital Toxoplasmosis. The mother-to-child transmission in Toxoplasma gondii infection occurs only when the infection is acquired for the first time during pregnancy. The prenatal and early postnatal diagnosis can only be achieved by serological testing. Serologic tests have different sensitivities, specificities and complexities, so that different tests in more than one blood sample are necessary for the diagnosis. Serological follow-up of the infants should be conducted during the first year of life or until the diagnosis of congenital toxoplasmosis can be ruled out. Treatment recommendations try to reduce the transmission rate and the risk of congenital damage. Congenital toxoplasmosis incidence rate is approximately 5 per 1000 births, but can be reduced to 0.5 per 1000 with an active screening program. The aim of this consensus group was to review the scientific literature on congenital toxoplasmosis and prepare a statement on prevention, diagnosis and treatment that should be implemented in our country.

Key words: Toxoplasmosis; Argentine consensus; Congenital toxoplasmosis; Postnatal; Diagnosis; Therapy

La toxoplasmosis es una de las zoonosis parasitarias más difundidas en el mundo. Se estima que más de un tercio de la población mundial está infectada1.
Es una infección autolimitada, de muy bajo riesgo en las personas inmunocompetentes. En condiciones normales ocurre una vez en la vida y deja un estado de inmunidad humoral y celular permanente. Ello nos obliga a distinguir entre la infección muy común y la enfermedad infrecuente. Se observa en ambos sexos en la misma proporción. La infección puede ser intrauterina o adquirida posnatal2-4.
La infección aguda en la embarazada, por lo general es asintomática y sólo puede ser detectada con pruebas serológicas. La transmisión del parásito de la madre al hijo únicamente puede ocurrir cuando la infección se adquiere por primera vez durante el embarazo y aumenta gradualmente con el progreso de la gestación.
En términos generales, un tercio de las madres con infección aguda darán a luz un hijo con toxoplasmosis, en su mayoría con un desarrollo normal; sin embargo, el 4% tiene posibilidades de morir, tener un daño neurológico permanente o compromiso visual desde los primeros años de vida5, 6.
El control serológico de la embarazada debe ser realizado de rutina con el fin de ofrecerle tratamiento oportuno y así con él, reducir la tasa de transmisión vertical o, si la infección ya se produjo, para reducir el daño del producto.
No hay consenso general sobre la mejor estrategia para el control de la embarazada y el mejor esquema de tratamiento. En nuestro país una gestante puede no tener ningún control, un control por embarazo, o un control trimestral según el lugar donde se atienda y las posibilidades del equipo tratante. No siempre las pruebas serológicas disponibles son las adecuadas o suficientes.
Si en los países del primer mundo la conducta y el esquema de tratamiento utilizado varían, con más razón es necesario ordenar el tema. En la biblioteca Cochrane se puede observar que no existe un trabajo aleatorizado y controlado sobre el tratamiento de la toxoplasmosis congénita.
El efecto del tratamiento prenatal sobre la reducción en la tasa de transmisión de la madre al hijo y el riesgo de manifestaciones clínicas de la toxoplasmosis congénita fueron estudiadas por diferentes autores6-10.
Los objetivos de este consenso fueron: analizar las medidas de prevención, las pruebas diagnósticas y el tratamiento de la toxoplasmosis congénita de acuerdo a la disponibilidad y posibilidades en nuestro país. Finalmente, realizar una guía para el diagnóstico y la decisión terapéutica según la opinión de los expertos argentinos.

Métodos

Se realizaron en Buenos Aires tres reuniones. En la primera se presentaron las pruebas de diagnóstico de laboratorio con su sensibilidad, especificidad y disponibilidad. En la segunda reunión se trató el algoritmo para el diagnóstico serológico de la infección en la embarazada y se elaboraron las guías para la prevención y el tratamiento de la toxoplasmosis congénita. La tercera reunión fue abierta, participaron más de 100 profesionales que asistieron espontáneamente por su interés en participar en la discusión de los algoritmos elaborados el día anterior.

Toxoplasmosis en la embarazada y la enfermedad congénita

A la primoinfección acaecida durante el embarazo puede seguir la transmisión vertical del parásito al producto de la concepción y causar una amplia gama de secuelas que van desde el aborto espontáneo hasta el nacimiento de un niño con diferentes manifestaciones clínicas o asintomático. Sin embargo, la mayoría de los neonatos infectados son aparentemente sanos y pueden presentar las manifestaciones de la infección años después del nacimiento11, 12.
La infección materna es subclínica en la mayoría de los casos, por lo tanto el diagnóstico se basa en pruebas serológicas. La gestante debe conocer su estado inmunológico con respecto a la enfermedad y las mujeres susceptibles deben tomar los recaudos específicos.
Los distintos países han reglamentado el control de la embarazada, utilizando criterios diferentes. Inglaterra y Noruega no tienen legislación al respecto, mientras que en Francia es obligatorio realizar controles mensuales. El programa francés de prevención de la toxoplasmosis se basa en el diagnóstico y tratamiento temprano en la embarazada. La vigilancia mensual de la mujer desde el primer trimestre de embarazo permite el diagnóstico de la infección y su confirmación en las primeras semanas de la misma, y con ello un tratamiento más efectivo13.
Austria legisló que los controles se deben realizar cada dos meses14. Bélgica, Italia y la Argentina han adoptado la conducta de realizar el primer estudio al principio del embarazo y los controles cada tres meses4.
En algunos estados de EE.UU., y en Dinamarca y Polonia se ha optado por hacer el control del recién nacido, sin los controles previos durante la gestación15.

Epidemiología

En Argentina, en la Ciudad de Buenos Aires, la prevalencia de anticuerpos en embarazadas fue 47.3%. En la Provincia de Buenos Aires 51.7%, en un Centro de la Ciudad de Jujuy 39.7%, en la Provincia de Santa Fe el promedio (Red Provincial) fue 42.2% y en la Ciudad de Resistencia 28.5%, y cuando se tomó el total de la Provincia de Chaco fue 23.8%16.
En el Hospital Alemán de Buenos Aires, se estudiaron 6655 mujeres gestantes; el total de seropositivas fue 1399 (22%). Seis tuvieron una seroconversión y 14 presentaron un perfil serológico de infección aguda17. En este mismo hospital, con el propósito de conocer la prevalencia de anticuerpos en la población general, se estudiaron los anticuerpos en hemodonantes de ambos sexos en 4 oportunidades en los últimos 40 años. La media de la población estudiada fue en 1967 de 67.4% (IC 55.8% a 79%), en 1992 de 42.5% (IC 33.5 a 51.6%), en 1997 de 39.4% (IC 30.8 a 48%) y en 2002 de 35% (IC 24.3 a 45.5%). En todos los casos se pudo observar que la prevalencia de anticuerpos aumentó con la edad de la población y que desde 1967 ha ido disminuyendo el número de personas infectadas18.
En Brasil se efectuó, entre setiembre de 1995 y diciembre de 1998, un estudio de tamizaje en 140.914 recién nacidos de 3 a 15 días de vida, de todo el país, para detectar toxoplasmosis congénita. Se estudiaron por inmunofluorescencia indirecta las IgG e IgM de la madre y del hijo y se hallaron 47 casos de toxoplasmosis congénita, pero sólo 8 (17%) de ellos tuvieron manifestaciones clínicas. La frecuencia fue 1 cada 4800 nacimientos19.

Enfermedad congénita. El riesgo de la transmisión al hijo

La enfermedad congénita ocurre cuando la mujer susceptible adquiere la infección durante el embarazo, infecta la placenta y se la transmite al producto de la concepción.
La placenta es una estación entre la parasitemia de la madre y la infección del hijo. De tal manera que el protozoario se multiplica en ella y algunos taquizoítos alcanzan la circulación fetal.
La enfermedad en el hijo se manifiesta en la vida intrauterina o después del nacimiento. El compromiso de quienes presentan la infección varía de acuerdo al grado de lesión: coriorretinitis, ceguera, hidrocefalia, calcificaciones intracerebrales, epilepsia, retraso mental o psicomotor20.
La transmisión placentaria ocurre en relación lineal con el tiempo de gestación: es baja la frecuencia en el primer trimestre y aumenta hacia el final del embarazo. Según G. Desmonts la probabilidad de adquirir una infección prenatal es aproximadamente del 15, 50 y 75% para cada uno de los trimestres del embarazo, y para el Grupo de Estudio para la Revisión Sistemática de la Toxoplasmosis Congénita (SYROCOT) 15% (IC 95% 13- 17), 44% (IC 95% 40-47) y 71% (IC 95% 66-76), para el 1er, 2do o 3er trimestre10, 21. La probabilidad de transmisión crece en 12% (IC 95% 10-14) por semana de gestación considerando la fecha de la seroconversión10. La tasa estimada de infección fetal tras la infección primaria de la madre varía entre 1 y 18%, según el autor22. Hohlfeld observó 5.4% de infección en el producto en una serie de 787 mujeres infectadas entre las semanas 4 y 12 después de la concepción23. Couvreur y col. estimaron en 4.5% el riesgo de infección en la infección materna entre la semana 2 y 8 post concepcional24.
El riesgo global de transmisión vertical del parásito en la infección materna es alrededor de 40%, pero se reduce significativamente con la administración de espiramicina21, 24. En las 2 a 3 últimas semanas el riesgo alcanza a 90% y no debieran dejar de tratarse. El riesgo de generar lesiones es mayor en las primeras semanas y muy raro después de la semana 26ta 25.
En Francia, con el objetivo de estimar las consecuencias en el producto en los dos primeros meses de embarazo, evaluaron prospectivamente 360 embarazadas con toxoplasmosis aguda en las primeras 8 semanas de gestación. Hubo 336 recién nacidos (RN) vivos, 7 (2%) estaban infectados y 27 se perdieron para el seguimiento. El riesgo estimado fue entre 2 y 10% de los RN vivos. Todos los pacientes habían recibido tratamiento específico, ni bien fue efectuado el diagnóstico. A los 6 años de vida, de los 7 niños infectados, incluyendo uno con calcificaciones cerebrales y dos con escaras oculares periféricas inactivas, ninguno tenía discapacidad. La afectación del embrión en el primer bimestre es leve si no causó la interrupción del embarazo26.
Daffos y col. demostraron que fueron las infecciones del primer o segundo trimestre las asociadas a necrosis cerebral y a hidrocefalia27.
La infección fetal es causa de retardo de crecimiento intraútero o prematurez. McAuley y Alford informan de partos prematuros en el 38, 50 y 14% de sus pacientes28-32.

Clínica

Las formas graves de toxoplasmosis congénita han disminuido en frecuencia en la mayoría de los países de los que hay información, y ello podría estar relacionado a las medidas de prevención aplicadas33.
La adquisición de una toxoplasmosis en el paciente inmunocompetente suele ser asintomática, un número muy bajo de los niños y adultos tienen manifestaciones clínicas con la infección aguda34,35. La forma de presentación es tan variable que no hay estudios epidemiológicos que reúnan esta información. La forma de presentación clínica más frecuente de la toxoplasmosis aguda adquirida, en el individuo inmunocompetente, es la linfadenitis. Se presenta con fiebre, astenia y adenopatías, la ausencia de linfomonocitosis hiperbasófila en el hemograma permite establecer el diagnóstico diferencial con la mononucleosis infecciosa36. Habitualmente la infección se confunde con cuadros de influenza, astenia o fiebre de origen desconocido. Es infrecuente observar este cuadro clínico en la embarazada.
La coriorretinitis toxoplásmica puede ocurrir intraútero o como consecuencia de la infección en la vida postnatal. La forma congénita puede mantenerse asintomática toda la vida o presentar un número impredecible de reactivaciones. La forma adquirida postnatal ocurre durante una pri-moinfección donde el ojo es una de las posibles localizaciones. Desde el punto de vista clínico es muy difícil distinguir entre una y otra forma de adquisición. Ambas pueden ser uni o bilaterales y tener reactivaciones posteriores37. No existen medidas para evitar las reactivaciones, ya que los bradizoítos que habitan los quistes de la coroides-retina no son alcanzados por las drogas conocidas.
Infección congénita por Toxoplasma gondii Se citan las cuatro formas de presentación, adaptado de Remington et al38.
1. Enfermedad neonatal: Recién nacido gravemente afectado con clínica de enfermedad generalizada, signos de compromiso del sistema nervioso central (SNC) y con secuelas no siempre modificables con el tratamiento.
2. Enfermedad que se manifiesta en los primeros meses de vida: El diagnóstico del niño se efectúa meses después del nacimiento. Se incluyen los niños nacidos con enfermedad, independientemente de la gravedad de los síntomas (reconocimiento tardío de la enfermedad) y niños que nacieron asintomáticos y se manifestaron tardíamente. Los signos y síntomas pueden desaparecer con el tratamiento.
3. Enfermedad que se manifiesta tarde en la vida: Se diagnostica por la presencia de una secuela o la reactivación de una infección no diagnosticada durante la infancia. Ocurre con frecuencia en las coriorretinitis, pero es más rara si los síntomas son neurológicos como convulsiones o hidrocefalia por estenosis de un acueducto.
4. Infección asintomática: El 90% de los niños infectados son clínicamente normales y muestran IgG persistentes o crecientes como única expresión de su infección. Pueden padecer secuelas o pueden desarrollar coriorretinitis, sordera, hidrocefalia, retardo mental o psicomotor años más tarde, por lo que requieren tratamiento.
Todos los pacientes con toxoplasmosis congénita, independientemente de su condición clínica al nacimiento, deben recibir tratamiento.
Clasificación de la infección congénita por Toxoplasma gondii por los signos clínicos, según Desmonts y Couvreur39:
1. Niño con desórdenes neurológicos: Los síntomas y signos que pueden presentar estos niños serían consecuencia del daño ocurrido. Los más frecuentes son hidrocefalia, microcefalia o microoftalmia con o sin coriorretinitis.
Los síntomas pueden estar presentes al nacer o ser diagnosticados después. El diagnóstico de hidrocefalia se presenta como un signo de afección cerebral postencefalitis.
2. Niño con enfermedad grave generalizada: Puede presentar un exantema maculopapular, púrpura, neumonía, ictericia intensa y prolongada o hepatoesplenomegalia. La uveítis y el agrandamiento ventricular pueden estar ausentes.
3. Niño con desórdenes leves y signos solitarios de infección prenatal: Hepatoesplenomegalia e ictericia con o sin trombocitopenia ocurren como signos inespecíficos. La relación con una infección toxoplásmica congénita frecuentemente se establece retrospectivamente frente a un foco de coriorretinitis.
4. Niño con infección subclínica.

Diagnóstico

La infección genera en el individuo la respuesta de la inmunidad humoral y celular. Los anticuerpos presentes se ponen en evidencia con técnicas de laboratorio específicas.
Las pruebas disponibles de primera línea, utilizadas en una primera instancia o de tamizaje, detectan anticuerpos específicos anti-Toxoplasma gondii, tipo IgG e IgM. Estas técnicas deben estar accesibles en los laboratorios generales40, 41.
Existen pruebas más complejas, que en conjunto ofrecen más seguridad para el diagnóstico, que están reservadas a los laboratorios de referencia.
La cinética de los anticuerpos en la infección aguda sigue una curva de ascenso muy rápida y los títulos máximos se detectan en 6 a 12 semanas, según la técnica empleada36, 42-44.
Las pruebas de tamizaje permiten agrupar a las mujeres embarazadas en tres categorías:
a) Susceptibles de infección con serología negativa
b) Con sospecha de infección reciente
c) Con inmunidad previa
Para la determinación de IgG debe elegirse una técnica sensible y temprana. Estas características las cumplen las pruebas de inmunofluorescencia indirecta anti-IgG, el enzimoinmunoensayo, la aglutinación directa y la técnica de Sabin-Feldman45-47.
La técnica de hemoaglutinación indirecta no se recomienda para diagnóstico de toxoplasmosis aguda, ni como única prueba en la embarazada, ya que su positivización es tardía, más de dos meses después de la infección y por lo tanto no detecta en forma temprana la seroconversión. Se la puede utilizar para realizar estudios epidemiológicos que determinen la prevalencia de infección poblacional48,49.
Las mujeres con pruebas serológicas negativas previas al embarazo, deben ser advertidas de las probables fuentes de infección y reevaluadas serológicamente en el transcurso de la gestación para pesquisar posibles seroconversiones asintomáticas.
La detección de una seroconversión es prueba inequívoca de primoinfección.
La primera determinación serológica debe realizarse lo más cercano a la concepción, dentro de las primeras 12 semanas de gestación ya que ello facilita mucho la interpretación de los resultados. Los controles serán trimestrales y el último un mes antes de la fecha probable de parto. Las pacientes deben ser instruidas sobre las medidas higiénico-dietéticas de prevención primaria38.
La detección de anticuerpos IgG, independientemente del título obtenido, confirma el estado inmune de la paciente. Los títulos elevados son expresión de infección reciente; debe tenerse presente que los títulos elevados pueden persistir más allá del año. En las infecciones antiguas predominan los títulos bajos. Sin embargo, un título bajo puede ser también el primer estadio en la curva ascendente de la IgG en una infección reciente. El hallazgo de ascenso significativo de títulos de IgG en muestras pareadas, obtenidas con 14 a 21 días de diferencia, es indicio de infección aguda. Este ascenso es improbable de detectar ya que es rápido y en general los títulos ya están elevados en la primera muestra36.
Las IgM están habitualmente presentes en la infección aguda y ausentes en la crónica, aunque se puede persistir reactiva durante meses o años. Una IgM positiva no alcanza para realizar el diagnóstico de infección aguda y su ausencia no la descarta. Una IgM negativa con una técnica de inmunocaptura (ISAGA o DS-ELISA) asociada a la presencia de IgG en baja concentración, prácticamente excluye la infección aguda durante el primero y segundo trimestre permitiendo considerar a estas embarazadas como previamente inmunes50. Una determinación de IgM negativa en el tercer trimestre no descarta la posibilidad de una primoinfección en los primeros meses del embarazo51, 52.
Una reacción de IgM positiva, si bien es indicio de infección aguda, requiere solicitar otras técnicas diagnósticas para su confirmación53.
Algunos pacientes pueden tener IgM detectable más allá de los 12 meses de producida la infección, es decir, que una mujer puede tener una IgM positiva y corresponder a una infección previa a la concepción12.
Los resultados positivos de las pruebas de tamizaje deben ser complementados mediante otras reacciones más complejas, que se realizan en los laboratorios de referencia, que permiten a través de un perfil serológico confirmar o descartar una infección aguda54. Estas pruebas incluyen a las reacciones de Sabin-Feldman, inmunofluorescencia indirecta, la determinación de IgM e IgA específicas por técnicas de inmunocaptura y la prueba de avidez38.
La interpretación final de estos resultados está en manos del médico tratante, en comunicación con los profesionales que realizan las pruebas en el laboratorio.
Es muy importante el diálogo entre el médico que debe decidir el tratamiento y el bioquímico que realiza las pruebas diagnósticas. De este intercambio surge la conducta a seguir.
El diagnóstico de infección fetal se puede realizar investigando el líquido amniótico mediante la técnica de reacción en cadena de la polimerasa (PCR), o el aislamiento del parásito por inoculación al ratón. Su indicación no es mandatoria. La técnica de PCR no está estandarizada y tiene resultados falsos positivos y negativos55.
La realización de estudios de líquido amniótico se reserva a situaciones muy especiales, en pacientes con infección aguda confirmada y luego de transcurridas como mínimo 6 semanas de la misma. No se recomienda realizar en caso de dudas diagnósticas. Ante el diagnóstico de infección aguda materna, la evolución fetal se controla con ecografía.
Después del parto, se debe evaluar al recién nacido clínica y serológicamente con determinaciones de IgG, IgM e IgA.
Las IgG atraviesan la placenta y el título obtenido al nacimiento generalmente coincide con el materno. Títulos de IgG significativamente mayores o la presencia de IgM y/o IgA, que no atraviesan la placenta, es indicio de infección prenatal. Para la detección de IgM e IgA las técnicas de inmunocaptura son las más adecuadas por su sensibilidad y especificidad. Es importante la determinación de ambas inmunoglobulinas porque en algunos niños infectados solo se detecta una de estas56. La técnica de ISAGA para la detección de IgM tiene una sensibilidad del 80% y para IgA del 83%, la realización de ambas determinaciones incrementa la sensibilidad al 91.4%57, 58.
Aun con estas pruebas negativas el niño será considerado libre de infección recién cuando las IgG, supuestamente de origen materno, se hayan negativizado.
La persistencia de IgG al año confirma la infección prenatal38.

Principales técnicas utilizadas

Enzimoinmunoensayo (EIA). Existen numerosos equipos comerciales y la falta de uniformidad en el antígeno y en la expresión de los resultados imposibilita la comparación entre ellos59.
La EIA para IgM tiene las mismas interferencias que la IFI para IgM. Algunos equipos tienen baja especificidad dando lugar a falsos positivos que dificultan el diagnóstico60.
Para la detección de IgM es preferible la técnica de ELISA-IgM-Doble Sandwich que posee mayor sensibilidad y especificidad.
Inmunofluorescencia indirecta (IFI). Los títulos concuerdan satisfactoriamente con la reacción de Sabin- Feldman45,61.
La IFI anti-IgM o test de Remington tiene interferencias. Los títulos elevados de IgG pueden dar lugar a un resultado falso negativo. El factor reumatoideo o el factor antinuclear pueden dar resultados falsos positivos. Se requiere un pretratamiento con una anti-IgG, para eliminar la interferencia62. La reacción tiende a negativizarse a partir de los 6 meses63.
Reacción de Sabin-Feldman (SF). Según la Organización Mundial de la Salud es la prueba de referencia para el diagnóstico de la toxoplasmosis, considerando que es la de mayor sensibilidad, especificidad y reproducibilidad47,64- 66.
La reacción utiliza toxoplasmas vivos y el mantenimiento de la cepa requiere un bioterio o una línea de cultivo celular sólo disponible en laboratorios especializados.

Prueba de inmunoabsorción y aglutinación (ISAGA).

Es una técnica de inmunocaptura altamente sensible y específica. Es la técnica más sensible, con un 98% de efectividad en las primoinfecciones. Se la utiliza también para la detección de IgM, IgA e IgE como marcadores de la fase aguda de la infección en la embarazada y en el recién nacido. En el adulto, la IgM se torna negativa entre los 9 meses y el año del inicio de la infección, la IgA entre los 6 y 9 meses y la IgE entre los 4 y 6 meses51, 52, 67, 68.
El hallazgo de estas inmunoglobulinas, que no atraviesan placenta, en sangre del recién nacido es indicio de infección prenatal69.
Aglutinación directa (AD). Es una técnica sencilla y accesible a laboratorios de baja complejidad70.
Prueba de avidez de los anticuerpos (P-A). Se basa en la baja avidez que presentan los anticuerpos IgG por los antígenos parasitarios en los primeros 3 a 5 meses de la infección. Con la maduración de la respuesta inmune los anticuerpos adquieren mayor avidez. En el primer trimestre de un embarazo la detección de anticuerpos con alta avidez, permite descartar una infección reciente.
Una baja avidez sugiere una infección reciente pero no es confirmatoria y se debe interpretar en el contexto del panel de reacciones realizadas71-73.
Reacción en cadena de la polimerasa (PCR). Permite detectar fracciones de ADN del parásito en muestras de sangre del cordón o del líquido amniótico74. Es útil para diagnosticar infección prenatal.
Aislamiento del parásito por inoculación en el ratón. Se realiza a partir de muestras obtenidas de líquido amniótico o de sangre de cordón del neonato. El hallazgo positivo es muestra indudable de infección prenatal75.

Un programa de tamizaje

La toxoplasmosis en la embarazada y el niño en el primer año de vida es una enfermedad elegible para incluir en un programa nacional de tamizaje porque:
a) La infección librada a su evolución natural puede causar daño grave e irreversible.
b) El tratamiento efectuado a la embarazada tempranamente puede ser beneficioso para el hijo.
c) Es posible la identificación de las mujeres en edad fértil susceptibles.
d) La ecuación costo-beneficio podría ser favorable.
e) Es aceptable considerar que el tratamiento en la embarazada permite reducir la tasa de transmisión vertical.
f) El programa de tamizaje contaría con pruebas que son válidas, económicas, fáciles de realizar y que no significan molestias al paciente.
g) Las pruebas de tamizaje permiten identificar un grupo reducido que requerirá un estudio especializado, que si bien consta de pruebas más complejas, ofrece mayor seguridad en el diagnóstico.
h) El objetivo primario de un programa de tamizaje de toxoplasmosis en la embarazada y los niños nacidos con toxoplasmosis congénita es reducir la morbilidad y mortalidad a través de la detección temprana y tratamiento oportuno.
i) El tratamiento prenatal es más sencillo para su cumplimiento que el postnatal.
Fue opinión de los participantes del consenso que la práctica del control de calidad de las distintas pruebas con un suero humano de referencia debe quedar establecida entre los laboratorios de la red nacional y convertirse en un hábito en el ámbito privado.
De acuerdo a lo expuesto se sugieren los algoritmos para la aplicación de las pruebas de tamizaje y diagnóstico de la toxoplasmosis congénita (Figs. 1 y 2).


Fig.1.- Algoritmo de las pruebas de tamizaje en el diagnóstico de la toxoplasmosis aguda, en la mujer embarazada.


Fig. 2.- Algoritmo diagnóstico de un niño nacido de madre con toxoplasmosis adquirida durante el embarazo

La ecografía

La ecografía uterina es esencial en el caso de una seroconversión durante la gestación. Su interés es doble: diagnóstico para detectar embrio/fetopatías y pronóstico.
Los signos que se pueden detectar son la dilatación simétrica de los ventrículos, la presencia de zonas hiperecoicas en el parénquima cerebral y menos frecuentemente calcificaciones. Otros son: engrosamiento de la placenta, hepatoesplenomegalia y ascitis. Los signos descritos se encuentran en el 65% de los casos en gestantes cuya infección ocurrió en el primer trimestre y en el 20% de los casos en madres con una infección del segundo trimestre25, 76.

Prevención de la infección en la embarazada

Debido a las dificultades diagnósticas para definir la infección aguda durante el embarazo, se sugiere que las mujeres en edad fértil sean evaluadas con serología antes de la concepción. Esto permitirá reconocer dos grupos de mujeres. Las detectadas positivas serán informa- das acerca de la ausencia de riesgo futuro de transmisión vertical, mientras que las negativas deberán ser evaluadas nuevamente durante el embarazo7.

Atención de la embarazada susceptible

Por el riesgo que implica una primoinfección durante el embarazo, en la mujer susceptible es de suma importancia brindar información a la gestante acerca de las medidas de prevención primaria.
Las recomendaciones escritas pueden salir del consultorio del obstetra o acompañar el informe del laboratorio cuando el resultado es negativo.

Prevención primaria

Recomendaciones
Se insistirá en
- Lavado de manos antes de ingerir alimentos.
- Ingestión de carnes rojas bien cocidas, ahumadas o en salmuera.
- Lavado minucioso de las manos luego de manipular carne cruda o vegetales frescos.
- Limpieza de las superficies y utensilios de cocina que tuvieron contacto con carne cruda.
- No ingerir vegetales crudos cuando no se pueda asegurar que fueron bien lavados.
- Si realiza trabajos de jardinería, debe usar guantes y luego lavarse las manos.
- Evitar contacto con excretas de gato. En el caso de poseer mascota felina se recomienda remover las excretas diariamente, con guantes y lavado de manos posterior, ya que los ooquistes son infectantes a partir de las 36 horas de su eliminación y sobreviven a temperaturas entre 4o y 37 oC.

Prevención secundaria

Está dirigida a proteger al feto de la infección materna; se hace incluyendo a la madre en un programa obligatorio de tamizaje, con el propósito de detectar las infecciones primarias.

Tratamiento de la gestante

Se recomienda tratamiento específico en todos los casos de infección toxoplásmica aguda adquirida durante el embarazo y en todos los niños dentro del año de nacimiento con toxoplasmosis congénita.
El tratamiento a la embarazada con infección reciente tiene como objeto disminuir la tasa de transmisión materno- fetal y evitar o reducir el daño intraútero. Al niño infectado, se le indica tratamiento en el primer año de vida para prevenir la progresión o recurrencia de la enfermedad23,28-31.
Debido a la dificultad en el diagnóstico, la toxicidad e intolerancia que puede presentarse con las distintas drogas recomendadas, es opinión unánime de los integrantes de este consenso, que los tratamientos sean indicados, iniciados y controlados por el médico especialista: infectólogo, neonatólogo o pediatra entrenado.
En la década de los 70, Desmonts y Couvreur demostraron que el tratamiento prenatal con espiramicina redujo en alrededor del 40% la tasa de transmisión vertical pero no mejoró el resultado clínico de los niños infectados.

TABLA 1.- Drogas para el tratamiento de la toxoplasmosis

El porcentaje de niños infectados con infección clínica aparente o enfermedad clínica fue similar en el grupo tratado que en el no tratado (28% y 32% respectivamente).
Se concluyó que si bien la espiramicina en la embarazada reduce el riesgo de toxoplasmosis fetal, no modifica el patrón de afectación en el producto ya infectado31. En ese trabajo no se tuvo en cuenta el tiempo transcurrido desde la infección hasta el comienzo del tratamiento. Más tarde otros autores, utilizando pirimetamina más sulfadiazina, redujeron el número de niños gravemente enfermos llevándolos a formas leves y subclínicas23, 27.
El efecto superior de la asociación de pirimetamina con sulfadiazina fue confirmado por Couvreur en un trabajo con fetos afectados, con diagnóstico intraútero, de madres con infección aguda. Estas drogas tuvieron efectos beneficiosos significativos, en la evolución de los niños durante el primer año de vida30.
Sin embargo, en un estudio en 5 centros europeos de referencia (Bruselas, Helsinki, Lille, Oslo y Reims) donde se evaluaron retrospectivamente 144 madres con infección aguda por Toxoplasma gondii, tratadas en el 82% de los casos con espiramicina, se observó transmisión vertical en 18 de las 25 madres (72%) que no recibieron tratamiento y en 46 de las 119 madres (39%) que sí recibieron tratamiento prenatal. Sesenta y cuatro (44%) dieron nacimiento a un niño con infección congénita. El tratamiento se instauró inmediatamente después de la confirmación del diagnóstico en 119 de las pacientes. Se siguieron 140 niños, por el período de un año, para evaluar el efecto del tratamiento prenatal en función del daño de la enfermedad. Se observaron secuelas en 19 niños de las cuales 9 fueron graves. De ellas 7 de 25 (28%) fueron niños nacidos de madres que no recibieron tratamiento específico y 12 de 115 nacidos (10%) de madres con tratamiento. El estudio demostró que el tratamiento fue predictivo para la ausencia de secuelas (p=0.026, OR = 0.30, IC 95%=0.10-0.86). En el grupo que recibió tratamiento, se observó una correlación positiva en el desarrollo de secuelas y en el tiempo entre la infección y el de inicio de la antibioticoterapia. Cuanto antes se inició el tratamiento en la madre, menor fue el número de secuelas (p = 0.02). Es más, el estudio multivariado mostró que el tratamiento prenatal redujo 7 veces la aparición de secuelas graves en los neonatos, (p = 0.07, OR = 0.14, IC 95% = 0.03-0.58). El 20% de las madres no tratadas tuvieron hijos con secuelas graves, comparado con sólo 3.5% de las madre tratadas7.
No obstante, puede ser necesario más investigación en este tema ya que L. Gras y col. analizaron retrospectivamente 181 niños que sobrevivieron a la infección congénita confirmada y encontraron resultados diferentes. El objetivo del estudio fue comparar el efecto del tratamiento en 3 grupos. Dos de ellos recibieron tratamiento prenatal y uno no lo recibió. El criterio de enfermedad fue la presencia de lesiones intracraneales y oculares hasta los 3 años de edad. De 704 embarazadas infectadas, la transmisión de madre a hijo se demostró en 194 y nacieron con vida 181 niños. De ellas, el 39% (70/181) recibieron tratamiento con la combinación de pirimetamina más sulfadiazina, 49% (89/181) con es-piramicina y 12% (22/181) sin tratamiento. Todos los niños recibieron tratamiento específico postnatal. El estudio no logró demostrar un efecto beneficioso significativo del tratamiento prenatal con la combinación de drogas para cualquiera de las lesiones OR = 0.44 (IC 95%: 0.16-1.19), ni tampoco que hubiera diferencia entre quienes iniciaron tratamiento temprano y en quienes se demoró esta decisión. Los autores sugieren la realización de estudios con un número mayor de casos ya que sus resultados no son suficientes para que se cambie la conducta clínica aceptada77.
Si bien al día de hoy no hay un trabajo prospectivo, doble ciego y aleatorizado que evalúe la eficacia de las distintas alternativas terapéuticas, los trabajos publicados coinciden en el efecto del tratamiento prenatal sobre la reducción en la tasa de transmisión de la madre al hijo y el riesgo de secuelas graves.

Recomendaciones para el tratamiento

1. Infección aguda confirmada
a. Primer trimestre: Iniciar tratamiento con espiramicina.
Se desaconseja la utilización de pirimetamina en el primer trimestre. A partir de la semana 14 se rotará a pirimetamina + sulfadiazina + ácido folínico.
b. Segundo y tercer trimestre: Iniciar tratamiento antiparasitario con la asociación de pirimetamina más sulfadiazina hasta el final del embarazo38, 78. A partir de la semana 36 de la gestación se puede optar por espiramicina, hasta el parto. El ácido folínico está indicado cada vez que se prescriba pirimetamina. Algunos autores recomiendan que este esquema de tratamiento se alterne cada 3 semanas o cada mes con espiramicina, para disminuir la toxicidad38, 79.
En el caso de intolerancia al tratamiento, especialmente a la sulfadiazina, la droga alternativa es la clindamicina80.
El tratamiento con pirimetamina debe estar controlado de rutina con hemogramas semanales, durante el tiempo de su ingestión.
2. Infección no evaluable (pacientes fuera de algoritmo diagnóstico recomendado)
En pacientes en que se detectaran IgG e IgM en una primera determinación posterior a la semana 18 de gestación, y en las cuales no se pueda determinar por pruebas serológicas el momento de la primoinfección, adquirirán valor el resto de métodos complementarios de evaluación (Ej. ecografía obstétrica). Ante la evidencia de daño fetal el esquema de elección será pirimetamina + sulfadiazina + ácido folínico. En caso de ecografía normal se debería realizar la consulta con el especialista, quien determinará la necesidad de tratamiento.
Es posible que se obtenga mayor beneficio con el tratamiento temprano. Por ello es de suma importancia, tratar de llegar al mismo de la manera más certera y rápida posible. En los casos de alta sospecha diagnóstica sugerimos, hasta la confirmación serólogica, iniciar tratamiento con espiramicina.
Realizar controles serológicos periódicos como seguimiento del tratamiento de una embarazada carece de valor y no deben indicarse.
3. Recién nacido sintomático. El fundamento del tratamiento es controlar la progresión de la enfermedad hasta que el propio sistema inmune del niño madure y controle la infección. La duración del tratamiento es hasta el año de vida. Se indicará pirimetamina + sulfadiazina + ácido folínico. Ante la evidencia de compromiso del sistema nervioso central se evaluará la necesidad de indicar corticoides81, 82.
4. Recién nacido asintomático. Se categorizará el estado de infección de acuerdo a la evaluación serológica y estudios complementarios: fondo de ojo y ecografía cerebral.
Si se confirma infección en el recién nacido se debe iniciar tratamiento con pirimetamina + sulfadiazina + ácido folínico hasta el año de edad. La persistencia de IgG más allá de los 11 meses de vida, o la detección de IgM, IgA o IgE en el transcurso del seguimiento, se interpreta como infección aguda y requiere tratamiento, con el objeto de prevenir en lo posible las secuelas tardías conocidas. Según el Estudio Colaborativo de Tratamiento de Chicago, con este tratamiento el beneficio fue evidente: interrupción de la coriorretinitis activa y desarrollo de un cociente intelectual normal en niños sin hidrocefalia, desarrollo normal de la motilidad en los niños con hidrocefalia drenada y reducción de las calcificaciones cerebrales en el 75% de los casos60, 83.
La infección congénita se descarta, recién cuando se negativiza la IgG.
No hay informes que avalen el uso de azitromicina o claritromicina como tratamiento profiláctico en un recién nacido, hasta confirmar la infección.
El consenso concluye en que la infección aguda por Toxoplasma gondii en la embarazada es subclínica, por lo tanto es necesario un programa de tamizaje serológico para su diagnóstico. Esto permitirá identificar a la mujer susceptible para aconsejarla sobre las medidas higiénico- dietéticas que disminuirán el riesgo de infección, y realizar los controles periódicos, única forma de diagnosticar una seroconversión asintomática. Identificada aquella mujer con títulos de anticuerpos altos, puede requerir una segunda serie de análisis para su confirmación. El diagnóstico adecuado y el tratamiento oportuno en manos de un médico entrenado, ofrecen la mejor oportunidad para prevenir y reducir la transmisión vertical, la morbimortalidad y las secuelas de la toxoplasmosis congénita. Un programa activo y efectivo de control serológico en el consultorio obstétrico permitirá un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado.
Los ejemplos los han dado Francia y Austria, dos países en los que se logró reducir los daños neurológicos, oftalmológicos y prevenir secuelas, con la vigilancia serológica antes y durante el embarazo; ello permitió el tratamiento temprano de la embarazada y de los niños nacidos con toxoplasmosis congénita11, 13, 14, 31, 84-91.
Debido a la dificultad de realizar el diagnóstico con una sola, o incluso a veces con dos pruebas, es necesario que existan laboratorios de referencia, probablemente por regiones o por provincia, para la derivación de las muestras de sueros que requieran su confirmación. Ello permitirá que la vigilancia siga siendo costo-efectiva92, 94.

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Recibido: 5-06-2007
Aceptado: 25-10-2007

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