SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.102 issue1Nutrición temprana y enfermedades en la edad adulta: acerca de la "hipótesis de Barker"Recaídas de la artritis crónica juvenil luego de la suspensión de etanercept author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Archivos argentinos de pediatría

Print version ISSN 0325-0075On-line version ISSN 1668-3501

Arch. argent. pediatr. vol.102 no.1 Buenos Aires Jan./Feb. 2004

 

ARTÍCULOS ESPECIALES

Signos y síntomas atribuidos a laerupción dentaria en los niños (primera parte)

Dr. Claudio Gabriel Fogel*

*Escuela de Medicina. Area de Humanidades Médicas. Hospital Italiano de Buenos Aires.

En memoria de Claudio Fogel

Claudio había enviado este, su primer artículo sobre historia de la Pediatría, a Archivos. Tuve el gusto de haber sido árbitro y haber recomendado su publicación. Tuve también el más profundo privilegio de haber conocido a su autor. En alguno de los múltiples sentidos del término, quizás pueda decir sin presunción que fuimos amigos. Hace unos años -no demasiados- nos encontramos una tarde para charlar sobre su interés en la historia de la medicina. Puedo verlo todavía en un curso, preguntándome sobre la Gynaecia de Sorano de Efeso o descreyendo de mi enfoque sobre la disciplina, a su entender demasiado austero y poco adaptado a las audiencias médicas. Me mantuve al tanto de su carrera y de sus éxitos como docente de la materia en la Escuela de Medicina del Hospital Italiano de Buenos Aires, donde lo vi por última vez una mañana de agosto en una conferencia que me invitó a dar y de la que atesoraré el recuerdo, ahora tan valioso. Seguí sus progresos profesionales con interés convencido de que, si continuaba por el camino emprendido, en poco tiempo llegaría a convertirse en un distinguido historiador médico, del que cabía esperar mucho, a juzgar por lo mucho que ya estaba dando. Sí, como tantos de sus compañeros y amigos, estaba convencido de que Claudio llenaría un lugar vacante en el cual ya había echado raíces y para el que sus talentos lo señalaban. Ese lugar será ocupado ahora por su memoria, pues de nosotros quedan también los sueños y los futuros posibles, no menos reales que las fatigas y los gestos cotidianos, no menos vivos que todo lo bueno que pudimos dejar -que en su caso fue mucho-. La reserva que acompaña a los sentimientos más profundos no puede evitar que evoque aquí su gentileza, su entusiasmo, su seria dedicación, su dignidad. No evita que me despida con hondo dolor de un muy querido colega, Claudio Fogel, pediatra e historiador de la medicina. Claudio, es tuyo este mínimo tributo.

Dr. Miguel de Asúa
CONICET. Academia de Historia de Buenos Aires

"...algunos animales nacen con dientes, pero los niños comienzan a cortar los dientes en el séptimo mes; y los incisivos son los primeros en aparecer, a veces los superiores, y otras los inferiores. Y cuanto más tibia sea la leche de la nodriza, más rápido salen los dientes de los niños."
(Aristóteles, Historia de los Animales, Libro VII, Cap. 10)

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo se propone rastrearlos orígenes históricos de una controversia que aún no se ha resuelto completamente y que tiene como núcleo a la dentición y los síntomas y/o enfermedades que se asocian con ella.
Es muy común, al atender pacientes en la guardia de urgencias o incluso en consulta de salud, que los padres asocien picos febriles, cuadros compatibles con gastroenteritis u otros problemas, a la erupción dentaria. Grande será nuestra sorpresa si nos tomamos el trabajo de preguntar a varios pediatras acerca de esta relación, puesto que obtendremos diverso tipo de respuestas, muchas de ellas contradictorias entre sí. Una búsqueda bibliográfica al respecto no sólo no resuelve la controversia sino que la acentúa, ya que es muy poco lo escrito al respecto, y tampoco muestra uniformidad de criterios.
Un estudio prospectivo controlado, efectuado por Jaber y col. y publicado en una revista pediátrica en el año 1992, mostró una asociación significativa entre la erupción del primer diente y el aumento de la temperatura, por lo menos con un pico de 37,8° C. Sin embargo, resalta el peligro de atribuir la fiebre a la erupción dentaria sin haber descartado previamente otras patologías.1 No se han hallado otros estudios serios en las bases de datos habituales.
Invito al lector a recorrer los principios y la evolución de este concepto a través de los tiempos, para que vea que se mantiene casi intacto hasta nuestros días.
La primera parte de este trabajo abarca el recorrido histórico desde la antigüedad hasta nuestros días, fundamentalmente en Europa y Estados Unidos de Norteamérica

DESARROLLO

La primera mención del tema que nos ocupa, nos lleva a Grecia, a los Tratados Hipocráticos. En el libro de Aforismos (datado alrededor del año 415 AC), Sección Tercera, leemos:
"Aforismo 24: Según las edades se producen las siguientes dolencias: en los niños pequeños y en los recién nacidos, aftas, vómitos, toses, insomnios, terrores, inflamaciones del ombligo y supuraciones del oído.
Aforismo 25: Cuando se aproximan a la dentición, comezón de encías, fiebres, convulsiones, diarreas, especialmente cuando echan los caninos, y, también en los niños más gordos y en los que tienen el vientre más estreñido".2
A primera vista llama la atención la mención hipocrática de la dentición, ya que es muy poco lo escrito en estos tratados acerca de los niños. Las enfermedades de la infancia prácticamente no se incluyeron en los Tratados, sin embargo vemos cómo está jerarquizada esta problemática. Incluso existe un Tratado Hipocrático específicamente llamado "Acerca de la dentición", que consta de 32aforismos o máximas acerca de problemas de los dientes y la faringe en los niños.
Si seguimos rastreando opiniones médicas acerca de este tema, debemos trasladarnos a Roma, al siglo II DC. Allí, Sorano de Efeso escribió un tratado llamado Gynaecia, que es el primer trabajo enteramente dedicado a la obstetricia y a los rudimentos de la perinatología.
En el Libro II leemos "XXII. Acerca de la dentición: Aproximadamente al séptimo mes, la erupción dentaria toma lugar y con esto aparece inflamación de las encías, mandíbulas y tendones. Como una medida profiláctica uno no debería dar al niño nada que necesite ser masticado, antes de este tiempo, ya que si las encías son lastimadas previamente, se ponen muy irritadas y son difíciles de hendir si se han vuelto callosas. Por el contrario, desde el quinto mes en adelante se debería frotar persistentemente las encías durante el baño, con un dedo ungido con grasa de pollo para aflojarlas. Se debería dar al infante una pieza de grasa para tener en sus manos, demasiado grande como para ser deglutida, para que succione su humedad; de esta forma las encías no se ablandarán demasiado por la suavidad de la grasa. Pero en el momento de la dentición mismo, y especialmente cuando los dientes han erupcionado, uno no debería hacer más esto. Porque en adición al dolor, los alvéolos serían distorsionados si el infante mientras succiona hace que las fibras de grasa queden fláccidas entre los dientes. Deben también omitirse los ungüentos cáusticos, y debe a toda costa evitarse el lancetear las encías con cuchillos, debido a que es peligroso. Deben aplicarse piezas de lana suaves y limpias en el cuello, cabeza y mandíbulas, y humedecerlas con aceite de oliva cálido, que también debe ser vertido en los canales auditivos. Si la inflamación continúa, deben usarse emplastos de la mejor harina, o alholva, o linaza y fomentos con esponjas de mar, especialmente para las encías, las que deben también untarse con miel hervida."3
Nótese que ya en esta época se practicaba la escarificación o lanceteado de las encías, práctica que siguió efectuándose durante muchos siglos, con mayor o menor aceptación por parte de los médicos y el público.
La técnica de cortar con lanceta las encías de los niños para facilitar la erupción dentaria y evitar los síntomas que la acompañan, fue desarrollada y depurada, entre otros, por el cirujano francés Ambroise Paré (1510-90),quien relató durante la necropsia de un bebé."Cuando... diligentemente buscamos la causa de la muerte, no pudimos imputarla a ninguna cosa más que a la tenaz dureza de las encías... Cuando cortamos las mismas con un cuchillo encontramos todos los dientes apareciendo... Si esto hubiera sido efectuado cuando vivía, sin duda que hubieras ido preservado."4
Esta práctica, que en un análisis anacrónico parece cruenta y bárbara, se encontraba totalmente justificada, ya que como acabamos de ver, la erupción dentaria se consideraba como capaz de producir la muerte.
En las tablas de mortalidad publicadas por John Graunt (1620-1674), en Londres, en1662, figuran 470 muertes como causadas por la erupción dentaria durante ese año y, tomando el total de las muertes producidas en esos últimos veinte años, un tercio de ellas correspondían a menores de cuatro años, presentando los siguientes diagnósticos: muguet, convulsiones, raquitismo, dentición y parasitosis intestinales.5
En 1732, John Arbuthnot (1667-1735) escribía: "Más de una décima parte de todos los niños muere durante la erupción dentaria"6,y este párrafo del mismo autor era citado por el médico inglés William Buchan (1729-1805),del Real Colegio de Médicos de Edimburgo, en su libro "Medicina doméstica", al comenzar un capitulo llamado "Acerca de la dentición difícil".7
En el año 1762, el médico inglés William Smellie (1698-1763), en su tratado de la Teoría y Práctica de las Parteras, comentaba en el capítulo dedicado a las enfermedades de los niños: "..Cuando los dientes se disparan desde sus cuencas, y sus filosas puntas comienzan a trabajar su camino a través del periostio y las encías, frecuentemente producen gran dolor e inflamación, que si continúa, trae síntomas febriles y convulsiones, que comúnmente resultan fatales. En orden de prevenir esta mala fortuna, la encía hinchada debe ser, primero, cortada hasta llegar al diente, con un bisturí o lanceta, luego de lo cual el paciente por lo general se alivia inmediatamente. Pero si el niño es fuerte, el pulso rápido, la piel caliente y seca, también será necesario la sangría en la vena yugular, y los intestinos deben mantenerse abiertos con enemas repetidos".8
Las lancetas que eran usadas para esta operación fueron evolucionando durante el siglo XVIII. Existían varios modelos, con mangos de marfil y de nácar. Los médicos y los cirujanos las llevaban, tanto como símbolos de su profesión, así como accesorios prácticos.9
Durante el año 1815, la publicación "El Compañero de la Mujer Joven", publicación dirigida a las lectoras femeninas, hablaba de la dentición como un "mal que se lleva consigo grandes números; porque se debe enteramente a la debilidad de sus cuerpos el hecho que los niños corten los dientes con tanta dificultad, y que los acompañen la fiebre, convulsiones y muerte". Recomendaba para evitar esto el hendir las encías con lancetas, pero indicaba que esto debía ser efectuado por médicos, y advertía a los lectores "no depender de comadronas ni de enfermeras, que realizan la operación con monedas de plata dobladas y otros medios ineficaces".10
Otra opción terapéutica de la que se disponía eran las sanguijuelas, que se aplicaban sobre las encías inflamadas para causar alivio. Sin embargo, se advertía a los padres el tener gran cuidado con estas resbaladizas criaturas, porque podían "deslizarse a través de la garganta del paciente y ser tragadas".11
Sin embargo, no todos los autores estaban de acuerdo con la gravedad de los síntomas que podían atribuirse al tema que nos ocupa, como por ejemplo el caso del Dr. William Cadogan (1711-1797), médico del Hospital de Niños Expósitos, de Londres, quien fuera muy criticado por colegas contemporáneos por la vehemencia con que defendía sus argumentos. El mismo escribía en 1749: "Cuando un hombre toma la responsabilidad de contradecir las opiniones y prejuicios santificados por el tiempo, se espera que traiga prueba válida de lo que dice. La Verdad de lo que digo, es que el Tratamiento de los Niños en general es equivocado, no razonable y no natural... Pero que cualquiera que no esté convencido de esto observe los índices de mortalidad. Allí podrá ver que casi la mitad de aquellos que llenan esa lista negra, mueren debajo de los cinco años de vida..."Pocos autores en esa época ponían tanto énfasis en estudiar y tratar de disminuir la mortalidad infantil. En otro párrafo decía:"Se ha creído que la erupción dentaria es fatal para muchos niños, y lo es; pero estoy seguro que esto no es por Naturaleza, ya que no es una Enfermedad, o de otra forma no podríamos estar sanos hasta los veintiuno o veintidós años, o más tarde. Los dientes se engendran durante la mayor parte del tiempo; y es mi opinión, que el último diente da más dolor que el primero, dado que los huesos y encías que tiene que perforar, se han vuelto más firmes y duros. Pero más allá de cualquier fiebre, convulsión, u otro síntoma peligroso que acompañe a esta Operación de la Naturaleza, los niños sanos a menudo cortan sus dientes sin estos malos acompañantes; lo que nos inclinaría a sospechar que este Mal no es natural, sino el efecto de una gran plétora, o los humores corruptos del cuerpo puestos en agitación por la estimulación del dolor que el diente causa al hacer su camino al exterior. Esto, creo, nunca ocurre sin algún dolor, y posiblemente una fiebre ligera, y si la sangre y los humores son perfectamente dulces y buenos, y no están en redundancia, tanto el dolor como la fiebre serán leves y pasarán casi imperceptiblemente, sin ninguna otra mala consecuencia".12
Sin embargo esta era la minoría de la opinión, y numerosos registros muestran quela práctica de lancetear las encías se siguió practicando.
En 1827, John Roberton (1791-1876) escribía en Manchester: "Existen muchos prejuicios dañinos por ser erradicados, especialmente en el manejo doméstico de los niños, sanos y enfermos. Hay mucho lugar para el avance del conocimiento y tratamiento de las enfermedades, pero particularmente en la medicina infantil", y comenta los índices de mortalidad de ese año, discriminado por edades: 181 muertes se habían atribuido a la dentición ese año en el Cementerio de la calle Rusholme, en Londres. Más adelante continúa diciendo: "A veces ocurre que los signos de la dentición son severos. En vez de un flujo de saliva, existe una diarrea profusa; grandes ronchas aparecen en diferentes partes del cuerpo, acompañadas de flaccidez delos músculos, o una rápida emaciación y fiebre alta (...) se afecta la cabeza y ocurren convulsiones".13
Algunas madres tomaban medidas menos drásticas. Desde la antigüedad se creía que el coral, que las leyendas contaban que se había originado de las gotas de sangre que se habían escurrido de la cabeza de la Medusa al ser cortada, poseía poderes mágicos y que alejaba los malos espíritus. También se usaba para aliviar los dolores de la dentición.14 Se creía que evitaba las infecciones, y que cambiaba de color según el estado de salud del infante, volviéndose pálido si la salud del niño peligraba. Era natural que muchos pequeños bebés tuvieran una pequeña vara de coral, montada en plata, oro u otro metal, según la posición económica de la familia. Estos trozos de coral en la mayoría de los casos colgaban de cadenas o cintas alrededor del cuello del niño. Un cuadro de Piero della Francesca de 1470, de la Madonna de Senigallia, muestra al niño Jesús con una vara de coral colgando de un collar de cuentas de coral. Durante los siglos XVII y XVIII aparecen abundantes retratos de niños condichos elementos (véanse las Figuras 1-3), lo que hace suponer que su uso era extendido; incluso muchos se conservan hoy en día en museos. El uso práctico que los niños daban a estos elementos era el usarlos como chupetes o como mordillos, y ejercer presión sobre las encías para ayudar a la erupción de los dientes. Abundantes testimonios existen al respecto: "El coral (...) es (...) bueno para ser colgado alrededor del cuello de los niños, así como para frotar las encías, así como para evitar que se enfermen".15
Una conversación de "Las Torres de Barchester", una novela escrita por Anthony Trollope en el año 1857, indica que algunos jugos podían ser untados en los mordillos para hacerlos más apetecibles" "Toma este coral, querida, y úntalo bien con jugo de zanahorias. Hazlo hasta que el jugo se se que, y luego entrégaselo al niño para que juegue con él... ¿No tienes un coral? ¿Cómo esperas que corte sus dientes?"
A medida que la superstición fue desapareciendo, los mordillos se volvieron de otros materiales, como marfil o hueso. Muchos de estos también tenían sonajeros, y muchas veces, la forma era de aros o figuras de animales. Al inventarse la goma vulcanizada, este material opacó a los anteriores.
"El Tocador de la Reina", publicado en1664, contenía una receta"para hacer que los dientes de los niños salgan sin dolor: Probado. Tome la cabeza de una liebre, hervida o asada, y con su cerebro mezcle miel y manteca. Con ello aplique en las encías del niño tan seguido como le plazca".10
En 1862, M. A. Baines en un estudio sobre las causas de la mortalidad infantil, hacía hincapié en que la "dentición es un proceso natural, a pesar de que tan frecuentemente lo encontramos como causa de muerte en los certificados de defunción en el Archivo General. El período de la dentición debería ser atravesado satisfactoriamente en la gran mayoría de los casos, si no se interfiriera con el mismo, de una manera no juiciosa."16 Cabe aclarar al lector, como vimos anteriormente, que la dentición figuraba como causa de muerte en numerosos casos. En el Archivo General en 1839 se comunicaron 5.016 muertes en Inglaterra y Gales atribuidas a la dentición, mientras que en 1910 su número era de 1.600.17
Durante la segunda mitad del siglo XIX, la balanza comenzaba a inclinarse hacia el otro lado y cada vez eran más aquellos médicos de niños que creían que los trastornos ocasionados por esta situación eran leves y transitorios. Sin embargo, quiero hacer notar al lector que hasta principios del siglo XX persistiría la connotación "mortal" de la erupción dentaria, como lo muestran las estadísticas de defunción.
En 1878, A. I. Coffin escribía al respecto:"En primer lugar, mantengo que la dentición, o lo que se quiere significar cuando un niño esta cortando sus dientes, es una operación natural, o el cumplimiento de una ley decretada por la naturaleza; por lo tanto, con justicia, no puede tratarse de una enfermedad... Escuchen entonces, padres y madres-ustedes que son los más interesados en la salud de sus vástagos- ¡ustedes mismos son la causa inocente de su enfermedad! Deben recordar que en esta etapa de la existencia del niño, habiendo sido recién destetado en lugar de darle comida que en su naturaleza se parezca a la leche de la madre, ustedes, olvidando que su estómago es demasiado débil como para digerir comida fuerte, y por no tener dientes, no puede masticar -olvidando que su dieta nunca debería ser más fuerte que pan y leche-; en una palabra, sin tener todo esto en cuenta, ustedes llenan al niño con papas, y pan y sopas -en realidad con todo tipo de alimentos- e incluso algunas personas le agregan vino y cerveza. No es entonces un misterio el por qué el niño luce tan pálido, y que no crezca bien... Creemos que prescribir medicinas cuando no existe enfermedad es una locura; todo lo que se requiere es cuidar la salud de su hijo, y éste no necesitará ayuda para que sus dientes aparezcan".18
Al parecer, no todo estaba dicho al respecto, ya que sólo unos años después, del otro lado del océano llegaba una opinión contraria, que incluso volvía a insistir en los métodos de escarificación de las encías. En el año 1881, Thomas Kelly publica su "Household Cyclopedia", una enciclopedia que comprendía temas de agricultura, metalurgia, pirotecnia, medicina y una infinidad de otros tópicos. En el apartado de medicina, en relación con las enfermedades de los niños, decía: "...Cuando los niños están cortando los dientes babean mucho, tienen fiebre, están molestos, sus encías se hinchan y son muy dolorosas; algunas veces tienen el vientre flojo, pero en otras ocasiones presentan constipación; a veces aparecen convulsiones. Usualmente se aplican sanguijuelas detrás de las orejas; también ventosas. En vez de dar narcóticos a los niños al cortar los dientes, se recomienda vigorosamente cortar las encías tumefactas con una lanceta hasta llegar al diente, una operación no dolorosa. Si esto se hace a tiempo, al remover la causa del problema, todos los síntomas desaparecerán. En lugar de dar preparación es de opio, se encontrará más seguro en la mayoría de los casos administrar calomel*, en pequeñas dosis. Si se presenta constipación, deben mantenerse los intestinos abiertos en forma regular. En lugar de coral u otro material duro, dejen que el niño muerda un aro de goma elástica...".19
Es preciso notar que el autor denuncia una práctica muy difundida en esa época, tanto para aliviar las molestias de la dentición, como para muchas ocasiones en las que se quería calmar a los niños, que era administrarles preparaciones de opio o láudano. Otros autores de la época también refieren que se administraba vino y otros tipos de bebidas alcohólicas para que se durmieran y no lloraran. Otro elemento para notar, es que indica mordillos no de coral, sino de goma elástica, material que comenzó a hacerse disponible a partir del desarrollo del proceso de vulcanización de la goma, creado por Goodyear en el año 1839 (la primera tetina de goma fue patentada por el señor Elijah Pratten los Estados Unidos en el año 1845).20
Una visión más conciliadora aparece en un tratado de pediatría unos años después también en los Estados Unidos, lo que muestra que en todo momento existían disidencias acerca de la gravedad de los síntomas que podía acarrear la dentición. Leemos "la erupción de los veinte dientes de leche puede, como otros procesos fisiológicos, pasar desapercibida, pero en muchos casos, se acompaña de dificultades, apareciendo disturbios que pueden ser simples como para sólo molestar al niño, y ser tan graves como para hacer peligrar su vida".21 El tratado se sigue luego con una exhaustiva descripción del orden cronológico de aparición de todos los dientes y sus variaciones.
Al llegar al siglo XX, sería de esperar que esta controversia se resolviera. Ya existían hospitales dedicados a los niños enfermos en la mayoría de las ciudades importantes del mundo (el primer Dispensario para Niños Enfermos en Inglaterra se creó en 1769; en el año 1802 se crea en París el Hospital de Niños enfermos, seguido del de Rusia en 1834 y los de Berlín, Budapest, Viena y Turín entre los años 1839-1843).
La pediatría se había desprendido del resto de la medicina como una especialidad propia y su enseñanza se efectuaba como una materia aparte en todos los planes curriculares de medicina.
Con el aumento progresivo de los conocimientos en todos los campos de esta disciplina va descendiendo la mortalidad infantil. Cabe mencionar al respecto, en forma escueta, que los progresos principales fueron una nutrición infantil racional, el comienzo de la pasteurización de la leche y el desarrollo de las fórmulas lácteas modificadas y maternizadas, los tratamientos de rehidratación oral y endovenosa para el manejo de las diarreas agudas y el desarrollo de las sulfamidas y antibióticos. También cabe mencionar los esfuerzos por combatir las enfermedades dela pobreza como la malnutrición y el aumento de la preocupación por el control de la embarazada. Se han producido numerosos avances en la terapéutica antiinfecciosa a través de la inmunización, en la corrección quirúrgica de muchas malformaciones congénitas, así como en el conocimiento y tratamiento de las enfermedades renales, endocrinas, hemato-oncológicas y metabólicas, cambiando finalmente el paradigma de tratar al niño enfermo, hacia el cuidado integral de la salud, y el crecimiento y desarrollo del niño sano y su familia.
Sería de esperar, en vista de lo recién expresado, que se hubieran reunido mayores conocimientos en el tema que nos ocupa, pero esto no es así. Hoy en día aún existen grandes controversias acerca de los síntomas que pueden acompañar a la dentición, y si bien se acepta que NO es una causa de muerte como antes se creía, hay quienes todavía piensan que se puede acompañar de fiebre, diarrea y otras molestias, mientras que otros opinan que "la dentición no trae nada más que dientes".
El Dr. Ronald S. Illingworth, en un libro de gran referencia para muchos pediatras desde hace años, llamado El niño sano, escribía al respecto: "...El autor ha oído decir quela dentición causa bronquitis, diarrea, exantemas, convulsiones y fiebre. Entonces se propuso buscar entre la literatura médica mundial alguna prueba al respecto y no encontró nada. Sería, de hecho, muy sorprendente saber que el brote de un diente podría causar una infección viral, del aparato respiratorio o digestivo. Pero es fácil entender cómo pudo haber surgido tal idea. Los niños tienen una etapa de dentición que se prolonga desde los seis meses hasta los seis años de edad y sus padres atribuyen, de manera casi involuntaria cualquier suceso desafortunado a la dentición. Ninguna afección general debe ser atribuida a la dentición... La dentición debe considerarse como un proceso natural, aunque a veces doloroso, que no requiere de ningún tratamiento específico. Los polvos empleados durante la dentición noson de utilidad. Abrir las encías es un error..."22
Sin embargo, en 1975 se publicó un estudio en la revista Journal of Pediatrics, en el que se le preguntó a 70 pediatras en el área de Filadelfia, qué síntomas podían asociarse con la dentición y qué tratamiento prescribían. De los 64 que respondieron el cuestionario, sólo 5 pensaban que la dentición no causaba ningún síntoma. Los restantes indicaron quese podía asociar con diarrea, dermatitis del pañal, exantemas, cólicos, otitis media, bronquitis y fiebre.23,24

CONCLUSIONES

Luego de evaluar las opiniones que los médicos han tenido a lo largo de la historia acerca de los trastornos de la dentición, es fácil entender la razón por la cual el saber popular asocia este hecho a fiebre, diarreas, convulsiones y otros síntomas, ya que ha sido la misma comunidad médica la que ha inculcado tal concepto en la población a través de los tiempos. Sin embargo, las opiniones no han sido siempre uniformes, y este es un caso muy ilustrativo de cómo en medicina muchas veces las verdades del presente son los errores del pasado. Parece haber sedado el caso de confundir causas y efectos, ya veces, una enfermedad febril de etiología desconocida en el momento, que coincidía temporalmente con la erupción dentaria (largo período de los seis meses a los seis años),se le adjudicaba como causada por la dentición. Hay que tener en cuenta que la etiología bacteriana de muchas enfermedades no fue resuelta hasta el fin del siglo XIX, y la etiología viral recién en la mitad del siglo XX.
Hoy en día, cuando está tan en boga la "Medicina basada en la evidencia" nos encontramos sin armas para abordar esta problemática, ya que sólo existe un estudio prospectivo controlado que estudia este tema, citado al comienzo de este trabajo. A falta de evidencia disponible, muchas veces nos basamos en métodos alternativos, como repetir lo que nos enseñan nuestros maestros, lo que algunos llaman "Medicina basada en la Eminencia".25
Espero que este trabajo pueda despertaren algún lector la inquietud necesaria como para efectuar una investigación lo suficientemente seria desde el punto de vista metodológico como para poder llegar a alguna conclusión válida, y tal vez contribuir a dar fin a esta controversia, originada en el siglo IVAC. y que persiste hasta nuestros días; para que se haga realidad la frase de Laín Entralgo:"La historia es el recuerdo al servicio de una esperanza".

Nota
Las traducciones de los textos citados son transcriptas textualmente de las fuentes si éstas son en idioma castellano. Las que se encuentran en inglés han sido traducidas por el autor de este trabajo, para facilitar su lectura. Aquel que desee leer las citas en idioma original puede dirigirse a las mismas buscando en la bibliografía. Desde ya el autor pide disculpas por cualquier traspié durante el proceso de traducción.

FOTOGRAFÍA 1. "Retrato de Lady Henrietta Stanley",(1630-1685). Datado del año 1630-1631, escuela anglo-francesa. Nótese el mordillo de coral que cuelga de una cinta blanca alrededor del cuello. De "Yesterday's Children", ibid, pág. 56

FOTOGRAFÍA 2. "Niño con sonajero", Paul Van Somer. 1611. Óleo sobre tabla, 95,9 x 73,7. Leeds City Art Galleries (Temple Newsam House). Impreso en: "Innocence and Experience, Images of Children in British Art from 1600 to the present", por Sara Holdsworth y Joan Crossley, 1992, Manchester City Art Galleries; pág. 30. Nótese la ornamentación de oro que cubre el mordillo, y denota su alta condición social. Se tratade un niño, usando ropa de "bebé", ya que debido a su edad aún no se le dejaba usar ropa masculina

FOTOGRAFÍA 3. "La Familia Capel", Cornelius Johnson, 1640.Óleo sobre tela, 160 x 259,1. National Portrait Gallery. Impreso en "Innocence and Experience", ibid, pág. 20. Adviértase el mordillo de coral que cuelga del integrante más pequeño de la familia

FOTOGRAFÍA 4: "Retrato de una niña", círculo de Van Dyck. Siglo XVII. De "Yesterday's Children",ibid., pág. 58. Aquí el mordillo parece más humilde, lo que concuerda con la vestimenta de la niña

FOTOGRAFÍA 5: "Diagrama mostrando la erupción de los dientes de leche", por Louis Starr, en "Hygiene of the Nursery", Ibid., Capítulo I, "Los signos de la salud", sección 15: Dentición

*Los calomelanos son sustancias compuestas principalmente por mercurio, variando su concentración según la preparación farmacéutica. "Libro azul de fórmulas y notas terapéuticas"; Bourroghs, Wellcome y Cia, Londres, 1883.

BIBLIOGRAFÍA

1. Jaber L, Cohen IJ, Mor A. Fever associated with teething. Arch Dis Child 1992; 67:233-4.        [ Links ]

2. Aforismos. En: Tratados Hipocráticos. Madrid: Ed Gredos, Biblioteca Clásica, 1990; 63: 261.        [ Links ]

3. Sorano de Efeso. Gynaecia. Traducción al inglés: Soranus gynecology, traducido por Owsei Temkin, The Johns Hopkins Press, Baltimore, 1991: 119-120.        [ Links ]

4. Paré A. The works of that famous chirurgion Ambrose Parey. Th Jhonhson, trans. London, ThCotes: Jhonson's translation, 1634: book XXIV, c 67.        [ Links ]

5. Graunt J. Natural and political observations mentioned in a following index, and made upon the bills of mortality, London, 1662; chap. I: 9; Chap. II: 15.        [ Links ]

6. Arbuthnot J. An assay concerning the nature of ailments. London, 1731.        [ Links ]

7. Buchan W. Médecine domestique. (Traducción francesa del inglés). 4ª ed. París, 1788: 279.        [ Links ]

8. Smellie WMD. On the management of new-bornchildren, with the diseases to which they are subject. En: Smellie WMD. A treatise on the Theory and Practice of Midwifery, 4th ed. London, 1762.        [ Links ]

9. Dally A. The lancet and the gum-lancet: 400 years ofteething babies. Lancet 1996; 348:1710-1711.        [ Links ]

10. Kevill-Davies S. Yesterday's children, the antiques and history of childcare, Antique Collector's Club. England, 1991.        [ Links ]

11. Enquire within upon everything. London: Hodder & Sons, 1886.        [ Links ]

12. Cadogan W. An assay upon nursing and the management of children, from their birth to three years of age. London, 1749.        [ Links ]

13. Roberton J. Observations on the mortality and physical management of children. London, 1827.        [ Links ]

14. Lloyd de Mause. Historia de la Infancia. Bs. As.: Alianza ed. 1994; 273.        [ Links ]

15. Platt H. Jewel House. Londres, 1653.        [ Links ]

16. Baines MA. Excessive infant-mortality: How can it be stayed? London, 1862.        [ Links ]

17. Registrar-General's 74th Annual Report. Deaths from teething. London: HM Stationery Office, 1911:39.        [ Links ]

18. Coffin AI. Treatise on midwifery and the diseases of women and children with remedies. London,1878.        [ Links ]

19. Kelly T. The Household Cyclopedia of General Information containing over ten thousand receipts, in all the useful and domestic arts. New York, 1881.        [ Links ]

20. Smith GF. Historical review and recent advances in neonatal and perinatal medicine. División nutricional de Mead Johnson, 1980.        [ Links ]

21. Starr L. Hygiene of the Nursery, including the general regimen and feeding of infants and children, and the domestic management of the ordinary emergencies of early life. Philadelphia, 1889.        [ Links ]

22. Illingworth RS. El niño normal. Editorial: El Manual Moderno. Título original, The normal child. Churchill Limited, 1957. Londres: 1993: 75.        [ Links ]

23. Honig PJ. Teething-are today's pediatricians using yesterday's notions? J. Pediatr. 1975; 87: 415.        [ Links ]

24. Teething myths. BMJ 1975: 604.        [ Links ]

25. Isaacs D, Fitzgerald D. Seven alternatives to evidence based medicine. BMJ 1999; 319: 1618.         [ Links ]

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License