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El hornero

versión impresa ISSN 0073-3407versión On-line ISSN 1850-4884

Hornero vol.32 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ago. 2017

 

EDITORIAL

Etno-ornitología: una ciencia que todos saben

 

Celeste Medrano 1, Fernando Zamudio 2 y Javier Lopez De Casenave 3

1 Instituto de Ciencias Antropológicas (CONICET). Necochea 3929, 3000 Santa Fe, Santa Fe, Argentina. celestazo@hotmail.com

2 Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV), CONICET y Universidad Nacional de Córdoba. Av. Vélez Sarsfield 1611, Casilla de Correo 495, X5000HVA Córdoba, Córdoba, Argentina.

3 Depto. Ecología, Genética y Evolución, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires. Piso 4, Pab. 2, Ciudad Universitaria, C1428EHA Buenos Aires, Argentina.


¿De qué hablamos cuando hablamos de etno-ornitología? Una primera explicación podría ser que se trata de una subdisciplina dentro de una rama científica denominada etnozoología dedicada a indagar sobre las relaciones (tangibles e intangibles) entre los animales y los humanos. Así, definiríamos de manera general a la etno-ornitología como el “estudio de la relación entre las aves, las personas y las sociedades” 1. Esta definición, una entre muchas otras, aunque permite englobar una multiplicidad de abordajes, parece no ser suficiente para abarcar la complejidad emprendida por quienes se dedican a estos estudios. Sonia Tidemann y sus colaboradores, ensayando una definición más acabada, proponen que “la etno-ornitología es útil porque se refiere al amplio complejo de interrelaciones entre las aves, los seres humanos y todos los demás seres vivientes y no vivientes, tanto en las esferas terrestres o extraterrestres como en las del cuerpo o el espíritu” 2. Considerando lo dicho, este número especial de El Hornero dedicado a la etno-ornitología pretende ser una muestra de las complejidades que afrontan quienes se dedican a estos temas y de los diferentes enfoques y posturas que adoptan. Procura, además, que se develen para los lectores tanto las sugestivas conclusiones de las diversas propuestas como los conflictos en los que se sumergen los científicos cuando se asoman a ellas. En esta editorial, por otra parte, proponemos un recorrido que resume la situación de la etno-ornitología respecto a otras etnociencias en América del Sur y, en particular, en Argentina. Pretendemos plasmar cuáles han sido los avances más sustanciales en la disciplina, reflexionar sobre el tinte de los diversos aportes publicados y, finalmente, plantear los desafíos que, pensamos, deben encarar quienes hacen etno-ornitología.

En 1914 (¡hace solamente un poco más de 100 años!), Junius Henderson y John Harrington publicaron la etnozoología de los tewa, un grupo indígena estadounidense 3. Desde entonces y hasta hoy, las contribuciones referidas a las relaciones entre los animales y las poblaciones locales han crecido significativamente, pero siempre se han mantenido en inferioridad numérica respecto a los aportes etnobotánicos (los que abordan la relación entre las plantas y los humanos 4). Hacia 1980 comenzaron a aparecer algunos trabajos vinculados a la relación entre los humanos y las aves 5, aunque en escaso número. En México, Marco Antonio Vásquez-Dávila llevó adelante un fecundo proyecto para documentar las relaciones entre las aves y las personas. Con su equipo de trabajo publicaron las compilaciones Aves y huertos de México 6 y Aves, personas y culturas 7, que compendian abordajes llevados a cabo en México, Panamá y Colombia. En Brasil hay producciones vinculadas con dos tipos de aproximaciones: por un lado, Eraldo Medeiros Costa-Neto y sus discípulos discuten información etno-ornitológica obtenida mediante técnicas principalmente cualitativas; por el otro, Rômulo Romeu Nóbrega Alves y sus estudiantes desarrollan líneas fuertemente cuantitativas. En Chile se encuentran las numerosas publicaciones de Ricardo Rozzi y sus colaboradores, una de las cuales (la Guía multi-étnica de aves de los bosques subantárticos de Sudamérica 8) representa un interesante avance hacia el diálogo de saberes al que aspiran las etnociencias. Este breve aunque no exhaustivo compendio deja entrever que no existen muchos grupos de investigación que se dediquen a estudiar sistemáticamente las relaciones entre los humanos y las aves, al tiempo que también son escasas las propuestas etno-ornitológicas en el marco de investigaciones más generales sobre la relación animal–humano. Esto posiblemente se deba a la naturaleza general de los estudios etnobiológicos, los cuales se encuentran atravesados por un eje que pone el acento en los saberes humanos sobre el entorno (y no en el grupo taxonómico en sí), donde los investigadores generalmente buscan aproximarse a través de los ojos de los otros.

En Argentina, el primer trabajo sobre la temática se concentra en el conocimiento mbyaguaraní acerca de las aves y fue publicado por Marylin Cebolla Badie 9. Algunos años después, Pastor Arenas y Gustavo Porini publican Las aves en la vida de los tobas del oeste de la provincia de Formosa (Argentina) 10 y, el mismo año, la antropóloga Alejandra Siffredi presentó la etno-ornitología y ecocosmología de los nivaclé 11. En 2016 se publican dos contribuciones referentes a las relaciones pasadas y presentes entre el Ñandú (Rhea americana) y los indígenas del Gran Chaco 12,13, completando así la sucinta lista de contribuciones etnoornitológicas argentinas. El aporte de las investigaciones de corte lingüístico, aunque escasas, también han sido de inestimable valor para entender algunos detalles etno-ornitológicos 14.

Más allá de las contribuciones pioneras sobre la disciplina antes mencionadas, es posible rastrear los vínculos históricos que las aves han edificado con los humanos en numerosas fuentes de inestimable valor. Ejemplos de ello son los escritos de los jesuitas que misionaron en territorio argentino en el siglo XVIII y los de los viajeros del siglo XIX. Por su parte, aportes arqueofaunísticos como los de Laura Mameli 15 reflejan el uso histórico que hicieron de las aves los habitantes del archipiélago fueguino y se puede encontrar rica información en contribuciones de corte folclórico, como por ejemplo Aves argentinas y sus leyendas 16, de Carlos Villafuerte. Tal vez podrían ser incluidas aquí algunas antiguas contribuciones aparecidas en las páginas de El Hornero, como las de las series “La ornitología fantástica de los conquistadores” de Aníbal Cardoso (publicada entre 1918–1919) y “Las aves en el folklore sudamericano” de Roberto Lehmann-Nitsche (1922–1929) o los breves aportes de Bertoni 17 y Carman18. El conjunto de estas fuentes conforma un auténtico andamiaje que enriquece con claves históricas las etno-ornitologías del presente.

Como puede apreciarse, las contribuciones vinculadas al tema en sentido estricto son escasas, más aún si se tiene en cuenta que las aves conforman un taxón ampliamente diversificado. No obstante, en los últimos años se han realizado importantes avances en la materia a nivel global. Un primer ejemplo es la publicación en 2010 de Ethno-ornithology 19, una compilación que ha inspirado muchas otras porque tiene la virtud de compendiar la amplia diversidad de enfoques por los que discurre el estudio de las relaciones entre las aves y los distintos pueblos indígenas. Otro ejemplo, quizás el más novedoso, es el del Ethno-ornithology World Archive (EWA), una base de datos abierta para la conservación biocultural propuesta por Andrew Gosler y colaboradores de la Universidad de Oxford y BirdLife International, que se propone “involucrar, a nivel mundial, a diversos miembros de pueblos indígenas y comunidades locales, sectores público y privado, líderes comunitarios y ornitólogos” para la creación de “una base de datos digital para la documentación, investigación, difusión y aplicación sobre etno-ornitología” 20. Esta propuesta, vinculada a los proyectos de ciencia ciudadana en funcionamiento 21, conserva el planteamiento central de las etnociencias que se puede resumir en un acercamiento y entendimiento mutuo entre poblaciones locales y conservacionistas, mejores prácticas para la construcción de relaciones respetuosas y recíprocas entre las comunidades y los investigadores no locales en entornos digitales y el potencial para la investigación etno-ornitológica comparativa, utilizando esa base de datos como recurso valioso para la enseñanza y el aprendizaje activo de la sociedad como un todo. Finalmente, en 2016 se publicó un número especial sobre etno-ornitología en la Revista Chilena de Ornitología, coordinado por Tomás Ibarra y Cristóbal Pizarro 22, conformando un aporte sudamericano elocuente que aboga por estudios interdisciplinarios, interculturales e intergeneracionales de las relaciones entre las aves y los humanos.

Este número especial de El Hornero nace con el afán de responder a los avances en etnoornitología mencionados más arriba. El proyecto germinó en 2015 en el marco de la XVI Reunión Argentina de Ornitología; allí se desarrolló un simposio, quizás el primero, cuyas preocupaciones eran pensar los intrincados vínculos materiales e inmateriales entre las aves, los humanos y sus entornos. Luego del evento, cristalizó la necesidad de una contribución argentina sobre la materia. Para hacer justicia, queremos agradecer especialmente a Horacio Matarasso por animarnos, en aquella reunión en La Plata, a llevar adelante el proyecto editorial que concluyó con la publicación de este número especial.

Los 15 artículos que conforman este número son una muestra del abanico de teorías, técnicas y enfoques que la etnobiología tiene para aportar al estudio de las interrelaciones entre la naturaleza y la sociedad y, en particular, entre las aves y los pobladores locales de diversas adscripciones culturales a lo largo de América Latina. Desde una perspectiva histórica, constituye un material fundante del tema en Argentina, en el sentido que es la primera compilación de investigaciones en formato de artículos que una revista nacional emprende específicamente sobre la temática y que incluye trabajos realizados por colegas de Brasil, Chile, México y Argentina. A su vez, y de forma enfática, el número especial deja bien en claro algunos de los principales debates que internamente, y en diálogo con la biología y la antropología, se deben dar para lograr una “etnobiología regional integradora”. Estos debates deben propiciar la discusión sobre diferentes tópicos teóricos, metodológicos y sobre las perspectivas desde donde la etnobiología, los etnobiólogos y las etnobiólogas se posicionan. Y, principalmente, retomar las conclusiones a la hora de analizar las formas de relacionamiento que aquellos “otros” (con cosmologías y realidades diferentes a las denominadas occidentales) entablan con lo que cada colectivo engloba dentro de la etiqueta “aves”.

Estas investigaciones han sido realizadas en similar número por investigadores provenientes de la antropología y la biología 23, situación que es particular, ya que en la etnobotánica predominan las contribuciones emprendidas por biólogos. Sin intentar hacer una estadística exhaustiva sobre la tendencia en las formaciones académicas de los autores de estos trabajos, se puede remarcar el hecho de que los bagajes académicos de quienes participan en este número especial indefectiblemente plantean posicionamientos y enfoques teóricos y metodológicos diferentes, que en ocasiones inclusive se confrontan.

Entre los debates y controversias que la etnoornitología debe plantearse, identificados a partir de las discusiones bosquejadas en este número especial, podemos mencionar los siguientes. Por un lado, debe examinarse el papel de ciertas aves como anunciadoras (los “ornitoaugurios” de José Geraldo Marques 24), tópico que se encuentra presente en muchos de los artículos aquí presentados y en las etnoornitologías en general. Esto plantea la necesidad de revisar cómo los investigadores clasifican y entienden a las aves y su funcionalidad o simbolismo asociado a los augurios. También debe replantearse el significado que hay detrás de una “comunicación” entre humanos y aves en contextos ontológicos amerindios (en los cuales la distinción entre naturaleza y cultura no es operativa), pero también entre grupos de criollos o mestizos donde los augurios de las aves tensionan la vida de las personas. Relacionado a esto, el llamado “giro ontológico” formulado desde la antropología propone nuevas formas de analizar las relaciones entre animales y humanos (y entre aves y humanos 25), que son retomadas por los biólogos, en ocasiones, de una manera un tanto simplista, desestimando las complejidades que poseen los marcos teóricos de las ciencias sociales, al igual que los de las ciencias exactas, en particular la ecología y la etología. Es evidente, entonces, en pos de superar lo esbozado, la necesidad de llevar a cabo cruces interdisciplinarios protagonizados por colectivos y no por sujetos individuales o grupos mono-disciplinarios.

Por otro lado, y en paralelo con lo planteado arriba, los artículos publicados en este número especial reflejan dos tendencias: la de los ETNObiólogos, cuyas preocupaciones giran en torno a hallar categorías “emic” (categorías locales), identificadas durante y después del trabajo de campo, develando otros sistemas epistemológicos diferentes a los occidentales que operan para conocer a la avifauna, y la de los etnoBIÓLOGOS, preocupados por la conservación biocultural y utilizando principalmente categorías “etic” (categorías propuestas por los investigadores), concentrándose en finísimos detalles sobre las relaciones entre los humanos y las aves que aportan valiosa información para su entendimiento. Claro que entre ambas tendencias hay matices, además de preocupaciones compartidas como la de favorecer diálogos que, al tiempo que protejan a la diversidad de aves, empoderen a la gente que “sabe de aves”. No obstante, el verdadero desafío que hoy enfrenta la etnoornitología implica un proceso que amalgame ambas formas de emprender investigaciones. Tal integración abrirá un escenario (si no es que ya está abierto) de encuentros y desencuentros, de acuerdos metodológicos y deudas epistémicas, de alegrías y sinsabores. Pero casualmente a eso están llamando los etnobiólogos: a caminar los sinuosos senderos de la inter y la transdisciplina para acercarse sigilosamente a esas otras ornitologías no académicas, las que también cimentan mundos en el entorno planetario que todos compartimos.

En 2013 Rubén Chachugi, un indígena aché, junto a los ornitólogos Alberto Madroño y Myriam Velázquez, publicaron el libro Las aves y el conocimiento tradicional Aché / Ache kwatygi kwyra wywy-djiwã, escrito en aché y en español 26. Cerramos esta editorial con esta cita porque ese trabajo es el resultado de un proyecto genuino de acercamiento, una empresa que demuestra que es posible acercarse a los otros y sus ornitologías y, finalmente, hacer de la etno-ornitología la ciencia que todos saben, una ciencia transformadora.


Figura 1. La etno-ornitología refiere al amplio complejo de relaciones entre las aves, los seres humanos y los demás seres vivientes y no vivientes, tanto en las esferas terrestres o extraterrestres como en las del cuerpo o el espíritu 2. (A) Representación celeste del Ñandú (Rhea americana) en la Vía Láctea entre los habitantes del sur del Chaco argentino 27 (ilustración: Hilda Matter de Cuaglini). (B) El héroe mítico tehuelche Elal, montado sobre un cisne, sobrevuela la Patagonia (ilustración: Daniela López Casenave). (C) “El colibrí” forma parte de las líneas y geoglifos ubicados en pleno desierto en Ica, Perú, realizados por los antiguos habitantes de la cultura Nazca. (D) Motivo de ave en un gorro de campaña de los mocovíes del sur del Gran Chaco, según una ilustración original de Florián Paucke 28. (E) Una huata’a’ (Aramides ypecaha, en qom) dibujada por Valentín Suarez, maestro y líder político de su comunidad en Riacho de Oro, Formosa, Argentina 29. (F) Uno de los dos héroes gemelos mayas del Popol Vuh (Hunahpú e Ixbalanqué) cazando aves acuáticas con su cerbatana (ilustración original de Antonieta Cajas 30). (G) Personaje vestido como Pavo o Guajolote (Meleagris gallopavo) que aparece en el Codex Cihuacóatl o Códice Borbónico 31 (documento mexica prehispánico) y que algunos autores adscriben al dios Tezcatlipoca.

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2TIDEMANN S, CHIRGWIN S Y SINCLAIR RJ (2010) Indigenous knowledges, birds that have “spoken” and science. Pp. 3–12 en: TIDEMANN S Y GOSLER A (eds) Ethno-ornithology. Birds, indigenous peoples, culture and society. Earthscan, Londres

3HENDERSON J Y HARRINGTON JP (1914) Ethnozoology of the Tewa indians. Bureau of American Ethnology Bulletin 56:1–76

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5FARIAS GB Y ALVES AGC (2007) Aspectos históricos e conceituais da etnoornitologia. Biotemas 20:91–100

6VÁSQUEZ-DÁVILA MA Y LOPE-ALZINA D (2012) Aves y huertos de México. Carteles Editores, Oaxaca        [ Links ]

7VÁSQUEZ-DÁVILA MA (2014) Aves, personas y culturas. Estudios de etno-ornitología 1. CONACYT, Oaxaca        [ Links ]

8ROZZI R, MASSARDO F, ANDERSON C, MCGEHEE SM, CLARK G, EGLI G, RAMILO E, CALDERÓN U, CALDERÓN C, AILLAPÁN L Y ZARRAGA C (2011) Guía multi-étnica de aves de los bosques subantárticos de Sudamérica. Ediciones Universidad de Magallanes y UNT Press, Punta Arenas y Denton        [ Links ]

9CEBOLLA BADIE M (2000) El conocimiento mbyáguaraní de las aves. Nomenclatura y clasificación. Suplemento Antropológico 35:9–188

10ARENAS P Y PORINI G (2009) Las aves en la vida de los tobas del oeste de la provincia de Formosa (Argentina). Tiempo de Historia, Asunción        [ Links ]

11SIFFREDI A (2009) Etno-ornitología y ecocosmología: las aves tronadoras entre los nivaclé. Revista Española de Antropología Americana 39:229–246

12MEDRANO C Y ROSSO C (2016) El ñandú común (Rhea americana): ¿una especie etnobiológica clave para los qom del Gran Chaco argentino? Revista Chilena de Ornitología 22:51–63

13ROSSO C Y MEDRANO C (2016) El ñandú (Rhea americana) y los guaycurúes en el siglo XVIII: un abordaje etnobiológico histórico en el Gran Chaco argentino. Revista Chilena de Ornitología 22:19–29

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15MAMELI L (2003) La gestión del recurso avifaunístico por las poblaciones canoeras del archipiélago fueguino. Tesis doctoral, Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona        [ Links ]

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22IBARRA JT Y PIZARRO JC (2016) Hacia una etnoornitología interdisciplinaria, intercultural e intergeneracional para la conservación biocultural. Revista Chilena de Ornitología 22:1–6

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