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Archivos argentinos de pediatría

Print version ISSN 0325-0075On-line version ISSN 1668-3501

Arch. argent. pediatr. vol.102 no.3 Buenos Aires July/June 2004

 

EDITORIAL

Un programa, una alarma, una política de Estado

Dr. Andrés A. Gomila

El límite más amplio de la comprensión del concepto política de Estado está dado por lo que puede denominarse como proyecto social que tiene el significado de una visión de país, con una estructura coherente de propósitos y una imagen de objetivos hacia el futuro más lejano. Como señaló Matus hace más de diez años, la política de Estado es más amplia que el proyecto operativo llamado en forma habitual plan de gobierno, que adquiere la estructura de proyecto como proceso técnico y político aplicado a una coyuntura económico- social.
En el programa científico del XXXIII Congreso Argentino de Pediatría en Mar del Plata en octubre de 2003, entre las conferencias, mesas redondas o talleres, no estaban incluidas patologías como poliomielitis, difteria o raquitismo. En consecuencia, se deduce que no son prevalentes porque han perdido vigencia; han disminuido, desaparecido o se encontró un método de prevención eficaz. Sin embargo entre los temas del Congreso figuraba desnutrición, situación nutricional en el país, en contraposición con la situación anterior.
La historia de la Sociedad Argentina de Pediatría nos señala que en todos los Congresos Argentinos siempre se trataron los temas nutrición, desnutrición y mala nutrición; los pediatras siempre estuvimos preocupados por la nutrición de nuestros niños. Las conclusiones en forma permanente fueron difundidas y elevadas a las autoridades ¿Se aplicaron? ¿La promoción, prevención y educación para la salud de la comunidad se llevaron a cabo? Creemos que no.
Los pediatras comenzamos con la preocupación por los macronutrientes y hoy la patología de la nutrición vuelve a aparecer con fuerza cuando estamos estudiando los micronutrientes. Asimismo, la currícula de la enseñanza en el pregrado y el posgrado ha tomado ese mismo camino. La pediatría ha hecho enormes progresos en la prevención de enfermedades tradicionales, pero ve también la necesidad de enfrentar la deficiencia nutricional; hoy debemos señalar que es un problema permanente. Los pediatras la enfocaron y describieron en todas las épocas, pero la solución escapó y escapa a las posibilidades de nuestra profesión.
Siempre transmitimos nuestra inquietud a las autoridades, pero ha llegado el momento de insistir y, si es necesario, señalar el camino para encontrar la solución. Es fundamental y prioritario llevar un registro exacto de la desnutrición en cada lugar, en cada provincia, en cada región y así llegar a tener en todo el país una estadística oficial, local y nacional. Muchas veces se alarma a la población con números e imágenes que no corresponden y distorsionan la realidad. Cuando en el 2002 la prensa comenzó a preguntarnos sobre los índices, la mayoría respondimos que no los conocíamos a nivel país o contestamos con cifras que no coincidían unas con otras. Ciertamente, no existen cifras nacionales y se debe evitar confundir cifras locales, intra o extramurales y antiguos trabajos que no demostraban desnutrición entre los 0 y 5 años.
Lamentablemente debemos aceptar que la desnutrición existe en muchas partes del mundo, ha persistido entre nosotros y frente a la crisis económica, se ha incrementado. Los índices del INDEC 2003 demuestran que 47,8% de la población es pobre y el 20,5% es indigente. Lo cierto y tangible es que la grave crisis que atravesamos golpea y que el ciclo de la pobreza se intensifica, repercute en la infancia y se hace evidente enlos servicios de pediatría y en los centros de salud y acción comunitaria. Los índices actuales de la pobreza y desnutrición no son alentadores .¿Cómo encarar esta gravísima situación?
Debemos insistir y exigir que se transforme en una política de Estado con acuerdo de todos los ciudadanos y de todas las autoridades para terminar con este gran problema. Los pediatras sabemos las consecuencias que produce en nuestros niños y en el futuro de la sociedad. La política de Estado puede y debe encarar la desnutrición y la pobreza. El problema está presente y urge solucionarlo. Debemos exigir su cumplimiento.

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