PUNTOS CLAVE
Conocimiento actual
• Las encuestas de conocimientos, actitudes y prácticas pueden ser útiles para que las autoridades establezcan estrategias comunicacionales, afiancen las prácticas que resultan acertadas y/o modifiquen aquellas factibles de mejora. También ayudan a explicar la circulación de una enfermedad en la población.
Contribución del artículo al conocimiento actual
• Se muestra que el 97% de los participantes conocía los síntomas y las medidas de prevención para COVID-19; el 40% consideró correctas las medidas tomadas por las autoridades; el 53% se sintió protegido por su sistema de salud, y el 64% valoraba al personal de salud como princi pal comunicador. Pero el 51%, especialmente menores de 30 años, manifestó asistir a reuniones sociales en lugares cerrados, aunque siguiendo medidas de prevención.
En diciembre de 2019, la Comisión Municipal de Salud de Wuhan (China) notificó un grupo de casos de neumonía. Luego se determinó que estaban causados por un nuevo coronavirus (COVID-19). El 11/3/2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el es tado de pandemia1, ya que la infección por COVID-19 se había extendido a 114 países. Se iniciaron campañas a nivel mundial para controlar la propagación del virus, con recomendaciones de medidas preventivas aún vigentes que incluyen el lavado de manos, el uso de mascarilla facial y el distanciamiento físico y social. La OMS esta bleció que el 15% de las personas afectadas presenta formas graves de la enfermedad y que el 5% padece una enfermedad crítica con insuficiencia respiratoria, distrés respiratorio agudo, tromboembolismo, sepsis y fallo múltiple de órganos2.
En Argentina, el primer caso se diagnosticó el 3/3/2020 en una persona que regresaba de Milán. Los primeros casos detectados en el país ocurrieron en viajeros prove nientes del exterior, residentes en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y en algunos municipios del primer cordón del Conurbano Bonaerense. A partir del 20/3/2020, por Decreto 297/2020, se estableció el aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) en todo el territorio nacio nal hasta el 31/3/2020. Esta situación fue evolucionando con modificaciones a las medidas y a la implementación de diferentes fases con la correspondiente apertura y cierre de actividades en diferentes regiones del país.
Hace más de 100 años, luego de la pandemia de fiebre española, la revista Science3 informaba que para la prevención efectiva son necesarios el conocimiento sobre la enfermedad, el aislamiento, y la percepción de vulnerabilidad por parte de la población. Tres condicio nes que, por distintas razones, son difíciles de cumplir. Asimismo, la OMS ha señalado que la comunicación sanitaria es fundamental para incidir en casi la totalidad de los aspectos de la salud y el bienestar, incluida la prevención de enfermedades, y la promoción de la salud y la calidad de vida4.
El objetivo de este trabajo fue evaluar el conocimiento de una muestra de población, sus actitudes y sus prácticas cotidianas, indagando en forma directa e indirecta en las condiciones sociales de los participantes, sus perfiles educativos, lugares de residencia, edades, trabajos, confianza en los medios de comunicación y en sus sis temas de salud.
Materiales y métodos
Con el objetivo antes descrito se diseñó una encuesta elec trónica y se la distribuyó por medios digitales (redes sociales como WhatsApp, Facebook y correo electrónico) entre el 18/09/2020 y el 16/10/2020. Se asume que existió un sesgo en los datos relacionado con el tipo de población que pudo participar de la encuesta en función de la disponibilidad y el acceso a medios digitales.
La encuesta fue elaborada por un equipo interdisciplina rio de profesionales (Grupo de Estudios Independiente) que incluyó médicos y profesionales de campos vinculados a la medicina, la psicología, la antropología y la educación. Se diseñó un formulario de respuesta anónima, estructurada y personal, destinado a mayores de 16 años que residieran en la Argentina. Para su diseño y construcción se tomaron en cuenta dos investigaciones previas sobre los conocimientos, actitudes y prácticas sobre COVID-19, una realizado en China5 y la otra en Malasia6.
El dispositivo contempló la indagación sobre distintos aspectos, separados en secciones: (i) datos poblacionales: edad, características sociales, laborales, educativas, habita cionales, entre otras; (ii) conocimientos sobre COVID-19; (iii) actitudes frente al COVID-19; (iv) prácticas relacionadas al COVID-19. El protocolo fue evaluado por el Comité de Bioética del Hospital Universitario Austral y no requirió aprobaciones especiales por sus características.
El enlace a la encuesta utilizada es: https://forms.gle/ SPXk5ymgEdUPZUQX8 (Anexo 1).
La muestra total constó de las respuestas de 3774 perso nas, de las cuales 288 (7.4%) habían padecido COVID-19. Se realizó un muestreo no probabilístico tipo bola de nieve. La encuesta fue socializada por los miembros del equipo de investigación a sus contactos a través de las redes sociales. La distribución geográfica de los encuestados dependió de los lugares de pertenencia y los vínculos de los miembros del equipo.
La muestra estuvo representada por una mayoría de mujeres (n: 2669, 71%). El promedio de edad fue 49 años. Para el análisis de los resultados, los participantes fueron categorizados en grupos etarios (Tabla 1). La distribución en función de los grupos etarios no presentó diferencias signifi cativas, excepto por el grupo de mayores de 70 años, quienes representaron una proporción sustancialmente menor que los otros grupos (8.8%).
El 52.9% de los encuestados residía en la Provincia de Buenos Aires, el 27% en la CABA, el 8.3% en Tierra del Fuego, y el 11.7 % se distribuyó en el resto de las provincias. Dentro de la Provincia de Buenos Aires, el Conurbano estuvo representado con el 90.7% y el resto de la provincia con el 9.3%. La composición de encuestados dentro del Conurbano fue la siguiente: 79.2% en el primer cordón, 13% en el se gundo y 7.8% en el tercero. Solo el 2.9% (111 encuestados) vivía en barrios considerados vulnerables.
El 57.9% tenía estudios universitarios o terciarios comple tos. En relación a la actividad laboral, el 71.2% trabajaba en forma independiente o en relación de dependencia pública o privada.
El 51.3% utilizaba un sistema de salud prepago, el 34% una obra social laboral y el 9.9% restante el sistema de salud público.
Se realizaron 10 preguntas para evaluar el nivel de cono cimiento sobre diversas áreas de la COVID-19. Tal como se observa en la Tabla 2, el porcentaje de respuestas correctas varió entre 70 y 97%, según el área indagada. Las respuestas que presentaron más errores fueron las vinculadas con la acción frente a los síntomas y a las medidas de aislamiento. No se encontraron diferencias entre los distintos grupos po blacionales ni entre los diferentes grupos etarios.
A través de la encuesta se identificó la valoración de la población sobre las medidas sanitarias determinadas por las autoridades (formas de aislamiento, normativas de cuarente na, cierre de comercios, limitación de movilidad, entre otras). Para ello, se ofrecieron las siguientes categorías de respuesta para que los participantes expresaran su opinión: correctas; innecesarias; perjudiciales; insuficientes; exageradas; otra (a completar).
El 40% de los encuestados consideró que las medidas eran correctas. El 49% identificó que las medidas eran “correc tas” pero agregaron alguna objeción tal como “exageradas” o “perjudiciales”. El 11% las calificó como “innecesarias”, “insu ficientes” o señaló que no tenía una valoración al respecto.
Cuando se indagó sobre la sensación de protección del sistema de salud utilizado ante una eventual consulta por CO VID-19, 44.1% afirmó que se sentiría protegido por su sistema de salud, el 38.7% parcialmente protegido y el 17.4% no se sentiría protegido. La Tabla 3 presenta la valoración de los 280 encuestados que tuvieron COVID-19 sobre la respuesta de su sistema de salud.
La valoración del sistema de salud en relación al nivel educativo alcanzado fue mayor entre las personas que tuvie ron COVID-19 comparados con los que no lo tuvieron. No se apreciaron grandes diferencias en la percepción de protección cuando se discriminó por grupos de edades
Otro aspecto que se identificó en la encuesta fue quiénes son los referentes o comunicadores con más credibilidad para transmitir información sobre COVID-19. Se brindaron las siguientes alternativas de respuestas, habilitando la elección de más de una opción: “Autoridades de gobierno”; “Personal médico”; “Periodistas”; “Autoridades religiosas”; “Referentes barriales”; “Familiares o amigos/as”; “Redes sociales”; “Otra”. La Tabla 4 muestra que la confianza estaba depositada pre ponderante en el personal médico (63.9%), seguido por las autoridades de gobierno (18%) como segundo referente de confianza, pero con una diferencia substancial.
Se consultó sobre la forma de proceder ante eventuales síntomas de COVID-19. El 70.7% indicó que realizaría una consulta médica de forma inmediata. El 28% afirmó que lo haría en forma tardía, a fin de evitar una internación o un aislamiento del hogar. Los resultados mostraron una diferencia entre los grupos poblacionales que realizarían una consulta médica de forma inmediata y los que no. Consultarían de forma tardía los más jóvenes, quienes viven en barrios vul nerables, quienes tienen primaria o secundaria incompleta y quienes usan más el transporte público de pasajeros. También se identificó una diferencia entre quienes utilizan el sistema de salud público y quienes utilizan medicina prepaga. El 75.4% de los que utilizan medicina prepaga consultaría de forma inmediata, mientras que así lo haría el 62.7% de los que utilizan el sistema de salud público.
A través de una serie de preguntas, se identificó el grado de cumplimiento de las medidas de protección: uso de tapabocas, lavado de manos, distanciamiento social, asistencia a reuniones y uso de transporte público. Es importante aclarar que el uso de transporte público de pasajeros no depende estrictamente de las elecciones de las personas sino de sus necesidades y posibilidades. Por dicho motivo no sería con precisión una práctica de cumplimiento o incumplimiento voluntario (Tabla 5).
La información que presenta la Tabla 5 pone de manifiesto el cumplimiento casi generalizado del uso de mascarilla y el lavado de manos. Cabe destacar que no se encontraron diferencias significativas en el cumplimiento de estas medidas de prevención en los distintos grupos poblacionales ni en los distintos grupos etarios. El transporte público no fue utilizado por el 82.5% de los encuestados.
La mitad de los encuestados afirmó participar de reuniones con no convivientes en espacios cerrados durante la cuarente na, incluyendo personas mayores de 70 años. Se observaron diferencias en el comportamiento respecto de la asistencia a reuniones en función de los grupos etarios. La participación en reuniones sociales aumentó a medida que la población era más joven (Tabla 6).
Como la asistencia a reuniones fue una práctica frecuen te, se realizó un análisis multivarado, jerarquizando por su significado biológico las co-variables: sexo, edad, necesidad de salir del domicilio por trabajo y lavado de manos frecuente como posibles predictores de asistencia a reuniones sociales. No se objetivaron interacciones entre las co-variables. El re sultado de este análisis mostró que: (i) el género masculino tiene una probabilidad 40.9% mayor de asistir a reuniones (IC: 18.5-67.5%); (ii) por cada año de edad disminuye la pro babilidad de la asistencia a reuniones un 2.9% (IC: 2.4-3.3); (iii) entre las personas que dicen lavarse las manos disminuye la probabilidad de asistir a reuniones sociales, es un 76.1% menor (IC: 63.4-84.3); y (iv) las personas que salen por trabajo tienen 70.6% mayor probabilidad de asistir a reuniones (IC: 43.4-102.9) (Tabla 7).
El 7.4 % de los encuestados (n:288) tuvo COVID-19. Para el análisis de los resultados se decidió excluir a los trabaja dores de la salud que enfermaron de COVID-19 porque su actividad de riesgo los expone al virus de forma más directa que al resto de la población. Es por ello que la muestra de los encuestados que tuvieron COVID-19 se redujo a 193 per sonas, que representan el 6.6% del total (Tabla 8).
Los resultados dan cuenta de que el uso de transporte pú blico y la asistencia al trabajo de forma presencial representan prácticas de riesgo para el contagio de COVID-19. Asimismo, vivir en un barrio vulnerable y tener un nivel de estudios infe rior al secundario completo, representan situaciones sociales que pueden tener algún grado de relación con la posibilidad de contagio. Sin embargo, no sucede lo mismo con la asistencia a reuniones. El tipo de trabajo y la cantidad de miembros de una familia tampoco indican relación con las posibilidades de infección de COVID-19.
Discusión
En este estudio se indagó acerca de los conocimientos, actitudes y prácticas de una muestra de la población argentina en relación a la pandemia del COVID-19. Asimismo, se buscaron evidencias para identificar la percepción de la población sobre los agentes de comu nicación de referencia para informarse sobre el tema. También se relevaron las valoraciones sobre las medidas sanitarias adoptadas y sobre los sistemas de salud. Este tipo de estudios contribuye a profundizar la interpretación de la pandemia y conocer la incidencia de la infección confirmada por COVID-19 y su relación con diversos indicadores sociales7.
A continuación, se presentan algunas consideraciones sobre los resultados de variables analizadas, categoriza das por temáticas:
Es preciso señalar, como primera advertencia, que los datos demográficos indican que la muestra obtenida es representativa de una población de nivel socioeconómico medio, ABC1 y ABC28,9. Se desprende de los resultados que el nivel de conocimiento sobre la enfermedad es alto. Es posible considerar que los medios gráficos, televisivos, radiales, las redes sociales y los mecanismos informales hayan tenido un rol fundamental en la transmisión de dichos conocimientos.
El 40% de la población encuestada identificó positi vamente las medidas tomadas por las autoridades. En este sentido, es posible advertir una actitud crítica de la mayoría hacia las políticas sanitarias. Los medios de comunicación y las redes sociales han tenido un rol importante en el desarrollo de las diferencias en las que se ponen en juego apreciaciones personales, voluntades políticas y divergencias comunicacionales10. Los medios de comunicación transmiten información similar sobre los modos de transmisión del virus de COVID-19. Sin embar go, las medidas de aislamiento y confinamiento no tienen la misma unidad de criterio y valoración. Dichas medidas forman parte de políticas sanitarias que presentan diferen cias y particularidades en los distintos países, regiones, jurisdicciones e incluso a nivel municipal o departamental. En este sentido, al tratarse de determinaciones políticas y no de información científica, conducen a valoraciones dilemáticas en la población.
Solo el 10% de los encuestados utilizaba el sistema de salud público. El 90% restante utilizaba sistemas de medicina prepaga u obras sociales. Esto refleja el perfil so cioeconómico de la población que conformó la encuesta. Es notable que únicamente el 44.1% de los encuestados se sentiría protegido por su cobertura social si fueran afec tados por COVID-19. Un 38.7% se sentiría parcialmente protegido y un 17.4% no se sentiría protegido. Esto indica una significativa desconfianza de los sistemas sanitarios para dar respuesta ante una situación de contagio. Sin embargo, la valoración positiva aumentó entre los mayo res de 60 años y los que tuvieron COVID-19.
Los datos dan cuenta de una alta credibilidad en el personal médico. Con una marcada diferencia, represen taron la voz más autorizada para este grupo poblacional. El 63.5% de los encuestados reconoció la figura del médico/a como referente comunicacional. El referente que le siguió por nivel reconocimiento fue “autoridades de gobierno”, pero representó tan solo el 18%. Esta in formación puede ser importante para la planificación de futuras comunicaciones sociales referentes a la salud.
Los datos sobre la actitud de la población frente a los síntomas de COVID-19 revelan que el 70.7% actuaría realizando una consulta médica de forma inmediata. Sin embargo, es necesario resaltar el 28% que realizaría una consulta médica solo en caso de sentirse muy mal. Este porcentaje representa una situación preocupante dado que la consulta tardía puede involucrar mayor gravedad de los síntomas, mayor riesgo de muerte por la enfermedad y además implica una demora en la detección de contactos estrechos que requieren aislamiento.
Observamos cumplimiento casi generalizado del uso de mascarilla y el lavado de manos. El dato más relevante referido a las medidas de prevención se relacionó con la asistencia a reuniones sociales. La mitad de los encues tados afirmó haber asistido a reuniones sociales con personas no convivientes en lugares cerrados. Si bien la proporción disminuyó en los mayores de 60 años, en este rango etario siguió habiendo un alto porcentaje (31-32%) que confirmó esta práctica. La asistencia a reuniones sociales contrasta con los altos niveles de conocimientos sobre las formas de transmisión del COVID-19. Eviden temente, los encuestados reconocían los riesgos a nivel teórico pero este conocimiento no se correspondió con las prácticas necesarias para la prevención. Por un lado, las prácticas de prevención que implican cambios de hábitos personales, como el lavado frecuente de manos o el uso de mascarilla, tienen una gran aceptación y altos niveles de implementación. Por el otro, la práctica que implica cambio de hábitos que apelan a lo grupal y a la sociali zación (tales como evitar asistir a reuniones) presentan más resistencia y dificultad para su implementación. Con sideramos que existen múltiples causas que conducen al incumplimiento parcial o total de las normativas11. Entre ellas, el distanciamiento puede ser vivido como desapego. También influyen las diferentes percepciones del riesgo y la relativización de la información oficial por parte de los medios de comunicación, entre otros elementos. Este tema podría profundizarse en investigaciones futuras.
Al momento del diseño de esta encuesta, uno de los objetivos fue evaluar si había relación entre indicadores del nivel socioeconómico y educativo, la adopción de prác ticas preventivas y la incidencia de infección confirmada por COVID-19. En la muestra, a pesar del alto número de encuestados, los niveles socioeconómicos y educativos bajos no quedaron suficientemente representados. En el análisis univariado encontramos relación significativa para algunas características, como el uso habitual del transpor te público de pasajeros, el tener que salir de la casa para trabajar, los niveles de educación secundaria incompleta o menor y el vivir en barrios vulnerables. Por lo tanto, se puede observar una tendencia hacia un mayor nivel de contagios y una menor posibilidad de aislarse entre los representantes de clase baja, tal como fue establecido en estudios anteriores12.
En conclusión, frente a los rebrotes que atraviesan varios países y el inicio del plan de vacunación, es fun damental tener en cuenta las consideraciones surgidas de este tipo de investigaciones, que pueden reforzar los aspectos positivos de lo ya implementado en los distintos ámbitos institucionales, contribuir a encontrar alternativas para los objetivos no logrados y avanzar en la comunica ción y difusión de medidas de prevención.
Replicar este tipo de encuestas a fin de que queden representados diferentes estratos sociales y regiones del país contribuiría a ajustar las pautas comunicacionales hacia las distintas necesidades. Resulta fundamental continuar la búsqueda de instrumentos para la adhesión a un Proyecto Colectivo de Sanidad13.
Las encuestas sobre conocimiento, actitudes y prácti cas relacionadas con COVID-19 son útiles para gestionar estrategias comunicacionales diferentes para los casos de conocimientos deficientes o para reafirmar aquellas que colaboraron con un correcto conocimiento. Asimis mo, permiten analizar cuál es la reacción de la población frente a la noxa, los cuidados, las limitaciones para cumplir protocolos y, la confianza en los comunicadores. Conocer estos aspectos es importante para que las autoridades establezcan estrategias comunicacionales que afiancen las que resultan acertadas, y modifiquen otras cuyos indicadores son perfectibles.