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Medicina (Buenos Aires)

versión impresa ISSN 0025-7680versión On-line ISSN 1669-9106

Medicina (B. Aires) vol.79  supl.3 Ciudad Autónoma de Buenos Aires set. 2019

 

ARTÍCULO ESPECIAL

Neuromielitis óptica

 

Ceila Ferrán, Virginia Pedemonte, Emilio Turcatti, Gabriel González

Centro Hospitalario Pereira Rossell, Facultad de Medicina, Universidad de la República, Montevideo, Uruguay

Dirección postal: Gabriel González Rabelino, República Argentina 1980, CP 15001, Montevideo, Uruguay
e-mail: viciogon@hotmail.com


Resumen

La neuromielitis óptica (NMO) es un trastorno autoinmune, inflamatorio y desmielinizante del sistema nervioso central con predilección por los nervios ópticos y médula espinal. En el año 2004 se publicó la asociación de NMO con un anticuerpo contra el canal de agua acuaporina 4 (anti-AQP4), como una enfermedad diferente de la esclerosis múltiple (EM). Actualmente se propone el término trastornos del espectro NMO (NMOSD), debido a que las manifestaciones de la enfermedad pueden ser más extensas, afectando además del nervio óptico y médula espinal, al área postrema del bulbo raquídeo, tronco encefálico, diencéfalo y áreas cerebrales típicas (periependimarias, cuerpo calloso, cápsula interna y sustancia blanca subcortical). NMOSD se aplica también a pacientes que cumplen los criterios de NMO y son negativos para anti-AQP4. Dentro de este último grupo se ha detectado en un 20% la presencia de otro anticuerpo, anti-MOG (Glicoproteína oligodendrocítica de mielina) con un mecanismo fisiopatológico diferente pero con una clínica, en algunos casos, similar, y en general con mejor pronóstico. El tratamiento inmunosupresor en la crisis, así como el tratamiento a largo plazo en los casos que esté indicado, es fundamental para evitar secuelas y recidivas. El diagnóstico correcto de esta entidad es fundamental ya que puede ser agravado con el uso de fármacos útiles en el tratamiento de EM. En esta publicación haremos una revisión de la fisiopatología, clínica y criterios diagnósticos de NMOSD, y discutiremos las distintas opciones terapéuticas.

Palabras clave: Neuromielitis óptica; Espectro neuromielitis óptica; Acuaporina 4; Inmunoglobulina G; Glicoproteína oligodendrocítica de mielina.

Abstract

Neuromyelitis optica

Neuromyelitis optica (NMO) is an autoimmune, inflammatory and de myelinat ing disorder of the central nervous system with a predilection for the optic nerves and spinal cord. In 2004 the association of NMO with an antibody against the water channel aquaporin 4 (anti-AQP4) was published as a different pathology from multiple sclerosis (MS). Currently the term NMO spectrum disorders (NMOSD) is proposed, because the manifestations of the disease can be more extensive, affecting in addition to the optic nerve and spinal cord, the area postrema of the dorsal medulla, brainstem, diencephalon and typical brain areas (periependymal, corpus callosum, internal capsule and subcortical white matter). NMOSD is also applied to patients who meet the NMO criteria and are negative for AQP4-IgG. Within the latter group, the presence of another antibody, anti-MOG, has been detected in 20%, with a different physiopathological mechanism, but with a similar clinic and a better prognosis. The immunosuppressive treatment in the attack, as well as the long-term treatment in the cases that are indicated, is fundamental to avoid sequelaes and recurrences. The correct diagnosis of this entity is essential since it can be aggravated with the use of drugs useful in the treatment of MS. In this publication we will review the pathophysiology, clinical and diagnostic criteria of NMOSD, and discuss the different therapeutic options.

Key words: Neuromyelitis optica; Neuromyelitis optica spectrum disorders; Aquaporin-4; Immunoglobulin G; Myelin oligodendrocyte glycoprotein.


 

Desde la primera descripción de neuromielitis óptica (NMO) en el año 1894, se ha ampliado el conocimiento clínico, fisiopatológico, neuroinmunológico y neuroimagenológico hasta establecer en el 2015 el concepto de ¨trastornos del espectro neuromielitis óptica¨ (NMOSD). Este es un grupo de trastornos inflamatorios del sistema nervioso central (SNC) que se caracterizan por episodios de desmielinización y daño axonal mediada por el sistema inmunitario que involucran principalmente los nervios ópticos y la médula espinal.
Considerada inicialmente como un subtipo de esclerosis múltiple (EM), el descubrimiento en los últimos años de un auto anticuerpo específico dirigido contra acuaporina 4 (AQP4), principal canal de agua en el SNC, ha identificado claramente a la NMO como una enfermedad diferente, que clásicamente se define como la asociación de neuritis óptica y mielitis. El término NMOSD incluye la NMO más otras formas restringidas del trastorno, como neuritis óptica (NO) recurrente, mielitis transversa (MT) recidivante y algunas presentaciones encefálicas y del tronco cerebral comunes en niños. En formas seronegativas
para anti-AQP4 pueden identificarse anticuerpos contra la glicoproteína oligodendrocítica de mielina (MOG) como una entidad particular, frecuente en pediatría, que puede presentarse clínicamente con un espectro de síndromes desmielinizantes que incluye los NMOSD, con diferencias fisiopatológicas y pronósticas que actualmente generan controversias terapéuticas.

Epidemiología

El NMOSD es generalmente esporádico, con alrededor de 3% de casos familiares, relacionados al alelo HLA-DRB11-3. Es una enfermedad rara que afecta a todas las etnias, predominando en afrodescendientes y asiáticos, con una prevalencia estimada entre 1-4/100 0001, 2, 4. Predomina en mujeres jóvenes (68 a 88%) y en un 25% asocian otra enfermedad autoinmune, especialmente los casos seropositivos para anti-AQP41, 5. Un 5% son de inicio en la edad pediátrica, con predominio en niñas 3:1 y una media de presentación de 12 años2, 4, 6. Aproximadamente entre un 15-20% de eventos desmielinizantes en pediatría cumplen criterios de NMOSD7.

Fisiopatología

Las causas de NMO y NMODS aún son desconocidas, pero se reconoce ampliamente que estas afecciones son principalmente desórdenes mediados por anticuerpos, siendo la respuesta inmune humoral que ataca a los astrocitos quien desempeña el papel principal1. Se han descrito varias dianas inmunes patógenas en NMOSD, siendo las más reconocidas la AQP4, la MOG y la proteína del ácido fibrilar glial (GFAP)1, 5.
Las acuaporinas regulan el transporte de agua en muchos órganos, como el sistema nervioso. La AQP4, objetivo principal en la patogénesis de la NMO, se concentra en los astrocitos de la barrera hematoencefálica (BHE)1. Cuando el anticuerpo se une selectivamente al antígeno AQP4 en los procesos del pie del astrocito, causa el aumento de la permeabilidad de la BHE. Esta unión activa el complemento, con la subsiguiente infiltración tisular de leucocitos, linfocitos T (CD3+ y CD8+) y células NK. El proceso inflamatorio resultante conduce al daño y muerte de los astrocitos y al compromiso secundario de oligodendrocitos y neuronas1, 5, 8.

Manifestaciones clínicas

La presentación clínica de los pacientes con NMOSD es muy variable, ya que la sintomatología puede originarse por la afectación de áreas distintas del SNC (nervio óptico, médula espinal, área postrema, tronco encefálico, diencéfalo y cerebro).
La NO se manifiesta por pérdida aguda de visión, discromatopsia, asociada a dolor ocular, uni o más comúnmente bilateral. Suelen ser lesiones extensas del nervio óptico que involucran el sector quiasmático y prequiasmático1, 9, 11.
La afectación de la médula espinal se manifiesta como una MT, con síntomas motores, sensitivos y esfinterianos11.
El síndrome de área postrema se caracteriza por hipo, náuseas y vómitos incoercibles5, 9, 10. Los síntomas agudos de tronco encefálico incluyen disfunción sensorial, ocular, motora, o cerebelosa asociados a lesio|nes parenquimatosas o peri-ependimarias contiguas o no al compromiso espinal11.
Los síndromes diencefálicos incluyen hipersomnia, narcolepsia, anorexia, hipotermia, hiponatremia, hiperprolactinemia, menstruaciones irregulares y cambios conductuales debidas a lesiones a nivel del tálamo, hipotálamo o peri-ependimiarias del tercer ventrículo5, 11, 12. Los síndromes cerebrales pueden presentarse con hemiparesia, pérdida hemisensorial, encefalopatía, pérdida del campo visual posquiasmática y pérdida de la visión cortical a menudo asociados con lesiones extensas, irregulares, confluyentes, subcorticales o de sustancia blanca profunda1, 9, 11.
El primer evento en la mayoría de los casos es una NO o MT aislada o combinada y menos del 10% debutan como evento similar a encefalomielitis diseminada aguda (ADEM-like)7. La mayoría de los casos AQP4 (+) son formas crónicas recurrentes generando discapacidad residual.

Métodos diagnósticos

La resonancia magnética (RM) es el examen de elección para identificar las lesiones. En la etapa aguda son hiperintensas en secuencias T2-Flair e hipointensas en secuencias T1 y pueden presentar realce con gadolinio. El compromiso uni o bilateral del nervio óptico, en su porción posterior o quiasmática, provocando una NO retrobulbar extensa es sugestivo de NMOSD. La MT longitudinal extensa (MTLE) se expande ≥ 3 segmentos vertebrales, involucra la sustancia gris central con realce en fase aguda y atrofia en fase crónica. Dicho hallazgo es característico y se observa evolutivamente en la mayoría de los casos, destacando que en su debut un 14% se presentan como MT13.
Las lesiones en médula dorsal, área postrema y cerebrales diversas son más frecuentes en niños, predominando en áreas de mayor expresión de AQP4.
El líquido cefalorraquídeo (LCR) puede presentar, en la mitad de los casos, aumento de proteínas y pleocitosis con predominio de polimorfonucleares. Un bajo porcentaje de pacientes presenta bandas oligoclonales (BOC)
en LCR al inicio de la enfermedad, las cuales tienden a desaparecer con el tiempo, a diferencia de la EM. Se ha visto también elevación de la proteína astrocítica GFAP (del inglés glial fibrillary acidic protein) en LCR en casos con mayor número de recaídas y se correlaciona con mayor grado de discapacidad1, 14.
La determinación en suero del anticuerpo anti-AQP4 es fundamental para el diagnóstico de la enfermedad, siendo positiva en un 60-90% de los casos de NMO1, 6, 9. Son altamente específicos para NMO (85-99%) con una sensibilidad del 70-90%1, 6, 9. Esta sensibilidad y especificidad diagnóstica varía de acuerdo al método de laboratorio utilizado, obteniendo los mejores resultados con ensayos basados en células transfectadas. Un 10-25% de los pacientes diagnosticados con NMOSD son seronegativos para anti-AQP4, y de este grupo, una fracción resulta positivo para anticuerpos anti-MOG10, 12, 14.
Los estudios para descartar enfermedades autoinmunes asociadas (lupus, miastenia gravis, Sjögren) se realizan especialmente en casos AQP4 (+).

Criterios diagnósticos

En el año 2015 se publicaron los criterios actuales para el diagnóstico de NMOSD (Tabla 1), diferenciando según el estado serológico un grupo seropositivo para AQP4 que deben cumplir al menos un criterio esencial y otro grupo seronegativos para AQP4 o no conocido, que deben cumplir con dos de los seis criterios clínicos esenciales, siendo al menos uno de ellos NO, MT o síndrome del área postrema con episodios únicos o múltiples13, 14.

Tabla 1. Nuevos criterios diagnósticos para trastornos del espectro neuromielitis óptica, 2015

Este consenso ha permitido aumentar las tasas de diagnóstico, con mayor sensibilidad y especificidad, y disminuir el tiempo medio de diagnóstico5, 9. Estos criterios fueron definidos para adultos, pero se admite su utilización en niños con algunas precauciones6, 9.

Trastornos del espectro neuromielitis óptica con anticuerpo MOG o síndrome anti-MOG

Recientemente, varios estudios han identificado una nueva diana antigénica, la MOG. Este anticuerpo se encuentra aproximadamente en un 30% de los eventos desmielinizantes y en un 20% de aquellos con NMOSD seronegativos para AQP47, 12, 16, 17. Anti-AQP4 y anti-MOG actualmente son consideradas entidades diferentes, con superposición clínica, diferente fisiopatología, evolución y pronóstico (Tabla 2). Si bien actualmente se discute su categorización nosológica, la mayoría de los autores la consideran una entidad propia2.

En los casos con anti-MOG positivos, no se observa el alto predominio en mujeres ni la asociación con otros trastornos autoinmunes5, 14, 17.
En cuanto a la clínica, la NO (88% en pacientes anti- MOG+) es más común que la mielitis (56%)7, 12, 16, 17. El compromiso del nervio óptico suele ser de su segmento anterior con gran componente inflamatorio expresado por un aumento en su calibre, tortuosidad y realce de la vaina que se visualiza con el contraste en la RM. Las lesiones medulares predominan en sector inferior, dorso lumbar, a diferencia que en los pacientes con anti-AQP4 o seronegativos en los cuales predominan a nivel cervicotorácico12, 15-17. Los síntomas del tronco encefálico son menos frecuentes12. Las lesiones cerebrales son similares a ADEM y no predominan en áreas periependimarias.
Muchas comunicaciones afirman que el curso de la enfermedad es menos grave, siendo frecuente la recuperación completa, dado que los anti-MOG causan alteraciones reversibles de la mielina sin activación del complemento o infiltración de células inflamatorias, requiriendo menos terapias inmunosupresoras6, 12, 14, 17. Se han descrito casos recurrentes con anticuerpos anti-MOG positivos y otros de evolución no tan benigna como en la serie publicada en adultos por Pache y col.8. Aún es necesario definir mejor esta entidad, especialmente en la población pediátrica donde los anticuerpos MOG se asocian también a otras enfermedades desmielinizantes, como ADEM, evento desmielinizante aislado (NO, MTLE) y excepcionalmente EM, observando un descenso de niveles séricos del anticuerpo en formas monofásicas y su persistencia en las recurrentes5, 6, 14, 16.

Diagnósticos diferenciales

Las principales diferencias clínicas y radiológicas NMOSD (AQP4+, Anti MOG+), EM, EMDA se muestran en la Tabla 2.

Tabla 2. Clínica, radiología y laboratorio de los trastornos del espectro neuromielitis óptica (AQP4-MOG), esclerosis múltiple y encefalitis diseminada aguda

La presentación clínica reversible en pocas horas o progresiva debe hacer sospechar otras etiologías (isquemia, infecciones virales, sarcoidosis o neoplasias).

Tratamiento

En los episodios agudos y recaídas, se recomienda como terapia de primera línea la metilprednisolona (30 mg/k/día por 5 días con máximo de 1000 mg). Si no se produce una mejoría significativa, se debe considerar la plasmaféresis (5-7 intercambios). Si no es accesible la plasmaféresis, se sugiere la inmunoglobulina intravenosa. En caso de respuesta deficiente, puede repetirse metilprednisolona que incrementa la eficacia de la plasmaferésis2.
El mantenimiento de corticoides o descenso gradual durante 2 a 6 meses dependerá de resultados serológicos y de tratarse de un primer episodio o exacerbaciones3-6, 14, 17, 18.
Cada vez hay más pruebas que la terapia inmunosupresora es esencial para reducir la actividad de la enfermedad y evitar nuevos ataques, sin embargo, las recomendaciones se basan en trabajos observacionales y opiniones de expertos. Hay controversias sobre si el plan terapéutico de mantenimiento debe ser igual en formas seropositivas y seronegativas. Existe consenso en iniciar tratamiento preventivo en un primer episodio con AQP4 (+) o en formas recurrentes seronegativas o anti MOG (+). En estas formas se mantiene corticoides (1 mg/k/ día) asociado a azatioprina o micofenolato de mofetilo, con reducción gradual de la dosis de corticoides luego de los 3-6 meses4, 6, 15.
La azatioprina a dosis de 2-3 mg/k/día reduce la frecuencia de ataques, sus efectos comienzan luego de los 6 meses por lo que es imprescindible asociar durante estos primeros meses dosis bajas de corticoides4, 6, 17, 18.
El micofenolato mofetilo se recomienda a dosis divida de 2 a 3 g/día, su efecto terapéutico sobre la supresión de la médula ósea debe controlarse midiendo el recuento absoluto de linfocitos que se evidencia cuando desciende a menos de 1500/μl4, 6, 15.
El rituximab también ha mostrado eficacia y puede realizarse como tratamiento de primera o segunda línea cuando no hay respuesta con bajas dosis de corticoides y azatioprina. La dosis recomendada es de 375 mg/m2 semanal durante 4 semanas y uego se repite cada 6 meses. Este fue bien tolerado y redujo significativamente la tasa de recaída anual del NMOSD pediátrico4, 6, 15.
Otras opciones menos utilizadas son ciclofosfamida, bajas dosis de prednisolona, mitoxantrona o nuevos agentes terapéuticos antimonoclonales como eculizumab o tocilizumab17,18.
Los fármacos utilizados en EM como interferones y esfingolimod no son eficaces en NMOSD y pueden agravar la enfermedad6,12,15.

Evolución y pronóstico

El 80-90% de las NMOSD seropositiva para anti-AQP4 son formas recurrentes con importante grado de discapacidad en cada evento. Las recaídas pueden ocurrir dentro del primer año (60%) o primeros 3 años (90%), recomendando un período libre de 5 años para establecer si cumple criterios de forma monofásica1,6,9.
Las formas monofásicas parecen ser más frecuentes en casos de AQP4 (-) o anti MOG (+), con menor grado de discapacidad y mejor pronóstico2,7,16. En la serie de Lechner y col., sobre 295 niños con primer evento desmielinizante, entre un 15-20% cumplieron criterios NMOSD, predominando las formas seropositivas anti MOG7.

Conflictos de intereses: Ninguno para declarar

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