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Medicina (Buenos Aires)

On-line version ISSN 1669-9106

Medicina (B. Aires) vol.75 no.3 Ciudad Autónoma de Buenos Aires June 2015

 

COMENTARIOS BIBLIOGRÁFICOS

Nature et artifice. L´homme face à l'évolution de sa propre essence. (Naturaleza y artificio. El hombre frente a la evolución de su propia esencia)
Edgardo D. Carosella, Paris: Editions-Hermann, 2014, 280 pp

Ante todo, hablemos del director y, a su vez, autor de dos capítulos, Edgardo Carosella. Se trata de un médico argentino que se recibió en la Universidad del Salvador e hizo su tesis bajo la dirección de Alois Bachmann en el Instituto de Investigaciones Hematológicas. Me regaló este libro al ser homenajeado y premiado recientemente en la Embajada de Francia. Reencontrarnos fue un placer, repitiéndose una circunstancia algo similar en Paris en el 2005 (ver Medicina 2005; 65: 366-8).
En 1976, Edgardo emigró a Francia invitado por Jean Bernard, para trabajar con Jean Dausset en el Hospital Saint Louis. En 1980, el Premio Nobel de Fisiología recayó en Jean Dausset, Baruj Benacerraf y George D. Snell por la identificación de los antígenos de histocompatibilidad del hombre, conejo y ratón, respectivamente. A la muerte de Dausset en 2009, Edgardo Carosella lo reemplazó como Director del Instituto de Hemato-Inmunología del Hospital Saint Louis. Además, es miembro de la Académie des Sciences. Sus propias investigaciones inmunológicas tratan del dogma PROPIO/NO PROPIO y condujeron al descubrimiento de la molécula HLA-G, la responsable de la aceptación feto-materna.
En cuanto al libro, por Naturaleza se entiende el universo real que abarca la física, la química y la biología y particularmente el hombre como sujeto de la antropología y de la medicina. Por artificio se comprende toda intervención humana sobre la naturaleza. La obra consta de tres grandes divisiones, 1) La legitimidad de la acción humana sobre la naturaleza, 2) Naturaleza e innovación, 3) El hombre sublimado - Homo Novus. Cada subdivisión consta de 4, 7 y 8 autores, respectivamente -todos destacados científicos. Se trata de las grandes preguntas de la filosofía biomédica. ¿Puede el hombre actuar sobre la naturaleza sin alterarla?
¿Las ciencias convergentes terminaran por orientar la evolución hacia un hombre sublimado o superhombre? La corriente típicamente occidental de híper dominación de la naturaleza llama a la prudencia y sin embargo no se puede detener el afán de optimizar los conocimientos, ni justificar una ignorancia. Conocer el mundo en profundidad es el afán de todo investigador, de saber más y más. Volviendo a Carosella, sostiene que "La tecnología cambió la concepción de la investigación en medicina. Hoy el científico pasó de ser un "buscador" a ser un "creador". Hasta 1980, un investigador tenía que buscar y encontrar. No había otra posibilidad. A partir de ese momento, la biología molecular y el mayor conocimiento de la genética van a transformar a ese "buscador" en "creador": creará nuevas especies, nuevas células, animales transgénicos, ratones con genes humanos. Es una revolución extraordinaria y en este escenario cada día más complejo, ¿cómo conviven el filósofo y el científico? ¿Se llevan bien o mal? Estamos más incómodos que antes porque dejamos atrás los mitos y la ciencia no nos da la respuesta". Y enseguida concluye: "El científico tiene una responsabilidad muy grande frente a su sociedad que le pide avances y está siempre un poco recelosa. Esta responsabilidad, el científico la ejerce a través de sus resultados, pero sobre todo en la interpretación. Cuando va más allá de lo que se puede hacer, está dando una falsa esperanza a los enfermos y a la sociedad. El gran defecto de los investigadores, y que a lo mejor es también el mío, es creer que lo que uno hace es el centro de todo. Hay que tener una gran humildad. Yo hace 38 años que trabajo en inmunología y si usted me pregunta qué es lo que sé, le diría que apenas el 15% del total. El filósofo es el legislador de la ciencia, nos guste o no a los científicos". No dejen de leer este libro.

Christiane Dosne Pasqualini

 

Peste y cólera.
Patrick Deville. Barcelona: Anagrama, 2014. Traducción castellana de José Manuel Fajardo de Peste & Choléra, Paris: Éditions du Seuil, 2012, 238 pp

La vida de Alexandre Yersin (1863-1943) fue larga, llena de aventuras, fructífera, reconocida y distinguida en Vietnam y Francia. Deville, escritor y viajero que necesita ir "físicamente a las geografías donde transcurren las novelas", aprovechó tanta sustancia para escribir esta premiada y erudita novela sin ficción, que se presta a una reseña con el esqueleto biográfico en una revista médica.
Yersin nació en un pueblo del cantón suizo de Vaud, en una familia calvinista de origen francés. Antes de nacer perdió al padre y la madre cargó con la crianza y educación de tres hijos. Yersin, bilingüe, estudió medicina en Marburgo (Alemania) y París. Como alumno siguió el curso de Victor André Cornil (1837-1908) quien le encargó las autopsias de aquellos en los que falló la reciente vacuna antirrábica de Pasteur. Conoció así a Emile Roux (1853-1933) quien lo presenta a Pasteur y lo incorpora como ayudante pago al equipo. Sigue sus estudios y prepara la tesis sobre la tuberculosis. Antes de recibirse publica, con Roux, la descripción de una forma de tuberculosis experimental en el conejo, la tuberculosis "tipo Yersin" Es la tifobacilosis de Landouzy, tuberculosis no reactiva o caseificante aguda, vuelta a la atención médica cuando ocurre en los inmuno-deprimidos. Y con Roux descubre la toxina diftérica. Con estos logros y el título y la ciudadanía francesa flamantes, va a Berlín a seguir el curso de técnica bacteriológica en el Instituto dirigido por Robert Koch (1843-1910).
En esa exitosa carrera Yersin conoce el mar, y sorprende a sus colegas: deja la bacteriología y consigue un puesto de médico de a bordo en Asia, primero en la línea Saigón-Manila, luego en la de Saigón-Haiphong. No es un rutinario, estudia astronomía, meteorología, se interesa en las etnias de Indochina, y en cuanta máquina o aparato nuevo aparece. Albert Calmette (1863-1933), un nuevo "pasteuriano", llega a Indochina para crear un Instituto Pasteur. No consigue sumar a Yersin a la empresa porque ahora está interesado en la astronomía, la cartografía y la exploración, quiere ser un Livingstone. Después de dos años deja su puesto de médico de a bordo, se instala como médico en Nha Trang, una aldea de pescadores, hoy una ciudad balnearia. Es el Dr. Nam médico y, por su cuenta, explorador de las montañas que se encuentran entre el mar de la China y el río Mekong. Transformado en geógrafo y etnólogo presenta sus resultados en la Sociedad Geográfica de París. Vuelve a Indochina como explorador y agrimensor pagado por el gobernador general Paul Doumer. Entre otras cosas descubre una meseta casi suiza en la que se establece un sanatorio: Dalat, una villa de montaña "romantique".
Agreguemos drama al nuevo Livingstone: Yersin enfrentó a un bandolero, Thouk. En la refriega Yersin consigue un lanzazo en el tórax y pierde la mitad del pulgar izquierdo. Thouk finalmente fue detenido y decapitado tras cuatro golpes de sable. Yersin, ya recuperado, tomó algunas instantáneas del procedimiento.
Un pedido urgente de Pasteur y Roux lo lleva a Hong Kong, la peste bubónica se extiende de China hacia Indochina, ya está en Hong Kong. Los ingleses recurren a los médicos del Instituto de Koch, la competencia del Instituto Pasteur, y autorizan de mala gana la intervención francesa, peor es la mala gana de los japoneses, del bando de Koch que alejan a Yersin de las autopsias. Pero Yersin tiene un aliado, un italiano francófilo, el padre Vigano, que con mañas "vaticanas" consigue el material que Yersin necesita: bubones, ganglios linfáticos crurales. Yersin identifica al bacilo, Yersinia pestis, y le gana a Kitasato. "Sin la casualidad y la suerte el genio no es nada", muy cierto. Kitasato tiene estufas reguladas a 36-37 °C, la temperatura del cuerpo humano, y cultiva un neumococo contaminante. Yersin no tiene estufas, pero la temperatura óptima para que crezca el bacilo de la peste es 28 °C, la temperatura ambiente de Hong Kong en ese momento. Yersin completa sus estudios, cree que la rata trasmite la peste, se equivoca, y regresa a Indochina, tiene 31 años.
¿Qué hace ahora Yersin? Consigue fondos y se dedica a las epizootias. Antes, vuelve a París para preparar una vacuna y un suero para la peste. Regresa a Nha Trang con nuevos aparatos, como de costumbre, y la intención de crear un centro que prepare grandes cantidades de vacuna y suero. El Dr. Pesas, veterinario militar, prepara el suero. Hay una epidemia en Cantón (Guanzhou), Yersin se propone probar el suero con los chinos. El cónsul francés lo disuade, el suero solo se ha probado en caballos. Finalmente lo prueba: en la misión católica hay un seminarista chino enfermo, Yersin le inyecta el suero y lo cura. Luego lo utiliza en un lazareto para marinos, de 23 enfermos solo mueren dos. Está probado el suero, queda producirlo y aplicarlo en gran escala. La peste llega a Bombay, y allá va Yersin, en el viaje se entera que el Dr. Pesas murió por una contaminación accidental. En Bombay vacuna a la comunidad francesa y trata a la hija del encargado de negocios. Pero se lleva mal con los ingleses y se va. Paul-Louis Simond lo reemplaza, se lleva bien con los ingleses, y descubre que la pulga, no la rata, es la que trasmite la peste. Yersin lo felicita.
Yersin, con 35 años vuelve de Bombay a Nha Trang, decide ser sedentario y crear allí una filial del Instituto Pasteur. Al centro agrega una granja donde cría los animales para producir sueros y vacunas. Yersin se interesa en todo, estudia agronomía, química, y como las actividades agro-ganaderas no entran en la misión del Instituto se forma una sociedad privada, la firma "Srs.Yersin, Roux y MEDICINA - Volumen 75 - Nº 3, 2015 200
Calmette", plantadores de café, coca, tabaco, entre otras especies; por el momento el dinero viene del suero contra la peste bovina. Una interrupción, el gobernador Doumer debe regresar a Francia y proyecta un centro médico con hospital, escuela de medicina, laboratorios, etc. en Hanoi. Doumer confía en Yersin. A los dos años todo funciona, Doumer vuelve a Francia y Yersin vuelve a Nha Trang.
La firma "Srs.Yersin, Roux y Calmette" extiende las plantaciones, el plantador local adquiere cada vez más máquinas, aparatos e instrumentos. Primero adoptó la bicicleta, le siguió la motocicleta, a ésta el auto a vapor, luego el auto a nafta, se tentó pero no se decidió por el avión propio. De las ruedas al neumático hay poca distancia y del neumático al caucho ninguna, y el plantador pasó a ser el primer productor de caucho de Indochina. Durante la Primera Guerra Mundial permanece aislado en Indochina, aclimatando árboles, hortalizas, vegetales, flores, gallinas. No puede viajar a Francia como lo hacía todos los años.
En los años que siguen Yersin aclimata el quino; el caucho y la quinina dan buenas ganancias a los socios que terminan vendiendo la firma al Instituto Pasteur por la suma de un franco. La empresa y las vacunas hicieron rico a Yersin y al Instituto, sus dominios se extendieron a 20 000 ha. Sigue explorando las montañas, encuentra otro sitio casi suizo, Hon Ba, allí instala un observatorio meteorológico y sitio de aclimatación. En el camino que sube a Hon Ba estará su tumba. Durante 10 años Yersin fue director honorario del Instituto madre, todos los años vuela a París y preside la asamblea general. Por entonces sus intereses eran la astronomía y la meteorología y, en secreto, la literatura; traducía obras del latín y el griego. Su publicación última y póstuma es el registro de las mareas observadas desde su casa en Nha Trang. Muere con Indochina ocupada por los japoneses.
Patrick Deville sostiene que escribe novelas sin ficción, y que el libro no es una biografía. Es una novela sin ficción o novela testimonio porque mezcla testimonios históricos y la ficción de la novela tradicional. Una fuente de testimonios es la formidable correspondencia de Yersin con su madre y hermana y la que tiene con Roux y Calmette. Deville no evita la selección de testimonios ni la ficción frondosa. Entrevistado por Marina Artusa, dice que elige no mencionar en la narración a un hermano "[Franck] porque con él [Alexandre] no tenía ningún contacto", y expone una personal definición de novela sin ficción (Revista Ñ, No. 590; 17/1/2015). En Peste y cólera Deville es "el fantasma del futuro", el relator omnisciente que imagina, por ejemplo, lo que piensa Yersin en los recurrentes pasajes que narran su último vuelo de París a Saigón, el último de Air France, el 31 de mayo de 1940 (el 14 de junio cayó París), los pensamientos de Yersin antes de morir, y aun los pensamientos eróticos de una prometida que "le dio calabazas".
¿Y el cólera del título? Deville recuerda a Louis Thullier, "pasteuriano" muerto de cólera en una epidemia, y la hidalguía mostrada en esa ocasión por Koch y su "banda", nada más. Al libro le falta un mapa y una cronología; la falta de un mapa se arregla consultando Google, las imágenes completan la escena. Vietnam no es el país que vimos en las películas de las guerras por su independencia. Está justificado su interés turístico, son magníficas sus montañas, costas y playas. Con la cronología debemos esforzarnos. La traducción a un castellano ibérico es a veces insufrible. Aun así es un libro de lectura amena y al entretenimiento agrega el beneficio de una mirada cuidadosa de la historia de la bacteriología heroica, la historia de la ciencia, la historia y literatura de Francia, y a las disputas franco-alemanas. El libro es apto como regalo.

Juan Antonio Barcat

Instituto Pasteur de Nha Trang, Vietnam.