EDITORIAL

Fin de ciclo: perspectiva y balance

 

“Everything has to come to an end, sometime”(L Frank Baum, The marvelous land of Oz)

“The feeling is less like an ending than just another starting point” (Chuck Palahniuk, Choke)

Recientemente la Comisión Directiva de Aves Argentinas decidió un recambio de equipo editorial en El Hornero. En consecuencia, éste es el último número editado bajo mi dirección, cumpliendo así casi 20 años de trabajo ininterrumpido. En efecto, la responsabilidad de la edición de la revista quedó en mis manos durante la segunda mitad de 2000 y el primer número apareció en agosto de 2001. Con éste, se completa un total de 36 números publicados para los que he actuado como editor, correspondientes a 18 volúmenes (16–33; periodo 2001–2018).

Durante los años transcurridos desde que aceptara hacerme cargo de la revista se produjeron notables cambios, no solo en el ámbito de las publicaciones académicas en general, sino particularmente en El Hornero. La edición científica pasó de ser una práctica realizada en gran parte en papel a una totalmente electrónica. Cuando inicié mi labor, los intercambios editoriales con revisores y autores implicaban en una alta proporción copias impresas enviadas por correo postal, mientras que actualmente el proceso editorial completo (así como la producción misma de cada número) es totalmente digital. El manejo electrónico de manuscritos (que se consolidó en 2003) y los cambios en la tecnología disminuyeron sensiblemente el tiempo de procesamiento, beneficiando principalmente a los autores. El último cambio en la política de El Hornero que estuvo orientado en esa dirección fue la instrumentación, en los últimos dos años, de la modalidad de publicación en línea de los artículos aceptados en su versión preliminar (“online early”). Esto permite a los autores contar con su trabajo en prensa en su formato final (excepto por los números de página) antes de que se cierre y envíe a imprenta el número correspondiente.

Antes de 2001, El Hornero nunca había tenido una aparición regular: tuvo volúmenes de tres, cuatro y hasta cinco números, que nunca abarcaron un año calendario ¹. Uno de mis primeros objetivos como editor fue precisamente regularizar su publicación. Desde agosto de 2001 se produjo anualmente un volumen de dos números de aparición semestral (en agosto y en diciembre). Esto fue muy importante para posicionar desde ese momento a la revista como un medio de publicación confiable.

Un par de novedades en la estructura de la revista tuvieron como finalidad hacerla académicamente más atractiva a través del aporte de autores especialmente convocados que ofrecieron contribuciones relevantes para el desarrollo de las distintas áreas de investigación ornitológica. La primera fue la sección Punto de Vista, que rápidamente se transformó en un excelente vehículo para acercar a los lectores a desarrollos metodológicos, datos novedosos, ideas controvertidas y revisiones exhaustivas de interés para ornitólogos. Se publicaron 13 artículos en esta sección, desde el que apareció en el primer número, dedicado al rol de las revistas de ornitología ², hasta la revisión sobre genómica en estudios de conservación de aves incluido en este último ³. La segunda novedad fue la decisión de editar números especiales sobre temáticas específicas con artículos de autores invitados bajo la dirección de un equipo de coeditores. Fueron seis números especiales de mucha repercusión, dedicados a aves marinas, aves migratorias, aves rapaces, salud y conservación de aves silvestres, loros y, el más reciente, a la creciente disciplina de la etno-ornitología.

La tradicional sección de revisiones de libros estuvo siempre activa, pero creció notablemente a partir de 2012 cuando se decidió la incorporación de un editor asociado dedicado específicamente al manejo editorial de las revisiones. Víctor Cueto (originalmente parte del Comité Editorial de la revista) tomó esta sección a su cargo, proporcionando de manera particularmente eficiente un flujo constante de reseñas de libros de interés para los ornitólogos. En estos 18 años se publicó en El Hornero un total de 99 revisiones de libros.

Otro desafío al comenzar mi trabajo como editor era incrementar la visibilidad de la revista; a lo largo de los años se logró su incorporación en los principales servicios de indexación académica y en numerosos portales de publicaciones científicas. Fue rápidamente incluida en el Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas (CAICYT–CONICET) y en el Catálogo del Proyecto LATINDEX, que reúne a las revistas científicas y técnicas de mayor calidad académica y editorial de Iberoamérica. En 2006 fue incorporada en el portal SciELO (donde están disponibles los volúmenes completos desde 2003) y en 2008 se sumó a Scopus, la base de citas bibliográficas y resúmenes de literatura científica más grande del mundo, producida por la editorial internacional Elsevier. El Hornero tiene ahora mayor impacto y visibilidad en la comunidad científica, sumando un reconocimiento (local, regional e internacional) importante para los autores, que pueden acceder a un universo mucho más amplio de potenciales lectores.

En la misma línea, trabajamos en la digitalización de todos los contenidos de la revista desde su primer número, en un principio para editarlos en un DVD que se entregó a los asistentes a la Reunión Argentina de Ornitología de Formosa (2011), pero que luego incorporamos, además, en repositorios digitales de libre acceso. Actualmente, la colección completa de El Hornero está disponible libremente en formato digital en la Biblioteca Digital de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires y en la página de la revista en el sitio de Internet de Aves Argentinas.

Como editor, desde mediados de 2000 hasta fines de 2018 he manejado 413 manuscritos, que se convirtieron en 268 trabajos publicados (excluyendo editoriales, obituarios y revisiones de libros). Estos números corresponden a un promedio de casi 15 artículos publicados por año (14.5 artículos por año durante el periodo 2001–2010, 15.4 durante 2011–2018), consolidándose la tendencia de fuerte aumento en el número de trabajos publicados en El Hornero durante las últimas seis décadas ⁴. Cada uno de estos manuscritos y artículos publicados contó con un proceso editorial que incluyó el arbitraje de, usualmente, tres colegas (cuatro en algunos casos; nunca menos de dos). Podría decirse que una buena parte de mi trabajo ha estado sustentada en los comentarios y correcciones de los 474 revisores que colaboraron desinteresadamente con la revista (muchos de ellos en varias ocasiones) durante estos años.

El porcentaje de manuscritos aceptados para su publicación fue relativamente alto durante todo el periodo, aunque fue decreciendo con el correr del tiempo, desde más del 75% en 2000–2001 hasta un 68.5% en 2016–2018. Una buena proporción de los manuscritos rechazados tuvieron una opción de reenvío, en la que se invitaba a los autores a enviar una segunda versión del trabajo incorporando los cambios sustanciales sugeridos por los revisores. Estos manuscritos seguían un nuevo proceso editorial (contactándose a nuevos revisores) y muchos de ellos fueron aceptados luego de esa segunda rueda de evaluación. Esta práctica demandó un esfuerzo editorial extra (esos manuscritos podían llegar a tener un total de seis revisiones), pero ofrecía a los autores la posibilidad de rescatar los aspectos valiosos de sus investigaciones o hallazgos y de mejorar la presentación de su trabajo ^4–6. De esta manera, la revista cumplió un rol muy importante ayudando a autores jóvenes o de menor experiencia en el ámbito académico a hacer sus primeras armas en la publicación científica 2,5, alejándose de una postura elitista con el objetivo de ampliar la difusión del conocimiento ornitológico. En el mismo sentido, no quiero dejar de destacar que durante todos estos años El Hornero fue una revista de verdadero acceso abierto (i.e., sin restricciones para los lectores, que acceden libremente a sus contenidos, ni para los autores, a quienes no se les cobra por publicar), un fenómeno lamentablemente cada vez menos frecuente entre las publicaciones científicas, fuertemente condicionadas por los intereses económicos de las grandes editoriales ⁵.

Confío en que los avances producidos en la estructura y alcances de El Hornero durante el periodo que hoy concluye no solo se mantengan, sino que sean profundizados por el nuevo equipo editorial, a quien deseo el mayor de los éxitos. Espero que, tal como me sucede a mí con este trabajo que me apasiona, encuentren que el enorme esfuerzo de llevar adelante la revista es a la vez una experiencia absolutamente gratificante. El nuevo equipo tendrá ahora la responsabilidad de dar un nuevo impulso a una revista científica que ya ha festejado su centenario ¹; una publicación prestigiosa, referencia obligada de la ornitología neotropical, la primera en español dedicada a las aves.

Quiero concluir esta nota final agradeciendo a todos los que estuvieron relacionados con mi trabajo a lo largo de tantos años. En primer lugar, cronológicamente, a la dirigencia de la Asociación Ornitológica del Plata (que, en el camino, devino en Aves Argentinas) que allá por principios del nuevo siglo depositó en mí la confianza y la libertad para manejar la revista, así como a quienes en los años que siguieron mantuvieron su apoyo. Tengo una enorme deuda con mis compañeros de equipo, Fernando Milesi y Víctor Cueto, con quienes compartí la totalidad de las actividades asociadas a la publicación de la revista, incluyendo las alegrías y los malos ratos, las presiones y los disfrutes. Agradezco a todos los miembros del Comité Editorial por haber aportado su prestigio y por estar allí cuando la oportunidad lo requería. A los revisores, que con sus comentarios constructivos contribuyeron de manera decisiva a transformar manuscritos originales de distinta calidad en trabajos interesantes y relevantes para la ornitología neotropical. A los autores que vieron en El Hornero un vehículo para dar a conocer sus hallazgos, ideas e investigaciones, por su paciencia y dedicación en trabajar en los cambios propuestos por los revisores. Y, finalmente, a los lectores que hayan disfrutado del material publicado; espero que esa lectura haya incentivado a la presentación de datos propios o a generar nuevos estudios. No se me escapa que al mencionar al Comité Editorial, revisores, autores y lectores estoy haciendo referencia al colectivo de ornitólogos de Argentina y el Neotrópico, por lo que podría decirse que, en el fondo, estoy agradecido a la ornitología. Visto desde esa perspectiva, estos años han constituido un gran desafío para mí. Sigo sosteniendo, como decía al comenzar mi trabajo editorial ⁷, que ha sido un gran honor ser editor de El Hornero. Espero que los 36 números que ha producido este equipo editorial hayan sido del agrado de todos.

¹ LOPEZ DE CASENAVE J (2017) Un Hornero de cien años. Hornero 32:193–196

² DÍAZ M (2001) ¿Qué es y para qué sirve una revista de ornitología? Hornero 16:3–6

³ MAHLER B (2018) La conservación de las aves en la era de la genómica. Hornero 33:85–96

⁴ LOPEZ DE CASENAVE J (2010) El Hornero despliega sus alas... Hornero 25:49–53

⁵ RABINOVICH J (2004) Ecología Austral y las tendencias mundiales en las publicaciones científicas: algunas reflexiones a guisa de despedida como editor. Ecología Austral 14:95–98

⁶ OESTERHELD M (2010) A modo de editorial. Ecología Austral cumple 20 años. Una pasión inexplicable. Ecología Austral 20:1        [ Links ]

⁷ LOPEZ DE CASENAVE J (2001) Editorial. Hornero 16:1–2

Javier Lopez de Casenave

Editor