Una comunicación publicada en Nature Plants ha llamado la atención de las agencias de noticias científicas, y del que escribe1. ¿Por qué es llamativa? Por las respuestas a las preguntas que se plantea ron los autores: ¿Por qué, a pesar de su diversidad e importancia ecológica, las plantas reciben menos atención y menos fondos que los destinados a los animales? Los humanos preferimos los animales a las plantas, sesgo llamado “ceguera para las plantas”, “zoocentrismo”, “zoochauvinismo”2. ¿Por qué entre las plantas, unas reciben más o menos atención que otras? Esta disparidad, este sesgo, tiene consecuencias en el conocimiento y las políticas de conservación.
Los intrigados investigadores buscaron las razones por las cuales unas plantas reciben más atención que otras. Como modelo eligieron 113 especies de plantas típicas de los Alpes marítimos; una flora bien definida en un área limitada. Usaron la bibliometría para encontrar el número de trabajos publicados so bre esas 113 especies en la Web of Science (280 en el período 1975-2020), y luego la estadística para correlacionar ese número con las variables ecología, morfología de las flores (color, tamaño, tamaño del tallo, distribución territorial) y rareza. En síntesis, bibliometría y un enfoque estadístico basado en cómo la estructura y función de una comunidad ecológica emerge de los rasgos de los organismos individua les que la componen (a trait-based approach).
Los resultados: 1) No hay correlación con las variables rareza y ecología. La rareza o el interés cien tífico no influyen en la elección de las plantas favorecidas con más estudios. 2) Hay correlación signifi cativa en la elección con el color de las flores (azul, blanco, rojo/rosado) y con el largo del tallo (Fig. 1. Vistosas y Fig. 2. Discretas). 3) Hallaron también una correlación positiva entre el tamaño del área don de se distribuyen y la elección de las plantas estudiadas.
Los autores terminan sosteniendo que esos resultados indican que los rasgos morfológicos de las flores: colores brillantes, tallos largos y distribución amplia son motivos determinantes en la elección del objeto de estudio. Se presta atención a las plantas con flores más vistosas y con dispersión mayor.
La sorpresa: un motivo estético, la belleza, el deleite de los observadores, impulsa la investigación, y los da tos cuantitativos apoyan la conclusión. Nos asombra que la belleza de un objeto, un hecho estético, una emoción, esté implicada en la investigación botánica y, más aún, que el sesgo pueda cuantificarse.
En la investigación sobre animales hay también un sesgo taxonómico, el número de investigaciones publica das muestra que se adjudican más a unos animales que otros. Mucha investigación sobre pájaros y mamíferos y poca sobre arañas e insectos3. Y en la elección de los animales a estudiar interviene el carisma asociado a ca racterísticas como rareza, peligro de extinción, belleza, lindura, impresionabilidad, peligrosidad4. No sabemos que se haya cuantificado la correlación del número de pu blicaciones con esos factores, en particular los relaciona dos con la belleza y lindura.
Otro punto de interés general: El origen de este es tudio, las preguntas, la razón o razones por la cual los autores iniciaron la investigación. En el texto dicen que el problema que querían resolver era cómo se podía de mostrar y medir el sesgo en la elección de unas plantas por sobre otras como objetos de investigación. Pero en Agradecimientos aparece otro motivo. Los seis autores, procedentes de instituciones de Italia, Alemania, Finlandia y Australia, dicen que el trabajo fue una actividad para “quemar el tiempo” de confinamiento durante la pandemia de COVID-19 que no les permitía los trabajos de campo. Los motivos para iniciar una investigación, las ideas que originan un descubrimiento 864-866 parten de una intui ción, curiosidad, observación, un indicio, una lectura, una conjetura, un problema, o para “quemar el tiempo”. Y a la idea debe seguir la metódica validación para justificarla o refutarla. El trabajo que comentamos nos propone una plausible justificación. El interesado en las fases del des cubrimiento científico, punto discutido entre los epistemólogos, puede informarse en la accesible y útil The Stanford Encyclopedia of Philosophy5.
Concluimos este punto con una opinión calificada sobre los motivos que inducen una observación. Aparece en una carta de Charles Robert Darwin dirigida a Henry Fawcett el 18 de septiembre de 1861. Darwin escribe: “How odd it is that everyone should not see that all observation must be for or against some view, if it is to be of any service” (Que raro es que ninguno vea que toda observación debe ser por [a favor] o contra algún punto de vista, si va a ser de alguna utilidad). Opinión que Darwin sostenía en cartas privadas, pero no en público6-7.
Los médicos tenemos intereses sesgados (excluimos los pecuniarios), no por la belleza o fealdad de las enfermedades, sino por su rareza, por el nombre extraño, por ser centro de la atención pública, contradecir algún punto de vista, por las modas8. Los impulsos estéticos naturales y el oficio nos hacen proclives a diagnosticar enfermedades en las obras de las artes visuales. Esta tendencia a interpretar imágenes todo el tiempo, sirve para adquirir y aumentar nuestras habilidades diagnósticas9. ¿Por qué no llevar ese impulso estético a las plantas o, aunque sea, a las ilustraciones botánicas?
Sí, los humanos, a veces médicos, preferimos los animales a las plantas y Materia Medica hace mu cho que desapareció del currículo. Curémonos de la “ceguera para las plantas”, merecen mayor aten ción, no solo por la belleza de las flores o sus principios activos. Ya se producen vacunas basadas en las plantas como biorreactores10. Y se reclutan, aquí, en Argentina (julio 2020), voluntarios para iniciar la fase II/III de una vacuna contra el Covid-19 basada en plantas. La planta elegida como biorreactor es la Nicotiana benthamiana cuyas flores son simples, pequeñas y blancas, para nada vistosas.