La ciencia no sigue un patrón secuencial y controlado de ideas lógicas, asentado en antecedentes y limpiada en forma constante de escombros intelectuales por la abra sión del escepticismo. Muchos de los grandes pasos que ha dado, surgen de pensamientos no lineales, fruto de múltiples ideas con conexiones a menudo invisibles para la mayoría. Así, por siglos, se ha sospechado que la Luna llena provoca cambios misteriosos en las personas que llegan hasta la licantropía. Frases o palabras como luná tico, “se despertó con la luna, mal de Luna, está alunado” son corrientes en nuestras conversaciones y la literatura abunda en ejemplos sobre el tema de marras.

Nos abocamos a la relación que existiría entre la Luna llena (foto) y la tasa de suicidios, un tema que -créase o no- tiene décadas de publicaciones en su haber. ¿Cuáles efectos produciría la gravedad, esa fuerza causante de la formación de todo lo existente en el cosmos en una es pecie diurna y con gran parte de su actividad en interio res? ¿Un efecto sobre el agua?. Y de allí las mareas por un efecto secundario a la acción gravitatoria- (la denomina da fuerza de mareas), cambios en el ciclo reproductor de organismos marinos y de paso en los humanos, formados en gran parte por ese elemento. ¿Efecto de la mayor lu minosidad?

El tema parecía dilucidado hacia 1985^1,2, al demostrar se la falta de relación entre ese fenómeno natural que se reitera 13 veces durante el año solar y la tasa de suicidios. Pero no…psiquiatras de la Universidad de Indiana en los EE.UU. remueven el epitafio concluyendo que los suici dios entre 2012 y 2016 aumentaron durante las semanas de Luna llena, en especial en los mayores de 55 años; en particular en el mes de septiembre y entre las 15 y 16 ho ras³. Agregamos otro estudio en Finlandia en el cual la tasa de suicidios aumentó durante la fase de Luna llena, pero en mujeres pre menopáusicas y solo en invierno⁴.

La crítica principal a estos artículos es la falla técnica que llevan en su análisis. Como en un gran porcentaje de los datos que no pueden reproducirse, ello se debe a los falsos positivos⁵ y como ocurre con los dos tercios de los trabajos en psiquiatría debido a esta falla, se basan en pe queñas muestras y medición de da tos “más blandos” que en otras disciplinas⁶.

Se ha compa rado la atracción gravitatoria de la Luna con la de un mosquito (5 mg de peso) cercano (1 mm) a la piel de un sujeto con resultados contradictorios dados las complejidades de esas estimaciones^7,8. La fuerza de mareas (responsable de las mismas) es la diferencia de la fuerza gravitacional a lo largo del diámetro de un objeto) (de km en una superficie con agua) pero de cm en una cabeza humana y estas “minúsculas mareas cerebrales” serían la mejor aproximación al cero.

Además, no son necesarias estas comparaciones por que la atracción gravitatoria de la Luna nueva tendría el mismo efecto perturbador que el de la Luna llena, dife renciada sólo porque no refleja la luz del Sol. El efecto propuesto podría deberse a su condición de superficie re flejante del Sol. ¿Una mayor claridad que impida el sueño o modifique el ritmo circadiano⁹ magnificando el trastor no mental que pueda sufrir una persona o el fin del ve rano y comienzo de la época fría (hemisferio norte)? La iluminancia de la Luna llena es 0.22 lux- dos órdenes de magnitud menor a la de una lamparita corriente (trate de leer un libro bajo su luz) - y disminuye a un décimo en las fases de cuartos, valores muy lejos de la luz solar diurna de 32 000-100 000 lux¹⁰.

Imaginemos la reacción que puede suscitarse cuan do un profesional indique que alguien que padece una enfermedad psiquiátrica, en particular alcohólicos y depresivos, sea controlado con mayor atención duran te periodos determinados del mes o del día o de una estación. Confiamos en la curiosidad de los que aman la ciencia y en la ingenuidad ante lo desconocido, cua lidades que nos llevan de la mano hacia la resistencia que tenemos para aceptar resultados que son contra rios o invisibles a una corriente de pensamiento o del “sentido común”. Este proceder tiene un nombre: “Re flejo de Semmelweis” por el médico húngaro (1818-65) que intuyó, hacia mediados del siglo XIX, la iatrogenia e infección causantes de la fiebre puerperal y que fuera combatido en forma violenta por sus pares. ¿No ocurrió algo similar cuando se postuló el origen infeccioso de la úlcera de estómago?¹¹.

Estimado lector, hay que concluir la nota y hasta aho ra solo conjeturas ofrecemos; nos defendemos con la fra se de Hamlet: “Horacio, hay más cosas en el cielo y la tierra que las que sueñas en tu filosofía”.