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Medicina (Buenos Aires)

versión impresa ISSN 0025-7680versión On-line ISSN 1669-9106

Medicina (B. Aires) vol.83  supl.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires mar. 2023

 

SUPLEMENTO

Alimentacion y riesgo cardiovascular

María Natalia Nachón

Claudia Arias

Carlos Nitsch Montie

Eduardo Penny

Felipe Melgar Cuellar

Carlos Araya Fonseca

Rubén Montúfar Guardado

Estado actual del conocimiento

La nutrición es un proceso biológico e involuntario basado en la ingesta de alimentos respondiendo a las necesida des del organismo para obtener nutrientes, en cambio la alimentación se puede definir como un fenómeno social y voluntario que incluye un conjunto de elecciones como la selección y preparación del producto. La nutrición es consecuencia de la alimentación, es decir de los alimentos que componen la dieta y de su proporción.

La alimentación es el proceso de ingerir alimentos que proporcionarán nutrientes al organismo para cumplir las necesidades básicas del mismo y es considerada adecuada y saludable cuando es suficiente, completa y variada en su composición de nutrientes, adecuada a las diferentes etapas y situaciones que atraviesa el indi viduo y adaptada a las necesidades y gasto energético de cada persona; esto es lo que se denomina las leyes de la alimentación.

Según la Organización Panamericana de la Salud, las enfermedades cardiovasculares (ECV) siguen siendo la principal causa de mortalidad y una importante carga de enfermedad y discapacidad a nivel sociosanitario y económico en las Américas. En el mundo representa un 31% de todas las muertes registradas. Más de tres cuartas partes de las defunciones por ECV se producen en los países de ingresos bajos y medios.

La mayoría de las ECV pueden prevenirse actuando sobre factores de riesgo comportamentales, como el con sumo de tabaco, las dietas inadecuadas y la obesidad, la inactividad física o el consumo de alcohol, utilizando estrategias que abarquen a toda la población1.

Para las personas con ECV o con alto riesgo cardiovas cular (RCV) (debido a la presencia de uno o más factores de riesgo, como la hipertensión arterial, la diabetes, la hiperlipidemia), son fundamentales la detección precoz y el tratamiento temprano2.

Se considera que la prevención se basa en el con junto de acciones coordinadas y dirigidas a la población general o individualmente a la persona afectada con el fin de eliminar o minimizar el impacto de las ECV y las dis capacidades asociadas a éstas. Los cambios en el estilo de vida, la alimentación y la actividad física adecuadas, así como el tratamiento farmacológico disminuyen los eventos cardiovasculares y aumentan la esperanza de vida de los pacientes3.

Los cambios adecuados del estilo de vida reducen significativamente los factores de riesgo cardiovascular principalmente asociados a la prediabetes y la diabetes mellitus tipo 2. Existe evidencia significativa que los patrones alimentarios de base vegetal, bajos en ácidos grasos saturados, colesterol y sodio, con un alto conte nido en fibra, potasio y ácidos grasos insaturados, son beneficiosos y reducen la expresión de los factores de riesgo cardiovascular. En este contexto destacan la dieta mediterránea, la dieta DASH (dietary approaches to stop hypertension), la dieta baja en hidratos de carbono y la dieta vegano-vegetariana. Adicionalmente, en la relación entre la nutrición y las enfermedades metabólicas es fundamental dirigir los esfuerzos a prevenir la ganancia de peso o a reducir su exceso en caso de sobrepeso u obesidad, y personalizar el tratamiento para favorecer la calidad y expectativa de vida del paciente4.

Un patrón de alimentación saludable y un nivel de ca lorías adecuado ayudan a obtener la nutrición necesaria para lograr y mantener un peso saludable, así como dis minuir el riesgo de enfermedades crónicas. Para cumplir con las necesidades nutricionales y mantener los limites calóricos adecuados el plan alimentario debe cumplir en la variedad, cantidad y densidad de nutrientes, incluyendo todos los grupos alimentarios y limitar el contenido de azúcares agregados, grasas saturadas y sodio. Es una responsabilidad social apoyar la alimentación saludable5.

Recomendaciones

Las recomendaciones saludables deben ser las mismas para el control de cualquier factor de riesgo para la prevención primaria y secundaria de las enfermedades cardiovasculares por la evidencia acumulada sobre cambios en el estilo de vida como la dieta y el ejercicio físico6, haciendo hincapié en los patrones alimentarios más importantes para la prevención cardiovascular.

El concepto de patrón alimentario se ha afianzado en los últimos años, como modelo para la relación entre nutrición y salud y para servir de herramienta educativa para la población, modificando el paradigma tradicional de que la unidad nutricional básica de la dieta no son los nutrientes (por ejemplo los ácidos grasos), sino los alimen tos que los contienen (aceites, frutos secos, carnes rojas, productos lácteos, etc.), ya que en sus matrices existen multitud de componentes capaces de interaccionar sinér gicamente o de modo antagónico sobre vías metabólicas determinantes para la salud cardiovascular6.

Hay una fuerte evidencia de que los patrones alimen tarios de base vegetal, bajos en ácidos grasos saturados, colesterol y sodio, con un alto contenido en fibra, potasio y ácidos grasos insaturados, son beneficiosos y reducen la expresión de los factores de riesgo cardiovascular. En este contexto destacan la dieta mediterránea y la dieta DASH. Los datos de grandes estudios de cohortes y, en el caso de la dieta mediterránea, el estudio clínico aleatorizado PREDIMED, indican que la adherencia a estos patrones de alimentación confiere un claro beneficio cardiovascular7. Por el contrario, la dieta baja en grasas está actualmente en entredicho por su escaso potencial de protección cardiovascular. Con relación a las grasas comestibles, el aceite de oliva virgen es la grasa culi naria más eficaz en la prevención de las enfermedades cardiovasculares8. La intervención nutricional durante unos cinco años, en el estudio PREDIMED, demostró que los participantes asignados a la dieta mediterránea suplementada con aceite de oliva virgen extra o con fru tos secos experimentaron una reducción media del 30% de episodios cardiovasculares mayores7 y reducción del riesgo de diabetes mellitus tipo 2 (DM2)9.

Las evidencias sobre las carnes indican que el con sumo de carne blanca, carne roja magra o pescado, tres a cuatro raciones por semana, no incrementa el RCV, a diferencia del consumo de carnes procesadas (salchichas o embutidos) que contienen aditivos perjudiciales, como sal y nitratos, que incrementa la mortalidad total.

Con relación a los lácteos, es deseable consumir al menos dos raciones diarias, por su importante papel nutricional en el metabolismo del calcio y por su riqueza en proteínas de alta calidad biológica. La restricción de lácteos enteros no parece ser una estrategia adecuada para la reducción del RCV, aunque sí se desaconseja el consumo habitual de lácteos con azúcares añadidos. Para la prevención cardiovascular es recomendable reducir el consumo de grasa láctea concentrada, como la manteca o la crema.

La evidencia científica actual sugiere que el consumo de huevos no es perjudicial en el contexto de una dieta saludable. Tanto la población general sana, como las personas con factores de riesgo cardiovascular, pueden consumir hasta un huevo al día sin afectar su salud cardio metabólica4.

Las legumbres y cereales de grano completo contienen múltiples nutrientes saludables y su consumo frecuente se asocia con reducción de factores de riesgo y de en fermedad cardiovascular, es recomendable consumir una ración de legumbres al menos cuatro veces por semana. El consumo recomendado de cereales integrales es de cuatro raciones por día.

En cuanto al consumo de frutas y verduras, con las evidencias científicas existentes, se recomienda de cuatro a cinco raciones diarias entre frutas y verduras dado que reduce la mortalidad global y cardiovascular. Además, el efecto beneficioso de frutas y verduras es dosis dependiente y es más evidente sobre la enfermedad cerebrovascular que sobre la enfermedad coronaria. El consumo de tubérculos como papa no se asocia con un aumento de la enfermedad cardiovascular.

El consumo frecuente de frutos secos (equivalente a una ración de 30 g) se asocia con el control del coleste rol, la enfermedad coronaria, y mortalidad por cualquier causa7. Se aconseja consumirlos crudos y sin pelar (no tostados ni salados), ya que la mayor parte de los antio xidantes están en la piel.

El cacao es una semilla con abundantes nutrientes y el consumo de su principal derivado, el chocolate, me jora los factores de riesgo y se asocia con reducción de accidente cerebrovascular (ACV) y DM2, tiene efectos hipocolesterolemiantes y antihipertensivos, mejorando la resistencia a la insulina, de forma que puede consu mirse chocolate negro ≥ 70% sin azúcar añadido en una dieta saludable.

Existen numerosos alimentos funcionales dirigidos a reducir el RCV, principalmente por reducción de la colesterolemia. La eficacia hipocolesterolemiante de los esteroles vegetales y los preparados de fibra soluble, a nivel intestinal, ha sido ampliamente demostrada. Así mismo, existen evidencias consistentes de que los ácidos grasos omega-3 a dosis farmacológicas disminuyen los triglicéridos plasmáticos.

El consumo excesivo de sal se asocia con ECV y mortalidad de causas cardio metabólicas. Debe recomen darse una dieta baja en sal (< 5 g/día) a nivel poblacional y con mayor justificación en pacientes hipertensos y sus familiares. Una alternativa a la sal es utilizar zumo de limón, ajo o hierbas aromáticas.

Es razonable pensar, y lo muestran evidencias recien tes, que no existe un modelo estándar de dieta saludable, sino que la respuesta biológica varía entre las personas, especialmente por diferencias individuales en el genoma y en el microbioma. En los próximos años, la nutrición personalizada y de precisión, junto con otras ciencias como la cronobiología, en la que cada uno adopte la dieta que le sea personalmente más beneficiosa serán un reto de la comunidad científica10. Finalmente, uno de los problemas más complejos de la relación entre las personas y su dieta es la adherencia, que depende de factores muy diferentes, como los propios del paciente, la familia, el equipo de salud y el propio sistema sanitario. Por ello, es fundamental poner en marcha las estrategias sanitarias para conseguirlo11.

Bibliografía

1. OMS. Métodos y fuentes de datos de la OMS para las causas de muerte a nivel de país 2000-2019. Ginebra: Organización Mundial de la Salud; 2020. En: En: https://www.who.int/es/news/item/09-12-2020-who-reveals-leading-causes-of-death-and-disability-worldwide-2000-2019 ; consultado octubre 2022. [ Links ]

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