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Medicina (Buenos Aires)

versión impresa ISSN 0025-7680versión On-line ISSN 1669-9106

Medicina (B. Aires) v.68 n.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./feb. 2008

 

Criptomnesia

La palabra criptomnesia no figura en el Diccionario de la Real Academia Española. Sin embargo, verán ustedes, como se aplica a acciones de la vida diaria, y como puede servir para zafar de la acusación de plagio. Buscamos en otros sitios: "Criptomnesia es, literalmente, memoria escondida. El término fue acuñado por el profesor de psicología Théodore Flournoy (1854-1921) y se usa para explicar el origen de experiencias que la gente cree que son originales pero que realmente están basadas en recuerdos de eventos que han olvidado"1. No es muy distinta la definición del Merriam-Webster's Medical Dictionary: "la aparición en la conciencia de imágenes de la memoria que no son reconocidas como tales sino que aparecen como creaciones originales"2.
El verbo plagiar y plagio sí que figuran en el Diccionario de la Real Academia Española. Plagiar es copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias, y plagio es la acción o el efecto de plagiar. El plagio es deliberado, conocemos que no somos originales, la criptomnesia es una falla inadvertida, creemos ser originales. Los límites entre el plagio y la criptomnesia son borrosos, y menuda fuente de problemas. Pocos son las imputaciones de plagios que se resuelven en las instituciones que tratan denuncias de mala conducta científica. Por ejemplo, en el año 2005 de los casos cerrados y calificados como de mala conducta científica por la Office of Research Integrity sólo uno lo fue por plagio, los demás lo fueron por fabricación, falsificación de datos, o ambas. En el año 2006 todos lo fueron por falsificación, fabricación de datos, o ambas, ninguno por plagio3. Pero, en un taller sobre responsabilidad realizado el año pasado, Christine C. Boesz, Inspector General de la National Science Foundation, mostró que el 40% de las imputaciones llegadas a la Inspección corresponden a plagio4. Entre nosotros el plagio -salvo en la literatura-, y, menos aún, las otras malas conductas científicas, parecen no existir.
Robert K. Merton, magistral e inhibitorio (¿quién puede agregar algo sobre los temas que trató?), trata la criptomnesia en The ambivalence of scientists. La ambivalencia a la que se refiere es entre la supuesta humildad y la originalidad que necesita ser reconocida en la prioridad de los descubrimientos, muchas veces múltiples y aun simultáneos. Elige llamar criptomnesia al fenómeno, término neutro, y no "plagiario inconsciente" a la persona en quien se manifiesta; porque "plagiario inconsciente" es un calificativo cargado de connotaciones morales, legales e interpretación psicológica. Merton señala que el fenómeno puede ocurrir en cualquier científico y en cualquier actividad creativa, sin mala intención, de buena fe, y da muy buenos ejemplos. Desde el de un matemático tan obsesionado en no incurrir en el inadvertido plagio como en ser plagiado, las incertidumbres de Freud en cuanto a su propia originalidad, el de un cuento de hadas de Helen Keller, que, criptomnesia o plagio, terminó impidiéndole escribir cuentos para siempre, hasta ejemplos de auto plagio inadvertido. Como este de Joseph Priestley: "He olvidado tan completamente lo que he publicado que, leyendo mis propios escritos, lo que encuentro en ellos me parece perfectamente nuevo, y más de una vez he hecho experimentos cuyos resultados ya los había publicado"5.
La criptomnesia está incluida en uno de los siete pecados de la memoria considerados por Daniel L. Schacter: el pecado de la mala atribución. Pecado en el que incurrimos en los falsos reconocimientos, en la sensación del déjà vu, cuando vemos estrellas de cine o conocidos por todos lados y en la criptomnesia. En los falsos reconocimientos atribuimos una sensación de familiaridad a un evento, en la criptomnesia atribuimos novedad a algo que debería ser familiar. Schacter, como Merton, insiste en que todos somos potencialmente susceptibles a la criptomnesia y, algunas veces, nos atrapamos nosotros mismos en la falla. Un ejemplo de Schacter es esta cavilación del psicólogo B. J. Skinner: "una de las experiencias más descorazonadoras de la vejez es descubrir que una afirmación que acabamos de hacer -tan significativa, tan bellamente expresada-, la hicimos ya en algo que publicamos hace mucho tiempo"6. Aún más interesante es la experiencia de George H. Daniels quien reconoció, consternado, una falta a la ética profesional y pudo reconstruir en detalle como, sin intención dolosa, incluyó en su libro Science in American Society: A Social History, un total de poco más de ocho páginas cuyo texto era, en realidad, citas o paráfrasis de otros autores7.
La criptomnesia no es ajena a la medicina. La misma idea acerca de una etiología, un método diagnóstico o terapéutico o una observación, puede habérseles ocurrido a dos o más personas, independientemente. Pero puede ocurrir que creamos que es propia, aunque tal vez la hayamos oído o leído en alguna medio olvidada oportunidad.
En un editorial de hace unos meses un cirujano plástico, Ronald P. Gruber, plantea esta situación con un ejemplo personal, a propósito de una técnica quirúrgica, y con este título: "¿Mentes que piensan lo mismo o criptomnesia?" Da una plausible explicación y resuelve que: "1) Como investigadores clínicos ninguno es indispensable [ ...] . 2) Nada de lo que diseñamos es siempre verdaderamente nuevo y cada esfuerzo creativo contiene vestigios de lo que experimentamos en el pasado (de otros)". Concluye diciendo: "saber esto debería hacernos humildes en cuanto a lo que descubrimos como individuos, y podemos demostrar esa humildad haciendo referencia a todos los que estén remotamente relacionados con nuestra contribución personal. Y, si por casualidad alguien no menciona nuestra contribución cuando presenta un concepto similar al nuestro, consideremos que no se trata de un descuido negligente sino de un caso leve de criptomnesia"8.
El fenómeno de la criptomnesia, más allá de los casos particulares y las anécdotas, ha sido investigado en el laboratorio por los psicólogos cognitivos y sociales. De muestra citaremos, muy resumidos, los resultados de un trabajo titulado Inadvertent Plagiarisms in Everyday Life, de Ann-Catherine Defeldre. Defeldre se proponía explorar, con un cuestionario realizado a 202 estudiantes universitarios, los siguientes puntos: ¿Ocurre la criptomnesia -o plagio inadvertido- en las condiciones de la vida real? Respuesta: Sí. El 54% de los encuestados recordó un episodio del fenómeno. ¿Plagiamos inadvertidamente más a menudo a otras personas o a nosotros mismos? Respuesta: El 85% plagió inadvertidamente a otros y el 15% se plagió a sí mismo. ¿Plagiamos con mayor frecuencia a personas del mismo sexo o del sexo contrario? Respuesta: El 67% plagió a personas del mismo sexo y el 11% a las del sexo opuesto. En el restante porcentaje el plagio fue a un grupo o no se especificó el sexo de la persona plagiada. Aclaramos, la autora utiliza la palabra sexo y no género. El plagio, como se esperaba, estaba muy relacionado con actividades literarias, música, plástica, coreografía. Pero también con otras actividades creativas: inventar un nuevo cocktail, o juegos para niños exploradores, elegir un regalo, un apodo. Defeldre concluye diciendo que el fenómeno del plagio inadvertido, la criptomnesia, no está limitado a la creación científica o artística, existe en la vida diaria9.
¿Cómo no caer en este pecado de la memoria? Con una memoria perfecta. ¿Quién la tiene? Una memoria absoluta es un don y una maldición, que tanto al ficticio oriental Ireneo Funes de Borges y al muy real ruso Solomon Sherashevsky, estudiado por el neuropsicólogo Aleksndr Lurija (1901-1977), les impedía abstraer, generalizar. En una palabra, les impedía pensar10, 11.
¿Cómo remediar la mala atribución de las fuentes? Schacter menciona que, en experimentos de laboratorio, pedir a los participantes que presten cuidadosa atención a la fuente de las ideas sirve para reducirla6. Podemos esforzarnos, sin embargo...
Finalmente, una observación que el autor de esta nota creyó propia hasta que descubrió, maravillas de Internet, que a otro se le había ocurrido antes:

"Lo verdaderamente aterrador de la criptomnesia es que hay una sola forma de evitarla: nunca jamás leer nada o escuchar la radio, ir al teatro, ver cine o televisión. Aislarse de las creaciones de los demás tanto como sea posible y todo lo que salga de su cabeza debe ser exclusivamente suyo. Tenga en cuenta, sin embargo, que si ya es un adulto cuando comienza el proceso de aislamiento es demasiado tarde. Cerca del término del embarazo los fetos escuchan sonidos de fuera del útero, y el proceso de integración con la creatividad de los demás puede comenzar allí.
Como el aislamiento total es claramente ridículo, hay otra acción que el escritor puede tomar: no preocuparse demasiado del asunto"12.

¿Ustedes, lectores, no incurrieron alguna vez en la criptomnesia? ¿Cómo convencer a los demás que el pecado que cometimos es el de mala atribución y no plagio? Descubrimos la criptomnesia por la introspección, es personal. Para detectar el plagio hay ya programas informáticos: uno, gratuito, ideado por el profesor Lou Bloonfield, accesible desde el sitio http://www.plagiarism.phys.virginia.edu/, otros comerciales como Turnitin (Academic) y iThenticate (Corporate) 13. Pronto otro sistema, CrossCheck, permitirá a editoriales líderes en la publicación de revistas académicas y científicas comprobar la originalidad y descartar el plagio, en los manuscritos publicados y los recibidos para publicación14. Por algo ha de ser. Estamos avisados.

Juan Antonio Barcat

e-mail: jabarcat@yahoo.com.ar

Agradecimiento: A la Dra. Anne-Catherine Defeldre por facilitarme la lectura de su artículo.

Bibliografía

1. Carroll RT. Cryptomnesia. The Skeptics Dictionary. En: www.skeptics.com; consultado el 15-9-07.        [ Links ]

2. Cryptomnesia. Dictionary.com. Merriam-Webster's Medical Dictionary. Merriam-Webster, Inc. En: http://dictionary.reference.com/browse/cryptomnesia; consultado el 29-7-07.        [ Links ]

3. Office of Research Integrity Annual Report 2005 May 2006/ 2006 May 2007. En: http://ori.dhhs.gov/publications/annual_reports.shtml; consultado el 9-8-07.        [ Links ]

4. Boesz CC. Effective Compliance Programs. Creating Integrity in the Research Environment. 2007. Accountability Workshop (June 7, 2007). En: www.nsf.gov/ oig/strasbourg_ presentations/boesz2.pdf; consultado el 13-11-07.        [ Links ]

5. Merton RK. The ambivalence of scientists (1963). En: The Sociology of Science. Theoretical and Empirical Investigations. Edited and with an Introduction by Norman W. Storer. Chicago: The University of Chicago Press, 1973.Chapter 18, p. 382-412.        [ Links ]

6. Daniels GH. Acknowledgment. Science 1972; 175: 124-5.        [ Links ]

7. Schacter DL. The Seven Sins of Memory. How the mind forgets and remembers. Boston: Houghton Mifflin, 2001. Chapter 4. The Sin of Misattribution. p. 88-111.        [ Links ]

8. Gruber RP. Minds That Think Alike or Cryptomnesia?. Plas. Reconstr Surg 2007; 116: 1945-6.        [ Links ]

9. Defeldre A-M. Inadvertent Plagiarism in Everyday Life. Appl Cognit Psycol 2005; 19: 1-8.        [ Links ]

10. Borges JL. Funes el memorioso (1942). En: Artificios (1944). Obras completas. Buenos Aires: Emecé, 1974. p. 485-90.        [ Links ]

11. Draaisma D. Why life speeds as you get older (2004). Cambridge (UK): Cambridge University Press, 2006. The absolute memories of Funes and Sherashevsky. Chapter 7. p. 61-72.        [ Links ]

12. "Crusader". Cryptomnesia. En: Truth About Writing. An Active Voice. 14 Dec 2006. En: http://truthaboutwriting.com/?p=57#comments; consultado el 18-9-07.        [ Links ]

13. Plagiarism.org. En: http://www.plagiarism.org/; consultado el 21-9-07.        [ Links ]

14. Plagiarism detection. En: http://www.elsevier.com/wps/find/editorsinfo.editors/plagdetect; consultado el 21-9-07.         [ Links ]

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