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Medicina (Buenos Aires)

versión impresa ISSN 0025-7680versión On-line ISSN 1669-9106

Medicina (B. Aires) vol.76 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires abr. 2016

 

EDITORIAL

Comunicación de los resultados científicos, una responsabilidadde los investigadores y de los medios de comunicación

 

El mejor medio que tiene la humanidad para evitar todo tipo de abusos es adquirir una educación científica que le permita comprender las derivaciones que trae consigo todo programa de investigación. Como contrapartida a la libertad de investigación, los científicos tienen la obligación de explicar a la opinión pública la naturaleza de su trabajo. Si se considera a la ciencia como un sacerdocio cerrado, demasiado difícil y arcano para ser comprendido por el hombre de la calle, los peligros de abuso son enormes. La ciencia es un tema de interés general y nos afecta a todos sin exclusión (Carl Sagan)1.
El artículo de Izcovich y col explora la confiabilidad y precisión de la información médica proporcionada por los medios de comunicación en la Argentina2. Ellos concluyen que la misma es poco confiable. Los autores consideran que eso puede tener un impacto negativo en el sistema de salud y en la relación de los médicos con sus pacientes.
Los autores parecen asumir que la información suministrada por los científicos es veraz. De acuerdo a esto, la falta de concordancia se debería a una inadecuada interpretación de los periodistas encargados de informar de los avances logrados en la ciencia2. Estos hallazgos están en línea con otros publicados en diversas áreas3, 4.

Periodistas, divulgación y sociedad

La comunicación de información científica a la sociedad es un arte y comporta una responsabilidad social. Suelen ser los periodistas especializados quienes informan a la comunidad las novedades (en términos periodísticos esto se denomina la noticia). La divulgación científica, en cambio, intenta acercar al público el conocimiento y el mundo de la ciencia, y por lo tanto es de carácter eminentemente educativo. Ejemplos bien conocidos de divulgadores son Carl Sagan (1934-1996), Isaac Asimov (1920-1992), Arthur Clarke (1917-2008), Leonardo Moledo (1947-2014) y Diego Golombek (1964-) entre otros. Ellos concibieron a la divulgación científica como una forma de arte con un contenido estético esmeradamente pulimentado.
Los periodistas deben estar preparados para traducir el lenguaje de la ciencia en forma clara y sencilla y sin perder veracidad. El informe periodístico científico tiene pautas bien establecidas. La información debe tener exactitud, veracidad, fluidez, claridad, brevedad, facilidad de comprensión, unicidad, coherencia de relato y vivacidad. Asimismo, es realmente un arte y un ejercicio de honestidad explicar a legos palabras comunes de la jerga médico-científica tales como significativo, consistente, potencial, sugiere, preliminar, abre la puerta a, etc.
¿Cuáles son las fuentes que pueden utilizar los periodistas que se dedican a las ciencias de la salud para hacer sus notas? De hecho, los estudios publicados en revistas médicas con referato son las más confiables. Esto es real, aun conociendo que no están exentos de distorsiones de diversa índole entre las que se encuentran las debidas a conflictos de interés.
Es necesario profundizar los lazos de la ciencia con la sociedad y generar entusiasmo popular sobre ella. Con el mismo énfasis se debería denostar la puerilidad y peligrosidad de las pseudociencias, la superstición y el fundamentalismo religioso que habla en nombre de la ciencia. Esto también constituye una responsabilidad social tanto de quienes difunden novedades como de quienes se dedican a la divulgación científica en general.

Investigadores, divulgación y sociedad

Por una cuestión ética, los investigadores están obligados a difundir los resultados de sus investigaciones. Su divulgación constituye una etapa crucial en la que se comparten las novedades. La hacen en congresos y culmina con la publicación de artículos originales en revistas científicas. Pero los investigadores no siempre comunican sus hallazgos con honestidad intelectual5. Es hora de decirlo: hay investigadores inescrupulosos que falsean sus resultados y tienen una tendencia hacia la exageración de las bondades de sus hallazgos. No pocas veces publican sus experiencias en medios no especializados, quizá motivados por el afán de reconocimiento social y lucro. De manera que es posible incurrir en conductas inapropiadas, tanto si se realiza a través de medios masivos o en órganos especializados6.
En los países centrales, la aparición en los medios masivos -diarios, en especial, pero no solamente- aumenta el índice de citación de los artículos publicados en revistas con referato. La aparición en los medios puede ayudar en la obtención de fondos. Sin mayores rodeos: El peligro de difundir información errónea, ya sea por parte de los medios de comunicación o de los investigadores, es que se pueden generar falsas expectativas en la población, esperanzas inconsistentes, abandono de tratamientos de utilidad confirmada y erogaciones impensadas de dinero en busca y expectativas de curaciones.
Este editorialista acuerda con Izcovich y col. en que la información médica proporcionada por los medios de comunicación en la Argentina es poco confiable. Las causas subyacentes son complejas, las motivaciones son diversas, los intereses son múltiples. Para decirlo claramente: Si los investigadores dieran a conocer sus experiencias a los medios de comunicación solo después de haberlas publicado en revistas especializadas como full papers (no solo en congresos) y si los periodistas cotejaran en esas revistas lo declarado por sus entrevistados, el impacto negativo en el sistema de salud y en la relación de los médicos con sus pacientes podría ser menor.
Hace unos meses, un matutino publicó una entrevista bajo el título “Levántense y anden”7: Científicos argentinos curan cuadripléjicos (…) un equipo de investigadores (…) recuperó con células madre las funciones de pacientes cuadripléjicos, que se pusieron de pie y caminaron (…). Levantarse y caminar, después de 12 años de cuadriplejia no es un milagro (...). Científicos argentinos (…) lograron que siete personas con hasta 12 años de cuadriplejia se pusieran de pie y caminaran tras haber sido tratados con células madre de su propia grasa corporal (…). Los resultados del ensayo clínico en pacientes con lesión traumática de médula espinal completa y crónica fueron presentados por primera vez en el XXII Congreso Mundial de Neurología, en Santiago de Chile. “No sólo han recuperado funciones en niveles medulares distantes incluso 16 metámeras por debajo de la lesión, sino que recuperaron también la funcionalidad y sensibilidad de los miembros superiores, logrando movimientos útiles con esos miembros” (…).
La fuente científica directa no menciona en absoluto esos resultados. Los resúmenes del mencionado Congreso están disponibles en la web8. El análisis minucioso de los motivos que culminaron con la publicación de la mencionada nota excede los objetivos de este editorial, que solo espera aportar algunos elementos de juicio al respecto. Este caso bien podría ser incluido en el libro de los doctores Pérgola y García Puga que, apenas comenzado el siglo XXI, ya deben tener suficiente material para escribir la segunda edición de su libro9.
La moral que alguna vez dio sentido a la vida de muchos médicos y periodistas, basada en el deseo de conocer, de ayudar y de comunicar la verdad y hasta de pelear por ella, parece una quimera. Son ellas hermosas profesiones y merecen ser amadas, siempre que se sea honesto pero –digámoslo de una vez-, hasta que se descubra a los impostores, a los mentirosos y a quienes denigran la profesión, ellos disfrutarán de la impunidad de la falta de regulaciones legales para evitar estos abusos y de la mala memoria de la sociedad.
En un mundo exquisitamente dependiente de las ciencias y la tecnología, es alarmante la falta de educación científica de la sociedad. Un público preparado, atento, educado, difícil, auténticamente culto, se resistirá a las maniobras del manipulador. De ahí la importancia de la cultura, de ahí la importancia de la conciencia crítica de la sociedad.

Eduardo L. De Vito

Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari, UBA, Buenos Aires, Argentina
e-mail: eldevito@gmail.com

Bibliografía 

1. Sagan C. El cerebro de Broca. Barcelona: Ediciones Grijalbo,1981, p 27.         [ Links ]

2. Izcovich A, Criniti JM, Popoff F, Gonzalez Malla C, Catalano HN. ¿Cuán confiable es la información médica proporcionada por los medios de comunicación en Argentina? Medicina (B Aires) 2016; 76:71-75.         [ Links ]

3. Lowrey W, Evans W, Gower KK, et al. Effective media communication of disasters: Pressing problems and Recommendations. BMC Public Health 2007, 7: 97.         [ Links ]

4. Pullman D, Zarzeczny A, Picard A. Media, politics and science policy: MS and evidence from the CCSVI Trenches. BMC Medical Ethics 2013, 14: 6.         [ Links ]

5. Barron AB, Brown MJF. Let’s talk about sex. Nature 2012; 488: 151-2.

6. Masic I. Plagiarism in the scientific publishing. Acta Inform Med 2012; 20: 208-13.         [ Links ]

7. Levántense y anden. Página/12. (6 de noviembre de 2015). En: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-285563-2015-11-06.html; consultado el 3/3/2016.         [ Links ]

8. Albanese G, Moviglia Brandolino MT, Piccone SC, Moviglia GA. Electromyographic changes observed after combined treatment: autologous stem cell implant and intensive rehabilitation in patients with complete, chronic spinal cord injury. XXII Word Congress of Neurology.Santiago – Chile, 2015. Breaking Oral Abstracts, #1467, WFN15-1720. Journal of neurological sciences, 2015; Article in Press. En: http://www.jns-journal.com/content/WCN2015Abstracts, consultado el 3/2/2016.

9. De Vito EL. Comentario bibliográfico. Fraudes y mistificaciones en publicaciones argentinas del siglo XX. Información riesgosa para la salud. Violación de las leyes e ineficiencia en los controles. Federico Pérgola y Agustín F. García Puga. Buenos Aires: Akadia, s/f. 151 pp. Medicina (B Aires) 2011; 71: 409-10.         [ Links ]

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