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El hornero

versión impresa ISSN 0073-3407

Hornero vol.27 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2012

 

PUNTO DE VISTA

Aportes de la ornitología marina a la visión ecosistémica del manejo pesquero

 

Diego González Zevallos1, Leandro L. Tamini2, Juan Pablo Seco Pon3, María Eva Góngora4,5 y Gabriel Blanco6

1 Centro Nacional Patagónico, CONICET. Blvd. Brown 2915, U9120ACF Puerto Madryn, Chubut, Argentina. diegue@cenpat.edu.ar
2 Albatross Task Force Argentina, Programa Marino, Aves Argentinas/Asociación Ornitológica del Plata. Matheu 1248, C1249AAB Buenos Aires, Argentina.
3 Grupo Vertebrados, Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC), CONICET-Universidad Nacional de Mar del Plata. Funes 3250, B7602AYJ Mar del Plata, Buenos Aires, Argentina.
4 Subsecretaría de Pesca, Ministerio de Agricultura, Ganadería, Bosques y Pesca de la Provincia del Chubut. Vachina 164, 9103 Rawson, Chubut, Argentina.
5 Facultad de Ciencias Naturales, Universidad Nacional de la Patagonia. Julio A. Roca 115 1°, 9100 Trelew, Chubut, Argentina.
6 Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca. Paseo Victoria Ocampo N° 1, Escollera Norte, B7602HSA Mar del Plata, Buenos Aires, Argentina.

 


RESUMEN

Al menos unas 70 especies de aves marinas se alimentan en la plataforma continental argentina, que es posiblemente el área con mayor biomasa de albatros en el mundo. La distribución de las aves en el mar generalmente coincide con la de las pesquerías comerciales en áreas con elevada productividad marina, por lo que sus interacciones pueden ser frecuentes y diversas. El abordaje del Mar Argentino considerando a las aves como parte de un enfoque integrado representa un desafío. Algunos aspectos de la biología de estas aves podrían actuar como indicadores ambientales permitiendo interpretar los sistemas, evaluar su estado de conservación y analizar relaciones con procesos globales. Aunque las interacciones entre las aves y algunas flotas pesqueras que operan en la plataforma todavía no han sido estudiadas, el conocimiento sobre la ecología, el comportamiento y la conservación de estas aves ha crecido significativamente en la última década. Incluir consideraciones ecosistémicas en el manejo de la pesca es contribuir a largo plazo a la seguridad alimentaria y a asegurar una efectiva conservación y uso sostenible del ecosistema y sus recursos.

PALABRAS CLAVE: Aves marinas; Enfoque ecosistémico; Pesquerías; Plataforma continental argentina.

ABSTRACT.

Contributions of marine ornithology to an ecosystem-based approach to fisheries management

At least about 70 species of seabirds feed in the waters of the Argentinean continental shelf, which is probably the area with the highest biomass of albatrosses in the world. The distribution of these birds at sea generally coincides with commercial fisheries in areas with high marine productivity, so their interactions can be frequent and diverse. The study of the Argentine Sea considering seabirds as part of an integrated approach represents a challenge. Some aspects of the biology of these birds could act as environmental indicators to understand systems, assess their conservation status and analyze their relationships with global processes. Although interactions between seabirds and some fishing fleets operating on the Patagonian shelf have not yet been addressed, the knowledge of the ecology, behaviour and conservation of this group of birds has increased significantly in the last decade. Including ecosystem considerations into fisheries management should contribute to long-term food security and ensure effective conservation and sustainable use of the ecosystem and its resources.

KEY WORDS: Argentinean continental shelf; Ecosystem-based approach; Fisheries; Seabirds.


 

Durante siglos los pescadores, la navegación y las aves marinas han mantenido una estrecha relación. Las aves marinas facilitaban la ubicación de los bancos de pesca y los sitios de recalada e, inclusive, en ciertas regiones los pescadores acostumbraban a seguirlas mar adentro hasta encontrar cardúmenes 1,2. A partir del siglo XX las poblaciones humanas y sus capacidades tecnológicas en el mar han aumentado en grandes proporciones, al igual que la demanda de productos marinos. Con el crecimiento mantenido de la producción de pescado y la mejora de los canales de distribución, el suministro mundial de alimentos pesqueros ha aumentado considerablemente en las últimas cinco décadas, con una tasa promedio de crecimiento del 3.2% anual en el periodo 1961-2009, superando el índice de crecimiento de la población mundial (1.7% anual) 3. Este incremento no solo ha afectado a los recursos pesqueros a nivel global sino también a las poblaciones de predadores tope que dependen directamente de estos, tales como las aves marinas, entre otros organismos marinos. Es por ello que aspectos relacionados con la biología de las aves en el mar actuarían como indicadores ambientales 4,5, permitiendo conocer e interpretar los sistemas de estudio, evaluar el estado de conservación de ciertos ambientes utilizados por las aves y analizar posibles relaciones con procesos de escala global.

Las aves marinas presentan características de historia natural que las hacen vulnerables a las actividades humanas 6. Conforman un subconjunto de aves (Tabla 1) que transcurren su vida en el mar, aunque requieren de suelo firme (i.e., costas, islas o hielos) para su reproducción. Pueden pasar semanas, meses o, en algunos casos, incluso años en el mar. Este comportamiento (pasar largos períodos en el mar) ha dificultado su observación, estudio y comprensión, aunque esto ha cambiado debido a avances tecnológicos tales como el seguimiento remoto de individuos mediante el uso de tecnología satelital 8-10 y los avances en técnicas moleculares tales como los análisis de isótopos estables en diversos tejidos 11-13. Las aves marinas se caracterizan, además, por ser longevas, poseer madurez sexual retardada y porque sus tamaños de nidada son reducidos. Por ejemplo, los grandes albatros del género Diomedea pueden vivir más de 50 años, comenzar a tener descendencia a los 10-12 años y criar un pichón cada 2 o 3 años 14. Estas características de historia de vida recuerdan más a grandes mamíferos que a otras aves y las diferencian notablemente de las aves terrestres como los passeriformes, las cuales poseen vidas más cortas, mayores tamaños de nidada y crecimiento más rápido de los pichones (Tabla 2). Las aves marinas tienden a ser más grandes que las terrestres y en general son monomórficas sexualmente. Sus plumajes lucen menos vistosos y predominan los colores blancos, grises, negros, marrones o sus combinaciones. Probablemente la evolución de estos estilos de vida tan diferentes refleje las condiciones impuestas a las aves marinas por vivir en el medio marino 15,16, en contraposición a las impuestas por la predación a las aves terrestres 17.

Tabla 1. Órdenes de aves que, en general, se considera que representan a las aves marinas 7.

Tabla 2. Diferencias en las características de historias de vida entre aves marinas y passeriformes7.

La distribución de las aves marinas en el mar está generalmente superpuesta con la de las pesquerías comerciales en áreas con elevada productividad marina, por lo que sus interacciones pueden ser frecuentes además de muy diversas 18,19. En este marco, los efectos de las pesquerías comerciales sobre las aves y los ambientes marinos en general han recibido una creciente atención. Desde el punto de vista de las aves marinas, las interacciones pueden ser positivas o negativas. Entre las positivas se encuentran el aporte de alimento suplementario brindado por los descartes pesqueros, la remoción de peces predadores que compiten con las aves y el incremento subsecuente en la abundancia de peces presa más pequeños. Entre las interacciones negativas pueden citarse la mortalidad de aves marinas en las artes de pesca, la competencia por recursos comunes y el incremento en las poblaciones de carroñeros y predadores debido al aporte de alimento producto del descarte 20.

Al menos 70 especies de aves marinas se alimentan en las aguas de la plataforma continental argentina, 17 de las cuales también se reproducen a lo largo del litoral patagónico 21, incluyendo pingüinos, petreles, cormoranes, gaviotas, gaviotines y escúas. Respecto de los albatros, el más abundante a nivel global es el Albatros Ceja Negra (Diomedea melanophris), del cual el 67% de la población total (600000 parejas reproductivas 22) se ubica en las Islas Malvinas. Esto hace que la plataforma continental argentina sea posiblemente el área con mayor biomasa de albatros en el mundo 23. A su vez, más de una veintena de especies de aves marinas han sido registradas en asociación con las flotas costeras y fresqueras de altura que operan en aguas costeras argentinas 24-28. La información proveniente de las flotas arrastreras y palangreras de altura que operan en aguas de la plataforma de jurisdicción nacional indica que la mayoría de las aves marinas asociadas a las embarcaciones son Procellariiformes 29-31. El abordaje del Mar Argentino considerando a las aves como parte de un enfoque integrado o ecosistémico representa todo un desafío. Si bien las interacciones entre las aves y ciertas flotas pesqueras que operan en la plataforma todavía no han sido estudiadas, el conocimiento sobre la ecología, el comportamiento y la conservación de este grupo de aves ha crecido significativamente en la última década. Las investigaciones han llevado a conocer en buena medida sus requerimientos ecológicos y algunos aspectos de su interacción tanto con el ecosistema marino como con las actividades humanas 6.

EL DOBLE FILO DE LOS DESCARTES PESQUEROS

La baja selectividad de algunas artes de pesca, como las redes arrastreras, genera descartes pesqueros, que representan a la porción de la captura que es arrojada al mar e involucra a aquellas especies de nulo o bajo valor comercial, así como también a individuos que no cumplen con la talla comercial o cuya retención está prohibida por ley 32. El descarte puede estar formado por diversos organismos marinos afectando a casi todos los niveles de las cadenas tróficas. Los descartes incluyen desde eventos raros a sucesos de mortalidad de gran cantidad de organismos y pueden producir desde un impacto insignificante en la población afectada hasta serias amenazas de conservación 33. La mayor parte del descarte pesquero que se arroja al mar consiste en individuos muertos y este material es aprovechado por muchos organismos, especialmente oportunistas y carroñeros como varias especies de aves marinas.

En varias regiones del mundo el consumo del descarte en el mar es actualmente un componente importante de la ecología alimentaria de un gran número de aves marinas 34,35. En el Atlántico sudoccidental, esta interacción ha sido evaluada en las pesquerías de altura de calamar en aguas adyacentes a las Islas Malvinas 36,37 y en pesquerías relativamente costeras 24-28,38 y de altura 30,31,39-41, de la Patagonia. El descarte constituye una fuente de alimento abundante y altamente predecible, que incluye varias presas que, en general, no pueden ser obtenidas por las aves a través de sus métodos usuales de alimentación 42. En general los ensambles asociados a los buques pesqueros se componen de diferentes especies que difieren en cuanto a sus preferencias alimentarias y técnicas de obtención de presas 34,43. El consumo de los descartes por las aves marinas puede, entre otras cosas, inducir cambios en su distribución en el mar, favorecer su éxito reproductivo y afectar la composición de sus comunidades 44-46. Los descartes se componen de presas valiosas en términos energéticos y nutricionales, de manera que el consumo de residuos de pescado provenientes de la operatoria pesquera es seguramente ventajoso para el éxito reproductivo y supervivencia de las aves. Varios estudios en aves marinas indican que el uso del descarte puede mejorar la condición física de los individuos durante el invierno 47, beneficiar la supervivencia de aves jóvenes 48 y mejorar varios parámetros reproductivos 49. Finalmente, algunos autores argumentan que este aporte suplementario de alimento ha contribuido al crecimiento de algunas poblaciones de aves marinas 42,50, aunque todavía existe controversia sobre la validez de esta hipótesis 51,52.

La atracción de las aves marinas a las embarcaciones para hacer uso de los descartes, por otra parte, puede resultar en un incremento en la mortalidad por ahogamiento en redes de pesca 26,53-55, anzuelos 41,56-59 o colisiones con cables de la embarcación o del aparejo de pesca 60,61. Dada la historia de vida de las aves marinas, la mortalidad incidental de individuos adultos puede afectar significativamente a sus poblaciones 19. De las 22 especies de albatros, en la actualidad 17 se encuentran comprometidos en sus estados de conservación, principalmente debido a la actividad de la pesca comercial. Por lo tanto, la actividad pesquera ha sido reconocida como un grave problema para la conservación de las aves marinas y otras especies de predadores tope 8.

LA EVOLUCIÓN DE LA PESCA EN ARGENTINA EN LAS ÚLTIMAS TRES DÉCADAS

La pesca en Argentina tuvo un importante crecimiento en la década de 1990. Los desembarques alcanzaron un máximo de 1340000 toneladas en 1997 y a partir de entonces disminuyeron manteniéndose relativamente estables desde 2000 hasta 2008 con un promedio de 900000 toneladas anuales. Entre 2009 y 2011 los desembarques se mantuvieron en valores promedio de 760000 toneladas anuales. Las capturas se concentraron en tres especies: merluza común (Merluccius hubbsi), calamar (Illex argentinus) y merluza de cola (Macruronus magellanicus), seguidos por la polaca (Micromesistius australis) y el langostino (Pleoticus muelleri) 62. El calamar, el langostino y la polaca mostraron importantes variaciones interanuales (Fig. 1).


Figura 1. Evolución temporal de los desembarques de las principales especies pescadas en Argentina durante el período 1985-2011 63.

La pesca comercial en Argentina se estructuró sobre la merluza común. El 70% de la captura de los barcos fresqueros de altura en el periodo 1999-2008 estuvo compuesto por esta especie. Este porcentaje es menor (20-35%) en la flota costera, ya que ésta captura langostino y otras especies, muchas de las cuales componen lo que se conoce como el variado costero (e.g., pescadilla, corvina, rayas). En general se considera que el sector pesquero se estructuró sobre la flota fresquera, la cual debe su nombre a que conserva la captura "al fresco" (i.e., en cajones de hielo). Es común que en la jerga pesquera se denomine a los fresqueros como "hieleros o cajoneros". En 1976 se incorporaron los primeros congeladores (buques provistos de cámaras congeladoras), siendo la década de 1990 la de mayor expansión y explotación 64. Los buques congeladores, a diferencia de los fresqueros, poseen plantas de procesamiento a bordo, mayor tecnología y mayor autonomía de navegación. La flota congeladora capturó alrededor del 30% de merluza y 30% de merluza de cola y polaca en el periodo 1999-2008, y es la flota responsable del calamar y el langostino 62. La flota congeladora que captura calamar se constituyó en la década de 1980; desde 2002 hasta el presente estos buques fueron responsables del 77% (o más) del calamar desembarcado a nivel nacional. Del mismo modo, la flota congeladora que captura langostino es responsable, desde su ingreso en el década de 1990, del 75% (o más) del langostino desembarcado.

OBSERVADORES A BORDO ESPECIALIZADOS EN AVES MARINAS

La puesta en funcionamiento de un sistema pesquero que tenga en cuenta los principios enunciados en el "Código de Conducta para la Pesca Responsable" de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) implica un cambio de concepción en el tratamiento y manejo de la información, pasando de un conjunto de subsistemas con escasa relación entre sí a un sistema interrelacionado de información donde cada fuente se complementa con datos de otras fuentes facilitando el intercambio y enriquecimiento de la información propia. Así, la información biológica procedente de las pesquerías comerciales ha sido tradicionalmente obtenida por diversos métodos: técnicos pesqueros en los puertos desde donde operan las embarcaciones, libros de bitácora de los patrones y capitanes de pesca, registros de los organismos de control y programas de observadores a bordo, entre otros.

Los programas de observadores son reconocidos internacionalmente como componentes importantes en los sistemas integrados de monitoreo para mejorar la información disponible sobre las pesquerías y sobre el ecosistema. Su objetivo fundamental es aportar información independiente que permita reducir el nivel de incertidumbre en la evaluación y administración pesquera. El despliegue de observadores entrenados permite obtener datos científicos confiables e información más detallada y objetiva a bordo. Los datos obtenidos a partir de programas de observadores a bordo se consideran un complemento necesario de los obtenidos a partir de cruceros científicos y en puertos pesqueros. La importancia radica en que los datos obtenidos a bordo proveen información pesquera valiosa que solo es posible obtener durante las faenas de pesca, tales como los eventos de captura incidental o la composición del descarte (aunque en tales observaciones se debe hacer el supuesto de que los pescadores no cambian sus operaciones debido a la presencia de observadores 65). De este modo, adquirir conocimiento acerca de las aves en el mar sigue siendo una tarea difícil. Además del aporte indiscutido de ciertos instrumentos (e.g., transmisores satelitales, transmisores GPS, geolocalizadores, telemetría VHF), del análisis de isótopos estables y del monitoreo satelital de las flotas pesqueras, el aporte al conocimiento científico por parte de observadores a bordo entrenados en la observación de aves resulta esencial. Algunos de los instrumentos mencionados poseen limitaciones y suelen ser costosos, mientras que a través de convenios institucionales y el entrenamiento adecuado de recursos humanos se pueden aprovechar los programas de observadores a bordo ya existentes. Dependiendo de la pregunta y de los medios disponibles, un interesante abordaje de los ecosistemas marinos resulta de la combinación y articulación entre los programas de observadores a bordo con diferentes técnicas y herramientas tecnológicas y el apoyo de organismos e instituciones gubernamentales y no gubernamentales.

Las aguas nacionales son monitoreadas por el programa de observadores a bordo del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), mientras que las provincias cuentan con sus programas propios, como es el caso de Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Si bien cada programa de observadores presenta sus particularidades en cuanto a administración y estratos de flotas a monitorear, en los últimos años se vienen realizando encuentros tendientes a la estandarización de protocolos, formación de observadores y fortalecimiento interinstitucional. La integración y articulación entre los programas de observadores contribuye a cumplir con compromisos nacionales e internacionales asumidos, identificar áreas de vacancia en cuanto a cobertura de las flotas pesqueras, agilizar el flujo de información, evaluar estrategias para avanzar en la implementación de medidas de mitigación y facilitar instancias de cooperación. Estas últimas se relacionan con el asesoramiento que reciben los programas por parte de los organismos de gestión gubernamentales, el sector científico y académico y los organismos no gubernamentales. Algunas instancias de cooperación se enmarcan dentro de diferentes proyectos de investigación, en los cuales se capacitan observadores para tareas puntuales en relación a las aves marinas.

Los aportes a la ciencia nacional, con implicancias internacionales, por parte de los programas de observadores a bordo han involucrado principalmente la recolección de información y de muestras a bordo de aves capturadas incidentalmente. Sin embargo, mediante la combinación de diferentes líneas de investigación se ha logrado que las tareas del observador a bordo incluyan también la determinación de la composición de los ensambles de aves marinas asociados a los buques pesqueros, ensayos de implementación de distintas medidas de mitigación y el registro de contactos fatales y no fatales de aves con cables del aparejo de pesca. Es frecuente que las diferentes líneas de investigación incluyan en sus análisis variables como estacionalidad, estratos de flota, áreas de pesca y variables oceanográficas y climáticas, entre otras. Por lo tanto, para llevar a cabo los aportes antes mencionados, además de otros más específicos, se requiere articular con información netamente pesquera, la cual forma parte del núcleo básico y razón de ser de los programas de observadores.

HACIA UNA VISIÓN ECOSISTÉMICA DEL MANEJO PESQUERO

La explotación comercial de algunos recursos pesqueros y sus consecuencias socioeconómicas y ambientales, entre otras, dejan en evidencia la complejidad de las interacciones que afrontan los ecosistemas marinos. El preocupante estado de conservación de varios recursos pesqueros ha llevado a la biología pesquera a considerar al ecosistema marino desde una visión integradora en lugar de tratar a cada recurso como una entidad aislada. La adopción del término "enfoque de ecosistemas en la pesca" tiene por objeto reflejar la combinación de dos paradigmas distintos pero relacionados entre sí y, acaso, convergentes. El primero es el de la ordenación de los ecosistemas, cuyo objetivo es conservar la estructura, la diversidad y el funcionamiento de los ecosistemas mediante la aplicación de medidas de ordenación centradas en sus componentes biofísicos (e.g., la creación de zonas protegidas). El segundo es el de la ordenación de la pesca, cuya meta es satisfacer la necesidad de alimentos y de beneficios económicos de las sociedades y las personas a través de medidas de ordenación centradas en la actividad pesquera y en los recursos. Así, el enfoque ecosistémico en la pesca toma como base las prácticas de ordenación pesquera actuales y reconoce más explícitamente la interdependencia entre el bienestar de los seres humanos y los ecosistemas 66.

En la realidad, la consideración ecosistémica del manejo pesquero todavía se encuentra bajo discusión y negociación, mostrando un progreso muy limitado en varias regiones del mundo67. La actividad pesquera depende de la productividad natural y de la propia capacidad extractiva. Su continuidad y sustentabilidad se relacionan directamente con la conservación del ecosistema marino como un todo. En este marco, las aves marinas poseen un rol central en las cadenas alimentarias marinas 68 y su amplia distribución y visibilidad en el mar las convierte en potenciales bioindicadoras 69,70. Por ejemplo, estudios relacionados con la ecología de las aves marinas podrían detectar y monitorear cambios en las abundancias de ciertos recursos pesqueros (peces, calamares, crustáceos), como así también en las concentraciones de contaminantes (metales pesados, pesticidas organoclorados) 70-72. Parámetros como el éxito reproductivo, el crecimiento de los pichones, la asistencia a la colonia y los requerimientos de los individuos adultos serían altamente sensibles a la disponibilidad de alimento 73. A su vez, la escasez de alimento afectaría a las diferentes aves marinas en distinto grado. Las especies más afectadas podrían ser las que se alimentan en superficie (e.g., gaviotas, gaviotines), especies especialistas y de hábitos alimentarios poco flexibles (e.g., álcidos), especies con áreas de alimentación acotadas (e.g., gaviotines, pingüinos, cormoranes), especies con capacidad limitada de incrementar sus tiempos de alimentación (e.g., gaviotines), especies cuyas técnicas de alimentación requieren un alto costo energético (e.g., pingüinos, gaviotines), especies con capacidad limitada para responder a un evento de gran disponibilidad de alimento (e.g., petreles) o especies con baja tolerancia a fluctuaciones temporales en la disponibilidad de alimento (e.g., gaviotines) 74.

Mejorar la comunicación y la cooperación entre las diferentes instituciones y el sector pesquero resulta clave a la hora de abordar un manejo integrado de las pesquerías. A nivel nacional distintas iniciativas han sido (y continúan siendo) desarrolladas durante los últimos años por organismos de gestión gubernamental, sector científico y académico y organismos no gubernamentales tendientes a la conservación de las aves marinas 62. La elaboración del denominado Plan de Acción Nacional para Reducir la Interacción de Aves con Pesquerías en Argentina (PAN Aves) permite la proyección a futuro con la definición de objetivos y la ejecución de acciones concretas por parte de las instituciones identificadas para tales fines. El plan se enmarca dentro de las leyes nacionales en cumplimiento de los acuerdos internacionales, siguiendo los lineamientos establecidos por la FAO, y ha sido aprobado por el Consejo Federal Pesquero en 2010 (Resolución Nº 15/2010), solicitando acciones para hacer frente a los problemas de conservación en alta mar en todas las pesquerías nacionales.

Sin duda la disponibilidad de alimento en forma de descartes pesqueros y sus consecuencias asociadas posee gran influencia en el ecosistema marino. El manejo efectivo de los descartes representa una medida de mitigación crítica y de difícil implementación. A su vez, otras medidas propuestas incluyen el uso de dispositivos espantapájaros, la disuasión a través de químicos y aceites, la implementación de vedas espaciales y temporales y el lastrado o amarre de la red 62. El involucramiento de la industria pesquera (e.g., empresarios, capitanes, marineros) es importante en el proceso de implementación de cualquier medida de mitigación 75. El compromiso puede alcanzarse desde distintos caminos, que abarcan desde el rédito económico hasta el interés personal, pasando incluso por la seguridad a bordo de la tripulación 76. Por ejemplo, las ecoetiquetas son sellos de aprobación que se les coloca a los productos que causan un impacto sobre el ambiente menor que el de productos competitivos similares. La función básica de la información de la etiqueta en el lugar de venta es vincular al producto pesquero con su proceso productivo. Por lo tanto, a los planes de eco-etiquetado se los ve cada vez más como un camino para preservar la productividad y el valor económico de la pesca y, al mismo tiempo, proporcionar incentivos para mejorar el ordenamiento pesquero y la conservación de la biodiversidad marina. En la pesca se han encaminado últimamente varias iniciativas de eco-etiquetado, como complemento y apoyo al esfuerzo por aplicar sistemas de manejo sostenible en el sector 3,77. Mediante los procesos de certificación o ecoetiquetado (e.g., a través de la Organización Internacional Agropecuaria), se ha logrado que muchos empresarios se interesen en el desarrollo y puesta a punto de las medidas mitigadoras como un requisito para la obtención y mantenimiento de la certificación. Sin embargo, el compromiso de las tripulaciones es indispensable para el desarrollo de una medida de mitigación desde las primeras pruebas hasta su utilización a bordo. Las grandes bandadas que siguen a los barcos pesqueros contribuyen a generar, entre la "gente de a bordo", una percepción que no es coincidente con el estado de situación respecto de la abundancia de muchas especies de aves marinas. ¿Cómo explicarle a un marinero que una especie se encuentra comprometida en cuanto a su estado de conservación cuando puede ver cientos de ellas con solo levantar la vista? Ese es uno de los roles de los observadores a bordo especializados que, con información científica, material de difusión y guías de identificación, intentan concientizar a los principales actores que son clave para abordar la conservación de las aves marinas en el mar.

La razón para la adopción de un enfoque ecosistémico del manejo pesquero está dada por las limitaciones de los modelos actuales de administración pesquera, los cuales se enfocan, en general, en las principales especies objetivo generando preocupación en el mantenimiento de la pesca a largo plazo y sus posibles efectos sobre la estabilidad de los ecosistemas marinos. Una de las críticas más comunes a estos modelos es que no consideran los aspectos ambientales y ecológicos. El objetivo de incluir consideraciones ecosistémicas en el manejo de la pesca es contribuir a largo plazo a la seguridad alimentaria y a asegurar una efectiva conservación y uso sostenible del ecosistema y sus recursos, reconociendo las complejas interrelaciones entre la pesca y otros componentes del ecosistema marino 65. Dado que las aves marinas son uno de los componentes principales de los ecosistemas marinos, la obtención de información a bordo respecto a la biología de estas aves resulta de gran relevancia no solo para la ornitología marina sino también por su contribución al manejo pesquero.

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