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Medicina (Buenos Aires)

Print version ISSN 0025-7680

Medicina (B. Aires) vol.71 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Jan./Feb. 2011

 

EDITORIAL

Rabia en el Río de la Plata

 

En la revista La Abeja Argentina, en el N° 2, del 15 de mayo de 1822, al azar de la lectura encontramos la noticia que la rabia, desconocida en estos lados de América, llegó con las invasiones inglesas, precisamente con la segunda, la de 1807. La noticia (la transcripción es literal), dice así:

RABIA. Si el nuevo mundo ha recibido del antiguo la civilización y la cultura, este en recompensa le ha hecho de tiempo en tiempo presentes muy funestos. La rabia, esa enfermedad tan terrible como mortal, en la que justamente se han comparado a los enfermos con Acteón despedazado por los perros, era desconocida en este pais hasta el año de 1807 en que la expedición inglesa comandada por Sir Samuel Achmuty desembarcó en Montevideo. Muy probablemente algun perro de los que vinieron en ella, trajó consigo este fatal veneno y lo comunicó en aquel pueblo: lo cierto / es, que desde entonces esta enfermedad que apareció allí por primera vez, se comunico á su campaña, y de allí a la Banda Occidental del Paraná. Sus extragos entonces fueron bastante considerables, pero se detubieron en su marcha, para no presentarse en adelante sino en la primavera de cada año. Así es que en Buenos Aires aparece generalmente á los principios de primavera, y particularmente en las primeras secas, manifestandose en los perros, de los que se comunica al hombre. […]1.

La Abeja Argentina fue un periódico mensual publicado por la Sociedad Literaria. Tenía como objetivos tratar "Con preferencia de cuanto tenga relación con la independencia de América", y opinar sobre medidas de gobierno, informar sobre la industria, la agricultura, el comercio, la economía. También sobre la medicina y sus descubrimientos, las enfermedades prevalecientes en el mes, los cambios del clima, los descubrimientos "en cualquier ramo", noticias del exterior, literatura, notas biográficas, y todo lo que contribuyera a hacer amenos y variados sus números. El primer número apareció el 15 de mayo de 1822, el último el 15 de julio de 1823. Martín Rodríguez gobernaba la provincia de Buenos Aires.
Nos preguntamos, ¿será correcta esta afirmación? Consultamos entonces los más recientes y voluminosos tratados sobre la rabia, con capítulos escritos por autoridades internacionales. En la primera edición de Rabies, del 2002, editado A. C. Jackson y W.W. Wulmer, en el capítulo Historia, escrito por Lise Wilkinson, dice la autora: "De acuerdo a Fleming [Fleming, G. (1872). Rabies and Hydrophobia. Their history, nature, causes, symptoms and prevention. London: Chapman & Hall] la rabia fue introducida en la Argentina por los sporting dogs traídos por oficiales ingleses"2. En la segunda edición, del 2007, con idénticos editores, el capítulo Historia es de otro autor, G. M. Baer: Trata también sobre la rabia en el Nuevo Mundo. Baer dice que era desconocida antes de la llegada de los conquistadores y que, dada la limitada diversidad genética encontrada en los virus aislados, sugiere que la introdujo la colonización europea. En Méjico, la primera referencia es de 1709 y en Virginia [EE.UU.] era común en 1753. Pero no menciona cuando ni como llegó al Río de la Plata3.
La existencia de la rabia en Méjico en esos años está mencionada también en el Florilegio Medicinal del Hermano Juan Esteynefer S.J. (Johannes Steinhoffer) quien dice "Para conocer el perro rabioso, se pondrán algunas señales, por cuanto de poco tiempo acá sólo se ha visto rabiar los perros de Nueva España"4.
Félix de Azara, observador calificado, menciona la rabia en tres de sus libros, basados en sus viajes y estadía en estas tierras entre los años 1781 y 1801. En uno dice que los perros cimarrones: "No padecen de rabia o hidrofobia [bastardilla en el original] que aquí es desconocida, […]"5. En otro afirma de
los perros cimarrones, y de la rabia en general: "Ninguno padece rabia o hidrofobia, enfermedad desconocida en América"6. En otro repite la afirmación: "Es de estrañar [sic] que se críen tantos venenos en un país que no conoce la rabia o hidrofobia"7.
Leemos, luego, las publicaciones locales, más nuevas que la noticia de La abeja argentina. En el trabajo de revisión de Amasino, Garbi y Amasino, vuelve la afirmación que la rabia llegó al Río de la Plata con las invasiones inglesas de 1806 y 1807, cuyos soldados, los oficiales, agregamos, traían perros de caza del Cabo de Buena Esperanza incubando la rabia8. Y citan que Harald N. Johnson, autor del capítulo sobre rabia del libro de Thomas M. Rivers y Frank L. Horsfall Viral and Rickettsial Infections of man (1959) que consigna: "in 1806 an outbreak was observed among hunting dogs imported into La Plata, Argentina." ("en 1806 un brote fue observado entre perros de caza importados en La Plata, Argentina")9. La revisión, por otra parte, menciona dos artículos, uno de Guillermo Gallardo y otro de Marcial I. Quiroga que sostienen la afirmación de La abeja argentina.
Gallardo no deja un cabo sin atar10. Además de citar las observaciones de José Sánchez Labrador S:J. en su libro Paraguay Natural, las de Azara, que antes mencionamos, añade que, en la Description Geographique et Statistique de la Confederation Argentine (1860-1864), Jean Antoine Victor de Martin de Moussy refiere que un viejo médico español, el Dr. D. J. Gutiérrez "les aseguró que no se conocía la rabia allí sino desde el 1806, época de las invasiones inglesas". Más valioso y directo aún, es un informe del gobernador de Montevideo, Francisco Javier de Elío, hecho conocer por J. M. Fernández Saldaña en el diario La Prensa del 21 de mayo de 1939, donde de Elío, el 2 de noviembre de 1807 informa que han muerto, "rabiando", ocho personas y varios animales, y alerta e instruye a los hacendados sobre lo que deben hacer. El informe de de Elío es del 2 de noviembre de 1807. Los ingleses, en la segunda invasión, tomaron Maldonado el 29 de octubre de 1806. El 2 de febrero de 1807 Auchmuty ocupó Montevideo.
Quiroga da a conocer, y transcribe, un documento inédito del Archivo de la Academia Nacional de Medicina (Donación Marcelino Herrera Vegas) dirigido al Tribunal del Protomedicato de Buenos Aires por Cristóbal Martín de Montúfar, protomédico de Montevideo, fechado el 18 de mayo de 1808. Su objeto es informar sobre la enfermedad de la cual, según parece, no había noticia en esta ciudad, los casos que trató, siete propios y dos ajenos, y su terapéutica. Sobre la terapéutica no insistiremos, sólo es curiosa. De la descripción de los nueve casos, hay tres con claros síntomas de hidrofobia, con períodos de incubación de "70 y tantos días", 40 o 41, y 30 días. El primero "sin síntomas de los más violentos": hidrofobia, angustia y opresión. El segundo con melancolía e hidrofobia, el opio que Montúfar le administró pudo aliviarle los síntomas. El tercero, con hidrofobia, murió "aullando y revolcándose en el suelo". De los otros seis casos en dos se perdió noticia, uno después de 41 o 43 días de observación, de 56 días en el otro, un caso ajeno a Montúfar. Los cuatro restantes a los 90, 64 (o 75), 56, 36 y 33 días respectivamente, se encontraban "sin novedad" o "está sano, robusto y alegre"11. Por cierto el período de incubación es variable, típico el de uno a tres meses, excepcional el más corto, de días, o el más largo, de años12.
En el tomo de la Biblioteca de Mayo que citamos al comienzo, las páginas 5699-70, identifican los autores de algunas colaboraciones incluidas en La Abeja Argentina. Allí encontramos al anónimo de la nota sobre la rabia. No es otro que Justo García (y Valdés) mencionado por Gallardo y por Quiroga. García escribe asombrado, y fastidiado, porque a poco de enterrar a tres víctimas de la rabia, aparece, en dos números del semanario Correo del Comercio, una memoria del Dr. Bosquillon en la que aconseja abandonar a los mordidos por perros rabiosos y curarlos con consejos. Critica luego un premio otorgado por la Real Sociedad de Medicina de París a Mr. le Roux quien prueba "con observaciones irrefragables la existencia de la rabia espontánea en los hombres; desciende a la comunicada por los animales…", y convence, no a García, "que el veneno de la rabia es un tósigo frecuentemente lento y viscoso, cuya índole nos es aún desconocida". García sostiene que los "sabios médicos" han socorrido a los rabiosos destruyendo "en tiempo el virus" en la mordedura, antes de que afecte el sistema glandular y el cerebro. Y presenta al público sus observaciones hechas en el Hospital general
de la Residencia. Son ocho casos, con nombre y apellido, de mordidos por perros rabiosos. Cuatro murieron con rabia furiosa, después de 45 días ("más o menos"), 42, 40 y, el último, estimamos que en poco más de 30 días. Los tratados "en tiempo" con escarificaciones y cáusticos en las mordeduras sobrevivían, aunque atemorizados, y tenían razón, 69, 49, 46 y 65 días después de mordidos.
De sus observaciones Valdés deduce: 1) que los perros comunicaron "el virus hidrofóbico" a los mordidos; 2) que los primeros murieron por no haber sido tratados en tiempo; 3) que los últimos corrieron al hospital a curarse. Agrega Valdés que la imaginación influye en las enfermedades nerviosas, como lo es la rabia, pero esta no se trata con persuasiones y consejos sino aplicando "los conocidos y seguros remedios", el consuelo y dando ánimo con cariño13. Para 1813 la rabia llegó a Mendoza, y los viajeros debían proteger los campamentos de los perros cimarrones rabiosos con parapetos de cuero10.
En fin, las evidencias de que la rabia llegó al Río de la Plata con las invasiones inglesas parecen suficientes. A Quiroga le parece una redundancia volver sobre los orígenes del flagelo después del artículo de Gallardo. ¿Qué queda para esta nota? Estamos condenados a escribir sobre lo escrito. Podemos argüir que tal vez Darwin no se curara en salud cuando dice: […] "es improbable que un perro ya mordido pudiera ser llevado a tan distantes países", para exculpar a los ingleses de traer perros incubando la rabia a estas tierras, como afirma Gallardo. Darwin no podía saber que el período de incubación pudiera ser mayor de 90 días14. Podemos desenterrar la La Abeja Argentina, analizar la comunicación de Montúfar, precisar la fecha donde apareció la carta de Justo García y Valdés en el Correo del Comercio, resumirla y analizarla, encontrar que García es el autor de la nota de La Abeja Argentina, y dejar al lector preguntas sin respuestas. O, sin otra pretensión, recordar y divulgar un conocimiento poco recordado. Y, como termina su carta García y Valdés: "Vmds. disimulen mis defectos, y dispongan de la buena voluntad de este afectísimo servidor".

Juan Antonio Barcat

e-mail: jabarcat@yahoo.com.ar

1. La Abeja Argentina. N° 2, 15 de mayo de 1822, p.72-3. Tomado de la reproducción símil tipográfica de la Biblioteca de Mayo, Tomo VI (Literatura). Senado de la Nación: Buenos Aires, 1960. p.5296. Grafía original conservada.         [ Links ]

2. Lise Wilkinson. En: Rabies. Edited by Allan C. Jackson & William W. Wunner. San Diego CA: Academic Press (Elsevier Science USA), 2002. Chapter 1. History, p.1-22. (p. 9).         [ Links ]

3. Baer GM. En: Rabies. 2nd. Edition. Edited by Allan C. Jackson & William W. Wunner. San Diego CA: Academic Press (Elsevier Science USA), 2007. Chapter 1. The History of Rabies. Chapter 1. p.1-22.         [ Links ]

4. Esteynefer, J. [Johannes Steinhoffer]. Florilegio Medicinal (1711). Libro Segundo. Cuarta Impresión. Madrid: Manuel Fernández, 1732. Capítulo XXVII. De las heridas, o mordeduras ponzoñosas. p 381-5 (p.383).         [ Links ]

5. Azara, F. de. Apuntamientos para la Historia Natural de los Quadrúpedos del Paragüay y del Río de la Plata. Madrid: Viuda de Ibarra, 1802. Tomo segundo. Núm. LXX. De los perros. p. 274-88 (p. 282).         [ Links ]

6. Azara, F. de. Viajes por América Meridional (1809). Buenos Aires; El Elefante Blanco, 1998. Tomo I. Capítulo IX. De los cuadrúpedos y de las aves. p. 159-238 (p.226).         [ Links ]

7. Azara, F. de. Descripción é historia del Paraguay y del Río de la Plata. Madrid: Sánchez, 1847. Tomo 1. p. 130.         [ Links ]

8. Amasino CF, Garbi CJ, Amasino F. La rabia urbana en la provincia de Buenos Aires: Origen-evolución-actualidad. Analecta Veterinaria 2002; 22, 1:17-31        [ Links ]

9. Johnson, HN. Rabies. En: Rivers T, Horsfall F. Viral and Rickettsial Infections of man. Chapter 21. Philadelphia: Lippincott.1959. p. 406. (Citado en 8).         [ Links ]

10. Gallardo G. Difusión de un antiguo flagelo. La Nación (Buenos Aires), 5 de mayo de 1963. 4ta. Sección, p. 6.         [ Links ]

11. Quiroga MI. Los orígenes de la rabia en el Plata. Bol A N de Medicina 1974; 52 (1er. Sem.): 103-10.         [ Links ]

12. Johnson N, Fooks A, McColl K. Human rabies case with long incubation, Australia. Emerg Infect Dis 2008; 14: 1950-1.         [ Links ]

13. García y Valdés J. Carta a los editores. Correo del Comercio, Tomo 1ro., No. 12, Sábado 19 de mayo de 1810. En: http://es.wikisource.org/w/index.php?oldid=113589. Contribuyentes: LadyInGrey; consultado el 9-7-10.         [ Links ]

14. Darwin CR. The Voyage of the Beagle (1845). London: Dent, 1959. p. 339-40.         [ Links ]

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