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Medicina (Buenos Aires)

Print version ISSN 0025-7680

Medicina (B. Aires) vol.75 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Apr. 2015

 

Caveat lector

 

Notas para advertir, entretener y relacionar lo nuevo con lo viejo, sin un análisis detallado ni opinión formada. Son bienvenidos los comentarios a revmedbuenosaires@gmail.com o a Basilio A. Kotsias, kotsias@retina.ar

FAMOSOS ENFERMOS

La investigación clínica cuenta con experimentos in vivo al alcance del médico –sus enfermos– y hay casos que han quedado en la historia por la importancia de los hallazgos obtenidos, identificados por su nombre, seudónimo o iniciales. Esta es una corta lista que se extiende desde el siglo XIX hasta nuestros días. No se trata de primeros casos o que sobresalen por su singularidad.
En 1822, Alexis St. Martin, un transportista canadiense de pieles de 28 años recibió un balazo que le provocó graves heridas en el abdomen y dejando expuesto el estómago. Trasladado al fuerte más cercano fue tratado por el Dr. William Beaumont, médico del ejército de los EE.UU. experimentado en heridas de guerra. Beaumont comenzó sus investigaciones sobre la digestión utilizando la abertura en el estómago de St. Martin y su publicación se convirtió en la primera en demostrar el proceso químico de la digestión.
El caso de Phineas Gage (Figuras) es conocido entre la comunidad médica como uno de los estudios más sorprendentes sobre la influencia del cerebro en las emociones. El accidente ocurrió en 1848 cuando Gage trabajaba con explosivos y por una mala maniobra una barra de hierro se le introdujo en la cabeza de abajo arriba atravesando la masa encefálica. Gage sobrevivió 12 años pero con un cambio total en su personalidad. No se hizo autopsia pero su cráneo fue vuelto a estudiar hace unos años, donde se demostró que la barra lesionó en forma bilateral la corteza prefrontal.
Recordamos los casos de los Sres. Leborgne ("Tan") y Lelong cuyos cerebros se exponen en el Museo Dupuytrén en París. Al ser estudiados por Paul Broca, que los conocía en vida, se demostró que las lesiones cerebrales correspondían a lo que conocemos como áreas de Broca.

Sigmund Freud y Josef Breuer utilizaron seudónimos en historias clínicas para casos relevantes que involucraban casos de enfermedades neurológicas y mentales, entre ellos Anna O, Cäcilie M, Dora, el pequeño Hans, el hombre de las ratas o el hombre de los lobos.
Henrietta Lacks, nacida en 1921 en Virginia, EE.UU., enfermó con un cáncer muy agresivo de cuello uterino que la llevó a la muerte en 1951. Poco tiempo antes esas células cancerosas fueron reproducidas por George Otto Gey en la Universidad John Hopkins y se convirtieron en el linaje celular humano más antiguo y el utilizado con mayor frecuencia. Las células HeLa -el acrónimo del nombre de la enferma que no se resguardó- han mostrado ser muy duraderas y prolíficas, un inconveniente a su vez puesto que contaminan otros cultivos celulares.
Está el caso del Dr. P., un cantante que padecía una agnosia visual confundiendo objetos inanimados con personas y cuyo estudio neuropsicológico fue relatado por Oliver Sacks en su libro El hombre que confundió a su mujer con un sombrero.
¿Podemos afirmar que la naturaleza de la conciencia ahora ha dejado de ser una pregunta de la filosofía, para ser un tema de investigación de la neurociencia? Las teorías abundan pero los resultados son escasos. Un avance significativo fue disociar la parte consciente de la inconsciente en seres humanos o en otros primates y así establecer los circuitos activos en uno y otro sentido. Una mujer que conocemos como DF sufrió una afasia visual por una intoxicación por monóxido de carbono con lesión bilateral de la corteza occipital ventrolateral y su caso fue publicado en 1991, al que le siguieron otros trabajos. DF tiene una disociación entre lo que conoce y lo que no conoce: si se le muestra una ranura de variable orientación y se le solicita que imite esa posición con una tarjeta que tiene en su mano, DF es incapaz de hacerlo en forma correcta. Sin embargo, cuando se le ordena que introduzca la tarjeta en la ranura en cualquier posición lo puede hacer como una persona normal. Su caso sirve para diferenciar las dos funciones de la visión, en una la percepción y en la otra, la de contribuir a una acción. En algún sentido DF no sabe que sabe.

Damasio H, Grabowsk T, Frank R, Galaburda AM, Damasio AR. The return of Phineas Gage: clues about the brain from the skull of a famous patient. Science 1994: 264: 1102-05. Goodale MA, Humphrey GK. The objects of action and perception. Cognition 1998; 67 181-207. Cavina-Pratesi C, Kentridge RW, Heywood CA, Milner AD. Separate processing of texture and form in the ventral stream: Evidence from fMRI and visual agnosia. Cerebral Cortex 2010; 20:433-46.

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